“CORPUS CHRISTI”
Homilia de P. Roberto Mena, ST para 10 de Junio, 2007
Homilia de P. Roberto Mena, ST para 10 de Junio, 2007
“(Jesus) tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. Comieron todos hasta saciarse.” Lc. 11:16-17
En esta solemne fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, hay algo en especial que el Señor me ha inspirado a contemplar. Los gestos y las palabras de Jesus en este pasaje del Evangelio tienen el poder de transformar lo ordinario en algo extra-ordinario y por una simple razon: el amor y la compasion que tiene por nosotros “y él, acogiéndolas, les hablabla acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados.” (lc. 11: 11). El texto nos dice, que, al momento de la multiplicacion de los panes y los peces para alimentar a los 5.000 hombres, Jesus: TOMO el pan (y los peces), los BENDIJO, los PARTIO y se los DIO a sus discipulos...
Estos mismos gestos (tomar, partir, dar) y las mismas palabras (bendecir) son usadas de nuevo en el momento de la institucion de la Eucaristia, en la Ultima Cena, cuando Jesus convierte el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre y por la misma razon: el amor “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” (Juan 15:13). Miremos cada uno de esos gestos y esas palabras y descubramos juntos este mensaje de amor divino en nuestra vida de hoy.
1. Jesus TOMO (el pan y los peces): El milagro de la multiplicacion de los panes, o el milagro de la Eucaristia comienza con las manos de Jesus tomando algo tan comun, tan simple, tan ordinario como lo era un pan. Lo basico de la canasta familiar, el alimento que se encuentra de la misma manera en la mesa del pobre como en la del rico, es lo que Cristo ha tomado entre sus manos para manifestar su amor y su gloria. Un pan, que muy poco tiempo atras no era nada sino varios granos de trigo triturados, amasados con agua y tostados al horno o al sol, es ahora el alimento, en las manos de Cristo, que no solo nos va a saciar nuestra hambre sino que nos dara la vida eterna.
Nosotros tambien somos como granos de trigo, cada uno por su parte, por separado, que hemos pasado por varias tribulaciones, varios problemas y labores que nos trituran la vida. Pero que en la Iglesia nos unimos, nos re-unimos alrededor del altar y, por medio del agua del bautismo, nos unimos en una misma fe (como en una masa) y hemos pasado por el fuego del Espiritu Santo para transformarnos en una “oblacion viva” en un pan vivo. Pero seguimos siendo gente ordinaria, comun, sin nada que me haga distinto a otro ni en perfeccion ni en santidad. Seguimos siendo alguien comun y corriende, bien sea que estemos entre los ricos o entre los pobres. Pero es Cristo mismo, Jesus el que nos ha tomado, nos ha seleccionado entre todos los pueblos, entre todas las razas, porque tambien, por medio de nosotros, el continuara manifestando su gloria y su poder. Como el pan de la multiplicacion, como el pan de la ultima cena, nosotros estamos ahora en las manos de nuestro Señor Jesucristo.
2. Jesus (los) BENDIJO: Jesus elevando sus ojos al cielo bendice y da gracias al Padre por el pan, aunque humilde y poquito, es el vehiculo por el cual Dios revelara su poder y su gloria. Era una tradicion judia el bendecir el pan antes de ser preparado o antes de ser consumido. Esta oracion era parecida a aquella que aun se sigue diciendo en la Misa en el momento del ofertorio: “bendito seas Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre...” Con esta oracion, con estas palabras, aquel pan (y aquellos peces) que antes eran alimento comun y ordinario han sido consagrados, seleccionados, bendecidos. Y con aquellas palabras, el pan es ahora la bendicion de Dios Padre que viene a alimentar a los hambrientos por medio de las manos de su Unigenito: Jesucristo.
Cuando Cristo nos ha tomado en sus manos, el mismo ofrece una oracion de alabanza, de gracias y de bendicion al Padre por cada uno de nosotros: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.” (Mt. 11:25). Y desde ese momento, hemos dejado de ser simples seres humanos, pasando por este mundo, por esta vida, sin pena ni gloria. Cristo nos ha convertido en humildes instrumentos de su bendicion. Nos ha hecho bendicion y portadores de esa bendicion. Es increible como una simple bendicion transfora la existencia de un pan comun en un pan de vida eterna, en el cuerpo mismo de Cristo. Cuando uno bendice a alguien (y entiendase que la palabra bendecir, bene-dicere, significa el hablar bien de alguien) la vida de esa persona se transforma completamente, de algo comun y simple, a algo increible, capaz de transformar su propia vida y la vida de aquellos que los rodean. Porque ya no estamos, ni esa persona estara, en este mundo sin pena ni gloria, sino que seremos bendicion, agentes que transformos nuestras vidas en las manos de Cristo. Nunca dejen de bendecir, nunca dejen de hablar-bien de la gente a su alrededor, de la misma manera que Cristo habla-bien de cada uno de nosotros al Padre. Simplemente recuerde cuanto amor hay, cuanto amor cada uno de nosotros ha recibido de parte del Señor y cuanto amor hay para repartir.
3. Jesus (los) PARTIO: El pan, ahora bendecido, consagrado es partido en muchos pedazos. La unidad de un solo pan es dividida por las mismas manos de Cristo para que no sean solo unos pocos los que sean los convidados a su mesa, sino que haya alimentos suficiente para todos los que quieran comer y saciarse. El pan consagrado, bendecido, es el cuerpo mismo de Cristo que es “partido” por nosotros en el sacrificio de la cruz, que es el que se deja destrozar para que no solo sean unos pocos (el pueblo judio) el que goce de la bendicion de Dios, sino que muchos (los pueblos de la tierra) los que sean partidarios de su sacrificio salvifico. Cuando el pan eucaristico es partido en las manos del sacerdote para el alimento espiritual de todos los cristianos al rededor de la mesa, es el mismo cuerpo de Cristo el que de nuevo se hace presente, en su unico sacrificio, para darnos la vida eterna.
A nosotros tambien, aquellos que recibimos un pedazo de aquel Pan de Vida, del pan de la Eucaristia, somos tambien quebrados, hechos pedazos, no por la vida dura y el pecado, que hace que nada tenga sentido en nuestro vivir, sino por el propio Cristo, que hace que todos nuestros esfuerzos, tristezas, dolores y sacrificios tengan una razon, un proposito, una esperanza de hacer de este mundo, de esta vida, de esta sociedad algo mejor, algo donde se siente la presencia de Dios. El hecho de que seamos como pan bendito en las manos de Cristo no implica que estemos exemptos del sufrimiento y del dolor “El que quiera seguirme, que se niegue a si mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.” (Lc 9: 23-24). Nuestro sacrificio, nuestro sufrimiento en las manos de Cristo nos asocia a su propia pasion y nos hace participes de su mision salvadora.
4. Jesus (los) DIO: Jesus no se queda con nada para si mismo. El mismo se entrega completamente para nosotros, entrega su cuerpo y su sangre para redimirnos. Jesus toma el pan y los peces, ahora benditos y partidos en pedazos, y se los da a sus discipulos primeros, y luego ellos, los distribuyen entre la multitud. En la ultima cena, Jesus les entrega el pan que es su cuerpo quebrantado por nosotros, a sus discipulos. Luego ellos, mas tarde, se encargaran de que este gesto de amor y entrega sea vivido por otros cristianos “hagan esto en memoria mia.” ( Lc. 22,19). Los discipulos pasaran este mismo mandato del Señor a futuras generaciones que seguiran alimentando a las multitudes en distintos paises, culturas y que formaran entre todos un mismo cuerpo, que profesaran una misma fe y que haran en unidad una gran diferencia en el mundo y en el tiempo en el que vivan “En esto conocerán que son mis discípulos, en que se aman los unos a los otros” (Jn 13, 35). Hoy en dia, aun podemos seguir viviendo este mismo milagro del amor, de la presencia de Dios en nuestras vidas, de su poder y su gloria que hace que nos transformemos en algo distinto. Cada celebracion de la Eucaristia es de nuevo una invitacion a participar, recibir y dar a los demas el Cuerpo de Cristo, el Pan de la Vida, la Salud del mundo que sigue en hambre. Es Cristo mismo el que permanece en el Sagrario de cada Iglesia, en el Santisimo Sacramento que se expone en cada custodia para la adoracion, pues el mismo nos lo prometio “Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.” (Mt. 82, 20). Por amor el no nos abandona, por amor a nosotros el permanece escondido bajo la forma de un pan partido y distribuido, por amor, el ha cambiado este mundo y nos ha hecho un pueblo nuevo, una creacion nueva.
A nosotros, los Cristianos que hemos sido testigos de este misterio del amor, de la presencia de Cristo en medio de nosotros de una maravillosa manera, en el Sacramento de la Eucaristia, y que lo hemos recibido en la comunion, tambien nos DA, nos ENVIA, nor REPARTE el Señor, al terminar nuestra Misa para que le demos de comer a todos los necesitados, para los invitemos a participar de la salvacion de Cristo, para que tengan vida y la tengan en abundancia, para transformar este mundo en el que vivimos, para que esta tierra refleje aun mas claramente el Reino de Dios presente en medio de nosotros.
La Biblia nos da la "señal" por la cual conoceremos que somos cristianos, por la que conocerán los demás si somos cristianos, y por la que Dios mismo conocerá si hemos sido cristianos.Si un ángel viniera a la tierra buscando los cristianos, no buscaría quiénes andan con la Biblia debajo del brazo, o clamando que tienen fe, sino que buscaría a los que aman. ¡Esos sí son cristianos! Aunque no sepan leer. Si tú quieres saber si uno es buen cristiano, fíjate a ver si ama... si no ama, no es buen cristiano, aunque se sepa toda la Biblia de memoria, se parece más bien al diablo, que se la sabe entera. Nosotros conoceremos si somos cristianos si “ Sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte” (1 Juan 3:14). O como lo dice elocuentemente San Pablo: “ Si hablando lenguas de hombres y de ángeles no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Y si teniendo el don de profecía, y conociendo todos los misterios de la ciencia, y tanta fe que trasladase montañas, si no tengo caridad, no soy nada” (1 Cirintios 13:1-2). Y al final de nuestra vidas, Dios sabra si hemos sido buenos cristianos en el amor y sólo en el amor! En lo que hicimos con sus dones, con la fe, su Palabra y los Sacramentos que nos dio, en lo que hicimos con nuestra boca y manos y corazón, con nuestra persona redimida gratuitamente por Cristo. No en los dones, ni en las gracias que nos regaló, sino en los frutos, en lo que hicimos con esas gracias... porque el amor es la única medida de la fe!.
Recuerda mi hermano, que ya no somos una creacion simple y sin sentido. Recuerda que nosotros somos un pan que Cristo mismo TOMO, BENDIJO, PARTIO y DIO al mundo pues “tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida” (Juan 3:16).
En la Santisima Trinidad:
Padre Roberto Mena, S.T.
En la Santisima Trinidad:
Padre Roberto Mena, S.T.
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