Thursday, February 13, 2014

El Cristo Cósmico del que habla la Nueva Era, ¿es el Jesús de los evangelios?

El Cristo Cósmico del que habla la Nueva Era, ¿es el Jesús de los evangelios?

Sólo el cristianismo habla de un Jesús Dios y hombre a la vez, la new age dice algo muy distinto



1. ¿Qué o quién es Jesucristo?

Esta pregunta ha recibido innumerables respuestas. Pero todas las ya dadas y las que puedan darse se reducen a tres:

a) un dios mítico. Así pensaron “los filósofos epicúreos y estoicos”, que escucharon a san Pablo “hablar de dioses extranjeros: Jesús y la resurrección” (Hch 17,18). Catalogaron el cristianismo entre las religiones mistéricas, veneradoras de la diosa Madre Tierra (Isis, Atargatis, Deméter, etc.) y de un joven dios (Adonis, Baal, Dióniso/Baco, etc.,) que muere y resurge mitológicamente en sincronía con el proceso “invierno-primavera” de la vegetación. Eso serían la “Resurrección” (= anástasis en griego) y “Jesús”. En cuanto comprobaron que hablaba de “la resurrección” de Jesús y “de los muertos”, dijeron a san Pablo: “te oiremos en otra ocasión” (Hch 17,32).

b) Un hombre mitificado. Es la interpretación predominante en la época moderna entre los no cristianos. Jesucristo sería un hombre excepcional, un superstar o “superestrella”, único, pero un hombre y solamente hombre, en el mismo estrato –aunque quizás en un peldaño más elevado- que los fundadores de otras grandes religiones: Buda, Mahoma, Zoroastro, etc.

c) Dios verdadero y hombre perfecto. Solo el que crea y afirme esto es y puede ser llamado “cristiano” [1].

2. Nueva Era separa a “Jesús” de “Cristo”

“Jesús”, “Cristo” y “Jesucristo”, en el léxico cristiano, son nombres sinónimos. Nueva Era (NE) distingue y contrapone a Jesús y a Cristo. Por eso, en el actual contexto sociocultural y religioso impregnado de Nueva Era, es preferible usar “Jesucristo” que unifica a los dos. Para NE “Jesús” es el de Nazaret, un hombre como otro cualquiera. En cambio, “Cristo”, al que suele llamar “Cristo cósmico”, “Energía crística”, no es un ser personal de unos rasgos físicos y caracteriológicos determinados, sino la Energía cósmica [2], que habría descendido sobre Jesús de Nazaret en el instante de su bautismo en el Jordán por Juan Bautista (Mt 3,13-17; Lc 3,21-22, etc.).

Es lo que habían enseñado los gnósticos originarios en los siglos II-IV y lo que enseñan los gnósticos modernos desde su fundación por el masón Jules Doinel a finales del siglo XIX. No caen en la cuenta de que lo acaecido en el Jordán, aunque importante, señala el inicio de la vida pública de Jesucristo, pero se limita a hacer público lo que había acontecido en Nazaret privadamente, siendo consciente de ello (inicio de la existencia embrionaria, humana, de Jesucristo) solo la Virgen María (Lc 1,26-38). En ambos momentos intervienen las tres Personas de la Trinidad divina, otra creencia específica del cristianismo.

Además, como –según los gnósticos– la materia es intrínsecamente mala, el cuerpo de Jesucristo no habría sido material, sino apariencial energético e impasible y el Cristo descendido del pleroma divino en el Jordán habría abandonado a Jesús de Nazaret antes de la Pasión. Según NE, Jesucristo –como el Cristo, de cada Era– habría abandonado su cuerpo tras la crucifixión y entrado en el reino etéreo o energético, inaccesible a los sentidos. En y desde él sigue influyendo en la humanidad, al menos según D. Splanger, del cual –no sin razón– se ha escrito: “si Nueva Era tuviera un fundador concreto, ese sería D. Splanger” (J. Gordon-Melton).

3. La diosa Madre Tierra y el joven dios

Una cosa es la mismidad divina, la realidad de Dios en sí, y otra su conceptualización. La realidad, por ejemplo del lobo, existe al margen de que se identifiquen o no sus huellas sobre la nieve o se las confunda con las de un perro. En contra de lo afirmado por Ludwig Feuerbach, la existencia de Dios no está condicionada por nuestro modo de concebirlo o representarlo. Pero ciertamente lo está nuestra conceptualización de lo divino y su figuración –artística o no–.

Los diferentes pueblos, mediante la sola razón, han saltado a lo divino desde su sistema de vida y desde su constitución familiar. Por eso, en una constante religiosa en la historia de la humanidad [3], la representación de lo divino ha sido femenina (diosa madre), telúrica (Tierra, tellus/telluris = la Tierra en cuanto numinosa), etc. Es la conceptualización restaurada por NE, que la llama Gaia, transliteración de la palabra griega de uso más bien poético, que designa a la arcaica diosa Tierra.

De ahí el feminismo radicalizado de NE, que ha degenerado en la ideología de género, y su ecologismo, ideologización de la ecología con las protestas por la construcción de pantanos, carreteras, etc., aparentemente porque destrozan la belleza de la naturaleza y contaminan el ambiente, en realidad principalmente por considerarlo un “sacrilegio” contra la numinosidad de la Tierra. De ahí también que NE promueva el neoidigenismo, o sea, la cultura y la religiosidad (con su culto de la Pachamama o “madre Tierra” divinizada en tantos pueblos hipanoamericanos) de lo anterior a la colonización española y a la evangelización católica.

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