Wednesday, April 30, 2014

Entender las cosas como las entiende Dios, es efecto del don de inteligencia que infunde en nosotros el Espíritu (Francisco)

Entender las cosas como las entiende Dios, es efecto del don de inteligencia que infunde en nosotros el Espíritu, explica Francisco





Jesús ha querido enviarnos el Espíritu Santo para que nosotros tengamos este don, para que todos nosotros podamos entender las cosas como Dios las entiende, con la inteligencia de Dios –expresó Papa Francisco en la Catequesis sobre el segundo don del Espíritu Santo-. “Es un hermoso regalo que el Señor nos ha hecho a todos nosotros –dijo. Es el don con el cual el Espíritu Santo nos introduce en la intimidad con Dios y nos hace partícipes del designio de amor que Él tiene con nosotros”.

El Obispo de Roma manifestó que el don del entendimiento está estrechamente relacionado con la fe; que “cuando el Espíritu Santo habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente, nos hace crecer día a día en la comprensión de lo que el Señor ha dicho y hecho”.

El Sucesor de Pedro afirmó que “el mismo Jesús ha dicho a sus discípulos: yo les enviaré el Espíritu Santo y él les hará entender todo lo que yo les he enseñado. Entender las enseñanzas de Jesús, entender su Palabra, entender el Evangelio, entender la Palabra de Dios. Uno puede leer el Evangelio y entender algo, pero si nosotros leemos el Evangelio con este don del Espíritu Santo, podemos entender la profundidad de las palabras de Dios. Y este es un gran don, un gran don que todos nosotros debemos pedir y pedirlo juntos: ¡Danos Señor el don del entendimiento!”

Y citando el relato de los discípulos de Emaús dijo: “Esto es lo que hace el Espíritu Santo con nosotros: nos abre la mente, nos abre para entender mejor, para entender mejor las cosas de Dios, las cosas humanas, las situaciones, todas las cosas. ¡Es importante el don del entendimiento para nuestra vida cristiana! Pidámoslo al Señor, que nos dé, que nos dé a todos nosotros este don para entender cómo entiende Él las cosas que suceden, y para entender, sobre todo, la palabra de Dios en el Evangelio


Texto completo de la catequesis del Papa traducida al español:

Los dones del Espíritu: el Entendimiento
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Después de haber examinado la sabiduría, como el primero de los siete dones del Espíritu Santo, hoy quisiera centrar la atención sobre el segundo don, es decir, el entendimiento. No se trata aquí de la inteligencia humana, de la capacidad intelectual de la cual podemos ser más o menos dotados. Es, en cambio, una gracia que sólo el Espíritu Santo puede infundir y que suscita en el cristiano la capacidad de ir más allá del aspecto externo de la realidad y escrutar las profundidades del pensamiento de Dios y de su designio de salvación.

El apóstol Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Corinto, describe bien los efectos de este don, es decir, qué cosa hace este don del entendimiento en nosotros. Y Pablo dice esto: “lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman. Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu…” (1Cor, 2,9-10). Esto obviamente no significa que un cristiano pueda comprender cada cosa y tener un conocimiento pleno de los designios de Dios: todo esto queda en espera de manifestarse en toda su limpidez cuando nos encontraremos ante la presencia de Dios y seremos de verdad una cosa sola con Él. Pero como sugiere la palabra misma, el entendimiento permite “intus legere”, es decir, “leer dentro” y este don nos hace entender las cosas como las entendió Dios, como las entiende Dios, con la inteligencia de Dios. Porque uno puede entender una situación con la inteligencia humana, con prudencia, y está bien. Pero, entender una situación en profundidad como la entiende Dios es el efecto de este don. Y Jesús ha querido enviarnos el Espíritu Santo para que nosotros tengamos este don, para que todos nosotros podamos entender las cosas como Dios las entiende, con la inteligencia de Dios. Es un hermoso regalo que el Señor nos ha hecho a todos nosotros. Es el don con el cual el Espíritu Santo nos introduce en la intimidad con Dios y nos hace partícipes del designio de amor que Él tiene con nosotros.

Es claro, entonces, que el don del entendimiento está estrechamente relacionado con la fe. Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente, nos hace crecer día a día en la comprensión de lo que el Señor ha dicho y hecho. El mismo Jesús ha dicho a sus discípulos: yo les enviaré el Espíritu Santo y él les hará entender todo lo que yo les he enseñado. Entender las enseñanzas de Jesús, entender su Palabra, entender el Evangelio, entender la Palabra de Dios. Uno puede leer el Evangelio y entender algo, pero si nosotros leemos el Evangelio con este don del Espíritu Santo, podemos entender la profundidad de las palabras de Dios. Y este es un gran don, un gran don que todos nosotros debemos pedir y pedirlo juntos: ¡Danos Señor el don del entendimiento!

Hay un episodio del Evangelio de Lucas, que expresa muy bien la profundidad y la fuerza de este don. Después de ser testigos de la muerte en la cruz y la sepultura de Jesús, dos de sus discípulos, decepcionados y tristes, se van de Jerusalén y vuelven a su aldea llamada Emaús. Mientras están en camino, Jesús resucitado se une a ellos y empieza a hablarles, pero sus ojos, velados por la tristeza y la desesperación, no son capaces de reconocerlo. Jesús camina con ellos, pero ellos estaban tan tristes, tan desesperados que no lo reconocen. Pero cuando el Señor les explica las Escrituras, para que entiendan que Él debía sufrir y morir para luego resucitar, sus mentes se abren y en sus corazones se reaviva la esperanza (cf. Lc 24,13-27 ). Y esto es lo que hace el Espíritu Santo con nosotros: nos abre la mente, nos abre para entender mejor, para entender mejor las cosas de Dios, las cosas humanas, las situaciones, todas las cosas.

¡Es importante el don del entendimiento para nuestra vida cristiana! Pidámoslo al Señor, que nos dé, que nos dé a todos nosotros este don para entender cómo entiende Él las cosas que suceden, y para entender, sobre todo, la palabra de Dios en el Evangelio. Gracias.

Wednesday, April 16, 2014

Papa Francisco: La Resurrección no es el final feliz de un cuento de hadas

Papa Francisco: La Resurrección no es el final feliz de un cuento de hadas

Papa Francisco / Foto: ACI Prensa
Papa Francisco / Foto: ACI Prensa En su Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco reflexionó sobre la pasión del Señor y afirmó que “la resurrección de Jesús no es el final feliz de un cuento de hadas, no es un final feliz de una película, sino que es la intervención de Dios Padre, allí donde está desecha la esperanza humana”.
Ante los miles de fieles presentes en la Plaza de San Pedro, el Papa indicó que aunque los hombres esperan que Dios en su omnipotencia derrote la injusticia, el mal, el pecado y el sufrimiento con una victoria divina triunfante, Él “muestra una victoria humilde que humanamente parece un fracaso”, pues la pasión y muerte de Jesús es un camino “que no corresponde a los criterios humanos”.
A continuación el texto completo de la catequesis de este miércoles gracias a Radio Vaticano:
"El camino de la humillación de Cristo"
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy, en medio de la Semana Santa, la liturgia nos presenta aquel episodio triste, la historia de la traición de Judas, que va ante los jefes del Sanedrín para regatear y entregarles a su Maestro. ¿Cuánto me dan si yo se los entrego? Y Jesús, desde aquel momento tiene un precio. Este acto dramático marca el inicio de la Pasión de Cristo, un doloroso camino que Él elige con libertad absoluta. Y lo dice claramente Él mismo: "yo doy mi vida …Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de retomarla". Y así, comienza ese camino de la humillación, de la expoliación, con esta traición. Jesús, como si estuviera en el mercado: "esto cuesta 30 denarios" y Jesús recorre este camino de humillación y de la expoliación hasta el final.
Jesús alcanza la humillación completa con la "muerte en cruz". Se trata de la peor de las muertes, destinada a los esclavos y a los delincuentes. Jesús era considerado un profeta, pero muere como un delincuente. Observando a Jesús en su pasión, vemos como en un espejo, también los sufrimientos de toda la humanidad y encontramos la respuesta divina al misterio del mal, del dolor, de la muerte. Y muchas veces sentimos horror ante el mal y el dolor que nos rodea y nos preguntamos: "¿Por qué Dios permite esto?”. Es una herida profunda para nosotros ver el sufrimiento y la muerte, ¡sobre todo la de los inocentes! Cuando vemos sufrir a los niños es una herida en el corazón, es el misterio del mal y Jesús toma todo este mal, todo este sufrimiento sobre sí mismo.
Esta semana nos hará bien a todos nosotros mirar el Crucifijo, besar las llagas de Jesús, besarlas en el Crucifijo. Él ha tomado sobre Él todo el sufrimiento humano, se ha “vestido” de ese sufrimiento.
Nosotros esperamos que Dios en su omnipotencia derrote la injusticia, el mal, el pecado y el sufrimiento con una triunfante victoria. Dios nos muestra, en cambio, una humilde victoria que humanamente parece un fracaso. Y podemos decir, Dios vence en la derrota precisamente. El Hijo de Dios, de hecho, aparece en la cruz como un hombre derrotado: sufre, es traicionado, insultado y finalmente muere. Jesús permite que el mal se ensañe con Él y lo toma sobre sí para vencerlo. Su pasión no es un accidente; su muerte - aquella muerte - estaba "escrita". De verdad, no tenemos tanta explicación, es un misterio desconcertante, el misterio de la gran humildad de Dios: “Dios - en efecto - amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único”.
La pasión y la muerte de Jesús y las frustraciones de tantas esperanzas humanas son el camino real a través del cual Dios obra nuestra salvación. Un camino que no corresponde a los criterios humanos, es más, los abate. En sus heridas somos curados.
Esta semana, pensemos tanto en el dolor de Jesús, y digámonos a nosotros mismos: “¡y ésto es por mí!” Aunque yo hubiera sido la única persona en el mundo, Él lo habría hecho. ¡Lo ha hecho por mí! Y besemos el Crucifijo y digamos: “por mí, gracias Jesús, por mí”.
Y cuando todo parece perdido, cuando no queda ninguno porque herirán "al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño", es entonces cuando Dios interviene con el poder de la resurrección. La resurrección de Jesús no es el final feliz de un cuento de hadas, no es un final feliz de una película, sino que es la intervención de Dios Padre, allí donde está desecha la esperanza humana. En el momento en el cual todo parece perdido, en el momento del dolor en el cual tantas personas sienten la necesidad de bajar de la cruz, es el momento más cercano a la resurrección. La noche se hace más oscura justamente antes de que empiece la mañana, antes que comience la luz. En el momento más oscuro interviene Dios y resucita.
Jesús, quien optó seguir por este camino, nos llama a seguirlo en su propio camino de humillación. Cuando en ciertos momentos de la vida no encontramos vía de escape a nuestras dificultades, cuando precipitamos en la oscuridad más densa, es el momento de nuestra humillación y expoliación total, es el tiempo en el que experimentamos que somos débiles y pecadores, es entonces, en aquel momento, que no debemos enmascarar nuestro fracaso, sino abrirnos confiadamente a la esperanza en Dios, como hizo Jesús.
Queridos hermanos y hermanas, esta semana nos hará bien tomar el Crucifijo en la mano y besarlo tantas veces, y decir: “gracias Jesús, gracias Señor”. Así sea.

La Señal de la CRUZ

San Pablo en sus cartas hace contínuas alusiones a la cruz, ya como motivo de gloria para el cristiano, ya como emblema de la redención humana. En el libro del Apocalipsis se nos habla del signo con que fueron marcados los elegidos, con el siglo del Cordero, Cristo. En el catecismo se nos enseñaba que la señal del cristiano es la Santa Cruz, porque es el emblema de Cristo crucificado, que nos redimió en la Cruz. Y así ha sido desde los primeros tiempos del cristianismo. Ya a comienzos del siglo III un autor cristiano del norte de África, Tertuliano, reconocía que los cristianos utilizan el signo de la cruz en todo momento: A cada paso y a cada movimiento, cuantas veces entramos y salimos, al vestirnos o calzarnos, en el baño, en la mesa, al encender la lámpara, al acostarnos, al sentarnos, en cualquier cosa que nos empleemos, marcamos nuestras frentes con la señal de la cruz. Y a mediados del siglo III el obispo de Cartago, San Cipriano, animaba a los mártires diciéndole: Sea tu frente fortalecida, que la señal de Dios sea conservada intacta. San Cirilo, obispo de Jerusalén pedía sus feligreses: No nos avergoncemos, pues, de confesar al Crucificado. Sea la cruz nuestro sello, hecho por nuestros dedos, con resoluciones, sobre nuestra frente y sobre toda cosa; sobre el pan que comemos y las copas en que bebemos, en nuestras entradas y salidas, antes de nuestro sueño, al acostamos y le­vantárnos, cuando caminamos y cuando descansamos. El poeta hispano recomendaba que cuando el sueño te llame y te dirijas a tu casto lecho, la señal de,la cruz fortalezca tu frente y tu corazón. Como podemos ver, desde los primeros tiempos cristianos se usaba la cruz com,o signo de Cristo, al comienzo de todas las actividades: al salir y volver de casa, al comenzar a come, al retirarse a descansar.

A lo largo de la Edad Media los concilios diocesanos recomendaban a los sacerdotes que procuren que los muchachos de sus parroquias sepan la oración dominical, el Padrenuestro, el credo y la salutación a la Santísima Virgen, lo que hoy denominamos el Avemaría, y cómo se han de persignar debidamente.

El catecismo nos enseñaba que hay dos formas de usar la señal de la cruz que son signar y santiguar, y nos daba la explicación. Signarse es hacer tres cruces con el pulgar de la mano derecha; la primera en la frente; la segunda en los labios; la tercera en el pecho, hablando con Dios Nuestro Señor. Por el contrario santiguase es hacer una cruz con los dedos de la mano derecha de la frente hasta el pecho y desde el hombro izquierdo hasta el derecho, invocando a la Santísima Trinidad. Al santiguarse, ya desde los tiempos medievales, se le dio distintos significados, pero el más extendido es el trinitario: invocamos a la Stma. Trinidad con estas palabras: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, nombrando al Padre cuando tocamos la frente, al Hijo cuando tocamos el pecho y al Espíritu Santo cuando pasamos de un lado al otro. Al signarse o persignarse, el hacer una pequeña señal de la cruz, con el pulgar sobre frente, labios y pecho, con las palabras: Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros + enemigos, líbranos, Señor + Dios nuestro, se le dio el significado de pedir la protección divina contra los enemigos del cristianos, como recoge uno de los catecismos o manuales de la doctrina cristiana, que aunque del siglo XVI ha sido muy popular hasta nuestro tiempos: Todo fiel cristiano-está muy obligado a tener devoción de todo corazón a la santa Cruz de Cristo nuestra Luz, pues en ella quiso morir-que nos redimir de la cautividad de nuestro pecado, Y del enemigo malo y por tanto, te has de acostumbrar a signar y santiguar haciendo tres cruces. La primera en la frente la, Porque nos libre Dios de los malos pensamientos. La segunda en la boca porque nos libre Dios de las malas palabra. La tercera en los pechos porque nos libre Dios de las malas obras y deseos.

Wednesday, April 09, 2014

Ver con los ojos de Dios es la sabiduría del Espíritu Santo dice el Papa






Ver con los ojos de Dios es la sabiduría que el Espíritu Santo hace en nosotros en la intimidad con Dios, Francisco en la catequesis



 El Espíritu Santo es la linfa vital del amor de Dios que hace de nuestro corazón su morada. Es el don de Dios por excelencia que a quien lo recibe comunica diversos dones espirituales, explicó Francisco Papa en su catequesis sobre el dones del Espíritu de Dios.

El primero de estos dones –afirmó el Obispo de Roma- es la sabiduría, aquella de Salomón que no pidió a riqueza, éxito, fama, larga vida sino “un corazón dócil que sepa distinguir el bien del mal”. La sabiduría es lo que hace en nosotros el Espíritu para que veamos cada cosa con los ojos de Dios.

Esta sabiduría nace de la intimidad con Dios, en la cual el Espíritu nos hace contemplativos. Esta sabiduría no es una persona que sabe todo, sino que sabe cómo actúa Dios, cuando una cosa es de Dios y cuando no es de Dios. Es una experiencia sobrenatural que hace sentirse siempre con el Señor, entre sus manos, y compartir su alegría, su paz y su irrefrenable pasión por cada hombre.

Finalmente el Sucesor de Pedro aseveró que el Espíritu Santo hace que el cristiano tenga el gusto y el sabor de Dios y preguntó: ¿tiene mi vida el gusto y el sabor de Dios; el sabor del Evangelio, o es insípida?

(jesuita Guillermo Ortiz – RV).

Traducción de la catequesis que el Santo Padre pronunció en italiano:
Los dones del Espíritu: la Sabiduría

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy comenzamos un ciclo de reflexiones sobre los dones del Espíritu Santo. Ustedes saben que el Espíritu Santo constituye el alma, la linfa vital de la Iglesia y de cada cristiano: es el Amor de Dios que hace de nuestro corazón la morada y entra en comunión con nosotros. El Espíritu Santo siempre está con nosotros, siempre está con nosotros, está en nuestro corazón.

El Espíritu mismo es "el don de Dios" por excelencia (cf. Jn 4,10), es un regalo de Dios y a su vez comunica a quien lo recibe distintos dones espirituales. La Iglesia identifica siete, un número que indica simbólicamente plenitud, integridad; son aquellos que se aprenden en la preparación para el sacramento de la Confirmación y que invocamos en la antigua oración llamada "Secuencia del Espíritu Santo". Los dones del Espíritu Santo son sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

1. El primer don del Espíritu Santo, de acuerdo con esta lista, entonces es la sabiduría. Pero no se trata meramente de la sabiduría humana, no, esta sabiduría humana que es fruto del conocimiento y la experiencia. En las Escrituras se relata que Salomón, en el momento de su coronación como rey de Israel, había pedido el don de la sabiduría. He aquí que la sabiduría es precisamente esto: es la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios, es simplemente esto, es ver el mundo, ver las situaciones, las coyunturas, los problemas con los ojos de Dios. Esta es la sabiduría. Algunas veces nosotros vemos la cosa según nuestro gusto o según la situación de nuestro corazón, con amor o con odio, con envidia. Y no, este no es el ojo de Dios. La sabiduría es lo que hace el Espíritu Santo en nosotros para que nosotros veamos todas las cosas con los ojos de Dios. Es éste el don de la sabiduría.

2. Y obviamente que este don viene de la intimidad con Dios, de la relación íntima que nosotros tenemos con Dios, de la relación de hijos con el padre. Y el Espíritu Santo cuando tenemos esta relación nos da el don de la sabiduría. Y cuando estamos en comunión con el Señor, el Espíritu Santo es como si transfigurase nuestro corazón y le hiciera percibir todo su calor y su predilección.

3. El Espíritu Santo hace entonces al cristiano una persona "sabia". Esto, sin embargo, no en el sentido de que tiene una respuesta para todo, que lo sabe todo. Una persona sabia no tiene esto en el sentido de Dios, sino en el sentido de que "sabe" de Dios, sabe cómo actúa Dios, conoce cuando una cosa es de Dios y cuando no es de Dios; tiene esta sabiduría que Dios da a nuestros corazones. El corazón del hombre sabio en este sentido tiene el gusto y el sabor de Dios. ¡Y cuánto es importante que en nuestras comunidades haya cristianos así! Todo en ellos habla de Dios y se convierte en un signo hermoso y vital de su presencia y de su amor. Y esta es una cosa que no podemos improvisar, que no podemos obtener de nosotros mismos: es un don que Dios da a los que se hacen dóciles al Espíritu Santo.

Y nosotros tenemos dentro, en nuestro corazón, al Espíritu Santo; podemos escucharlo o, podemos no escucharlo. Si escuchamos al Espíritu Santo, Él nos enseña este camino de la sabiduría, nos regala la sabiduría que es ver con los ojos de Dios, sentir con los oídos de Dios, amar con el corazón de Dios, juzgar las cosas con el juicio de Dios. Esta es la sabiduría que nos regala el Espíritu Santo, y todos nosotros podemos tenerla. Sólo pídanla al Espíritu Santo. Pero, piensen en una madre, en su casa, con los niños, que cuando uno hace una cosa, el otro piensa otra, y la pobre madre va de un lado a otro, con los problemas de los niños. Y, cuando las madres se cansan y gritan a sus hijos ¿esto es sabiduría? ¿Regañar a los niños -les pregunto - es sabiduría? Qué dicen ustedes: ¿es sabiduría, o no? ¡No! En cambio, cuando la madre toma al niño y lo regaña dulcemente y le dice: "Pero, esto no se hace, por eso... ", y se lo explica con tanta paciencia, ¿esto es sabiduría de Dios? ¡Sí! Eso es lo que nos da el Espíritu Santo en la vida, ¿eh? Luego, en el matrimonio, por ejemplo, eh, los dos cónyuges -el marido y la mujer- se pelean y luego no se miran o, si se miran, se miran con la mala cara: ¿esto es la sabiduría de Dios? ¡No! En cambio, si se dice: "Va, ya pasó la tormenta, hagamos las paces", y recomienzan a ir adelante en paz: ¿esto es sabiduría? [La plaza: dice sí] Es éste: es el don de la sabiduría. Que venga a casa, para estar con los niños, con todos nosotros! Y eso no se aprende: esto es un don del Espíritu Santo. Para ello, tenemos que pedirle al Señor que nos dé el Espíritu Santo y que nos dé el don de la sabiduría, de aquella sabiduría de Dios que nos enseña a mirar con los ojos de Dios, a sentir con el corazón de Dios, a hablar con las palabras de Dios. Y así, con esta sabiduría, vamos adelante, construimos la familia, construimos la Iglesia y todos nos santificamos. Pidamos hoy la gracia de la sabiduría. Y pidámosla a la Virgen, que es la sede de la sabiduría, de este don: que Ella nos dé esta gracia. 

Texto completo del resumen de esta catequesis que el Papa Francisco

Comenzamos hoy una nueva serie de catequesis dedicadas a los siete dones del Espíritu Santo. El primer don es el de la sabiduría. Ésta no es fruto del conocimiento y la experiencia humana, sino que consiste en una luz interior que sólo puede dar el Espíritu Santo y que nos hace capaces de reconocer la huella de Dios en nuestra vida y en la historia. Esta sabiduría nace de la intimidad con Dios y hace del cristiano un contemplativo: todo le habla de Dios y todo lo ve como un signo de su amor y un motivo para dar gracias. 

Esto no significa que el cristiano tenga una respuesta para cada cosa, sino que tiene como el “gusto”, como el “sabor” de Dios, de tal manera que en su corazón y en su vida todo habla de Dios. 

También nosotros tenemos que preguntarnos si nuestra vida tiene el sabor del Evangelio; si los demás perciben que somos hombres y mujeres de Dios; si es el Espíritu Santo el que mueve nuestra vida o son en cambio nuestras ideas o propósitos. Qué importante es que en nuestras comunidades haya cristianos que, dóciles al Espíritu Santo, tengan experiencia de las cosas de Dios y comuniquen a los demás su dulzura y amor. 

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, México, Costa Rica, Argentina y otros países. 

Invito a todos a intensificar la preparación espiritual de las próximas fiestas de la Pascua del Señor, para que la acción del Espíritu Santo produzca en nosotros frutos de verdadera conversión y santidad. Que Dios los bendiga y muchas gracias. 


Tuesday, April 08, 2014

La Cruz no es un ornamento del altar, sino el misterio del amor de Dios, dijo el Papa






La Cruz no es un ornamento del altar, sino el misterio del amor de Dios, dijo el Papa en su homilía



“No existe un cristianismo sin la Cruz”. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice subrayó que “no tenemos posibilidad de salir solos de nuestro pecado” y reafirmó que la Cruz no es ornamento para colocarlo sobre el altar, sino el misterio del amor de Dios.
El pueblo murmuraba contra Dios y contra Moisés en su camino en el desierto. Pero cuando el Señor envió a las serpientes, este pueblo admitió su pecado y pidió un signo de salvación. El Papa se inspiró en la Primera lectura, tomada del Libro de los Números, para reflexionar sobre la muerte en el pecado. Y notó que Jesús, en el Evangelio del día, advierte a los fariseos diciéndoles: “Morirán en su pecado”:

“No hay posibilidad de salir solos de nuestro pecado. No hay posibilidad. Estos doctores de la ley, estas personas que enseñaban la ley, no tenían una idea clara sobre esto. Creían, sí, en el perdón de Dios, pero se sentían fuertes, suficientes, sabían todo. Y al final habían hecho de la religión, de la adoración a Dios, una cultura con los valores, las reflexiones, ciertos mandamientos de conducta para ser educados, y pensaban, sí, que el Señor puede perdonar, lo sabían, pero estaban demasiado lejos de todo esto”. 
El Papa también recordó que el Señor en el desierto ordena a Moisés que haga una serpiente y la ponga sobre un asta, y le dice que quien será mordido por las serpientes y la mirará permanecerá con vida. Pero ¿qué es la serpiente?, se preguntó el Papa. “La serpiente – dijo – es el signo del pecado”, como ya vemos en el Libro del Génesis cuando “la serpiente sedujo a Eva, proponiéndole el pecado”. Y Dios – prosiguió Francisco – manda que se eleve el “pecado como bandera de victoria”. Lo que no se comprende bien si no entendemos lo que Jesús nos dice en el Evangelio”.

Jesús dice a los judíos: “Cuando habrán levantado al Hijo del hombre, sabrán que yo soy”. Por lo tanto, – dijo el Papa – en el desierto se levantó el pecado, “pero es un pecado que busca la salvación, porque cura ahí”. Y subrayó que quien es elevado es el Hijo del hombre, el verdadero Salvador, Jesucristo:

“El cristianismo no es una doctrina filosófica, no es un programa de vida para sobrevivir, para ser educados, para hacer la paz. Éstas son consecuencias. El cristianismo es una persona, una persona elevada, en la Cruz, una persona que se anonadó a sí misma para salvarnos; se ha hecho pecado. Y así como en el desierto fue elevado el pecado, aquí ha sido elevado Dios, hecho hombre y hecho pecador por nosotros. Y todos nuestros pecados estaban allí. No se comprende el cristianismo sin entender esta humillación profunda del Hijo de Dios, que se humilló a sí mismo haciéndose siervo hasta la muerte y muerte de Cruz, para servir”.

Y por esto el Apóstol Pablo – prosiguió el Papa – “cuando dice de qué cosa se gloría Él – y también podemos decir de qué cosa nos gloriamos nosotros – Francisco dijo: “De nuestros pecados”. Nosotros – observó el Santo Padre – “no tenemos otras cosas de las cuales gloriarnos, ésta es nuestra miseria”. Y añadió que “de parte de la misericordia de Dios, nosotros nos gloriamos en Cristo crucificado”. Por esta razón, reafirmó, “no existe un cristianismo sin la Cruz y no existe una Cruz sin Jesucristo”.

El corazón de la salvación de Dios, dijo también el Papa, “es su Hijo, que tomó sobre sí todos nuestros pecados, nuestras soberbias, nuestras seguridades, nuestras vanidades, nuestras ganas de llegar a ser como Dios”. Por esto, exhortó, “un cristiano que no sabe gloriarse en Cristo crucificado no ha entendido lo que significa ser cristiano”. Nuestras llagas, prosiguió Francisco, “esas que deja el pecado en nosotros, sólo se curan con las llagas del Señor, con las llagas de Dios hecho hombre, humillado, aniquilado”. “Y éste – afirmó el Papa – es el misterio de la Cruz”:

“No es un ornamento, que nosotros debemos poner siempre en las iglesias, sobre el altar, allí. No es un símbolo que nos distingue de los demás. La Cruz es el misterio, el misterio del amor de Dios, que se humilla a sí mismo, se hace ‘nada’, se hace pecado. ¿Dónde está tu pecado? ‘No lo sé, tengo tantos aquí. No, tu pecado está allí, en la Cruz. Ve a buscarlo ahí, en las llagas del Señor, y tu pecado será curado, tus llagas serán curadas, tu pecado será perdonado. El perdón que nos da Dios no es cancelar una cuenta que tenemos con Él: el perdón que nos da Dios son las llagas de su Hijo en la Cruz, elevado sobre la Cruz. Que Él nos atraiga hacia Él, y que nosotros nos dejemos curar”.

Monday, April 07, 2014

La misericordia de Dios es una caricia sobre las heridas de nuestros pecados, dice el Papa

La misericordia de Dios es una caricia sobre las heridas de nuestros pecados, dice el Papa en su homilía



 La misericordia divina es una gran luz de amor y de ternura, es la caricia de Dios sobre las heridas de nuestros pecados. Lo afirmó el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. A partir del Evangelio de la adúltera perdonada el Papa Francisco explicó el significado de la misericordia de Dios. Se trata del conocido episodio en que los fariseos y los escribas llevan ante Jesús a una mujer sorprendida en adulterio y le preguntan qué hacer de ella, teniendo en cuenta que la ley de Moisés preveía la lapidación, por tratarse de un pecado considerado gravísimo.

“El matrimonio – afirmó el Papa – es el símbolo y también una realidad humana de la relación de Dios con su pueblo. Y cuando se arruina el matrimonio con un adulterio, se ensucia esta relación de Dios con el pueblo”. Pero los escribas y los fariseos plantean esta pregunta para tener un motivo para acusarlo: “Si Jesús hubiera dicho: ‘Sí, sí, adelante con la lapidación’, habrían dicho a la gente: ‘Pero éste es su maestro tan bueno… ¡Miren qué cosa ha hecho con esta pobre mujer!’. Y si Jesús hubiera dicho: ‘¡No, pobrecita! ¡Perdónenla!’, habrían dicho: ‘¡No cumple la ley!’… A ellos no les importaba la mujer; no les importaban los adúlteros, quizá alguno de ellos era adúltero… ¡No les importaba! ¡Sólo les importaba tender una trampa a Jesús!”. De ahí la respuesta del Señor: “¡Quien de ustedes esté sin pecado, arroje la primera piedra contra ella!”.

El Evangelio – observó el Papa – con “cierta ironía”, dice que los acusadores “se fueron, uno a uno, comenzando por los más ancianos. Se ve – dijo Francisco – que éstos en el banco del cielo tenían una buena cuenta corriente contra ellos”. Y Jesús permanece solo con la mujer, como un confesor, diciéndole: “Mujer, ¿dónde estoy? ¿Nadie te ha condenado? ¿Dónde estoy? Estamos solos, tú y yo. Tú ante Dios, sin las acusaciones, sin las habladurías. ¡Tú y Dios! ¿Nadie te ha condenado?”. La mujer responde: “¡Nadie Señor!”, pero no dice: “¡Ha sido una falsa acusación! ¡Yo no cometí adulterio!”, “reconoce su pecado”. Y Jesús afirma: “¡Ni siquiera yo te condeno! Ve, ve y de ahora en adelante no peques más, para no pasar un feo momento como este; para no pasar tanta vergüenza; para no ofender a Dios, para no ensuciar la hermosa relación entre Dios y su pueblo”. “¡Jesús perdona! – afirmó el Papa –. Pero aquí se trata de algo más que el perdón”:

“Jesús supera la ley y va más allá. No le dice: ‘¡El adulterio no es pecado!’. ¡No lo dice! Pero no la condena con la ley. Y éste es el misterio de la misericordia. Éste es el misterio de la misericordia de Jesús”.
“La misericordia – observó Francisco – es algo difícil de comprender”:

“Pero, ‘Padre, la misericordia ¿borra los pecados?’. ‘No, ¡lo que borra los pecados es el perdón de Dios!’. La misericordia es el modo con que Dios perdona. Porque Jesús podía decir: ‘Yo te perdono. ¡Ve!’, como dijo a aquel paralítico que le habían presentado desde el techo: ‘¡Te son perdonados tus pecados!’. Aquí dice: ‘¡Ve en paz!’. Jesús va más allá. Le aconseja que no peque más. Aquí se ve la actitud misericordiosa de Jesús: defiende al pecador de sus enemigos; defiende al pecador de una condena justa. También nosotros, cuántos de nosotros, quizá deberíamos ir al infierno, ¿cuántos de nosotros? Y esa condena es justa… y Él perdona más allá. ¿Cómo? ¡Con esta misericordia!”. 
“La misericordia – afirmó el Papa – va más allá y hace la vida de una persona de tal modo que el pecado es arrinconado. Es como el cielo”:

“Nosotros miramos el cielo, tantas estrellas, tantas estrellas; pero cuando sale el sol, por la mañana, con tanta luz, las estrellas no se ven. Y así es la misericordia de Dios: una gran luz de amor, de ternura. Dios perdona pero no con un decreto, sino con una caricia, acariciando nuestras heridas del pecado. Porque Él está implicado en el perdón, está implicado en nuestra salvación. Y así Jesús hace de confesor: no la humilla, no le dice ‘¡Qué has hecho, dime! ¿Y cuándo la has hecho? ¿Y cómo lo has hecho? ¿Y con quién lo has hecho?’. ¡No! ‘¡Ve, ve y de ahora en adelante no peques más!’. Es grande la misericordia de Dios, es grande la misericordia de Jesús. ¡Perdonarnos, acariciándonos!”.

Friday, April 04, 2014

Papa Francisco: La oración nos cambia el corazón y nos hace comprender mejor cómo es Dios

Papa Francisco: La oración nos cambia el corazón y nos hace comprender mejor cómo es Dios

Papa Francisco. Foto: ACI Prensa
Papa Francisco. Foto: ACI Prensa
 En su homilía en laMisa que celebró en la capilla de la Casa Santa Marta hoy, el Papa Francisco señaló que “la oración nos cambia el corazón” y “nos hace comprender mejor cómo es Dios”, por lo que debe hacerse con libertad e insistencia, como se le habla a un amigo.

El Santo Padre recordó en su homilía el diálogo de Dios con Moisés en el Monte Sinaí, en el que Moisés reza con fuerza para que el Señor no castigue a su pueblo por haber hecho un becerro de oro.

“Esta oración es una verdadera lucha con Dios. Una lucha del jefe del pueblo para salvar a su pueblo, que es el pueblo de Dios”, indicó el Papa, pues la oración debe ser “negociar con Dios”, llevando “argumentaciones”.

Al final, Moisés convence a Dios, indicó el Papa, y la lectura dice que “el Señor se arrepintió del mal que había amenazado hacer a su pueblo”. Pero Francisco cuestionó a continuación “¿pero, quién ha cambiado a quién? ¿Cambió el Señor? Yo creo que no”.

“El que cambió fue Moisés, porque Moisés creía que el Señor habría hecho esto, creía que el Señor habría destruido al pueblo, y recuerda qué bueno había sido el Señor con su pueblo, cómo lo había liberado de la esclavitud de Egipto y conducido con una promesa”.

“Y con estas argumentaciones, trata de convencer a Dios, pero en este proceso él vuelve a encontrar la memoria de su pueblo, y encuentra la misericordia de Dios. Moisés, que tenía miedo, miedo de que Dios hiciera esto, al final desciende del monte con algo grande en su corazón: nuestro Dios es misericordioso. Sabe perdonar. Vuelve sobre sus decisiones. Es un Padre”.

El Papa señaló que todo esto Moisés ya lo sabía, “pero lo sabía más o menos oscuramente y en la oración lo reencuentra. Esto es lo que hace la oración en nosotros: nos cambia el corazón”.

“La oración nos cambia el corazón. Nos hace comprender mejor cómo es nuestro Dios. Pero para esto es importante hablar con el Señor, no con palabras vacías. Jesús dice: ‘Como hacen los paganos’. No, no, hablar con la realidad: ‘Pero, mira, Señor, que tengo este problema, en la familia, con mi hijo, con este, con el otro… ¿Qué se puede hacer? ¡Pero mira que tú no me puedes dejar así!’. ¡Ésta es la oración! ¿Pero tanto tiempo lleva esta oración? Sí, lleva tiempo”.

El Santo Padre recordó que “la Biblia dice que Moisés hablaba cara a cara con el Señor, como con un amigo. Así debe ser la oración: libre, insistente, con argumentaciones”.

“Y también reprochando un poco al Señor: ‘Pero, tú me has prometido esto, y esto no lo has hecho…’, así, como se habla con un amigo. Abrir el corazón a esta oración”.

Francisco indicó que “Moisés bajó del monte fortalecido: ‘He conocido más al Señor’, y con esa fuerza que le había dado la oración, retoma su trabajo de conducir al pueblo hacia la Tierra prometida. Porque la oración fortalece: fortalece. Que el Señor nos dé a todos nosotros la gracia, porque rezar es una gracia”.

“En toda oración está el Espíritu Santo”, recordó el Papa, señalando que “no se puede rezar sin el Espíritu Santo. Es Él quien reza en nosotros, es Él quien nos cambia el corazón, es Él quien nos enseña a llamar a Dios ‘Padre’”.

“Pidamos al Espíritu Santo que Él nos enseñe a rezar, sí, como ha rezado Moisés, a negociar con Dios, con libertad de espíritu, con coraje. Y que el Espíritu Santo, que siempre está presente en nuestra oración, nos conduzca por este camino”, concluyó.

El Papa en Santa Marta: quien tiene poder intenta enjaulara los profetas, pero el Espíritu no se puede enjaular



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El Papa en Santa Marta: quien tiene poder intenta enjaulara los profetas, pero el Espíritu no se puede enjaular



“Cuando se anuncia el Evangelio podemos ser perseguidos”. Lo dijo el Papa Francisco en la misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Papa reiteró que hoy en día hay más mártires que en los primeros tiempos de la Iglesia, e instó a los fieles a no tener miedo a la incomprensión y a las persecuciones

El corazón de los malvados que se alejan de Dios que quiere apoderarse de la religión.
El Papa desarrolló su homilía, empezando por el pasaje del Libro de la Sabiduría, en la primera lectura. Y observó que los enemigos de Jesús tienden trampas, traman "calumnias, le quitan la fama". Es "como si prepararan un caldo para destruir al Justo". Y esto porque se opone a sus acciones, “reprocha los pecados contra la ley", les echa en cara "la transgresión contra la educación recibida". A lo largo de la historia de la salvación, observó el Santo Padre, "los profetas fueron perseguidos ", y el mismo Jesús lo dice a los fariseos. Siempre "en la historia de la salvación, en el tiempo de Israel, incluso en la Iglesia -dijo- los profetas fueron perseguidos". Perseguidos porque los profetas dicen: "¡Ustedes equivocaron el camino! Vuelvan al camino de Dios". Y esto, observó, "para las personas que tienen el poder de aquel mal camino, no le gusta”.

“El evangelio de hoy es claro, ¿no? Jesús se escondía, en estos últimos días, porque todavía no había llegado su hora; pero Él sabía cual habría sido su fin, cómo sería su fin. Y Jesús es perseguido desde el principio: recordemos cuando al inicio de su predicación regresa a su pueblo, va a la sinagoga y predica; inmediatamente después de una gran admiración inicial, empiezan: ‘¿Pero éste, sabemos de dónde es? ¿Este es uno de los nuestros? ¿Pero con qué autoridad viene a enseñarnos? ¿Dónde estudió?'. ¡Lo descalifican! Es el mismo discurso, ¿no? "¡Pero éste sabemos de dónde es! Cristo, en cambio, cuando vendrá nadie sabrá de dónde es!'. Descalificar al Señor, descalificar al profeta para quitarle la autoridad!”

Lo descalifican, dijo Francisco, "porque Jesús salía y hacía salir de aquel ambiente religioso cerrado, de aquella jaula". El profeta, reiteró el Papa, "lucha contra las personas que enjaulan el Espíritu Santo. ¡Y por eso es perseguido: siempre!". Los profetas "siempre son perseguido o incomprendidos -afirmó el Pontífice-, abandonados a un lado. ¡No les hacen lugar!". ¡Esta situación, no acabó con la muerte y resurrección de Jesús, continúa en la Iglesia! “Hostigamiento desde fuera y persecución desde dentro". Cuando leemos las vidas de los santos, dijo el Santo Padre Francisco: "cuántas incomprensiones, cuántas persecuciones han sufrido los Santos", "porque eran profetas”.

“También tantos pensadores de la Iglesia fueron perseguidos. Pienso en uno, ahora, en este momento, no lejos de nosotros, un hombre de buena voluntad, un profeta de verdad, que con sus libros reprochaba a la Iglesia de alejarse del camino del Señor. Pronto fue llamado al orden, sus libros puestos en el índice, le quitaron la cátedra y así para este hombre terminó su vida: no hace mucho de esto. ¡Pasó el tiempo y hoy es beato! ¿Pero cómo es que ayer era un hereje y hoy es beato? Porque 'ayer los que tenían el poder querían silenciarlo, ya que no les gustaba lo que decía. Hoy la Iglesia, que gracias a Dios sabe arrepentirse, dice: 'No, este hombre es bueno!'. Es más, está en el camino de la santidad: es un beato".

“Todas las personas que el Espíritu Santo escoge para decir la verdad al pueblo de Dios -añadió el Santo Padre - sufren persecución." Y Jesús "es el modelo, la imagen". El Señor tomó sobre Él "todas las persecuciones de su pueblo". Y aún hoy, observó con amargura Francisco, "los cristianos son perseguidos". "Me atrevo a decir -añadió- que tal vez haya tantos o más mártires ahora que en los orígenes", "porque a esta sociedad mundana, a esta sociedad demasiado tranquila, que no quiere problemas, le dicen la verdad, le anuncian a Jesucristo”:

“Pero existe la pena de muerte o el encarcelamiento por tener el Evangelio en casa, por enseñar el catecismo, hoy en alguna parte! Me decía un católico de estos países en los que no se puede orar juntos. ¡Está prohibido! Sólo se puede rezar solos o escondidos. Pero ellos quieren celebrar la Eucaristía y ¿cómo pueden hacerlo? Hacen una fiesta de cumpleaños, fingen celebrar el cumpleaños y allí celebran la Eucaristía, antes de la fiesta. ¡Y esto ha sucedido! Cuando ven que llega la policía, rápidamente ocultan todo y 'Felicidad, felicidad. ¡Feliz cumpleaños! 'Y prosigue con la fiesta. Luego, cuando se van, terminan la Eucaristía. Así tienen que hacer, ya que está prohibido rezar juntos. ¡Hoy en día!

Y esta historia de persecución, remarca “el camino del Señor, es el camino de los que siguen al Señor. "Pero, al final, termina siempre de nuevo, como el Señor: con una Resurrección, pero ¡pasando por la Cruz!". Francisco dirigió su pensamiento al padre Matteo Ricci, evangelizador de China, que "no fue comprendido, que no fue entendido. ¡Pero él obedeció como Jesús!” Siempre "¡habrán persecuciones, incomprensiones! Pero Jesús es el Señor, y ese es el desafío y la Cruz de nuestra fe". Que el Señor, concluyó el Papa, "nos dé la gracia para seguir su camino y, si ocurre, incluso con la cruz de la persecución."






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Wednesday, April 02, 2014

Aunque vuelen platos el amor es más fuerte, dijo el Papa

Aunque vuelen platos el amor es más fuerte, dijo el Papa

 Hay muchas dificultades y problemas en la familia - expresó Francisco Papa - y a veces hasta vuelan los platos, pero es importante que no termine el día sin hacer las paces con un pequeño gesto, una caricia. El secreto es que el amor es más fuerte que el momento de la pelea.Con la oración del uno por el otro y las tres palabras claves de una familia: permiso, gracias y perdón, se puede llevar adelante la vida con el coraje de querer vivirla juntos. Y esto es muy grande y bello, afirmó el Obispo de Roma en la catequesis sobre el sacramento del matrimonio, donde fundamentó que: somos creados para amar como reflejo de Dios y de su amor. Dios, que creó al hombre a su imagen, capaz de amar; “hombre y mujer los creó”. Dios se refleja en ellos, explicó Francisco.

El Sacramento confiere a los esposos una misión: manifestar en las cosas simples y cotidianas el amor de Cristo a su Iglesia, entregándose en la fidelidad y el servicio.
Este gran misterio se vive en la fragilidad, insistió el Vicario de Cristo. No faltan las dificultades, por eso es importante la oración para fortalecer el vínculo.

Y en español, Francisco Papa, concluyó invitando a todos a dar gracias a Dios por tantas familias que animan nuestras comunidades cristinas, ofreciendo un hermoso testimonio de fe. Recemos también - pidió - por los matrimonios en dificultad, para que el Señor les regale abundantemente su misericordia y los sostenga en medio de las pruebas.






Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

hoy concluimos el ciclo de catequesis sobre los Sacramentos hablando del Matrimonio. Este Sacramento nos conduce al corazón del designio de Dios, que es un designio de alianza con su pueblo, con todos nosotros, un designio de comunión. Al inicio del libro del Génesis, el primer libro de la Biblia, como coronación del relato de la creación, se dice: “Dios creó el hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer… Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne”. (Gen 1,27; 2,24). La imagen de Dios es la pareja matrimonial, el hombre y la mujer, los dos. No solamente el varón, el hombre, no sólo la mujer, no, los dos. Y ésta es la imagen de Dios: es el amor, la alianza de Dios con nosotros está allí, está representada en aquella alianza entre el hombre y la mujer. Y esto es muy bello, es muy bello.
Somos creados para amar, como reflejo de Dios y de su amor. Y en la unión conyugal el hombre y la mujer realizan esta vocación en el signo de la reciprocidad y de la comunión de vida plena y definitiva.

1. Cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del Matrimonio, Dios, por así decir, se “refleja” en ellos, imprime en ellos los propios lineamientos y el carácter indeleble de su amor. Un matrimonio es la imagen del amor de Dios con nosotros, es muy bello. También Dios, en efecto, es comunión: las tres Personas del Padre, el Hijo y del Espíritu Santo viven desde siempre y para siempre en unidad perfecta. Y es justamente éste el misterio del Matrimonio: Dios hace de los dos esposos un sola existencia. Y la Biblia es fuerte dice “una sola carne”, ¡así intima es la unión del hombre y de la mujer en el matrimonio! Y es justamente este el misterio del matrimonio. Es el amor de Dios que se refleja en el matrimonio, en la pareja que decide vivir juntos y por esto el hombre deja su casa, la casa de sus padres, y va a vivir con su mujer y se une tan fuertemente a ella que se transforman, dice la Biblia, en una sola carne. No son dos, es uno.

2. San Pablo, en la Carta a los Efesios, pone de relieve que en los esposos cristianos se refleja un misterio “grande”: la relación establecida por Cristo con la Iglesia, una relación nupcial (cf. Ef 5 0,21-33). La Iglesia es la esposa de Cristo: esta relación. Esto significa que el matrimonio responde a una vocación específica y debe ser considerado como una consagración (cf. Gaudium et spes, 48; Familiaris consortio, 56). Es una consagración. El hombre y la mujer están consagrados por su amor, por amor. Los cónyuges, de hecho, por la fuerza del Sacramento, están investidos por una verdadera y propia misión, de modo que puedan hacer visible, a partir de las cosas simples, comunes, el amor con que Cristo ama a su Iglesia y continúa dando la vida por ella, en la fidelidad y en el servicio.

3. ¡Realmente es un designio maravilloso aquel que es inherente en el sacramento del Matrimonio! Y se lleva a cabo en la simplicidad y también la fragilidad de la condición humana. Sabemos muy bien cuántas dificultades y pruebas conoce la vida de dos esposos... Lo importante es mantener vivo el vínculo con Dios, que es la base del vínculo matrimonial.

El verdadero vínculo es siempre con el Señor. Cuando la familia reza, el vínculo se mantiene. Cuando el esposo reza por la esposa y la esposa reza por el esposo ese vínculo se hace fuerte. Uno reza con el otro. Es verdad que en la vida matrimonial hay tantas dificultades, ¿tantas no? Que el trabajo, que el sueldo no alcanza, los chicos tienen problemas, tantas dificultades. Y tantas veces el marido y la mujer se ponen un poco nerviosos y pelean entre ellos, ¿o no? Pelean, ¿eh? ¡Siempre! Siempre es así: ¡siempre se pelea, eh, en el matrimonio! Pero también, algunas veces, vuelan los platos ¿eh? Ustedes se ríen, ¿eh? Pero es la verdad. Pero no nos tenemos que entristecer por esto. La condición humana es así. El secreto es que el amor es más fuerte que el momento en el que se pelea. Y por esto yo aconsejo a los esposos siempre que no terminen el día en el que han peleado sin hacer las paces. ¡Siempre! Y para hacer las paces no es necesario llamar a las Naciones Unidas para que vengan a casa a hacer las paces. Es suficiente un pequeño gesto, una caricia: ¡Chau y hasta mañana! Y mañana se empieza de nuevo. Esta es la vida, llevarla adelante así, llevarla adelante con el coraje de querer vivirla juntos. Y esto es grande, es bello ¿eh?
Es una cosa bellísima la vida matrimonial y tenemos que custodiarla siempre, custodiar a los hijos. Algunas veces yo he dicho aquí que una cosa que ayuda tanto en la vida matrimonial son tres palabras. No sé si ustedes recuerdan las tres palabras. Tres palabras que se deben decir siempre, tres palabras que tienen que estar en casa: “permiso, gracias, disculpa”. Las tres palabras mágicas, ¿eh? Permiso, para no ser invasivo en la vida de los conyugues. ”Permiso, pero, ¿qué te parece, eh?” Permiso, me permito ¿eh?
¡Gracias! Agradecer al conyugue: “pero gracias por aquello que hiciste por mí, gracias por esto”. La belleza de dar las gracias. Y como todos nosotros nos equivocamos, aquella otra palabra que es difícil de decir, pero que es necesario decirla: perdona, por favor, ¿eh? ¡Disculpa! ¿Cómo era? Permiso, gracias y disculpa. Repitámoslo juntos. Permiso, gracias y disculpa. Con estas tres palabras, con la oración del esposo por la esposa y de la esposa por el esposo y con hacer las paces siempre, antes de que termine el día, el matrimonio irá adelante. Las tres palabras mágicas, la oración y hacer las paces siempre. El Señor los bendiga y recen por mí. ¡Gracias!

Juan Pablo II: una canonización en la era digital.

Juan Pablo II: una canonización en la era digital. Ya están on line portales oficiales y perfiles en redes sociales




A menos de un mes para la que será una de las canonizaciones más multitudinarias de la historia de la Iglesia católica (la de Juan Pablo II, quien será declarado santo el 27 de abril de 2014 junto a otro gran Papa, Juan XXIII), las cosas se mueven también en el ámbito digital. Prueba de ello son las iniciativas digitales que se han dado a conocer la mañana del 31 de marzo en Roma.

La web oficial de las canonizaciones de Juan Pablo II y Juan XXII
El portal oficial ya está on line (http://www.2papisanti.org/) aunque se irá completando en los próximos días. En ese espacio se podrán encontrar informaciones oficiales relacionadas con la ceremonia de canonización, reflexiones espirituales a partir de las enseñanzas de los dos papas y datos biográficos. Las versiones idiomáticas de la web serán cinco: polaco, español, inglés, francés e italiano.

App, Facebook, Twitter y YouTube
Pero la web oficial no será el único canal de comunicación. Además de él nace la app «Santo Subito» que es gratuita, está en cuatro idiomas (polaco, español, inglés e italiano) y se puede descargar para sistemas Android.

Las redes sociales muestra esa dimensión «digital» de la canonización. De hecho, ya está funcionando una fanpage en Facebook (https://www.facebook.com/PapaGiovanniPaoloII), un account de Twitter (https://twitter.com/santowojtyla) y un canal de videos en YouTube (https://www.youtube.com/adminkarol). Desde hace más de 8 años existía, además, la web en siete idiomas dedicada exclusivamente a Juan Pablo II y que la diócesis de Roma sigue manteniendo: http://www.karol-wojtyla.org/.

Más iniciativas digitales
La oficina de prensa de la Santa Sede ha informado que en colaboración con estudiantes de comunicación de una universidad romana se están poniendo en marcha más iniciativas on line: está el hashtag #2popesaints que será el oficial utilizado para las canonizaciones y perfiles en redes sociales como Facebook (https://www.facebook.com/2popesaints), Twitter (https://twitter.com/2popesaints), Instagram (#2popesaints) y YouTube.

Este segundo grupo de iniciativas toca a los dos papas y estarán especialmente activas a partir del 6 de abril de 2014. Finalmente, en Google+ están previsto algunos «hangout» que retransmitirán los briefings diarios de la sala de prensa vaticana en la semana inmediatamente anterior a las canonizaciones. Ante toda esta panorámica no resulta aventurado afirmar que estamos ante las primeras «canonizaciones digitales» de la historia. Además de las más mediáticas.

Hollywood produce 7 películas bíblicas.

Hollywood produce 7 películas bíblicas.




La Biblia siempre ha sido –directa o indirectamente– una inagotable fuente de inspiración para el cine. Uno de los primeros ejemplos es “Intolerancia” (1916), la mítica y ruinosa película de D. W. Griffith que cuenta 4 historias de intolerancia: una de ellas, la de las autoridades judías con respecto a Jesús.

Durante los años siguientes continuaron estrenándose filmes de esta temática, aunque el verdadero florecimiento del cine bíblico tuvo lugar en las décadas de 1950 y 1960; fue la época de las grandes producciones norteamericanas, muy bien recibidas también por el público europeo: Quo Vadis (Mervyn LeRoy, 1951), Los Diez Mandamientos (Cecil B DeMille, 1956), Ben-Hur (William Wyler, 1959), Rey de Reyes (Nicholas Ray, 1961), La historia más grande jamás contada (George Stevens, 1965), La Biblia (John Huston, 1966), etc.

Y es que los libros sagrados, además de ser fuentes de la Revelación de Dios a los hombres, están llenos de historias apasionantes, de hechos sorprendentes, de grandes héroes y gestas grandiosas e inspiradoras.

Sin embargo, tras la aclamada “Jesús de Nazaret” (1977), de Franco Zefirelli, en los últimos decenios del siglo XX se produjo un cierto desinterés por este tipo de películas. El estreno en 2004 de “La Pasión de Cristo”, la impresionante cinta de Mel Gibson, supuso un auténtico hito, que despertó de su “letargo bíblico” a las productoras. Descubrieron que sí, que hay mucha gente que desea ver películas de contenido religioso… si son de buena calidad. Y de este modo, se han ido preparando varios proyectos de envergadura que toman pie de las Sagradas escrituras. 

Todas coinciden en 4 puntos:

-se trata de historias épicas, 
-sobre personajes conocidos, 
-para un público familiar
-y con espectaculares efectos especiales.

1) Son of God

El pasado 28 de febrero se estrenó en USA “Son of God”, de Christopher Spencer. Es, en realidad,una versión reducida de la serie "La Biblia", de gran impacto internacional. 

Su emisión televisiva tuvo tanto éxito en todo el mundo, que sus productores han hecho una película para los cines con la parte dedicada a Jesucristo.

Se ha estrenado en 3.260 salas y lleva recaudados más de 30 millones de dólares en una semana. En España se estrenará en primavera, en fecha por concretar. 

2) Noé

El próximo 28 de marzo se estrenará en Estados Unidos el relato épico de “Noé”, que llegará a España el 4 de abril. La película de Darren Aronofsky, interpretada por Russell Crowe, Jennifer Connelly y Anthony Hopkins, viene precedida de cierta intencionada polémica: ¿se ajusta a la Biblia la historia que cuenta? 

La división de opiniones beneficia al marketing y ha dado ocasión a la productora a realizar el siguiente comunicado: “Esta película se inspira en la historia de Noé. Si bien se han tomadolicencias artísticas, creemos que la película es fiel a la esencia, valores e integridad de una historia que es piedra angular de la fe de millones de personas en todo el mundo. La historia bíblica de Noé se puede encontrar en el libro del Génesis”. Para echar más leña al fuego, Russell Crowe ha escrito un twitter animando al Papa Francisco a ver la película.  

3) Exodus

Para diciembre de 2014 se espera el estreno de la otra gran epopeya bíblica: “Exodus”, la nueva película de Ridley Scott con guión de Steven Zaillian (“La lista de Schindler”)

Esta historia sobre Moisés y su hercúlea tarea de conducir al pueblo elegido por el desierto, con el paso del Mar Rojo incluido, ha contado con un presupuesto de 130 millones de dólares.

Entre sus intérpretes está Christian Bale como protagonista, y otras estrellas de renombre como Joel Edgerton, Ben Kingsley y Sigourney Weaver. Joel Edgerton dará vida a Ramsés II y una española, María Valverde, será Séfora.

En el rodaje han participado más de 3000 extras, y las escenas han sido rodadas en Inglaterra, Marruecos y la Sierra de Alhamilla (Almería). 

4) Mary, Mother of Christ.

Un presupuesto más pequeño ‑aunque un interés mucho mayor‑ tiene el filme “Mary, Mother of Christ”, que algunos han calificado como una pre-cuela del filme de Mel Gibson. En realidad esla respuesta católica de “La Natividad”, con una María más alegre y jovial, más sobrenatural y cercana a Dios, y más consciente de la Elección divina. 

Con guión de Benedict Fitzgerald (coguionista de “La Pasión de Cristo”) y de Barbara Nicolosi, su estreno está previsto para 2015. La actriz israelí Odeya Rush encarnará finalmente a la Virgen María (durante un tiempo se habló de Camilla Belle) y Peter O´Toole, recientemente fallecido, al anciano Simeón en la la presentación de Jesús en el templo. Otros actores destacados son: Ben Kingsley, Julia Ormond y Jay Willick.

Y más proyectos

Además de estos, hay otros proyectos en preparación: “Dioses y Reyes”, también basado en la historia de Moisés, que iba a dirigir Steven Spielberg y posiblemente dirija Ang Lee. Por su parte, Paul Verhoeven (“Instinto básico”) quiere realizar una película sobre Jesús de Nazaret,aunque con un decidido propósito de no ser fiel ni a la historia ni a las Escrituras. Incluso se habla de una versión que contaría la historia de “Caín y Abel”, dirigida por Will Smith, y de otra sobre “Poncio Pilato”, interpretada por Brad Pitt… Un auténtico “diluvio” de películas bíblicas