Thursday, February 10, 2011

mensaje vocacional

Proponiendo Vocaciones en la Iglesia Local






"El arte de promover y de cuidar las vocaciones encuentra un luminoso
punto de referencia en las páginas del Evangelio en las que Jesús llama a
sus discípulos a seguirle y los educa con amor y esmero. (...) Antes de
llamarlos, Jesús pasó la noche a solas, en oración y en la escucha de la
voluntad del Padre. (...) Las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la
vida consagrada son primordialmente fruto de un constante contacto con el
Dios vivo y de una insistente oración que se eleva al "Señor de la mies"
tanto en las comunidades parroquiales, como en las familias cristianas y en
los cenáculos vocacionales".

"El Señor, al comienzo de su vida pública, llamó a algunos pescadores,
entregados al trabajo a orillas del lago de Galilea: "Veníos conmigo y os
haré pescadores de hombres". (...) La propuesta que Jesús hace a quienes
dice "¡Sígueme!" es ardua y exultante: los invita a entrar en su amistad, a
escuchar de cerca su Palabra y a vivir con Él; les enseña la entrega total a
Dios y a la difusión de su Reino según la ley del Evangelio"; (...) los
invita a salir de la propia voluntad cerrada en sí misma, de su idea de
autorrealización, para sumergirse en otra voluntad, la de Dios, y dejarse
guiar por ella; les hace vivir una fraternidad, que nace de esta
disponibilidad total a Dios, y que llega a ser el rasgo distintivo de la
comunidad de Jesús".

"También hoy, el seguimiento de Cristo es arduo; significa aprender a
tener la mirada de Jesús, a conocerlo íntimamente, a escucharlo en la
Palabra y a encontrarlo en los sacramentos; quiere decir aprender a
conformar la propia voluntad con la suya. Se trata de una verdadera y propia
escuela de formación para cuantos se preparan para el ministerio sacerdotal
y para la vida consagrada, bajo la guía de las autoridades eclesiásticas
competentes. El Señor no deja de llamar, en todas las edades de la vida,
para compartir su misión y servir a la Iglesia en el ministerio ordenado y
en la vida consagrada".

"Especialmente en nuestro tiempo en el que la voz del Señor parece ahogada
por "otras voces" y la propuesta de seguirlo, entregando la propia vida,
puede parecer demasiado difícil, toda comunidad cristiana, todo fiel,
debería de asumir conscientemente el compromiso de promover las vocaciones.
Es importante alentar y sostener a los que muestran claros indicios de la
llamada a la vida sacerdotal y a la consagración religiosa, para que sientan
el calor de toda la comunidad al decir "sí" a Dios y a la Iglesia. Yo mismo
los aliento, como he hecho con aquellos que se han decidido a entrar en el
Seminario".

"Conviene que cada Iglesia local sea cada vez más sensible y atenta a la
pastoral vocacional, educando en los diversos niveles: familiar, parroquial
y asociativo, principalmente a los muchachos, a las muchachas y a los
jóvenes -como hizo Jesús con los discípulos- para que madure en ellos una
genuina y afectuosa amistad con el Señor, cultivada en la oración personal y
litúrgica; para que aprendan la escucha atenta y fructífera de la Palabra de
Dios, mediante una creciente familiaridad con las Sagradas Escrituras; para
que comprendan que adentrarse en la voluntad de Dios no aniquila y no
destruye a la persona, sino que permite descubrir y seguir la verdad más
profunda sobre sí mismos; para que vivan la gratuidad y la fraternidad en
las relaciones con los otros, porque sólo abriéndose al amor de Dios es como
se encuentra la verdadera alegría y la plena realización de las propias
aspiraciones".

"Me dirijo particularmente a vosotros, queridos Hermanos en el Episcopado.
(...) El Señor necesita vuestra colaboración para que sus llamadas puedan
llegar a los corazones de quienes ha escogido. Cuidad la elección de los
agentes pastorales para el Centro Diocesano de Vocaciones. (...) Vuestra
disponibilidad hacia las diócesis con escasez de vocaciones es una bendición
de Dios para vuestras comunidades y para los fieles es testimonio de un
servicio sacerdotal que se abre generosamente a las necesidades de toda la
Iglesia".

"Me dirijo a quienes pueden ofrecer su propia contribución a la pastoral
de las vocaciones: sacerdotes, familias, catequistas, animadores. A los
sacerdotes les recomiendo que sean capaces de dar testimonio de comunión con
el Obispo y con los demás hermanos, para garantizar el humus vital a los
nuevos brotes de vocaciones sacerdotales. Que las familias estén "animadas
de espíritu de fe, de caridad y de piedad", capaces de ayudar a los hijos e
hijas a acoger con generosidad la llamada al sacerdocio y a la vida
consagrada. Los catequistas y los animadores de las asociaciones católicas y
de los movimientos eclesiales, convencidos de su misión educativa, procuren
"cultivar a los adolescentes que se les han confiado, de forma que éstos
puedan sentir y seguir con buen ánimo la vocación divina".

"Queridos hermanos y hermanas, vuestro esfuerzo en la promoción y cuidado
de las vocaciones adquiere plenitud de sentido y de eficacia pastoral cuando
se realiza en la unidad de la Iglesia y va dirigido al servicio de la
comunión".

"La capacidad de cultivar las vocaciones es un signo característico de la
vitalidad de una Iglesia local. Invocamos con confianza e insistencia la
ayuda de la Virgen María, para que, con el ejemplo de su acogida al plan
divino de la salvación y con su eficaz intercesión, se pueda difundir en el
interior de cada comunidad la disponibilidad a decir "sí" al Señor, que
llama siempre a nuevos trabajadores para su mies".

Padre Roberto Mena ST

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