Friday, February 28, 2014

Acompañar, no condenar a los que experimentan el fracaso de su amor nos pide a los sacerdotes el Papa

Acompañar, no condenar a los que experimentan el fracaso de su amor


Acompañar, no condenar a los que experimentan el fracaso de su amor
En la homilía que dirigió esta mañana en Casa Santa Marta, el Papa Francisco se ha detenido en la belleza del matrimonio y ha advertido que es necesario acompañar, no condenar, a los que experimentan el fracaso de su amor. De ahí afirmó que Cristo es el Esposo de la Iglesia y que no se puede comprender a uno sin la otra.
Los doctores de la ley intentan ponerle trampas a Jesús para “quitarle la autoridad moral”. Papa Francisco ha comenzado por el Evangelio de hoy para ofrecer una catequesis sobre la belleza del matrimonio. Los fariseos, observó, se presentan ante Jesús con el problema del divorcio. Su estilo, reveló, es siempre el mismo: la “casuística”, ¿es lícito esto o no?.
“Siempre el pequeño caso. Esta es la trampa: tras la casuística, tras el pensamiento casuístico, hay siempre una trampa. ¡Siempre” ‘¿es lícito hacer esto? ¿repudiar a la propia mujer?’. Y Jesús responde preguntándoles que decía la ley sobre esto y explicándoles por qué Moisés hizo esta ley. Pero no se detiene allí: de la casuística va al centro del problema y se remonta a los días de la Creación. Dios los hizo hombre y mujer, por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne. Así que ya no serán dos, sino una sola carne”.
El Señor, prosiguió el Papa, “se refiere a la obra maestra de la Creación”, que son el hombre y la mujer. Y Dios, dijo, “no quería que el hombre estuviese solo, lo quiso “con su compañera de camino”. Es un momento poético, observó, cuando Adán encuentra a Eva: “Es el comienzo del amor, id unidos como una sola carne”. El Señor, afirmó, “toma el pensamiento casuístico y lo lleva al inicio de la revelación”. Por otro lado, explicó “esta obra maestra del Señor no termina allí, en los días de la Creación, porque el Señor elige esta imagen para explicar el amor que Él tiene por su pueblo”. Por eso, comentó, “cuando el pueblo no es fiel”, Él les “habla con palabras de amor”.
“El Señor toma este amor de la obra maestra de la Creación para explicar el amor que le tiene a su pueblo. Y va una paso más allá: cuando Pablo necesita explicar el misterio de Cristo, usa también esta relación, en referencia a su Esposa: porque Cristo está casado. Cristo estaba casado, se había casado con la Iglesia, su pueblo. Como el Padre esposó al Pueblo de Israel, así Cristo esposó a su pueblo. Esta es la historia del amor, esta ¡es la historia de la obra maestra de la Creación! Ante este recorrido de amor, de esta imagen, la casuística cae y se convierte en dolor. Pero cuando se deja al padre y a la madre y se une a una mujer, se hacen una sola carne y van hacia delante pero este amor fracasa, porque muchas veces fracasa, tenemos que sentir el dolor de este fracaso, acompañar a las personas que han sufrido este fracaso en su amor. ¡No condenéis! ¡Caminad con ellos! Y no uséis la casuística con su situación”.
Cuando uno lee esto, es su reflexión, “piensa en este diseño de amor, este camino de amor del matrimonio cristiano, que Dios bendijo en la Obra maestra de su Creación”. “Una bendición, advirtió, que nunca se ha eliminado”. ¡Ni siquiera con el pecado original se destruyó! Cuando uno piensa en esto, por tanto “cuando ve la belleza del amor, lo bello que es el matrimonio y la familia, lo bello que es este camino, vemos cuanta cercanía debemos tener hacia los hermanos y las hermanas que en su vida han tenido la desgracia de un fracaso en el amor”. Refiriéndose finalmente a San Pablo, Papa Francisco destacó la belleza “del amor que Cristo tiene por su esposa, ¡la Iglesia!”
“También aquí debemos estar atentos a que no fracase el amor. Hablar de un cristo demasiado soltero: ¡Cristo se casó con la Iglesia! Y no se puede entender a Cristo sin la Iglesia y no se puede entender a la Iglesia sin Cristo. Este es el gran misterio de la obra maestra de la Creación. Que el Señor nos dé a todos la gracia de entenderlo y también la gracia de no caer nunca en este comportamiento casuístico de los fariseos, de los doctores de la ley”. 

Autoridad vaticana envía emotiva carta a madres de seminaristas y sacerdotes del mundo

Autoridad vaticana envía emotiva carta a madres de seminaristas y sacerdotes del mundo


Cardenal Mauro Piacenza
Cardenal Mauro Piacenza

 Con motivo de la solemnidad de María Madre de Dios, el Prefecto de la Congregación para el Clero, Cardenal Mauro Piacenza, dirigió una emotiva carta a las madres de los seminaristas y sacerdotes en todo el mundo, agradeciéndoles la ayuda que brindan a sus hijos en el momento de discernir en su vocación al sacerdocio.

“Deseo con todo el corazón animar y dirigir un especial agradecimiento a todas las madres de los sacerdotes y de los seminaristas que, junto a ellas y a todas las mujeres consagradas y laicas, han acogido también por la invitación delAño Sacerdotal el don de la maternidad espiritual de los llamados al ministerio sacerdotal, ofreciendo su propia vida, su oración, sus sufrimientos y sus fatigas, así como sus propias alegrías, por la fidelidad y santificación de los ministros de Dios, convirtiéndose en partícipes a título especial de la maternidad de la Santa Iglesia, que tiene su modelo y su cumplimento en la divina maternidad de María Santísima”, escribió el Cardenal Piacenza.

La carta, publicada en el sitio web oficial de su dicasterio www.clerus.org, recuerda que María, acogiendo la Palabra Eterna en su vientre, dio a luz al eterno y sumo sacerdote, Jesucristo, “el único Salvador del mundo. En él, Dios mismo vino al encuentro del hombre para elevarlo sobre el pecado y darle la vida eterna, es decir su propia vida”.

En este sentido, explica también que la Virgen sumándose a la voluntad de Dios, participó de manera única en el misterio de nuestra redención y, de igual modo, “la Iglesia mira con admiración y profunda gratitud a todas las madres de los sacerdotes y los seminaristas que han tomado el camino de formación”.

El Purpurado recuerda que por medio del sacramento de la Ordenación “la vida de los sacerdotes es tomada definitivamente por Jesús y sumergida en Él, de manera que en ellos, es Jesús mismo quien obra y pasa entre los hombres”.

El Purpurado aseguró que la vocación sacerdotal encuentra su primera semilla en la familia, en el amor de los padres y en la educación en la fe, de manera que sea un terreno fértil que predisponga a la voluntad de Dios.

Por último, alentó a las madres a no oponerse a la vocación del hijo y explicó que “cada madre de sacerdote es misteriosamente ‘hija de su hijo’”.

“A través de él podrá entonces ejercitar también la nueva maternidad en la discreta pero eficaz e inestimablemente preciosa cercanía de la oración y de la ofrenda de la propia existencia para el ministerio de su hijo”, concluyó. 

Thursday, February 27, 2014

“El cristiano incoherente escandaliza y el escándalo mata”, el Papa el jueves en Santa Marta






“El cristiano incoherente escandaliza y el escándalo mata”, el Papa el jueves en Santa Marta



 En su homilía de hoy en la Casa de Santa Marta el Papa Francisco empleó palabras fuertes inspirándose en la Confirmación administrada durante la Misa. Quien recibe este Sacramento – afirmó el Santo Padre – “manifiesta su deseo de ser cristiano. Ser cristiano significa dar testimonio de Jesucristo”, es una persona que “piensa como cristiano, siente como cristiano y actúa como cristiano. Y esta es la coherencia de vida de un cristiano”. Alguien – observó – puede decir que tiene fe, “pero si carece de una de estas cosas, no existe en él lo cristiano”, “es algo que no funciona, hay una cierta incoherencia”. Y los cristianos “que viven en la incoherencia, hacen mucho daño”:

“Hemos escuchado lo que el apóstol Santiago dice a algunos incoherentes, que presumían de ser cristianos, pero explotaban a sus empleados, y les dijo: ‘Sepan que el salario que han retenido a los que trabajaron en sus campos está clamando, y el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor del universo’. El Señor es fuerte. Si alguno escucha esto, puede pensar: ‘¡Eso lo ha dicho un comunista!’. ¡No, no, lo ha dicho el apóstol Santiago! Es la Palabra del Señor. Es la incoherencia. Y cuando la coherencia cristiana no existe y se vive con esta incoherencia, se produce escándalo. Y los cristianos que no son coherentes hacen mucho escándalo”.
“Jesús – prosiguió el Pontífice – habla con mucha fuerza contra el escándalo: ‘Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar’. Un cristiano incoherente hace tanto daño” y “el escándalo mata”. “Muchas veces – agregó el Obispo de Roma - hemos escuchado: ‘Pero padre, yo creo en Dios, pero no en la Iglesia, porque ustedes cristianos dicen una cosa y hacen otra’”. O también: “Yo creo en Dios, pero no en ti”. “Esa es la incoherencia”:

“Si te encuentras ante – ¡imaginemos! – ante un ateo y éste te dice que no cree en Dios, tu puedes leerle una biblioteca entera, donde está escrito que Dios existe y también probar que Dios existe, y el ateo no tendrá fe. Pero si delante de este ateo das testimonio de coherencia de vida cristiana, algo comenzará a moverse en su corazón. Será precisamente tu testimonio lo que lo llevará a esa inquietud sobre la que el Espíritu Santo obra. Es una gracia que todos nosotros, toda la Iglesia debe pedir: ‘Señor, que seamos coherentes’”. 
Entonces, concluyó Francisco, es necesario rezar, “porque para vivir en la coherencia cristiana es necesaria la oración, porque la coherencia cristiana es un don de Dios y debemos pedirla”: “¡Señor, que yo sea coherente! ¡Señor, que yo jamás escandalice, que yo sea una persona que piensa como cristiano, que sienta como cristiano, que actúe como cristiano!”. Y que cuando caigamos por nuestra debilidad, que pidamos perdón:

“Todos somos pecadores, todos, pero todos tenemos la capacidad de pedir perdón. ¡Y Él jamás se cansa de perdonar! Tener la humildad de pedir perdón: ‘Señor, no he sido coherente. ¡Perdón!’. Ir adelante en la vida con coherencia cristiana, con el testimonio de aquel que cree en Jesucristo, que sabe que es pecador, pero que tiene el coraje de pedir perdón cuando se equivoca y que tiene tanto miedo de escandalizar. Que el Señor de esta gracia a todos nosotros”.

Wednesday, February 26, 2014

La teología de la liberación necesitó desmarcarse del marxismo, dice Cardenal Müller

La teología de la liberación necesitó desmarcarse del marxismo, dice Cardenal Müller


Cardenal Gerhard Müller en la presentación de su libro (Foto ACI Prensa)
Cardenal Gerhard Müller en la presentación de su libro (Foto ACI Prensa)
 En una conferencia de prensa en la que presentó su reciente libro sobre la realidad de los pobres y su relación con la Iglesia el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el recientemente creado Cardenal Gerhard Müller, aclaró que la Iglesia tuvo la necesidad de aclarar una problemática Teología de la Liberación que sufrió “presiones” del marxismo.
En la conferencia de prensa de la presentación del libro “Pobres por los pobres: La Misión de la Iglesia” participó además el controvertido teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, autor de dos artículos que aparecen en la tercera parte del libro.
Apartándose de sus radicales ideas expresadas en su obra “Teología de la Liberación, Perspectivas”, donde abogaba por la lucha de clases, Gutiérrez señaló en la presentación que “la idea del servicio viene directamente delConcilio Vaticano II” ya que los cristianos están llamados “a servir y a buscar la imagen de Cristo en cada hombre e ir a los confines del mundo y las periferias, como nos invita el Papa Francisco”.
Luego de la presentación del libro cuyo prólogo ha sido escrito por el Papa Francisco, el Cardenal Müller dijo a ACI Prensa que la Teología de la Liberación comenzó como una aplicación de la Gaudium et Spes, un documento del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo actual, al escenario de América Latina.
Pero precisó que, “cuando una nueva teología está en desarrollo, hay asuntos que deben clarificarse”.
Esta necesidad de clarificación hizo que la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida en ese entonces por el Cardenal Joseph Ratzinger (luegoBenedicto XVI), emitiera dos instrucciones: La Libertatis Nuntius, de 1984, que condenaba la orientación marxista de la teología de la liberación; y la Libertatis Conscientia, de 1986.
“En esta parte de la historia, la ideología del comunismo soviético presionó mucho a la Teología de la Liberación”, dijo el Cardenal.
El Purpurado no quiso entrar en polémica sobre el distanciamiento de la Teología de la Liberación de la ortodoxia, afirmando que “más que una purificación, ha habido una clarificación”.
“Hemos tenido un diálogo, un debate serio, porque cada tema puede tratarse desde una perspectiva distinta, pero cada uno de nosotros está enraizado en la doctrina de la fe. La Teología es realmente necesaria para la actualización de la doctrina de la fe, pero la doctrina de la Iglesia siempre es la misma, dado que la doctrina de la Iglesia es la profesión de la fe revelada por la Palabra de Dios”.
El Cardenal dijo además a ACI Prensa que él y Gutiérrez “han conversado mucho sobre algunos, digamos problemáticos, asuntos de la Teología de la Liberación” que siempre están “divididos en tres pasos: ver, juzgar y actuar”.
El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe dijo además a los periodistas presentes en la presentación del libro que “tal vez tuvo algo de influencia” en profundizar el diálogo de Gutiérrez con la filosofía medieval, latina y griega, y no tanto con la filosofía moderna.
En ese sentido, “ha habido un cierto desarrollo en modelar la misión de la Iglesia por el bien común y por la misión de la unidad.

Benedicto XVI: Mi renuncia es válida y las especulaciones son absurdas

Benedicto XVI: Mi renuncia es válida y las especulaciones son absurdas


Foto ACI Prensa

 El Sumo Pontífice Emérito, Benedicto XVI, contestó en una carta a las preguntas del vaticanista Andrea Tornielli del diario La Stampa, y que aseguró que "no existe la menor duda sobre la validez de mi renuncia al ministerio petrino" y rechazó por “simplemente absurdas” las especulaciones que algunos han hecho sobre sus posibles motivaciones.
El periodista explica en artículo publicado hoy que Benedicto XVI aclara que en la Iglesia no existe ninguna "diarquía", ningún doble gobierno y sostiene que su "único y último objetivo" es sostener mediante la oración el pontificado del Papa Francisco.
"De forma sintética pero muy precisa, Ratzinger respondió y desmintió los presuntos contextos secretos de la renuncia, además de invitar a no adjudicar significados impropios a algunas decisiones que tomó, como la de mantener el hábito blanco incluso después de haber dejado el ministerio de Obispo de Roma", indicó Tornielli.
El periodista considera que las palabras de Benedicto XVI sobre su voluntad de permanecer "en el recinto de San Pedro" fueron las que provocaron versiones disparatadas en cuanto a las razones y libertad de su renuncia, y hasta de su validez.
El Obispo Emérito de Roma señala en su carta que "no existe la menor duda sobre la validez de mi renuncia al ministerio petrino. Única condición de la validez es la plena libertad de la decisión. Las especulaciones sobre la invalidez de la renuncia son simplemente absurdas".
En la carta, el Sumo Pontífice Emérito respondió también sobre el significado del vestido blanco y del nombre papal: "Mantener el hábito blanco y el nombre Benedicto es una cosa simplemente práctica. Al momento de la renuncia no había otros vestidos a disposición. Por lo demás, llevo el hábito blanco de forma claramente diferente al del Papa. También aquí se trata de especulaciones sin el mínimo fundamento".
Benedicto XVI también confirmó la carta enviada al teólogo suizo Hans Kung, en la que aseguraba que está unido al Papa Francisco "por una gran identidad de visión y por una amistad de corazón" y que su única y última tarea "es apoyar su pontificado en la oración".

Papa Francisco: Cristo nos toma de la mano y nos asegura que ni siquiera la muerte podrá separarnos de Él

Cristo nos toma de la mano y nos asegura que ni siquiera la muerte podrá separarnos de Él, el Papa durante la audiencia general sobre el sacramento de la Unción de los enfermos



 La Plaza de San Pedro volvió a llenarse de miles de fieles y peregrinos para la audiencia general con el Papa. Francisco dedicó su catequesis de este miércoles al “sacramento de la compasión de Dios con el sufrimiento del hombre”: la Unción de los enfermos. El Obispo de Roma nos recordó que “Jesús enseñó a sus discípulos a tener su misma predilección por los enfermos y necesitados, y les confió la tarea de atenderlos en su nombre por medio de este sacramento”. “Qué alegría da saber que en los momentos de dolor no estamos solos: el sacerdote y la comunidad cristiana, reunida junto al que sufre, alimentan su fe y su esperanza”, constató el Santo Padre, agregando que a esto se une el consuelo que otorga la presencia de Cristo, “que nos toma de la mano y nos recuerda que le pertenecemos, y que nada, ni nadie –ningún mal, ni siquiera la muerte- podrán separarnos de Él.” (RC-RV)
Resumen de su catequesis y saludo del Papa en nuestro idioma
En la catequesis de hoy les hablaré de la Unción de los enfermos, sacramento de la compasión de Dios con el sufrimiento del hombre. La parábola del “buen samaritano” expresa el misterio que se celebra en este sacramento: Jesús se acerca a quien sufre y lo conforta con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza. Luego, lo lleva a la posada, que representa a la Iglesia, a la que Cristo confía a cuantos sufren en su cuerpo o en su espíritu, para experimentar su misericordia y su salvación. Jesús enseñó a sus discípulos a tener su misma predilección por los enfermos y necesitados, y les confió la tarea de atenderlos en su nombre por medio de este sacramento. Aunque la muerte es un misterio que nos supera, la Unción de los enfermos nos ayuda a ampliar la mirada y a radicarla en el misterio más grande del amor de Dios. Qué alegría da saber que en los momentos de dolor no estamos solos: el sacerdote y la comunidad cristiana, reunida junto al que sufre y su familia, alimentan su fe y su esperanza y lo sostienen con la plegaria y el afecto fraterno. A eso se une el consuelo que otorga la presencia de Cristo, que nos toma de la mano y nos recuerda que le pertenecemos, y que nada, ni nadie –ningún mal, ni siquiera la muerte- podrán separarnos de Él. Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de las Diócesis de Mérida-Badajoz, Plasencia y Córdoba, así como a los Paracaidistas del Ejército de Tierra, de Madrid, y los demás fieles provenientes de España, Nicaragua, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a valorar la paz y el ánimo que Cristo nos comunica en el sacramento de la Unción de los enfermos para sobrellevar cristianamente los sufrimientos. Muchas gracias.

Texto completo de la catequesis del Papa en español

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy las previsiones decían “lluvia” ¡y ustedes han venido lo mismo! ¡Tienen coraje!, ¿eh? ¡Felicitaciones!
Hoy quisiera hablarles del Sacramento de la Unción de los enfermos, que nos permite tocar con la mano la compasión de Dios por el hombre. En el pasado era llamado “extrema unción”, porque se entendía como consuelo espiritual en la inminencia de la muerte. Hablar en cambio de “Unción de los enfermos” nos ayuda a ampliar la mirada hacia la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, en el horizonte de la misericordia de Dios.

Hay un ícono bíblico que expresa en toda su profundidad el misterio que se trasluce en la Unción de los enfermos: es la parábola del buen samaritano, en el evangelio de Lucas (10,30-35). Cada vez que celebramos este Sacramento, el Señor Jesús, en la persona del sacerdote, se acerca a la persona que sufre y está gravemente enfermo, o anciano. La parábola dice que el buen samaritano cuida del hombre sufriente derramando sobre sus heridas aceite y vino. El aceite nos hace pensar en aquel que es bendecido por el Obispo cada año, en la Misa Crismal del Jueves Santo, justamente en vista de la Unción de los enfermos. El vino, en cambio, es signo del amor y de la gracia de Cristo que brotan del don de su vida por nosotros y que se expresan en toda su riqueza en la vida sacramental de la Iglesia. Por último, la persona que sufre es confiada al dueño del albergue para que pueda continuar cuidando de ella, sin considerar los gastos. Entonces, ¿quién es este dueño del albergue? Es la Iglesia, la comunidad cristiana, somos nosotros, a los cuales cada día el Señor Jesús nos confía a aquellos que están afligidos, en el cuerpo y en el espíritu, para que podamos continuar derramando sobre ellos, sin medida, toda su misericordia y su salvación.

Este mandato está confirmado de modo explícito y preciso en la epístola de Santiago – hemos escuchado - donde se recomienda: “Quién está enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia para que ellos oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. Y la oración que nace de la fe salvará al enfermo, el Señor lo aliviará y, si tuviera pecados, le serán perdonados” (5,14-15). Se trata por lo tanto de una praxis que estaba en uso ya en tiempos de los Apóstoles. Jesús, de hecho, ha enseñado a sus discípulos a tener su misma predilección por lo enfermos y por los sufrientes y les ha transmitido la capacidad y el deber de continuar derramando, en su nombre y según su corazón, alivio y paz, a través de la gracia especial de este Sacramento. Pero esto no nos debe hacer caer en la búsqueda obsesiva del milagro o en la presunción de poder obtener siempre y de todos modos la curación.
Pero, es la seguridad de la cercanía de Jesús al enfermo, también al anciano, porque todo anciano, toda persona de más de 65 años puede recibir este Sacramento: es Jesús que se acerca. Pero cuando hay un enfermo se piensa: “Llamemos al cura, al sacerdote para que venga. No, no, porque trae mala suerte, entonces no, no lo llamamos” o “después se asustará el enfermo”. ¿Por qué? Porque existe un poco la idea que, cuando hay un enfermo y viene el sacerdote, después de él llega la pompa fúnebre: y eso no es verdad, ¡eh! El sacerdote viene para ayudar al enfermo o al anciano: por esto es tan importante la visita del sacerdote a los enfermos. Llamarlo: “hay un enfermo, venga, dele la unción, bendígalo”. Porque es Jesús que llega para aliviarlo, para darle fuerza, para darle esperanza, para ayudarlo. También para perdonarle los pecados. ¡Y esto es hermoso! Y no piensen que esto sea un tabú, porque siempre es hermoso saber que en el momento del dolor y de la enfermedad nosotros no estamos solos: el sacerdote y aquellos que están presentes durante la Unción de los enfermos representan, en efecto, a toda la comunidad cristiana que, como un único cuerpo, con Jesús, se estrecha entorno a quien sufre y a los familiares, alimentando en ellos la fe y la esperanza y apoyándolos con la oración y el calor fraterno. Pero el consuelo más grande deriva del hecho que, el que se hace presente en el Sacramento es el mismo Señor Jesús, que nos toma de la mano, nos acaricia como hacía con los enfermos, Él, y nos recuerda que ya le pertenecemos y que nada – ni siquiera el mal y la muerte – podrá nunca separarnos de Él. Pero tengamos esta costumbre de llamar al sacerdote, porque a nuestros enfermos – no digo los enfermos de gripe, de tres, cuatro días, sino cuando es una enfermedad seria – y también a nuestros ancianos, venga y les dé este Sacramento, este consuelo, esta fuerza de Jesús para seguir adelante. ¡Hagámoslo! Gracias.

Entre sus saludos a los numerosísimos grupos de peregrinos, el Papa se dirigió también a los participantes en un congreso dedicado al Día Mundial de las enfermedades raras, que se celebra el 28 de febrero. Con su cordial bienvenida a los enfermos y autoridades académicas, el Santo Padre expresó su profundo anhelo de que «los pacientes y sus familiares sean sostenidos adecuadamente en las dificultades de su camino, tanto en ámbito médico como legislativo».
Luego, como es tradicional saludó a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Recordando que el 27 de febrero se celebra la memoria de san Gabriel de la Dolorosa, el Obispo de Roma deseó que el ejemplo de este santo ayude a los queridos jóvenes a ser discípulos entusiasmados de Jesús. Que aliente a los queridos enfermos a ofrecer sus sufrimientos en unión con los de Cristo y mueva a los queridos recién casados a hacer que el Evangelio sea la regla fundamental de su vida conyugal.

Que Venezuela vuelva pronto a la paz y a la concordia, apremiante llamamiento del Papa

Que Venezuela vuelva pronto a la paz y a la concordia, apremiante llamamiento del Papa


















Desde la Plaza de San Pedro, el Obispo de Roma hizo llegar su cercanía al pueblo venezolano. Expresando profunda preocupación por lo que está ocurriendo en Venezuela, el Papa Francisco dirigió un apremiante llamamiento a la oración, para que cese de inmediato la violencia, y todos los venezolanos - empezando por los responsables políticos e institucionales - no escatimen esfuerzos en el respeto de la verdad y la justicia:
«Sigo con particular preocupación lo que está sucediendo en estos días en Venezuela. Anhelo vivamente que cesen cuanto antes las violencias y hostilidades y que todo el pueblo venezolano, empezando por los responsables políticos e institucionales, no escatimen esfuerzos para favorecer la reconciliación nacional, a través del perdón mutuo y del diálogo sincero, en el respeto de la verdad y de la justicia, capaz de afrontar temas concretos para el bien común. Al tiempo que aseguro mi constante y ferviente oración, especialmente por aquellos que perdieron la vida en los enfrentamientos y por sus familiares, invito a todos los creyentes a elevar súplicas a Dios, por intercesión materna de Nuestra Señora de Coromoto, para que el país vuelva a encontrar pronto la paz y la concordia».


Ante los últimos sucesos en el país, este martes, por medio de un Comunicado, la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana señaló que con seria preocupación, los Obispos observan «los últimos sucesos acontecidos en el país. Sobre todo, por la carga de violencia que han supuesto, con sus lamentables consecuencias de muertes, heridos y destrozos de patrimonios familiares e institucionales. Los fallecidos o los heridos no pertenecen ni al gobierno ni a la oposición, sino a sus familias y al pueblo de Venezuela, sin distinciones ni colores. Oramos por los que han fallecido y por quienes han resultado heridos. A esto se unen los saqueos que en diversas partes del país se han venido promoviendo y que causan miedo e indefensión».

La Presidencia de la Conferencia Episcopal de Venezuela recuerda también, entre otros puntos en su largo comunicado que «los estudiantes y el pueblo mismo tienen el derecho a la protesta acorde a lo establecido en la Constitución Al ejercerlo, no sólo se pueden expresar inconformidades o desacuerdos, sino que también se puede llamar la atención tanto a las diversas autoridades como a la misma ciudadanía para que, en un clima de concertación, de escucha y de diálogo se puedan superar las dificultades, resolver los problemas y corregir rumbos si fuera necesario. Lo que siempre se ha de evitar es que la protesta degenere en actos de violencia».

El Papa pide que no nos acostumbremos al escandalo de la guerra

Niños hambrientos en los campos de refugiados, mientras los fabricantes de armas hacen fiesta en los salones. Es la imagen que el Papa Francisco evocó en la Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. La homilía del Pontífice fue un llamamiento a la paz y contra toda guerra, en el mundo así como en las familias. El Papa insistió en que la paz no puede ser solamente una “palabra” y exhortó a todos los cristianos a no “acostumbrarse” al escándalo de la guerra.

¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? El Santo Padre se inspiró en la Epístola del Apóstol Santiago, en la Primera Lectura, para elevar una vibrante condena de todas las guerras. Y comentando las peleas entre los discípulos de Jesús para ver quién fuese el más grande entre ellos, puso en evidencia que cuando “los corazones se alejan nace la guerra”. “Cada día, en los periódicos, encontramos guerras – constató con amargura – en tal lugar dos, cinco muertos”, en otro lugar más víctimas:

“Y los muertos parecen hacer parte de una contabilidad cotidiana. ¡Estamos acostumbrados a leer estas cosas! Si tuviésemos la paciencia de citar todas las guerras que en este momento hay en el mundo, seguramente llenaríamos muchas páginas. Pareciera que el espíritu de la guerra se hubiese apoderado de nosotros. Se hacen actos para conmemorar el centenario de aquella Gran Guerra, tantos millones de muertos… ¡Y todos escandalizados! Pero ¡hoy es lo mismo! En vez de una gran guerra, pequeñas guerras en todas partes, pueblos divididos… por conservar los propios intereses se asesinan, se matan entre ellos”.

¿De dónde vienen las guerras y las querellas que hay entre ustedes?”, repitió el Obispo de Roma. “Las guerras, el odio, la enemistad – respondió – no secompran en el mercado: están aquí, en el corazón.” Y recordó que cuando de niños, en el catecismo, “nos contaban la historia de Caín y Abel, todos estábamos escandalizados”, no se podía creer que uno mate el hermano. Pero, hoy, “tantos millones se matan entre hermanos, entre ellos. Pero estamos acostumbrados”. La Primera Guerra Mundial, dijo, “nos escandaliza, pero no la gran guerra un poco por todas partes”, un poco “escondida, ¡no escandaliza! Y tantos mueren por un pedazo de tierra, por una ambición, por un odio, por un celo racial”. “La pasión – agregó – nos lleva a la guerra, al espíritu del mundo”:

“También normalmente ante un conflicto, nos encontramos ante una situación curiosa: salir adelante para resolverlo, peleando. Con el lenguaje de la guerra. ¡No viene antes el lenguaje de la paz! ¿Y las consecuencias? Piensen en los niños hambrientos en los campos de refugiados… Piensen solamente en eso: ¡es el fruto de la guerra! Y si quieren piensen en los grandes salones, en las fiestas que hacen aquellos que son los patrones de la industria de las armas, que fabrican las armas, las armas que terminan allí. El niño enfermo, hambriento, en un campo de refugiados y las grandes fiestas, la vida bella que tienen aquellos que fabrican las armas”. 

“¿Qué ocurre en nuestro corazón?”, repitió. El Apóstol Santiago, agregó Francisco, nos da un consejo sencillo: “Acérquense a Dios y Él se acercará a ustedes”. Por lo tanto, advirtió sobre “este espíritu de guerra, que nos aleja de Dios, que no está lejos de nosotros” está “también en nuestra casa ”:

“Cuantas familias destruidas porque el papá, la mamá no son capaces de encontrar el camino de la paz y prefieren la guerra, hacer causa… ¡La guerra destruye! ‘¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros’? En el corazón. Hoy les propongo rezar por la paz, por aquella paz que parece haberse convertido sólo en una palabra, nada más. Para que esta palabra tenga la capacidad de actuar, sigamos el consejo del Apóstol Santiago: ‘¡Reconozcan su miseria!”. 

Aquella miseria, continuó, de donde provienen las guerras: “Las guerras en las familias, las guerras en los barrios, las guerras en todas partes”. “¿Quién de nosotros ha llorado – se preguntó – cuando lee el periódico, cuando en la televisión ve aquellas imágenes? Tantos muertos”. “Que la alegría de ustedes – dijo retomando al Apóstol Santiago – se transforme en llanto, y el gozo, en tristeza…”. Esto, agregó Francisco, “es lo que hoy, 25 de febrero, debe hacer un cristiano ante tantas guerras, en todas partes”: “Llorar, hacer luto, humillarse”. “Que el Señor – concluyó – nos haga entender esto y nos salve del acostumbrarnos a las noticias de guerra”. 

Todo tiene su tiempo

Algunos de nosotros nos hemos detenido a pensar porque todo sueño o lo mas preciado en la vida se toma tiempo en adquirirlo ? Por que si Dios que todo lo puede y teniendo todo en control no usa su poder sobre natural para que cada de sus hijos deseen lo obtengan ?

En el capitulo 3 , versículo 1 de Eclesiastés lee de la siguiente manera .  Todo tiene su tiempo,  y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora .

Cada uno de nosotros tiene sueños y metas personales que deseamos que se cumplan en nuestras vidas , y trabajamos fuerte para que así sea , pero muchas veces nos desesperamos porque vemos que no llegan , debemos  mantener la calma y el control , ya que podríamos echar a perder los planes de Dios .



Debemos de entender que todo requiere su tiempo , Dios siendo el todo poderoso se tomo 6 días para llevar acabo la creación .

El pudo haber dicho el primer día que se haga todo , pero el dejo días para  cada una de sus creaciones ." Todo lo hizo hermoso en su tiempo , y ha puesto eternidad en el corazón del hombre sin que este alcance de comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin ".

Aquí les dejo hombres  de Dios que tuvieron que esperar en el  tiempo  de Dios .

Abraham le tomo 100 años para tener su hijo de promesa , Isaac .

Jacob sirvió 14 años a Laban para obtener a su esposa que mas deseo llamada Raquel.

Jacob tuvo que peliar con un ángel antes de recibir la bendición . Para tener la bendición y llegar a nuestras metas tenemos que aprender a pelear y esperar .

José tenia 16 años cuando tuvo el sueño de que su hermanos se postrarían delante de el , y que el seria  el gobernador de todo . Se tomo 14 años para que su
sueño se convirtiera en realidad .

Así muchos hombre de Dios como David , Salomón , Elias , Elíseo aprendieron que todo tiene su tiempo .

Hasta el mismo Jesús siendo Dios en carne se tomo 30 años para que comenzara su ministerio . El tuvo que esperar y aprender muchas cosas antes e cumplir su propósito en la tierra .

 ¿ Que quiero decir con esto ? que cada uno de nosotros debemos de aprender , capacitarnos , moldearnos y prepararnos durante este tiempo de espera . Cada uno de nosotros sabemos que tenemos que cambiar , quitar cosas que no te ayudaran a vivir una vida plena en Cristo Jesús .

 ¿ Te has preguntado cuanto tienes que estudiar para llegar a tu meta ? que te tienes que preparar para ver tus sueños hechos realidad ?

Dios quiere que tu y yo estemos preparados completamente , y que nuestras vidas estén llenas del carácter de El ,  para  que seamos buenos administradores de todas las cosas que ha puesto en nuestras manos . Recuerda que todo tiene su tiempo Dios te bendiga....

Monday, February 24, 2014

La salvación es regresar a casa, con Jesús en la Iglesia, el Papa el lunes






La salvación es regresar a casa, con Jesús en la Iglesia, el Papa el lunes en Santa Marta



 Seguir a Jesús no es “una idea” sino un “continuo quedarse en casa”, la Iglesia, donde Cristo hace regresar siempre a todos, también a quien se ha alejado de ella. Lo afirmó el Papa Francisco en la homilía de la Misa de esta mañana, en la capilla de Casa de Santa Marta.

Un muchacho que sufre convulsiones, que se revuelca por la tierra y que echa espuma por la boca; en medio a una muchedumbre asustada e inerme. Y su padre que por poco se abalanza a Jesús, implorándole librar a su hijo de la posesión diabólica. Es el drama con el que se abre el Evangelio de hoy y que el Papa analizó punto por punto: el de los presentes, que discuten sin resultado, Jesús que llega y se informa, “la bulla que viene a menos”, el padre angustiado que emerge de la muchedumbre y decide contra toda esperanza confiarse en Jesús. Y Jesús, que compadecido por la fe cristalina de aquel papá, expulsa el espíritu y luego se inclina con dulzura ante el joven, que parece muerto, ayudándolo a volverse a levantar:

“Todo aquel desorden, aquella discusión termina en un gesto: Jesús que se abaja, se inclina ante el muchacho. Estos gestos de Jesús nos hacen pensar. Jesús cuando cura, cuando va entre la gente y sana a una persona, jamás la deja sola. No es un mago, un brujo, un curandero que va, cura y continúa su camino: a cada uno lo hace regresar a su lugar, no lo deja en la calle. Son gestos bellísimos del Señor”.
He aquí la enseñanza, explicó el Santo Padre: “Jesús – afirmó – siempre nos hace regresar a casa, jamás nos deja solos en la calle”. El Evangelio, recordó, está lleno de estos gestos. La resurrección de Lázaro, la vida devuelta a la hija de Jairo y aquella al hijo de una mamá viuda. Y también la oveja perdida vuelta a traer al redil o la moneda perdida y vuelta a encontrar por la mujer:

“Porque Jesús no vino solo del Cielo, es Hijo de un pueblo. Jesús es la promesa hecha a un pueblo y su identidad es también pertenencia a aquel pueblo, que de Abraham camina hacia la promesa. Y éstos gestos de Jesús nos enseñan que toda curación, todo perdón nos hacen regresar siempre a nuestro pueblo, que es la Iglesia”.

Jesús perdona siempre y sus gestos – prosiguió el Papa – se vuelven también “revolucionarios”, o “inexplicables”, cuando su perdón llega a quien se ha alejado “mucho”, como el publicano Mateo o su colega Zaqueo. Además, repitió el Papa, Jesús “cuando perdona, hace siempre regresar a casa. Y de esta forma, sin el pueblo de Dios, no se puede entender a Jesús”. Es absurdo “amar a Cristo, sin la Iglesia, sentir a Cristo pero no a la Iglesia, seguir a Cristo al margen de la Iglesia”, recordó Francisco citando y parafraseando una vez más Pablo VI. “Cristo y la Iglesia están unidos”, y “cada vez que Cristo llama a una persona, la trae a la Iglesia”. Por esto, agregó, “está bien” que un niño “venga a bautizarse en la Iglesia”, la “Iglesia madre”:

“Y aquellos gestos de tanta ternura de Jesús nos hacen entender esto: que nuestra doctrina, digamos así, o nuestro seguir a Cristo, no es una idea, es un continuo quedarse en casa. Y si cada uno de nosotros tiene la posibilidad y la realidad de salir de casa por un pecado, un error – Dios lo sabe – la salvación es regresar a casa, con Jesús en la Iglesia. Son gestos de ternura. Uno a uno, el Señor nos llama así, su pueblo, dentro su familia, nuestra madre, la Santa Iglesia. Pensemos en estos gestos de Jesús”. (RC-RV)

Friday, February 21, 2014

Una fe sin obras no es fe, el Papa el viernes en Santa Marta


Home > Iglesia > Noticia del 2014-02-21 17:18:49 
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Una fe sin obras no es fe, el Papa el viernes en Santa Marta



“Una fe que no da fruto en las obras no es fe”. Fue la afirmación con la que el Papa Francisco inició la homilía de la Misa presidida esta mañana en la Casa de Santa Marta. El mundo está lleno de cristianos que recitan demasiado las palabras del Credo y las practican poco. O de eruditos que encasillan la teología en una serie de posibilidades, sin que esa sabiduría tenga luego reflejos concretos en la vida. Es un riesgo que hace dos mil años Santiago había ya temido y que el Papa retomó hoy en su homilía, comentando el pasaje en el que el Apóstol habla de ello en su Epístola. “Su afirmación – observó – es clara: la fe sin fruto en la vida, una fe que no da fruto en las obras, no es fe”:

“También nosotros nos equivocamos muchas veces sobre esto: ‘Pero yo tengo tanta fe’, escuchamos decir. ‘Yo creo todo, todo…’. Y tal vez esta persona que lo dice tiene una vida tibia, débil. Su fe es como una teoría, pero no está viva en su vida. El Apóstol Santiago, cuando habla de fe, habla precisamente de la doctrina, de aquello que es el contenido de la fe. Ustedes pueden conocer todos los mandamientos, todas las profecías, todas las verdades de fe, pero si esto no se pone en práctica, no lleva a las obras, no sirve. Podemos recitar el Credo teóricamente, también sin fe, y hay tantas personas que lo hacen así. ¡También los demonios! Los demonios conocen muy bien aquello que se dice en el Credo y saben que es Verdad”.

Las palabras del Santo Padre resuenan en la aserción de Santiago: “¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien; también los demonios lo creen y tiemblan”. La diferencia, agregó el Papa, es que los demonios “no tienen fe”, porque “tener fe no es tener una conocimiento”, sino “recibir el mensaje de Dios” traído por Cristo.

En el Evangelio – prosiguió el Pontífice – se encuentran dos signos reveladores de quien “sabe aquello que se debe creer, pero no tiene fe”. El primer signo es la “casuística”, representado por aquellos que preguntaban a Jesús si fuese lícito pagar las tasas o cual de los siete hermanos del marido habría tenido que casarse con la viuda. El segundo signo es “la ideología”:

“Los cristianos que piensan en la fe como un sistema de ideas, ideológico: existían también en tiempos de Jesús. El Apóstol Juan dice de ellos que son el anticristo, los ideólogos de la fe, de cualquier tipo sean. En aquel tiempo existían los gnósticos, pero habrá tantos otros… Y así, estos que caen en la casuística o aquellos que caen en la ideología son cristianos que conocen la doctrina pero sin fe, como los demonios. Con la diferencia que unos tiemblan, los otros no: viven tranquilos”.
Al contrario, recordó Francisco, en el Evangelio hay también ejemplos de “personas que no conocen la doctrina pero que tienen mucha fe”. El Obispo de Roma citó el episodio de la Cananea, que con su fe consigue la sanación para su hija, víctima de una posesión, y la Samaritana que abre su corazón porque – dijo el Papa “encontró no verdades abstractas”, sino a “Jesucristo”. Y también el ciego sanado por Jesús y que por este motivo es interrogado por los fariseos y los doctores de la Ley hasta que se arrodilla con humildad y adora a quien lo ha sanado. Tres personas que demuestran come la fe y el testimonio sean indisolubles:

“La fe lleva siempre al testimonio. La fe es un encuentro con Jesucristo, con Dios, y de allí nace y te lleva al testimonio. Es esto lo que el Apóstol quiere decir: una fe sin obras, una fe que no te involucre, que no te lleve al testimonio, no es fe. Son palabras y nada más que palabras”.

Thursday, February 20, 2014

Jesús no dice ¡conóceme!' sino ‘¡sígueme!’, el Papa el jueves en Santa Marta






Jesús no dice ¡conóceme!' sino ‘¡sígueme!’, el Papa el jueves en Santa Marta



 A Jesús se le conoce siguiéndolo, antes que estudiándolo. Lo afirmó el Papa Francisco en la homilía de la Misa celebrada esta mañana en la Casa de Santa Marta. Cada día, explicó, Cristo nos pregunta "quién" sea Él para nosotros. Es posible dar la respuesta viviendo como sus discípulos.

Es una vida de discípulo, más que una vida de estudioso, la que permite a un cristiano conocer verdaderamente quién sea Jesús para él. Un camino sobre las huellas del Maestro, donde pueden cruzarse testimonios transparentes y también traiciones, caídas y nuevos impulsos, pero no solamente una aproximación de tipo intelectual. Para explicarlo, el Papa tomó como modelo a Pedro, que el Evangelio del día retrata contemporáneamente en los paños de “valiente” testimonio – aquel que a la pregunta de Jesús a los Apóstoles: “¿Quién dice la gente que soy yo?”, afirma: “Tú eres el Cristo” – y de inmediato en los paños del adversario, cuando considera que tiene que reprender a Jesús que acaba de anunciar que tiene que sufrir y morir, para después resucitar. “Tantas veces”, observó el Santo Padre, “Jesús se dirige a nosotros y nos pregunta: ‘¿Quién soy yo para ti?’”, obteniendo “la misma respuesta de Pedro, aquella que hemos aprendido en el catecismo”, pero no es suficiente:

“Parece que para responder a esa pregunta que todos nosotros sentimos en el corazón – ‘¿Quién es Jesús para nosotros?’ – no es suficiente aquello que hemos aprendido, estudiado en el catecismo, que es importante estudiarlo y conocerlo, pero no es suficiente. Para conocer a Jesús es necesario recorrer el camino que ha recorrido Pedro: después de esa humillación, Pedro fue adelante con Jesús, vio los milagros que Jesús hacía, vio su poder, luego pagó los impuestos, como le había dicho Jesús, ha pescado un pez, ha sacado la moneda, vio tantos milagros así. Pero, a un cierto punto, Pedro negó a Jesús, traicionó a Jesús, y aprendió aquella ciencia tan difícil – más que ciencia, sabiduría – de las lágrimas, del llanto”.

Pedro, prosiguió Francisco, pidió perdón a Jesús y no obstante ello, luego de la Resurrección, es interrogado por Él en la playa de Tiberíades, y probablemente – manifestó el Papa – en el reafirmar el amor total por su Maestro llora y se avergüenza recordando las tres veces que lo negó:

“Esta primera pregunta a Pedro ‘¿Quién es Jesús para ti?’ se entiende solo a lo largo de un camino, después de un largo camino de gracia y de pecado, un camino de discípulo. Jesús no dijo a Pedro y a sus Apóstoles '¡Conóceme!' dijo ‘¡Sígueme!’. Y este seguir a Jesús nos hace conocer a Jesús. Seguir a Jesús con nuestras virtudes, también con nuestros pecados, seguir siempre a Jesús. No es un estudio de cosas lo que es necesario, sino una vida de discípulo”.

Es necesario, insistió Francisco, “un encuentro cotidiano con el Señor, todos los días, con nuestras victorias y nuestras debilidades”. Pero, agrega, es también “un camino que nosotros no podemos realizar solos”. Es necesaria la intervención del Espíritu Santo:

“Conocer a Jesús es un don del Padre, es Él que nos hace conocer a Jesús; es una obra del Espíritu Santo, que es un gran trabajador. No es un sindicalista, es un gran trabajador y trabaja en nosotros, siempre. Hace este trabajo de explicar el misterio de Jesús de darnos este sentido de Cristo. Miremos a Jesús, a Pedro, a los apóstoles y sintamos en nuestro corazón esta pregunta: ‘¿Para ti quien soy yo?’. Y como discípulos pidamos al Padre que nos dé el conocimiento de Cristo en el Espíritu Santo, nos explique este misterio” 

Wednesday, February 19, 2014

Acercarse al sacramento de la Penitencia pide el Papa Francisco

Acercarse al sacramento de la Penitencia para recibir el abrazo de la infinita misericordia del Padre, invitación del Papa Francisco durante la audiencia general



 El Santo Padre Francisco volvió a encontrarse con miles de fieles y peregrinos en la Plaza de San Pedro para la audiencia semanal. La catequesis de este miércoles estuvo centrada en el sacramento de la Reconciliación “auténtico tesoro, que en ocasiones corremos el peligro de olvidar”. El Obispo de Roma nos recordó que el perdón de los pecados no es fruto de nuestro esfuerzo personal, sino don del Espíritu Santo que nos purifica con la misericordia y la gracia del Padre. “La Confesión, que se realiza de forma personal y privada, no debe hacernos olvidar su carácter eclesial”. “No basta pedir perdón al Señor interiormente; es necesario confesar con humildad los propios pecados ante el sacerdote, que representa a Dios y a la Iglesia”, puntualizó el Papa, quien invitó a todos a acercarse al sacramento de la Penitencia y recibir así el abrazo de la infinita misericordia del Padre, “que está siempre dispuesto a acogernos.” (RC-RV)


Queridos hermanos y hermanas:

La catequesis de hoy está centrada en el sacramento de la Reconciliación. Este sacramento brota directamente del Misterio Pascual. Jesús Resucitado se apareció a sus apóstoles y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados». Así pues, el perdón de los pecados no es fruto de nuestro esfuerzo personal, sino es un regalo, un don del Espíritu Santo que nos purifica con la misericordia y la gracia del Padre. 

La Confesión, que se realiza de forma personal y privada, no debe hacernos olvidar su carácter eclesial. En la comunidad cristiana es donde se hace presente el Espíritu Santo, que renueva los corazones en el amor de Dios y une a todos los hermanos en un solo corazón, en Jesucristo. Por eso, no basta pedir perdón al Señor interiormente; es necesario confesar con humildad los propios pecados ante el sacerdote, que es nuestro hermano, que representa a Dios y a la Iglesia. Nos puede hacer bien hoy, pensar, a cada uno, cuánto tiempo hace que no me confieso. Cada uno responda. Le puede hacer bien. 

El ministerio de la Reconciliación es un auténtico tesoro, que en ocasiones corremos el peligro de olvidar, por pereza o por vergüenza, pero sobre todo por haber perdido el sentido del pecado, que en el fondo es la pérdida del sentido de Dios. Cuando nos dejamos reconciliar por Jesús, encontramos una paz verdadera.


Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los participantes en el Curso Internacional de Animación Misionera, así como a los grupos provenientes de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a acercarse con frecuencia al sacramento de la Penitencia, a confesarse y recibir así el abrazo de la infinita misericordia del Padre, que nos está esperando para darnos un fuerte abrazo. Gracias.
Texto completo de la catequesis del Papa en español
RealAudioMP3 Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!

A través de los Sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, el hombre recibe la vida nueva en Cristo. Ahora, todos lo sabemos, esta vida, nosotros la llevamos “en vasos de barro” (2 Cor 4,7), estamos todavía sometidos a la tentación, al sufrimiento, a la muerte y, a causa del pecado, podemos incluso perder la nueva vida. Por esto, el Señor Jesús, ha querido que la Iglesia continúe su obra de salvación también hacia sus propios miembros, en particular, con el Sacramento de la Reconciliación y el de la Unción de los enfermos, que pueden estar unidos bajo el nombre de “Sacramentos de sanación”. El sacramento de la reconciliación es un sacramento de sanación. Cuando yo voy a confesarme, es para sanarme: sanarme el alma, sanarme el corazón por algo que hice no está bien. El ícono bíblico que los representa mejor, en su profundo vínculo, es el episodio del perdón y de la curación del paralítico, donde el Señor Jesús se revela al mismo tiempo médico de las almas y de los cuerpos (Mc 2,1-12 / Mt 9,1-8; Lc 5,17-26).

1- El Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación – nosotros lo llamamos también de la Confesión - brota directamente del misterio pascual. En efecto, la misma tarde de Pascua el Señor se apareció a los discípulos, encerrados en el cenáculo, y luego de haberles dirigido el saludo “¡Paz a ustedes!”, sopló sobre ellos y les dijo: “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen” (Jn. 20,21-23). Este pasaje nos revela la dinámica más profunda que está contenida en este Sacramento. Sobre todo, el hecho que el perdón de nuestros pecados no es algo que podemos darnos nosotros mismos: yo no puedo decir: “Yo me perdono los pecados”; el perdón se pide, se pide a otro, y en la Confesión pedimos perdón a Jesús. El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, sino es un regalo, es don del Espíritu Santo, que nos colma de la abundancia de la misericordia y la gracia que brota incesantemente del corazón abierto del Cristo crucificado y resucitado. En segundo lugar, nos recuerda que sólo si nos dejamos reconciliar en el Señor Jesús con el Padre y con los hermanos podemos estar verdaderamente en paz. Y ésto lo hemos sentido todos, en el corazón, cuando vamos a confesarnos, con un peso en el alma, un poco de tristeza. Y cuando sentimos el perdón de Jesús, ¡estamos en paz! Con aquella paz del alma tan bella, que sólo Jesús puede dar, ¡sólo Él!

2- En el tiempo, la celebración de este Sacramento ha pasado de una forma pública – porque al inicio se hacía públicamente – ha pasado de esta forma pública a aquella personal, a aquella forma reservada de la Confesión. Pero esto no debe hacer perder la matriz eclesial, que constituye el contexto vital. En efecto, es la comunidad cristiana el lugar en el cual se hace presente el Espíritu, el cual renueva los corazones en el amor de Dios y hace de todos los hermanos una sola cosa, en Cristo Jesús. He aquí por qué no basta pedir perdón al Señor en la propia mente y en el propio corazón, sino que es necesario confesar humildemente y confiadamente los propios pecados al ministro de la Iglesia. En la celebración de este Sacramento, el sacerdote no representa solamente a Dios, sino a toda la comunidad, que se reconoce en la fragilidad de cada uno de sus miembros, que escucha conmovida su arrepentimiento, que se reconcilia con Él, que lo alienta y lo acompaña en el camino de conversión y de maduración humana y cristiana. Alguno puede decir: “Yo me confieso solamente con Dios”. Sí, tú puedes decir a Dios: “Perdóname”, y decirle tus pecados. Pero nuestros pecados son también contra nuestros hermanos, contra la Iglesia y por ello es necesario pedir perdón a la Iglesia y a los hermanos, en la persona del sacerdote. “Pero, padre, ¡me da vergüenza!”. También la vergüenza es buena, es ‘salud’ tener un poco de vergüenza. Porque cuando una persona no tiene vergüenza, en mi País decimos que es un ‘senza vergogna’ un ‘sinvergüenza’. La vergüenza también nos hace bien, nos hace más humildes. Y el sacerdote recibe con amor y con ternura esta confesión, y en nombre de Dios, perdona. También desde el punto de vista humano, para desahogarse, es bueno hablar con el hermano y decirle al sacerdote estas cosas, que pesan tanto en mi corazón: uno siente que se desahoga ante Dios, con la Iglesia y con el hermano. Por eso, no tengan miedo de la Confesión. Uno, cuando está en la fila para confesarse siente todas estas cosas – también la vergüenza – pero luego, cuando termina la confesión sale libre, grande, bello, perdonado, blanco, feliz. Y esto es lo hermoso de la Confesión.

Quisiera preguntarles, pero no respondan en voz alta ¿eh?, cada uno se responda en su corazón: ¿cuándo ha sido la última vez que te has confesado? Cada uno piense. ¿Dos días, dos semanas, dos años, veinte años, cuarenta años? Cada uno haga la cuenta, y cada uno se diga a sí mismo: ¿cuándo ha sido la última vez que yo me he confesado? Y si ha pasado mucho tiempo, ¡no pierdas ni un día más! Ve hacia delante, que el sacerdote será bueno. Está Jesús, allí, ¿eh? Y Jesús es más bueno que los curas, y Jesús te recibe. Te recibe con tanto amor. Sé valiente, y adelante con la Confesión.

Queridos amigos, celebrar el Sacramento de la Reconciliación significa estar envueltos en un abrazo afectuoso: es el abrazo de la infinita misericordia del Padre. Recordemos aquella bella, bella Parábola del hijo que se fue de casa con el dinero de su herencia, despilfarró todo el dinero y luego, cuando ya no tenía nada, decidió regresar a casa, pero no como hijo, sino como siervo. Tanta culpa había en su corazón, y tanta vergüenza. Y la sorpresa fue que cuando comenzó a hablar y a pedir perdón, el Padre no lo dejó hablar: ¡lo abrazó, lo besó e hizo una fiesta! Y yo les digo, ¿eh? ¡Cada vez que nos confesamos, Dios nos abraza, Dios hace fiesta! Vayamos adelante por este camino. Que el Señor los bendiga.

Llamado por Ucrania


Con ánimo preocupado sigo todo lo que en estos días está sucediendo en Kiev.
Aseguro mi cercanía al pueblo ucranio y rezo por las víctimas de las violencias, por sus familiares y por los heridos. Invito a todas las partes a cesar todo tipo de violencia y a buscar la concordia y la paz en el País.

historia de los Papas Lino y Cleto


¿Quién es el Papa Lino? 

San Lino, 1conocido también como Papa Lino o Lino de Volterra, fue el sumo pontífice de la Iglesia católica entre el año 67 y el año 76. Conocido especialmente por tratarse del segundo papa y, por consiguiente, sucesor de San Pedro al frente de la Iglesia, Lino es todavía hoy un personaje enigmático debido a la escasez de la información sobre él conservada. Nació en Tuscia a finales de los años 20 o a principios de los 30. Miembro de una familia ya cristiana (o cristianizada muy poco después de su nacimiento), Lino desarrolló buena parte de sus actividades en el seno de su comunidad religiosa, en aquel momento muy perseguida. Es probable que su actividad se centrara en Volterra primero; y posteriormente en Roma. Se sabe a ciencia cierta que conoció personalmente a por lo menos tres de los apóstoles; y que mantuvo una fluida relación con su predecesor San Pedro. Probablemente, fue Lino quién ejerció de número 2 de la primigenia Iglesia durante la persecución de Nerón a esta (64-67); hasta el punto de que Pedro le eligió para sucederle en caso de fallecimiento o de que, como ocurrió finalmente, fuera martirizado por los romanos. 

Vivió un período difícil, con una iglesia subterránea y todavía en construcción, y resistió distintas etapas de persecución contra lo que los romanos todavía consideraban una secta judía. Falleció finalmente en el año 76,3 4 o 78,1 probablemente martirizado. Su recuerdo se mantuvo olvidado durante mucho tiempo, hasta el punto de que Tertuliano llegó a considerar como sucesor de Pedro a San Cleto. Creó los primeros quince obispos, y ordenó a las mujeres entrar en las iglesias con la cabeza cubierta. Durante su pontificado habrían sido martirizados los evangelistas Marcos y Lucas.

¿Quién fue el tercer Papa? Cleto

Romano. Elegido en el 76. Murió en el 88 Mártir. Fijó las normas para la consagración de los Obispos.

En el barrio Vaticano, cerca de la tumba de san Pedro, hizo construir un oratorio destinado a la sepultura de los mártires. Prescribió la forma de los hábitos eclesiásticos. Prácticamente, el único antecedente cierto que tenemos sobre él es que ordenó un determinado número de sacerdotes, pero sí sabemos que murió mártir, quizás cerca de 91.

Tuesday, February 18, 2014

Cuando estamos tentados, sólo la Palabra de Dios nos salva, el Papa el martes en Santa Marta

Cuando estamos tentados, sólo la Palabra de Dios nos salva, el Papa el martes en Santa Marta



 Resistir a la seducción de las tentaciones es posible solamente “cuando se escucha la Palabra de Jesús”. Lo afirmó el Papa Francisco en la homilía de la Misa presidida esta mañana en la Casa de Santa Marta. No obstante nuestras debilidades, repitió el Papa, Cristo nos da siempre “confianza” y nos abre un horizonte más amplio de nuestros límites.

La tentación se manifiesta como una atracción inocua y termina por transformarse en una jaula, de la que a menudo más que buscar evitarla se intenta minimizar su esclavitud, sordos a la Palabra de Dios. En su homilía, el Papa reafirmó una verdad y una secuencia descritas por Santiago en un pasaje de su Epístola, propuesta por la liturgia. La verdad es que jamás es Dios quien tienta al hombre, sino sus pasiones. La secuencia es aquella producida por las mismas pasiones las cuales, dice el Apóstol, “conciben y generan el pecado. Y el pecado, una vez cometido, produce la muerte”:

“La tentación, ¿de dónde viene? ¿Cómo actúa dentro de nosotros? El apóstol nos dice que no viene de Dios, sino de nuestras pasiones, de nuestras debilidades interiores, de las heridas que ha dejado en nosotros el pecado original: las tentaciones vienen de allí, de estas pasiones. Es curioso, la tentación tiene tres características: crece, contagia y se justifica. Crece: comienza como si nada, y crece… El mismo Jesús decía esto, cuando habló de la parábola del grano y de la cizaña: el grano crecía, pero también la cizaña sembrada por el enemigo. Y la tentación crece: crece, crece… Y si uno no la detiene, ocupa todo”.

Además, continuó el Pontífice, la tentación “busca otro para hacerse compañía, contagia” y “en este crecer y contagiar, la tentación nos encierra en un ambiente de donde no se puede salir con facilidad”. Es la experiencia de los Apóstoles narrada en el Evangelio del día, que ve a los Doce culparse unos a otros bajo los ojos del Maestro por no haber traído pan a bordo de la barca. Jesús, observó el Santo Padre, quizás sonriendo por aquel altercado, los invita a estar “atentos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.” Pero los Apóstoles que por un poco insisten, sin escucharlo, “tan cerrados en el problema de quién tuviese la culpa por no haber traído pan - comentó Francisco - no tenían lugar, no tenían tiempo, no tenían luz para la Palabra de Dios”:

“Y así, cuando estamos tentados, no escuchamos la Palabra de Dios: no escuchamos. No entendemos. Y Jesús ha debido recordar la multiplicación de los panes para hacerlos salir de aquel ambiente, porque la tentación nos encierra, nos quita toda capacidad de previsión, nos cierra todo horizonte, y así nos lleva al pecado. Cuando estamos tentados, solo la Palabra de Dios, la Palabra de Jesús nos salva. Escuchar aquella Palabra que nos abre el horizonte… Él siempre está dispuesto a enseñarnos cómo salir de la tentación. Y Jesús es grande porque no solo nos hace salir de la tentación, sino que nos da más confianza”.

Esta confianza, afirmó el Obispo de Roma, es “una fuerza grande, cuando somos tentados: el Señor nos espera”, “se fía de nosotros tentados, pecadores”, “abre siempre horizontes”. Por el contario, repitió Francisco, el diablo con “la tentación, encierra, cierra, cierra” y hace “crecer” un ambiente parecido a la barca de los Apóstoles. No dejarse “encarcelar” por este tipo de ambiente, concluyó, es posible sólo “cuando se escucha la Palabra de Jesús”:

“Pidamos al Señor que siempre, como hizo con los discípulos, con su paciencia, cuando somos tentados nos diga: ‘Detente, estate tranquilo. Acuérdate que hice contigo en aquel momento, en aquel tiempo: acuérdate. Alza los ojos, mira el horizonte, no cerrar, no te cierres, va adelante’. Y esta Palabra nos salvará de caer en el pecado en el momento de la tentación”.