Saturday, August 30, 2008

solucion humana e integral a la inmigración

La Iglesia pide una solución humana e integral a la inmigración
Por Kevin Appleby
WASHINGTON, sábado, 30 agosto 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito Kevin Appleby, director de la Oficina de Política Migratoria y de Refugiados de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, en el contexto del debate social provocado por la campaña presidencial estadounidense.
Appleby tiene una licenciatura en Derecho por la Universidad de Maryland y un grado de maestría en asuntos internacionales por la Universidad George Washington.
* * *
El debate nacional sobre inmigración ha generado grandes discusiones, a menudo emocionales, sobre el impacto del número creciente de inmigrantes indocumentados en nuestras comunidades. Predomina el diálogo acalorado sobre los aspectos económico, social y legal de la cuestión. Sin embargo, deberíamos entender que, por encima de todo, la inmigración es un asunto humanitario y, en última instancia, una cuestión moral.
Cada día en parroquias, programas de servicios sociales, hospitales y escuelas las consecuencias humanas de un sistema de inmigración inadecuado son patentes: familias separadas, trabajadores inmigrantes explotados por coyotes y empleadores sin escrúpulos, y seres humanos desesperados por sobrevivir que mueren en los desiertos de Estados Unidos. Al tiempo que nuestra nación se beneficia del trabajo duro de los inmigrantes indocumentados, nosotros fallamos en extenderles las protecciones legales básicas para el lugar de trabajo. Aún peor, algunos usan a los inmigrantes como chivos expiatorios de nuestros problemas sociales.
El documento de los obispos estadounidenses Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles urge a los católicos a que estudien temas como la inmigración antes de ir a las urnas.
Dadas algunas prácticas y políticas actuales en algunos estados y ciudades de los EE.UU., y el efecto perjudicial que éstas causan sobre la vida y la dignidad humanas, los obispos han afirmado que la situación actual es inmoral y han hecho un llamado a la reforma integral del sistema de inmigración. Su receta para remediar el sistema es enfatizar la legalidad sobre la ilegalidad mediante la creación de vías legales para la inmigración y la legalización, con un camino abierto a la ciudadanía, para los inmigrantes indocumentados. Desde luego, esto incluye un cumplimiento riguroso de las leyes, pero también sugiere una aproximación más integral que reforma todos los aspectos del sistema. Este remedio representa la forma más efectiva, humana y práctica para resolver nuestra crisis inmigratoria.
Algunos argumentan que los trabajadores indocumentados y sus familias no deberían recibir estatus legal porque viven fuera de ley. Antes de emitir juicio, debemos considerar que la política estadounidense ha creado, en realidad, condiciones que fomentan la inmigración ilegal y el incumplimiento de la ley. Por ejemplo, mientras el gobierno federal ha gastado billones de dólares en reforzar la vigilancia y la seguridad en la frontera en los últimos 15 años, durante el mismo periodo el número de inmigrantes sin documentos se ha más que duplicado en el país. Esto se debe, principalmente al hecho de que una vez han entrado en los Estados Unidos, casi el 80 por ciento de los trabajadores inmigrantes varones encuentran trabajo en compañías estadounidenses. Este imán de trabajos disponibles induce a los inmigrantes a venir.
Para agravar el problema, las leyes de inmigración de Estados Unidos no proveen vías legales para que estos trabajadores puedan inmigrar de forma segura y legal. El número de visados de trabajo disponibles para trabajadores con poca preparación es absurdamente pequeño comparado con la demanda - 5,000 visas permanentes y 66,000 temporales por año. Los visados para mantener a las familias unidas pueden ser aún más escasos. Tiempos de espera de hasta 10 años para familiares cercanos de familias de México son algo bastante usual.
También debemos considerar la intención y el efecto de la trasgresión legal por parte del inmigrante, dos factores atenuantes que se consideran a menudo en los tribunales de EE.UU. La intención de los trabajadores inmigrantes es la de trabajar para poder sustentar a sus familias y el efecto es que ayudan a la economía estadounidense al trabajar en industrias importantes que necesitan mano de obra.
Por ejemplo, algunos líderes en el sector de la construcción estiman que si los trabajadores sin documentos se marcharan de los Estados Unidos, la construcción de viviendas se retrasaría entre seis y ocho meses y el costo subiría en un 30 a un 40 por ciento. El sector sanitario se apoya fuertemente en trabajadores inmigrantes para el cuidado de ancianos y enfermos. El Departamento de Trabajo predice que la demanda de trabajadores extranjeros en estas y otras industrias crecerá dramáticamente.
La reforma migratoria integral representa una solución humana a nuestra crisis. Permitirá a los inmigrantes y a sus familias permanecer juntos y, al mismo tiempo, contribuir sin temor sus talentos a la comunidad. También ayudará a reducir la explotación de los inmigrantes y a reducir el número de los que perecen en el intento de venir a los Estados Unidos.
Los oficiales electos deben examinar las causas que originan la emigración desde sus comunidades de origen y trabajar con sus gobiernos para crear puestos de trabajo en esos lugares. Esta es la solución a largo plazo que el alzamiento de un muro de 700 millas en la frontera no logrará. Es imperativo que ambos partidos y ambas cámaras del Congreso trabajen duro para producir leyes que creen un sistema de inmigración predicado en el cumplimiento de la ley y que enaltezca los valores que todos los americanos apreciamos-trabajo duro, oportunidad y compasión.
United States Conference of Catholic Bishops
La Iglesia pide una solución humana e integral a la inmigración
Por Kevin Appleby
WASHINGTON, sábado, 30 agosto 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito Kevin Appleby, director de la Oficina de Política Migratoria y de Refugiados de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, en el contexto del debate social provocado por la campaña presidencial estadounidense.
Appleby tiene una licenciatura en Derecho por la Universidad de Maryland y un grado de maestría en asuntos internacionales por la Universidad George Washington.
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El debate nacional sobre inmigración ha generado grandes discusiones, a menudo emocionales, sobre el impacto del número creciente de inmigrantes indocumentados en nuestras comunidades. Predomina el diálogo acalorado sobre los aspectos económico, social y legal de la cuestión. Sin embargo, deberíamos entender que, por encima de todo, la inmigración es un asunto humanitario y, en última instancia, una cuestión moral.
Cada día en parroquias, programas de servicios sociales, hospitales y escuelas las consecuencias humanas de un sistema de inmigración inadecuado son patentes: familias separadas, trabajadores inmigrantes explotados por coyotes y empleadores sin escrúpulos, y seres humanos desesperados por sobrevivir que mueren en los desiertos de Estados Unidos. Al tiempo que nuestra nación se beneficia del trabajo duro de los inmigrantes indocumentados, nosotros fallamos en extenderles las protecciones legales básicas para el lugar de trabajo. Aún peor, algunos usan a los inmigrantes como chivos expiatorios de nuestros problemas sociales.
El documento de los obispos estadounidenses Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles urge a los católicos a que estudien temas como la inmigración antes de ir a las urnas.
Dadas algunas prácticas y políticas actuales en algunos estados y ciudades de los EE.UU., y el efecto perjudicial que éstas causan sobre la vida y la dignidad humanas, los obispos han afirmado que la situación actual es inmoral y han hecho un llamado a la reforma integral del sistema de inmigración. Su receta para remediar el sistema es enfatizar la legalidad sobre la ilegalidad mediante la creación de vías legales para la inmigración y la legalización, con un camino abierto a la ciudadanía, para los inmigrantes indocumentados. Desde luego, esto incluye un cumplimiento riguroso de las leyes, pero también sugiere una aproximación más integral que reforma todos los aspectos del sistema. Este remedio representa la forma más efectiva, humana y práctica para resolver nuestra crisis inmigratoria.
Algunos argumentan que los trabajadores indocumentados y sus familias no deberían recibir estatus legal porque viven fuera de ley. Antes de emitir juicio, debemos considerar que la política estadounidense ha creado, en realidad, condiciones que fomentan la inmigración ilegal y el incumplimiento de la ley. Por ejemplo, mientras el gobierno federal ha gastado billones de dólares en reforzar la vigilancia y la seguridad en la frontera en los últimos 15 años, durante el mismo periodo el número de inmigrantes sin documentos se ha más que duplicado en el país. Esto se debe, principalmente al hecho de que una vez han entrado en los Estados Unidos, casi el 80 por ciento de los trabajadores inmigrantes varones encuentran trabajo en compañías estadounidenses. Este imán de trabajos disponibles induce a los inmigrantes a venir.
Para agravar el problema, las leyes de inmigración de Estados Unidos no proveen vías legales para que estos trabajadores puedan inmigrar de forma segura y legal. El número de visados de trabajo disponibles para trabajadores con poca preparación es absurdamente pequeño comparado con la demanda - 5,000 visas permanentes y 66,000 temporales por año. Los visados para mantener a las familias unidas pueden ser aún más escasos. Tiempos de espera de hasta 10 años para familiares cercanos de familias de México son algo bastante usual.
También debemos considerar la intención y el efecto de la trasgresión legal por parte del inmigrante, dos factores atenuantes que se consideran a menudo en los tribunales de EE.UU. La intención de los trabajadores inmigrantes es la de trabajar para poder sustentar a sus familias y el efecto es que ayudan a la economía estadounidense al trabajar en industrias importantes que necesitan mano de obra.
Por ejemplo, algunos líderes en el sector de la construcción estiman que si los trabajadores sin documentos se marcharan de los Estados Unidos, la construcción de viviendas se retrasaría entre seis y ocho meses y el costo subiría en un 30 a un 40 por ciento. El sector sanitario se apoya fuertemente en trabajadores inmigrantes para el cuidado de ancianos y enfermos. El Departamento de Trabajo predice que la demanda de trabajadores extranjeros en estas y otras industrias crecerá dramáticamente.
La reforma migratoria integral representa una solución humana a nuestra crisis. Permitirá a los inmigrantes y a sus familias permanecer juntos y, al mismo tiempo, contribuir sin temor sus talentos a la comunidad. También ayudará a reducir la explotación de los inmigrantes y a reducir el número de los que perecen en el intento de venir a los Estados Unidos.
Los oficiales electos deben examinar las causas que originan la emigración desde sus comunidades de origen y trabajar con sus gobiernos para crear puestos de trabajo en esos lugares. Esta es la solución a largo plazo que el alzamiento de un muro de 700 millas en la frontera no logrará. Es imperativo que ambos partidos y ambas cámaras del Congreso trabajen duro para producir leyes que creen un sistema de inmigración predicado en el cumplimiento de la ley y que enaltezca los valores que todos los americanos apreciamos-trabajo duro, oportunidad y compasión.
United States Conference of Catholic Bishops

Votar segun la conciencia.

Votar según la conciencia
Por el padre Brian Bransfield
WASHINGTON, sábado, 30 agosto 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito el padre Brian Bransfield, quien trabaja para el Secretariado de Evangelización y Catequesis de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, en el contexto del debate social provocado por la campaña presidencial estadounidense.
El padre Bransfield fue ordenado sacerdote en 1994 y pertenece a la arquidiócesis de Filadelfia. Estudió teología moral con especialización en matrimonio y familia en el Instituto Pontificio Juan Pablo II en Roma y posee un doctorado en teología moral.
* * *
La única diferencia entre la cabina de votación y la conciencia es que normalmente tenemos que esperar en la fila para poder entrar a una de ellas. Aparte de eso, se supone que sucede lo mismo en ambos lugares, pues en ese pequeño cubículo nos revelamos a nosotros mismos.
Usted y yo sólo podemos votar una vez en las elecciones de este otoño. Sin embargo, es de esperar que antes de hacerlo hayamos visitado repetidamente nuestra propia conciencia. Mi conciencia es lo que separa a la máquina de votación de una máquina tragamonedas, y sólo la conciencia humana puede asegurarse de que a la boleta de votación no se la trate como un juego de apuestas.
Los obispos de Estados Unidos enfatizan el papel de la conciencia en el documento Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles, una guía para los católicos que se preparan para votar en las elecciones de 2008.
¿Qué es la conciencia? Es esa parte de mí que es mayor que yo. Muchos asuntos demandan atención: la inmigración, la educación asequible, la guerra, la violencia en los barrios; el cuidado de la salud, el aborto, el hambre, las personas sin hogar, el medio ambiente, la investigación genética sobre embriones humanos; la dignidad del matrimonio entre un hombre y una mujer como la institución más reconocida de la historia; la desigualdad económica, los precios de la gasolina y la lista es interminable.
El malentendido más común es que la conciencia equivale a "lo que yo pienso" sobre un tema. La conciencia no es sólo "lo que yo pienso", sino que soy yo "pensando sobre lo que es justo" y verdadero. No se trata de una valoración parcial basada en las palabras de un predicador, de un político o en las pasiones. El sentido moral interior no se construye a base de la suma total de lo que yo pienso, sino que es una manifestación relacionada con la verdad en sí misma independientemente de mis preferencias.
La conciencia no permite a un ciudadano olvidarse de que, ante todo, es una persona. Me dice que soy persona y, como tal, debo considerar los dilemas de acuerdo a un cierto orden: ¿Cómo es que este acto, aquí y ahora, en sí mismo, va de acuerdo con el ser humano y no simplemente con precios más bajos? La conciencia insiste en que los dilemas humanos son asuntos morales mucho antes de que se conviertan en puntos de vista políticos. La conciencia me dice que para ser libre debo aceptar que algunos actos son inevitablemente malos y que ninguna clase de circunstancias o intenciones pueden, de algún modo, hacerlas buenas. La conciencia quita todos los velos: conoce la diferencia entre acertado y equivocado, entre el bien y el mal, pero no basada en la verdad de las circunstancias o la mejores intenciones sino, sobre todo, en la verdad de las cosas en sí mismas.
La conciencia debe formarse. Como tal, debe mirar en tres direcciones al mismo tiempo: a uno mismo, al dilema moral que se presenta, y considerar la verdad de ambos sin favoritismos. Muy a menudo, el votante apela sólo a las primeras dos categorías: yo y el dilema. La mera opinión substituye entonces a la conciencia. Tomar una decisión en conciencia significa consultar con la verdad de las cosas en sí mismas. La conciencia empieza de afuera hacia adentro. La realidad objetiva me llama a la responsabilidad y forma la coordenada central de la conciencia. La conciencia debe comenzar con el bien verdadero. Este punto de partida asegura que la libertad y la verdad no sean enemigas.
Existe una facultad en lo profundo de mi interior que yo no he creado. No está programada. Esta región es más que el súper-ego o una convención social. Sin embargo, ésta se forma. El sentido moral de la conciencia debe moldearse, no desarrollarse simplemente con sentimientos, opiniones, circunstancias, intenciones o movimientos, sino con el sentido moral profundo del que participamos por el hacho de ser humanos y dotados de razón. La conciencia no decide simplemente lo que es feliz o triste, sino que distingue entre el bien y el mal. La conciencia organiza los dilemas en orden de tamaño y ve las semejanzas. El matrimonio, el racismo, el medioambiente, el hambre, el aborto, no son asuntos que compiten entre sí. Están profundamente relacionados. La conciencia se niega a que ninguno de ellos se convierta en un asunto de opinión.
La conciencia da un respingo cuando escucha a un candidato decir que tiene la solución para el sistema de salud pública y, sin embargo, está de acuerdo en que un niño en el vientre puede ser asesinado. La conciencia sabe que si un candidato está a favor de la investigación de células madre en embriones humanos, lo cual siempre implica matar a una persona humana, nuestros barrios nuca estarán libres de violencia-pues acabamos de votar por la violencia. El sentido moral sabe que si tratas el medio ambiente como te da la gana tarde o temprano tendrás que recibir tratamiento a causa del medio ambiente. La conciencia se da cuenta de que si apoyas la tortura estás plantando la semilla de una guerra dentro de veinte años.
La conciencia tiene miras amplias. Rompe las burbujas, aparta los cortinajes, tira de la palanca y con el peso de la verdad honesta puede cambiar, transformar, el mundo.
United States Conference of Catholic Bishops
Votar según la conciencia
Por el padre Brian Bransfield
WASHINGTON, sábado, 30 agosto 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito el padre Brian Bransfield, quien trabaja para el Secretariado de Evangelización y Catequesis de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, en el contexto del debate social provocado por la campaña presidencial estadounidense.
El padre Bransfield fue ordenado sacerdote en 1994 y pertenece a la arquidiócesis de Filadelfia. Estudió teología moral con especialización en matrimonio y familia en el Instituto Pontificio Juan Pablo II en Roma y posee un doctorado en teología moral.
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La única diferencia entre la cabina de votación y la conciencia es que normalmente tenemos que esperar en la fila para poder entrar a una de ellas. Aparte de eso, se supone que sucede lo mismo en ambos lugares, pues en ese pequeño cubículo nos revelamos a nosotros mismos.
Usted y yo sólo podemos votar una vez en las elecciones de este otoño. Sin embargo, es de esperar que antes de hacerlo hayamos visitado repetidamente nuestra propia conciencia. Mi conciencia es lo que separa a la máquina de votación de una máquina tragamonedas, y sólo la conciencia humana puede asegurarse de que a la boleta de votación no se la trate como un juego de apuestas.
Los obispos de Estados Unidos enfatizan el papel de la conciencia en el documento Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles, una guía para los católicos que se preparan para votar en las elecciones de 2008.
¿Qué es la conciencia? Es esa parte de mí que es mayor que yo. Muchos asuntos demandan atención: la inmigración, la educación asequible, la guerra, la violencia en los barrios; el cuidado de la salud, el aborto, el hambre, las personas sin hogar, el medio ambiente, la investigación genética sobre embriones humanos; la dignidad del matrimonio entre un hombre y una mujer como la institución más reconocida de la historia; la desigualdad económica, los precios de la gasolina y la lista es interminable.
El malentendido más común es que la conciencia equivale a "lo que yo pienso" sobre un tema. La conciencia no es sólo "lo que yo pienso", sino que soy yo "pensando sobre lo que es justo" y verdadero. No se trata de una valoración parcial basada en las palabras de un predicador, de un político o en las pasiones. El sentido moral interior no se construye a base de la suma total de lo que yo pienso, sino que es una manifestación relacionada con la verdad en sí misma independientemente de mis preferencias.
La conciencia no permite a un ciudadano olvidarse de que, ante todo, es una persona. Me dice que soy persona y, como tal, debo considerar los dilemas de acuerdo a un cierto orden: ¿Cómo es que este acto, aquí y ahora, en sí mismo, va de acuerdo con el ser humano y no simplemente con precios más bajos? La conciencia insiste en que los dilemas humanos son asuntos morales mucho antes de que se conviertan en puntos de vista políticos. La conciencia me dice que para ser libre debo aceptar que algunos actos son inevitablemente malos y que ninguna clase de circunstancias o intenciones pueden, de algún modo, hacerlas buenas. La conciencia quita todos los velos: conoce la diferencia entre acertado y equivocado, entre el bien y el mal, pero no basada en la verdad de las circunstancias o la mejores intenciones sino, sobre todo, en la verdad de las cosas en sí mismas.
La conciencia debe formarse. Como tal, debe mirar en tres direcciones al mismo tiempo: a uno mismo, al dilema moral que se presenta, y considerar la verdad de ambos sin favoritismos. Muy a menudo, el votante apela sólo a las primeras dos categorías: yo y el dilema. La mera opinión substituye entonces a la conciencia. Tomar una decisión en conciencia significa consultar con la verdad de las cosas en sí mismas. La conciencia empieza de afuera hacia adentro. La realidad objetiva me llama a la responsabilidad y forma la coordenada central de la conciencia. La conciencia debe comenzar con el bien verdadero. Este punto de partida asegura que la libertad y la verdad no sean enemigas.
Existe una facultad en lo profundo de mi interior que yo no he creado. No está programada. Esta región es más que el súper-ego o una convención social. Sin embargo, ésta se forma. El sentido moral de la conciencia debe moldearse, no desarrollarse simplemente con sentimientos, opiniones, circunstancias, intenciones o movimientos, sino con el sentido moral profundo del que participamos por el hacho de ser humanos y dotados de razón. La conciencia no decide simplemente lo que es feliz o triste, sino que distingue entre el bien y el mal. La conciencia organiza los dilemas en orden de tamaño y ve las semejanzas. El matrimonio, el racismo, el medioambiente, el hambre, el aborto, no son asuntos que compiten entre sí. Están profundamente relacionados. La conciencia se niega a que ninguno de ellos se convierta en un asunto de opinión.
La conciencia da un respingo cuando escucha a un candidato decir que tiene la solución para el sistema de salud pública y, sin embargo, está de acuerdo en que un niño en el vientre puede ser asesinado. La conciencia sabe que si un candidato está a favor de la investigación de células madre en embriones humanos, lo cual siempre implica matar a una persona humana, nuestros barrios nuca estarán libres de violencia-pues acabamos de votar por la violencia. El sentido moral sabe que si tratas el medio ambiente como te da la gana tarde o temprano tendrás que recibir tratamiento a causa del medio ambiente. La conciencia se da cuenta de que si apoyas la tortura estás plantando la semilla de una guerra dentro de veinte años.
La conciencia tiene miras amplias. Rompe las burbujas, aparta los cortinajes, tira de la palanca y con el peso de la verdad honesta puede cambiar, transformar, el mundo.
United States Conference of Catholic Bishops

lugar de pobreza en las elecciones de EEUU

El lugar de la pobreza en las elecciones estadounidenses
Por John Carr
WASHINGTON, sábado, 30 agosto 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito John Carr, director ejecutivo del Departamento de Justicia, Paz y Desarrollo Humano de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, en el contexto del debate social provocado por la campaña presidencial estadounidense.
Carr tiene una licenciatura por la Universidad de St. Thomas y ha escrito ampliamente sobre los católicos y la responsabilidad política. A menudo da conferencias sobre la misión social de la Iglesia, fe y política, y la religión en la vida publica. Recientemente recibió el "Vision Award" de parte de Catholic Charities USA y ha sido nombrado "Hunger Hero" (Héroe contra el hambre) por la organización Bread for the World.

* * *
En su primera encíclica, Deus Caritas Est, el Papa Benedicto XVI sitúa el amor a los pobres y su cuidado en el centro de la vida católica:
"Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios...practicar el amor hacia las viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia [de la Iglesia] tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio (Deus Caritas Est, 15, 22).
Esta preferencia por los pobres también necesita estar en el centro del debate nacional en este año electoral. Los hechos sobre la pobreza en nuestro país producen numerosas preocupaciones morales y políticas.
La pobreza está muy extendida. Uno de cada ocho estadounidenses vive en la pobreza, o sea, más de 37 millones de personas.
En los Estados Unidos, cuanto más joven eres más probabilidades tienes de ser pobre. Uno de cada seis niños, esto es, 13 millones de niños, viven en la pobreza.
Los factores familiares contribuyen a la pobreza. Un niño nacido de padres que no están casados y que no se han graduado de la escuela superior, sin alguien que trabaje en la familia tiene un 80 por ciento de probabilidades de crecer pobre. Un niño nacido en una familia sin estos factores tiene un 8 por ciento de probabilidades de crecer en la pobreza.
La pobreza no se distribuye equitativamente. Aunque la mayoría de las personas que viven en la pobreza son blancas, uno de cada cuatro afro americanos y uno de cada cinco hispanos viven en la pobreza. (Ver el sitio Web referente a la pobreza en Estados Unidos de la Campaña Católica para el Desarrollo Humano: (www.povertyusa.org)
Tales estadísticas revelan la clase de nación en que nos estamos convirtiendo.
Los católicos de Estados Unidos tienen la obligación moral de proteger la vida y la dignidad de todos los hijos de Dios, especialmente de los pobres y vulnerables. Podemos debatir sobre la mejor manera de buscar la justicia y las oportunidades económicas, de proporcionar trabajos decentes a todos los que puedan trabajar y de asegurar cuidado médico adecuado y vivienda para todos. Sin embargo, no podemos escaparnos del deber moral de trabajar activamente para superar la pobreza y la privación que amenaza las vidas de tantos niños y familias.
Desafortunadamente, los debates sobre la pobreza se ven polarizados a menudo por divisiones ideológicas y partidistas. En este momento político, las campañas necesitan ir más allá de falsas opciones ideológicas que paralizan la discusión nacional. Tanto la doctrina como la experiencia católica insisten en que reducir la pobreza requerirá responsabilidad personal y social, mejores opciones y comportamientos por parte de cada persona y mejores políticas e inversiones por parte del gobierno.
En su documento "Un lugar en la mesa", los obispos de Estados Unidos delinean una estrategia en cuatro partes para responder a la pobreza. Ésta hace un llamado a:
Las personas, para que se eduquen y trabajen, construyan familias fuertes y hagan sacrificios por los hijos;
A las iglesias, organizaciones confesionales y comunitarias para que ayuden a las familias a enfrentarse a la discriminación y la justicia, hagan fuertes los barrios y comunidades y caminen con los pobres y las familias vulnerables prestándoles ayuda;
El mercado, los negocios y la uniones, para que trabajen por asegurar trabajos con salarios decentes, cobertura médica y otros beneficios, una voz en el lugar de trabajo, y oportunidades de crecimiento;
El gobierno, para que esté a la altura de su responsabilidad de proteger a los débiles y vulnerables, promueva la dignidad y los derechos humanos, actúe de manera efectiva cuando otras instituciones fallan y promueva mayores oportunidades económicas y justicia para todos.
Desgraciadamente, algunos grupos promueven un solo elemento en vez de todos. Algunos insisten en que la responsabilidad personal es la verdadera respuesta, o en que sólo las instituciones religiosas pueden marcar la diferencia, o en que el mercado por sí mismo resolverá los problemas, o que la acción gubernamental es la única respuesta efectiva. Se necesita un acuerdo nacional amplio que responda a las causas complicadas y tome los diversos pasos necesarios para superar la pobreza.
Los esfuerzos aislados no pueden promover el desarrollo humano integral que es el fundamento de todos los esfuerzos efectivos para superar la pobreza, la privación y la desesperación (www.catholiccharitiesusa.org y www.usccb.org/sdwp/placeatthetable/index.shtml). En las próximas elecciones, los católicos de Estados Unidos no se deben enfocar en intereses económicos individuales, sino en buscar ayudar a "los más pequeños". En Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles los obispos de Estados Unidos hacen un llamado a una nueva forma de hacer política que se enfoque más en:
Los principios morales que en las últimas encuestas
Las necesidades de los débiles que los beneficios de los fuertes
La búsqueda de bien común que las demandas de intereses privados
Nuestra vida como individuos y como nación se mide moralmente por cómo tratamos a "los más pequeños entre nosotros" (Mt 25:40). En la Sagrada Escritura, esta es la pregunta en el día del juicio final. Debería ser también una pregunta central el día de la elección.El lugar de la pobreza en las elecciones estadounidenses
Por John Carr
WASHINGTON, sábado, 30 agosto 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito John Carr, director ejecutivo del Departamento de Justicia, Paz y Desarrollo Humano de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, en el contexto del debate social provocado por la campaña presidencial estadounidense.
Carr tiene una licenciatura por la Universidad de St. Thomas y ha escrito ampliamente sobre los católicos y la responsabilidad política. A menudo da conferencias sobre la misión social de la Iglesia, fe y política, y la religión en la vida publica. Recientemente recibió el "Vision Award" de parte de Catholic Charities USA y ha sido nombrado "Hunger Hero" (Héroe contra el hambre) por la organización Bread for the World.

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En su primera encíclica, Deus Caritas Est, el Papa Benedicto XVI sitúa el amor a los pobres y su cuidado en el centro de la vida católica:
"Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios...practicar el amor hacia las viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia [de la Iglesia] tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio (Deus Caritas Est, 15, 22).
Esta preferencia por los pobres también necesita estar en el centro del debate nacional en este año electoral. Los hechos sobre la pobreza en nuestro país producen numerosas preocupaciones morales y políticas.
La pobreza está muy extendida. Uno de cada ocho estadounidenses vive en la pobreza, o sea, más de 37 millones de personas.
En los Estados Unidos, cuanto más joven eres más probabilidades tienes de ser pobre. Uno de cada seis niños, esto es, 13 millones de niños, viven en la pobreza.
Los factores familiares contribuyen a la pobreza. Un niño nacido de padres que no están casados y que no se han graduado de la escuela superior, sin alguien que trabaje en la familia tiene un 80 por ciento de probabilidades de crecer pobre. Un niño nacido en una familia sin estos factores tiene un 8 por ciento de probabilidades de crecer en la pobreza.
La pobreza no se distribuye equitativamente. Aunque la mayoría de las personas que viven en la pobreza son blancas, uno de cada cuatro afro americanos y uno de cada cinco hispanos viven en la pobreza. (Ver el sitio Web referente a la pobreza en Estados Unidos de la Campaña Católica para el Desarrollo Humano: (www.povertyusa.org)
Tales estadísticas revelan la clase de nación en que nos estamos convirtiendo.
Los católicos de Estados Unidos tienen la obligación moral de proteger la vida y la dignidad de todos los hijos de Dios, especialmente de los pobres y vulnerables. Podemos debatir sobre la mejor manera de buscar la justicia y las oportunidades económicas, de proporcionar trabajos decentes a todos los que puedan trabajar y de asegurar cuidado médico adecuado y vivienda para todos. Sin embargo, no podemos escaparnos del deber moral de trabajar activamente para superar la pobreza y la privación que amenaza las vidas de tantos niños y familias.
Desafortunadamente, los debates sobre la pobreza se ven polarizados a menudo por divisiones ideológicas y partidistas. En este momento político, las campañas necesitan ir más allá de falsas opciones ideológicas que paralizan la discusión nacional. Tanto la doctrina como la experiencia católica insisten en que reducir la pobreza requerirá responsabilidad personal y social, mejores opciones y comportamientos por parte de cada persona y mejores políticas e inversiones por parte del gobierno.
En su documento "Un lugar en la mesa", los obispos de Estados Unidos delinean una estrategia en cuatro partes para responder a la pobreza. Ésta hace un llamado a:
Las personas, para que se eduquen y trabajen, construyan familias fuertes y hagan sacrificios por los hijos;
A las iglesias, organizaciones confesionales y comunitarias para que ayuden a las familias a enfrentarse a la discriminación y la justicia, hagan fuertes los barrios y comunidades y caminen con los pobres y las familias vulnerables prestándoles ayuda;
El mercado, los negocios y la uniones, para que trabajen por asegurar trabajos con salarios decentes, cobertura médica y otros beneficios, una voz en el lugar de trabajo, y oportunidades de crecimiento;
El gobierno, para que esté a la altura de su responsabilidad de proteger a los débiles y vulnerables, promueva la dignidad y los derechos humanos, actúe de manera efectiva cuando otras instituciones fallan y promueva mayores oportunidades económicas y justicia para todos.
Desgraciadamente, algunos grupos promueven un solo elemento en vez de todos. Algunos insisten en que la responsabilidad personal es la verdadera respuesta, o en que sólo las instituciones religiosas pueden marcar la diferencia, o en que el mercado por sí mismo resolverá los problemas, o que la acción gubernamental es la única respuesta efectiva. Se necesita un acuerdo nacional amplio que responda a las causas complicadas y tome los diversos pasos necesarios para superar la pobreza.
Los esfuerzos aislados no pueden promover el desarrollo humano integral que es el fundamento de todos los esfuerzos efectivos para superar la pobreza, la privación y la desesperación (www.catholiccharitiesusa.org y www.usccb.org/sdwp/placeatthetable/index.shtml). En las próximas elecciones, los católicos de Estados Unidos no se deben enfocar en intereses económicos individuales, sino en buscar ayudar a "los más pequeños". En Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles los obispos de Estados Unidos hacen un llamado a una nueva forma de hacer política que se enfoque más en:
Los principios morales que en las últimas encuestas
Las necesidades de los débiles que los beneficios de los fuertes
La búsqueda de bien común que las demandas de intereses privados
Nuestra vida como individuos y como nación se mide moralmente por cómo tratamos a "los más pequeños entre nosotros" (Mt 25:40). En la Sagrada Escritura, esta es la pregunta en el día del juicio final. Debería ser también una pregunta central el día de la elección.

Thursday, August 28, 2008

La enfermedad, momento para la oracion.

1. LA ENFERMEDAD, MOMENTO PROPICIO PARA LA ORACIÓN Y LA CONVERSACIÓN INTIMA CON DIOS DE CORAZÓN A CORAZÓN
El encontrarse enfermo, y rendido en cama, con los síntomas propios de cualquier enfermedad, no nos debe derribar, solo reconocer que a consecuencia de los dolores que se padecen y esa profunda debilidad, nos encontramos obligados a permanecer en cama o en el hospital. Creo que esta situación se debe tomar como un Retiro Espiritual, o mejor dicho, es un gran Retiro, donde nuestros padecimientos se los entregamos al Señor, dolores que pasan a colaborar de alguna manera, algún milímetro cada peldaño de la Vía Dolorosa.
Por cierto como testimonio de tantos enfermitos, este estado no invita a una gran reflexión, y quizás por la misma situación en la cual nos encontramos, muy profundamente, es este un momento propicio para la oración y la conversación intima con Dios de corazón a corazón, por tanto es un retiro de recogimiento, gran oportunidad para mirar su propia interioridad.
2. DIOS ESTA EN NUESTRO CORAZON PARA GOZAR CON NOSOTROS
Sabemos que Dios está en todas partes…... donde Dios está, está el cielo. Dice san Agustín que le buscaba en muchas partes y que lo encontró dentro de sí mismo. Ahora, aceptando esta verdad, para hablar con nuestro amadísimo Padre eterno y regalarse con Él no es necesario ir al cielo, ni es falta hace gritarle. Aunque le hable muy bajito, está tan cerca que el nos oirá; es como decir, no se necesitan alas para ir a buscarlo, sólo basta ponerse en soledad y mirarlo dentro de sí y no separarse de tan buen huésped; sino con gran humildad hablarle como a Padre, pedirle como a Padre, contarle sus penas, pedirle remedio para ellas, reconociendo que no es digno de ser su hijo…..….(Interpretación de la enseñanzas de de Santa Teresa de Jesus, Camino de Perfección)
¡Donosa humildad, que tenga yo en mi corazón a Nuestro Señor Jesucristo, “al Emperador del cielo y de la tierra” que ha venido para colmarme de gracias y para gozar conmigo…….Él me está diciendo y rogando que le pida favores….…..….(Interpretación de la enseñanzas de de Santa Teresa de Jesus, Camino de Perfección)
3. NUESTRO BUEN PADRE ESCUCHA TODO TIPO DE SÚPLICAS
Tanto el que padece la enfermedad, como sus íntimos amigos y en especial los familiares directos y la gran familia cristiana hijos de Maria Santísima, espontáneamente nace la necesidad de orar y pedir al Padre su ayuda. Es así como frente a esta situación vamos en la búsqueda de la plegaria precisa. Esta en lo posible, debe ser con el enfermo y por el enfermo al mismo tiempo, sin embargo también es valiosísima a distancia, “Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano. (Lc 7, la fe del Centurión)
Cada persona y especialmente según el estado de ánimo, tiene un forma distinta de orar y la fuerza de ella es inmedible. Nuestro buen Padre escucha todo tipo de súplicas, es así como creo que es conveniente acompañar la oración con profundo respeto a la realidad de la persona, con especial consideración a su carácter, forma de ser, educación religiosa, su medio socio económico y cultural.
La oración es uno de los recursos más importantes de los que dispone el enfermo y su seres queridos para crear un ambiente de espiritualidad y de paz al enfermo y quienes, están solidariamente con el. Pero también la oración, es una gran ayuda para conocer y descubrir la voluntad de Dios. La energía espiritual, ayuda a llevar con amor los padecimientos de la enfermedad y soportar los dolores, nos identifica y nos hace más comprensivos con el sufrimiento de Cristo, así, como nos da la esperanza de que estamos en el paso hacia el reencuentro definitivo con el señor en su casa.
4. CON EL ENFERMO NECESITA DE MUCHA COMPRENSIÓN, ACOMPAÑAMIENTO Y TIEMPO PARA OÍR SUS ANGUSTIAS, SUS VIVENCIAS Y ESTADOS DE ÁNIMO
Pero la oración ha de surgir de la necesidad y deseo del enfermo, todo esto coherente con su realidad del tipo de enfermedad que está viviendo. Por ello, la oración con el enfermo necesita de mucha comprensión, acompañamiento y tiempo para oír sus angustias, sus vivencias y estados de ánimo. De este modo, sabremos ser solidarios y acogedores con los diversos sentimientos que son notorios en los enfermos, es decir la angustia, la amargura, el abandono y el desamparo que sienten. El comprender bien los sentimiento y la historia del enfermo, es una buena forma de ayudar al que sufre a que camine con su dolor junto al Señor, y así hacerle sentir lo efectiva que es la oración y la entrega confiada a las manos del Señor de la situación que esta pasando con su enfermedad.
5. EN LA EUCARISTÍA SE AYUDA AL ENFERMO A VIVIR EL SENTIDO PASCUAL DE LA ENFERMEDAD
La oración por los enfermos ha estado y está presente en la vida de los hombres, en los hospitales, en los hogares y en la Iglesia. Por tanto hagamos oración por los enfermos en cualquier lugar, pero con especial dedicación en la Eucaristía o en la Liturgia de las Horas. Es así como por medio de la reconciliación, la unción de los enfermos y la Eucaristía se ayuda al enfermo a vivir el sentido pascual de la enfermedad. Por tanto, solicitemos al Presbítero estos instrumentos del amor redentor del Señor. En efecto, la celebración sacramental, constituye una unión y una relación importante del enfermo y su fe. Los sacramentos, signos que atestiguan el amor de Dios al enfermo, deben ser considerados, pues son una efectiva manera de luchar contra la enfermedad, especialmente porque el corazón del enfermo se empapa de amor y esperanza.



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6 DIOS ME AMA, A MI ESO ME ENCANTA
Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. (1 Jn 4)
Cada mañana al abrir los ojos, me embargaba la emoción de saber cuanto me ama Dios, y en cuanto ya entro en conciencia, mi alma se apresura a dar gracias por el nuevo día, un día más para amarle.
Dios, es mi Padre, es nuestro Padre y Madre, Jesucristo nuestro hermano, pero además es nuestro gran amigo que nunca nos falla, por tanto lo mejor para nuestras vida, es acercarse a El con confianza. “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!” (1 Jn 3)
Es tan inmensa la amistad de Dios, que el desea vivir cercanamente a nosotros y regalarnos su misericordia y felicidad con especial afecto por los que sufren de alguna enfermedad.
Su mayor anhelo es que nos amemos los unos a los otros. El nos ha pedido el amor a nuestro prójimo de la misma forma como El nos ama, es decir El nos quiere como somos, con nuestros defecto y de ese modo debemos practicar el amor a los otros, respetando sus defectos. “Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios,” (1 Jn 4)
San Juan nos enseña que: Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. (1 Jn 4). Ese es nuestro Dios y sin restricción para nadie, por que el amor de Dios es para todos.
Esta es nuestra mas gran alegría, Dios nos ama, no huyamos de El, al contrario, busquémosle, vayamos a El y nos sentiremos acompañados.
Y como escribió san Juan de la Cruz: "El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa"
7. DEMOS UNA RESPUESTA A DIOS
A tanto amor de Dios, solo cabe una respuesta y esa debe venir del corazón, “amarlo intensamente”, “Y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, (Mc 12), esta es una repuesta a un Dios que nos encanta, que nos ama también con todo el corazón, con toda su alma y sus fuerzas.
“Gloria al Padre, Gloria al Hijo y al Espíritu Santo”, Amen
Padre Roberto Mena.

Capacidad comunicativa de Benedicto XVI

El paradigma informativo de Benedicto XVIEntrevista al profesor Gabriel Galdón, catedrático de Periodismo
MADRID, jueves 28 de agosto de 2008 (ZENIT.org).- De Australia a Francia: la pausa entre estos dos viajes apostólicos internacionales brinda la ocasión para reflexionar sobre la eficacia comunicativa de Benedicto XVI y la responsabilidad del periodista al respecto.Por ello Zenit ha entrevistado al profesor Gabriel Galdón, catedrático de Periodismo de la Universidad CEU-San Pablo; además de impartir Ética de la Información, en la misma sede universitaria de Madrid (España) dirige el Observatorio para el Estudio de la Información Religiosa (OEIR) y el Máster en Comunicación e Información Social y Religiosa. Es autor de más de 80 publicaciones científicas, entre ellas el volumen «Desinformación. Método, aspectos y soluciones» (EUNSA, www.eunsa.es), también traducido a italiano y portugués.--¿Dónde considera que reside la fuerza de la comunicación de Benedicto XVI? ¿En sus palabras, en sus gestos, en su capacidad didáctica...?--Prof. Galdón: Benedicto XVI tiene, más que una habilidad, un don de comunicación, distinto al de Juan Pablo II, pero de una eficacia enorme, porque el mensaje que brinda siempre representa el núcleo de toda buena información: la síntesis significativa de un saber al servicio de la sociedad. El Papa, en su comunicación, encarna tal síntesis. A veces se entiende la información como algo espectacular, como algo que llame la atención o determinados gestos; se olvida que lo principal es el mensaje, concreto, claro, preciso, que contenga una sabiduría y una utilidad para los ciudadanos que van a recibir ese mensaje. En los discursos del Santo Padre, insisto, siempre se halla esa síntesis significativa de un saber al servicio de la sociedad, siempre pensando en el bien de las personas, de toda la humanidad, considerando además a los destinatarios no sólo universales, sino concretos y en cada circunstancia. Se impregnan igualmente sus discursos de una claridad especial, a fin de que todo el mundo pueda entender el mensaje que transmiten. --Para afirmar la eficacia de la comunicación de Benedicto XVI sería necesario comprobar también cómo se recibe el mensaje, si llega íntegro y si los medios de comunicación sirven para ello... --Prof. Galdón: Ahí está el problema: en que la intermediación de una parte de la prensa que realiza su función de un modo no ético -esto es, sin practicar la "info-ética" de la que ha hablado el propio Benedicto XVI- llegue a tergiversar, edulcorar o trivializar el mensaje papal en general, cosa que se constata desgraciadamente en los medios más vistos; así ha ocurrido con algunas televisiones y diarios generalistas por ejemplo en España respecto a la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney. --¿Cómo y dónde sugiere llevar a la práctica la "info-ética" que pidió el Papa con ocasión de la última Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales? --Prof. Galdón: Igual que existe una ciencia nueva, la bioética, que fue impulsada también por el pensamiento católico, hace falta ahora que se configure un nuevo paradigma informativo humanista-cristiano que gire en torno a la ética. Y es que la ética en la información es la parte esencial, es su naturaleza. El periodismo es un saber prudencial, y como tal evidentemente tiene una constitución ética porque tiene como fundamento la verdad que se necesita saber para ser más libre, la verdad de la que hablaba Joseph Ratzinger -antes de ser elegido Papa-. La misión del periodismo es proclamar la verdad que es buena, la verdad que sirve para un bien de la sociedad, y no todo hecho cuya utilidad es nula. Uno de los problemas del paradigma objetivista del periodismo es que hay millones de hechos --publicados a diario como noticias-- que no sirven para nada, son efímeros, vacuos y fagocitan lo que realmente esencial. El escritor francés Jean Guitton tituló un libro suyo "Silencio sobre lo esencial". Pues muchas veces en el panorama informativo hay un silencio sobre lo esencial y un ruido clamoroso sobre lo accidental y lo efímero. La "info-ética" en primer lugar pide hablar de lo que las personas realmente necesitan saber para ser más libres y luchar por su dignidad; es una selección informativa distinta, pero abarca un cambio radical: desde la "agenda setting" hasta el destinatario. Es urgente formar el sentido crítico ante los medios de comunicación. Así que la "info-ética" engloba todo el proceso: desde la fuente de la información hasta su recepción, y traza un horizonte revolucionario, en el mejor sentido, para los investigadores católicos y las facultades universitarias respecto a todo lo que conforma el mundo informativo. --Podrían surgir objeciones si se identifica la práctica ética del periodismo con confesionalidad, o si se tacha la mencionada selección informativa como "censura"...--Prof. Galdón: La selección de la que he hablado se identifica con prudencia y retórica, es decir, toda persona tiene que elegir los mejores medios para cumplir los mejores fines. Evidentemente un periódico o un telediario no emite todo lo que ha ocurrido en el mundo; tiene que haber siempre selección. Ésta se puede realizar por parámetros de moda, de satisfacer a determinada audiencia, de interés económico, de servicio al poder, desde un paradigma capitalista-consumista, desde un paradigma objetivista, desde un paradigma sensacionalista... También se puede realizar siguiendo el criterio de buscar qué verdad es buena, qué necesitan saber los ciudadanos para ser más libres y tener más dignidad: se puede optar por una selección desde un paradigma humanista-cristiano, que desde luego es mucho mejor y es lo que necesitan ahora mismo los medios de comunicación, en mi opinión. --¿Qué lugar ocupa esta nueva ciencia de la "info-ética" en el OEIR y el Máster que éste promueve?-Prof. Galdón: Es su núcleo. El objetivo del Máster en Comunicación e Información Social y Religiosa, que inicia su actividad el próximo octubre, es la formación de periodistas especializados en el ámbito de la información socio-religiosa para llevar a cabo precisamente un periodismo al servicio de la dignidad de las personas, al servicio de la verdad, del bien y de la belleza, y no al servicio de los poderes dominantes. --Para lo cual no es necesario ser creyente, sino al menos honesto...-Prof. Galdón: La primera condición de todo periodista es la honestidad intelectual y moral, la honradez. La honradez intelectual busca la verdad, y al final la encuentra: me refiero a Cristo. Como docente, he conocido a estudiantes que seguían criterios más bien hedonistas y consumistas; sin embargo, a través de su interés por la verdad, por conocer las cosas y documentarse adecuadamente, en síntesis, por su honestidad, de algún modo han hallado en Cristo la verdad. Ya con el criterio de honestidad intelectual es posible hacer buen periodismo, pero la fe desde luego da una luz, y la unión íntima entre fe y razón permite profundizar en el buen periodismo, el que siempre busca el bien del hombre. Por Marta Lago

Dia de la solidaridad, en honor de Madre Teresa.

Día de la solidaridad, en el nacimiento de la Madre Teresa de Calcuta
BUENOS AIRES, martes, 26 agosto 2008 (ZENIT.org-Aica).- El presidente de Cáritas Argentina, monseñor Fernando Bargalló, obispo de Merlo-Moreno, exhortó a reflexionar sobre el valor de la solidaridad, cuyo día nacional se conmemoro este martes en coincidencia con el nacimiento de la beata Madre Teresa de Calcuta, un ejemplo de amor al servicio de los más necesitados y sufrientes.El prelado recordó que "la solidaridad y la justicia social van de la mano, y son factores claves para avanzar como país por el camino hacia la paz", e insistió en que "esa paz que anhelamos y que será fruto maduro del entramado de la justicia y la solidaridad, pero que dependerá, para alcanzar dicha madurez, del esfuerzo que cada uno de nosotros realice para modificar en sí y junto a los demás las causas profundas que generan la pobreza y la exclusión y sus dolorosas consecuencias".Tras afirmar que Cáritas puede "dar fe" de que "en nuestro país la solidaridad es un valor enraizado en el pueblo", Bargalló consideró, sin embargo, que "hemos de reconocer con dolor, que las graves dificultades que amenazan la vida de tantos hermanos y hermanas en su acceso a la salud, a la vivienda, a la educación, al empleo, denuncian la inequidad que aún persiste en nuestra sociedad". En este día "tan especial" y ante "el dolor de los hermanos que sufren", reiteró su convocatoria a reflexionar "como pueblo fraterno y generoso que somos, acerca de la necesidad de seguir creciendo cada día en nuestro compromiso solidario hacia quienes todavía siguen sin poder construir un presente con dignidad ni soñar con un futuro mejor"."Si tomamos conciencia de que somos parte integrante de una gran familia, nuestra sociedad, y erradicamos el individualismo, que pretende convencernos de que podemos desentendernos de los demás, seremos capaces de fortalecer nuestros vínculos, de crecer en el respeto por nuestros derechos y en el cumplimiento de nuestros deberes", subrayó en un mensaje por el Día Nacional de la Solidaridad.Monseñor Bargalló insistió en que "este camino nos permitirá descubrir que una solidaridad, vivida y sostenida más allá de la emoción pasajera ante el drama ajeno, es capaz de transformar progresivamente las estructuras sociales más injustas y desiguales"."Sin desmerecer los pasos ya dados en el país, sólo cuando la posibilidad de vivir dignamente sea una realidad accesible a todos y a todas, podremos festejar verdaderamente que somos una patria fraterna y solidaria", concluyó.
- Zenit.org

Wednesday, August 27, 2008

El Papa en su audiencia hace Biografia de Pablo.

Queridos hermanos y hermanas:
En la última catequesis antes de las vacaciones, hace dos meses, a inicios de julio, había comenzado una nueva serie temática con motivo del año paulino, reflexionando sobre el mundo en el que vivió Pablo. Hoy quisiera retomar y continuar la reflexión sobre el apóstol de las gentes, proponiendo una breve biografía.
Dado que dedicaremos el próximo miércoles al acontecimiento extraordinario que se verificó en el camino de Damasco, la conversión de Pablo, vuelco fundamental en su existencia tras el encuentro con Cristo, hoy nos detenemos brevemente a analizar el conjunto de su vida. Las señas biográficas de Pablo las encontramos respectivamente en el carta a Filemón, en la que se declara "anciano" (versículo 9: presbýtes), y en los Hechos de los Apóstoles, pues en el momento de la lapidación de Esteban dice que era "joven" (7, 58: neanías).
Ambas designaciones son evidentemente genéricas, pero según los cálculos antiguos "joven" era el hombre que tenía unos treinta años, mientras que se le llamaba "anciano" cuando llegaba a los sesenta. En términos absolutos, la fecha de Pablo depende en gran parte de la fecha en que fue escrita la carta a Filemón. Tradicionalmente su redacción se enmarca en la prisión de Roma, a mediados de los años 60. Pablo habría nacido el año 8, por tanto, habría vivido más o menos sesenta años, mientras que en el momento de la lapidación de Estaban tenía treinta. Esta debería ser la cronología adecuada. Y el año paulino que estamos celebrando sigue precisamente esta cronología. Ha sido escogido el año 2008 pensando en que nació más o menos en el año 8.
En todo caso, nació en Tarso de Cilicia (Cf. Hechos 22,3). La ciudad era capital administrativa de la región y en el año 51 a. C. había tenido como procónsul nada menos que a Marco Tulio Cicerón, mientras que diez años después, en el año 41, Tarso había sido el lugar del primer encuentro entre Marco Antonio y Cleopatra. Judío de la diáspora, hablaba griego a pesar de que tenía un nombre de origen latino, derivado por asonancia del original hebreo Saúl/Saulos, y gozaba de la ciudadanía romana (Cf. Hechos 22,25-28).
Pablo se presenta, de este modo, en la frontera de tres culturas diferentes -romana, griega, judía-- y quizá también por este motivo estaba predispuesto a fecundas aperturas universales, a una mediación entre las culturas, a una verdadera universalidad.
También aprendió un trabajo manual, quizá heredado del padre, que consistía en el oficio de "fabricar tiendas" (Cf. Hechos 18,3: skenopoiòs), lo que probablemente significa que trabajaba la lana ruda de cabra o la fibra de lino para hacer esteras o tiendas (Cf. Hechos 20,33-35).
Hacia los doce o trece años, la edad en la que un muchacho judío se convierte en bar mitzvà ("hijo del precepto"), Pablo dejó Tarso y se mudó a Jerusalén para ser educado a los pies del rabí Gamaliel el Viejo, nieto del gran rabí Hilel, según las más rígidas normas del fariseísmo, adquiriendo un gran celo por la Torá mosaica (Cf. Gálatas 1,14; Filipenses 3,5-6; Hechos 22,3; 23,6; 26,5).
En virtud de esta ortodoxia profunda, que había aprendido en la escuela de Hilel, en Jerusalén, vio en el nuevo movimiento que se inspiraba en Jesús de Nazaret un riesgo, una amenaza para la identidad judía, para la auténtica ortodoxia de los padres. Esto explica el hecho de que haya "perseguido a la Iglesia de Dios", como lo admitirá en tres ocasiones en sus cartas (1 Corintios 15,9; Gálatas 1,13; Filipenses 3,6). Si bien no es fácil imaginar concretamente en qué consistió esta persecución, su actitud fue de todos modos de intolerancia. Aquí se enmarca el acontecimiento de Damasco, sobre el que volveremos a hablar en la próxima catequesis. Lo cierto es que, a partir de entonces, su vida cambió y se convirtió en un apóstol incansable del Evangelio. De hecho, Pablo pasó a la historia por lo que hizo como cristiano, como apóstol, y no como fariseo. Tradicionalmente se divide su actividad apostólica en virtud de los tres viajes misioneros, a los que se añadió el cuarto a Roma como prisionero. Todos son narrados por Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Al hablar de los tres viajes misioneros, hay que distinguir el primero de los otros dos.
Por lo que se refiere al primero, de hecho (Cf. Hechos 13-14), Pablo no tuvo responsabilidad directa, pues ésta fue encomendada al chipriota Bernabé. Juntos partieron de Antioquía del Orontes, enviados por esa Iglesia (Cf. Hechos 13,1-3), y, después de zarpar del puerto de Seleucia, en la costa siria, atravesaron la isla de Chipre de Salamina a Pafos; de aquí llegaron a las costas del sur de Anatolia, hoy Turquía, pasando por Atalía, Perge de Panfilia, Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe, desde donde regresaron al punto de partida. Había nacido así la Iglesia de los pueblos, la Iglesia de los paganos.
Mientras tanto, sobre todo en Jerusalén, había surgido una dura discusión sobre si estos cristianos procedentes del paganismo estaban obligados a entrar también en la vida y en la ley de Israel (varias prescripciones separaban a Israel del resto del mundo) para participar realmente de las promesas de los profetas y para entrar efectivamente en la herencia de Israel. Para resolver este problema fundamental para el nacimiento de la Iglesia futura se reunió en Jerusalén el así llamado Concilio de los Apóstoles para tomar una decisión sobre este problema del que dependía el nacimiento efectivo de una Iglesia universal. Se decidió que no había que imponer a los paganos convertidos las prescripciones de la ley mosaica (Cf. Hechos 15,6-30): es decir, no estaban obligados a respetar las normas del judaísmo; la única necesidad era ser de Cristo, vivir con Cristo y según sus palabras. De este modo, siendo de Cristo, eran también de Abraham, de Dios, y participaban en todas las promesas.
Tras este acontecimiento decisivo, Pablo se separó de Bernabé, escogió a Silas, y comenzó el segundo viaje misionero (Cf. Hechos 15,36-18,22). Tras recorrer Siria y Cilicia, volvió a ver la ciudad de Listra, donde tomó consigo a Timoteo (figura muy importante de la Iglesia naciente, hijo de una judía y de un pagano), e hizo que se circuncidara. Atravesó la Anatolia central y llegó a la ciudad de Tróade, en la costa norte del Mar Egeo.
Aquí tuvo lugar un nuevo acontecimiento importante: en sueños vio a un macedonio en la otra parte del mar, es decir en Europa, que le decía: "¡Ven a ayudarnos!". Era la Europa futura que le pedía ayuda y la luz del Evangelio. Movido por esta visión, entró en Europa. Zarpó hacia Macedonia, entrando así en Europa. Tras desembarcar en Neápolis, llegó a Filipos, donde fundó una hermosa comunidad, luego pasó a Tesalónica y, dejando esta ciudad a causa de dificultades que le provocaron los judíos, pasó por Berea hasta llegar a Atenas.
En esta capital de la antigua cultura griega predicó, primero en el Ágora y después en el Areópago, a los paganos y a los griegos. Y el discurso del Areópago, narrado en los Hechos de los Apóstoles, es un modelo sobre cómo traducir el Evangelio en cultura griega, cómo dar a entender a los griegos que este Dios de los cristianos, de los judíos, no era un Dios extranjero a su cultura sino el Dios desconocido que esperaban, la verdadera respuesta a las preguntas más profundas de su cultura.
Luego de Atenas llegó a Corinto, donde permaneció un año y medio. Y aquí tenemos un acontecimiento cronológicamente muy seguro, el más seguro de toda su biografía, pues durante esa primera estancia en Corinto tuvo que comparecer ante el gobernador de la provincia senatorial de Acacia, el procónsul Galión, acusado de un culto ilegítimo. Sobre este Galión y el tiempo que pasó en Corinto existe una antigua inscripción, encontrada en Delfos, donde se dice que era procónsul de Corinto entre los años 51 y 53. Por tanto, aquí tenemos una fecha totalmente segura. La estancia de Pablo en Corinto tuvo lugar en esos años. Por tanto, podemos suponer que llegó más o menos en el año 50 y que permaneció hasta el año 52. De Corintio después, pasando por Cencres, puerto oriental de la ciudad, se dirigió hacia Palestina, llegando a Cesaréa Marítima, desde donde subió a Jerusalén para regresar después a Antioquía del Orontes.
El tercer viaje misionero (Cf. Hechos 18,23-21,16) comenzó como siempre en Antioquía, que se había convertido en el punto de origen de la Iglesia de los paganos, de la misión a los paganos, y era el lugar en el que nació el término "cristianos". Aquí, por primera vez, nos dice san Lucas, los seguidores de Jesús fueron llamados "cristianos". De allí Pablo se fue directamente a Éfeso, capital de la provincia de Asia, donde permaneció durante dos años, desempeñando un ministerio que tuvo fecundos resultados en la región. De Éfeso Pablo escribió las Cartas a los Tesalonicenses y a los Corintios. La población de la ciudad fue instigada contra él por los plateros locales, que experimentaron una disminución de sus ingresos a causa de la reducción del culto a Artemisia (el templo que se le había dedicado en Éfeso, el Artemision, era una de las siete maravillas del mundo antiguo); por este motivo tuvo que huir hacia el norte. Después de volver a atravesar Macedonia, descendió de nuevo a Grecia, probablemente a Corinto, permaneciendo allí tres meses y escribiendo la famosa Carta a los Romanos.
De allí volvió sobre sus pasos: volvió a pasar por Macedona, llegó en barco a Tróade y, después, pasando por las islas de Mitilene, Quíos, Samos, llegó a Mileto, donde pronunció un importante discurso a los ancianos de la Iglesia de Éfeso, ofreciendo un retrato del auténtico pastor de la Iglesia (Cf. Hechos 20). De aquí volvió a zapar en vela hacia Tiro, y luego llegó a Cesarea Marítima para subir una vez más a Jerusalén. Allí fue arrestado a causa de un malentendido: algunos judíos habían confundido con paganos a otros judíos de origen griego, introducidos por Pablo en el área del templo reservada a los israelitas. La condena a muerte, prevista en estos casos, fue levantada gracias a la intervención del tribuno romano de guardia en el área del templo (Cf. Hechos 21,27-36); esto tuvo lugar mientras en Judea era procurador imperial Antonio Félix. Tras un período en la cárcel (cuya duración es debatida), dado que Pablo, por ser ciudadano romano, había apelado al César (que entonces era Nerón), el procurador sucesivo, Porcio Festo, le envió a Roma custodiado militarmente.
El viaje a Roma pasó por las islas mediterráneas de Creta y de Malta, y después por las ciudades de Siracusa, Regio de Calabria, y Pozzuoli. Los cristianos de Roma salieron a recibirle en la Vía Apia hasta el Foro de Apio (a unos 70 kilómetros al sur de la capital) y otros hasta las Tres Tabernas (a unos 40 kilómetros). En Roma tuvo un encuentro con los delegados de la comunidad judía, a quienes les confío que llevaba sus cadenas por "la esperanza de Israel" (Cf. Hechos 28,20). Pero la narración de Lucas concluye mencionando los dos años pasados en Roma bajo la blanda custodia militar, sin mencionar ni una sentencia de César (Nerón) ni siquiera la muerte del acusado.
Tradiciones sucesivas hablan de una liberación, de que habría emprendido un viaje misionero a España, así como un sucesivo periplo en particular por Creta, Éfeso, Nicópolis en Epiro. Entre las hipótesis, se conjetura un nuevo arresto y un segundo período de encarcelamiento en Roma (donde habría escrito las tres cartas llamadas pastorales, es decir las dos a Timoteo y la de Tito) con un segundo proceso desfavorable. Sin embargo, una serie de motivos lleva a muchos estudiosos de san Pablo a concluir la biografía del apóstol con la narración de Lucas en los Hechos de los Apóstoles.
Sobre su martirio volveremos a hablar más adelante, en el ciclo de nuestras catequesis. Por ahora, en este breve elenco de los viajes de san Pablo, es suficiente tomar acto de cómo se dedicó al anuncio del Evangelio sin ahorrar energías, afrontando una serie de duras pruebas, de las que nos ha dejado la lista en la segunda carta a los Corintios (Cf. 11, 21-28). Por lo demás, él mismo escribe: "Todo esto lo hago por el Evangelio" (1 Corintios 9,23), ejerciendo con total generosidad lo que él llama "la preocupación por todas las Iglesias" (2 Corintios 11,28). Vemos que su compromiso sólo se explica con un alma verdaderamente fascinada por la luz del Evangelio, enamorada de Cristo, un alma basada en una convicción profunda: es necesario llevar al mundo la luz de Cristo, anunciar el Evangelio a todos.
Me parece que esta es la conclusión de esta breve reseña de los viajes de san Pablo: ver su pasión por el Evangelio, intuir así la grandeza, la hermosura, es más la necesidad profunda del Evangelio para todos nosotros.
Recemos para que el Señor, que hizo ver su luz a Pablo, que le hizo escuchar su Palabra, que tocó su corazón íntimamente, nos haga ver también a nosotros su luz, para que también nuestro corazón quede tocado por su Palabra y también nosotros podamos dar al mundo de hoy, que tiene sed, la luz del Evangelio y la verdad de Cristo.
[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Queridos hermanos y hermanas:
Retomando las catequesis paulinas, quisiera hoy detenerme en algunos puntos de la biografía de San Pablo. El Apóstol nació en Tarso de Cilicia. Hebreo de la diáspora, hablaba griego, no obstante tuviera un nombre de origen latino y gozara de la ciudadanía romana. Tal vez aprendió de su padre a tejer la lana para fabricar tiendas de campaña. Trasladado a Jerusalén con unos doce años, fue formado por el Rabino Gamaliel el Viejo en las rígidas normas del fariseísmo, mostrando un gran celo por la Ley Mosaica, lo que le llevó a perseguir a los cristianos. Su vida, sin embargo, experimentó un gran cambio camino de Damasco, llegando a ser un apóstol infatigable del Evangelio. Realizó tres viajes misioneros: el primero con Bernabé; en el segundo escogió como compañeros a Silas y Timoteo. Durante el tercero, Pablo fue arrestado en Jerusalén por los judíos a causa de un malentendido. Tras permanecer un tiempo en prisión, habiendo apelado al César, el Procurador Porcio Festo lo envió a Roma, donde pasó dos años en una casa custodiado por un soldado. Tradiciones sucesivas hablan de que Pablo fue liberado y pudo realizar desde Roma un viaje a España y otro a Oriente. Otras tradiciones señalan que fue encarcelado una segunda vez, acabando sus días martirizado. Que el ejemplo del Apóstol nos sirva de estímulo constante para nuestro compromiso eclesial.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular, al grupo de sacerdotes y seminaristas de la Diócesis de Plasencia, acompañados por el Señor Obispo, Monseñor Amadeo Rodríguez Magro. A imitación de San Pablo, anunciad el Evangelio con generosidad y convicción, sin dejaros amedrentar por las dificultades. Que Dios os bendiga.
[Antes de despedirse de los peregrinos, el Papa lanzó este llamamiento para que terminen los actos de violencia contra cristianos en la India provocados por extremistas hinduistas.]
He recibido con profunda tristeza las noticias sobre los actos de violencia contra las comunidades cristianas en el Estado indio de Orissa, estalladas tras el lamentable asesinato del líder hindú Swami Lakshmananda Saraswati. Hasta ahora han sido asesinadas algunas personas y otras han sido heridas. Se han destruido además centros de culto, propiedades de la Iglesia, y casas privadas.
Condenando firmemente todo ataque contra la vida humana, cuyo carácter sagrado exige el respeto de todos, expreso cercanía espiritual y solidaridad a los hermanos y a las hermanas en la fe que han sido tan duramente probados. Imploro al Señor que les acompañe y apoye en este tiempo de sufrimiento y que les dé la fuerza para continuar en el servicio de amor a favor de todos.
Invito a los líderes religiosos y a las autoridades civiles a trabajar juntos para restablecer entre los miembros de las diferentes comunidades la convivencia pacífica y la armonía que siempre han sido la característica distintiva de la sociedad india.

En honor del Papa de la Sonrisa: Juan Pablo I

30 años de la elección del Papa de la sonrisa, Juan Pablo I
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 27 agosto 2008 (ZENIT.org).- En la iglesia del Canal de Agordo, provincia de Belluno, Italia, tierra natal de Albino Luciani, se celebró este martes una misa por los 30 años de la elección pontificia de Juan Pablo I, recordado como el "Papa de la sonrisa".La celebración eucarística fue presidida por el cardenal Angelo Scola, patriarca de Venecia, y concelebrada por los obispos de la región de Triveneto.
Albino Luciani nació el 17 de octubre de 1912, en una pequeña localidad italiana llamada entonces Forno di Canale, en la provincia de Belluno, siendo el mayor de cuatro hermanos. Sus biógrafos afirman que era un niño inquieto, recio y vivaz. A los 10 años, y después de haber vivido en la pobreza durante la Primera Guerra Mundial, fallece su madre; y su padre contrae nuevas nupcias con una católica devota. Fue entonces cuando emergió su vocación sacerdotal, según cuenta años después, gracias a la predicación de un fraile capuchino. En 1933 ingresó en el seminario menor de la localidad de Feltre, y pasó luego al seminario mayor de Belluno, donde fue ordenado sacerdote en 1935. El 15 de diciembre de 1958 fue nombrado obispo de Vittorio Veneto. El 27 de diciembre del mismo año recibe la consagración episcopal de manos de Juan XXIII en la basílica de San Pedro. El 15 de diciembre de 1969 fue nombrado patriarca de Venecia; y creado cardenal por Pablo VI el 5 de marzo de 1973. El cardenal Albino Luciani, fue el primer Papa con nombre compuesto, gesto con el que pretendía honrar a sus dos predecesores Juan XXIII y Pablo VI, y su lema pontificio fue Humilitas (humildad). Falleció el 28 de septiembre de 1978, treinta y tres días después de su elección.

El mundo tiene sed de evangelio dice Benedicto.

El mundo tiene sed del Evangelio, asegura Benedicto XVIAl presentar la biografía de san Pablo, alma "enamorada de Cristo"
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 27 agosto 2008 (ZENIT.org).- El mundo tiene sed del Evangelio y necesita nuevos apóstoles, como lo fue san Pablo, en los orígenes del cristianismo, aseguró este miércoles Benedicto XVI.
El pontífice continuó en la audiencia general, concedida en el Aula Pablo VI del Vaticano a ocho mil peregrinos, la serie de catequesis que está ofreciendo sobre el apóstol de las gentes.
En este año paulino, que concluirá el 29 de junio, el pontífice dedicó este encuentro a presentar una breve biografía de Saulo de Tarso, en la que destacan sus incansables misioneros que permitieron que el cristianismo se abriera a los no judíos, adquiriendo un perfil universal.
"Se dedicó al anuncio del Evangelio sin ahorrar energías, afrontando una serie de duras pruebas", recordó el pontífice
"Su compromiso sólo se explica con un alma verdaderamente fascinada por la luz del Evangelio, enamorada de Cristo, un alma basada en una convicción profunda: es necesario llevar al mundo la luz de Cristo, anunciar el Evangelio a todos", aclaró.
El obispo de Roma analizó las peripecias del perseguidor de cristianos que se convertiría en el apóstol de Jesús en el mundo entonces conocido, con este objetivo: "ver su pasión por el Evangelio, intuir así la grandeza, la hermosura, es más la necesidad profunda del Evangelio para todos nosotros".
Pidió las oraciones de los creyentes para que "el Señor, que hizo ver su luz a Pablo, que le hizo escuchar su Palabra, que tocó su corazón íntimamente, nos haga ver también a nosotros su luz, para que también nuestro corazón quede tocado por su Palabra y también nosotros podamos dar al mundo de hoy, que tiene sed, la luz del Evangelio y la verdad de Cristo".
Tras la audiencia general el Santo Padre regresó en helicóptero a la residencia pontificia de Castel Gandolfo, donde cumple con sus actividades ordinarias en estos días de ver

El Papa presenta a jóvenes y enfermos el ejemplo de santa Mónica y san Agustín
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 27 agosto 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI presentó este miércoles el ejemplo de santa Mónica y de su hijo, san Agustín, como ejemplo de confianza en Cristo, luz en las dificultades.
Al final de la audiencia general, en la que participaron ocho mil peregrinos, el pontífice se dirigió en particular a los jóvenes, enfermos, y recién casados (algunos estaban presentes con su traje de bodas) para presentarles estos dos modelos que han tenido un papel decisivo en la vida de Joseph Ratzinger.
"Que el ejemplo de santa Mónica, a quien recordamos hoy, y de su hijo Agustín, que celebraremos mañana, os ayuden a mirar con confianza indomable a Cristo, luz en las dificultades, apoyo en las pruebas de la vida y en todo momento de la existencia humana", concluyó

Tuesday, August 12, 2008

El verdadero poder de un sacerdote.

EL VERDADERO PODER DE UN SACERDOTE

"Cuando se piensa que ni la Santísima Virgen puede hacer lo que un
sacerdote;
Cuando se piensa que ni los ángeles, ni los arcángeles, ni Miguel, ni
Gabriel, ni Rafael, ni príncipe alguno que aquellos que vencieron a Lucifer pueden hacer lo que un sacerdote;
Cuando se piensa que Nuestro Señor Jesucristo, en la última Cena, realizó un milagro más grande que la creación del universo con todos sus esplendores, y fue convertir el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre para alimentar al mundo; y que este portento, ante el cual se arrodillan los ángeles y los hombres, puede repetirlo cada día un sacerdote;
Cuando se piensa en el otro milagro que solamente un sacerdote puede realizar: perdonar los pecados, y que lo que él ata en el fondo de su humilde confesionario, Dios, obligado por su propia palabra, lo ata en el Cielo, y lo que él desata, en el mismo instante lo desata Dios;
Cuando se piensa que la humanidad se ha redimido y que el mundo subsiste porque hay hombres y mujeres que se alimentan cada día de ese Cuerpo y de esa Sangre redentora que sólo un sacerdote puede realizar;
Cuando se piensa que el mundo moriría de la peor hambre si llegara a
faltarle ese poquito de pan y ese poquito de vino;
Cuando se piensa que eso puede ocurrir porque están faltando las vocaciones sacerdotales; y que cuando eso ocurra se conmoverán los cielos y estallará la tierra, como si la mano de Dios hubiera dejado de sostenerla; y las gentes aullarán de hambre y de angustia, y pedirán ese pan, y no habrá quien se los dé; y pedirán la absolución de sus culpas y no habrá quién las absuelva, y morirán con los ojos abiertos por el mayor de los espantos;
Cuando se piensa que un sacerdote hace más falta que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico, más que un maestro, porque él puede reemplazar a todos y ninguno puede reemplazarlo a él;
Cuando se piensa que un sacerdote cuando celebra en el altar tiene una dignidad infinitamente mayor que un rey; y que no es ni un símbolo, ni siquiera un embajador de Cristo, sino que es Cristo mismo que está allí repitiendo el mayor milagro de Dios.
Cuando se piensa todo esto, uno comprende la inmensa necesidad de fomentar las vocaciones sacerdotales;
Uno comprende el afán con que, en tiempos antiguos, cada familia ansiaba que de su seno brotase, como una vara de nardo, una vocación sacerdotal;
Uno comprende el inmenso respeto que los pueblos tenían por los sacerdotes, lo que se reflejaba en las leyes;
Una comprende que el peor crimen que puede cometer alguien es impedir o desalentar una vocación;
Uno comprende que provocar una apostasía es ser como Judas y vender a Cristo de nuevo;
Uno comprende que si un padre o una madre obstruyen la vocación sacerdotal de un hijo, es como si renunciaran a un título de nobleza incomparable;
Uno comprende que más que una iglesia, y más que una escuela, y más que un hospital, es un seminario o un noviciado;
Uno comprende que dar para construir o mantener un seminario o un noviciado es multiplicar los nacimientos del Redentor;
Uno comprende que dar para costear los estudios de un joven seminarista o de un novicio es allanar el camino por donde ha de llegar al altar un hombre, que durante media hora, cada día, será mucho más que todas las dignidades de
la tierra y que todos los santos del cielo, pues será Cristo mismo,
sacrificando su Cuerpo y su Sangre para alimentar al mundo"

(p. Juan María Gallardo)

El Papa pide cesar enfrentamientos.

El Papa pide cesar las acciones militares en Osetia del Sur
El Pontífice hizo un llamado a realizar todos los esfuerzos posibles para promover iniciativas destinadas a alcanzar una solución pacífica y respetuosa, frente a los recientes ataques a Osetia del sur

Al terminar de rezar el Ángelus dominical con los fieles de Bressanone, Benedicto XVI hizo un llamado a realizar todos los esfuerzos posibles para promover iniciativas destinadas a alcanzar una solución pacífica y duradera en favor de una convivencia abierta y respetuosa, frente a los recientes ataques a Osetia del sur.

El Pontífice describió los recientes hechos en Osetia como “un motivo de profunda angustia" cuyas noticias son "cada vez más dramáticas", tratándose de ataques que ya "causaron muchas víctimas inocentes y obligaron a un gran número de civiles a dejar sus casas".

"Es mi vivo deseo que terminen inmediatamente las acciones militares y que no se den, en nombre de la común herencia cristiana, más enfrentamientos y actos violentos que puedan degenerar en un conflicto de mayores magnitudes", continuó el Papa.

Hizo un llamado a retomar "el camino de la negociación y del diálogo respetuoso y constructivo, evitando ulteriores sufrimientos a tan queridas poblaciones".

El Pontífice invitó a "la Comunidad internacional y a los países más influyentes en la actual situación, a realizar todo esfuerzo para sostener y promover iniciativas destinadas a alcanzar una solución pacífica y duradera en favor de una convivencia abierta y respetuosa".

"Junto a nuestros hermanos ortodoxos rezamos intensamente por estas intenciones y nos encomendamos confiados a la intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de Jesús y de todos los cristianos", concluyó el Papa.

El viernes, la fuerza aérea rusa atacó ciudades estratégicas de Georgia, destruyendo un importante puerto petrolero, para forzar a la ex-República soviética a retirar sus tropas de la región de Osetia del sur. Aunque Osetia pertenece geográficamente a Georgia, que se independizó de Rusia en 1991, la población de etnia rusa quiere integrarse a Rusia, independizándose de de Georgia. Con 4 millones de habitantes, Georgia no es rival militar para Rusia. Rusia anunció que no cesará los ataques hasta que todas las tropas georgianas se retiren de Osetia del sur y de otra región de mayoría rusa en territorio georgiano, Abjasia. Ambas naciones comparten una antigua herencia cristiana ortodoxa, a la que el Papa ha apelado.

El Papa concluye sus vacaciones y mañana irá a Castelgandolfo
Ayer al mediodía miles de fieles y peregrinos se dieron cita en la Piazza del Duomo de Bressanone para rezar el Ángelus dominical con Benedicto XVI, quien antes de la oración mariana recordó que la verdadera renovación de todo ser humano se da plenamente en la relación con Dios.

Tras anunciar que hoy dejaría la pequeña ciudad de Bressanone para dirigirse a Castelgandolfo, el Santo Padre manifestó su "gratitud al Señor que me concedió este descanso, renovador para el físico y para el espíritu", y agradeció a todos los que "se han hecho instrumentos laboriosos de la Providencia divina".

El Pontífice describió su descanso como "lo mejor que corresponde a un ministro de Dios", dedicándose “a la oración, a la lectura y a la meditación, sin la premura de las cotidianas urgencias pastorales, que, sin embargo, no olvidé”.

Para estar alegres no es necesario recurrir a la grosería
Benedicto XVI compartió con los presentes una reflexión en torno a su experiencia en la reciente Jornada Mundial de la Juventud: "Los jóvenes -dijo- fueron un signo de alegría auténtica, a veces ruidosa perosiempre pacífica y positiva. Si bien eran muchísimos, nunca causaron desórdenes ni hicieron daño a nadie. Para estar alegres no tuvieron necesidad de recurrir a modos groseros y violentos, al alcohol y a los estupefacientes. En ellos estaba presente la alegría de reunirse y de descubrir juntos un mundo nuevo. ¿Cómo no hacer una comparación con sus coetáneos que, en busca de falsas evasiones, consumen experiencias degradantes que desembocan no raramente en dramáticas tragedias? Este es un típico producto de la llamada ‘sociedad del bienestar’ que para llenar un vacío interior y sin sentido que lo acompaña, induce a probar experiencias nuevas, más emocionantes, más extremas".

Luego alertó acerca del riesgo que corren las vacaciones de "disiparse en un vano perseguir ilusiones de placer. Pero de esta forma el espíritu no descansa, el corazón no encuentra ni alegría ni paz, sino que termina por estar más cansado y triste que antes. Me refiero a los jóvenes porque son los más sedientos de vida y de experiencias nuevas y por ello quienes corren más peligro".

"Pero la reflexión vale para todos: la persona humana se regenera verdadera y solamente en la relación con Dios, y Dios se encuentra aprendiendo a escuchar su voz en el interior y en el silencio", concluyó el Papa.+

Tuesday, August 05, 2008

el stress, la enfermedad de nuestros dias.

Más allá del estrés
Arturo Guerra

aguerra@arcol.org





Si has caminado 200 pasos más de lo acostumbrado porque fuera de tu oficina están instalando un semáforo y por lo mismo te has visto obligado a aparcar más lejos, ya estás estresado. Si el jefe te levantó la voz un decibel más de lo habitual, ya estás estresado. Si tu perro profirió cuatro ladridos y un aullido a media noche, estás estresado. Si mañana presentas un examen en la universidad, esta noche será de estrés acentuado. Si uno de tus amigos olvidó felicitarte en tu cumpleaños, te viene una depresión. Si la planta que regabas cada mañana comienza a palidecer, ello te produce estrés. Si a tu madre se le ocurre pedirte el favor de ir al súper a comprar un litro de leche, ya estás estresado. Si te has entretenido cinco minutos más en el embotellamiento cotidiano, a casa llegas estresado. Si al doblar una esquina con tu vehículo, otro conductor te grita una que otra palabra, te indignas y tu nivel de estrés pega un salto (no importa que la causa haya sido que ignoraste una señal de stop).



Y no digamos si finalmente no prosperó aquella nueva oferta de trabajo tan prometedora o si afrontas el dilema de llevar adelante o no un embarazo o si un amigo sufre un accidente.



Cada cierto tiempo la prensa nos comparte un nuevo hallazgo del siguiente tenor: “Los científicos Anderson-Hyde han descubierto que las personas que poseen un gato en casa sufren más estrés que quienes eligen un perro” o “una compañía neozelandesa ha realizado un estudio donde se demuestra que ver un pordiosero por la calle puede producir considerables porcentajes de estrés en un infante” o “una empresa cervecera ha publicado los resultados de una investigación que prueba científicamente que quien bebe un refresco cualquiera a partir de las diez de la noche sufre más estrés que quien ingiere cerveza a la misma hora” (el hecho de que la compañía auspiciadora del estudio sea vendedora de cervezas, es un dato periférico, una mera coincidencia).



Las recomendaciones se desprenden con claridad: antes de comprarte un gato piénsatelo bien, bebe una cerveza después de las diez (en vez de tu habitual refresco), no permitas que tu hijo vea un pordiosero por la calle (mucho menos se te ocurra abrir la ventanilla de tu coche... y el colmo sería que le dieras unos céntimos de euro).



Casi todo causa estrés. Es una palabra barril: puedes meter ahí todo lo negativo, lo que implica contratiempo, lo doloroso, lo imprevisto, lo que rompe mis planes, lo que me compromete, lo que me exige, lo que me obliga, lo no deseado, lo que agobia, lo que no esperaba, lo que no entiendo por qué diantres se mete en mi vida... Negamos, de entrada, que algo bueno pueda salir de ahí...



Stress... palabra mágica... Y quizá también pretexto mágico... parapeto mágico tras el que escondemos algo... Tal vez... el miedo a la aventura de la vida que es donación...



Un principio intocable yace en el fondo de nuestra estresfobia: no permitas por ningún motivo que el estrés entre en tu vida, huye de él como huirías del coco o del hombre lobo o de lord Voldemort (si eres aficionado de Harry Potter), evita todas las circunstancias que te orillen a estresarte. Cambia de jefe si te grita demasiado (bueno, si logras conseguir otro). Demanda a la compañía instaladora de semáforos, di formalmente a las autoridades incompetentes que ese tipo de trabajos deberían realizarlo de noche, para evitar que respetuosos ciudadanos como tú tengan que caminar 200 pasos más de lo prescrito, y explícales todas las consecuencias que esos metros de más pueden acarrear a la salud y equilibrio psicosomático del conductor que no puede aparcar donde siempre. Lucha unido para que el profesor renuncie a tanto examen. Deja de hablar al amigo que tuvo la osadía de no felicitarte. Dile a tu madre que no vas, que siempre te manda a ti, que porqué no envía a tu hermano que no hace nada. Ya no cultives plantas, mejor practica un hobby menos estresante, como el de coleccionar jabones de hotel. Antes de llevar adelante un embarazo piénsatelo dos y tres veces, considera que el estrés que te produzca traer un niño al mundo equivaldrá a que tu salud y esperanza de vida sufran menoscabo, que quizá en vez de que puedas vivir ochenta años vivirás por culpa de ese embarazo sólo 79...



Escribimos libros enteros, los psicólogos nos dan cursos para combatir el estrés. Los farmacólogos inventan semanalmente por fin el medicamento más útil contra el estrés. Al hojear una revista te topas pronto con un artículo titulado en letras muy grandes de color verde: uevas técnicas para combatir el estrés. Ah, por fin la solución. Ah, por fin dominaré el estrés. Bastará aplicar fidelísimamente técnica por técnica...



Como si la vida fuese la ciencia de esconderse del estrés: estúdiate unos métodos, entrena su aplicación, léete un libro especializado, compra la última pastilla y tu vida cambiará, desaparecerá el estrés y entonces por fin comenzarás a ser realmente feliz.



Desde luego que no se trata de negar por negar un fenómeno psicofisiológico que sí existe y que tiene una incidencia real en nuestra vida. Pero lo que podemos intentar es no ver el estrés y los hechos que pueden causarlo como si fuesen un horrible monstruo omnipotente dispuesto a arruinar nuestra existencia.



La vida, en cuanto aventura, necesita el riesgo, necesita el contratiempo, necesita la dificultad, el obstáculo... La realización de la persona, llamada a entregarse a los demás, necesita la prueba, el dolor, el sufrimiento... Es ahí donde al final los seres humanos nos hacemos más humanos. Ya alguien decía que si al hombre y a la mujer de hoy se les enseña a no amar, se les está enseñando a no ser seres humanos.



Ningún instructivo, ninguna técnica, ninguna medicación podrá para siempre quitarnos el dolor, el sufrimiento en nuestra vida. Pero sí hay algo que está en nuestras manos: la manera de recibir ese dolor, ese sufrimiento, la manera de encontrarnos con ellos. Se trata de una actitud allá en el fondo del corazón. Se trata de otra manera de vivir. Se trata de empezar a preocuparse por los demás más que por uno mismo...



Otro autor comentaba que cuando al hombre ya no le funcionan las anestesias para acabar con el dolor, no sabe qué hacer con él. Quizá es precisamente en ese momento donde todo lo que para algunos es desesperadamente estresante empieza a convertirse en moneda de purificación, maduración, forja, humanización, realización y por tanto de felicidad...



No es más feliz quien se topa menos con el sufrimiento sino quien construye decididamente su vida con los ladrillos del dolor y de la alegría que se va encontrando por el camino...



Y acaba de publicarse una investigación donde se prueba que enfrentarse a un escrito de más de 6815 caracteres (con espacios incluidos) eleva los niveles de estrés del lector más paciente.■

el stress, la enfermedad de nuestros dias.

Más allá del estrés
Arturo Guerra

aguerra@arcol.org





Si has caminado 200 pasos más de lo acostumbrado porque fuera de tu oficina están instalando un semáforo y por lo mismo te has visto obligado a aparcar más lejos, ya estás estresado. Si el jefe te levantó la voz un decibel más de lo habitual, ya estás estresado. Si tu perro profirió cuatro ladridos y un aullido a media noche, estás estresado. Si mañana presentas un examen en la universidad, esta noche será de estrés acentuado. Si uno de tus amigos olvidó felicitarte en tu cumpleaños, te viene una depresión. Si la planta que regabas cada mañana comienza a palidecer, ello te produce estrés. Si a tu madre se le ocurre pedirte el favor de ir al súper a comprar un litro de leche, ya estás estresado. Si te has entretenido cinco minutos más en el embotellamiento cotidiano, a casa llegas estresado. Si al doblar una esquina con tu vehículo, otro conductor te grita una que otra palabra, te indignas y tu nivel de estrés pega un salto (no importa que la causa haya sido que ignoraste una señal de stop).



Y no digamos si finalmente no prosperó aquella nueva oferta de trabajo tan prometedora o si afrontas el dilema de llevar adelante o no un embarazo o si un amigo sufre un accidente.



Cada cierto tiempo la prensa nos comparte un nuevo hallazgo del siguiente tenor: “Los científicos Anderson-Hyde han descubierto que las personas que poseen un gato en casa sufren más estrés que quienes eligen un perro” o “una compañía neozelandesa ha realizado un estudio donde se demuestra que ver un pordiosero por la calle puede producir considerables porcentajes de estrés en un infante” o “una empresa cervecera ha publicado los resultados de una investigación que prueba científicamente que quien bebe un refresco cualquiera a partir de las diez de la noche sufre más estrés que quien ingiere cerveza a la misma hora” (el hecho de que la compañía auspiciadora del estudio sea vendedora de cervezas, es un dato periférico, una mera coincidencia).



Las recomendaciones se desprenden con claridad: antes de comprarte un gato piénsatelo bien, bebe una cerveza después de las diez (en vez de tu habitual refresco), no permitas que tu hijo vea un pordiosero por la calle (mucho menos se te ocurra abrir la ventanilla de tu coche... y el colmo sería que le dieras unos céntimos de euro).



Casi todo causa estrés. Es una palabra barril: puedes meter ahí todo lo negativo, lo que implica contratiempo, lo doloroso, lo imprevisto, lo que rompe mis planes, lo que me compromete, lo que me exige, lo que me obliga, lo no deseado, lo que agobia, lo que no esperaba, lo que no entiendo por qué diantres se mete en mi vida... Negamos, de entrada, que algo bueno pueda salir de ahí...



Stress... palabra mágica... Y quizá también pretexto mágico... parapeto mágico tras el que escondemos algo... Tal vez... el miedo a la aventura de la vida que es donación...



Un principio intocable yace en el fondo de nuestra estresfobia: no permitas por ningún motivo que el estrés entre en tu vida, huye de él como huirías del coco o del hombre lobo o de lord Voldemort (si eres aficionado de Harry Potter), evita todas las circunstancias que te orillen a estresarte. Cambia de jefe si te grita demasiado (bueno, si logras conseguir otro). Demanda a la compañía instaladora de semáforos, di formalmente a las autoridades incompetentes que ese tipo de trabajos deberían realizarlo de noche, para evitar que respetuosos ciudadanos como tú tengan que caminar 200 pasos más de lo prescrito, y explícales todas las consecuencias que esos metros de más pueden acarrear a la salud y equilibrio psicosomático del conductor que no puede aparcar donde siempre. Lucha unido para que el profesor renuncie a tanto examen. Deja de hablar al amigo que tuvo la osadía de no felicitarte. Dile a tu madre que no vas, que siempre te manda a ti, que porqué no envía a tu hermano que no hace nada. Ya no cultives plantas, mejor practica un hobby menos estresante, como el de coleccionar jabones de hotel. Antes de llevar adelante un embarazo piénsatelo dos y tres veces, considera que el estrés que te produzca traer un niño al mundo equivaldrá a que tu salud y esperanza de vida sufran menoscabo, que quizá en vez de que puedas vivir ochenta años vivirás por culpa de ese embarazo sólo 79...



Escribimos libros enteros, los psicólogos nos dan cursos para combatir el estrés. Los farmacólogos inventan semanalmente por fin el medicamento más útil contra el estrés. Al hojear una revista te topas pronto con un artículo titulado en letras muy grandes de color verde: uevas técnicas para combatir el estrés. Ah, por fin la solución. Ah, por fin dominaré el estrés. Bastará aplicar fidelísimamente técnica por técnica...



Como si la vida fuese la ciencia de esconderse del estrés: estúdiate unos métodos, entrena su aplicación, léete un libro especializado, compra la última pastilla y tu vida cambiará, desaparecerá el estrés y entonces por fin comenzarás a ser realmente feliz.



Desde luego que no se trata de negar por negar un fenómeno psicofisiológico que sí existe y que tiene una incidencia real en nuestra vida. Pero lo que podemos intentar es no ver el estrés y los hechos que pueden causarlo como si fuesen un horrible monstruo omnipotente dispuesto a arruinar nuestra existencia.



La vida, en cuanto aventura, necesita el riesgo, necesita el contratiempo, necesita la dificultad, el obstáculo... La realización de la persona, llamada a entregarse a los demás, necesita la prueba, el dolor, el sufrimiento... Es ahí donde al final los seres humanos nos hacemos más humanos. Ya alguien decía que si al hombre y a la mujer de hoy se les enseña a no amar, se les está enseñando a no ser seres humanos.



Ningún instructivo, ninguna técnica, ninguna medicación podrá para siempre quitarnos el dolor, el sufrimiento en nuestra vida. Pero sí hay algo que está en nuestras manos: la manera de recibir ese dolor, ese sufrimiento, la manera de encontrarnos con ellos. Se trata de una actitud allá en el fondo del corazón. Se trata de otra manera de vivir. Se trata de empezar a preocuparse por los demás más que por uno mismo...



Otro autor comentaba que cuando al hombre ya no le funcionan las anestesias para acabar con el dolor, no sabe qué hacer con él. Quizá es precisamente en ese momento donde todo lo que para algunos es desesperadamente estresante empieza a convertirse en moneda de purificación, maduración, forja, humanización, realización y por tanto de felicidad...



No es más feliz quien se topa menos con el sufrimiento sino quien construye decididamente su vida con los ladrillos del dolor y de la alegría que se va encontrando por el camino...



Y acaba de publicarse una investigación donde se prueba que enfrentarse a un escrito de más de 6815 caracteres (con espacios incluidos) eleva los niveles de estrés del lector más paciente.■

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Más allá del estrés
Arturo Guerra

aguerra@arcol.org





Si has caminado 200 pasos más de lo acostumbrado porque fuera de tu oficina están instalando un semáforo y por lo mismo te has visto obligado a aparcar más lejos, ya estás estresado. Si el jefe te levantó la voz un decibel más de lo habitual, ya estás estresado. Si tu perro profirió cuatro ladridos y un aullido a media noche, estás estresado. Si mañana presentas un examen en la universidad, esta noche será de estrés acentuado. Si uno de tus amigos olvidó felicitarte en tu cumpleaños, te viene una depresión. Si la planta que regabas cada mañana comienza a palidecer, ello te produce estrés. Si a tu madre se le ocurre pedirte el favor de ir al súper a comprar un litro de leche, ya estás estresado. Si te has entretenido cinco minutos más en el embotellamiento cotidiano, a casa llegas estresado. Si al doblar una esquina con tu vehículo, otro conductor te grita una que otra palabra, te indignas y tu nivel de estrés pega un salto (no importa que la causa haya sido que ignoraste una señal de stop).



Y no digamos si finalmente no prosperó aquella nueva oferta de trabajo tan prometedora o si afrontas el dilema de llevar adelante o no un embarazo o si un amigo sufre un accidente.



Cada cierto tiempo la prensa nos comparte un nuevo hallazgo del siguiente tenor: “Los científicos Anderson-Hyde han descubierto que las personas que poseen un gato en casa sufren más estrés que quienes eligen un perro” o “una compañía neozelandesa ha realizado un estudio donde se demuestra que ver un pordiosero por la calle puede producir considerables porcentajes de estrés en un infante” o “una empresa cervecera ha publicado los resultados de una investigación que prueba científicamente que quien bebe un refresco cualquiera a partir de las diez de la noche sufre más estrés que quien ingiere cerveza a la misma hora” (el hecho de que la compañía auspiciadora del estudio sea vendedora de cervezas, es un dato periférico, una mera coincidencia).



Las recomendaciones se desprenden con claridad: antes de comprarte un gato piénsatelo bien, bebe una cerveza después de las diez (en vez de tu habitual refresco), no permitas que tu hijo vea un pordiosero por la calle (mucho menos se te ocurra abrir la ventanilla de tu coche... y el colmo sería que le dieras unos céntimos de euro).



Casi todo causa estrés. Es una palabra barril: puedes meter ahí todo lo negativo, lo que implica contratiempo, lo doloroso, lo imprevisto, lo que rompe mis planes, lo que me compromete, lo que me exige, lo que me obliga, lo no deseado, lo que agobia, lo que no esperaba, lo que no entiendo por qué diantres se mete en mi vida... Negamos, de entrada, que algo bueno pueda salir de ahí...



Stress... palabra mágica... Y quizá también pretexto mágico... parapeto mágico tras el que escondemos algo... Tal vez... el miedo a la aventura de la vida que es donación...



Un principio intocable yace en el fondo de nuestra estresfobia: no permitas por ningún motivo que el estrés entre en tu vida, huye de él como huirías del coco o del hombre lobo o de lord Voldemort (si eres aficionado de Harry Potter), evita todas las circunstancias que te orillen a estresarte. Cambia de jefe si te grita demasiado (bueno, si logras conseguir otro). Demanda a la compañía instaladora de semáforos, di formalmente a las autoridades incompetentes que ese tipo de trabajos deberían realizarlo de noche, para evitar que respetuosos ciudadanos como tú tengan que caminar 200 pasos más de lo prescrito, y explícales todas las consecuencias que esos metros de más pueden acarrear a la salud y equilibrio psicosomático del conductor que no puede aparcar donde siempre. Lucha unido para que el profesor renuncie a tanto examen. Deja de hablar al amigo que tuvo la osadía de no felicitarte. Dile a tu madre que no vas, que siempre te manda a ti, que porqué no envía a tu hermano que no hace nada. Ya no cultives plantas, mejor practica un hobby menos estresante, como el de coleccionar jabones de hotel. Antes de llevar adelante un embarazo piénsatelo dos y tres veces, considera que el estrés que te produzca traer un niño al mundo equivaldrá a que tu salud y esperanza de vida sufran menoscabo, que quizá en vez de que puedas vivir ochenta años vivirás por culpa de ese embarazo sólo 79...



Escribimos libros enteros, los psicólogos nos dan cursos para combatir el estrés. Los farmacólogos inventan semanalmente por fin el medicamento más útil contra el estrés. Al hojear una revista te topas pronto con un artículo titulado en letras muy grandes de color verde: uevas técnicas para combatir el estrés. Ah, por fin la solución. Ah, por fin dominaré el estrés. Bastará aplicar fidelísimamente técnica por técnica...



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Desde luego que no se trata de negar por negar un fenómeno psicofisiológico que sí existe y que tiene una incidencia real en nuestra vida. Pero lo que podemos intentar es no ver el estrés y los hechos que pueden causarlo como si fuesen un horrible monstruo omnipotente dispuesto a arruinar nuestra existencia.



La vida, en cuanto aventura, necesita el riesgo, necesita el contratiempo, necesita la dificultad, el obstáculo... La realización de la persona, llamada a entregarse a los demás, necesita la prueba, el dolor, el sufrimiento... Es ahí donde al final los seres humanos nos hacemos más humanos. Ya alguien decía que si al hombre y a la mujer de hoy se les enseña a no amar, se les está enseñando a no ser seres humanos.



Ningún instructivo, ninguna técnica, ninguna medicación podrá para siempre quitarnos el dolor, el sufrimiento en nuestra vida. Pero sí hay algo que está en nuestras manos: la manera de recibir ese dolor, ese sufrimiento, la manera de encontrarnos con ellos. Se trata de una actitud allá en el fondo del corazón. Se trata de otra manera de vivir. Se trata de empezar a preocuparse por los demás más que por uno mismo...



Otro autor comentaba que cuando al hombre ya no le funcionan las anestesias para acabar con el dolor, no sabe qué hacer con él. Quizá es precisamente en ese momento donde todo lo que para algunos es desesperadamente estresante empieza a convertirse en moneda de purificación, maduración, forja, humanización, realización y por tanto de felicidad...



No es más feliz quien se topa menos con el sufrimiento sino quien construye decididamente su vida con los ladrillos del dolor y de la alegría que se va encontrando por el camino...



Y acaba de publicarse una investigación donde se prueba que enfrentarse a un escrito de más de 6815 caracteres (con espacios incluidos) eleva los niveles de estrés del lector más paciente.■