Wednesday, January 27, 2016

El Papa Francisco nos invita a ser mediadores de la misericordia del Padre Dios












     



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Seamos mediadores de la misericordia del Padre, exhortó el Papa en su catequesis

El Papa Francisco exhortó en su catequesis a ser mediadores de misericordia - ANSA
27/01/2016 11:04
La misericordia no puede permanecer indiferente frente al sufrimiento de los oprimidos, dijo el Papa Francisco en su catequesis del miércoles 27 de enero durante la audiencia general en la Plaza de san Pedro. El pontífice reflexionó a partir del libro del Éxodo que narra la misericordia de Dios con el Pueblo de Israel, esclavo en Egipto:

“Queridos hermanos y hermanas: El relato del libro del Éxodo que hemos escuchado nos muestra como la misericordia de Dios ha estado siempre presente en toda la historia del Pueblo de Israel. Por esto, cuando su vida se vuelve dura por la esclavitud en Egipto, Dios no permanece indiferente ante a su sufrimiento. Lo salva del Faraón por medio de Moisés, a quien escoge como mediador de liberación. Lo saca de Egipto, lo conduce a través del Mar Rojo y del desierto, hacia la tierra prometida, hacia la libertad”.
En su catequesis impartida en italiano, el Papa Francisco especificó que con su misericordia, el Señor acompaña el camino de los Patriarcas, les dona hijos, a pesar de la condición de esterilidad, los conduce por los senderos de gracia y de reconciliación, como demuestra la historia de José y de sus hermanos(cfr Gen 37-50). “Pienso en tantos hermanos que están alejados en una familia, y que no se hablan..pero este año de la misericordia es buena una ocasión para reencontrarse, abrazarse y perdonarse, olvidar las cosas feas!”
En una realidad de sufrimientos que aflige a todas las épocas, y que nos hace sentirnos impotentes, tentados a endurecer el corazón y a pensar en otras cosas, Dios, dijo el Papa, "no es indiferente", sino que "escucha e interviene para salvar, suscitando hombres capaces de sentir el gemido del sufrimiento y de obrar en favor de los oprimidos":
“La misericordia de Dios no es indiferente al dolor del oprimido, al grito de quien sufre violencia, esclavitud, o es condenado a muerte. El sufrimiento es una triste realidad que aflige a toda época, también a la nuestra. Nos hace sentir impotentes y tentados a endurecer el corazón. Dios, en cambio, «no es indiferente», no abandona, sino que actúa y salva. El ejemplo de Israel nos consuela y aviva nuestra esperanza en la salvación de Dios. Él elige a Israel, lo educa como un padre a su hijo, y le propone una relación de amor particular que lo convierte en “pueblo de su propiedad”.
Y si nosotros somos hijos de Dios – agregó– "tenemos la posibilidad de tener esta herencia – aquella de la bondad y la misericordia ante los demás”. “También nosotros en este año de la misericordia podemos hacer este trabajo de ser mediadores de misericordia, con las obras de misericordia, para acercar, para dar alivio, para hacer la unidad. ¡Tantas cosas buenas se pueden hacer!"
"También a nosotros  - concluyó diciendo el Papa en español - nos ofrece las maravillas de su misericordia, que llega a su pleno cumplimiento en Jesucristo, que con su Sacrificio Pascual inaugura la “Alianza nueva y eterna”, nos obtiene el perdón de nuestros pecados y nos convierte definitivamente en hijos de Dios. Que el Señor Jesús nos conceda experimentar siempre en nuestra vida el amor y la misericordia de Dios, nuestro Padre. Muchas gracias".

Wednesday, January 20, 2016

Vivir las obras de Misericordia nos pide el Papa Francisco

Todos los cristianos,  - católicos, ortodoxos y protestantes -, tenemos una misión común: aquella de transmitir la misericordia recibida a los demás, a partir de los más pobres y abandonados.
Así lo expresó el Sucesor de Pedro en su catequesis del miércoles 20 de enero, en el marco de la semana de oración por la unidad de los cristianos, reflexionando a partir de un pasaje de la primera carta del apóstol Pedro dirigida a la primera generación de cristianos, que dice así: «Ustedes son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz. Ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado». 1 Pe  2,9-10.

El don del Bautismo, común a todos los cristianos, y su significado. “Queridos hermanos y hermanas: el texto de la primera carta de san Pedro que hemos escuchado, centra la reflexión de la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos. En él, el Apóstol se dirige a la primera generación de fieles para que tomen conciencia del don que han recibido por el bautismo. Del mismo modo, todos nosotros, durante esta Semana de Oración, estamos llamados a redescubrir nuestro bautismo, y a hacerlo juntos todos los cristianos, católicos, protestantes y ortodoxos, dejando atrás lo que nos divide”.
“Compartir el Bautismo significa que todos somos pecadores y que necesitamos la salvación que Dios nos ofrece, todos experimentamos la misma llamada a salir de las tinieblas e ir al encuentro de Dios lleno de misericordia”.
Somos realmente pueblo santo de Dios, aunque si a causa de nuestros pecados, aún no estamos plenamente unidos. Todos hacemos experiencia del egoísmo, que genera división, cerrazón y desprecio, observó el Papa en su catequesis impartida en italiano, de ahí que redescubrir el Bautismo signifique “reencontrar la fuente de la misericordia y de esperanza para todos” porque – recalcó - “nadie está excluido de la misericordia de Dios”.
“Precisamente en el bautismo, nos sumergimos en la fuente de la misericordia y de la esperanza, de la que nadie está excluido, esta experiencia de gracia crea un vínculo indisoluble entre los bautizados, de modo que nos consideremos realmente hermanos y miembros de un solo pueblo de Dios, capaz de anunciar las maravillas que él ha obrado a partir del testimonio sencillo y fraterno de la unidad, así como del compromiso mutuo de poner en práctica las obras de misericordia corporales y espirituales, realizando nuestra común misión de transmitir a los otros la misericordia que hemos recibido, empezando por los pobres y abandonados”.
La misericordia de Dios es más fuerte que nuestras divisiones. En la medida en que recibimos la gracia de la misericordia, dijo Francisco, “nos convertimos siempre más plenamente en pueblo de Dios”. “Los cristianos podemos anunciar a todos la fuerza del Evangelio, comprometiéndonos a compartir las obras de misericordia corporales y espirituales, que son un testimonio concreto de unidad”.
“En esta Semana de Oración  -concluyó el pontífice - pidamos que todos los discípulos de Cristo encontremos el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre a cada rincón de la tierra. Que Dios los bendiga”.

Wednesday, January 13, 2016

Papa Francisco: La misericordia es el nombre de Dios





Francisco \ Audiencias, Catequesis y Ángelus

La misericordia es el nombre de Dios, dijo el Papa en la catequesis

El Papa Francisco en el Aula Pablo VI - AFP
13/01/2016 10:00

"El Señor es fiel, su fidelidad dura por siempre, no duerme ni reposa, está siempre atento, vigilante y no permitirá que flaqueemos en la prueba", explicó el Papa Francisco en su catequesis semanal de este miércoles 13 de enero de 2016.
Durante la audiencia general realizada en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa Francisco comenzó un ciclo de catequesis sobre la misericordia de Dios en la Biblia y reflexionó en la frase del libro del Éxodo: «El Señor, Dios misericordioso y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad».
"El Señor se proclama “grande en el amor y en la fidelidad”. ¡Qué hermosa es esta definición de Dios! Aquí está todo. Porque Dios es grande y poderoso, pero esta grandeza y poder se despliegan en el amarnos, nosotros así pequeños, así incapaces. La palabra “amor”, aquí utilizada, indica el afecto, la gracia, la bondad. No es un amor de telenovela. Es el amor que da el primer paso, que no depende de los méritos humanos sino de una inmensa gratuidad. Es la solicitud divina que nada la puede detener, ni siquiera el pecado, porque sabe ir más allá del pecado, vencer el mal y perdonarlo".

Texto completo de la traducción de la catequesis del Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy iniciamos las catequesis sobre la misericordia según la perspectiva bíblica, para aprender sobre la misericordia al escuchar aquello que Dios mismo nos enseña con su Palabra. Iniciamos por el Antiguo Testamento, que nos prepara y nos conduce a la revelación plena de Jesucristo, en el cual se realiza la revelación de la misericordia del Padre.
En las Sagradas Escrituras, el Señor es presentado como “Dios misericordioso”. Este es su nombre,  a través del cual nos revela, por así decir, su rostro y su corazón. Él mismo, como narra el Libro del Éxodo, revelándose a Moisés  se autodefinió como: «El Señor, Dios misericordioso y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad» (34,6). También en otros textos encontramos esta fórmula, con alguna variación, pero siempre la insistencia está puesta en la misericordia y en el amor de Dios que no se cansa nunca de perdonar (cfr Gn 4,2; Gl 2,13; Sal 86,15; 103,8; 145,8; Ne 9,17). Veamos juntos, una por una, estas palabras de la Sagrada Escritura que nos hablan de Dios.
El Señor es “misericordioso”: esta palabra evoca una actitud de ternura como la de una madre con su hijo. De hecho, el término hebreo usado en la Biblia hace pensar a las vísceras o también en el vientre materno. Por eso, la imagen que sugiere es aquella de un Dios que se conmueve y se enternece por nosotros como una madre cuando toma en brazos a su niño, deseosa sólo de amar, proteger, ayudar, lista a donar todo, incluso a sí misma. Esa es la imagen que sugiere este término. Un amor, por lo tanto, que se puede definir en sentido bueno “visceral”.
Después está escrito que el Señor es “bondadoso”, en el sentido que dona gracia, tiene compasión y, en su grandeza, se inclina sobre quien es débil y pobre, siempre listo para acoger, comprender, perdonar. Es como el padre de la parábola del Evangelio de Lucas (cfr Lc 15,11-32): un padre que no se cierra en el resentimiento por el abandono del hijo menor, sino al contrario continúa esperándolo, lo ha generado, y después corre a su encuentro y lo abraza, no lo deja ni siquiera terminar su confesión, como si le cubriera la boca, qué grande es el amor y la alegría por haberlo reencontrado; y después va también a llamar al hijo mayor, que está indignado y no quiere hacer fiesta, el hijo que ha permanecido siempre en la casa, pero viviendo como un siervo más que como un hijo, y también sobre él el padre se inclina, lo invita a entrar, busca abrir su corazón al amor, para que ninguno quede excluido de la fiesta de la misericordia. La misericordia es una fiesta.
De este Dios misericordioso se dice también que es “lento para enojarse”, literalmente, “de largo respiro”, es decir, con el respiro amplio de la paciencia y de la capacidad de soportar. Dios sabe esperar, sus tiempos no son aquellos impacientes de los hombres; Es como un sabio agricultor que sabe esperar, da tiempo a la buena semilla para que crezca, a pesar de la cizaña (cfr Mt 13,24-30).
Y por último, el Señor se proclama “grande en el amor y en la fidelidad”. ¡Qué hermosa es esta definición de Dios! Aquí está todo. Porque Dios es grande y poderoso, pero esta grandeza y poder se despliegan en el amarnos, nosotros así pequeños, así incapaces. La palabra “amor”, aquí utilizada, indica el afecto, la gracia, la bondad. No es un amor de telenovela. Es el amor que da el primer paso, que no depende de los méritos humanos sino de una inmensa gratuidad. Es la solicitud divina que nada la puede detener, ni siquiera el pecado, porque sabe ir más allá del pecado, vencer el mal y perdonarlo.
Una “fidelidad” sin límites: he aquí la última palabra de la revelación de Dios a Moisés. La fidelidad de Dios nunca falla, porque el Señor es el Custodio que, como dice el Salmo, no se adormenta sino que vigila continuamente sobre nosotros para llevarnos a la vida:
«El no dejará que resbale tu pie:
¡tu guardián no duerme!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel.
[...]
El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
El te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre» (121,3-4.7-8).
Y este Dios misericordioso es fiel en su misericordia. Y Pablo dice algo bello: si tú, delante a Él, no eres fiel, Él permanecerá fiel porque no puede renegarse a sí mismo, la fidelidad en la misericordia es el ser de Dios. Y por esto Dios es totalmente y siempre confiable. Una presencia sólida y estable. Es esta la certeza de nuestra fe. Y luego, en este Jubileo de la Misericordia, confiemos totalmente en Él, y experimentemos la alegría de ser amados por este “Dios misericordioso y bondadoso, lento para enojarse y grande en el amor y en la fidelidad”.