Wednesday, June 18, 2014

La cercanía con los fieles en la predicación

“Id al mundo entero y predicad el evangelio” (Mc 16, 15)
 De entre todas las tareas de los sacerdotes, sin duda alguna, la predicación ocupa un puesto muy
importante. “Los presbíteros, recodando que «la fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de
la palabra de Cristo» (Rom 10, 17), han de empeñar todas sus energías en corresponder a esta misión, que tiene
primacía en su ministerio.”
(Congregación para el Clero,
Directorio para el ministerio y la
vida de los presbíteros, 2013 n.62)
Éstos, en comunión con su 
obispo, y como sus 
colaboradores en el ejercicio 
del sacerdocio apostólico, 
tienen ante todo la tarea 
fundamental de predicar la 
palabra de Dios. El día de 
su ordenación, durante la 
oración consecratoria, el 
obispo pide a Dios Padre 
que el neopresbítero, “por 
su predicación y con la 
gracia del Espíritu Santo, 
haga fructificar la palabra del Evangelio en el corazón de los hombres”. 
 Ahora bien, esta noble tarea de la predicación contiene un elemento esencial que el Papa Francisco ha
remarcado en diversas formas, pero sobre todo con el leguaje de los gestos: la cercanía y el contacto con las
personas. Según el Santo Padre, “la homilía es la piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de
encuentro de un Pastor con su pueblo.” (Evangelií Gaudium, n. 135) Esta cercanía de la que habla el Papa es, sin duda,
uno de los retos más grandes para la vida de los sacerdotes de nuestro tiempo.
 La proximidad pastoral a través de la predicación se logra cuando hay coherencia entre lo que se dice y lo
que se hace. La predicación más eficaz es la que se firma con una conducta intachable. Decía San Antonio de Padua
en uno de sus sermones que “quien está lleno del Espíritu Santo habla diversas lenguas. Estas diversas lenguas son los
diversos testimonios que da de Cristo, como por ejemplo la humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia, que
son las palabras con que hablamos cuando los demás pueden verlas reflejadas en nuestra conducta. La palabra
tiene fuerza cuando va acompañada de las obras”. (Sermones 1, 16: Padua 1979, pp. 384–385) En efecto, la tarea de los
sacerdotes en la prdicación es transmitir la palabra sin doblez y sin ninguna falsificación, sino manifestando con
franqueza la verdad delante de Dios (2 Cor 4, 2), para que de ese modo puedan hacerse cercanos a su comunidad,
y a través de esa proximidad, sean verdaderamente un puente que acerque a los hombres a Dios.

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