Wednesday, May 29, 2013

LA IGLESIA NO RENIEGA DE LA CRUZ NI DE LOS MARTIRES

El triunfalismo paraliza a la Iglesia: es la tentación del cristianismo sin la cruz; la Iglesia es más bien humilde. Esta fue la idea central del papa Francisco, durante la homilía de la misa celebrada en la Casa Santa Marta, a la cual asistieron algunos empleados de la Gobernación del Vaticano.
El evangelio del día narra que Jesús, saliendo con sus discípulos hacia Jerusalén, anuncia su pasión, muerte y resurrección. Es el camino de la fe. Los discípulos --dijo el papa--, piensan en otro proyecto, piensan en hacer solo la mitad del camino, que es mejor detenerse" y "discutían entre sí cómo arreglar la Iglesia, cómo organizar mejor la salvación", informa Radio Vaticana.
La tentación del triunfalismo
Así, Juan y Santiago, le piden sentarse, en su gloria, uno a su derecha y otro a su izquierda, lo que provocó una discusión entre los demás sobre quién era el más importante en la Iglesia. "La tentación de los discípulos –según Francisco--, es la misma de Jesús en el desierto, cuando el demonio se había acercado para proponerle otro camino".
"Haz todo rápido, obra un milagro, algo que todo el mundo te vea. Vamos al templo y haz de paracaidista sin el equipo, por lo que todo el mundo verá el milagro y se cumplirá la redención". Es la misma tentación de Pedro, cuando en un principio no acepta la pasión de Jesús. "Es la tentación de un cristianismo sin cruz, un cristianismo a medio camino".
Luego hay otra tentación, "un cristianismo con la cruz sin Jesús" --de lo que dijo, hablará en otro momento. Sin embargo, "la tentación del cristianismo sin la cruz", de ser "cristianos a medio camino, una Iglesia a medio camino" --que no quiere llegar adonde el Padre quiere--, “es la tentación del triunfalismo. Queremos que el triunfo sea hoy, sin pasar por la cruz, un triunfo mundano, un triunfo razonable":
"El triunfalismo en la Iglesia, paraliza la Iglesia. El triunfalismo de los cristianos, paraliza a los cristianos. Es una Iglesia triunfalista, es una Iglesia a medio camino, una Iglesia que es feliz así, bien organizada, ¡bien organizada! --con todas las oficinas, todo muy bien, todo precioso, ¿eh? Eficiente.
Triunfo al modo divino
Tampoco una Iglesia que reniegue de sus mártires, porque no sabe que los mártires son necesarios a la Iglesia para el camino de la cruz. Una Iglesia que solo piensa en los triunfos, en los éxitos, que no sabe aquella regla de Jesús: la regla del triunfo a través del fracaso, el fracaso humano, el fracaso de la Cruz. Y esta es una tentación que todos tenemos".
El papa, entonces, evoca un momento particular de su vida:
"Recuerdo que una vez, que estaba en un momento oscuro de mi vida espiritual y le pedía una gracia al Señor. Luego me fui a predicar los ejercicios a unas religiosas y el último día se confiesan. Y vino a confesarse una monja anciana, con más de ochenta años, pero con los ojos claros y brillantes: era una mujer de Dios. Al final ví en ella a una mujer de Dios, a la que le dije: «Hermana, como penitencia, ore por mí, porque necesito una gracia. Si usted se lo pide al Señor, me la concedará con toda seguridad». Se detuvo un momento, como si orara, y me dijo: «Claro que el Señor le dará la gracia, pero no se engañe: lo hará a su divina manera». Esto me hizo muy bien. Sentir que el Señor siempre nos da lo que pedimos, pero a su divina manera. Y la divina manera es hasta el extremo. La divina manera consiste en la cruz, pero no por masoquismo: ¡no, no! Sino por amor. Por amor hasta el extremo".
Concluyó así el santo padre: "Pidamos al Señor la gracia de no ser una iglesia a mitad de camino, una Iglesia triunfalista, de grandes éxitos, sino de ser una Iglesia humilde, que camina con decisión, como Jesús. Adelante, adelante, adelante... Un corazón abierto a la voluntad del Padre, como Jesús. Pidamos esta gracia"

LA IGLESIA ES LA FAMILIA DE DIOS CATEQUESIS 29 MAYO

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El miércoles pasado me referí al profundo vínculo entre el Espíritu Santo y la Iglesia. Hoy quisiera empezar algunas catequesis sobre el misterio de la Iglesia, un misterio que todos vivimos y del que formamos parte. Me gustaría hacerlo con expresiones que están muy presentes en los textos del Concilio Vaticano II.
Hoy iniciamos con la primera: la Iglesia como familia de Dios.
En los últimos meses, más de una vez he hecho referencia a la parábola del hijo pródigo, o más bien del padre misericordioso (cf. Lc. 15,11-32). El hijo más joven deja la casa de su padre, dilapida todo y decide volver porque se da cuenta de que cometió un error, pero ya no se considera digno de ser hijo y piensa que puede ser recibido de nuevo como un siervo. El padre por el contrario, corre a su encuentro, le abraza, le devuelve su dignidad de hijo y celebra. Esta parábola, como otras en el evangelio, señala muy bien el diseño de Dios para la humanidad.
¿Cuál es este plan de Dios? Es hacer de todos nosotros sus hijos, una sola familia, en la que cada uno se sienta amado por Él, como en la parábola evangélica, que sienta la calidez de ser familia de Dios. En este gran diseño encuentra su origen la Iglesia, que es una organización fundada por acuerdo de algunas personas, pero --como nos lo ha recordado muchas veces el papa Benedicto XVI--, es obra de Dios, nace de este plan de amor que se desarrolla progresivamente en la historia. La Iglesia nace del deseo de Dios de llamar a todas las personas a la comunión con Él, a su amistad, y de participar como hijos de su misma vida divina. La misma palabra "Iglesia", del griego ekklesia, significa "invitación". Dios nos llama, nos invita a salir del individualismo, de la tendencia a encerrarse en sí mismos y nos llama a ser parte de su familia. Y esta llamada tiene su origen en la creación misma. Dios nos creó para que vivamos en una relación de profunda amistad con Él, e incluso cuando el pecado ha roto esta relación con Él, con los demás y con la creación, Dios no nos ha abandonado. Toda la historia de la salvación es la historia de Dios que busca al hombre, le ofrece su amor, le acoge.
Llamó a Abraham para ser el padre de una multitud, ha elegido al pueblo de Israel para forjar una alianza que abrace a todas las naciones, y envió, en la plenitud de los tiempos, a su Hijo para que su designio de amor y de salvación se realice en una nueva y eterna alianza con la entera humanidad. Cuando leemos los evangelios, vemos que Jesús reúne a su alrededor una pequeña comunidad que acoge su palabra, lo sigue, comparte su camino, se convierte en su familia, y con esta comunidad Él prepara y edifica su Iglesia.
¿De dónde nace entonces la Iglesia? Nace del acto supremo del amor en la cruz, del costado traspasado de Jesús, del que fluyó sangre y agua, símbolo de los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía. En la familia de Dios, en la Iglesia, la savia vital es el amor de Dios que se concretiza en el amarlo a Él y a los demás, a todos, sin distinción ni medida. La Iglesia es una familia en la que se ama y se es amado.
¿Cuándo se manifiesta la Iglesia? Lo hemos celebrado hace dos domingos; se manifiesta cuando el don del Espíritu Santo llena el corazón de los apóstoles y les impulsa a salir y a empezar el camino para anunciar el evangelio, a difundir el amor de Dios.
Incluso hoy en día, alguien dice: "Cristo sí, Iglesia no". Como los que dicen "yo creo en Dios pero no en los presbíteros". Pero es la Iglesia la que nos lleva a Cristo y nos lleva a Dios; la Iglesia es la gran familia de los hijos de Dios. Por supuesto que también tiene aspectos humanos, en los que la componen; en los pastores y fieles hay defectos, imperfecciones, pecados. Incluso el papa los tiene y tiene muchos, pero lo hermoso está en que cuando nos damos cuenta de que somos pecadores, nos encontramos con la misericordia de Dios, que siempre perdona. No se olviden: Dios siempre perdona y nos recibe en su amor, que es perdón y misericordia. Algunos dicen que el pecado es una ofensa a Dios, pero también una oportunidad para la humillación, para darse cuenta de que hay algo mejor: la misericordia de Dios. Pensemos en esto.
Preguntémonos hoy: ¿Cuánto amo a la Iglesia? ¿Rezo por ella? ¿Me siento parte de la familia de la Iglesia? ¿Qué hago para que sea una comunidad donde todos se sientan acogidos y comprendidos, que sientan la misericordia y el amor de Dios que renueva la vida? La fe es un don y un acto que nos toca personalmente, pero Dios nos llama a vivir nuestra fe juntos, como una familia, como Iglesia.
Pidamos al Señor, de una manera especial en este Año de la Fe, para que nuestras comunidades, toda la Iglesia, sean cada vez más verdaderas familias que viven y ofrecen el calor de Dios.

Todos somos pecadores dijo el Papa Francisco

El Papa Francisco dijo hoy que la Iglesia no es una organización creada por un grupo de personas, sino que es obra de Dios y que está compuesta por pastores y fieles con sus defectos y pecados y que "hasta el papa tiene pecados...y muchos", pero que Dios siempre perdona.




Ante más de 100,000 personas y desafiando la lluvia, el Papa Bergoglio celebró en la Plaza de San Pedro la tradicional audiencia de los miércoles, cuya catequesis dedicó a la Iglesia y al "proyecto de Dios" de que todos los hombres sean una única familia, "se sientan familia de Dios".



"En este proyecto encuentra sus raíces la Iglesia, que no es una organización nacida del acuerdo entre algunas personas, sino, como nos recordó tantas veces el Papa Benedicto XVI, que es obra de Dios", afirmó el Pontífice.



El Obispo de Roma agregó que la Iglesia nace del deseo de Dios de llamar a todos los hombres a la comunión con él, a su amistad, "a salir del individualismo, a la tendencia a cerrarse en sí mismos y a formar parte de su familia".



El Pontífice subrayó que todavía muchas personas dicen "Cristo sí, Iglesia no", "creo en Dios, pero no en los sacerdotes", pero aseguró que es la Iglesia la que lleva a los hombres a Cristo, a Dios.



"Por supuesto que en quienes la componen -pastores y fieles- hay defectos, imperfecciones y pecados. También el Papa tiene muchos pecados, pero cuando nos damos cuenta de ese pecado, encontramos la misericordia de Dios. Dios siempre perdona. No olvidemos esto", manifestó.



En esa línea, el papa dijo que Dios ha creado al hombre para que viva en profunda relación con Él y que incluso "cuando el pecado ha roto esa relación, Dios no nos abandona".



"Toda la historia de la Salvación es la historia de Dios que busca al hombre, le ofrece su amor y lo acoge", precisó el Papa, que subrayó que la Iglesia nace del "gesto supremo de amor de la Cruz, del costado abierto de Jesús, del que salió sangre y agua, símbolos de los sacramentos de la Eucaristía y del Bautismo".



También señaló que la Iglesia se manifestó cuando el Espíritu Santo "colmó el corazón de los apóstoles y los impulsó a anunciar el Evangelio difundiendo el amor" (pentecostés).



Tuesday, May 28, 2013

frases mas impresionantes del Papa Francisco

La revolución del Papa Francisco en sus diez frases más rompedoras y polémicas

María Torrens Tillack (Agencias)

La particular cercanía que transmitió Jorge Mario Bergoglio desde el mismo momento en que fue anunciado como nuevo Sumo Pontífice, se refleja en sus palabras. El “párroco de Roma”, como a él mismo le gusta definirse, mima tanto el detalle que hasta solía asegurar que su obligación era conocer incluso el nombre de las mascotas de sus feligreses. Esos detalles también se aprecian en sus homilías:

1. “Los obispos y sacerdotes deben ser pastores y no lobos rapaces”

El Papa solicitó durante una de sus misas diarias en la capilla de Santa Marta, su residencia en el Vaticano, que los fieles dediquen sus oraciones para que los curas y obispos no cedan a la avaricia del dinero y el poder, para que “sean pastores y no lobos rapaces".

"Cuando el obispo o el sacerdote se aprovechan del rebaño, cambian las tornas; ya no es que trabajan para el pueblo, sino que se aprovechan del pueblo", advirtió a los religiosos y personal del Vaticano que le escuchaban. Añadió que entrar en el “carrerismo [competición] y causan mucho daño a la Iglesia".

"Hacen el ridículo y, aunque se vanaglorian y se gustan sentirse poderosos, el pueblo no les ama. Por ello, rezad por nosotros, para que seamos humildes, mansos, al servicio del pueblo", pidió.

2. Las monjas deben ser “madres espirituales y no solteronas”

En una reunión con 800 religiosas a principios de mayo, Francisco habló sobre la castidad a la que están encomendadas. Aseguró "que amplía la libertad de la entrega a Dios y a los demás con la ternura, la misericordia y la cercanía a Cristo".

"Pero por favor, una castidad fecunda”, pidió. “Una castidad que genere hijos espirituales en la Iglesia. La consagrada es madre, tiene que ser madre y no solterona”.

Consciente de la contundencia de sus palabras añadió: “Perdonadme si hablo así, pero es importante esta maternidad de la vida consagrada, esta fecundidad".

3. “El dinero tiene que servir, no gobernar”

"Hemos creado nuevos ídolos. La antigua veneración del becerro de oro ha tomado una nueva y desalmada forma en el culto al dinero y la dictadura de la economía, que no tiene rostro y carece de una verdadera meta humana", ha criticado esta semana. Bergoglio, que se propuso ser “el papa de los pobres” al inicio de su pontificado, ha pedido a los embajadores con quienes se reunió el jueves que controlen la economía y protejan a los débiles.

Asegura que “el dinero tiene que servir, no gobernar” y critica a los mercados financieros: "Se ha establecido una nueva, invisible y, en ocasiones, virtual tiranía, una que unilateralmente e irremediablemente impone sus propias leyes y reglas".

4. “La Iglesia no es la niñera de los cristianos”

A mediados de abril incidió en una idea que ha marcado repetidos discursos. Los fieles, opina, no deben esperar a que un sacerdote les diga lo que deben hacer.

“Cuando hacemos esto, la Iglesia se convierte no en madre, sino en niñera, que cuida al niño para adormecerle. Tenemos que pensar en el bautismo y en nuestra responsabilidad de bautizados [para anunciar a Cristo]".

5. “Hay cristianos de salón que no saben hacer hijos para la Iglesia”

En la misma tónica, pidiendo mayor implicación en la práctica de la fe católica, esta semana ha criticado a los fieles que se fijan en las apariencias y formalidades: "Hay cristianos de salón, los educados, tan buenos, pero no saben hacer hijos para la Iglesia con el anuncio del Señor y con el fervor celo apostólico".

En su cuenta de Twitter redondeaba el mensaje con esta reflexión: “No podemos ser cristianos por instantes [“a tiempo parcial”, formulaba en inglés]. Busquemos vivir nuestra fe en cada momento, cada día”.

6. Advertencia contra los cristianos “trepas” y “ladrones”

En otra homilía emitida en Radio Vaticana el pasado abril planteó: "También en la comunidad cristiana hay de estos trepas, ¿no? Que buscan su propio beneficio y consciente o inconscientemente fingen entrar por la puerta pero son ladrones y sinvergüenzas”.

“¿Por qué? Porque roban la gloria a Jesús y buscan la suya propia. Para ellos la religión es un negocio", criticó.

Con la misma idea, denunció más recientemente el "daño que ocasionan al pueblo de Dios los hombres y mujeres de la Iglesia que son carreristas, escaladores, que usan al pueblo, a la Iglesia, a los hermanos y a las hermanas -a quienes deberían servir- como trampolín para los intereses propios y las ambiciones personales".

7. “¡Cuánto daño hace el bienestar!”

Durante la canonización de la monja colombiana Laura Montoya y la mexicana madre Lupita, el Papa arremetió contra los excesos de una vida entregada al dinero.

"Nos enseña a (…) vencer la indiferencia y el individualismo, que corroe a las comunidades cristianas y nuestro corazón, y nos enseña a acoger a todos sin prejuicios ni reticencias", dijo sobre la primera santa colombiana. Sobre la madre Lupita subrayó su dedicación a los enfermos, "ante los que se arrodillaba para servirles”.

En ese contexto comentó: "¡Cuánto daño hace la vida cómoda, cunto daño hace el bienestar! El aburguesamiento del corazón nos paraliza. Madre Lupita, sin embargo, renunció a una vida cómoda para servir a los enfermos y abandonados”.

8. “Un buen cristiano no se lamenta, está siempre alegre”

Dándole una vuelta al tradicional mensaje de la Iglesia para que cada creyente porte “su cruz” cuando la vida le pone una piedra en el camino, el Papa Francisco habló en una ocasión reciente del “alegre soportar” como elemento para el rejuvenecimiento vital.

Afirmó que el buen cristiano "no se lamenta" y que en medio del dolor, "jamás está triste, sino que testimonia a Cristo con alegría".

Sabiendo que sus palabras se podían recibir con escepticismo, el obispo de Roma indicó que este comportamiento no es de masoquistas, “sino el que lleva por el camino de Jesús”.

9. Sin el espíritu santo, el cristiano es un mero “idólatra”

El Espíritu Santo es un "Dios activo, un Dios que nos hace recordar, que nos despierta la memoria", para que el creyente no olvide "el momento en el que obtuvo la gracia de encontrar a Jesús y todo lo que Jesús le dijo".

Por eso, opina que un cristiano sin esa memoria del Espíritu Santo "no es un cristiano de verdad, sino un idólatra".

10. “Como muchos no son creyentes, les bendigo en silencio respetando su conciencia”

Cuando en su encuentro con los cientos de periodistas que acudieron a Roma para ver la fumata blanca y conocer al nuevo Papa el pasado marzo, el recién elegido pontífice bendijo a los presentes con una llamativa observación:

“Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia Católica, otros no son creyentes, de corazón doy esta bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios. Que Dios los bendiga”

carta del Papa Francisco a un sacerdote argentino

Carta del papa Francisco a un sacerdote argentino


''Hago vida normal''





El papa Francisco envió una breve carta al sacerdote argentino Enrique “Quique” Rodríguez, en la que muestra su preocupación por hacer una “vida normal” y mantener su contacto con la gente.



“Estoy a la vista de la gente y hago vida normal: misa pública a la mañana, como en el comedor con todos, etc. Esto me hace bien y evita que quede aislado”, le comentó el papa Francisco a Martínez quien le había escrito el pasado miércoles 1° de mayo.



El padre Quique comentó por radio La Red La Rioja que el domingo llegó a la casa de retiros Tinkunaco de esta capital, ubicada al lado de su parroquia, y allí había un sobre a su nombre, pero sin remitente.



“Eso me llamó la atención y la abrí de inmediato, dándome la grata sorpresa de que era la respuesta del Papa, a quien conocimos hace mucho. Yo le había escrito para comentarle sobre las fiestas patronales del barrio”, contó. Como eso ocurrió justo antes del inicio de la misa, el cura decidió leer la misiva papal al final de la celebración, lo que “alegró mucho a la comunidad, tanto que los feligreses aplaudieron cuando terminé de leerla”.



La carta que tanto asombro generó en el sacerdote dice textualmente: “Querido Quique: Hoy recibí la carta del pasado 1° de mayo. Me trajo mucha alegría, La descripción de la Fiesta Patronal me trajo aire fresco. Yo estoy bien y no he perdido la paz frente a un hecho totalmente sorpresivo, y esto lo considero un don de Dios.



Procuro tener el mismo modo de ser y de actuar que tenía en BS As, porque, si a mi edad cambio, seguro que hago el ridículo. No quise ir al Palacio Apostólico a vivir, voy sólo a trabajar y a las audiencias. Me quedé a vivir en la Casa Santa Marta, que es una casa (donde nos alojábamos durante el Cónclave) de huéspedes para obispos, curas y laicos. Estoy a la vista de la gente y hago la vida normal: misa pública a la mañana, como en el comedor con todos, etc. Esto me hace bien y evita que quede aislado. Quique, saludos a tus feligreses. Te pido, por favor, que reces y hagas rezar por mí. Saludos a Carlos y Miguel. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Fraternalmente, Francisco. Vaticano, 15 de mayo 2013”.



Sunday, May 26, 2013

lectio divina de la santisima trinidad

o primero es disponerse y entrar en la onda del Señor,
que quiere hablar contigo...
Paso 1. Disponerse  
Antes de nada, pide ayuda al Espíritu Santo. Puedes hacerlo con una canción, una oración... y, más que nada, en confianza de amigos. Pídele que te guíe en esta lectura orante y creyente. 
  

Después, haz por leer siguiendo estos pasos:

 





Fiesta de la Santísima Trinidad. Ciclo C.    Jn 16,12-15

Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará.

    

Paso 2. Leer  
Pon mucha atención a cada palabra. Lee muy despacio y más de una vez, buscando saborear qué dice el texto. No dejes de leer también Rom 5,1-5 ¿Qué te dicen estas palabras del misterio de amor y comunicación del corazón de Dios? 
  
Paso 3. Escuchar                       ¿Qué deja el texto en tu interior? Jesús quiere acercarte hoy a la verdad del amor de Dios. Procura escuchar abriéndole el corazón y diciendo que sí como María.  
 Paso 4. Orar  ¿Qué te hace decir al Señor la escucha de estas palabras? Da gracias, pide, canta, llora… pero con mucho amor y confianza. Es lo que prefiere el Señor.  
Paso 5. Vivir  
¿Vives creyendo que Dios te ama sin condiciones? Cuando el amor de Dios llega al corazón, mueve a tomar desde ahí las decisiones  ¿Crees que ir por la vida de verdad es algo del Espíritu Santo?  

 

en el dia de la Santisima Trinidad

Santisima Trinidad” es el término empleado para designar la doctrina central de la religión cristiana: la verdad de que en la unidad de la Divinidad, hay Tres Personas, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, que son verdaderamente distintas una de la otra.
Todos los santos adorando a la Santísima Trinidad. Grabado de F.T. Moncorner, Misal Domiicano, 1768.
De este modo, en palabras del Credo de Atanasio: "El Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios, y, sin embargo, no hay tres Dioses sino uno solo". En esta Trinidad de Personas, el Hijo es engendrado del Padre por una generación eterna, y el Espíritu Santo procede por una procesión eterna del Padre y el Hijo. Sin embargo, y a pesar de esta diferencia en cuanto al origen, las Personas son co-eternas y co-iguales: todos semejantes no creados y omnipotentes. Esto, enseña la Iglesia, es la revelación respecto a la naturaleza de Dios que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a la tierra a entregarle al mundo, y la que la Iglesia propone al hombre como el fundamento de todo su sistema dogmático.
En la Escritura, aún no hay ningún término por el cual las Tres Personas Divinas sean designadas juntas. La palabra trias (de la cual su traducción latina es trinitas) fue primeramente encontrada en Teófilo de Antioquía (c. 180 d.C.). El habla de "la Trinidad de Dios (el Padre), el Verbo y su Sabiduría ("Ad. Autol.", II, 15, P.G. VI, 78). El término, por supuesto, pudo haber sido usado antes de su tiempo. Más tarde aparece en su forma en latín de trinitas enTertuliano ("De pud". C. XXI). En el siglo siguiente la palabra fue de uso general. Se encuentra en muchos pasajes de Orígenes ("In Ps. XVII", 15). El primer credo en el cual aparece es en el del discípulo de Orígenes, San Gregorio Taumaturgo. En su Ekthesis tes pisteoscompuesta entre los años 260 and 270, escribe:
“Por lo tanto, no hay nada creado, nada sujeto a otro en la Trinidad; ni tampoco hay nada que haya sido añadido como si alguna vez no hubiese existido, sino que ingresó luego. Por lo tanto, el Padre nunca ha estado sin el Hijo, ni el Hijo sin el Espíritu, y esta misma Trinidad es inmutable e inalterable por siempre.” (P.G., X, 986).
Es evidente que un dogma tan misterioso presupone una revelación Divina. Cuando el hecho de la revelación, entendido en su sentido pleno como el discurso de Dios al hombre, ya no es aceptado, el rechazo a la doctrina le sigue como consecuencia necesaria. Por esta razón no tiene lugar en elprotestantismo liberal de hoy día. Los escritores de esta escuelasostienen que la doctrina de la Trinidad, según profesada por la Iglesia, no aparece en el Nuevo Testamento, sino que fue formulada por primera vez en el siglo II, y que recibió suaprobación final en el siglo IV, como resultado de las controversias arrianas y macedonias. En vista de esta afirmación es necesario considerar con algún detalle la evidencia ofrecida por las Sagradas Escrituras. Recientemente se han hecho algunos intentos por aplicar las teorías más extremas de la religión comparada a la doctrina de la Trinidad, y por explicarla mediante una ley imaginaria de la naturaleza que urge a los hombres a agrupar los objetos de su culto en grupos de tres. Parece innecesario dar más de una referencia a estas opiniones extravagantes, que los pensadores serios de cada escuela rechazan como carentes de fundamento.
Sigue leyendo aquí.
Y que nuestro Dios Trino y Uno nos siga bendiciendo y guiando ahora y siempre, amén.



Saturday, May 25, 2013

la santisima trinidad nos ayuda a pensar en la vida contemplativa en la Iglesia


26 de Mayo, Jornada "Pro Orantibus": Centinelas de la oración.

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El domingo 26 de mayo, solemnidad de la Santísima Trinidad, celebramos la Jornada "pro orantibus". Es un día para que el pueblo cristiano tome conciencia, valore y agradezca la presencia de la vida contemplativa. Desde la clausura de los monasterios y conventos, las personas consagradas contemplativas, como afirma el concilio Vati­cano II, «dedican todo su tiempo únicamente a Dios en la soledad y el silencio, en oración constante y en la penitencia practicada con alegría»l. La Jornada se celebra en el Año de la fe, convocado por el querido y recordado papa Benedicto XVI, que nos ha dejado un lumi­noso magisterio sobre la vida consagrada en general y sobre la vida contemplativa en particular. Ahora sigue amando y sirviendo a la Iglesia a través de la plegaria y reflexión desde el retiro de la clausura. El nuevo sucesor de Pedro, el papa Francisco, ha retomado toda la programación del Año de la fe, para renovar a la Iglesia. Oremos para que Jesucristo, Pastor Supremo, le asista en el pastoreo de su Iglesia en el Año de la fe y en esta hora de nueva evangelización. 

El lema de la Jornada de este año es: Centinelas de la oración. La pala­bra centinela evoca vigilancia. Los centinelas estaban apostados sobre los muros de las ciudades (cf. 2 sam 18, 24; 2 Re 9,17-20), en torres de vigilancia en el desierto o sobre las cumbres (cf. 2 Crón 20, 24; Jer 31,6). El propio Dios es descrito en ocasiones como centinela o guardián de su pueblo (cf. Sal 127, 1), siempre preocupado por la seguridad y protección de los suyos (cf. Sal 121, 4ss). El salmista suplica al Señor su misericor­dia y espera en su palabra «más que el centinela la aurora» (Sal 130, 6). 

La personas contemplativas vigilan como centinelas día y noche igual que las vírgenes prudentes la llegada del esposo (cf. Mt 25,1-13) con el aceite de su fe, que enciende la llama de la caridad. Los monjes y monjas son en la Iglesia centinelas de la oración contemplativa para el encuentro con el Esposo Jesucristo, que es lo esencial.
El Catecismo de la Iglesia Católica habla abundantemente de la ora­ción contemplativa (nn. 2709-2724). Elijo este número significativo: «La oración contemplativa es silencio, este "símbolo del mundo veni­dero" o "amor [ ... ] silencioso". Las palabras de la oración contempla­tiva no son discursos, sino ramillas que alimentan el fuego del amor. En este silencio, insoportable para el hombre "exterior", el Padre nos da a conocer a su Verbo encarnado, sufriente, muerto y resucitado, y el Espíritu filial nos hace partícipes de la oración de Jesús» (CEC, 2717). 

Nuestros monasterios son un oasis de silencio orante y elocuente. Son escuela de oración profunda bajo la acción del Espíritu Santo. Son espacios dedicados a la escucha atenta del Espíritu Santo, fuente perenne de vida, que colma el corazón con la íntima certeza de haber sido fundados para amar, alabar y servir. 

Las personas contemplativas como centinelas apuntan siempre a lo fundamental y esencial. Para el hombre moderno, encarcelado en el torbellino de las sensaciones pasajeras, multiplicadas por los mass-media, la presencia de las personas contemplativas silenciosas y vigilantes, entregadas al mundo de las realidades «no visibles» (cf. 2 Cor 4, 18), representan una llamada providencial a vivir la vocación de caminar por los horizontes ilimitados de lo divino.

En esta Jornada "pro orantibus" es justo y necesario que recemos por las personas contemplativas, que volvamos la mirada y el corazón a sus monasterios y pidamos por sus intenciones. Sin duda, sus in­tenciones van encaminadas a la permanencia en la fidelidad siempre renovada de todos sus miembros en la vocación recibida y al aumento de vocaciones en esta forma de consagración. 

Como un signo de gratitud, ayudemos también económicamente a los monasterios en sus necesidades materiales. Sabemos que las mon­jas y monjes son personas que por su habitual silencio y discreción no suelen pedir; pero son bien acreedoras a nuestras limosnas y genero­sidad, y nos pagarán con creces, alcanzándonos del Señor gracias y bendiciones de mucho más valor. 

Que la santísima Virgen María, primera consagrada al Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo, maestra de contemplación y centinela orante que dio a luz al Sol de justicia, Cristo nuestro Salvador, cuide y proteja a todas las personas contemplativas. ¡Feliz Jornada de la vida contemplativa en el Año de la fe! 

Vicente  JIMÉNEZ ZAMORA 
Obispo de Santander 
Presidente de la Comision Episcopal para la Vida Consagrada.


Extraído de los materiales que la Conferencia Episcopal ha preparado para la jornada. En la web de la Conferencia Episcopal Española podeis encontrar mas materiales para motivar y celebrar esta jornada.

Wednesday, May 22, 2013

Perdonar un requisito para poder evangelizar dijo el Papa Francisco



Esta mañana, durante la acostumbrada audiencia semanal en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco continuó con las catequesis por el Año de la fe, centrada esta vez en la profesión "Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica".
En relación a la enseñanza de la semana anterior, explicó que entre el Espíritu Santo y la Iglesia hay una "conexión profunda", dado que es la persona trinitaria quien "da vida a la Iglesia, guía sus pasos".
Esto se explica --continuó, porque "sin la presencia y la acción incesante del Espíritu Santo, la Iglesia no podría vivir y no podría cumplir con la tarea que Jesús resucitado le ha confiado, de ir y hacer discípulos a todas las naciones (cf. Mt. 28,18)".
Una Iglesia que anuncia
El santo padre recordó que evangelizar es "la misión de la Iglesia, no solo de unos pocos, sino la mía, la tuya, nuestra misión (porque) todo el mundo debe ser evangelizador, ¡sobre todo con la vida!".
Trajo a la reflexión lo dicho por el venerable Pablo VI, quien en el numeral 75 de la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, aseguraba que "el Espíritu Santo, hoy igual que en los comienzos de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por Él, y pone en los labios las palabras que por sí solo no podría hallar".
Ante esta afirmación, Francisco se preguntó: ¿Quién es el verdadero motor de la evangelización en nuestra vida y en la Iglesia? Por lo que recomendó que para evangelizar, "es necesario abrirse de nuevo al horizonte del Espíritu de Dios, sin temer a lo que nos pida y adónde nos lleve... Él nos permitirá vivir y dar testimonio de nuestra fe, e iluminará los corazones de aquellos que nos encontremos".
Espíritu de unidad
Uno de los efectos del Espíritu Santo --siguió enseñando, "que guía e inspira la proclamación del evangelio" es la unidad y la comunión. Fue claro en explicar cómo en Pentecostés, a diferencia de la historia de la Torre de Babel, el Espíritu suscitó en los apóstoles el efecto de "salir para anunciar su palabra (con) un nuevo idioma, el del amor que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones (cf. Rm. 5,5)".
Al ser un un lenguaje que todos pueden entender y acoger en la vida y en todas las culturas, este lenguaje del Espíritu, el evangelio, "es el lenguaje de la comunión, que invita a superar la cerrazón y la indiferencia, divisiones y conflictos".
Invitó a los creyentes a llevar el mensaje de reconciliación y de amor que es el evangelio, en los lugares donde cada uno vive, evitando generar divisiones, malos entendidos, rivalidad, envidia, egoísmo... "Llevar el evangelio --advirtió, es proclamar y vivir primero nosotros la reconciliación, el perdón, la paz, la unidad y el amor que el Espíritu Santo nos da".
Anunciar con coraje
Recordó cómo el día de Pentecostés, Pedro, lleno del Espíritu Santo, se puso de pie y "en voz alta" (cf. Hch. 2,14), y "con franqueza" (v. 29) anunció la buena noticia de Jesús.
"Este es otro efecto del Espíritu Santo: el coraje, para anunciar la noticia del Evangelio de Jesús a todos, con confianza en sí mismo (parresía), en voz alta, en todo tiempo y en todo lugar", dijo.
Animó a los evangelizadores --que deben ser todos en la Iglesia--, a permitir que se liberen nuevas energías para la misión por la acción del Espíritu Santo, "nuevas formas para proclamar el mensaje de la salvación, un nuevo valor. Porque evangelizar, anunciar a Jesús, nos da alegría, nos lleva hacia arriba".
Advirtió también que lo contrario, que es el egoísmo, "nos da amargura, tristeza, nos lleva hacia abajo..."
Orar para evangelizar
Según el Catequista universal, es importante que ante la realidad de una nueva evangelización que vive la Iglesia, esta tarea siempre deba comenzar con la oración. Porque para Francisco, "solo la relación fiel e intensa con Dios permite salir de la propia cerrazón y anunciar el evangelio con parresía".
Muy por el contrario --añadió, "sin la oración, nuestras acciones se vuelven vacías y nuestro anunciar no tiene alma, y ​no ​está animado por el Espíritu".
Finalizó con una invitación: a "renovar cada día la confianza en el Espíritu Santo, confiando en que Él obra en nosotros, que Él está dentro de nosotros, nos da el fervor apostólico, nos da la paz, nos da la alegría y valentía".
Saludos en español
Ante la presencia de fieles y peregrinos de países hispanohablantes, el papa les dirigió el siguiente saludo:
"Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España, Argentina, Chile, Ecuador, Guatemala, México, Perú y otros países latinoamericanos. Que todos nos dejemos guiar por el Espíritu Santo, para ser verdaderos discípulos y misioneros de Cristo en la Iglesia".

Antes de evangelizar hay que orar


Antes de evangelizar hay que orar
Prosiguen las catequesis de Francisco
Por Francisco papa
CIUDAD DEL VATICANO, 22 de mayo de 2013  La Audiencia General de esta mañana ha tenido lugar a las 10,30 en la Plaza de San Pedro, donde el santo padre se ha encontrado con grupos de peregrinos y fieles procedentes de Italia y de otros países. En su discurso en lengua italiana, el papa, continuando con el ciclo de catequesis dedicado al Año de la Fe, ha centrado su meditación en el tema "Creo en el Espíritu Santo: la misión evangelizadora de la Iglesia". Ofrecemos el texto de la catequesis.
*****
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Credo, después de haber profesado la fe en el Espíritu Santo, decimos: "Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica". Hay una conexión profunda entre estas dos realidades de la fe: es el Espíritu Santo, por lo tanto, el que da vida a la Iglesia, guía sus pasos. Sin la presencia y la acción incesante del Espíritu Santo, la Iglesia no podría vivir y no podría cumplir con la tarea que Jesús resucitado le ha confiado, de ir y hacer discípulos a todas las naciones (cf. Mt. 28,18).
Evangelizar es la misión de la Iglesia, no solo de unos pocos, sino la mía, la tuya, nuestra misión. El apóstol Pablo exclamaba: "¡Ay de mí si no predico el Evangelio!" (1 Cor. 9,16). Todo el mundo debe ser evangelizador, ¡sobre todo con la vida! Pablo VI señaló que "evangelizar… es la gracia y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar " (Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, 14).
¿Quién es el verdadero motor de la evangelización en nuestra vida y en la Iglesia? Pablo VI lo escribió con claridad: "Es él, el Espíritu Santo, quien, hoy igual que en los comienzos de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por Él, y pone en los labios las palabras que por sí solo no podría hallar, predisponiendo también el alma del que escucha para hacerla abierta y acogedora de la Buena Nueva y del reino anunciado." (ibid., 75).
Para evangelizar, entonces, es necesario abrirse de nuevo al horizonte del Espíritu de Dios, sin temer a lo que nos pida y adónde nos lleve. ¡Confiemos en Él! Él nos permitirá vivir y dar testimonio de nuestra fe, e iluminará los corazones de aquellos que nos encontremos. Esta ha sido la experiencia de Pentecostés: a los Apóstoles, reunidos con María en el Cenáculo, "aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos, se llenaron todos de Espíritu Santo y se pusieron a hablar en diversas lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse" (Hechos 2,3-4). El Espíritu Santo descendiendo sobre los apóstoles, les hace salir de la sala en la que estaban cerrados por el miedo, los hace salir de sí mismos, y los convierte en anunciadores y testigos de las "maravillas de Dios" (v. 11). Y esta transformación obrada por el Espíritu Santo se refleja en la multitud que acudió al lugar y que provenía "de todas las naciones que hay bajo el cielo" (v. 5), por lo que todos escuchaban las palabras de los apóstoles, como si fueran dichas en su propia lengua (v. 6 ).
Este es un primer efecto importante del Espíritu Santo que guía e inspira la proclamación del Evangelio: la unidad, la comunión. En Babel, según la Biblia, había comenzado la dispersión de los pueblos y de la confusión de las lenguas, como resultado de un acto de arrogancia y de orgullo del hombre que quería construir, con sus propias fuerzas, sin Dios, "una ciudad y una torre cuya cúspide llegara al cielo "(Génesis 11,04). En Pentecostés, estas divisiones se superan. No hay más el orgullo hacia Dios, ni el cierre de unos hacia los otros, que es la apertura a Dios; es el salir para anunciar su palabra: un nuevo idioma, el del amor que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones (cf. Rom 5,5); un lenguaje que todos puedan entender y que, acogida, se puede expresar en la vida y en todas las culturas. El lenguaje del Espíritu, el lenguaje del evangelio es el lenguaje de la comunión, que invita a superar la cerrazón y la indiferencia, divisiones y conflictos.
Todos debemos preguntarnos: ¿cómo me dejo guiar por el Espíritu Santo, para que mi vida y mi testimonio de fe sea de unidad y de comunión? ¿Llevo el mensaje de reconciliación y de amor que es el evangelio en los lugares donde yo vivo? A veces parece que se repite hoy lo que sucedió en Babel: divisiones, incapacidad para entenderse entre sí, rivalidad, envidia, egoísmo. ¿Qué debo hacer con mi vida? ¿Creo unidad a mi alrededor? ¿O divido, con el chisme, la crítica, la envidia? ¿Qué hago? Pensemos en esto. Llevar el evangelio es proclamar y vivir primero nosotros la reconciliación, el perdón, la paz, la unidad y el amor que el Espíritu Santo nos da. Recordemos las palabras de Jesús: "En esto conocerán todos que son discípulos míos, si se tienen amor los unos a los otros" (Jn. 13,34-35).
Un segundo elemento: el día de Pentecostés, Pedro, lleno del Espíritu Santo, se pone de pie "con los once" y "en voz alta" (Hechos 2,14), y "con franqueza" (v. 29) anuncia la buena noticia de Jesús, quien dio su vida por nuestra salvación y que Dios resucitó de entre los muertos. Este es otro efecto del Espíritu Santo: el coraje, para anunciar la noticia del Evangelio de Jesús a todos, con confianza en sí mismo (parresía), en voz alta, en todo tiempo y en todo lugar.
Y esto ocurre incluso en la actualidad para la Iglesia y para cada uno de nosotros: por el fuego de Pentecostés, por la acción del Espíritu Santo, se liberan siempre nuevas energías para la misión, nuevas formas para proclamar el mensaje de la salvación, un nuevo valor para evangelizar. ¡No nos cerremos jamás a esta acción! ¡Vivamos con humildad y valentía el evangelio! Somos testigos de la novedad, la esperanza, la alegría que el Señor trae a la vida. Escuchamos en nosotros "la dulce y confortadora alegría de evangelizar" (Pablo VI, Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, 80). Porque evangelizar, anunciar a Jesús, nos da alegría; por el contrario, el egoísmo nos da amargura, tristeza, nos lleva hacia abajo; evangelizar nos lleva hacia arriba.
Menciono solo un tercer elemento, que es particularmente importante: una nueva evangelización, una Iglesia que evangeliza siempre debe comenzar con la oración, pedir, como los apóstoles en el Cenáculo, el fuego del Espíritu Santo. Solo la relación fiel e intensa con Dios permite salir de la propia cerrazón y anunciar el evangelio con parresía. Sin la oración, nuestras acciones se vuelven vacías y nuestro anunciar no tiene alma, y ​no ​está animado por el Espíritu.
Queridos amigos, como dice Benedicto XVI, la Iglesia de hoy "siente sobre todo el viento del Espíritu Santo que nos ayuda, nos muestra el camino correcto; y así, con nuevo entusiasmo, estamos en camino y agradecemos al Señor" (Palabras a la Asamblea del Sínodo de los Obispos, 27 de octubre de 2012). Renovamos cada día la confianza en el Espíritu Santo, confiando en que Él obra en nosotros, que Él está dentro de nosotros, nos da el fervor apostólico, nos da la paz, nos da la alegría. Dejémonos guiar por Él, somos hombres y mujeres de oración, que dan testimonio del evangelio con valentía, convirtiéndose en nuestro mundo, en instrumentos de la unidad y de la comunión con Dios.

opinion del padre Amorth sobre exorcismo hecho por Francisco

EL PADRE AMORTH EXORCIZÓ LUEGO AL HOMBRE POR QUIEN HABÍA ORADO EL PAPA: «TIENE CUATRO DEMONIOS»






Matiza a Lombardi.

Con 43 años, mujer e hijos, Ángel se ha convertido en el poseído más famoso del mundo a raíz de la oración de Francisco sobre él.
Quien ya es el poseído más célebre del mundo fue exorcizado por el exorcista más célebre del mundo después de que el pasado domingo Francisco orase por él, en unas imágenes sobrecogedoras.
Así lo desveló este martes por la tarde el mismo padre Gabriele Amorth, exorcista de Roma, en una entrevista al programa Un giorno da pecora de la emisora italiana Radio2 que recoge la agencia Ansa. Donde, además, precisó el número exacto de demonios que poseen el cuerpo de Ángel, el mexicano de 43 años, casado y con hijos, a quien el Papa impuso las manos mientras rezaba una oración de liberación.


El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, quiso aclarar que no se trató de un exorcismo, pero Amorth matiza: "Si lo han desmentido es que no han comprendido nada. No sólo es exorcismo el que se hace según las normas del ritual, con las oraciones escritas y reservadas para los exorcismos. También son exorcismos las oraciones de liberación que se hacen con las propias palabras. Yo mismo conozco tres casos realizados por Juan Pablo II sin ningún libro".


El padre Amorth ofreció además en antena una información muy relevante: "Les diré más. El hombre a quien el Papa exorcizó acudió a mí hoy a las 11.30 de la mañana. Está poseído por cuatro demonios y realicé sobre él un largo exorcismo".


La posesión de Ángel, añadió, "es una venganza del demonio contra los obispos mexicanos [é una vendetta del demonio contro i vescovi messicani] porque no se opusieron al aborto como debían haberlo hecho. Este hombre sólo será liberado cuando los obispos mexicanos se arrepientan y hagan penitencia por no haber intervenido más en esa cuestión".





Tuesday, May 21, 2013

El poder en la Iglesia esta en el servicio

El poder en la Iglesia está en el servicio


Para un cristiano, progresar significa abajarse como lo hizo Jesús. Es lo que ha señalado el papa Francisco en la misa de esta mañana en la Casa Santa Marta. El papa también reiteró que el verdadero poder está en el servicio y que no debe existir la lucha por el poder en la Iglesia.

En la misa, concelebrada por el director de programación de Radio Vaticana, padre Andrzej Koprowski SJ, participó un grupo de empleados de dicha emisora y otro grupo de empleados de la Oficina de peregrinos y turistas de la Gobernación del Vaticano.

ambién estuvieron presentes el director de la revista Civiltà Cattolica, padre Antonio Spadaro SJ, y María Voce y Giancarlo Faletti, presidenta y vicepresidente del Movimiento de los Focolares, según informa Radio Vaticana.



El poder del servicio



Jesús habla de su pasión y sus discípulos, sin embargo, se detienen a discutir sobre quién es el mejor entre ellos. Es el amargo episodio narrado por el evangelio de hoy, que ofreció la oportunidad al papa para hacer una meditación sobre el poder y el servicio. "La lucha por el poder en la Iglesia –observó--, no es algo de estos días", ha "comenzado ya con Jesús".



Señaló también que "en la clave evangélica de Jesús, la lucha por el poder en la Iglesia no debe existir", porque el poder real, aquel que el Señor "con su ejemplo nos ha enseñado", es "el poder del servicio".



"El verdadero poder es el servicio. Cómo lo hizo Él, que no vino para ser servido, sino para servir, y su servicio ha sido más bien el servicio de la Cruz. Jesús se humilló a sí mismo hasta la muerte, y a la muerte de Cruz por nosotros, para servirnos, para salvarnos. Y no hay otra forma en la Iglesia para seguir adelante.



Abajarse para progresar



Para el cristiano, ir hacia adelante, progresar, significa abajarse. Si no aprendemos esta regla cristiana, nunca, nunca seremos capaces de entender el verdadero mensaje de Jesús sobre el poder".



Progresar, agregó, "significa abajarse", "estar siempre al servicio". Y en la Iglesia, añadió, "el más grande es el que sirve, el que está más al servicio de los demás". Esa “es la regla". Y, sin embargo, añadió Francisco, desde el principio hasta ahora ha habido "luchas por el poder en la Iglesia", incluso "en nuestra forma de hablar".



Porque "cuando una persona le damos un encargo, que según los ojos del mundo es un encargo superior, se dice: 'Ah, esta mujer ha sido ascendida a presidenta de esa asociación, o este hombre fue promovido...'. Este verbo, promover; sí, es un hermoso verbo, se debe utilizar en la Iglesia. Sí, ha sido ascendido a la Cruz, fue promovido a la humillación. Esa es la verdadera promoción, ¡aquella que nos ‘asemeja’ mejor a Jesús!".



El papa recordó así que san Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales, pedía al Señor Crucificado "la gracia de la humillación". Esto, reiteró, es "el verdadero poder del servicio de la Iglesia". Este es el verdadero camino de Jesús, la verdadera promoción y no aquellas mundanas:



"El camino del Señor es Su servicio: como Él ha hecho Su servicio, tenemos que ir tras él, por el camino del servicio. Ese es el verdadero poder en la Iglesia. Quisiera orar hoy por todos nosotros, para que el Señor nos dé la gracia de comprender que el verdadero poder en la Iglesia es el servicio. Y también para comprender aquella regla de oro que Él nos enseñó con su ejemplo: para un cristiano, progresar, avanzar, significa abajarse, abajarse... Le pedimos esta gracia".



¿Hay Papas “mejores” que otros?

¿Hay Papas “mejores” que otros?



Últimamente se habla mucho del Santo Padre Francisco desde un plano comparativo con sus antecesores. Lamento la pobreza de algunas comparaciones. Si usa o no zapatos rojos, si la Cruz que lleva puesta, la silla dónde se sienta, etc.. Hay argumentos para ambos lados de las comparaciones; es decir, algunos podrán decir que la pobreza que demuestra el Santo Padre por no utilizar algunos artículos es ejemplar porque se aleja de lo ostentoso. Otros podrán decir que el desapego a las cosas materiales es la verdadera pobreza y, que seguir con la misma cruz, zapatos, pantalones, etc. puede ser apego ya que nada es nuestro y precisamente dejarlo todo demuestra mayor pobreza en ese desprendimiento de lo material.

Prácticamente todas esas “cosas” que “usan” los Papas no son de ellos, ¿alguien leyó el testamento del Beato Juan Pablo II? No fue dueño de nada; se sentó en una silla muy “ostentosa” pero de una forma obediente y humilde. Queda claro que entregó hasta la última gota, quedó exprimido hasta el final ¿quién no lo recuerda intentando hablar?

Y ¿qué decir de Benedicto XVI? afrontando con humildad y valentía los numerosos embates, temas complicados y muy mediáticos; su calidad de respuestas, cantidad de trabajo, libros, escritos, homilías, encíclicas, reuniones… que, con más de 80 años de edad entregaba al mundo mostraron el camino a más de mil millones de Católicos; la cantidad de oración detrás de cada palabra escrita, de sacrificio, de esfuerzo contra las limitaciones humanas propias de la edad. No se necesitan más pruebas para ver el acierto del cónclave en “escuchar” al Espíritu Santo y que Benedicto XVI haya sido y sea para toda la Iglesia el mensajero de Dios que es.

Ahora, con el Papa Francisco, tenemos ejemplo de Caridad y de acción, es una invitación para que éste sea el momento de actuar de forma constante, como testigos. El Papa Francisco ha recibido y cultivado unas gracias ejemplares que Dios le ha dado para guiarnos, para seguir buscando a las ovejas extraviadas, para invitarnos y motivarnos a ser Cristianos, a recodar que todo se resume en una relación personal con Cristo y por efecto a las obras, al testimonio.

Me parece que las comparaciones, no van de sillas, oro o bordados más o menos vistosos... vamos, que se trata de seguir a Cristo. En Blogueros con el Papa: “Desde sus orígenes, Blogueros con el Papa ha perseguido como principal finalidad su unión y apoyo incondicional a la persona del Romano Pontífice y al ministerio por él ejercido. Ésta es al mismo tiempo la nota distintiva de los miembros y la finalidad principal de la Asociación.”

Las redes sociales son un medio actual. Una parte cada vez más integral de nuestra vida y hay que usarlas bien, hay que ahogar con “abundancia de Bien” todo el mal que se hace en ellas. Es una forma de comunicación de hoy y medio de evangelización

El Papa Francisco es el Santo Padre, es quien dirige la barca, escogido por el Espíritu Santo que es Dios mismo, vamos a seguirlo, apoyarlo, escucharlo “incondicionalmente” y con mucha alegría igual que se ha seguido a los anteriores y a los que vengan.



Monday, May 20, 2013

mensajes del Papa en Pentecostes

Queridos hermanos y hermanas:

En este día, contemplamos y revivimos en la liturgia la efusión del Espíritu Santo que Cristo resucitado derramó sobre la Iglesia, un acontecimiento de gracia que ha desbordado el cenáculo de Jerusalén para difundirse por todo el mundo.


El Espíritu Santo, una fuerza irresistible

Pero, ¿qué sucedió en aquel día tan lejano a nosotros, y sin embargo, tan cercano, que llega adentro de nuestro corazón? San Lucas nos da la respuesta en el texto de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado (2,1-11). El evangelista nos lleva hasta Jerusalén, al piso superior de la casa donde están reunidos los Apóstoles. El primer elemento que nos llama la atención es el estruendo que de repente vino del cielo, «como de viento que sopla fuertemente», y llenó toda la casa; luego, las «lenguas como llamaradas», que se dividían y se posaban encima de cada uno de los Apóstoles. Estruendo y lenguas de fuego son signos claros y concretos que tocan a los Apóstoles, no sólo exteriormente, sino también en su interior: en su mente y en su corazón. Como consecuencia, «se llenaron todos de Espíritu Santo», que desencadenó su fuerza irresistible, con resultados llamativos: «Empezaron a hablar en o tras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse». Asistimos, entonces, a una situación totalmente sorprendente: una multitud se congrega y queda admirada porque cada uno oye hablar a los Apóstoles en su propia lengua. Todos experimentan algo nuevo, que nunca había sucedido: «Los oímos hablar en nuestra lengua nativa». ¿Y de qué hablaban? «De las grandezas de Dios».


Tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: novedad, armonía, misión

A la luz de este texto de los Hechos de los Apóstoles, deseo reflexionar sobre tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: novedad, armonía, misión.


1.La novedad

La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, prog ramamos, planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades, gustos. Y esto nos sucede también con Dios. Con frecuencia lo seguimos, lo acogemos, pero hasta un cierto punto; nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones; tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos. Pero, en toda la historia de la salvación, cuando Dios se revela, aparece su novedad, trasforma y pide confianza total en Él: Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva; Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa; Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad; los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el Evangelio. No es la novedad por la novedad, la búsqueda de lo nuevo para salir del aburrimiento, como sucede con frecuencia en nuestro tiempo. La novedad que Dios trae a nuestra vida es lo que verdaderamente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera serenidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien. Preguntémonos: ¿Estamos abiertos a las "sorpresas de Dios"? ¿O nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido la capacidad de respuesta?


2. La armonía

Una segunda idea: el Espíritu Santo, aparentemente, crea desorden en el Iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones; sin embargo, bajo su acción, todo esto es una gran riqueza, porque el Espí ritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía. En la Iglesia, la armonía la hace el Espíritu Santo. Un Padre de la Iglesia tiene una expresión que me gusta mucho: el Espíritu Santo "ipse harmonia est". Sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio, cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos, provocamos la división; y cuando somos nosotros los que queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. Si, por el contrario, nos dejamos guiar por el Espíritu, la riqueza, la variedad, la diversidad nunca provocan conflicto, porque Él nos impulsa a vivir la variedad en la comunión de la Iglesia. Caminar juntos en la Ig lesia, guiados por los Pastores, que tienen un especial carisma y ministerio, es signo de la acción del Espíritu Santo; la eclesialidad es una característica fundamental para los cristianos, para cada comunidad, para todo movimiento. La Iglesia es quien me trae a Cristo y me lleva a Cristo; los caminos paralelos son peligrosos. Cuando nos aventuramos a ir más allá (proagon) de la doctrina y de la Comunidad eclesial, y no permanecemos en ellas, no estamos unidos al Dios de Jesucristo (cf. 2Jn 9). Así, pues, preguntémonos: ¿Estoy abierto a la armonía del Espíritu Santo, superando todo exclusivismo? ¿Me dejo guiar por Él viviendo en la Iglesia y con la Iglesia?


3. La misión

El último punto. Los teólogos antiguos decían: el alma es una especie de barca de vela; el Espíritu Santo es el viento que sopla la vela para hacerla avanzar; la fuerza y el ímpetu del viento son los dones del Espíritu. Sin su fuerza, sin su gracia, no iríamos adelante. El Espíritu Santo nos introduce en el misterio del Dios vivo, y nos salvaguarda del peligro de una Iglesia gnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto; nos impulsa a abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio de la bondad del Evangelio, para comunicar el gozo de la fe, del encuentro con Cristo. El Espíritu Santo es el alma de la misión. Lo que sucedió en Jerusalén hace casi dos mil años no es un hecho lejano, es algo que llega hasta nosotros, que cada uno de nosotros podemos experimentar. 


El Pentecostés del cenáculo de Jerusalén es el inicio, un inicio que se prolonga. 

El Espíritu Santo es el don por excelencia de Cristo resucitado a sus Apóstoles, pero Él quiere que llegue a todos. Jesús, como hem os escuchado en el Evangelio, dice: «Yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros» (Jn 14,16). Es el Espíritu Paráclito, el «Consolador», que da el valor para recorrer los caminos del mundo llevando el Evangelio. El Espíritu Santo nos muestra el horizonte y nos impulsa a las periferias existenciales para anunciar la vida de Jesucristo. 

Preguntémonos si tenemos la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos, en nuestro grupo, o si dejamos que el Espíritu Santo nos conduzca a la misión.

La liturgia de hoy es una gran oración, que la Iglesia con Jesús eleva al Padre, para que renueve la efusión del Espíritu Santo. Que cada uno de nosotros, cada grupo, cada movimiento, en la armonía de la Iglesia, se dirija al Padre para pedirle este don. También hoy, como en su nacimiento, junto con María, la Igle sia invoca: 

«Veni Sancte Spiritus! - Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor». Amén.


«Un Cenáculo a cielo abierto». Papa Francisco en el Regina Caeli 


En el sugestivo marco de una colorida Plaza de San Pedro repleta de miles de fieles y peregrinos de los Movimientos y Asociaciones, experimentando «la belleza de la unidad, de ser una sola cosa», el Papa Francisco rezó poco después del mediodía la antífona mariana, instando a todos a «llevar siempre la fuerza del Evangelio». 

Palabras del Papa Francisco durante el rezo del Regina Caeli:

Queridos hermanos y hermanas,

está por concluir esta fiesta de la fe, iniciada ayer con la Vigilia y culminada esta mañana con la Eucaristía. Una renovada Pentecostés que ha transformado la Plaza de San P edro en un Cenáculo a cielo abierto. Hemos revivido la experiencia de la Iglesia naciente, unidos en oración con María, la Madre de Jesús (cfr Hch 1,14). También nosotros, en la variedad de los carismas, hemos experimentado la belleza de la unidad, de ser una sola cosa. Y esto es obra del Espíritu Santo, que crea siempre nuevamente la unidad en la Iglesia.

Quisiera agradecer a todos los Movimientos, las Asociaciones, las Comunidades, las Agregaciones eclesiales. ¡Son un don y una riqueza para la Iglesia! Agradezco, de manera particular, a todos ustedes que han venido de Roma y de tantas partes del mundo. ¡Lleven siempre la fuerza del Evangelio! ¡Tengan siempre el gozo y la pasión por la comunión en la Iglesia! ¡El Señor resucitado esté siempre con ustedes y la Virgen los proteja! 

Recordamos en la oración las poblaciones de Emilia Romaña que el 20 de mayo del a&nt ilde;o pasado fueron azotadas por un terremoto. Rezo también por la Federación Italiana de las Asociaciones de Voluntariado en Oncología. 

Friday, May 17, 2013

la tentacion del dinero y de la vanidad para los sacerdotes y obispos

Recen por los sacerdotes y por los obispos para que no cedan a la tentación del dinero y de la vanidad, sino para que estén al servicio del pueblo de Dios."
-Papa Francisco-




EL PAPA: RECEN POR LOS SACERDOTES Y LOS OBISPOS PARA QUE NO CEDAN A LA TENTACIÓN DEL DINERO Y DE LA VANIDAD

Recen por los sacerdotes y por los obispos para que no cedan a la tentación del dinero y de la vanidad, sino para que estén al servicio del pueblo de Dios: es la exhortación del Papa Francisco, en su homilía de la misa que celebró ayer en la capilla de Santa Marta, y a la que asistió un grupo de empleados de Radio Vaticano.

El Papa comenzó su homilía comentando un pasaje de los Hechos de los Apóstoles en el que Pablo exhorta a los ancianos de la Iglesia de Éfeso a vigilar sobre sí mismos y sobre todo el rebaño, a ser pastores atentos a los “lobos crueles”. Es una de las “más bellas páginas del Nuevo Testamento” – dijo Francisco – “llena de ternura y de amor pastoral”, en la que se destaca “la bella relación del obispo con su pueblo”. Y explica que los obispos y los sacerdotes están al servicio de los demás, para custodiar, edificar y defender al pueblo. Es, dijo el Papa, “una relación de protección, de amor entre Dios y el pastor y del pastor y el pueblo”:

“Al fin y al cabo un obispo no es obispo para sí mismo, lo es para el pueblo; y un sacerdote no es sacerdote para sí mismo, lo es para el pueblo: al servicio del pueblo, para hacer crecer, para pastorear al pueblo, al propio rebaño, ¿no? Para defenderlo de los lobos. ¡Es bello pensar esto! Cuando en este camino el obispo hace eso, la relación con el pueblo es bella, como el obispo Pablo hizo con su pueblo, ¿no? Y cuando el sacerdote tiene esta bella relación con el pueblo, nos da amor: hay amor entre ellos, un verdadero amor, y la Iglesia está unida”.

La relación del obispo y del sacerdote con el pueblo – siguió explicando el Papa – es una relación “existencial, sacramental”. Y añadió: “Nosotros tenemos necesidad de sus oraciones”, porque “también el obispo y el sacerdote pueden ser tentados”. Los obispos y los sacerdotes deben rezar tanto, anunciar a Jesucristo Resucitado y “predicar con valor el mensaje de salvación”. “Pero también nosotros somos hombres y somos pecadores”; y "somos tentados". Y se preguntó ¿cuáles son las tentaciones de los obispos y de los sacerdotes?

“San Agustín, comentando al profeta Ezequiel, habla de dos: la riqueza, que puede llegar a convertirse en avaricia; y la vanidad. Y dice: ‘Cuando el obispo, el sacerdote, se aprovecha de las ovejas para sí mismo, el movimiento cambia: no es el sacerdote, el obispo para el pueblo, sino el sacerdote y el obispo que toma del pueblo. San Agustín dice: ‘Toma la carne para comerse a la oveja, se aprovecha; hace negocios y está apegado al dinero; se vuelve avaro y también tantas veces simoníaco. O se aprovecha de la lana por vanidad, para ensalzarse”.

De este modo – observó el Papa – “cuando un sacerdote, un obispo va detrás del dinero, el pueblo no lo ama, y esto es un signo. Pero él mismo termina mal”. San Pablo recuerda que ha trabajado con sus manos, “no tenía una cuenta en el banco, trabajaba. Y cuando un obispo, un sacerdote va por el camino de la vanidad, entra en el afán de hacer carrera – y hace tanto mal a la Iglesia – al final hace el ridículo, se vanagloria, le gusta hacerse ver, todo poderoso… ¡Y el pueblo no ama esto!”.

Recen por nosotros – repitió Francisco – “para que seamos pobres, para que seamos humildes, mansos, al servicio del pueblo”. Y, por último, sugirió que se lea el capítulo 20, versículos del 28 al 30 de los Hechos de los Apóstoles, donde Pablo dice: “Tengan cuidado de ustedes y de toda la grey, en medio de la cual les ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que Él se adquirió con la sangre de su propio hijo. Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre ustedes lobos crueles que no perdonarán al rebaño; y también que de entre ustedes mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí”.

“Lean esta bella página y leyéndola, recen, recen por nosotros los obispos y por los sacerdotes”, dijo Francisco. Y añadió: “Porque nosotros tenemos tanta necesidad de permanecer fieles, para ser hombres que vigilan sobre el rebaño y también sobre nosotros mismos”, para que nuestro corazón esté siempre dirigido hacia su grey. Y también para que el Señor nos defienda de las tentaciones, porque si nosotros vamos por los caminos de las riquezas, si vamos por el camino de la vanidad, nos convertimos en lobos y no en pastores. Recen por esto, lean esto y recen. Así sea”.



Wednesday, May 15, 2013

El Espiritu Santo es una persona divina

El Espíritu Santo, persona divina


Él siempre ha permanecido en la Iglesia de Cristo, vivificándola y santificándola.







Quizás, para un número no pequeño de cristianos, desgraciadamente, el Espíritu Santo no signifique gran cosa en sus vidas. Incluso, como pasó a un grupo de la primitiva comunidad de Corinto, lleguen a ignorar su identidad y con qué bautizo fueron bautizados. En el credo niceno-constantinopolitano, que a menudo rezamos los participantes en la eucaristía dominical, proclamamos y profesamos nuestra fe con estas palabras de la Iglesia: "Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo, recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas".



Es pues, el Espíritu Santo, persona divina; verdad que niegan los testigos de Jehová, para quienes sólo es "la fuerza activa de Dios", negándole los demás atributos divinos, idénticos al Padre y al Hijo.



Parece poco probable, es cierto, que los evangelistas, hayan oído hablar de la Tercera Persona de la Sma. Trinidad, al realzar la obra del Espíritu Santo, en la obra terrenal de Cristo. Pero la fórmula trinitaria integrada en la última secuencia de MATEO ("Id pues, y haced discípulos de todos los hombres, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo "...) subraya, sin lugar a dudas, la existencia personal y distinta del Espíritu, en una única naturaleza divina, de tal manera como lo hace con las del Padre y del Hijo. Según el libro de los Hechos descendió sobre la Iglesia el día de Pentecostés. Su activa presencia se muestra -según había prometido Jesús- de forma sorprendente a través de los acontecimientos relatados, de forma que pudo denominarse a este libro del N.T. "El evangelio del Espíritu Santo".



Sabemos que los artistas de todos los tiempos han representado al Espíritu Santo en forma de paloma o de lenguas de fuego, símbolos tomados de las sagradas Escrituras. Él siempre ha permanecido en la Iglesia de Cristo, vivificándola y santificándola con sus siete dones, produciendo abundantes y maravillosos frutos de santidad a lo largo de veinte siglos. Nunca ha faltado su asistencia de modo especial al Vicario de Cristo en la tierra, para que pueda guiar a sus hermanos en la verdad revelada, sin error hasta el final de los siglos.



Todos los cristianos debemos encomendarnos a Él, invocándole muy a menudo, con jaculatorias y con oraciones, procurando que su santa gracia -su luz y su fuerza -guíen y acompañen siempre a su Iglesia y a cuantos tenemos la suerte de formar parte de ella.



Como conclusión trascribo aquí una preciosa invocación al Espíritu Santo:



Envía, Señor, tu Espíritu, que renueve nuestros corazones. Envíanos, Señor, tu luz y tu calor, que alumbre nuestros paso, que encienda nuestro amor. Envíanos tu Espíritu y un rayo de tu luz, encienda nuestras vidas en llamas de virtud. Envíanos, Señor, tu fuerza y tu valor, que libre nuestros miedos, que anime nuestro ardor; envíanos tu Espíritu, impulso creador, que infunda en nuestras vidas la fuerza de su amor. Envíanos, Señor, la luz de tu verdad, que alumbre tantas sombras de nuestro caminar; envíanos tu Espíritu, su don renovado, engendre nuevos hombres con nuevo corazón..