Friday, February 23, 2007

Hablemos de Reconciliación


Por que? Por que el Señor desea transformar nuestras vidas totalmente, no a medias. Y para ello nos recuerda que nuestro propósito principal en la tierra es Amar. Para Amar debemos relacionarnos y transformar las primeras relaciones, las que ya existen, para después desarrollar otras nuevas. Pero para hacerlo, tenemos primero que estar en paz. En paz con nosotros mismos y en paz con los demás.

Defraudamos el propósito mismo de lo que Dios desea hacer en nuestras vidas, si no abrimos nuestros corazones a la Reconciliación. Nuestros pecados fueron perdonados a través del sacrificio del hijo único de Dios. Por eso, Jesús es el modelo mismo de la Reconciliación. El vino al mundo para reconciliarnos con el Padre. Ese hermoso sacrifico, nos invita a superar la vergüenza y el dolor que guardamos en nuestro interior cuando sabemos cuán mal hemos obrado y perdonar cuando otros se han portado mal con nosotros. Aquellos que nos han herido, que han roto sin compasión cada pedazo de nuestro corazón. Aquellos que sin clemencia han abusado de su Amor, su bondad, su entrega, su caridad ó su confianza. Cristo nos exhorta a recibir una sanación interior profunda y completa. Nos regala un nuevo comienzo.

Para reconciliarnos, tenemos que olvidar que somos “normales”. No entremos en el esquema de los que supuestamente viven en la normalidad. “No soy tan pecador, no soy tan malo y tampoco tengo que perdonar a todo el mundo. A algunos sí, pero otros no…. Es normal, soy ser humano.”

Pues no! Seamos indiscutiblemente Cristianos. No nos dejemos seducir por la mediocridad espiritual del promedio, pues puedes correr el riesgo de endurecer tu corazón. Y a Dios no le gusta eso.

Si nuestro encuentro con el prójimo, pudiendo ser este: amigo, pareja, familiar, colega de trabajo, “ex” o cualquier persona que ha sido significativa en nuestras vidas, se vé cegado por la cárcel de una ofensa, una traición ó talvez un simple disgusto o diferencia. Como podemos hablar del Amor de Dios? Como podemos poner en práctica lo que se espera de nosotros? Si no nos reconciliamos con ellos.

Debemos comenzar desde el punto que más nos cuesta hacerlo. Del que más nos duele. Del que más se apoya nuestro orgullo.

El Amor que Cristo proclama es un amor que obliga a la relación. Su base fundamental es relacionarse sin "discriminar". Por esa razón no podemos dejar un “parcho” en la trayectoria de este camino. No podemos ser mediocres con el Señor. Cristo nos pide que aquellos que nos han hecho mas daño, sean los primeros con los cuales nos relacionemos. Los primeros que perdonemos. Así podremos descubrir la verdadera revelación del Amor de Dios. Al engullir nuestro ego. Al humillarnos. Para volvernos pacificadores. Reconciliadores. Esa gota que debemos entregar – diferente entre todas las demás – puede convertirse en una fuente inagotable de liberación. Por que con ello no sólo procuramos una reconciliación con el prójimo, sino una curación inmediata de nuestros afectos y nuestros sentimientos maltratados. Sólo cediendo encontramos más rápido la paz.

Por que hacer de nuestro corazón un cementerio de amarguras, cuando puede ser casa del gozo? Depende de tí.

Jesús transmite claramente la profundidad del Amor que predica, en el Evangelio: “Y sucedió que cuando se cumplían los días de su ascensión, El, con determinación, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de El; y ellos fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. Pero no le recibieron, porque sabían que había determinado ir a Jerusalén. Al ver esto, sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma? Pero El, volviéndose, los reprendió, y dijo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois, porque el Hijo del Hombre no ha venido para destruir las almas de los hombres, sino para salvarlas.” Lucas 9, (51-56)

Imagínense, después de Jesús haber sido rechazado, talvez burlado u odiado, y ver la ofensa de los samaritanos al no darles la bienvenida, Él demuestra a sus discípulos que en vez de vengar el maltrato, penalizar el dolor causado por la negación o la ofensa, cuestionar la forma en que lo reciben y agudizar el conflicto, le dice a sus discípulos: “No! Juan, No! Jacobo. Quemémoslos No!. Amémoslos.”

Nos muestra “una nueva forma de Amar”. Retira completamente del mapa la antigua ley que tradicionalmente regulaba todo sentido de relación social en esa época: “ojo por ojo y diente por diente”. En aquellos tiempos, teníamos derecho de hacerle a nuestro prójimo, lo mismo que él nos hacía; ni un poco más, ni un poco menos, sino exactamente lo mismo.

Sin embargo, Jesús provocaba las más incrédulas expresiones. Sorprende a los que les siguen. Cambia la forma de ver la vida creando confusión. Como así que amémoslos? Si me hirió?. Pues sí!. Jesús era un “revolucionario” del Amor. Con su forma de actuar enseñaba que NO es con la venganza que conseguiremos paz, NO es hiriendo que encontraremos entendimiento, NO es haciendo más daño como multiplicaremos el amor, NO es devolviendo el dolor que seremos felices…. Sino perdonándonos. Reconciliándonos. Amándonos.

Dios nos pide que siempre demos el primer paso. Cuando hay conflicto, no hay razón. No hay culpables. No podemos declarar victoria, cuando claramente vivimos en la derrota. Si realmente deseas ganar la batalla, muéstrale la cara del Amor. Lo dejarás indefenso. Y acabarás con el agotamiento que produce estar molesto con alguien. Encontrarás descanso. Te lo aseguro. Nadie está preparado para recibir amor cuando pelea. Con que se defenderá? No te lo has preguntado?
Si tu relación con alguien está deteriorada y te hiere profundamente. Piensa en la relación, no en el conflicto. Sólo vencemos perdonando. El Señor no te creó para ser esclavo del dolor. El te hizo libre. Recibe entonces la liberación de esas cadenas.

Talvez lo que otro haya hecho para herirte, sólo ha sido fruto de la ausencia de Dios en su vida en el momento en que se produjo dicha herida. Está triste y sumergido en un manantial vacío. Ten compasión de esa persona y llénalo del agua de vida que ha sido puesto en tu corazón por el Señor. Tú elegiste al Señor y en él se revela tu fuerza. Esa persona que ha causado dolor en tu vida te necesita, por que tú traerás a la suya un hermoso regalo, completamente auténtico, inesperado: testimonio.

Y Confía. Pues el Señor te regalará la abundancia de lo que tanto necesitas y esperas: PAZ.
Que el Espiritu Santo, te ayude en esta difícil tarea, pero como todo, siempre es posible cuando se lo presentamos a Dios.

En la Santísima Trinidad:
Padre Roberto Mena, S.T.

No comments: