Monday, March 16, 2015

Papa Francisco: Dios está enamorado de nosotros y nosotros somos su sueño de amor

NINGÚN TEÓLOGO PUEDE EXPLICAR EL INMENSO AMOR QUE DIOS NOS TIENE

Dios está enamorado de nosotros y nosotros somos su sueño de amor. Ningún teólogo puede explicar esto, mientras nosotros sólo podemos llorar de alegría. De este modo podemos sintetizar cuanto afirmó el Papa Francisco en su homilía de la misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

En la primer...a lectura, tomada de Isaías (65, 17-21), «el Señor nos dice que crea cielos nuevos y tierra nueva, es decir, “re-crea” las cosas», destacó el Papa Francisco, al recordar también que «muchas veces hemos hablado de estas “dos creaciones” de Dios: la primera, la que se hizo en seis días, y la segunda, cuando el Señor “rehace” el mundo, arruinado por el pecado, en Jesucristo».

Y, destacó, «hemos dicho muchas veces que esta segunda es más maravillosa que la primera». En efecto, explicó el Papa, «la primera ya es una creación maravillosa; pero la segunda, en Cristo, es aún más maravillosa».

«El Señor habla de lo que hará: un cielo nuevo, una tierra nueva. Encontramos que el Señor tiene mucho entusiasmo: habla de alegría y dice una palabra: “Me regocijaré con mi pueblo”». En esencia, «el Señor piensa en lo que hará, piensa que Él, Él mismo gozará de la alegría con su pueblo».

Así, «es como si fuera un sueño del Señor: el Señor sueña. Tiene sus sueños. Sus sueños sobre nosotros. ‘Ah, qué bello será cuando nos encontraremos todos juntos, cuando nos reencontraremos allá o cuando aquella persona, aquella otra… aquella otra caminará conmigo… ¡Y yo gozaré en aquel momento!’».

El Papa Francisco recurrió a «una metáfora que nos pueda hacer comprender: es como si una joven con su novio o el joven con su novia pensase: cuando estaremos juntos, cuando nos casemos...».

He aquí, precisamente, «el “sueño” de Dios: Dios piensa en cada uno de nosotros, nos quiere mucho, sueña con nosotros, sueña con la alegría de la que gozará con nosotros». Y es precisamente «por esto que el Señor quiere “re-crearnos”, hacer de nuevo nuestro corazón, “re-crear” nuestro corazón para hacer triunfar la alegría».

«¿Han pensado alguna vez: ‘¡El Señor sueña conmigo! ¡Piensa en mí! ¡Yo estoy en la mente, en el corazón del Señor! ¡El Señor es capaz de cambiarme la vida!’?». Isaías nos dice que el Señor «hace muchos proyectos: construiremos casas, plantaremos viñas, comeremos juntos: todas estas ilusiones de un enamorado».

Y aquí el Señor se deja ver enamorado de su pueblo, llegando incluso a decir: «Pero yo no te elegí porque tú eres el más fuerte, el más grande, el más poderoso; sino que te elegí porque tú eres el más pequeño de todos». Es más, «se podría decir: el más miserable de todos. Pero te elegí así. Y esto es el amor».

«De allí —afirmó el Papa— este continuo querer del Señor, este deseo suyo de cambiar nuestra vida. Y nosotros podemos decir, si escuchamos esta invitación del Señor: “Cambiaste mi luto en danzas”», o sea las palabras «que rezamos» en el Salmo 29. «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado» dice también el Salmo, reconociendo de este modo que el Señor «es capaz de cambiarnos, por amor: está enamorado de nosotros».

«Creo que no existe un teólogo que pueda explicar esto: no se puede explicar. Porque sobre esto sólo se puede reflexionar, sentir y llorar de alegría. El Señor nos puede cambiar. ¿Qué debo hacer? Creer. Creer que el Señor puede cambiarme, que Él puede».

Exactamente lo que hizo hombre que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún, como relata san Juan en su Evangelio (4, 43-54). Ese hombre pedía a Jesús que bajase a curar a su hijo, porque estaba a punto de morir». Y Jesús le respondió: «Anda, tu hijo vive».

Ese padre «creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino: creyó, creyó que Jesús tenía el poder de curar a su niño. Y tuvo razón».

«La fe es dejar espacio a este amor de Dios; es dejar espacio al poder, al poder de Dios, al poder de alguien que me ama, que está enamorado de mí y desea la alegría conmigo. Esto es la fe. Esto es creer: es dejar espacio al Señor para que venga y me cambie».

«El Señor puede cambiarnos, quiere cambiarnos, ama cambiarnos. Y esto, por amor». A nosotros, concluyó, «sólo nos pide nuestra fe: es decir, dejar espacio a su amor para que pueda obrar y realizar un cambio de vida en nosotros».

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