LA CATEQUESIS, MINISTERIO DE LA PALABRA. La catequesis es esa forma peculiar del ministerio de la Palabra que hace madurar la conversión inicial del cristiano hasta hacer de ella una viva, explícita y operante confesión de fe (CC 96).
a) La confesión de fe requiere un conocimiento del Dios de Jesucristo. Sin ese conocimiento no podríamos hablar de una fe adulta. Dicho conocimiento tiene por objet...o las verdades contenidas en los símbolos de la fe, el credo (cf DGC 54). Pero no conviene olvidar que un auténtico conocimiento conlleva una entrega plena e incondicional al único Dios. Reconocer a Dios como Padre y a Jesucristo como el Señor, es obra del Espíritu que actúa en nosotros.
b) Implica necesariamente también el desenmascaramiento de los ídolos que quieren ocupar en nuestra vida el lugar de Dios, la renuncia a cuanto nos esclaviza e impide vivir la libertad auténtica de los hijos de Dios (cf Gál 5,1). El único camino que lleva al conocimiento de Dios y a su entrega a él es Jesús, el Cristo. Por ello, una fe adulta tiene como centro a Jesucristo: él es «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6). «Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Lc 10,22). Jesucristo es la plenitud de la Revelación (DV 4); es el centro de la historia de la salvación; con él ha llegado la plenitud de los tiempos; él es el único salvador (He 4,12) (cf DGC 53).
c) Al confesar la fe, nos sentimos miembros del pueblo de Dios como tal, que es la Iglesia. Pablo VI llamó al símbolo de la fe «el Credo del pueblo de Dios». Vinculado a la fe de la Iglesia, el creyente confiesa su fe. Esta vinculación a la Iglesia es mucho más que una mera adscripción jurídica. En la Iglesia, el creyente descubre la comunidad de los hijos de Dios, dispersos por el pecado, congregados por Jesús, el salvador, y enviados al mundo a anunciar el evangelio (LG 4). «Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo» (Plegaria eucarística III).
Descubrir, por tanto, el misterio de la Iglesia, misterio de comunión con Dios por medio de Jesucristo y en el Espíritu (sínodo 1985, relación final II, C 1) es elemento imprescindible de una fe adulta. Como lo es, asimismo, llegar a la convicción de que la Iglesia existe para anunciar el evangelio (EN 14) y construir el reino de Dios. Esta realidad de la Iglesia como comunión, es fundamental en los documentos del Vaticano II, como lo subraya el sínodo de 1985 (II, C 1).
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