tocar a Dios

¿Se Puede Tocar a Dios?

 El poderoso creador de las galaxias que sostiene la armonia del cosmos, se hizo pequeño como una cigota. Se gestó en un vientre de mujer y creció desde su cuerpito de bebé en pañales, hasta el hombre fuerte, sano, libre, generoso, Hermano. Creció como un hombre común hasta abrir los brazos lo suficiente como para que entraran muchos en su abrazo, invitando a imitarlo.

Pero los que estan aferrados a las cosas y no quieren compartir con los otros, lo acribillaron para eliminarlo de la faz de la tierra.

En los textos sagrados se habla hoy un hombre amigo del acribillado, confundido, desecho, porque no se puede imaginar otra cosa que el cuerpo muerto de su amigo, exanime en la oscuridad de una tumba.

Por eso cuando los otros le dicen que lo vieron vivo, su dolor de amor, su impotencia ante el mal le impiden creer. Entonces se les presentó Él a todos juntos. El mismo acribillado, con los huecos de las heridas mortales en la carne, pero no como un muerto caminando, sino como el Resucitado. Y le ofrece sus manos y su pecho para que toque y crea, que es él mismo y no otro y que está vivo.

La mano del apóstol Tomás avanza decidida y a la vez tímidamente, las falanges tientan, las yemas de los dedos temblorosas tocan la carne del cuerpo de Cristo; a través del pecho perforado por la lanza, penetrando, palpan en la profundidad el corazón vivo y amante sus latidos y confiesa creyente: “Señor mío y Dios mío”.

Puede tocar la carne de Dios porque Dios se ha hecho carne; uno más de los nuestro.

¿Qué experiencia tienes de la carne de Cristo?

Papa Francisco invita a salir de sí mismo para tocar la carne de Cristo en el que sufre. Cristo me dice como a Tomás: “Aquí estan mis manos y mi costado. Palpa con tus dedos en los huecos de mis heridas para que creas que soy yo y que estoy vivo”.

Rezamos en el año de la fe: “Creo Señor, pero aumenta mi fe”.