Saturday, September 29, 2007

LAS TRES AVEMARIAS

de P. Roberto Mena, ST



En las Revelaciones de santa Matilde se lee que la Virgen María le dijo con relación a su petición frecuente de que la asistiera en la hora de la muerte:

Sí, lo haré; pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres avemarías, conmemorando en la primera el poder recibido del Padre eterno; en la segunda, la sabiduría con que me adornó el Hijo y, en la tercera, el amor de que me colmó el Espíritu Santo.

Esta devoción de las tres avemarías fue recomendada por algunos Papas como Pío IX, que las rezaba cada día después de cada misa. Y esta costumbre de rezar tres avemarías después de la misa, la extendió el Papa León XIII a todos los sacerdotes de la Iglesia. Muchos santos también aconsejaron esta devoción, especialmente, san Leonardo de Puerto Mauricio y san Alfonso María de Ligorio.

¡Cuántas personas han podido comprobar en su propia vida la eficacia de esta devoción de las tres avemarías! Un pequeño obsequio, ofrecido a María, nos puede obtener la salvación, aunque sólo sea un avemaría. Veamos algunos ejemplos.

- Un famoso sacerdote, que tanto escribió en la prensa francesa, con el seudónimo de Pierre L´Ermite, contaba el siguiente suceso como auténtico:

Un maestro impío había descristianizado a sus alumnos en los diferentes lugares en que había sido profesor. Al llegar la segunda guerra mundial, se unió a un grupo de fugitivos. Pero los muchos sufrimientos que debía soportar en los montes, lo llevaron a la desesperación y decidió quitarse la vida. Se separó de sus compañeros y se sentó junto a un árbol, sacando su revólver, con el que quería darse muerte. Pero, en ese momento, acordándose de una costumbre que había tenido en su infancia y que había olvidado durante 40 años, comenzó a rezar tres avemarías. Apenas terminó de rezarlas, sintió una fuerza sobrenatural y desechó la idea del suicidio uniéndose a sus compañeros. A partir de ese momento, comenzó una auténtica vida cristiana, que procuraba inculcar a todos los que encontraba. Las tres avemarías de última hora, le habían obtenido la gracia de la vida y de la conversión.

- En 1959, el padre redentorista Luis Larrauri confesó a un mudo. Dice así: Después de haber dirigido una misión popular, el hijo de un caballero me suplicó que fuera a confesar a su padre, que llevaba tres meses mudo y estaba gravísimo por efectos de una embolia. Fui a su casa y entré en la habitación del enfermo. Le dije:

- Esté usted tranquilo, yo le haré preguntas y usted me responde sí o no con la cabeza.

Entonces, el caballero rompió a llorar. Y con voz alta y distinta se confesó. ¡Yo no salía de mi asombro! Y él me dijo:

- Padre, usted va a comprender inmediatamente por qué hablo en estos momentos. Desde los diez años tomé la costumbre de rezar por la mañana y por la tarde las tres avemarías, que me aconsejaron los misioneros. Desde los catorce años, perdí toda práctica religiosa, menos las tres avemarías. Ningún día las omití, pidiendo también la gracia de no morir sin hacer una buena confesión, porque necesitaba confesarme bien desde mi primera comunión a los ocho años…

Al terminar la confesión, quedó mudo otra vez. A las doce de la noche, de ese mismo día, había muerto en la paz de Dios.

En la Santísima Trinidad:
Padre Roberto Mena, S.T

1 comment:

Anonymous said...

Exelente esta devocion yo la practico desde hace muchos años; la Madre si que da pruebas de su eficacia trato de compartirla con amigos conocidos y desconocidos, en internet, por correo etc. en el blog donde comparto la devocion tambien podeis ver mi testimonio de como me encontre con la devocion:
http://lastresavemarias.blogspot.com/