Monday, August 31, 2015

El Papa dice que necesitamos un corazon limpio para poder encontrar a Dios

* «Pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen Santa, darnos un corazón puro, libre de toda hipocresía. Este es el adjetivo que Jesús da a los fariseos:  “hipócritas”, porque dicen una cosa y hacen otra. Un corazón libre de hipocresía,  para que seamos capaces de vivir según el espíritu de la ley y alcanzar su finalidad, que es el amor»

* «Lamentablemente también en los días pasados, numerosos inmigrantes han perdido la vida en sus terribles viajes… A Dios le pedimos de ayudarnos a cooperar con eficacia para impedir estos crímenes que ofenden a toda la familia humana»
  “El cumplimiento literal de los preceptos es estéril si no cambia el corazón y no se traduce en actos concretos”,afirmó el Papa Francisco en sus palabras, antes del rezo mariano, del XXII domingo del Tiempo Ordinario, dirigiéndose a los miles de fieles y peregrinos de tantas partes del mundo, que una vez más se dieron cita en la Plaza de San Pedro, deseosos de escuchar sus palabras.
El Obispo Roma, comentando el Evangelio de San Marcos, que la liturgia presenta este último domingo de agosto, destacó que “sin un corazón purificado, no se pueden tener manos verdaderamente limpias y labios que pronuncien palabras sinceras de amor, de misericordia, de perdón”.
El Papa Francisco, después de rezar el Ángelus, hizo un apremiante llamamiento ante la dramática situación humanitaria de los migrantes, que en “los días pasados numerosos de ellos perdieron la vida en los terribles viajes”,  y ha pedido“colaborar con eficacia para impedir estos crímenes, que ofenden a la entera familia humana”. En el vídeo superior se escucha y visualiza la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El Evangelio de este domingo presenta una disputa entre Jesús y algunos fariseos y escribas. La discusión se refiere al valor de la «tradición de los antepasados» (Mc 7,3) que Jesús, refiriéndose al profeta Isaías, define «preceptos de hombres» (v. 7) y que jamás deben tomar el lugar del «mandamiento de Dios» (v. 8). Las antiguas prescripciones en cuestión comprendían no sólo los preceptos de Dios revelados a Moisés, sino una serie de dictámenes que especificaban las indicaciones de la ley mosaica. Los interlocutores aplicaban tales normas de manera más bien escrupulosa y las presentaban como expresión de auténtica religiosidad. Por lo tanto, recriminan a Jesús y a sus discípulos la transgresión de aquellas, de manera particular las que se referían a la purificación exterior del cuerpo (cfr v. 5).  La respuesta de Jesús tiene la fuerza de un pronunciamiento profético: «Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres» (v. 8).  Son palabras que nos colman de admiración por nuestro Maestro: sentimos que en Él está la verdad y que su sabiduría nos libra de los prejuicios.
Pero ¡atención! Con estas palabras, Jesús quiere poner en guardia también a nosotros, hoy, del considerar que la observancia exterior de la ley sea suficiente para ser buenos cristianos. Como en ese entonces para los fariseos, existe también para nosotros el peligro de creernos en lo correcto, o peor, mejores de los otros por el sólo hecho de observar las reglas, las usanzas, también si no amamos al prójimo, somos duros de corazón, somos soberbios y orgullosos. La observancia literal de los preceptos es algo estéril si no cambia el corazón y no se traduce en actitudes concretas: abrirse al encuentro con Dios y a su Palabra, buscar la justicia y  la paz, socorrer a los pobres, a los débiles,  a los oprimidos. Todos sabemos: en nuestras comunidades, en nuestras parroquias, en nuestros barrios, cuánto daño hacen a la Iglesia y son motivo de escándalo, aquellas personas que se profesan tan católicas y van a menudo a la iglesia, pero después, en su vida cotidiana descuidan a la familia, hablan mal de los demás, etc.  Esto es lo que Jesús condena porque es un anti testimonio cristiano
Continuando con su exhortación, Jesús focaliza la atención sobre un aspecto más profundo y afirma: «Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre» (v. 15). De esta manera subraya el primado de la interioridad, el primado del “corazón”:  no son las cosas exteriores las que nos hacen o no santos, sino el corazón que expresa nuestras intenciones, nuestras elecciones y el deseo de hacerlo todo por amor de Dios. Las actitudes exteriores son la consecuencia de lo que hemos decidido en el corazón. No al revés. Con actitudes exteriores. Si el corazón no cambia, no somos buenos cristianos. La frontera entre el bien y el mal no pasa fuera de nosotros sino más bien dentro de nosotros, podemos preguntarnos: ¿dónde está mi corazón?  Jesús decía: “tu tesoro está donde está tu corazón”. ¿Cúal es mi tesoro? ¿Es Jesús y su doctrina?  Entonces el corazón es bueno.  O el tesoro ¿es otra cosa? Por lo tanto, es el corazón el que debe ser purificado y debe convertirse. Sin un corazón purificado, no se pueden tener manos verdaderamente limpias y labios que pronuncian palabras sinceras de amor - todo tiene un doblez, una doble vida-, labios que pronuncian palabras de misericordia, de perdón. Esto lo puede hacer solamente el corazón sincero y purificado.
Pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen Santa, darnos un corazón puro, libre de toda hipocresía. Este es el adjetivo que Jesús da a los fariseos:  “hipócritas”, porque dicen una cosa y hacen otra. Un corazón libre de hipocresía,  para que seamos capaces de vivir según el espíritu de la ley y alcanzar su finalidad, que es el amor.
(Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:)
Vídeo fragmento del apremiante llamamiento del Papa: "A la comunidad internacional le pido que haga algo para que se ponga fin a las violencias y abusos contra los cristianos"
Queridos hermanos y hermanas,
Ayer en Harisa, en el Líbano, fue proclamado beato el obispo siro-católico Flaviano Miguel Melki, mártir. En el contexto de una tremenda presecución contra los cristianos, él fue defensor incansable de los derechos de su pueblo, exhortando a todos a que permanecieran firmes en la fe.
También hoy, queridos hermanos y hermanas, en Oriente Medio y en otras partes del mundo los cristianos son perseguidos. La beatificación de este obispo mártir infunda en ellos consolación, coraje y esperanza. Hay más mártires de los que hubo en los primeros siglos.
Pero sea también un estímulo a los legisladores y gobernantes para que sea asegurada en todas partes la libertad religiosa; y a la comunidad internacional le pido que haga algo para que se ponga fin a las violencias y abusos.

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Lamentablemente también en los días pasados, numerosos inmigrantes han perdido la vida en sus terribles viajes. Para todos estos hermanos y hermanas, rezo e invito a rezar. En particular me uno al cardenal Schönborn --que hoy está aquí presente-- y a toda la Iglesia en Austria, en la oración por las 71 víctimas entre las cuales 4 niños, encontradas en un camión en el autopista Budapest-Viena. Encomendamos cada una de ellas a la misericordia de Dios, y a Él le pedimos de ayudarnos a cooperar con eficacia para impedir estos crímenes que ofenden a toda la familia humana. Recemos en silencio por estos inmigrantes que sufren y por aquellos que han perdido la vida (Instantes de silencio).
Saludo a los peregrinos que provienen de Italia y desde tantas partes del mundo, en particular a los scout de Lisboa, ¿Dónde están? y los fieles de Zara (Croacia). Saludo a los fieles de Verona y Bagnolo de Norgarole; a los jóvenes de la diócesis de Vicenza, a los de Rovato y a los de la parroquia de San Galdino en Milán; y a los niños de Salzano y de Arconate.
A todos les deseo un buen domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

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