Thursday, April 19, 2007

Benedicto XVI: el Papa de la belleza


Hoy, Benedicto XVI cumple dos años al frente de la Iglesia católica


Ciudad del Vaticano, 19 de abril de 2007.- El entonces cardenal Ratzinger dijo, en su discurso de presentación, que era un "humilde trabajador en la viña del Señor" y que su pontificado "no será de muchos textos, palabras o documentos".

En cambio, ha resultado que el papa Ratzinger ha producido muchos textos: habla casi todos los días, ha publicado una encíclica y una exhortación apostólica y actualmente se estrenó como autor de best sellers.

Pero si fuera preciso definir teológicamente las líneas de pensamiento de Benedicto XVI, podría llamársele el Papa de la belleza, palabra que a menudo pronuncia asociada con el término alegría.
¿A qué se refiere el teólogo Benedicto con la palabra belleza? Ciertamente no alude a la noción cotidiana de belleza, no, pero tampoco a una abstracción filosófica ajena al mundo.

Una tesis central del Papa es que el Cristianismo es un encuentro personal con Jesucristo. No es una doctrina, ni un listado de prohibiciones, sino una relación, un amor por Cristo, que es lo Bello, por definición.

Ratzinger pone el rostro de Dios al centro de su pontificado. Su antecesor, Juan Pablo II, fue intensamente mariano, como mariana es Polonia (y México). Benedicto XVI es, en cambio, cristocéntrico. El Salvador es el punto culminante de su teología, y el llamado escándalo y locura de la cruz no es una tragedia cósmica, sino el apogeo de la belleza divina.

Para el Papa, la cruz no es un instrumento de muerte. Su visión teológica convierte al instrumento de castigo romano más humillante en un emblema de renacimiento y de belleza.
Este concepto de la belleza de la cruz está detrás de sus reformas litúrgicas.

A sus ojos, cuando el sacerdote celebra el sacrificio incruento de Jesús en la misa, celebra la belleza de la entrega. El Papa desea que la liturgia sea hermosa, sobria, y elegante, que se conmemore ese noble acto de amor con momentos de espiritualidad, con profundos cantos gregorianos y con la finura del latín. Desprecia a la misa convertida en espectáculo.

La belleza, como esencia de Dios, no se manifiesta en meditaciones abstractas, según el Papa, sino en el acercamiento al los seres humanos. En el "rostro de cada hombre esta presente Dios", afirma, sin excepción. Hasta el más pecador es bello, y por tanto merece misericordia y perdón.
En la Santísima Trinidad:
Padre Roberto Mena, S.T.

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