Saturday, June 30, 2012

homilia del Papa Benedicto XVI


Homilía del Papa Benedicto XVI en la fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo
viernes, 29 de junio de 2012
Estamos reunidos alrededor del altar para celebrar la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, patronos principales de la Iglesia de Roma. Están aquí presentes los arzobispos metropolitanos nombrados durante este último año, que acaban de recibir el palio, y a quienes va mi especial y afectuoso saludo.
También está presente, enviada por Su Santidad Bartolomé I, una eminente delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, que acojo con reconocimiento fraterno y cordial. Con espíritu ecuménico me alegra saludar y dar las gracias a "The Choir of Westminster Abbey", que anima la liturgia junto con la Capilla Sixtina. Saludo además a los señores embajadores y a las autoridades civiles: a todos les agradezco su presencia y oración. 

Como todos saben, delante de la Basílica de San Pedro, están colocadas dos imponentes estatuas de los apóstoles Pedro y Pablo, fácilmente reconocibles por sus enseñas: las llaves en las manos de Pedro y la espada entre las de Pablo. También sobre el portal mayor de la Basílica de San Pablo Extramuros están representadas juntas escenas de la vida y del martirio de estas dos columnas de la Iglesia. La tradición cristiana siempre ha considerado inseparables a san Pedro y a san Pablo: juntos, en efecto, representan todo el Evangelio de Cristo. En Roma, además, su vinculación como hermanos en la fe ha adquirido un significado particular. En efecto, la comunidad cristiana de esta ciudad los consideró una especie de contrapunto de los míticos Rómulo y Remo, la pareja de hermanos a los que se hace remontar la fundación de Roma. Se puede pensar también en otro paralelismo opuesto, siempre a propósito del tema de la hermandad: es decir, mientras que la primera pareja bíblica de hermanos nos muestra el efecto del pecado, por el cual Caín mata a Abel, Pedro y Pablo, aunque humanamente muy diferentes el uno del otro, y a pesar de que no faltaron conflictos en su relación, han constituido un modo nuevo de ser hermanos, vivido según el Evangelio, un modo auténtico hecho posible por la gracia del Evangelio de Cristo que actuaba en ellos. Sólo el seguimiento de Jesús conduce a la nueva fraternidad: aquí se encuentra el primer mensaje fundamental que la solemnidad de hoy nos ofrece a cada uno de nosotros, y cuya importancia se refleja también en la búsqueda de aquella plena comunión, que anhelan el Patriarca ecuménico y el Obispo de Roma, como también todos los cristianos.
En el pasaje del Evangelio de san Mateo que hemos escuchado hace poco, Pedro hace la propia confesión de fe a Jesús reconociéndolo como Mesías e Hijo de Dios; la hace también en nombre de los otros apóstoles. Como respuesta, el Señor le revela la misión que desea confiarle, la de ser la «piedra», la «roca», el fundamento visible sobre el que está construido todo el edificio espiritual de la Iglesia (cf. Mt 16, 16-19). Pero ¿de qué manera Pedro es la roca? ¿Cómo debe cumplir esta prerrogativa, que naturalmente no ha recibido para sí mismo? El relato del evangelista Mateo nos dice en primer lugar que el reconocimiento de la identidad de Jesús pronunciado por Simón en nombre de los Doce no proviene «de la carne y de la sangre», es decir, de su capacidad humana, sino de una particular revelación de Dios Padre. En cambio, inmediatamente después, cuando Jesús anuncia su pasión, muerte y resurrección, Simón Pedro reacciona precisamente a partir de la «carne y sangre»: Él «se puso a increparlo: … [Señor] eso no puede pasarte» (16, 22). Y Jesús, a su vez, le replicó: «Aléjate de mí, Satanás. Eres para mí piedra de tropiezo…» (v. 23). El discípulo que, por un don de Dios, puede llegar a ser roca firme, se manifiesta en su debilidad humana como lo que es: una piedra en el camino, una piedra con la que se puede tropezar – en griego skandalon. Así se manifiesta la tensión que existe entre el don que proviene del Señor y la capacidad humana; y en esta escena entre Jesús y Simón Pedro vemos de alguna manera anticipado el drama de la historia del mismo papado, que se caracteriza por la coexistencia de estos dos elementos: por una parte, gracias a la luz y la fuerza que viene de lo alto, el papado constituye el fundamento de la Iglesia peregrina en el tiempo; por otra, emergen también, a lo largo de los siglos, la debilidad de los hombres, que sólo la apertura a la acción de Dios puede transformar.
En el Evangelio de hoy emerge con fuerza la clara promesa de Jesús: «el poder del infierno», es decir las fuerzas del mal, no prevalecerán, «non praevalebunt». Viene a la memoria el relato de la vocación del profeta Jeremías, cuando el Señor, al confiarle la misión, le dice: «Yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo; lucharán contra ti, pero no te podrán - non praevalebunt -, porque yo estoy contigo para librarte» (Jr 1, 18-19). En verdad, la promesa que Jesús hace a Pedro es ahora mucho más grande que las hechas a los antiguos profetas: Éstos, en efecto, fueron amenazados sólo por enemigos humanos, mientras Pedro ha de ser protegido de las «puertas del infierno», del poder destructor del mal. Jeremías recibe una promesa que tiene que ver con él como persona y con su ministerio profético; Pedro es confortado con respecto al futuro de la Iglesia, de la nueva comunidad fundada por Jesucristo y que se extiende a todas las épocas, más allá de la existencia personal del mismo Pedro.
Pasemos ahora al símbolo de las llaves, que hemos escuchado en el Evangelio. Nos recuerdan el oráculo del profeta Isaías sobre el funcionario Eliaquín, del que se dice: «Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá» (Is 22,22). La llave representa la autoridad sobre la casa de David. Y en el Evangelio hay otra palabra de Jesús dirigida a los escribas y fariseos, a los cuales el Señor les reprocha de cerrar el reino de los cielos a los hombres (cf. Mt 23,13). Estas palabras también nos ayudan a comprender la promesa hecha a Pedro: a él, en cuanto fiel administrador del mensaje de Cristo, le corresponde abrir la puerta del reino de los cielos, y juzgar si aceptar o excluir (cf. Ap 3,7). Las dos imágenes – la de las llaves y la de atar y desatar – expresan por tanto significados similares y se refuerzan mutuamente. La expresión «atar y desatar» forma parte del lenguaje rabínico y alude por un lado a las decisiones doctrinales, por otro al poder disciplinar, es decir a la facultad de aplicar y de levantar la excomunión. El paralelismo «en la tierra… en los cielos» garantiza que las decisiones de Pedro en el ejercicio de su función eclesial también son válidas ante Dios.
En el capítulo 18 del Evangelio según Mateo, dedicado a la vida de la comunidad eclesial, encontramos otras palabras de Jesús dirigidas a los discípulos: «En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos» (Mt 18,18). Y san Juan, en el relato de las apariciones de Cristo resucitado a los Apóstoles, en la tarde de Pascua, refiere estas palabras del Señor: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20,22-23). A la luz de estos paralelismos, aparece claramente que la autoridad de atar y desatar consiste en el poder de perdonar los pecados. Y esta gracia, que debilita la fuerza del caos y del mal, está en el corazón del misterio y del ministerio de la Iglesia. La Iglesia no es una comunidad de perfectos, sino de pecadores que se deben reconocer necesitados del amor de Dios, necesitados de ser purificados por medio de la Cruz de Jesucristo. Las palabras de Jesús sobre la autoridad de Pedro y de los Apóstoles revelan que el poder de Dios es el amor, amor que irradia su luz desde el Calvario. Así, podemos también comprender porqué, en el relato del evangelio, tras la confesión de fe de Pedro, sigue inmediatamente el primer anuncio de la pasión: en efecto, Jesús con su muerte ha vencido el poder del infierno, con su sangre ha derramado sobre el mundo un río inmenso de misericordia, que irriga con su agua sanadora la humanidad entera.
Queridos hermanos, como recordaba al principio, la tradición iconográfica representa a san Pablo con la espada, y sabemos que ésta significa el instrumento con el que fue asesinado. Pero, leyendo los escritos del apóstol de los gentiles, descubrimos que la imagen de la espada se refiere a su misión de evangelizador. Él, por ejemplo, sintiendo cercana la muerte, escribe a Timoteo: «He luchado el noble combate» (2 Tm 4,7). No es ciertamente la batalla de un caudillo, sino la de quien anuncia la Palabra de Dios, fiel a Cristo y a su Iglesia, por quien se ha entregado totalmente. Y por eso el Señor le ha dado la corona de la gloria y lo ha puesto, al igual que a Pedro, como columna del edificio espiritual de la Iglesia.
Queridos Metropolitanos: el palio que os he impuesto, os recordará siempre que habéis sido constituidos en y para el gran misterio de comunión que es la Iglesia, edificio espiritual construido sobre Cristo piedra angular y, en su dimensión terrena e histórica, sobre la roca de Pedro. Animados por esta certeza, sintámonos juntos cooperadores de la verdad, la cual –sabemos– es una y «sinfónica», y reclama de cada uno de nosotros y de nuestra comunidad el empeño constante de conversión al único Señor en la gracia del único Espíritu. Que la Santa Madre de Dios nos guíe y nos acompañe siempre en el camino de la fe y de la caridad. Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.
Amén.

Tuesday, June 26, 2012

identidad del sacerdote, elemento clave para el relanzamiento de las vocaciones


Un documento resultado de siete años de reflexiones y esfuerzos pastorales para relanzar la centralidad del sacerdocio en la Iglesia católica. “Orientaciones Pastorales para la promoción de las Vocaciones al Ministerio Sacerdotal” es el título del texto realizado por la Congregación para la Educación Católica y la Obra Pontificia para las Vocaciones al Ministerio Sacerdotal.
El documento fue presentado este lunes en la Sala de Prensa vaticana por los tres máximos representantes de la citada congregación. El presidente, cardenal Zenon Grocholewski, explicó que el texto es fruto de varias asambleas plenarias del dicasterio desde 2005 hasta el pasado 25 de marzo, cuando, en el XX aniversario de la exhortación apostólica Pastores dabo vobis, el papa Benedicto XVI autorizó su publicación.
Las Orientaciones Pastorales se subdividen en tres partes: la primera, analiza la situación de las vocaciones en todo el mundo; en la segunda, se presentan sintéticamente la identidad del ministerio sacerdotal y la relativa propuesta vocacional; en la tercera, se exponen una serie de sugerencias para la animación pastoral de las vocaciones sacerdotales.
Algunas de las razones que explican el descenso de vocaciones, sobre todo en Occidente, han sido señaladas en la caída demográfica y en la crisis de la familia, en la mentalidad secularizada y en el contexto cultural relativista, en las difíciles condiciones de vida y del ministerio del sacerdote, con el riesgo de la banalización y de la irrelevancia del papel del sacerdote en la sociedad.
Entre las condiciones necesarias para el relanzamiento de la vocación sacerdotal, el cardenal Grochololewski señaló la creación de “terreno fecundo de vida cristiana”, una “oración” constante, una “pastoral integrada”, un nuevo impulso de “evangelización” y “misionariedad”, un papel central para la familia, el “coherente y alegre testimonio de vida de los presbíteros”, el voluntariado en su función educativa y el valor de la escuela y la universidad.
Sobre la identidad del ministerio sacerdotal, reflexionó el secretario de la congregación, monseñor
Jean-Louis Bruguès OP, subrayando algunas degeneraciones y forzamientos de su papel, a partir de la “reducción a la competencia profesional”, hasta el “activismo exasperado” y la tendencia al aislamiento del que sufren muchos párrocos.
A nivel constructivo, hay que redescubrir la vocación y hacerse portavoz del Amor entre Dios y el hombre y la “relación viva y constante con Jesucristo”. El sacerdote debe por tanto encontrarse inmerso en una “profunda experiencia de vida comunitaria”, consciente de una “relación íntima de amor con el padre”, teniendo siempre presentes “figuras sacerdotales ejemplares” como, por ejemplo la de san Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars.
La tercera parte del documento, la relativa a las propuestas concretas sobre las vocaciones, fue ilustrada por monseñor A.Vincenzo Zani, subsecretario de la congregación. El prelado explicó que el primer lugar fértil para la vocación es la familia, seguida de la parroquia y de las varias formas eclesiales, con todos los instrumentos de oración, apostolado y discernimiento que estas ofrecen.
Durante la rueda de prensa, se mostraron las estadísticas relativas a las vocaciones a nivel mundial, en los últimos doce años.
Los adto0s confirman la caída de las vocaciones en Europa, su crecimiento en Asia y África y la sustancial estabilidad en América: mientras en los países latinoamericanos el curso oscilante es explicable con el proselitismo de las sectas y de las comunidades, en Estados Unidos, tras una fase de empañamiento debida a los escándalos de los abusos sexuales, el índice vocacional ha vuelto a subir en los últimos siete años.
Desde los Estados Unidos emerge una sorpresa bastante positiva: según dijo monseñor Bruguès, precisamente Boston –que al inicio del pasado decenio fue el epicentro de los escándalos ligados a la pedofilia- hoy puede enorgullecerse de uno de los seminarios más llenos y florecientes de Estados Unidos.
Tampoco en el secularizado viejo continente, en medio de tantas sombras, faltan las luces: en Europa del Este, las vocaciones están en recuperación, así como lo están algunos seminarios de España, e incluso en Francia y Holanda.
A este propósito, el cardenal Grocholewski citó el caso de una parroquia marsellesa, próxima al cierre por escasez de fieles (no más de una quincena en las celebraciones festivas), clamorosamente “resucitada” y hoy nutridísima, tras la llegada de un carismático sacerdote con un pasado de cabaretista.
En Europa, añadió el purpurado, la mentalidad materialista y relativista es uno de los principales obstáculos pero no el único. “El punto más importante –explicó- es la poca consideración de la identidad sacerdotal. Las vocaciones no son todas iguales, ni se puede meter al mismo nivel el papel de los laicos y el de los sacerdotes: cada uno tiene su papel y el sacerdote en particular no es necesario que sea experto, por ejemplo, en economía, basta que sea experto... en fe”.

Monday, June 25, 2012

sobre el futuro de las vocaciones sacerdotales


 Esta mañana fue presentado en la Santa Sede el documento "Orientaciones pastorales para la promoción de las vocaciones al ministerio sacerdotal", que señala que el testimonio coherente y feliz de los presbíteros es uno de los requisitos necesarios para que más jóvenes se sientan llamados a la vocación sacerdotal.
En la presentación participaron el Prefecto de la Congregación para la Educación CatólicaCardenal Zenon Grocholewski, así como Mons. Jean-Louis Brugués y Mons. Angelo Vincenzo Zani, secretario y subsecretario de este dicasterio respectivamente.
El Cardenal Grocholewski afirmó que "el cuidado de las vocaciones alsacerdocio, es un reto permanente para la Iglesia". En ese sentido, el documento, que consta de tres partes, examina la situación actual de las vocaciones y la pastoral encargada de ellas, analiza la identidad del ministerio sacerdotal y propone sugerencias para la animación pastoral de las vocaciones.
La primera parte señala que la disminución demográfica y la crisis de la familia; la difusión de la mentalidad secularizada; así como las difíciles condiciones devida y del ministerio del sacerdote, son razones que contrastan la pastoral vocacional, evidentes, sobre todo en las Iglesias de antigua tradición cristiana de Occidente:
"Considerando dichas dificultades se enumeran las condiciones necesarias para que la gracia de la llamada encuentre un terreno fértil en la Iglesia y la apertura de los jóvenes a la vocación sacerdotal: encontrar un terreno fecundo de vida cristiana en la comunidad eclesial; la función insustituible de la oración; el valor de la pastoral integrada; un nuevo empuje de evangelización y misión; el papel central de la familia; el testimonio coherente y feliz de los presbíteros; la eficacia educativa de las experiencias de voluntariado; el valor de las escuelas y universidades", señaló el Cardenal.
Por su parte, Mons. Bruguès advirtió de "la tendencia a una transformación progresiva del sacerdocio en profesión u oficio" que puede llevar aparejada la "peligrosidad del activismo exasperado; el creciente individualismo que, no con poca frecuencia, encierra al sacerdote en una soledad negativa y deprimente; la confusión de funciones en la Iglesia que se determina cuando se pierde el sentido de la diferencia de competencias y de responsabilidades y no se aúnan los esfuerzos para la colaboración en la única misión confiada al Pueblo de Dios".
Ante ello, recordó que la vocación al sacerdocio se enmarca "en el ámbito del diálogo de amor entre Dios y el ser humano", que si bien es el mismo de cualquier vocación cristiana, "asume los rasgos característicos de la llamada a una relación típica, estable y muy exigente con Jesús mismo, único modelo del sacerdocio del Nuevo Testamento".
"Esta relación, nueva y específica con Jesús, hace entrar al llamado en una relación igualmente nueva y específica con la comunidad cristiana", afirmó.
El documento señala que para una adecuada formación sacerdotal es necesaria "una prolongada experiencia de vida comunitaria para evitar nuevas formas de clericalismo, centralismo pastoral, o de servicios pastorales a tiempo parcial, o según las necesidades individuales".
Asimismo, "una plena integración y madurez afectiva porque hay que evitar propuestas vocacionales a los sujetos marcados por profundas fragilidades humanas; amplia y dócil participación en el contexto eclesial caracterizada por un amor concreto por la propia Iglesia particular y por (...) una apertura generosa a la dimensión universal de la misión; el papel decisivo de los 'acompañantes vocacionales'; la propuesta de figuras sacerdotales ejemplares".
Finalmente, Mons. Zani indicó que este documento reitera "que el campo fecundo de la siembra vocacional es una comunidad cristiana que escucha la Palabra, reza con la liturgia y testimonia la caridad".
El texto, indicó, "dirige a toda la Iglesia un llamamiento para reanudar con confianza su compromiso educativo para la acogida de la llamada de Dios al ministerio sacerdotal, que aún hoy debemos considerar difundido por su Providencia, y adecuado a las necesidades eclesiales y de la evangelización del mundo".

signo de la paz durante la misa

El signo de la paz que nos brindamos en la misa es un rito “con el que la Iglesia implora la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana, y con el que los fieles se expresan la comunión eclesial y la mutua caridad, antes de la comunión sacramental” (IGMR 82). Está previsto además que sea un rito sobrio “En cuanto al signo mismo para dar la paz, establezca la Conferencia de Obispos el modo, según la idiosincrasia y las costumbres de los pueblos. Conviene, sin embargo, que cada uno exprese la paz sobriamente sólo a los más cercanos a él” (IGMR 82). Tan sobrio que incluso el salir el sacerdote del presbiterio para dar la paz a los fieles, debe ser algo extraordinario: “«El sacerdote puede dar la paz a los ministros, permaneciendo siempre dentro del presbiterio, para no alterar la celebración. Hágase del mismo modo si, por una causa razonable, desea dar la paz a algunos fieles” (Redemptionis Sacramentum 72).
Es más, incluso releyendo las rúbricas del Misal Romano se dice que la invitación “Daos fraternalmente la paz” es algo que el sacerdote o el diácono dicen “si se juzga oportuno”.
Recuerdo esto porque el gesto de la paz se convierte a nada que uno se descuide en un gallinero que en lugar de prepararnos para la comunión nos descentra y alborota. Hemos pasado de que “cada uno exprese la paz sobriamente sólo a los más cercanos a él” a una necesidad de saludar a toda la concurrencia, cuando no en una explosión de besos y abrazos como si lleváramos dos años sin vernos. Y no digo nada en algunas celebraciones especiales.
¿Cuántas veces no nos ha pasado que llega el momento de la paz en una misa de funeral y comienza la gente a acercarse a los familiares del difunto en una cola interminable? Tanto que cuando el sacerdote va a dar la paz a los familiares (una causa razonable) le es imposible porque todo el mundo está a lo mismo. Más de una vez me he quedado ahí como un pasmarote intentando dar la paz y nadie me hace caso porque se ha producido una avalancha de gente tal que los familiares no dan abasto. ¿Y en las primeras comuniones? De repente el niño da la paz a papá y mamá y a los abuelos, y le llaman los tíos… y el niño que desaparece por la iglesia, de forma que congregar de nuevo a los neo comulgantes es tarea de titanes. O están en la misa con los niños, llega la paz y los niños que salen corriendo por toda la iglesia buscando a familiares y amigos. Hasta en bodas, como no andes listo aprovechan ese momento familiares y amigos para felicitar a los novios.
El rito de la paz no es momento de saludos, efusiones, enhorabuenas o pésames. Es un gesto sencillo que expresa un deseo de paz y comunión entre todos antes de recibir la Eucaristía. Nada más.
Es bueno que tanto sacerdotes y fieles cuidemos el gesto de la paz para que sea lo que tiene que ser.  Suelo recordarlo de vez en cuando en las misas, y por supuesto en celebraciones como primeras comuniones tengo avisados a los niños de que la paz a papá y mamá, compañeros, catequista y sacerdote. Y bastante es. Pero no es tan complicado.
El problema viene cuando no sabemos el sentido de los gestos y la fuerza que encierran, y acabamos convirtiendo un gesto que debe expresar la comunión eclesial y la mutua caridad en un saludarnos, en un muá muá, en ocasión para dar el pésame o la enhorabuena, dependiendo de circunstancias. El gesto de la paz es mucho más. Por eso es sobrio, porque es muy serio lo que expresa. Re-convertirlo en multiplicidad de abrazos y besos por todo el templo es dejarlo reducido a unos saludos que deben hacerse a la entrada o la salida. Nunca en la liturgia.

Thursday, June 21, 2012

eventos relativos a la celebración del Año de la Fe


La Santa Sede ha hecho público hoy en rueda de prensa el calendario de los eventos relativos a la celebración del Año de la Fe, que se extenderá del 11 de octubre del presente año al 24 de noviembre del 2013. Ofrecemos aquí aquellos en los que estará presente el papa Benedicto XVI.
La solemne apertura del Año de la Fe en la plaza de San Pedro el 11 de octubre de 2012, con motivo de los cincuenta del inicio del Vaticano II: Será una misa concelebrada por todos los padres sinodales, los presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo y los padres conciliares aún vivos que puedan participar.
El 21 de octubre de 2012, tendrá lugar la canonización de seis mártires y confesores de la fe: Jacques Barthieu sacerdote jesuita, mártir misionero en Madagascar (1896); Pedro Calungsod laico catequista, mártir en Filipinas (1672); Giovanni Battista Piamarta, sacerdote testigo de la fe en la educación de la juventud (1913); madre Marianne (Barbara Cope) testigo de la fe en el leprosario de Molokai (1918); María del Monte Carmelo, religiosa en España (1911), Catalina Tekakwitha, laica indígena mohawk de Canadá, primera santa piel roja, convertida a la fe católica (1680), y Anna Schäffer, laica bávara, testigo del amor de Cristo desde su lecho de sufrimiento (1925).
25 de enero de 2013. Será la celebración ecuménica en la basílica de San Pablo extramuros con un carácter solemne.
Sábado 2 de febrero, celebración para los consagrados al Señor en religión, en la basílica de san Pedro.
Domingo de Ramos, el 24 de marzo, dedicado a los jóvenes que se preparan a la Jornada Mundial de la Juventud.
Domingo 28 de abril, dedicada a todos los jóvenes que recibieron la Confirmación. El santo padre la conferirá a un pequeño grupo de jóvenes.
Domingo 5 de mayo. Será dedicado a la fe en la piedad popular, una forma peculiar de fe de pueblo y la vida de las cofradías.
La vigilia de Pentecostés, el 18 de mayo, está dedicada a todos los movimientos, antiguos y nuevos, con la peregrinación a la tumba de san Pedro. "En la plaza de San Pedro pediremos al Señor nos envíe aún y con tanta abundancia, su Espíritu para que se renueven los prodigios como en los primeros tiempos de la Iglesia naciente".
La fiesta del Corpus Christi, domingo 2 de junio, con una solemne adoración eucarística que será simultánea en todo el mundo.
El domingo 16 de junio: el testimonio del ‘evangelio de la vida’ en defensa de la dignidad de la persona desde la concepción hasta su muerte natural.
Domingo 7 de julio. En San Pedro, conclusión de la peregrinación de los seminaristas, las novicias y novicios y los que están en camino.
Del 23 al 28 de julio. La Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.
El 29 de septiembre, dedicado a los catequistas recordará también los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica.
Domingo 13 de octubre, con la presencia de todas las realidades marianas, para indicar que la Virgen María, madre de Dios puede realizar auténticas maravillas.
Domingo 24 de noviembre. Será celebrada la jornada conclusiva del Año de la Fe.
Se realizarán muchas otras iniciativas, como las de los dicasterios que celebrarán los cinquenta del Concilio con diversos congresos e iniciativas culturales.
No faltará grandes eventos de carácter cultural, en el arte, la literatura y en la música, donde tantos hombres y mujeres han expresado su genialidad y su fe. Entre estos la exposición en el Castillo del Santo Ángel del 7 de febrero al 1 de mayo con obras particulares sobre la figura del apóstol Pedro y un gran concierto en la Plaza de San Pedro el sábado 22 de junio.

PRESENTACION DEL “AÑO DE LA FE”


PRESENTACION DEL “AÑO DE LA FE”
Ciudad del Vaticano, 21 junio 2012 (VIS).-Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la presentación del “Año de la Fe” (11 de octubre 2012- 24 de noviembre 20123). Intervinieron en el acto el arzobispo Rino Fisichella y monseñor Graham Bell, respectivamente presidente y subsecretario del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.
El arzobispo Fisichella ilustró también el calendario de los grandes acontecimientos que tendrán lugar a Roma en el curso del Año de la Fe y presentó el sito Internet y el logo que caracterizará todos los eventos del Año.
“Benedicto XVI, en su carta apostólica 'Porta Fidei' -dijo el prelado- hablaba de la exigencia de volver a descubrir el camino de la fe para resaltar cada vez más la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo. A la luz de este pensamiento (...) ha convocado un 'Año de la Fe' que comenzará en coincidencia con dos aniversarios: el quincuagésimo de la apertura del Concilio Vaticano II (1962) y el vigésimo de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica (1992) ...El Año de la Fe se propone, ante todo, sostener la fe de tantos creyentes que, en medio de la fatiga cotidiana, no cesan de confiar, con convicción y valentía ,su existencia al Señor Jesús. Su testimonio, que no es noticia (...) es el que permite a la Iglesia presentarse al mundo de hoy, como en pasado, con la fuerza de la fe y con el entusiasmo de los sencillos”.
Por otra parte, este Año “ se inserta en un contexto más amplio, caracterizado por una crisis generalizada que atañe también a la fe (...)La crisis de fe es la expresión dramática de una crisis antropológica que ha dejado al ser humano abandonado a sí mismo (...) Es necesario ir más allá de la pobreza espiritual en que se encuentran muchos contemporáneos, que ya no perciben la ausencia de Dios en su vida, como una carencia que debe ser colmada. El Año de la Fe quiere ser un camino que la comunidad cristiana brinda a los que viven con nostalgia de Dios y con el deseo de encontrarlo de nuevo”.
Así, el programa toca “la vida diaria de cada creyente y la pastoral ordinaria de la comunidad cristiana para que se vuelva a encontrar el espíritu misionero necesario para dar vida a la nueva evangelización”. En este ámbito, el arzobispo anunció que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha aprobado el formulario de una Misa especial 'Para la Nueva Evangelización'. “Es un signo para que en este año (...) se de la primacía a la oración y especialmente a la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana”.
A continuación, el arzobispo presentó el logo del Año de la Fe: una barca, imagen de la Iglesia, cuyo mástil es una cruz con las velas desplegadas y el trigrama de Cristo (IHS). El sol, en el fondo, recuerda la Eucaristía. El sito del evento www.annusfidei.va , en diversos idiomas, se podrá consultar a través de todos los dispositivos móviles y tablets. También está listo el himno oficial: “Credo, Domine, adauge nobis fidem”. Asimismo, a primeros de septiembre se publicará, en diversos idiomas, el Subsidio pastoral “Vivir el Año de la Fe”. Una pequeña imagen del Cristo de la catedral de Cefalú (Sicilia), en cuyo reverso está escrita la Profesión de Fe, acompañará a los fieles y peregrinos a lo largo del Año.
Por último, dio a conocer el calendario de los eventos más importantes que contarán con la presencia del Santo Padre y se celebrarán en Roma; entre ellos la apertura del Año de la Fe que “tendrá lugar en la Plaza de San Pedro, el jueves 11 de octubre, quincuagésimo aniversario del Concilio Vaticano II. Habrá una solemne concelebración eucarística con todos los Padres sinodales, los presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo entero y los últimos Padres conciliares.
El 21 de octubre se canonizarán 7 mártires y confesores de la fe: el francés Jacques Barthieu; el filipino Pedro Calugsod; el italiano Giovanni Battista Piamarta; la española María del Carmen; la iroquesa Katheri Tekakwhita y las alemanas Madre Marianne (Barbara Cope) y Anna Schäffer. El 25 de enero de 2013, en la tradicional celebración ecuménica en la basílica romana de San Pablo Extramuros, se rezará para que “ a través de la profesión común del Símbolo los cristianos (...) no olviden el camino de la unidad”. El 28 de abril el Santo Padre confirmará a un grupo de jóvenes. El domingo 5 de mayo, estará dedicado a la piedad popular y a la labor de las cofradías.
El 18 de mayo, vigilia de Pentecostés, los movimientos antiguos y nuevos se reunirán en la Plaza de San Pedro. El domingo 2 de junio, Corpus Christi, habrá una solemne adoración eucarística y, a la misma hora, en todas las catedrales e iglesias del mundo. El domingo, 16 de junio, estará dedicado al testimonio del Evangelio de la Vida. El 7 de julio, concluirá en la Plaza de San Pedro, la peregrinación de los seminaristas, novicias y novicios de todo el mundo. El 29 de septiembre, los protagonistas serán los catequistas en el aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. El 13 de octubre está dedicado a la presencia de María en la Iglesia. Por último, el 24 de noviembre se celebrará la jornada de clausura del Año.
Diversos dicasterios tienen en programa iniciativas publicadas en el calendario. El Año se enriquecerá con eventos culturales, entre los cuales, una exposición sobre San Pedro en Castel Sant'Angelo (7 febrero- 1 mayo 2013) y un concierto en la Plaza de San Pedro (22 de junio 2013)

Wednesday, June 20, 2012

clarificacion de la situacion actual en el Vaticano


“La gran acción de esclarecimiento y purificación de Benedicto XVI, desde cuando era prefecto para la doctrina de la fe, en total sintonía con Juan Pablo II, seguramente da fastidio”. Lo indicó el cardenal Tarcisio Bertone en una entrevista a la revista Famiglia Cristiana que se encontrará el jueves en los kioscos de Italia.
“Su acción para erradicar episodios de pederastia en el clero --explicó el purpurado- ha demostrado que la Iglesia tienen una capacidad de autoregeneración que otras instituciones y personas no poseen”.
“Es evidente – subrayó el cardenal – que la Iglesia es una roca que resiste a las tormentas. Es sin lugar a dudas un punto de referencia para innumerables personas e instituciones en todo el mundo. Por esto se intenta desestabilizarla”.
Sobre la labor de algunos medios de información muy agresivos al papa y a sus colaboradores, el secretario de estado dijo: “Muchos periodistas juegan a interpretar a Dan Brown, se siguen inventando fábulas o reproponen leyendas”.
Y les pidió a los periodistas recuperar el sentido de la proporción, pesando la real consistencia de los hechos, evitando fantasías sobre los documentos sustraídos al papa por su mayordomo Paolo Gabriele.
Aseguró que a él no le resulta la existencia “de una participación de cardenales o de luchas entre personalidades eclesiásticas para conquistar un fantasmagórico poder”.
En cuanto a la responsabilidad del ayudante de cámara del pontífice que robó los documentos, el cardenal Bertone no dijo mucho, recordando que las investigaciones están aún en curso. “El mismo papa –reveló- nos ha pedido muchas veces, de manera cordial, una explicación sobre los motivos que llevaron a cometer semejante acción a Paolo Gabriele, por él querido como un hijo”.
“Me encuentro en el centro de la pelea – recordó el cardenal y añadió – vivo estas polémicas con dolor pero también viendo a mi lado a la Iglesia real”. Según indicó el secretario de Estado, se trataría de un “intento rabioso de separar, de crear divisiones entre el santo padre y sus mismos colaboradores”. Se quiere “golpear a quienes se dedican con mayor pasión y con mayor esfuerzo personal a trabajar por el bien de la Iglesia”.
Y desmintió voces según las cuales cuando era arzobispo de Génova habría recibido la visita de un monseñor “para disuadirme de aceptar la propuesta de Benedicto XVI que me quería como secretario de Estado”. Subrayó que “esto es totalmente falso si bien sigo leyendo sobre este presunto episodio”.
El secretario de Estado reafirmó la gravedad de “la publicación de tantas cartas y documentos enviados al santo padre, por personas que tienen derecho a su privacidad, lo que constituye como lo hemos muchas veces reiterado, un acto inmoral de inaudita gravedad”.
Violar la privacidad, precisó “es vulnerar un derecho reconocido explícitamente por la Constitución de Italia, el cual debe ser observado y hecho observar”.
Sobre la dimisión del director del Instituto de las Obras Religiosas (IOR), el cardenal aseguró que “la publicación de los actos del Consejo de intendencia muestra que su alejamiento no fue por dudas internas sobre la voluntad de transparencia, sino más bien por un deterioro de las relaciones entre los consejeros”.
“Además --añadió el purpurado- más allá de los escándalos pasados (muy enfatizados y repropuestos para crear desconfianza sobre esta institución del Vaticano), el IOR se puso reglas muy precisas aún antes de la ley de antirreciclado”.
“El actual Consejo de superintendencia del IOR –afirmó el cardenal– compuesto por altas personalidades del mundo económico-financiero, confirmó y reforzó esta línea de claridad y transparencia y está trabajando para recuperar a nivel internacional la estima que esta institución merece”.
Sobre los tiempos y procedimientos del arresto y liberación de Paolo Gabriele, el purpurado explicó que “el magistrado aún no ha dado una respuesta favorable a la solicitud” y que los interrogatorios se reanudarán en breve.
El padre Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa del Vaticano ha precisado que los tres cardenales que integran la comisión de investigación: Jozef Tomko, Salvatore De Giorgi y Julián Herranz, han escuchado a 23 personas y que el sábado por la tarde refirieron a Benedicto XVI los elementos que obtuvieron con la investigacion

documento sobre la nueva evangelizacion


'LA NUEVA EVANGELIZACIÓN PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE CRISTIANA'


Instrumentum Laboris del Sínodo de los Obispos

CIUDAD DEL VATICANO, martes 19 junio 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el prefacio del cardenal Nicola Eterovic al Instrumentum Laboris para la XIII Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre "La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana", así como un enlace al texto completo del documento.
*****
PREFACIO
“Auméntanos la fe” (Lc 17,5). Es la súplica de los Apóstoles al Señor
Jesús al percibir que solamente en la fe, don de Dios, podían establecer una
relación personal con Él y estar a la altura de la vocación de discípulos. El
pedido era debido a la experiencia de los propios límites. No se sentían
suficientemente fuertes para perdonar al hermano. La fe es indispensable
también para realizar los signos de la presencia del Reino de Dios en el
mundo. La higuera seca hasta las raíces sirve a Jesús para dar coraje a los
discípulos: “Tened fe en Dios. Yo os aseguro que quien diga a este monte:
‘Quítate y arrójate al mar’ y no vacile en su corazón sino que crea que va
a suceder lo que dice, lo obtendrá” (Mc 11, 22-24). También el evangelista
Mateo subraya la importancia de la fe para cumplir grandes obras. “Yo os
aseguro: si tenéis fe y no vaciláis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que
si aun decís, a este monte ‘Quítate y arrójate al mar’, así se hará” (Mt
21,21).
Algunas veces el Señor Jesús reprocha a “los Doce” porqué tienen
poca fe. A la pregunta sobre porqué no han logrado expulsar al demonio,
el Maestro responde: “Por vuestra poca fe” (Mt 17,20). En el mar de Tiberíades, antes de calmar la tempestad, Jesús amonesta a los discípulos: “¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?
(Mt 8,26). Ellos deben entregarse confiadamente a Dios y
a la providencia, y no preocuparse por los bienes materiales. “Pues si la
hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste,
¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?” (Mt 6,30); cf.
Lc 12,28). Análoga actitud se repite antes de la multiplicación de los panes.
Frente a la constatación de los discípulos de haber olvidado de tomar el
pan al pasar a la otra orilla, el Señor Jesús dice: “Hombres de poca fe,
¿por qué estáis hablando entre vosotros de que no tenéis panes?¿Aún no
comprendéis, ni os acordáis de los cinco panes de los cinco mil hombres, y
cuántos canastos recogisteis?” (Mt 16,8-9).
En el Evangelio de Mateo la descripción de Jesús que camina sobre
las aguas y llega hasta la barca donde están los apóstoles suscita una
especial atención. Después de haber disipado en ellos el miedo, Jesús acoge
la propuesta condicionada de Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir hacia
ti sobre las aguas” (Mt 14,28). En un primer momento, Pedro camina sin
dificultad sobre las aguas, acercándose hacia Jesús. “Pero, viendo la
violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó:
‘¡Señor, sálvame!’ ”. E inmediatamente Jesús “tendiendo la mano, le
agarró y le dice: ‘Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?’ ” (Mt 14,30-31).
Jesús y Pedro suben juntos a la barca y el viento amaina. Los discípulos,
testigos de esta grande manifestación, se postran delante del Señor y hacen
una profunda profesión de fe: “Verdaderamente eres Hijo de Dios” (Mt
14,33).
En la persona de Pedro es posible reconocer la actitud de muchos
fieles, así como también la de enteras comunidades cristianas, sobre todo
en los Países de antigua evangelización. Varias Iglesias particulares, en
efecto, saben lo que significa no sólo el alejamiento de los fieles, a raíz de
la poca fe, de la vida sacramental y de la praxis cristiana, sino incluso que
algunos podrían ser contados en la categoría de los no creyentes (–B4FJ@4;
cf. Mt 17,17; 13,58). Al mismo tiempo, no pocas Iglesias experimentan
también, después de un primer entusiasmo, el cansancio, el miedo frente a
situaciones bastante complejas del mundo actual. Como Pedro, temen el
clima hostil, de tentaciones de diversas índoles, de desafíos que exceden sus
fuerzas humanas. La salvación, tanto para Pedro como para los fieles,
considerados personalmente y como miembros de la comunidad eclesial,
proviene solamente del Señor Jesús. Sólo Él puede tender la mano y guiar
hacia el lugar seguro en el camino de la fe.
Las breves reflexiones sobre la fe en los Evangelios nos ayudan a
ilustrar el tema de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los
Obispos: “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.
La importancia de la fe en este contexto aparece reforzada por la decisión
del Santo Padre Benedicto XVI de convocar al Año de la fe a comenzar del
11 de octubre de 2012, en el recuerdo del 50º aniversario de la apertura del
Concilio Ecuménico Vaticano II y del 20º aniversario de la publicación del
Catecismo de la Iglesia Católica. Ambos eventos tendrán inicio en el curso
de la celebración de la Asamblea sinodal. Una vez más se cumple la
palabra del Señor Jesús dirigida a Pedro, roca sobre la cual el Señor ha
construido su Iglesia ( cf. Mt 16,19): “yo he rogado por ti, para que tu fe no
desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc
22,32). Todavía una vez más se abrirá ante todos nosotros “la puerta de la
fe” (Hch 14,27).
Como siempre, también hoy la evangelización tiene como finalidad
la transmisión de la fe cristiana. Ésta se refiere, en primer lugar, a la
comunidad de los discípulos de Cristo, organizados en Iglesias
particulares, diócesis y eparquías, cuyos fieles se reúnen regularmente para
las celebraciones litúrgicas, escuchan la Palabra de Dios y celebran los
sacramentos, sobre todo la Eucaristía, preocupándose por transmitir el
tesoro de la fe a los miembros de sus familias, de sus comunidades, de sus
parroquias. Lo hacen a través de la propuesta y del testimonio de la vida
cristiana, del catecumenado, de la catequesis y de las obras de caridad. Se
trata de evangelización en sentido general, como actividad habitual de la
Iglesia. Con la ayuda del Espíritu Santo, esta evangelización, por así decir
ordinaria, debe ser animada por un nuevo ardor. Es necesario buscar
nuevos métodos y nuevas formas expresivas para transmitir al hombre
contemporáneo la perenne verdad de Jesucristo, siempre nuevo, fuente de
toda novedad. Sólo una fe sólida y robusta, propia de los mártires, puede
dar ánimo a tantos proyectos pastorales, a medio y a largo plazo, vivificar
las estructuras existentes, suscitar la creatividad pastoral a la altura de las
necesidades del hombre contemporáneo y de las expectativas de las
sociedades actuales.
El renovado dinamismo de las comunidades cristianas dará un nuevo
impulso también a la actividad misionera (missio ad gentes), urgente hoy
más que nunca, considerando el alto número de personas que no conocen
a Jesucristo, no sólo en tierras lejanas, sino también en los Países de
antigua evangelización.
Dejándose vivificar por el Espíritu Santo, los cristianos serán luego
sensibles a tantos hermanos y hermanas que, no obstante haber sido
bautizados, se han alejado de la Iglesia y de la praxis cristiana. A ellos, en
modo particular, desean dirigirse con la nueva evangelización para que
descubran la belleza de la fe cristiana y la alegría del encuentro personal
con el Señor, en la Iglesia, comunidad de los fieles.
Sobre estas temáticas se desarrolla el Instrumentum laboris que aquí
es presentado. Orden del día de la próxima Asamblea sinodal, este
Documento es el resultado de la síntesis de las respuestas a los Lineamenta,
llegadas de parte de los Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales
Católicas sui iuris, de las Conferencias Episcopales, de los Dicasterios de
la Curia Romana y de la Unión de los Superiores Generales, como también
de parte de otras instituciones, de comunidades y de fieles, que han querido
participar en la reflexión eclesial sobre el tema sinodal. Con la ayuda del
Consejo Ordinario, la Secretaría General del Sínodo de los Obispos,
valiéndose también de la colaboración de válidos expertos, ha redactado
el presente Documento en el cual han sido recogidos muchos aspectos
sobresalientes de la actividad evangelizadora de la Iglesia en los cinco
continentes. Al mismo tiempo se indican varios temas que han de ser
profundizados para que la Iglesia pueda continuar a desarrollar en modo
adecuado su obra evangelizadora, teniendo en cuenta los no pocos desafíos
y dificultades del momento presente. Confiando en la palabra del Señor:
“No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí” (Jn
14,1) y bajo la iluminada guía del Santo Padre Benedicto XVI, los Padres
sinodales están disponiéndose a reflexionar en un ambiente de oración, de
escucha y de comunión afectiva y efectiva. En esta tarea no están solos,
pues están acompañados por tantas personas que rezan por los trabajos
sinodales. Los miembros de la XIII Asamblea General Ordinaria,
dirigiendo la mirada también a la comunión de la Iglesia glorificada,
confían en la intercesión de todos los santos y, en particular, de la Virgen
María, bienaventurada porque “ha creído que se cumplirían las cosas que
le fueron dichas de parte del Señor” (Lc 1,45).
Dios, bueno y misericordioso, constantemente tiende su mano al
hombre y a la Iglesia, siempre dispuesto a hacer prontamente justicia a sus
elegidos. Ellos, sin embargo, están invitados a aferrar su mano y con fe
pedirle ayuda. Esta condición no puede darse por supuesta, como se puede
percibir de la incisiva pregunta de Jesús: “Pero, cuando el Hijo del hombre
venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra? (Lc 18,8). Por este motivo, también
hoy la iglesia y los cristianos deben repetir asiduamente la súplica: “¡Creo,
ayuda a mi poca fe!” (Mc 9,24).
Para que la Asamblea sinodal pueda responder a estas expectativas
y necesidades de la Iglesia en nuestro tiempo, invoquemos la gracia del
Espíritu Santo, que Dios “derramó sobre nosotros con largueza por medio
de Jesucristo nuestro Salvador” (Tt 3,6), suplicando una vez más al Señor
Jesús: “Auméntanos la fe” (Lc 17,5).
+ Nikola ETEROVIĆ‚
Arzobispo titular de Cibale
Secretario General del Sínodo de los Obispos
Vaticano, 27 de mayo de 2012

ataques a la Iglesia en medios de comunicacion

Hay gente que se me queja de las agresiones que sufrimos los católicos en algunos medios de comunicación. Lo triste es que se diga que “a ver qué podemos hacer más que aguantarnos…” Mala cosa la simple resignación. Creo que se pueden hacer bastantes cosas. Esto se me ocurre.
Reconocer que estos ataques existen. De siempre ha existido el “odium fidei”, es decir, el odio a las cosas de la fe. Desde Nerón hasta hoy pasando por Stalin. Los mismos medios lo niegan, y dicen que no, que de eso nada, que lo que ocurre es que la Iglesia es mala, los obispos malos y antievangélicos, que estamos vendidos al dinero… y que lo que hacen no es atacar, sino crítica profética para que la Iglesia vuelva a Cristo y al evangelio. Hay católicos tan ingenuos que se lo creen. Yo no. Se disfraza de “bondad” pero es dar leña a todo lo que se mueve. A otro perro con ese hueso.
No colaborar con los medios donde se vierten. No seré yo quién de un euro por comprar un diario donde constantemente se sacude a la Iglesia con el pretexto que sea. Ni quien vea canales de televisión donde ocurran cosas semejantes, o visite portales digitales empeñados en darme en la cabeza. Un lector menos, un espectador menos. Esos medios de comunicación, ni para la información meteorológica.
Protestar donde se pueda. Hoy es fácil. Basta un correo electrónico, o aprovechar alguna campaña de protesta frente a ciertos programas. Un correo, un click de ratón, y protesta enviada.
No comprar productos que se anuncien en esos programas. Los programas de televisión, la prensa, viven básicamente de los anunciantes. Si los anunciantes se van, se acaba el programa. Quizá recordemos lo que pasó con “La Noria” en Tele5. Llegó un momento en que el programa se hizo tan insoportable que la gente protestó y los anunciantes huyeron. Hoy ese programa no existe. Las empresas y marcas comerciales pueden anunciarse donde quieran en ejercicio de su libertad. Y servidor, en el ejercicio de la mía, comprar lo que me parezca. ¿Qué en un programa se meten con la Iglesia hasta la indecible y en ese programa se anuncia la cerveza A? Desde mañana esa cerveza no entra en mi casa. ¿Qué se anuncia el producto B? Pues ese producto tiene un cliente menos. Así de facilito. Ya, ya sé que uno no es nada, pero si lo hacemos unos cuantos y además se lo contamos a los amigos y conocidos, a lo mejor se lo piensan. Además aunque sea uno.
Lo que no puede ser es ir por la vida de calladitos y sufridores. Para hacer penitencia y sacrificio puedo sugerir cosas mucho más interesantes.