Thursday, March 21, 2013

Francisco nuestro Papa un reto para la Iglesia y el mundo

Casi todos opinamos sobre la elección del papa: los creyentes, los escépticos, los que no creen, los espirituales que viven su relación con Dios al margen de cualquier iglesia. En el mundo occidental y el mundo oriental, en el Sur y en el Norte. No es un acontecimiento que deja indiferente.




Sus gestos son mirados, interpretados, desde muchos ángulos.



Tal vez la mejor manera de poder ser el mismo es actuar como lo está haciendo Francisco, con sencillez, sin aparentemente tomarse demasiado en serio… Es quizás una actitud de quien tiene muchos años y está en el camino del encuentro final con Aquel en quien cree.



León Magno, cuando tuvo que enfrentar a los hunos de Atila tomó para sí los títulos del emperador, papa y sumo pontífice, se vistió como príncipe e hizo que lo trataran como tal, en el siglo V, y los avatares históricos hicieron que Gregorio VII tomara para sí todos los poderes religiosos y políticos a finales del siglo XI.



Los textos evangélicos, brisa de aire fresco que claman por el servicio y el amor, se fueron transformando en leyes jurídicas y en reglamentos de pecados y absoluciones, de espías que denunciaban a la inquisición, de tortura y muerte en nombre de la preservación de la fe.



Apareció Francisco de Asís, el juglar de Dios como le llamaban, que quería vivir la radicalidad del evangelio, sin pompas, sin posesiones, con sencillez, en comunión de hermanos entre sí y con la naturaleza a la que amaba y con quien conversaba. Lobos, pájaros, flores, ríos, fuego, frío, nieve y calor eran sus hermanos.



Lo que está en juego actualmente no es la Iglesia, es la humanidad toda y su vida en este hermoso puntito azul, nuestra casa a la que llamamos Tierra, que navega en la galaxia y entre galaxias.



La iglesia es una porción muy importante en este devenir conjunto, y el papa es quizás el mayor referente de lo sagrado en esta parte del mundo.



Y de nuevo aparece un Francisco, sencillamente Francisco, que viaja en bus y en autos sencillos, paga su hospedaje, pide la bendición de los demás antes de dar la suya, trata de que no le besen la mano, abraza, saluda, sonríe. No es un profesor ni un emperador, es un amigo, un vecino conocido, un hermano.



Los procesos históricos son eso, procesos. De pronto surgen personas que personifican las mejores aspiraciones de la mayoría, pero que portan en sí minorías activas. Lo curioso en este caso es que este viento fresco viene insuflado por un hombre mayor, anciano, confirmando aquello que dijo Jesús: hay que hacerse como niños, no volverse, sino hacerse. Es una tarea que está hacia adelante. Conservar los sueños, la capacidad de admiración, la alegría, la paz a pesar de todo el mal que se conoce, no dejar que el corazón se haga amargo, sino sabio es una tarea que no todos logran. Jorge Mario Bergoglio, Francisco, está contagiando esa manera de ser.



Y eso sí es una buena noticia.



Tendrá y tiene mucho trabajo por delante para producir cambios fundamentales; no podrá hacerlos todos, y sobre todo no podrá hacerlo solo, deberá poder convocar a quienes están dispuestos a hacer las cosas como él y mejor que él.



No bastará con algunos gestos simbólicos, deberá provocar la acción para cambios urgentes.



Su imagen sin aspavientos, sonriente, perpleja como asustada, transmite bondad y seguridad. Timonel de un barco que navega en un mar agitado…





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