Días después de señalar que la decisión sobre las apariciones de Medjugorje llegaría pronto, el Papa Francisco advirtió en la Misa de la Casa Santa Marta que andar pendiente de “videntes” para saber qué les dirá en “la carta que la Virgen les enviará a las cuatro de la tarde”, no es parte de la identidad cristiana, sino que la diluye.
Durante la rueda de prensa que dio en su vuelo de regreso de Sarajevo, el Papa señaló que la comisión nombrada por Benedicto XVI para estudiar las supuestas apariciones marianas había hecho “un buen trabajo” después de cuatro años de investigaciones y que se está en la etapa de toma de decisiones.
En ese sentido, durante la Misa celebrada este martes en la Casa Santa Marta, Francisco advirtió a los fieles que hay dos caminos que diluyen el testimonio cristiano. “Hay algunos que siempre necesitan novedades en la identidad cristiana y olvidan que han sido elegidos, ungidos”, que “tienen la garantía del Espíritu” y que “buscan: ¿dónde están los videntes, qué nos dice hoy la carta que la Virgen les enviará a las cuatro de la tarde? – Por ejemplo ¿no? Y viven de esto. Ésta no es identidad cristiana. La última palabra de Dios se llama ‘Jesús’ y nada más”, señaló.
Para llegar a la identidad cristiana, explicó, Dios “nos ha hecho andar por un largo camino de historia”, hasta que envió a su Hijo. “También nosotros tenemos que hacer un largo camino en nuestra vida, para que esta identidad cristiana sea fuerte”, y de este modo podemos dar testimonio.
Indicó que es verdad que está el pecado, “y el pecado nos hace caer, pero tenemos la fuerza del Señor para levantarnos y seguir adelante con nuestra identidad. Diría que también el pecado es parte de nuestra identidad: somos pecadores, pero pecadores con la fe en Jesucristo”.
“No es sólo una fe de conocimiento, no. Es una fe que es un don de Dios y que ha entrado en nosotros gracias a Dios. Es Dios mismo el que nos confirma en Cristo. Y nos ha ungido, el que nos ha marcado con su sello y ha puesto en nuestros corazones las primicias del Espíritu. Es Dios el que nos da este don de la identidad”, añadió.
En ese sentido, alentó a “ser fieles a esta identidad cristiana y dejar que el Espíritu Santo, que es la garantía, la prenda en nuestro corazón, nos lleve adelante en la vida”. Además reiteró que los cristianos no son personas que andan “detrás de una filosofía”, sino que han sido ungidos y tienen la garantía del Espíritu.
“Es una bella identidad, que se ve en el testimonio. Por ello Jesús nos habla del testimonio como del lenguaje de nuestra identidad cristiana”, dijo el Papa, subrayando que ello se verifica aun “cuando la misma identidad cristiana – puesto que somos pecadores – es tentada; las tentaciones llegan siempre”, por lo que la identidad “puede debilitarse y perderse”.
En ese sentido, advirtió que hay dos caminos peligrosos que debilitan la identidad cristiana.
“Primero, pasar del testimonio a las ideas, diluir el testimonio. ‘Sí, soy cristiano… el cristianismo es esto, una bella idea. Yo le rezo a Dios…’ Y así, del Cristo concreto, porque la identidad cristiana es concreta – lo leemos en la Bienaventuranzas; concreción que está también en Mateo 25: la identidad cristiana es concreta – pasamos a esta religión un poco blanda, con el aire y el camino de los gnósticos. Detrás está el escándalo. Esta identidad cristiana es escandalosa. Y la tentación es: ‘No, no, sin escándalo’”.
“La cruz es un escándalo”, reiteró. Por ello, exhortó a no buscar a Dios “con esas espiritualidades cristianas un poco etéreas”.
El otro camino, señaló, es la mundanidad. “Ampliar tanto la conciencia para que entre todo. ‘Sí, somos cristianos, pero esto sí…’ No sólo moralmente, sino también humanamente. La mundanidad es humana. Y así la sal pierde su sabor. Y vemos a comunidades cristianas, también a cristianos, que dicen que son cristianos, pero no pueden y no saben dar testimonio de Jesucristo. Y así la identidad retrocede, retrocede y se pierde”.
“Este nominalismo mundano lo vemos todos los días. En la historia de salvación de Dios, con su paciencia de Padre, nos ha llevado de la ambigüedad a la certeza, a lo concreto de la encarnación y la muerte redentora de su Hijo. ¡Ésta es nuestra identidad!”.
Francisco concluyó recordando que San Pablo se vanagloria de Jesús hecho hombre y muerto por obediencia, ésta es la identidad y allí está el testimonio. Es una gracia que debemos pedir al Señor: que siempre nos dé este regalo, este don de una identidad que no intenta adaptarse a las cosas, hasta perder su sabor de sal.
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