Thursday, March 22, 2007

VETE Y NO PEQUES MAS

Homilia para Domingo, 25 de Marso, 2007
de P. Roberto Mena, ST


" Y JESUS se fué al monte de las Olivas. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él: y sentado él, los enseñaba. Entonces los escribas y los Fariseos le traen una mujer tomada en adulterio; y poniéndola en medio, dícenle: «Maestro, esta mujer ha sido tomada en el mismo hecho, adulterando; Y en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales: tú pues, ¿qué dices?» Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. "

Jesús es el Hijo de Dios hecho Hombre. El es el "Verbo de Vida" (1 Jn. 1:1), la palabra viviente del Padre que ha enviado a su Hijo para anunciar a todos los hombres la Buena Nueva de Salvación. Jesús es "la Vida" (Jn. 14:6), ya que el Verbo del Padre - es decir, el hijo - expresa toda la Vida de Dios: ¡desde siempre y por siempre, el Padre da a su Hijo la Vida que conocemos como 'Palabra'! En la víspera de su Pasión, Jesús lo enseñó claramente cuando rezaba así a su Padre: "Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado." (Jn. 17:3)

¡La vida eterna consiste en 'conocer a Dios'! Se trata de un conocimiento de amor, pero un conocimiento fundado en inteligencia, un conocimiento de razón: amamos a Dios y lo conocemos porque nosotros creemos en El. "Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que vive en amor, vive en Dios, y Dios en él." (1 Jn. 4:16) El fundamento de nuestro amor de Dios se encuentra en nuestro conocimiento de Dios. A este fin, Jesús pasó toda su vida pública educando al pueblo y preparando a sus discípulos para su futura misión de apóstoles. "Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él: y sentado él, los enseñaba." (Jn. 8:2)

Si entonces, el demonio y aquellos que están a su servicio, aquí los escribas y fariseos, quieren trabajar para hacer perder las almas; antes que nada atacan el programa del conocimiento y la enseñanza. "Mas esto decían tentándole, para poder acusarle." (Jn. 8:6) Los escribas y fariseos quieren tratar de perturbar la enseñanza del Maestro poniéndolo contra la ley de Moisés: "Maestro, esta mujer ha sido tomada en el mismo hecho, adulterando; Y en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales." (Jn. 8:5)

Los escribas y fariseos, y el diablo detrás de ellos, llegan muy lejos en su tentativa de oposición a Jesús. Ellos mismos le dicen: "Tu pues, ¿qué dices?" De este modo, quieren obligar a Jesús a desviarse de su propia misión. Porque Jesús está ahí, entre ellos, no para juzgar las palabras del hombre, sino para rendir testimonio: "Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo: mas el Padre que está en mí, él hace las obras." (Jn. 14:10)

" Empero Jesús, inclinado hacia abajo, escribía en tierra con el dedo. Y como perseverasen preguntándole, enderezóse, y díjoles: «El que de vosotros esté sin pecado, arroje contra ella la piedra el primero.» Y volviéndose a inclinar hacia abajo, escribía en tierra. Oyendo, pues, ellos, redargüidos de la conciencia, salíanse uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros: y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. "

Sin el Espíritu que le da la vida, una palabra escrita es una palabra de muerte, no de vida. Al no haber escrito nunca, Jesús mismo es la Palabra Viviente. Lo que escribía en la arena no era su propia Palabra, porque en la arena no se puede establecer nada permanente, nada sólido, lo que es contrario a la Palabra de Dios, inmutable y eterna. Si Jesús escribió algo en la arena, no fueron más que palabras de hombre, y las palabras de hombre son palabras de muerte, que no expresan más que los pecados de los que estaban allí presentes, intentando de hacer caer en la trampa a Aquél que quiere a toda costa salvarlos de la muerte eterna... Avergonzados de ver sus pecados revelados de tal forma, aquellos hombres frente a las palabras de muerte se retiraron, dejando solo a Jesús con la mujer que había sido sorprendida adulterando. "Oyendo, pues, ellos, redargüidos de la conciencia, salíanse uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros: y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio."

" Y enderezándose Jesús, y no viendo a nadie más que a la mujer, díjole: «¿Mujer, dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado?» Y ella dijo: «Señor, ninguno.» Entonces Jesús le dijo: «Ni yo te condeno: vete, y no peques más.» "

Aquellos que gritaban justicia y demandaban un castigo ejemplar para aquella mujer adúltera estaban ellos mismos llenos de injusticia y de pecado. Este no es un caso raro... ¿Cuántas veces hemos actuado así? ¿Cuántos demandas judiciales y procesos comienzan cada año par castigar aquellos y aquellas que, por ejemplo, se han enriquecido en detrimento de los fondos públicos? ¿Cuán puros son los jueces mismos y todo el aparato judicial? La justicia, ¿se suministra con misericordia? Por cierto, la justicia humana es necesaria, por imperfecta que sea. ¡Pero que escándalo ver que un Estado, cualquiera que sea, pretenda suministrar una justicia equitativa aun cuando no respeta ni la ley natural ni los derechos de Dios! ¡Esto es un hecho! Es un mal que debemos tolerar para someternos a las leyes del Estado, en caso contrario la injusticia será aun más grande por nuestra propia falta...

¡Que el Señor Jesús nos de testimonio de su tierna compasión y de su inmensa misericordia, como lo hizo con la mujer adúltera! ¡Roguemos a María, la Santísima Madre de Dios, de enseñarnos el camino de la verdadera justicia y de la misericordia sin límites! ¡Que, por María, el Pan de Vida, sea nuestra fuerza y nuestra luz para alcanzar el Reino de la Paz, del Amor y de la Justicia eterna!

En la Santísima Trinidad:
Padre Roberto Mena, S.T.

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