Wednesday, July 29, 2009

Recomendaciones para el liderazgo.

1. Evite a toda costa abanderizarse con algún grupo particular. El ambiente de la Iglesia hoy en día está repleto de grupos, movimientos, ideologías, tendencias y mentalidades que polarizan a la comunidad cristiana. Prevalece con mayor dramatismo, la tensión entre una postura conservadora (pre-Vaticano II) y una postura liberal (modernista). Y esto en todos los renglones, desde los Obispos, Párrocos, Religioso/as y Movimientos Apostólicos. No sea ni de la derecha ni de la izquierda. Deje que la dimensión evangélica, como la de Jesús, sea la que prevalezca. Esté pendiente de no ser manipulado por aquellos que tienen el poder.

Aplicación Práctica: Reconozcamos que en lo concreto de la experiencia pastoral, se sirve a la comunidad parroquial como líder de algún movimiento. Si es en el Cursillo de Cristiandad, por mencionar uno de los movimientos apostólicos más antiguos, trátese entonces de evitar a toda costa la mentalidad inmadura de lo que conocemos como “capillismo”. Esto es, el encerramiento en un movimiento particular que juzga y rechaza a los otros movimientos como insuficientes o peor, no capaces de llevar a la santidad. El concepto de “capillismo” viene del modelo del “encerramiento en mi pequeña capillita”…mi pequeño mundo. Es este encerramiento que usualmente conduce a la competencia nociva que polariza la comunidad parroquial. Triste cuando en ese espíritu de competencia, irresponsablemente se llega a los resentimientos, rechazo y falta de caridad. Se da con demasiada frecuencia que los líderes del grupo cual sea, le prohíben a la membrecía, participar en actividades de algún otro grupo. Obviamente, aquí el miedo es de perder seguidores. ¡Y claro, todo en el nombre de Cristo Jesús!

2. Cuidado con la tentación a la fama. Como servidor en el ministerio y frente a la comunidad de los fieles, necesariamente la popularidad, aclamación pública, posición privilegiada, adulación, respeto humano y el qué dirán, afectará el comportamiento humano. Mantenga muy presente el ejemplo de Cristo Jesús, quien “como Hijo de Dios no vino a ser servido, sino a servir…” (Mt. 20/28). Esté consciente de los posibles complejos de inferioridad que podrían afectar la motivación al ministerio. Eso sería “compensación” en términos sicológicos.

Aplicación Práctica: Todo comportamiento se fundamenta en algún motivo. Cuando aquí hablamos de la tentación a la fama, necesariamente hay que reconocer que el motivo del por qué se hace algo, influye en el cómo se hace. La etimología de la palabra “motivación” señala a una palabra compuesta por dos conceptos: mot- ivación = el motor de la acción. Más adelante en esta misma reflexión (#5), señalaremos la importancia de la vida espiritual del líder, precisamente porque si no es el amor a Jesús lo que sostiene su entrega y compromiso, el líder corre el peligro de caer en lo que hemos llamado “compensación”. El desarrollo humano viene acompañado de un sinnúmero de heridas, de golpes, de memorias negativas del pasado. El ámbito de lo espiritual, se presta fácilmente para esconder “conflictos no resueltos”, que salen a relucir cuando en el desempeño de algún ministerio, la persona se cree ya liberada. El peligro mayor es el simplismo de creer que porque ahora se está envuelto/a en “las cosas de Dios” ya de alguna manera, esos problemas no hay que ponerles atención. (Eso es compensación). Un líder con complejo de “divinidad” (porque se asocia en su ministerio con cosas “divinas”) es un desastre y una amenaza para la comunidad cristiana.

3. Esté pendiente al ambiente cultural, social, político, económico y religioso del momento. El ministerio de servicio, como la misma Palabra de Dios, no existe en un vacío. Obedece y responde a la realidad concreta que identifica el contexto. Las circunstancias cambiantes de la condición humana, necesariamente impactan como se predica, se vive, se traduce y se entiende el Evangelio de Jesucristo. La conciencia colectiva y el entendido común del grupo humano a quien se sirve, son factores determinantes que deben de regular el cómo servir.

Aplicación Práctica: En el análisis bíblico se habla de un concepto conocido como el “marco referencial”. Este se entiende como aquello que amplia y limita el relato bíblico cual sea. Una frase bíblica fuera de contexto, o sea del marco referencial, corre el riesgo de ser mal interpretada. Así ocurre mucho con nuestros Hermanos Separados cuando utilizan citas bíblicas. La precaución del líder debe de ser de estar atento al contexto de su ministerio. En la realidad multicultural que identifica la pastoral parroquial actual, esto es un desafío continuo. (e.g. No se le habla a un grupo de Latino Americanos sobre la “perfección” de la lengua española, la pureza del idioma castellano, como si el español que cada grupo habla fuera menos perfecto o inferior). La sensibilidad del líder lo obliga a respetar profundamente lo que identifica y caracteriza a cada grupo en la parroquia. Evítese en todo momento los juicios negativos que estereotipan a los grupos étnicos. Cuidado con los “paternalismos” que insinúan inferioridad del grupo al que se sirve. No trate de enseñar catecismo a unos niños que ni han desayunado por razón de su pobreza y condición humana.

4. Sea líder sin instalarse. Aquí la advertencia es la cautela que se debe de observar en evitar lo que entendemos por “instalación”. Eso es la tendencia al acomodo, a la actitud y postura de que de alguna manera el líder es mejor que sus “seguidores”. Se tiende a pensar que fue escogido o nombrado por alguna grandeza personal, algún atributo exclusivo, que lo coloca por encima de los demás. Vele ante la tentación de insensibilidad frente a los que le rodean. El llamado al servicio de liderazgo viene por voluntad de Dios que escoge a quien le place, no por ningún mérito o condición personal.

Aplicación Práctica: Esta advertencia está muy ligada a la #2, cuando se hablaba respecto a la tentación a la fama. Aquí se hace hincapié a una posible actitud de intolerancia hacia los demás. Cuando una persona en posición de autoridad se muestra arrogante, es ya señal segura de inseguridad. La arrogancia es sintomática de una fachada ante la sospecha que su autoridad no tiene fundamento. O sea, este tipo de líder actúa obsesionado/a porque se le respete, se le reconozca su posición, se le llame por su “titulo”. Tiende a ser tiránico/a y poco considerado/a de los demás. Trabaja usualmente solo/a, sin consultar a nadie, sin aceptar sugerencias u opiniones ajenas. No sabe ni es capaz de colaborar. Para eso es necesario reconocer los talentos y dones de los demás. Un buen líder no solo reconoce los talentos de los que le rodean, sino que también los promueve. Firme en su autoridad moral, se goza en ver a los demás crecer, aun cuando estos en el proceso, sobresalen por encima de sí mismo/a.

5. Atrévase a ser profundamente espiritual. Deje que la fuente de su fuerza interna sea el Espíritu Santo y su intimidad con el Señor Jesús. Su vida espiritual es determinante del testimonio creíble y persuasivo que trae al ministerio. Nadie puede dar lo que no tiene. Advierta que el ser una persona de espiritualidad profunda no implica ser de carácter pasivo. No se deje tomar como persona ingenua o incapaz. Los seguidores de Cristo no son los incautos e ignorantes, como tristemente se interpreta tantas veces.

Aplicación Práctica: Una espiritualidad saludable implica un proceso personal de integración y madurez. Existe una persuasión de ternura, amabilidad y ecuanimidad admirable en el carácter y personalidad del líder que ha logrado esa integración en su vida espiritual. El ministerio no es un agregado externo a la vida de fe, sino que fluye de la misma. Por eso lo decisivo y determinante de un empeño constante en crecer en la intimidad con el Señor. El cuidado que hay que tener es de no confundir una vida santa con una vida tonta. La firmeza de carácter, el tesón en la decisión, la fuerza de la convicción y la insistencia en la determinación no deben de faltar en un líder que por más espiritual que sea, no es un inútil que se deja manipular por aquellos que se creen “astutos como las serpientes”. Lamentablemente el ser firme y exigente en el ejercicio de un liderazgo de servicio, se interpreta como inapropiado, o peor, como falto de caridad. Lo que es justo no viola la caridad, ni viceversa.

6. Que su ministerio se caracterice por la apertura y una puesta al día. No hay duda que son muchas y variadas las exigencias que siempre son parte de las responsabilidades del ministerio. Apertura al cambio, a lo nuevo, al estudio continuo de la pastoral, la teología y la Sagrada Escritura, a los adelantos en la ciencia y tecnología son indispensables para la efectividad ministerial. Un ministro del Señor que no se ha capacitado y renovado personalmente es tan dañino como un médico que sigue recetando aspirina para un cáncer letal.

Aplicación Práctica: Los retos de la tecnología moderna son múltiples. El no tener un teléfono celular, una máquina de fax, el no saber manejar una computadora, no tener acceso a un correo electrónico, son limitaciones serias en la efectividad del ministerio. No es aceptable una actitud negligente que rehúsa una puesta al día en estos aspectos del ministerio. Dañina es también la situación de un ministro con una teología o doctrina anquilosada. Bochornoso es por ejemplo, de alguien en el ámbito de la pastoral que todavía sigue hablando de la existencia del “limbo”, como si esa catequesis no haya sido ya superada. Otro ejemplo podría ser la postura hostil y adversa hacia los Hermanos Separados que todavía pudiese identificar a un agente de pastoral a estas alturas. Un líder puede tener muy buenas intenciones de servir y pudiera ser una persona muy espiritual, pero si no tiene apertura al crecimiento y disciplina de una puesta al día, no hay buenas intenciones que se justifiquen.

7. Supérese constantemente la tendencia al dualismo. En una espiritualidad pre-conciliar, predomina la mentalidad dualista, o sea la insistencia de separar el alma del cuerpo, el mundo y el reino, la gracia y el pecado. En una teología encarnacional, el alma es la que le da vida al cuerpo que siempre es el lugar del encuentro entre el espíritu y la materia. El reino ya esta germinando en el mundo y depende del mundo. La gracia se mezcla continuamente con el pecado y prevalece por encima del pecado, por lo menos en lo innegable de la condición humana actual que nos toca vivir. Es fácil pero poco aceptable, seguir con una espiritualidad de repudio y rechazo de la condición humana, no si creemos en el poder de la Encarnación y la Resurrección de Jesucristo el Señor.

Aplicación Práctica: Es un simplismo de consecuencias dañinas, el seguir hablando del cuerpo y del alma en términos medievales. Una teología renovada insiste en la integración de conceptos tradicionalmente considerados como adversos e irreconciliables. La gracia y el pecado no flotan en el aire a manera desencarnada, siempre se ubican en la realidad concreta del ser humano. El esfuerzo de integración de estos conceptos, (e.g. mundo vs reino, lo humano vs lo divino, etc.), se fundamenta en lo central de la doctrina sobre la Encarnación del Hijo de Dios, quien reconcilió para siempre lo humano y lo divino, destruyendo la barrera que los separaba. (Cf. Romanos Caps. 5-8). Obviamente, hay que reconocer diferentes y variadas líneas de pensamiento teológico, cada cual enfocando algún aspecto distinto del misterio de la revelación cristiana. Esta advertencia sobre la tendencia al dualismo, se aplica en general a cualquiera de esas versiones y escuelas teológicas.

8. Trate de ser “gente puente”. Una persona líder es llamada a ser la que reconcilia, la que busca alternativas ante situaciones de enojo, incomprensión, tensión, rechazo e incidentes ofensivos. Es la que, consciente de su propia fragilidad, evita hacer juicios de los demás. La que toma la iniciativa en la búsqueda de la paz y la armonía, sin menoscabar el valor de las personas envueltas en el conflicto. Evite los simplismos sabiendo que toda situación de apuro, requiere diálogo, apertura, madurez y buena voluntad.

Aplicación Práctica: El fungir como intermediario/a en las relaciones humanas es un arte y don que no todos poseen. La mayoría de los conflictos que surgen en el ámbito de la pastoral tienen que ver con sentimientos heridos. Y esto lo referimos a personalismos que surgen por expectativas irreales o injustas. Por ejemplo, cuando el Párroco, la Religiosa, el Diácono u otra persona en autoridad, no responde o no complace a alguna petición de alguien o de algún grupo, surge de inmediato una reacción negativa. Se interpreta prejuicio, favoritismo, intereses creados o alguna otra razón poco evangélica. Más difícil aún cuando el conflicto surge por las tensiones normales entre grupos raciales y multiculturales. Estese pendiente a las tensiones socio-políticas que históricamente han existido entre grupos nacionales o étnicos, e.g. Colombia vs Venezuela. En la actualidad, pudiese darse tensión entre el grupo que fundó la parroquia y los recién llegados que pudieran ser considerados como intrusos.

9. Aprenda a pedir perdón. No existen garantías en el ministerio de liderazgo, excepto la garantía de que se cometerán errores. El errar fluye del atrevimiento del riesgo. Y solo se arriesgan corazones convencidos del amor de Dios. Es la confianza de actuar con creatividad, con visión, con firmeza y ternura, sabiendo bien que Dios no le pedirá nada adonde Su gracia no le acompañe. El perdón es una decisión racional. Superando el sentimiento herido, se valora y atesora las consecuencias de la reconciliación más que el dolor de la ofensa y agravio.

Aplicación Práctica: La misma sensibilidad y apertura que enriquecen a un líder, constituyen también su mayor riesgo. La preocupación pastoral se hace vulnerable ante la posible ingratitud e inconsideración de aquellos que uno sirve con dedicación. No es cuestión de negar cuanto duelen los agravios que surgen, es más bien cuestión de reconocer que son parte del precio que hay que pagar por ser una figura pública. Tanto el perdonar a los demás como perdonarse a uno/a mismo/a, requiere un esfuerzo constante de no perder de vista de qué se trata. El ministerio no es sobre “mis necesidades afectivas o emocionales”, no es porque me trae tanta satisfacción personal, sino sobre la vocación recibida. El llamado es del Espíritu y es el Espíritu el que en último caso tiene que prevalecer. Toda disponibilidad de perdonar depende de la capacidad racional (no emocional) de tomar una decisión. Y eso es consecuente a la madurez de la persona.

10. Enamórese del Amor. El liderazgo de servicio puede tener variación de motivación. Se sirve: por la recompensa de un buen salario; o por la satisfacción que trae el servir; o por la necesidad de ser necesitado/a; o por la obligación de un compromiso libremente hecho; o como un favor, desde un corazón generoso. ¡Y así por el estilo! La mejor motivación es la de vivir enamorado/a de Dios, (el Amado según la gran Santa Teresa), quien es origen y meta de toda acción de entrega personal. Cuando el Trovador perdió su ilusión por la canción que cantaba, perdió la razón de ser de su vida.

Aplicación Práctica: Podría interpretarse como un “romanticismo idílico” eso de hablar de estar enamorado. Pero la verdad inescapable es que cuando en el ministerio de liderazgo se pierde de vista el por qué uno libremente escogió servir, se agregan un sinnúmero de motivaciones innobles, poco dignas del evangelio. El ejercer el ministerio cual sea, implica que todo lo que se hace, se hace “in persona Christi”, atreviéndose a utilizar aquí esa frase que a modo exclusivo se aplica al sacerdocio ministerial. No se actúa para ganar puntos con la Jerarquía, ni para buscar promociones sórdidas. En lo referente al ministerio laical, sirva de analogía muy clara que en el ministerio ocurre como en el matrimonio. Una vez que el amor se pierde, se gasta o se muere, la relación conyugal se reduce a un “utilitarismo fatal”. Es un fastidio de calaña barata el estar casado/a sin amor…y el servir sin amor. En el ministerio de la Iglesia de Jesucristo, sea quien sea quien sirviendo perdió la ilusión, se pudiera decir que lamentablemente… ¡sirviendo se murió en vida!


(Ideas inspiradas en un escrito del Padre Ron Rolheiser, OMI, actual Presidente de la Escuela de Teología de los Oblatos, en San Antonio, Texas).
Padre Domingo Rodriguez, ST

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