Friday, March 22, 2013

el Papa Francisco y las otras religiones.

Lo más interesante del papa Francisco talvez no sea solo el hecho de que es el primer papa latinoamericano, sino también que podría convertirse en el sumo pontífice más comprometido con el diálogo interreligioso que se recuerde en tiempos recientes.

Acabo de leer su libro Sobre el cielo y la tierra, que publicó en 2010 junto con el rabino argentino Abraham Skorka, y me impresionó la vocación del nuevo papa por mejorar las relaciones con otros credos.
A la luz de lo que dice el entonces cardenal Jorge Bergoglio en el libro de 222 páginas, que fue publicado en Argentina y ahora probablemente se convierta en un best seller mundial, no resulta sorprendente que durante su discurso inaugural en el Vaticano el martes hubiera tantas referencias a miembros de otras religiones. En su primer sermón como papa en la Plaza de San Pedro, Francisco agradeció la presencia de los dignatarios de la Iglesia católica romana, de los representantes de la comunidad judía y de otros grupos religiosos, y de los jefes de Estado y de gobierno.
En comparación, no hubo referencia alguna a miembros de otras religiones en el sermón inaugural del papa Benedicto XVI el 24 de abril de 2005. (Aunque, para ser justo, hay que decir que el Vaticano empezó a mejorar gradualmente sus vínculos con otras religiones durante los papados de Juan XXIII, Juan Pablo II y Benedicto XVI.) Entre las 150 mil personas que se congregaron en la plaza para la asunción de Francisco se contaban grupos de la iglesia cristiana ortodoxa –incluyendo a su líder Bartolomé I, el primer patriarca de esa iglesia que asiste a una asunción papal en casi mil años–, así como muchos rabinos, imanes y pastores evangélicos.
En su libro, un diálogo con Skorka acerca de religión, el holocausto, la política y varios otros temas, Bergoglio recuerda con orgullo sus iniciativas para construir puentes con otros líderes religiosos durante sus años como arzobispo de Buenos Aires. Además de ser huésped frecuente en las sinagogas judías y de invitar a rabinos a las misas católicas, de conducir un programa con Skorka en un canal de la Iglesia y de participar en ceremonias en memoria de las víctimas del holocausto, Bergoglio cambió el protocolo en las ceremonias oficiales de tedeum, con el objeto de reconocer la presencia de líderes de otras religiones.
En Argentina, un país constitucionalmente católico apostólico romano donde usualmente los presidentes asisten a un tedeum los días de fiesta nacional, era tradición que el arzobispo de Buenos Aires escoltara al presidente a la salida de la iglesia después de la ceremonia.“Todos ustedes, los religiosos de los demás credos, quedaban solos en un sitio, eran como muñecos de exposición. Cambié esa tradición: ahora el presidente sube y saluda a todos los representantes de los credos,” le dice Bergoglio al rabino en el libro.
Bergoglio también fue un invitado frecuente de las misas cristianas evangélicas, y de las ceremonias religiosas islámicas. En el libro, Bergoglio recuerda hacer sido criticado por algunos miembros de su propia iglesia por haberse arrodillado delante de 7 mil asistentes a una misa evangélica oficiada en el estadio Luna Park de Buenos Aires. Días más tarde, una revista tituló que el Arzobispo de Buenos Aires había traicionado a su Iglesia.“Para ellos, rezar con otros era un acto de apostasía”, recuerda Bergoglio, refiriéndose a los autores del artículo. “Cada cual reza según su tradición. ¿Cuál es el problema?”Explicando las razones de su vocación por mejorar los lazos con otras religiones, Bergoglio explica que él cree en el diálogo, y que el diálogo implica “que el otro tiene algo bueno para decir”.
En otra parte del libro, Bergoglio explica que la globalización no debe ser como una bola de billar, con una superficie uniforme, sino que debe tener “la figura de un poliedro, donde todos se integran, pero cada cual mantiene su peculiaridad que, a su vez, va enriqueciendo a las otras”.


Pero en un mundo en el que la religión ha sido causa de tantas guerras –y lo sigue siendo– el diálogo interreligioso que practicó Francisco en Argentina es una buena noticia.



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