Tuesday, November 25, 2008

ASPECTOS NO NEGOCIABLES.

7 aspectos no negociables en nuestra vida.


1. Tu vida de gracia no es negociable. Conviene morir antes que pecar. Tu amistad con Cristo es un tesoro que no puedes perder. Opta por Jesús y rechaza la idolatría del mundo. Sólo Dios es adorable. Sólo él merece nuestra entrega plena. Para conservar tu vida de gracia pregúntate siempre: “QHJ” Es decir, ¿Qué haría Jesús? Si supiéramos lo inmensamente hermosa que es un alma sin pecados, preferiríamos mil muertes antes que manchar nuestra alma con un solo pecado.

2. Tu fe católica es una verdad que no puedes traicionar. ¿Existen cosas reales que la ciencia no pueda demostrar? Sí. El amor de un padre por su hijo existe y la ciencia no lo puede demostrar. La ciencia tampoco sirve para demostrar la existencia de Dios. Lo esencial a veces es invisible a los ojos. “La fe es suficientemente oscura para que la adhesión a ella sea libre; y al mismo tiempo bastante clara como para que la adhesión a ella sea razonable”. “La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”, como escribió el Papa Juan Pablo II. Creer, es mucho más que pensar que se cree. La verdadera fe es activa porque la fe se fortalece dándola. No olvides que la vida de fe peligra si no se va el domingo a misa.

3. ¿La voluntad de Dios es negociable? No. “No es lo mismo meter a Dios en tus planes que meterte en los planes de Dios”. Dios te pensó desde toda la eternidad para que fueras santo. Si la santidad te lleva a cielo, entonces la santidad no puede ser negociable. “Locos debemos ser si no somos santos”. La voluntad de Dios es que seas santo en la vocación que él te haya dado. Sólo hay tres vocaciones: vocación al matrimonio, a la vida consagrada a Dios como sacerdote o monjita, y a la vida soltera célibe. ¡Vale la pena dedicarse a la causa de Cristo, que quiere corazones valientes y decididos por la santidad! ¡Merece la pena hacer una opción por la santidad que nos procurará grandes alegrías, aunque nos exija también no pocos sacrificios! La santidad es imitar a Jesucristo.

4. Tu virginidad prematrimonial es materia no negociable. La fornicación es simplemente el fruto de un mal pensamiento consentido. Los cristianos vivimos en la carne, pero no según la carne. Las almas puras todo lo valoran, todo lo agradecen y son diligentes para hacer el bien. El mejor regalo que le puedes dar a tu futuro esposo es llegar virgen a tu matrimonio. Todos prefieren casarse con una de estreno. Sé puro y que se note. Ninguna persona puede ser utilizada como un objeto de placer por la dignidad que tiene. ¡Merece la pena luchar y morir, si es preciso, en defensa de algo que nos hace imitar a la Virgen y a Jesucristo!

5. La verdad jamás será negociable. Dios ha grabado en el corazón de cada hombre tres tendencias: toda persona busca la verdad, el bien y la belleza. A nadie le gusta que le mientan, que le hagan el mal y las cosas sucias y desproporcionadas. La verdad no depende de la utilidad ni de la eficacia. Recuerda, si la verdad es la verdad, sólo hay una verdad. Lo que es verdad, es verdad para todos y siempre. Aristóteles decía, según el dicho popular, “Amigo Platón, pero más amigo la verdad”.

6. La fidelidad matrimonial o sacerdotal no debe negociarse. Aunque toda convivencia a la larga traiga problemas, sé fiel con tu pareja como quieres que ella lo sea contigo. Shakespeare preguntó a Julieta, “¿quién eres?” A lo que ella respondió: “Soy Romeo”. El matrimonio es la unión de dos personas en una sola carne. El sacerdocio implica amar sin restricciones. El matrimonio y el sacerdocio son para amar. Y amar es una decisión, es una opción constante por el amado. El verdadero amor quiere durar fresco para siempre.

7. La caridad. La buena fama de los demás no es negociable. Nadie tiene derecho a criticar a los demás. El cristiano es el hombre de la caridad, el constructor de la civilización del amor. La caridad es amar a los demás como Cristo nos ha amado (Jn. 15, 12). Ésta es la evangelización de ayer, de hoy y para siempre. ¡Vale la pena sufrir para atenuar el sufrimiento de los demás por amor a Cristo! Que se note vuestro amor al hombre por Dios. “Si quieres ser amado, ama”.

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