PAPA FRANCISCO: EL CAMINO DE JESÚS NOS LLEVA SIEMPRE A LA FELICIDAD
Queridos amigos, les ofrecemos las palabras del Papa Francisco antes del rezo del ángelus de ayer domingo:
"En el segundo domingo de cuaresma, la Iglesia nos indica la meta de este itinerario de conversión: la participación en la gloria de Cristo, tal como resplandece en su Rostro del Siervo obediente, muerto y resucitado por nosotros.
El texto evangélico narra el evento de la Transfiguración, que se ubica en el culmen del ministerio público de Jesús. Él se encuentra en camino hacia Jerusalén, donde se cumplirán las profecías del “Siervo de Dios” y se consumará su sacrificio redentor.
La gente no entendía esto, y frente a las perspectivas de un Mesías que contrasta con sus expectativas terrenas, lo abandona. Porque ellos pensaban que el Mesías sería un libertador del dominio de los romanos, libertador de la patria.
Incluso los apóstoles no entienden las palabras con las cuales Jesús anuncia el cumplimiento de su misión en la pasión gloriosa. No entienden. Entonces Jesús toma la decisión de mostrar a Pedro, Santiago y Juan una anticipación de su gloria, la que tendrá después de la Resurrección, para confirmarlos en la fe y alentarlos a seguirlo en el camino de la prueba, en el camino de la Cruz.
Y así, sobre un monte alto, en profunda oración, se transfigura delante de ellos: su Rostro y toda su persona irradian una luz resplandeciente. Los tres discípulos se asustan, mientras una nube los envuelve y de lo alto resuena – como en el bautismo del Jordán – la voz del Padre: «Este es mi Hijo, el amado: ¡escúchenlo!» (Mc 9,7). Y Jesús es el Hijo hecho Servidor, enviado al mundo para realizar por medio de la Cruz el plan de salvación. ¡Para salvarnos a todos nosotros! Su plena adhesión a la voluntad del Padre hace que su humanidad transparente la gloria de Dios, que es el Amor.
Así, Jesús se revela como la imagen perfecta del Padre, la irradiación de su gloria. Es el cumplimiento de la revelación; por ello, junto a Él transfigurado aparecen Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas. Esto significa que todo termina e inicia en Jesús, en su Pasión y en su Gloria.
El mensaje para los discípulos y para nosotros es este: “¡Escuchémoslo!”. Escuchar a Jesús. Es Él el Salvador: síganlo. Escuchar a Cristo, de hecho, significa asumir la lógica de su misterio pascual, ponerse en camino con Él para hacer de la propia existencia un don de amor para los demás, en dócil obediencia a la voluntad de Dios, con una actitud de desapego de las cosas mundanas y de libertad interior.
En otras palabras, es necesario, estar listos a “perder la propia vida”, donándola para que todos los hombres se salven y nos encontremos en la felicidad eterna. El camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad. No lo olvidemos: ¡el camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad! Habrá siempre en medio una cruz, las pruebas, pero al final siempre nos lleva a la felicidad. ¡Jesús no nos engaña! Nos ha prometido la felicidad y nos la dará, si nosotros seguimos su camino.
Con Pedro, Santiago y Juan, subamos también nosotros al monte de la Transfiguración y permanezcamos en contemplación del rostro de Jesús, para recibir el mensaje y traducirlo en nuestra vida; para que también nosotros podamos ser transfigurados por el Amor.
En realidad el Amor es capaz de transfigurar todo: ¡el Amor transfigura todo! ¿Creen ustedes en esto? ¿Creen? … ¿Creen que el Amor transfigura todo? … Nos sostenga en este camino la Virgen María, a quien ahora invocamos con la oración del Ángelus"
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