Monday, June 17, 2013

Jesus es el todo dijo el Papa Francisco hoy

VATICANO, 17 Jun. 2013 /  Para el cristiano, Jesús es "el todo" y de aquí deriva su magnanimidad. Lo subrayó el Papa Francisco en la Misa  del lunes en la Casa de Santa Marta. El Papa recordó que la justicia que trae Jesús es superior a aquella de los escribas, al ojo por ojo, diente por diente.
"Si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra". El Papa centró su homilía de hoy en las fuertes palabras de Jesús dirigidas a sus discípulos. La historia del golpe, observó el Pontífice, "se ha convertido en un argumento clásico para burlarse de los cristianos". En la vida agregó, la "lógica normal" nos enseña que "debemos luchar, debemos defender nuestra posición" y si nos dan un golpe "nosotros daremos dos, así nos defendemos".
Por lo demás, dijo Francisco, cuando aconsejo a los padres reprender a los propios hijos les digo siempre: "Jamás en la mejilla", porque "la mejilla es la dignidad". Jesús en cambio, luego el golpe en la mejilla continúa y pide también de dar el manto, despojarse de todo.
"La justicia que Él trae –afirmó el Santo Padre– es una justicia totalmente diversa del ojo por ojo, diente por diente. Es otra justicia". Y esto, observó, lo podemos entender cuando San Pablo habla de los cristianos como "gente que no tiene nada" y "en cambio posee todo".
He aquí entonces que la seguridad cristiana se encuentra en este "todo" que es Jesús. "El ‘todo’ – agregó es Jesucristo. Lo demás es ‘nada’ para el cristiano". En cambio, advirtió el Papa, "para el espíritu del mundo el ‘todo’ son las cosas: las riquezas, las vanidades", "tener posiciones más encumbradas" y "la ‘nada’ es Jesús".
Por lo tanto si un cristiano puede caminar 100 kilómetros cuando le piden recorrer 10, "es porque para él eso es ‘nada’" y, tranquilamente, "puede dar el manto cuando le piden la túnica". He aquí el "secreto de la magnanimidad cristiana, que siempre va acompañada con la docilidad", y el "todo", es Jesucristo:
"El cristiano es una persona que ensancha su corazón, con esta magnanimidad, porque tiene el ‘todo’, que es Jesucristo. Las otras cosas son la ‘nada’. Son buenas, sirven, pero en el momento del enfrentamiento escoge siempre el ‘todo’, con aquella docilidad, aquella docilidad cristiana que es el signo de los discípulos de Jesús: docilidad y magnanimidad. Y vivir así no es fácil, porque en serio te dan los golpes, ¿eh?, ¡te los dan! Y en las dos mejillas".
"Pero, el cristiano es dócil, el cristiano es magnánimo: ensancha su corazón. Pero cuando encontramos estos cristianos con el corazón reducido, con el corazón encogido, que no funcionan… esto no es cristianismo: esto es egoísmo, enmascarado de cristianismo".
"El verdadero cristiano", dijo el Papa Francisco, "sabe resolver esta oposición bipolar, esta tensión entre el ‘todo’ y la ‘nada’, como Jesús nos había aconsejado: ‘Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás viene después":
"El Reino de Dios es el ‘todo’, lo demás es secundario, no es lo principal. Y todos los errores cristianos, todos los errores de la Iglesia  todos nuestros errores nacen de aquí, cuando decimos a la ‘nada’ que es el ‘todo’ y al ‘todo’ que, parece que no cuenta... Seguir a Jesús no es fácil, no es fácil. Pero tampoco es difícil, porque en el camino del amor el Señor hace las cosas de forma que nosotros podamos ir hacia adelante; el mismo Señor nos ensancha el corazón".
Esta es la oración que debemos hacer, agregó, "ante estas propuestas del golpe, del manto, de los 100 kilómetros". Debemos pedir al Señor que ensanche "nuestro corazón", para que "seamos magnánimos, seamos dóciles", y no luchemos "por las pequeñeces, por la ‘nada’ de cada día".
"Cuando uno opta por la ‘nada’, de aquella opción nacen los enfrentamientos en una familia,  en las amistades, con los amigos, en la sociedad, también; los enfrentamientos que finalizan en la guerra: ¡por la ‘nada’! La ‘nada’ es la semilla de guerras, siempre. Porque es semilla de egoísmo. El ‘todo’ es aquello grande, es Jesús. Pidamos al Señor que ensanche nuestro corazón, que nos haga humildes, dóciles y magnánimos, porque en Él tenemos el ‘todo’; y que nos proteja de los problemas cotidianos alrededor de la ‘nada’", concluyó.

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