Sunday, July 22, 2012

consejos para blogs

Diez Consejos Para Evangelizar en la Blogósfera 



La revolución mediática, especialmente la difusión de las redes sociales y los blogs han creado confusión entre muchos laicos y una sensación de torpeza, cuando se trata de compartir la fe en estos medios. En esta entrada, les ofrecemos diez consejos que bien pudieran servir también para evangelizar en vivo. En el espacio de comentarios, podemos compartir aún más.

(1) Se tú mismo. No des la impresión de estar posando o tratando de personificar a alguien más. Es cierto que no somos perfectos, pero eso no es ninguna desventaja, sino lo contrario. La mejor forma de apelar el interés de los demás es ser plenamente tú mismo. Recuerda que cada uno de nosotros es original y no existe ninguna copia de nuestra persona en ninguna parte del mundo. Ni nuestro ADN puede ser clonado con perfección. Confía en tu propia originalidad. El derecho de autor por tu creación corresponde exclusivamente a Dios.

(2) No juzgues a la gente. Primero, hazles sentir que los amas. Puede ser que las acciones de ciertas personas te parezcan reprobables y de hecho lo sean. Sin embargo, es difícil determinar qué está sucediendo en sus vidas. Pueden estar pasando por situaciones muy difíciles, o también puede influir el factor cultura y el entorno que rodea a esa persona. San Efraín solía decir: “Seamos generosos con cada persona que nos encontremos porque está librando una gran batalla”. Primero, brindémosles el beneficio de la duda, con un corazón abierto, con un trato dulce y dejemos que esa persona se acerque a nosotros y nos confíe sus problemas o dolor. Esa es la mejor manera para que confíen en nosotros. Como decía San Francisco de Sales, el Doctor de la Amabilidad: “Una gota de miel atrae más moscas que un barril de hiel”.

(3) Evangeliza con tus acciones, más que con tus palabras. Puede que las palabras convenzan, pero el buen ejemplo arrastra. Más que usar los medios para promover tu fe, úsalos para ejercerla. Busca al hermano afligido, ofrece consuelo, ayuda, proponle concretamente algo que le ayude y lo motive.

(4) No trates de ganar argumentos, a menos que se trate de un foro con debate específico. Más bien, gana los corazones y la buena voluntad de la gente. Tampoco busques pleitos ni confrontaciones, evita personas que promuevan estas conductas. Trata de detectar cuál es la necesidad o la inquietud de tus interlocutores, escuchando cuidadosamente. Evangelizar no equivale a proselitismo político. También evitemos el estilo de las sectas, que enfocan su proselitismo a atacar nuestra fe. La Apologética nos enseña a defender nuestra fe educando y formando.

(5) No olvides que la Evangelización más efectiva empieza con las personas con quienes nos relacionamos. No necesitamos que nos envíen a un lugar lejano. Los mejores testimonios de fe están a nuestro alrededor, con nuestros seres queridos, aunque no nos gusten, pero ellos forman parte de nuestro campo de misión.

(6) Enfócate en lo positivo de los demás. Aunque a veces tengamos que mencionar aspectos patéticos, enfaticemos lo positivo, aún cuando se trate de normas y prohibiciones. Consideremos que detrás de cada ‘NO’de los Mandamientos, hay un inmenso ‘SI’ de bendiciones y oportunidades. Trata de compartir lo bueno. Una tía en nuestra familia, tenía la virtud de la benedicencia muy arraigada. Para ella no había muchachos malos y jamás hablaba mal, ni de los peores. Cierta vez comentaba acerca de un sobrino con serios problemas de conducta. Decía: “tiene buen corazón, es alegre, pero está confundido. Si le ayudamos, va a salir adelante’. En sus palabras siempre había esperanza, que atraía como un imán a quienes necesitaban el buen consejo. Nosotros también podemos hacer la diferencia haciendo brillar la luz de esta esperanza en nuestro horizonte.

(7) No pretendas tener la razón siempre. Admite tus errores. Eso contribuye a proyectar humildad, a la vez que fortalece tus relaciones con los demás. Recuerda que la Iglesia no es un museo de santos, más bien es como un hospital para sanar a los pecadores. No tienes que tener la respuesta para todo, sino más bien unámonos al camino junto con otros para encontrarla y compartirla. ¿Recuerdan a los discípulos de Emaús?

(8) No digas las cosas como te salgan. Observa quién ‘está presente’ y edita. Las palabras pueden ser muy poderosas y tienen el potencial de herir a otras personas y puede haber ramificaciones. Contesta los comentarios con sensibilidad y cortesía. Mide tu audiencia, pesa tus palabras, evita la vulgaridad y trata de usar un lenguaje que denote empatía. Recuerda que aunque no haya contacto personal en vivo, de todas maneras comunicas tus valores.

(9) Mantén el balance. No seas unidimensional. Trata de inferir historias, anécdotas de experiencias y vivencias que no sean religiosas. No hables sólo de Dios todo el tiempo. Relata experiencias de música, películas, algún evento político o histórico, deportes, arte, ciencia o una broma breve. Esto ayuda a que las personas que aún no conocen nuestra fe con profundidad se vayan asimilando, a la vez que relacionan actos de su vida ordinaria con la fe. También nosotros estamos en formación continua y ese balance es propicio para la Comunión.

(10) Trata de proyectar alegría. Santa Teresa de Ávila decía que “un santo triste es un mal santo”, mientras que San Juan Bosco no se cansaba de proclamar ‘santidad es alegría’. La fe es portadora de paz y una alegría que se contagia.

No olvides que Dios te ha seleccionado. Acéptalo con un corazón lleno de gratitud por haber confiado en ti. Él nos hizo sus discípulos y ahora nos envía como misioneros a la blogósfera y a las redes sociales.
-Yvette Camou-


Referencias Bibliográficas:
Aldrich, R.F.; Johnson, Ben. "15 Online Evangelization Priorities". Catholic Dossier. March 2011.


Bonacci, Mary Beth. "Catholic Daughters of America in Campus". Opinion Page. 'The Chicago Tribune'. February 22nd, 2010.


Bosco, Teresio, "Biografía de Don Bosco". EE


Shalit Wendy, "The end of Discretion". June 2009. Commentary Magazine.


Fitzpatrick, J. Edward, "The Social Media Horizon on our Faith". The Wanderer. January 3, 2012.


St. Francis de Sales, "Spiritual Readings'. St. Ignatius Press.



nuevo humanismo lo necesitamos

Uno de los debates culturales más serios del momento actual es el que mantienen entre sí el laicismo y religión. Dos fuerzas que aspiran a asumir la hegemonía cultural de nuestra sociedad, dos polos contrapuestos sobre los que gravita el pensamiento contemporáneo y en medio de estos dos frentes nos encontramos nosotros, los hombres y mujeres del siglo XXI obligados a tomar una postura en consonancia con nuestras aspiraciones personales. El humanismo sin Dios aspira a sustituir al humanismo religioso.

Desde h ace tiempo un secularismo sectario nos invade por todas las partes su mensaje no es nada alentador: la religión tiene que desaparecer del ámbito público y quedar relegada a la sacristía, como si se tratara de una amenaza para la sociedad. Su voz debe ser silenciada, sus manifestaciones públicas prohibidas, sus signos y símbolos retirados de los lugares públicos, si algún derecho tiene a existir sería única y exclusivamente en el ámbito estrictamente privado ¿Por qué?... pues porque un Estado debe ser laico que es tanto como decir neutral y la neutralidad es ausencia de religión.

Estamos cansado de oír decir por ahí que para ser libre no hay que creer en nada... Falacias y más falacias. “¿Qué se va a poner donde estaba el tradicional Cristo agonizante? Se preguntaba Unamuno ¿Una hoz y un martillo? ¿Un compás y una escuadra? O ¿qué otro emblema confesional? Porque hay que decirlo claro, y de ello tendremos que ocuparnos: la campaña es de origen confesional. Claro que de confesión anticatólica y anticristiana. Porque lo de la neutralidad es una engañifa”. Lo decía Unamuno y lo dice también Benedicto XVI “El laicismo ha dejado de constituir un elemento de neutralidad capaz de abrir espacios de libertad para todos”. , El laicista, cuando habla de religión, no le da igual una cosa u otra, claro que no, se muestra abiertamente en contra de ella y esto no es neutralidad.

El laicismo no es neutral cuando trata de excluir al creyente de la vida publica y trata de relegarle a la sacristía. No es neutral cuando se comporta como lo viene haciendo el Parlamento Europeo acusando tendenciosamente a unos y exculpando a otros o el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo al prohibir la presencia de crucifijos en las escuelas. No se es neutral cuando al creyente se le coarta y restringe sus derechos y libertades.

No se es neutral cuando a través de los medios de comunicación se manipulan las noticias, aireando lo que perjudica y silenciando lo que favorece a la Iglesia. El presunto neutralismo laicista , no es tal, ni nunca lo ha sido. En realidad, los hombres y las mujeres, necesitan creer en algo, lo que sea. Sucede que hay una confesionalidad sin Dios; pero al fin y al cabo confesionalidad y los dogmas religiosos de los que se prescinde, acaban siendo sustituidos por otros. La aconfesionalidad ligada a la inocencia política, en la práctica, no existe, lo que sucede hoy es que el celo laicista por hacer olvidar a Dios, es bastante más intolerante que el celo del creyente por hacerle presente.

Hemos afrontado al tercer milenio con grandes incertidumbres. A estas alturas hay quien se dispone a vivir una época definitivamente posreligiosa, mientras que otros aseguran que el futuro de la humanidad será religioso o no será. De lo que no hay duda es de que tanto creyentes como no creyentes tendrán que hacer frente a un mismo destino porque pertenecen a la misma familia humana, comparten los mismos miedos, se sienten agitados por las mismas ansias de felicidad. Todos se ven en la necesidad de tener que admitir que la muerte es parte de la vida. Sobre unos y otros gravita el mismo interrogante, no exento de dramatismo: ¿Qué nos queda después de haber vivido? La inmanencia o la trascendencia son las dos posibles respuestas a esta pregunta, hay que elegir entre el más acá o el más allá, entre la nada o la infinitud, dos abismos sin fondo ambos estremecedores; pero no hay más alternativas posibles y es aquí donde los caminos de unos y de otros se separan

Hubo un tiempo en que la gente estaba preo cupados por el futuro, hoy no, hoy se vive con intensidad el presente, al más puro estilo del “Carpe diem”. Los hombres y mujeres de hoy quieren ser felices aquí abajo, siguiendo la consigna de Nietzsche. “Os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no deis crédito a los que os hablan de fe en esperanzas sobrenaturales”. El actual laicismo ha sabido traducir bien este mensaje nietzschiano en un slogan publicitario que colgado de los autobuses ha deambulando por acá y por allá haciéndose visible en plazas y calles de nuestras ciudades y que reza así: “PROBABLEMENTE DIOS NO EXISTE. DEJA DE PREOCUPARTE Y DISFRUTA DE LA VIDA”. Se trata de una llamada dirigida a las personas. Se nos invita a comer de todos los frutos prohibidos de un huerto que ya no tiene dueño. La estrategia laicista se pone así de de manifiesto; no se pretende ya sólo expulsar a Dios de la sociedad y del estado, también de las familias y de las conciencias.

¿Por qué así? Sencillamente porque Dios es considerado el enemigo de la vida y de todo lo humano; se piensa que mientras Él esté presente, los hombres no podrán nunca ser felices y libres. La afirmación del hombre conlleva la negación de Dios, en consecuencia para poder disfrutar de la vida, previamente hemos de liberarnos de unos mandatos y preceptos divinos opresivos que la religión se ha encargado de imponer a las conciencias. La última razón en la que el laicismo se fundamenta para combatir a la moral religiosa, es la de que mata los anhelos de las aspiraciones humanas; pero habría que preguntarse; una vez removido Dios del horizonte moral ¿ qué queda ya? no más que el vacío, así lo reconocen los mismos ateos.

Se comenzó pensando que una humanidad huérfana de Dios ensalzaría al hombre, le haría dueño de su propio destino; pero la experiencia nos ha ido demostrando que una humanidad sin Dios ni es más grande, ni es más libre, ni es más feliz. Del desencanto hemos ido pasando a la indignación, de la indignación a la resignación después de haber constatado que el estado del bienestar es frágil y huidizo como la propia vida y es aquí donde ahora nos encontramos.

¿Cómo habrá de ser el humanismo para siglo XXI? A nivel mundial se perciben signos que apuntan en la dirección de una religiosidad renovada capaz de devolver a los hombres y mujeres esa esperanza abierta a la trascendencia que tanto necesita. Presiento que el cristianismo volverá ser en Occidente lo que nunca debió de dejar de ser. Creo sinceramente que el hombre moderno tarde o temprano volverá sus ojos al humanismo de la esperanza, porque es en él donde podrá encontrar la razón última para seguir viviendo. Sólo Dios puede ser la última respuesta de un mundo desesperanzado como el nuestro que se está quedando sin horizonte.

Monday, July 16, 2012

la particula de Dios

La partícula de Dios
La partícula sub atómica ´bosón de Higgs´, ¿es un intento de negar la existencia de Dios?
Autor: Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz | Fuente: es.gaudiumpress.org

Un amigo periodista, sabiendo que además de sacerdote, soy químico de profesión, me entrevistó en radio y me preguntó que si la expresión "partícula de Dios" , referida a una partícula sub atómica, más adecuadamente llamada "bosón de Higgs", no era un intento de negar la existencia de Dios y le comenté que no era así, pues incluso, quien acuñó el término de "partícula de Dios", para una novela de divulgación científica, el Premio Nobel de Física (1988), Leon Lederman, había señalado que demostrar la existencia del "bosón de Higgs" ayudaría a comprender mejor "cómo Dios hizo el universo".

La intención de los científicos europeos que dieron a conocer en Ginebra que habían comprobado la existencia de "la partícula de Dios", contando con la presencia del Doctor George Higgs, quien en los años sesenta propuso la existencia del "bosón", no es negar la existencia de Dios o distorsionar la imagen que de Él tenemos los creyentes.

Ciertamente la utilización del término "partícula de Dios", con el que también es conocido el "bosón de Higgs", a más de alguno le podría hacer pensar que Dios es materia y tiene partículas y por lo mismo es "medible" y "manipulable"; a otros les podrí a hacer suponer una especie de un "panteísmo", donde el conjunto del todo "hace a Dios" e incluso algunos podrían llegar a afirmar que "Dios no existe".

Contrario a esas posturas, la comprobación de la existencia de esta partícula señala como la ciencia y la fe, no están en contraposición, sino que se complementan, pues tienen como objeto común la verdad, a la cual se acercan de diversos modos. La ciencia a través de las causas segundas y la religión a través de la causa primera que es Dios. La ciencia pretende saber "el cómo", la religión nos dice "Quien".

Dios es el creador de todo cuanto existe, visible e invisible y se distingue de su creatura. Es Espíritu y por lo mismo es inmensurable, es decir no medible. Sin embargo esto no significa que no podamos reconocer su existencia a través de la razón y de la ciencia, las cuales nos proporcionan algunos datos sobre Dios. Él mismo, se autorevela veladamente en el Antiguo Testamento y plenamente lo hace en la persona de Cristo. Como un acto libérrimo de amor, se limita y toma nuestra condición humana, sin dejar de ser Dios, para redimirnos, para que lo conozcamos mejor, experimentemos su amor y sepamos que estamos llamados a la Vida Eterna; datos que conocemos porque el mismo Dios nos lo reveló por su amado Hijo, Jesucristo.


El mundo en un orden maravilloso

El orden maravilloso que encontramos en el mundo de las partículas subatómicas, así como la belleza macrocósmica de las imágenes de las constelaciones en los límites del Universo captadas por el Telescopio Espacial "Hubble" y dadas a conocer en el 2009, nos hablan no sólo de un orden y una perfecta armonía, contarios al caos o al azar, sino de una mente creadora, que para los católicos es mucho más que "una mente " o "una energía", pues es persona y es nuestro Padre que se revela en la naturaleza y en cada ser humano, pues Dios mismo asume nuestra condición humana en su Hijo Jesucristo. Por lo mismo, este hallazgo científico como creyentes nos alegra, pues habla de la capacidad del hombre de escudriñar el mundo material, para conocer sus secretos y a través de ellos tener mayor número de evidencias la existencia de Dios.

El 4 de julio del 2012 para los físicos del mundo será recordado como el día en que pudieron comprobar hipótesis sobre las "partículas subatómicas" y que su visión de la "materialidad" del mundo era correcta, pues encontraron el "eslabón perdido" que le da sustento a las hipótesis que desde la segunda mitad del siglo pasado habían propuesto para explicar la manera en que las partículas subatómicas interactúan, se mantienen unidas para dar consistencia a la materia y se comportan de la manera en que lo hacen.

En 1972, junto con algunos amigos de la Preparatoria 8 de la UNAM en la que estudié, presentamos en una exposición universitaria, la figura tridimensional de un "Orbital D"; dato científico que en ese entonces era una novedad, pues después de los descubrimientos que dieron pie a la utilización de la energía atómica aún faltaba mucho por conocer sobre la constitución subatómica de la materia y su comportamiento, por lo que contaba con diversas hipótesis, como la que ahora se ha comprobado.

En general, desde la secundaria y en la preparatoria también, a todos, se nos habla de los elementos de la Tabla Periódica, de los átomos, de los protones, neutrones y electrones y quizá, cuando se estudia el proceso de vida de las plantas, se menciona a los fotones. En estudios más especializado s sobre el mundo de las partículas subatómicas se habla de los "quarks" y "leptones" que son de seis variedades cada uno. Los "leptones" aparecen de manera individual y los "quarks" en pares, los cuales están unidos por "gluones". Recordemos que estos nombres se fueron dando a las partículas según se iban "suponiendo" y descubriendo.

Para explicar algunos "comportamientos de estas partículas", el científico Inglés George Higgs propuso la existencia de una partícula más a la que llamó "bosón", por lo que desde 1964, esta partícula hipotética fue llamada "bosón de Higgs". Años después, en una novela de divulgación científica, esta partícula fue denominada por Leon Lederman como "la partícula de Dios", sin ninguna connotación de tipo religioso, sino solamente analógico, con la idea de que se sabía que existí ;a, pero que nadie la había visto.
 

Thursday, July 12, 2012

el sacerdote no debe modificar oraciones en misa

El Cardenal estadounidense Raymond Burke, Presidente de la Corte Suprema del Vaticano, explicó que los sacerdotes no deben cambiar las oraciones de la Misa dado que ellos no son los protagonistas de la liturgia, sino que lo es el mismo Jesucristo.
En entrevista concedida a ACI Prensa, el Presidente del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica en el Vaticano explicó que el sacerdote no debe modificar o añadir palabras a las oraciones de la Misa considerando que todo presbítero es "un servidor del rito" y "no el protagonista ya que lo es Cristo".
"Entonces es totalmente equivocado que un sacerdote piense ‘¿cómo puedo hacer esto más interesante?’ o ‘¿cómo lo puedo hacer mejor’?"
El Cardenal, que es uno de los colaboradores más cercanos al Papa Benedicto XVI, recordó que el Código de Derecho Canónico señala que el sacerdote debe "con precisión y devotamente observar lo escrito en los libros litúrgicos y así tener cuidado para no agregar otras ceremonias u oraciones de acuerdo a su propio juicio".
"¿Qué tipo de pensamiento tiene alguien que puede pesar que puede mejorar la liturgia que ha estado en la Iglesia por siglos? Pensar eso es absurdo", precisó el Purpurado.
El Purpurado explicó luego que el Código de 1917, modificado por el de 1983, establece que un sacerdote en pecado mortal no debe celebrar Misa "sin antes no acceder a la confesión sacramental" o lo más pronto posible "en el caso de no contar con un confesor", cuando la Misa sea "muy necesaria" y haya hecho un acto de contrición perfecto.
"Me parece que ese canon de 1917 fue eliminado pero creo que debe reintroducirse, porque la idea de dignidad está bien de manera preeminente para un sacerdote que está ofreciendo el sacrificio", dijo.
El Cardenal de 64 años de edad también dijo a ACI Prensa que es necesaria una reforma de la sagrada liturgia, siguiendo lo establecido por el Papa Benedicto XVI y "enraizada en las enseñanzas del Concilio Ecuménico Vaticano II" así como "adecuadamente conectada con la tradición".
En su opinión, esto significa evitar diversas innovaciones como los "servicios de la comunión" liderados por laicos o religiosos cuando existe una parroquia sin sacerdote para presidir la Eucaristía dominical.
"No es bueno para la gente participar repetidamente en estos tipos de servicios los domingos porque pierden el sentido del Santísimo Sacramento", precisó.
El exceso de este tipo de servicios, añadió, puede ser también algo que desaliente las ordenaciones sacerdotales porque con estos servicios un joven con vocación al sacerdocio "ya no ve ante sus ojos la identidad de la vocación a la que está llamado".
En la entrevista con ACI Prensa, el Presidente de la Signatura Apostólica se refirió también a "la duda" en la aplicación de penas canónicas en las décadas recientes y a los "abusos y violaciones de la ley eclesial" que se dan en el ámbito litúrgico.
Tales sanciones, dijo el Cardenal Burke, son "primeramente medicinales" y buscan "llamar la atención de la persona sobre la gravedad de lo que está haciendo para que no lo haga más".
"Las sanciones son necesarias", agregó.
"Si en 20 siglos de la vida de la Iglesia se necesitaron sanciones, ¿por qué en nuestro siglo de repente debemos pensar que no son necesarias? Eso también es absurdo", concluyó.

Friday, July 06, 2012

comunion espiritual

Con el nombre de Comunión Espiritual se entiende el piadoso deseo de recibir la Sagrada Eucaristía, cuando no se la puede recibir sacramentalmente.
"De dos maneras -advierte Santo Tomás- se puede recibir espiritualmente a Cristo. Una en su estado natural, y de esta manera la reciben espiritualmente los ángeles, en cuanto unidos a Él por la fruición de la caridad perfecta y de la clara visión, y no con la fe, co mo nosotros estamos unidos aquí (en la Tierra) a Él. Este pan lo esperamos recibir, también en la gloria. Otra manera de recibirlo espiritualmente es en cuanto contenido bajo las especies sacramentales, creyendo en Él y deseando recibirlo sacramentalmente. Y esto no solamente es comer espiritualmente a Cristo, sino también recibir espiritualmente el sacramento" (III, 80, 2).
De las palabras finales del Doctor Angélico, se deduce que la Comunión Espiritual nos trae, de cierto modo, el fruto espiritual de la propia Eucaristía recibida sacramentalmente, aunque no sea ex opere operato, sino únicamente ex opere operantis.

Excelencia
Por la noción que acabamos de dar, se puede vislumbrar la gran excelencia de la Comunión Espiritual. Fue recomendada vivamente por el Concilio de Trento (D 881), y ha sido practicada por todos los santos, con gran provecho espiritual.
Sin duda, constituye una fuente ubérrima de gracias para quien la practique fervorosa y frecuentemente. Más aún: puede ocurrir que con una Comunión Espiritual muy fervorosa se reciban mayor cantidad de gracias que con una Comunión Sacramental recibida con poca devoción. Con la ventaja de que la Comunión Sacramental no puede recibirse más que una sola vez por día, y la Espiritual puede repetirse muchas veces.

Modo de hacerla
No se prescribe ninguna fórmula determinada, ni es necesario recitar ninguna oración vocal. Basta un acto interior por el cual se desee recibir la Eucaristía. Es conveniente, sin embargo, que abarque tres actos distintos, aunque sea brevísimamente:
a) Un acto de Fe, por el cual renovamos nuestra firme convicción de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Es excelente preparación para comulgar espiritual o sacramental mente;
b) Un acto de deseo de recibir sacramentalmente a Cristo y de unirse íntimamente con Él. En este deseo consiste formalmente la Comunión Espiritual;
c) Una petición fervorosa, pidiendo al Señor que nos conceda espiritualmente los mismos frutos y gracias que nos otorgaría e l a Eucaristía realmente recibida.

Advertencias
1) La Comunión Espiritual, como ya dijimos, puede repetirse muchas veces al día. Puede hacerse en la iglesia o fuera de ella, a cualquier hora del día o de la noche, antes o después de las comidas.
2) Todos los que no comulgan sacramentalmente deberían hacerlo al menos espiritualmente, al oír la Santa Misa. El momento más oportuno es, naturalmente, aquel en que comulga el sacerdote.
3) Los que están en pecado mortal deben hacer un acto previo de contrición, si quieren recibir el fruto de la Comunión Espiritual. De lo contrario, para nada les aprovecharía, y sería hasta una irreverencia, aunque no un sacrilegio.

Wednesday, July 04, 2012

arzobispo de los Angeles sobre libertad religiosa

El Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. José Gómez, señaló que las acciones propuestas por la Administración de Barack Obama muestran que la amenaza contra la libertad religiosa es real en el país y no una exageración como algunos medios o personas en el Gobierno quieren hacer creer.
En su última columna publicada en ACI Prensa, el Prelado se refirió al mandato que obligará en el 2013 a las entidades católicas a adquirir seguros de salud que provean la anticoncepción y el aborto. Dijo que este texto atenta contra la libertad religiosa porque amenaza "nuestra capacidad como cristianos individuales para vivir de la manera que Jesús quiere que vivamos" y la capacidad de la Iglesia para llevar adelante su misión.
En ese sentido, dijo que la iniciativa de los obispos "Fortnight for freedom" (Quincena por la Libertad)", debe ser una ocasión para que los estadounidenses renueven su "dedicación a las libertades fundamentales que ha hecho los Estados Unidos tan excepcional. Si no lo hacemos, arriesgamos olvidar las lecciones de la historia y arriesgamos olvidar por qué esas libertades son tan importantes".
"Como cristianos, también tenemos el deber de amar la libertad y defender la libertad que amamos. La historia de la Iglesia nos enseña que tenemos que luchar por esas libertades; ellas nunca han sido dadas a los cristianos gratuitamente", añadió.
Por ello, dijo que la mayor amenaza es "la propia indiferencia, o nuestro sentimiento de que esta lucha realmente no nos afecta personalmente". Mons. Gómez advirtió que la libertad religiosa no es un concepto abstracto, sino que tiene mucho que ver con la vida diaria.
"Es verdad que hoy somos libres de ir a la iglesia, de leer nuestras Biblias, de orar en nuestras casas, de leer publicaciones religiosas y de encontrar programación religiosa en la televisión y el Internet. Pero la libertad religiosa significa más que eso, porque ser cristiano significa más que eso", afirmó.
En ese sentido, destacó que "Fortnight for freedom" –que culmina el 4 de julio-, coincida con el recuerdo de importantes santos que murieron defendiendo la libertad religiosa.
"La quincena comenzó en la Vigilia de la Fiesta de San Juan Fisher y Santo Tomás Moro", que fueron ejecutados por no doblegarse "a las presiones políticas del rey Enrique VIII, quien demandaba que ellos aceptaran su ‘supremacía’ sobre la Iglesia y que ellos negaran las enseñanzas de la Iglesia sobre la santidad del matrimonio".
También se recordó a San Juan Bautista, "ejecutado por un rey tirano por defender la ley de Dios sobre el matrimonio". Además se recordó "a los primeros mártires de la Iglesia de Roma" y a San Pedro y San Pablo, "los más grandes de esos primeros mártires".
"Todos esos valientes hombres y mujeres sufrieron la muerte por defender las libertades que a menudo nosotros damos por supuestas. Todos ellos usaron su libertad en Cristo para transformar sus sociedades. Desde dentro. Por la fuerza de su amor y su ejemplo. Cada uno de nosotros estamos llamados a la misma misión en nuestra sociedad", afirmó.
Por ello, invitó a los estadounidenses a pedir la intercesión de esos mártires y para que "Nuestra Señora de Los Ángeles que nos dé el valor para defender la libertad de la Iglesia y nuestra libertad de conciencia".
La columna completa de Mons. Gómez está en http://www.aciprensa.com/josegomez/?p=73

testimonio de un sacerdote

Joseph Freedy: el quarterback que llegó a ser sacerdote
Juan Antonio Ruiz | Editor de Buenas-Noticias.org



Multitudes con la mirada fija en él y aclamándolo como su héroe. Ese era el pasado de Joseph Freedy cuando era el quarterback en el equipo de fútbol americano de la Universidad de Buffalo. Tenía talento y él lo sabía. Y sin embargo ese «ruido del mundo», como él lo llamaba, no llenaba su corazón. ¿Y cómo es que hoy tiene una sonrisa que le dibuja el rostro? ¿Qué pasó? Todo empezó con la lectura de un libro… Pero vale la pena volver un poco la mirada para entender su camino.


Nacido en una familia católica en el oeste de Pensylvania (EEUU), Joseph creció en un ambiente de fe, uno en el que «los sacerdotes no eran personas a las que no sólo veías en Misa, sino que te los encontrabas en casa con tus padres», como dice él mismo. Ver a esos hombres vestidos de negro siempre le impresionaba e incluso los sentía como familiares que de vez en cuando venían a hacer una visita.


Pero esa religiosidad poco a poco empezó a desaparecer cuando el fútbol americano entró en su vida: «En mi región, el fútbol se toma muy en serio, por lo que jugar no era algo ordinario. Yo me lo tomé tan a pecho que construí toda mi vida alrededor del fútbol; de hecho, lo usé como un medio para llenar un vacío interior que se había creado por una inseguridad personal en esos años. No sé de dónde vino exactamente, porque tenía una familia genial, pero desde el High School e incluso durante la universidad quería, e incluso necesitaba, ser el joven que yo pensé que todos querían que fuese».


Dejó su fe aparcada y el ambiente lo engulló, especialmente el de las famosas fiestas universitarias. Pero una buena novia que tuvo durante esos años y la misma seriedad con que afrontó su carrera deportiva le hicieron medir sus salidas y excesos. De hecho, en 1999 se convirtió en el quarterback titular de la Universidad de Buffalo.


El camino para Joseph parecía claro y fijo en su vida. Pero el tema de su fe aún le martilleaba un poco la conciencia, si bien le daba siempre largas. Por eso, fue Dios mismo quien le salió al paso.


Sucedió en unas vacaciones de Navidad, cuando fue a visitar a su familia. Una mañana que estaba algo ocioso, empezó a curiosear por la casa. Al llegar a una mesa, encontró la Biblia que su padre leía antes de salir todos los días al trabajo. Junto a ella, otro libro le atrajo la atención: La Cena del Cordero de Scott Hahn. Lo tomó y empezó a leer…


«El párrafo inicial me llamó la atención, pues describía mi propia vida. Básicamente decía que nada es más familiar a los católicos que la misa y, sin embargo, casi nadie sabía lo que realmente significaba. Eso era lo que me pasaba. […] Eso me picó la curiosidad y seguí leyendo. Lo que encontré ahí me transformó».


Como si de un nuevo San Agustín se tratar, la lectura del libro le trajo paz a su alma. Le hizo darse cuenta de una realidad que desde hacía tiempo Dios le regalaba: sólo en la Misa encontraría la auténtica felicidad que tanto anhelaba su corazón.


Tras esta nueva conversión, Joseph quiso compartir su experiencia en la universidad. Lo intentó en todos lados, incluyendo grupos protestantes como Fellowship of Christian Athletes. Traía la fuerza del enamorado a flor de piel y lo hacía notar. Y de repente en el corazón de Joseph empezó a aflorar una voz que lo desconcertaba y que quería, por todos los medios, callar: sentía que Dios le llamaba a ser sacerdote.


«Me iba a la capilla para pedirle al Señor qué quería de mí. Me pasaba mucho tiempo ahí, luchando contra Dios acerca de aquello que Él tenía pensado para mí. Porque sentía una contradicción: por un lado, nunca había sido tan feliz como ahora; pero por otro, no quería abandonar mis planes de vida para ser sacerdote».


Por fin, se decidió hablar con un guía vocacional, que le animó a darle a Dios la oportunidad de mostrarle qué camino había pensado para él. No sin esfuerzo, pero confiando en la acción de Dios, decidió ir al seminario.


Hoy, Joseph es sacerdote –se ordenó el 21 de junio del 2008– y al ver la historia de su vocación no puede sino agradecer infinitamente a Dios por todo lo que le ha dado. El derrotero de su formación le han llevado a lugares como el Pontificio Colegio Americano de Roma, en donde pudo presenciar el funeral de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI, para terminar en la diócesis de Pittsburgh, en donde actualmente funge como director de la pastoral vocacional diocesana.


«Saber que mis manos han sido ungidas para traer el Cuerpo y la Sangre de Cristo al mundo y para perdonar los pecados es una bendición indescriptible. ¡El don del sacerdocio es abrumador! Fui ordenado hace ya casi cuatro años y puedo decir que nunca he sido infeliz como sacerdote». Y esta experiencia es, sin duda, el mejor touchdown que el P. Joseph pueda anotar en su vida.

Beato Juan Pablo II un gran comunicador

En el contexto de la beatificación de Juan Pablo II, del 1 de mayo de 2011, el presidente del sindicato de los periodistas romanos, Romano Bartolini, pidió a Benedicto XVI que el nuevo beato fuera declarado patrón de los comunicadores. Por las mismas fechas, aunque en otro contexto, un grupo en Facebook expresaba el mismo deseo. No se trataba de un colectivo cualquiera en esa red social sino del constituido a raíz del inédito «Vatican Meeting Blog» organizado por esas mismas fechas por el Pontificio Consejo para la Cultura y para las Comunicaciones Sociales (cf. A. Spadaro, «Il “Vatican bloggers meeting”», La Civiltà Cattolica II (2011), 492-500; G. Ravasi, «Tra Chiesa e bloggers un riuscito vis-a-vis», L`Osservatore Romano, edición en lengua italiana, 22 de mayo de 2011).


Independientemente de una eventual o no declaración como «patrón de los comunicadores», las dos manifestaciones referidas evidenciaban el reconocimiento de un rasgo característico de ese pontífice: a Juan Pablo II como «comunicador».


Podría decirse que, en cuanto comunicador, el pontificado de Juan Pablo fue siempre en dos líneas paralelas pero complementarias: el de la de la teoría y el de la práctica.


Comunicador teórico


Conceptos hoy ampliamente citados en ambientes relacionados con la comunicación social en la Iglesia fueron originalmente acuñados por Juan Pablo II. Piénsese en el de «nuevos areópagos» referido en la carta encíclica Redemptoris Missio de 1991 (por ejemplo en el número 37 donde se habla de los medios como «primer areópago de nuestra época») o en las aplicaciones pastorales específicas del uso de los medios de comunicación recogidas en otros documentos más definidos.


Uno de esos documentos, de los últimos en la vida del Papa, abordó precisamente el tema del ágil desarrollo de las tecnologías en el campo de los medios de comunicación. Se trata de la Carta apostólica «El rápido desarrollo de los medios de comunicación social», del 24 de enero de 2005, dirigida a los responsables de las comunicaciones sociales. Tres meses después fallecería Juan Pablo II. La carta fue uno de los documentos pontificios de envergadura en esa área tan específica del quehacer y la reflexión magisterial de la Iglesia. El mensaje-tarea de la carta fue el siguiente:


«La Iglesia, de hecho, no está llamada solamente a usar los medios de comunicación para difundir el Evangelio sino, sobre todo hoy más que nunca, a integrar el mensaje de salvación en la “nueva cultura” que estos poderosos medios crean y amplifican. La Iglesia advierte que el uso de las técnicas y tecnologías de comunicación contemporáneas forman parte de su propia misión en el tercer milenio» (cf. n. 2)


Y más adelante queda diáfanamente referido el vínculo fe-mass media:


«En los medios de comunicación la Iglesia encuentra un excelente apoyo para difundir el Evangelio y los valores religiosos, para promover el diálogo y la cooperación ecuménica e interreligiosa, así como para defender los sólidos principios que son indispensables en la construcción de una sociedad respetuosa con la dignidad de la persona humana y del bien común. La Iglesia los utiliza también para difundir informaciones sobre ella misma y para ampliar los confines de la evangelización, de la catequesis y de la formación, considerando su uso como una respuesta al mandato del Señor: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Mt 16, 15)» (cf. n. 7)


Ciertamente no fue el único documento teórico donde el pensamiento del Papa quedó recogido. Juan Pablo II abordó temáticamente no pocas ámbitos de la «massmediología» y su relación con otras áreas del quehacer y de la vida humana y eclesial en los mensajes anuales para las Jornadas Mundiales para las Comunicaciones Sociales (JMCS en adelante). A finales del mes de abril de 2011 se presentó en Roma un volumen que recoge los 27 mensajes que Juan Pablo II ofreció con ocasión de las JMCS. El libro se titula «Giornalisti abbiate coraggio. I messaggi di Giovanni Paolo II al mondo della comunicazione», Federazione Nazionale della Stampa Italiana y Asr (ed.). Los repasamos de modo sumario:


1979

Las comunicaciones sociales por la tutela y promoción de la infancia en la familia y la sociedad (XIII JMCS)


1980

Papel de las comunicaciones sociales e incumbencias de la familia (XIV JMCS)


1981

Las comunicaciones sociales al servicio de la libertad responsable del hombre (XV JMCS)


1982

Senectud y medios de comunicación (XVI JMCS)


1983

La promoción de la paz (XVII JMCS)


1984

Las comunicaciones sociales, instrumento de encuentro entre fe y cultura (XVIII JMCS)


1985

Las comunicaciones sociales para una promoción de la juventud (XIX JMCS)


1986

La contribución que las comunicaciones sociales pueden dar a la formación cristiana de la opinión pública (XX JMCS)


1987

Las comunicaciones sociales al servicio de la justicia y de la paz (XXI JMCS)


1988

«Comunicar» se convierte en «fraternizar», «comunicar significa «solidaridad» humana (XXII JMCS)


1989

La religión en los medios de comunicación (XXIII JMCS)


1990

La nueva cultura informática (XXIV JMCS)


1991

Vuelta al mensaje central de la Communio et Progressio (XXV JMCS)


1992

¿Qué se celebra en las JMCS? (XXVI JMCS)


1993

Visión del mundo moderno que la instrucción pastoral Aetatis Novae presenta y sobre las implicaciones prácticas de las situaciones que describe (XXVII JMCS)


1994

La televisión (XXVIII JMCS)


1995

El cine, transmisor de culturas y valores (XXIX JMCS)


1996

Los medios de comunicación social: un ambito moderno para la promoción de la mujer en la sociedad (XXX JMCS)


1997

Comunicar a Jesús: el camino, la verdad y la vida (XXXI JMCS)


1998

Animados por el Espíritu Santo comuniquemos la esperanza (XXXII JMCS)


1999

Los mass media, presencia amiga para quien busca al Padre (XXXIII JMCS)


2000

Anunciar a Cristo en los medios de comunicación social al alba del tercer milenio (XXXIV JMCS)


2001

Proclamar desde los terrados: el Evangelio en la era de la comunicación global (XXXV JMCS)


2002

Internet, un nuevo foro para la proclamación del Evangelio (XXXVI JMCS)


2003

Los medios de comunicación social al servicio de la auténtica paz a la luz de la «Pacem in terris» (XXXVII JMCS)


2004

Los medios en la familia: un riesgo y una riqueza (XXXVIII JMCS)


2005

Los medios de comunicación al servicio del entendimiento entre los pueblos (XXXIX JMCS)


Fue durante el pontificado de Juan Pablo II que uno de las dependencias de la Santa Sede, precisamente la dedicada a la comunicación social, pasó de «Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales» a «Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales». De esta forma la Iglesia pasaba a contar con un dicasterio específicamente reconocido y dedicado a «las cuestiones relacionadas con los instrumentos de comunicación social, para que, también por medio de ellos el mensaje de la salvación y el progreso humano puedan servir al incremento de la civilización y las costumbres» (Constitución Apostólica «Pastor Bonus», n. 169.)


En cuanto órgano al servicio de la misión del Papa, no son pocos los argumentos que este dicasterio en particular ha tocado en el ámbito de la comunicación, concretamente durante el pontificado de Juan Pablo II. En 1989, «Pornografía y violencia en los medios de comunicación: una respuesta pastoral» (7 de mayo) y «Criterios de colaboración ecuménica e interreligiosa en el campo de las comunicaciones» (4 de octubre); en 1992, la «Instrucción Pastoral Aetatis Novae, sobre las comunicaciones sociales, en el XX aniversario de la Communio et Progressio» (22 de febrero); en 1997, «Ética en la publicidad» (22 de febrero); en 2000, «Ética en las comunicaciones sociales» (2 de junio); en 2002 «Ética en internet» y «La Iglesia en Internet», ambas del 28 de febrero. El último documento, «La Iglesia en internet», tiene sus precedentes inmediatos en los mensajes de Juan Pablo II para las JMCS de 1989 («La religión en los medios de comunicación»), 1990 («La nueva cultura informática»), 2001 («Proclamar desde los terrados: el Evangelio en la era de la comunicación global»), y 2002 («Internet, un nuevo foro para la proclamación del Evangelio»), por lo que bien se pueden considerar sus fuentes inspiradoras y ulterior desarrollo más acabado.


Con su trabajo como Consejo Pontificio y el apoyo decidido que el Vicario de Cristo les dio contribuyó al incremento del magisterio de la Iglesia en temáticas tan diversas de la comunicación. Juan Pablo II tocó por vez primera el tema de internet en el Mensaje para la XXXVI JMCS de 2002, «Internet, un nuevo foro para la proclamación del Evangelio».


Comunicador práctico


Aunque fue rica y amplia la parte «teórica», no fue exclusiva. Juan Pablo II no sólo habló de internet sino que incluso lo usó: era el 22 de noviembre de 2001 cuando un Papa envió por vez primera un correo electrónico en la historia de la humanidad. El documento enviado fue el texto de la «Exhortación Apostólica postsinodal Ecclesiae in Oceania» y los destinatarios eran las iglesias locales de aquel continente. Fue también el Papa Wojtyla el que dio su «nihil obstat», su «sí», a la propuesta de sor Judith Zoebelein para lanzar, el 25 de diciembre de 1995, la primera web católica oficial del mundo, Vatican.va (antes, incluso, que la web del Estado italiano, cuando la world wide web apenas comenzaba a mundializarse). Juan Pablo II también grabó y lanzó en 1999 un cedé titulado «Abba Pater» que alcanzó el «hit parade» de la música internacional y que supuso un éxito en ventas. Por último, fue Juan Pablo II el que impulsó la fundación del Centro Televisivo Vaticano, en 1983.


Esos y tantos otros gestos fueron una constante en sus 26 años de pontificado. De suyo, su ministerio como sucesor del apóstol San Pedro comenzó con una cercanía tácita hacia los informadores. A los pocos días de su elección, Juan Pablo II quiso reunirse y expresar su gratitud a los periodistas y operadores audiovisuales que habían cubierto el cónclave y el inicio de su pontificado. Se inauguraba así una nueva forma de vínculo entre el obispo de Roma y el mundo de los medios de comunicación, una relación posteriormente reforzada por las entrevistas que el mismo Papa concedía a los periodistas que le acompañaban en sus viajes apostólicos y de visitas de Estado a los diferentes lugares del planeta y que actualmente, con Benedicto XVI, siguen siendo una constante. Sobre este punto es relevante el libro publicado por la Librería Editorial Vaticana «Compagni di viaggio. Interviste al volo con Giovanni Paolo II» (2011), una recopilación de la periodista Angela Ambrogetti con todas las entrevistas concedidas por Juan Pablo II durante los vuelos en sus viajes apostólicos. En el libro se aprecia esa creciente relación cordial continuamente fortalecida entre los comunicadores y el Papa.


Su copiosa producción literaria no quedó circunscrita al papel específico que como Vicario de Cristo le competía. Como comunicador de ideas escribió y publicó cinco libros de carácter más bien personal: en octubre de 1994, «Cruzando el umbral de la esperanza»; en noviembre de 1996, «Don y misterio: en el quincuagésimo aniversario de mi ordenación sacerdotal»; en marzo de 2003, «Tríptico romano-Meditaciones», un libro de poesías; en mayo de 2004, «¡Levantaos, Vamos»; y, en febrero de 2005, «Memoria e identidad», su última obra.


Es precisamente en «Don y misterio» donde Juan Pablo II habla de Karol Wojtyla. Se sabe que en el año académico 1938-1939, ya como estudiante en la universidad Jagellonica, de Cracovia, se asocia al círculo teatral «Estudio 38». En noviembre de 1941 participaría en su primera representación teatral: Król Duch («Espíritu Real»), de Juliusz Słowacki. Dos años más tarde, en marzo de 1943, interpretará al protagonista en una obra del mismo autor. Esa sería también su última aparición en escena pues poco después ingresaría al seminario.


Aquellos dotes de actor formados por el gusto y la natural inclinación se prolongaron como capacidad empática-comunicativa entre un Papa y millones de seres humanos que entraron fácilmente en sintonía con él, no sólo católicos. No actuaba sino que sabía comunicar un mensaje y, en la mayoría de las ocasiones, más bien con los gestos que con las letras. Los encuentros ya con niños, ya con jóvenes, ya con familia, enfermos, ancianos o presos eran lecciones de comunicación práctica.


Puede resultar anecdótico pero el hecho de que se haya llamado «Juan» «Pablo» hace pensar también en dos de los primeros apóstoles: san Juan y san Pablo. El primero contemplaba y a su contemplación debemos los versículos más elevados acerca de Dios como amor. Su modo de evangelización fue la palabra escrita, teorizada, por así decir.


Para san Pablo la palabra, además de escrita, estaba especialmente convertida en testimonio y predicación, como sucedió con el primer pontífice polaco. Una y otra dimensión estuvieron en equilibrio y diálogo y son esos dos matices los que nos permiten visualizar en la figura del último Papa Magno a la de un comunicador cuya principal aportación en el área de la comunicación fue su testimonio, signo creíble de fe y, como tal, comunicación convertida en evangelización que también nos interpela y recuerda aquella máxima paolina: «¡Ay de mí si no evangelizara!».
Padre Roberto Mena ST

Comunion con el sucesor de Pedro: el Papa

La verdadera comunión con el Papa
Los tres vínculos de unidad con el sucesor de Pedro

«La voz del Papa no es una voz como las demás». Lo dijo el arzobispo Antonio Filipazzi, Nuncio apostólico en Indonesia, durante la homilía que pronunció en la catedral de Jakarta por la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo.

Citando el Concilio Vaticano II, el Nuncio subrayó que «es muy importante que cada fiel y cada comunidad cristiana esté en plena comunión con el Papa».

«No se trata simplemente de un sentimiento de simpatía, de un interés intelectual p or lo que dice, o de actos solamente exteriores de entusiasmo para con él. Hay que estar ligados al Papa con vínculos objetivos, visibles, concretos, con esos vínculos que nos unen entre nosotros en la Iglesia».

Monseñor Filipazzi después indicó los tres vínculos de unidad con el sucesor de Pedro.


Sobre todo, la fe:

Por ello, la voz del Papa no es comparable con «las opiniones de los teólogos, ni siquiera con la de los obispos, sino que es un criterio determinante para evaluar las doctrinas que se enseñan y se predican en la Iglesia, y las opiniones y las teorías que se difunden en la sociedad... El Papa no necesita nuestros aplausos cuando habla, sino que es necesario que su enseñanza se convierta en el punto de referencia constante para nuestros pensamientos y nuestras acciones».


El segundo vínculo es el de la liturgia:

«Como a menudo nos ha recordado Benedicto XVI, nosotros debemos celebrar la liturgia no como algo que inventamos a placer, según nuestras ideas, siguiendo las modas o las teorías del momento, sino que debemos celebrarla como algo más grande que todos nosotros, en la que nosotros entramos y con la que plasmamos nuestra plegaria».

«Es necesario apelar con fuerza la fidelidad hacia las normas sobre la liturgia que ha dado la Iglesia: los obispos y los sacerdotes, ministros de la santa liturgia, no son sus padrones, no pueden cambiarla a placer, y los fieles no deben considerar que las celebraciones litúrgicas pueden ser objeto de sus gustos y deseos. La liturgia no pertenece a nadie y no puede ser manipulada por nadie».


El tercer y último vínculo es el de la disciplina:

A Pedro y a sus sucesores, así como a los obispos en comunión con el Papa, «fue confiada l a tarea no solo de enseñar y santificar, sino también la de gobernar al pueblo de Dios, dándole directirces y normas, que deben ser acogidas con respeto y obediencia».

«No se trata de decisiones arbitrarias de los que tienen el poder, sino que a través de ellas se nos manifiesta la divina voluntad... La mentalidad corriente ce a menudo en las leyes y en la autoridad un límite y un obstáculo para la libertad, en vez de una ayuda para vivir la libertad según la verdad y por el verdadero bien de todos. Incluso en las comunidades cristianas permanece la falsa convicción de que el derecho se opone a la pastoral, mientras, en cambio, las leyes también son por el bien de las almas, y existe el riesgo de que en nombre de la pastoral se comentan injusticias y abusos».

«La verdadera comunión con el Papa, pues, también pasa a través de la fiel obediencia a las normas y dir ectrices de la Sede Apostólica. Y no hay unión con el sucesor de Pedro si estas normas y directrices se ignoran, se rechazan o no se desarrollan», con el pretexto de la situación local o de la pertenencia a una cultura particular.

Por que hay problemas en la Iglesia?

Si comparamos la mentalidad de los autores bíblicos con la manera de pensar que tiene mucha gente en nuestros días, no podemos dejar de sorprendernos. Sabemos que a mucha gente no le gusta dar a conocer sus fracasos, porque tiene el pensamiento de que, o no se le comprende, o se le margina. Hay mucha gente que no cuenta sus experiencias desagradables, por temor a ser rechazada. En contraste con la mentalidad actual, los autores bíblicos no tenían reparo alguno a la hora de dar cuenta, no solo de los fracasos del Señor, sino de los suyos propios, porque tenían la creencia de que el sufrimiento constituye una vía de aprendizaje, lo cual contrasta bruscamente con la creencia de mucha gente de nuestro tiempo, que no percibe el padecimiento como algo útil, sino como una experiencia desagradable, que debe ser evitada, porque no le aporta beneficio alguno.

No es este el momento apropiado para argumentar sobre los beneficios del hecho de soportar estoicamente las contrariedades, pues no es conveniente que este trabajo sea demasiado largo, para no cansar a mis pacientes lectores, a quienes deseo decirles que los cristianos no queremos sufrir por sufrir, pero, si se da el caso en que hemos de hacerlo, pensamos que debemos afrontar y confrontar el dolor con valentía, dado que todas las experiencias vitales que tenemos, tienen el fin de aportarnos alguna enseñanza, que contribuye a fortalecer nuestras convicciones.


Frecuentemente recibo cartas de algunos de mis lectores, que se extrañan del hecho de que la Iglesia Católica tenga problemas. Tales hermanos de fe y amigos, se preguntan que, si Dios es perfecto, y según la fe que profesamos guía a su Iglesia, ¿cómo es posible que los católicos tengamos que tener dificultades?


Ciertamente, Jesucristo fundó la Iglesia Católica por mediación de sus Apóstoles, y el Espíritu Santo cuida de los cristianos, lo cual justifica el hecho de que la citada fundación no se haya extinguido, a lo largo de sus veinte siglos de historia, pero sucede que, tanto los religiosos como los laicos -o seglares- somos hombres, y tenemos libertad, tanto para acatar el cumplimiento de la voluntad de Dios, como para obviarla. De la misma forma que todos tenemos dificultades independientemente de que seamos cristianos porque la vida constituye una experiencia que no deja de aportarnos enseñanzas, a no ser que se dé el dramático caso de que nos estanquemos en una determinada situación, y nos neguemos a seguir superándonos, a los cristianos nos sucede exactamente lo mismo con respecto a nuestra vivencia de la fe que profesamos, pues, aunque el Espíritu Santo nos inspira para que cumplamos la voluntad divina, El no nos esclaviza, y nos deja que optemos por lo que queremos hacer, lo cual, en muchas ocasiones, es fuente de gran diversidad de problemas.


En la actualidad, nos planteamos cómo han de ser las relaciones entre Iglesia y Estado. Unos piensan que el clero debe tener poder político para poder cristianizar a la humanidad, y otros piensan que, cuanto más humildes seamos los hijos de la Iglesia, tendremos la oportunidad de realizar mejor, la obra que nos ha encomendado Nuestro Fundador. La Historia es testigo de que ni las persecuciones que han padecido los cristianos, han logrado que muchos de los tales hayan cesado de predicar el Evangelio y de hacer obras caritativas, en favor de quienes más les han necesitado. Los cristianos necesitamos adaptarnos a nuestro mundo actual, porque, si no conocemos las necesidades de la gente, ni la respuesta desde la fe a las mismas, no tardaremos muchas décadas en constatar que las iglesias albergan a menos gente, en las celebraciones sacramentales.


Nos es necesario crear un entorno social en que todos seamos respetados, independientemente de que seamos cristianos. No podemos exigir que se nos respete, si nos negamos a comprender a quienes no comparten nuestra ideología. No pensemos que quienes no comparten nuestras creencias no merecen ser respetados. Comprendamos las razones que mueven a la gente a pensar de diferente manera, pues ello, además de ayudarnos a crear el citado entorno en que todos seamos aceptados, nos permitirá conocer mejor la situación actual de la humanidad, y buscar la forma de conseguir que el Evangelio siga siendo actual para la gente de nuestro tiempo, y no un mensaje trasnochado e incomprensible.


La sociedad avanza imparablemente, y debemos aceptar este hecho, buscando la manera de actualizar el anuncio de la Palabra de Dios, adaptándonos a la utilización de los medios que tenemos para realizar nuestro propósito, sin modificar el contenido de las Sagradas Escrituras. El amor fraterno predicado por Jesús, fue aceptable en el siglo I, y sigue siendo aceptable en el siglo XXI, porque, tanto en el siglo I de nuestra era como en este tiempo, tenemos la necesidad de no vivir aislados.


Hay muchos millones de católicos en el mundo, pero no todos aceptan plenamente la doctrina predicada por la Iglesia. ¿Realizamos los esfuerzos adecuados para que nuestra fe sea conocida? ¿Deberíamos, -tanto los religiosos como los laicos-, hacer algo que no estamos haciendo, para que la Palabra de Dios no sea ignorada por muchos que se dicen creyentes? ¿Por qué la doctrina de la Iglesia ha dejado de atraer a muchos de nuestros hermanos de fe a la fundación de Cristo?


Hay un hecho que hace que mucha gente no participe de la vida de la Iglesia, el cual es los pecados cometidos por muchos religiosos y laicos. Los cristianos somos humanos, y, por causa de nuestra tendencia natural a equivocarnos, tenemos muchas posibilidades de hacer el mal voluntaria e involuntariamente, así pues, esta es la causa por la que nuestras imperfecciones no deberían atentar contra la fe que profesamos, pero en este mundo destacan más las malas acciones que las buenas obras.


Si en los medios de comunicación se denuncian nuestros pecados, evitemos sentirnos atacados, y encaremos las consecuencias de las acciones que llevamos a cabo con valentía.


Necesitamos celebrar una Liturgia que contenga el alto contenido espiritual al que quienes tenemos conocimientos bíblicos y litúrgicos estamos acostumbrados, que tenga la virtud de ser comprendida, hasta por quienes desconocen totalmente la Palabra de Dios. Necesitamos comprender el contenido de las celebraciones litúrgicas a que asistimos, y saber el significado de los gestos que realizamos, porque queremos tributarle culto a Dios, y no actuar mecánicamente porque eso es precisamente lo que muchos creyentes han hecho siempre, aunque no saben la razón de existir de ello, y quizás ni les interesa conocerla.


Pensemos en el siguiente problema que surgió en la Iglesia primitiva de Jerusalén, para recordar que siempre han existido dificultades en la fundación de Cristo.


"En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos" (HCH. 6, 1-5).


Una de las actividades características de la Iglesia, ha sido, desde su fundación, el cuidado de los menesterosos. Los judíos de origen griego, se quejaron de que sus viudas eran desatendidas en el reparto de alimentos. Por su parte, los Apóstoles, no querían descuidar la predicación del Evangelio ni su dedicación a la oración con tal de servir a los pobres, pero tampoco quisieron dejarlos sin ser atendidos adecuadamente, por lo cual eligieron a siete diáconos para que realizaran el citado trabajo, y también se dedicaran a la predicación.


En cierta forma, no olvidemos nunca que debemos estar contentos porque la Iglesia tiene problemas, porque las dificultades son vías que nos ayudan a ser santificados, si las resolvemos, adaptándonos al cumplimiento de la voluntad de un Dios tan increíblemente maravilloso, como para desear que vivamos en un mundo en que no exista la exclusión social.


San Pablo nos dice con respecto a la necesidad que tenemos los cristianos de tener problemas, si consideramos la utilidad que nos aporta la resolución de los mismos:


"Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados" (1 COR. 11, 19).


En la Iglesia siempre han existido problemas, y ello seguirá sucediendo, hasta que Cristo concluya la instauración de su Reino entre nosotros, y extinga todas las formas de maldad e ignorancia existentes desde que el hombre habita la tierra. De nada nos sirve perder el tiempo fantaseando y pensando que algún día no habrá problemas en la Iglesia, porque los seguirá habiendo, mientras que Jesús no concluya su obra redentora.


Debemos tener problemas porque aún no hemos alcanzado la plenitud de la madurez en la profesión de nuestra fe. Aún debemos vencer muchas discrepancias entre nosotros, y debemos trabajar más y mejor, sirviendo a los necesitados de dones espirituales y materiales, al mismo tiempo que debemos mejorar la calidad y aumentar la calidez, de nuestras relaciones, tanto con Dios, como con nuestros hermanos los hombres.


En el caso de que los cristianos actuales hubiéramos alcanzado una notable madurez espiritual, seguiríamos teniendo problemas, porque no cesaríamos de unir a la Iglesia a nuevos cristianos imperfectos, y, por consiguiente, expertos en crearse y crearnos dificultades. No debemos buscar la perfección por nuestros siempre escasos medios sin contar con la ayuda divina.


Si hubiéramos crecido notablemente espiritualmente, y les cerráramos las puertas de la Iglesia a nuevos cristianos creadores de problemas, seríamos un grave problema en la viña del Señor, al empeñarnos en vivir cómodamente, obstaculizando la expansión de la predicación del Evangelio en el mundo.


No debemos ignorar ni negar los problemas que tenemos como cristianos, pues Dios pone a nuestro alcance los medios que necesitamos, ora para resolverlos en conformidad con nuestras posibilidades, ora para sobrevivir con ellos durante mucho tiempo, si no está en nuestras manos la posibilidad de solventarlos adecuadamente.


Evitemos ser fuente de problemas, y seamos sinceros, intentando resolver, todos los que hayamos creado.


Si nos es posible, en conformidad con nuestras creencias, intentemos resolver los problemas que tenemos, a partir del momento en que los conocemos. No permitamos que los problemas se estanquen en nuestras comunidades indefinidamente.