Thursday, March 22, 2007

"¿Quién quiere ir a la playa?"

de P. Roberto Mena, ST

Miami -- Hace unos días salimos toda mi familia y yo de compras. Comenzamos mi esposo y yo a hablar del clima durante el fin de semana y lo que la subida de la temperatura significaba en términos de visitar la playa. Normalmente, alguno de mis hijos diría emocionado: "¡Vamos... quiero utilizar mi tabla!". Y el otro le haría segunda con algún comentario burlón y así, todos estaríamos conversando, riendo y hasta peleándonos la palabra.

Pero cual fue mi sorpresa cuando ninguno abrió la boca. Mi esposo preguntó: "¿Quién quiere ir a la playa?" y queriendo parecer entusiasmada, levanté la mano y dije "¡yoooo!". En el asiento trasero todos estaban mudos. Volteé mi cabeza sorprendida por el silencio y mi hijo pequeño me dijo mientras se quitaba los diminutos audífonos del iPod, "¿preguntaste algo?". Mi otro hijo hizo exactamente lo mismo y aseguró: "Perdón ma... no te escuché".

¡Que horror! ¡La tecnología me robó a mis hijos! Me sentí tan frustrada que sólo miré a mi esposo con una verdadera cara de desilusión. La misma que supongo mis padres alguna vez pusieron cuando absortas mis hermanas y yo en el televisor, ni siquiera contestábamos a un simple saludo. Y eso sigue pasando en muchos hogares considerando que, según estadísticas, los niños ven televisión de 3 a 4 horas diarias y para cuando se gradúan de la secundaria pasaron más tiempo frente al televisor que lo que estuvieron dentro de un aula escolar.

Y que me dicen de los benditos video juegos. Entre el PSP, el Game Boy, la Internet y ahora el Wii los niños ya no conversan; parecen atrapados por la vida tecnológica y virtual y se nos escabullen de las manos a cada segundo.

Reforzar los valores

Pero me rehúso a darme por vencida, me niego a perder la convivencia. Quiero conversar, quiero seguir conociéndolos, quiero aprender de ellos. Decidí que debo más que nunca reforzar aquellos valores que algún día aprendí en casa de mis padres, aplicándolos en esta época de manera menos estricta pero disciplinada.

Tampoco se vayan a pensar que mis papás eran dulces caramelos. Pobre de mis hermanas y de mí cuando las reglas se rompían en casa. Una simple miradita de mamá te hacia correr a tu cuarto castigada o cuando papá decía tu nombre en voz alta sabías que había que hacer fila en el paredón de los castigos.

Pero sí les puedo decir que no se me olvidan los domingos familiares cuando mis papás siempre hacían el esfuerzo de comprar comida fuera de casa y mamá nos obligaba a juntas poner la mesa. Recuerdo que a regañadientes nos sentábamos y poco a poco disfrutábamos del ritual. Todas teníamos derecho a replica. Mis papás escuchaban atentos. Ahí nos enterábamos si alguna de mis hermanas iba mal en la escuela o si papá había tenido una semana agotadora o mamá ya estaba cansada de recoger zapatos por toda la casa o de lo que yo quería ser cuando grande.

Me acuerdo de esos domingos donde sentarse a la mesa era un ritual de buena comida y buenos modales, donde mamá nunca dejaba de recordarnos pedir las cosas “por favor”. Era una convivencia total. Y aunque en su momento no lo sabía, hoy con toda certeza puedo decirles que eso me ayudó a amar y respetar mucho más a mis padres.

Si tú estas perdiendo a tus hijos con esta revolución tecnológica, utiliza tus mejores armas. Recuerda que un abrazo, un beso y un te quiero siempre hacen milagros.

RECUADRO

Para fomentar la convivencia:
– Limítales el tiempo para ver la tele y usar los video juegos.
– Escoge el programa que ven o el juego que utilizan; la violencia y los actos criminales que ven por televisión y en video tienen sus consecuencias.
– Señala la importancia de las acciones positivas.
– Háblales de los valores humanos importantes justo cuando no hay ni siquera un radio encendido.
– No aceptes un simple sí o no como respuesta. Es tu obligación indagar lo que les pasa
– Hazles saber las consecuencias de la violencia y las malas actitudes que se ven en el televisor y en los video juegos.
– No los dejes ver la tele o escuchar el Ipod a la hora de la comida.
– No los dejes llevar el Ipod a la escuela.
– Hazte valer como papá. No se trata de pegarles ni meterles cuatro gritos. Hazles saber tu cariño y tu deseo de convivir porque te importan y los amas.

En la Santísima Trinidad:
Padre Roberto Mena, S.T.

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