Tuesday, January 07, 2014

espiritualidad y espiritualidades

ESPIRITUALIDAD Y ESPIRITUALIDADES 

Espiritualidad y espiritualidad cristiana

1. El espíritu de una persona es lo profundo y dinámico de su propio ser: sus motivaciones mayores y últimas, su ideal, su utopía, su pasión, la mística por la cual vive y lucha y con la cual contagia.
Espíritu, es el sustantivo concreto, y espiritualidad es el sustantivo abstracto. En el lenguaje común se usan indistintamente: Fulano tiene mucho espíritu, tiene una espiritualidad profunda. Cuando decimos de alguien que no tiene espíritu, queremos afirmar que no tiene pasión, ideal, vida profunda. Más que una persona es un tronco, es una máquina.

2. La espiritualidad es patrimonio de todos los seres humanos. Toda persona está animada por una espiritualidad o por otra, porque todo ser humano -cristiano o no, religioso o no- es un ser también fundamentalmente espiritual.
Ahora bien, si entendemos la palabra “religión” como una referencia explícita a Dios, habremos de reconocer que hay espiritualidades no religiosas, personas con mucha espiritualidad, con profundos ideales de lucha y de servicio, que son ateas, o agnósticas.

3. A la luz de la fe cristiana (hay una fe religiosa quechua, fe religiosa islámica, fe religiosa hindú) nosotros descubrimos la presencia de Dios en el cosmos, en la vida humana y en la historia como amor gratuito y salvación precisamente porque Jesús, hijo de Dios e hijo de María de Nazaret, con su palabra, actividad, muerte y resurrección, nos hace entrar vitalmente en ese descubrimiento. A partir de este encuentro de fe, nuestra espiritualidad solo puede ser “religiosa” (como vuelta hacia el Dios vivo, revelado por Jesús) e incluso “cristiana” (como seguimiento del propio Jesús).

4. Toda nuestra vida es: una problemática (a partir de la fe, un misterio); un desafío (a partir de la fe, una misión); un espacio (a partir de la fe, don, gracia); que debemos asumir con ciertas actitudes (generadas por ciertos actos que, a su vez, generan otros); a través de ciertas mediaciones (psicológicas, sociológicas, políticas, pastorales, evangélicas…); con vistas a la opción fundamental, que dará sentido, fuerza, alegría y victoria a nuestra vida.

Por ello, la espiritualidad cristiana es, por definición, la espiritualidad de Jesús, según su espíritu. Su opción deberá ser nuestra opción, sus actitudes nuestras actitudes, su práctica, nuestra práctica. Una espiritualidad es cristiana cuando nos pone en relación personal con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo. Es vida en el Espíritu y según el Espíritu. Es Dios quien tiene la iniciativa, Dios es quien ama primero: si nosotros podemos amar a alguien de verdad, es porque hemos sido amados primero por Dios.

5.El Espíritu no se puede aferrar, sopla donde quiere (Jn 3,8). Pero eso no se opone a la historicidad, a la constante “encarnación” del Espíritu. La historia de la salvación esta transida de la acción del Espíritu, desde el Génesis hasta hoy. La espiritualidad, en términos generales, es el encuentro del Espíritu con el pueblo cristiano, un pueblo preciso, con sus aspiraciones, luchas, cultura, opciones cristianas y misioneras. Este encuentro se realiza en la comunidad de la Iglesia, y genera una mística.

6. “La espiritualidad cristiana se parece a la humedad y al agua que mantiene empapada la hierba para ésta esté siempre verde y en crecimiento. El agua y la humedad del pasto no se ven, pero sin ellas la hierba se seca. Lo que se ve es el pasto, su verdor y su belleza, y el pasto lo que queremos cultivar. Pero para eso, sabemos que debemos regarlo y mantenerlo húmedo”
(Segundo Galilea en el libro “Mi vida en el diálogo con un obrero” explicaba a un obrero, con esta sencilla parábola, lo qué era para él su vida cristiana.)

Espiritualidad cristiana como mística, practica y actitud

7. Para que la espiritualidad sea la inspiración y garantía evangélica que acompañe la permanente renovación de nuestra Iglesia, ha de recuperar lo mejor de la tradición espiritual de la Iglesia encarnándola en nuevas tareas y experiencias. Progresivamente el Espíritu empuja a nuestras Iglesias a una renovación, a una conversión, profunda y global. La espiritualidad no es una ciencia o una praxis más en la Iglesia. Es la "savia" de la pastoral, de la teología y de la comunidad, cualquiera que sea su "modelo". Cuando esto se olvida el resultado puede ser frustrante.

8. Habitualmente la renovación comienza por las actividades pastorales. Pues es ahí donde se experimentan primeramente lasincoherencias entre un cierto "modelo" de Iglesia y la realidad. Para la Iglesia, las motivaciones son más que esenciales, son su sello de identidad. Los "porque" de su organización y de su acción no se explican decisivamente por las ciencias humanas o la pura racionalidad histórica: se refiere a Jesús y su evangelio como la motivación global, imprescindible y dominante. Es la motivación del Espíritu.
Por eso hablar de motivaciones en el cristianismo es hablar de su mística, de espiritualidad. La renovación institucional y funcional de la Iglesia requiere una renovación de su mística.

9. Una mística requiere una fuente no contaminada de suministro. Para ello no basta mantener unos ideales y una causa en el ámbito ideológico, pues lo que le da a una mística su fuerza y su densidad es lo que ésta tiene de existencia, de experiencia vivida. La fuente de toda mística es una experiencia.

10. El creyente de hoy es más sensible a las actitudes que a las prácticas. Valoriza la fe como actitud de compromiso, y tiende a desvalorizarla como práctica religiosa. Es más sensible a la actitud interior en las virtudes más que a su práctica según ciertas normas. Le interesa el espíritu de oración, más que la práctica de la oración. De ahí algunas consecuencias. El creyente de que hablamos elude una espiritualidad "sistemática”: la práctica metódica de la oración y los sacramentos, aun la eucaristía dominical. Tiene dificultad con el sacramento de la penitencia en su forma tradicional.

11. Sin embargo, una espiritualidad de actitudes sin ejercitarse ni explicitarse termina por evaporarse. Es tan ilusoria como una práctica sin espíritu. A esto la lleva también la forma de vida moderna. Pero estos momentos fuertes de experiencia religiosa deben existir y deben preverse y elegirse. Si no, se quedan en pura aspiración, y la mística cristiana no es una mística de buenos deseos, sino de seguimiento de Cristo y de práctica de su palabra.

Espiritualidad y espiritualidades

12. Al interior de la única espiritualidad cristiana, se dan diversas “espiritualidades”, que son concreciones históricas en proyectos de vida, opciones y vocaciones diversas, de esa única espiritualidad cristiana. En todas las espiritualidades se procura siempre seguir a Jesús, pero cada una subraya o valora determinados aspectos de su mensaje y de su vida.
Una espiritualidad es una manera particular de entender y vivir el Evangelio. Una determinada espiritualidad en la historia no es otra cosa que una modalidad válida de vivir la fe cristiana

13. Esta manera concreta de vivir la vocación cristiana está condicionada por un tiempo, por un “humus”, por unas circunstancias históricas y culturales. Puede ser encarnada en un determinado grupo y prolongada a través de la historia, enriqueciéndose o empobreciéndose.  

14. Sobre todo lo que caracteriza a una espiritualidad particular es un cierto número de acentos o énfasis en aspectos particulares de la vida y la fe cristianas. Ciertamente esos acentos o modulaciones crean una “totalidad”, un conjunto, unificando de una manera equilibrada los elementos esenciales de una vida cristiana sólida. Se trata de una “reordenación de los grandes ejes de la vida cristiana en función del momento presente” (G. Gutiérrez).

15. Cada espiritualidad tiene sus raíces en una profunda experiencia espiritual. Es una experiencia doble: una experiencia de la vida interior de alguien (fundador/a) y una experiencia de iniciación espiritual de los primeros discípulos, ambas satisfactorias. Así, esta experiencia original establece una determinada tradición espiritual. Es una gracia del Espíritu para el servicio a la Iglesia y a su causa: un carisma.

16. Normalmente, esta experiencia carismática de los fundadores y de la comunidad primitiva recibirá posteriormente una cierta “institucionalización” y un refrendo oficial de los pastores de la Iglesia.

17. Una espiritualidad particular está también caracterizada por una forma de “rezar” y  una determinada forma de entender y vivir la “misión”. La Iglesia que reza y la Iglesia que anuncia el Evangelio lo hace de maneras diversas.

18. Cada tradición espiritual lleva consigo normalmente ciertos “elementos pedagógicos” que expresan y tratan de alimentar dicha espiritualidad. (Por ejemplo  los “Ejercicios Espirituales” en la espiritualidad jesuítica, la Adoración en la espiritualidad SS.CC...)

19. Cada espiritualidad, cada tradición espiritual, tiene igualmente unos textos bíblicos y unas imágenes de Dios  preferidas.

Espiritualidad e historia


20. Ante la comprobación de que en su recorrer histórico, la Iglesia y su espiritualidad han ido cambiando, no su identidad, sino sus "modelos", lo cual es inevitable y sano dada la naturaleza encarnada y visible, tanto de la Iglesia como de la espiritualidad católica, podemos establecer cierto criterios generales:
-        No parece justo criticar modelos de espiritualidad pasados con la perspectiva de nuestro modelo actual de la Iglesia.
-        Ningún modelo de la Iglesia puede reclamar para sí el ser la única o mejor versión de la Iglesia católica querida por Cristo.
-        En la Iglesia católica los cambios profundos que llevan a "modelos nuevos" se dan por integración y no por ruptura.
-        La globalidad y la coherencia de los cambios en los modelos de Iglesia, no sólo afectan sus instituciones y su actividad visibles, sino también la mentalidad, el modelo de teología, y consiguientemente el modelo de espiritualidad.
21. Hay una profunda relación entre la fe cristiana y las culturas, corroborada por la experiencia secular de la Iglesia. Las culturas influyen en la fe y la espiritualidad de la siguiente manera:
-        En las verdades y valores que se acentúan o descuidan. Esta mutua influencia entre fe y cultura es tanto mayor cuanto más arraigada esté la fe católica en las culturas.
-        En la forma de expresarse (el "lenguaje total") de la fe.
-        En la interpretación y simbología de la experiencia cristiana. En mensaje cristiano es recibido al modo de cada cultura, lo cual lleva a interpretaciones diversas de la única experiencia y espiritualidad cristiana.
22. Los procesos históricos y los acontecimiento sociales en que los cristianos se encuentran envueltos y comprometidos en una determinada época o lugar, es también un factor de espiritualidad. Es una llamada de Dios a ciertas opciones, a ciertos valores evangélicos que van configurando en las comunidades cristianas, fieles a estos desafíos, una forma de espiritualidad.

Se trata de algo inherente a la fe cristiana, que se desarrolla y se encarna en personas, circunstancias y épocas diversas. Se trata de un evangelio capaz de asumir toda cultura y todo proceso histórico, creando nuevas formas de expresar la fe y el proceso pascual de la vida cristiana. Esto se da en tiempos de estabilidad, de inestabilidad, de paz o de injusticia.

23. Hoy se habla mucho de los nuevos “movimientos” en la Iglesia. En la historia puede distinguirse estas dos categorías: corrientes y movimientos. Entendemos por “corrientes” el entramado ideológico y los vaivenes a los que está sujeto en el devenir histórico. “Movimientos” son los diversos grupos que encarnan en una vida concreta ese entrenada ideológico. Puede ocurrir que varios “movimientos” diferentes hagan referencia a una misma “corriente”. Son como el cauce de un río (corrientes) y los diversos canales (movimientos) que salen a lo largo del mismo, recibiendo el agua del cauce.

24. Ahora bien, en la historia no todos tienen los mismos carismas, del único Espíritu, ni todos perciben los deseos, la inspiración, los caminos del único Espíritu de la misma manera. Por ello hay diversas corrientes, y diversas espiritualidades. Es parte de la riqueza de la Iglesia. Al mismo tiempo, la complementariedad y la interdependencia son necesarias para la misión de la Iglesia.

25. Igualmente habrá personas y movimientos, con todas las buenas intenciones, que también pueden percibir los deseos del Espíritu en forma errónea, y no toda forma de evolucionar en las distintas tradiciones carismáticas es acertada. El discernimiento se hace necesario. La mirada al pasado no es sino para avanzar hacia el futuro de Dios en fidelidad a las exigencias del momento presente. 

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