Thursday, May 17, 2007

Hacienda de la Esperanza

En encuentro con toxicodependientes en recuperación advierte a narcotraficantes: "Dios se los va a cobrar"


GUARATINGUETÁ, 12 May. 07 / 10:32 am (ACI).- En un emotivo encuentro cargado de intensas participaciones de distintos jóvenes que se recuperan de su adicción a las drogas, el Papa Benedicto XVI destacó que “no basta curar el cuerpo, es necesario adornar el alma con los más preciosos dones divinos conquistados a través del Bautismo”, en su mensaje a los miembros del centro de rehabilitación para tóxico dependientes Hacienda de la Esperanza en Guarantinguetá, a 30 kilómetros de Aparecida.

En medio de fervorosas oraciones y alegres cantos, en un ambiente de especial alegría por la presencia del Papa, Benedicto XVI indicó que "lo que confirma la validez del trabajo”, del mencionado lugar, “son las conversiones, el reencuentro con Dios y la participación activa en la vida de la Iglesia”.

“Vamos a agradecer a Dios por haber querido colocar tantas almas en el camino de una esperanza renovada, con el auxilio de Sacramento del perdón y de la celebración de la Eucaristía”, expresó.

El Santo Padre señaló que “la Iglesia de hoy debe reavivar en sí misma la conciencia de la tarea de reproponer al mundo la voz de Aquél que dijo: 'Soy la luz del mundo. Quien me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida'”.

Al recordar el pasaje del Apocalipsis en el que el Señor afirma que “si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos, yo con él y él conmigo”, el Santo Padre precisó que Dios hizo eso “con ustedes, Él lo hizo a través de una persona amiga o de un sacerdote o, posiblemente, propició una serie de coincidencias para decir que son objeto de predilección divina”.

“Mediante la institución que los alberga –prosiguió en medio de los aplausos y vivas de los presentes– el Señor proporcionó esta experiencia de recuperación física y espiritual de vital importancia para ustedes y sus familiares. Además, la sociedad espera que sepan divulgar éste bien precioso de la salud entre los amigos y miembros de toda la comunidad”.

Dignidad humana no puede pisotearse

“Digo a los que comercializan la droga que piensen en el mal que están provocándoles a una multitud de jóvenes y de adultos de todos los segmentos de la sociedad: Dios se los va a cobrar. La dignidad humana no puede ser pisoteada de esta manera. El mal provocado recibe la misma reprobación hecha por Jesús a los que escandalizaban a los 'pequeñitos', los preferidos de Dios”, precisó el Papa.

“Mi pensamiento va ahora a la muchas otras instituciones del mundo entero que trabajan para restituir la vida, y vida nueva, a éstos nuestros hermanos presentes en nuestra sociedad, y que Dios ama con un amor preferencial. Pienso también en los muchos grupos de Alcohólicos Anónimos y de Narcóticos Anónimos, y en la Pastoral de la Sobriedad que ya trabaja en muchas comunidades, prestando sus generosos auxilios en favor de la vida”, añadió.

Tras reiterar su pedido de oraciones por los frutos y los participantes de la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe, el Papa dijo que “San Fray Galvão y Santa Crescencia amparen y protejan a cada uno. A todos ustedes bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.

Al finalizar su discurso y tras oír las sentidas palabras de una joven que lo abrazó al terminar su breve declaración, el Santo Padre recibió la Biblia del Niño número 10 millones, una iniciativa promovida por la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), y una imagen de la Virgen María, como presentes.

Para cerrar este especial encuentro que el Papa deseó tener, Benedicto XVI rezó el Padre Nuestro con todos los presentes y los bendijo.

La Obra Social Nuestra Señora de la Gloria, conocida simplemente como Hacienda de la Esperanza, fue creada en 1979 por el franciscano alemán Fray Hans Stapel. Cuenta con sedes en otros países, como Argentina, Guatemala, México, Paraguay, Alemania, Filipinas, Rusia y Africa.

En la Santisima Trinidad:
Padre Roberto Mena, S.T.

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