Thursday, May 24, 2012

Virgen Maria Auxiliadora, 24 de mayo

María Auxiliadora Historia de la devoción a María Auxiliadora en la Iglesia Antigua. Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo". Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia). En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto". San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo. El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan" y así cumplamos lo que dijo Cristo: "Dad al gobernante lo que es del gobernante" y lo que dijo Jeremías: "Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien". En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo". San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La "Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte". San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda". La batalla de Lepanto. En el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las otras. Y ellos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir a la misma Roma. Fue entonces cuando el Sumo Pontífice Pío V, gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un buen ejército y se fueron en busca del enemigo. El 7 de octubre de 1572, se encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los mahometanos tenían 282 barcos y 88,000 soldados. Los cristianos eran inferiores en número. Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron como un huracán en busca del ejército contrario. Al principio la batalla era desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban, y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela o sea movidos por el viento. Pero luego - de manera admirable - el viento cambió de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga tremenda y en poco rato derrotaron por completo a sus adversarios. Es de notar, que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario. En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS. El Papa y Napoleón. El siglo pasado sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica". Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios. San Juan Bosco y María Auxiliadora. El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora. Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares. San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros". El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.

el Papa Benedicto nos pide ser amigos de Dios

APRENDAMOS A DISFRUTAR EN LA ORACIÓN DE LA BELLEZA DE SER AMIGOS DE DIOS' Palabras de Benedicto XVI en la Audiencia General CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 23 mayo 2012 - La Audiencia General de esta mañana tuvo lugar a las 10,30 en la plaza de San Pedro, donde Benedicto XVI se encontró con grupos de peregrinos y fieles llegados de Italia y del mundo. En el discurso en lengua italiana, el papa, siguiendo su catequesis sobre la oración en las Cartas de San Pablo, ha centrado su meditación en el tema "El Espíritu y el abbà de los creyentes". El papa en su discurso ha recordado que Jesús nunca perdió su fe en el Padre y en Getsemaní, cuando siente la angustia de la muerte, su oración es: "Abba!, ¡Padre!". Desde las primeras etapas de su camino, dijo Benedicto XVI, "la Iglesia ha acogido esta invocación y la ha hecho propia, sobre todo en la oración del Padre Nuestro, en la cual decimos todos los días: "Padre... Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo". Recordó que, en las cartas de san Pablo lo encontramos dos veces. "El cristianismo --afirmó el santo padre- no es una religión del miedo, sino de la confianza y del amor al Padre que nos ama. Estas dos afirmaciones densas nos hablan del envío y de la recepción del Espíritu Santo, el don del Resucitado, que nos hace hijos en Cristo, el Hijo unigénito, y nos coloca en una relación filial con Dios". "Tal vez el hombre moderno --subrayó Benedicto XVI- no percibe la belleza, la grandeza y el profundo consuelo contenidos en la palabra 'padre' con la que podemos dirigirnos a Dios en la oración, porque la figura paterna a menudo hoy no está suficientemente presente, y a menudo no es suficientemente positiva en la vida diaria". "La ausencia del padre, el problema de un padre no presente en la vida del niño es un gran problema de nuestro tiempo, por lo que se hace difícil entender en profundidad qué significa que Dios sea Padre para nosotros". El papa se detuvo a considerar la paternidad de Dios, "para que podamos dejarnos calentar el corazón con esta realidad profunda que Jesús nos ha hecho conocer plenamente y para que se nutra nuestra oración". Afirmó que en Dios el ser Padre tiene dos dimensiones: "En primer lugar, Dios es nuestro Padre, porque Él es nuestro Creador. Cada uno de nosotros, cada hombre y mujer es un milagro de Dios, es querido por Él, y es conocido personalmente por Él". Pero esto no es suficiente, añadió: "El Espíritu de Cristo nos abre a una segunda dimensión de la paternidad de Dios, más allá de la creación, porque Jesús es el 'Hijo' en el sentido pleno, 'de la misma sustancia del Padre', como profesamos en el Credo. Convirtiéndose en un ser humano como nosotros, con la encarnación, muerte y resurrección, Jesús a su vez nos recibe en su humanidad y en su mismo ser de Hijo, para que así nosotros podamos entrar en su específica pertenencia a Dios". El papa concluyó exhortando a aprender "a disfrutar en nuestra oración de la belleza de ser amigos, también hijos de Dios, de poderlo invocar con la confianza que tiene un niño con los padres que lo aman. Abramos nuestra oración a la acción del Espíritu Santo para que grite en nosotros a Dios "¡Abba!¡ Padre!", y para que nuestra oración cambie, convierta constantemente nuestro pensamiento, nuestra acción, para que se vuelva conforme a la del Hijo Unigénito, Jesucristo". Al acabar su discurso, el papa se dirigió a los distintos grupos de peregrinos en su lengua. A los peregrinos de habla española les dijo: "Dentro de las catequesis sobre la oración que estamos desarrollando, hoy quisiera resaltar un aspecto que Jesús mismo nos enseñó al llamar a Dios Abbá, Padre, con la sencillez, el respeto, la confianza y el afecto de un niño con sus padres. La Iglesia ha acogido esta invocación, que nosotros repetimos en el Padre nuestro, porque el Espíritu Santo nos lo inspira en nuestro corazón. Sí, el poder llamar Padre a Dios es un don inestimable. No sólo reconocemos en él al Creador de nuestros días, sino a quien nos conoce a cada uno por nombre, se cuida siempre de nosotros y nos ama inmensamente, como nadie en el mundo es capaz de amar. Así, pues, en la oración entramos en un trato de intimidad y familiaridad con un Dios personal, que nos ha querido hacer partícipes de la plenitud de la vida que nunca nos abandona. En la plegaria, no sólo nos dirigimos a Dios, sino que entramos en una relación recíproca con él. Una relación en la que nunca estamos solos: nos acompaña Cristo en persona, el Hijo de Dios por naturaleza; y también la comunidad cristiana, con toda la diversidad y riqueza de sus carismas, como familia de los hijos de Dios. Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España, Argentina, El Salvador, México y otros países latinoamericanos. Que Dios, nuestro Padre, aliente nuestro coloquio frecuente y devoto con él".

Wednesday, May 16, 2012

declaracion de obispos de EEUU sobre libertad religiosa

Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos Comité Ad Hoc de Libertad Religiosa La primera y más preciada de nuestras libertades Declaración sobre la libertad religiosa Somos católicos. Somos norteamericanos. Estamos orgullosos de esto y agradecidos por el regalo de la fe que poseemos como discípulos cristianos. Y también estamos agradecidos por el regalo de la libertad que tenemos como norteamericanos. Ser católico y norteamericano debería significar no tener que elegir entre uno o el otro. Nuestros compromisos son diferentes pe ro no deben ser contradictorios sino que deben complementarse. Las enseñanzas de nuestra fe católica nos obligan a trabajar junto a nuestros conciudadanos por el bien común de todos los que vivimos en este país. Esta es la base de nuestra nación y de nuestra Constitución, la que garantiza a los ciudadanos de todas las creencias religiosas el derecho a contribuir a una vida en común. La libertad no es solamente para los norteamericanos, pero la consideramos como algo especial de nuestra herencia por la que se luchó a un alto precio, y que nosotros ahora debemos proteger. Somos pues administradores de este regalo, no solamente para nosotros, sino para todas las naciones y pueblos que desean ser libres. Durante muchas generaciones los católicos de Norteamérica han cumplido admirablemente el deber de salvaguardar la libertad. James Gibbons, Arzobispo de Baltimore, durante su visita a Roma en 1877 para r ecibir el solideo púrpura y ser nombrado segundo cardenal de la Iglesia católica en Norteamérica, defendió la herencia americana de la libertad religiosa. Hablando del gran progreso que la Iglesia Católica había realizado en los Estados Unidos, Gibbons se lo atribuyó a “las libertades civiles que disfrutamos en nuestra ilustre república”. Y luego hizo una declaración más audaz cuando dijo que “en medio de esta maravillosa atmósfera de libertad, [la Iglesia] florece como una rosa” (Cardenal James Gibbons durante su alocución, después de tomar posesión de Santa Maria in Trastevere, 25 de marzo 1887). Mucho antes del Cardenal Gibbons, los católicos en Norteamérica ya habían sido defensores de la libertad religiosa. En sus enseñanzas sobre la libertad religiosa, el Concilio Vaticano II utilizó la experiencia de los Estados Unidos como punto de referencia. Esta libertad religiosa ha sido uno de los grandes orgullos de la Iglesia en este país. Hemos sido acérrimos defensores de la libertad religiosa en el pasado, y tenemos el deber sagrado de seguir siéndolo hoy. Cuando nuestras libertades son amenazadas debemos hablarlo abiertamente entre nosotros, y ese momento ha llegado. Como obispos católicos y como ciudadanos norteamericanos hacemos un llamado urgente a nuestros hermanos católicos norteamericanos para que estén en guardia en este momento en que la libertad religiosa está siendo atacada tanto en nuestro país como en el extranjero. Advertimos que esto sucede cerca de nosotros y lejos de nosotros. El Papa Benedicto XVI habló recientemente sobre su preocupación de que la libertad religiosa en los Estados Unidos se estaba debilitando. La llamó “la más preciada de las libertades americanas& rdquo;, y verdaderamente lo es. Con más razón tenemos que prestar atención a las advertencias del Santo Padre -amigo y aliado de Norteamérica en la defensa por la libertad, - quien en su reciente discurso a los obispos de los Estados Unidos nos dice: Son especialmente preocupantes ciertos intentos de limitar la libertad más apreciada en Estados Unidos: la libertad de religión. Muchos de vosotros habéis puesto de relieve que se han llevado a cabo esfuerzos concertados para negar el derecho de objeción de conciencia de los individuos y de las instituciones católicas en lo que respecta a la cooperación en prácticas intrínsecamente malas. Otros me habéis hablado de una preocupante tendencia a reducir la libertad de religión a una mera libertad de culto, sin garantías de respeto de la libertad de conciencia. En todo ello, una vez más, vemos la necesidad de un laica do católico comprometido, articulado y bien formado, dotado de un fuerte sentido critico frente a la cultura dominante y de la valentía de contrarrestar un laicismo reductivo que quisiera deslegitimar la participación de la Iglesia en el debate publico sobre cuestiones decisivas para el futuro de la sociedad estadounidense (Benedicto XVI, Discurso a los Obispos de los Estados Unidos durante su visita Ad Limina, 19 de enero de 2012). Atacada la Libertad Religiosa-Ejemplos Concretos ¿Está siendo amenazada la más preciada de nuestras libertades? Tristemente sí lo está. Es una disputa teológica y legal con verdaderas consecuencias a nivel mundial. Consideremos lo siguiente: El mandato de la HHS sobre anticoncepción, esterilización y drogas abortivas. El mandato del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS por sus siglas en inglés) ha recibido una amplia atención, y ha encontrado nuestra más vigorosa y unificada oposición. De forma sin precedentes en la historia de los Estados Unidos, el gobierno federal obligará a las instituciones religiosas a facilitar y pagar por algo que es contrario a sus enseñanzas morales, pretendiendo definir cuáles instituciones religiosas son “suficientemente religiosas” como para ameritar la protección de su libertad religiosa. Estas peculiaridades de los “servicios preventivos” del mandato de la HHS hacen que esta sea una ley injusta. El Designado Arzobispo William Lori de Baltimore, Presidente de nuestro Comité Ad Hoc de Libertad Religiosa, testificó ante el Congreso, diciendo: “Esto no es un asunto de que si el gobierno deba prohibir la anticoncepción. No es siquiera un asunto de que si la anticoncepción deba ser apoyada por el gobierno. Se trata de que si las personas e instituciones reli giosas deben ser forzadas por el gobierno a proveer cobertura de anticonceptivos o esterilización, aun cuando estas prácticas violen sus creencias religiosas” (Reverendísimo William E. Lori, Director del Comité Ad Hoc de Libertades Religiosas de la USCCB. Testimonio oral ante el Comité Judicial de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, 28 de febrero de 2012). Leyes estatales de inmigración. Recientemente algunos estados han pasado leyes que prohíben lo que el gobierno considera como “amparo” a inmigrantes indocumentados, y que la Iglesia considera como caridad cristiana y cuidado pastoral de esos inmigrantes. Quizás el más notable de todos los estados es Alabama, donde los obispos católicos, en cooperación con los obispos episcopales y metodistas de ese estado, han presentado una demanda contra esta ley. La demanda expresa: Es con tristeza que presentam os esta acción legal pero con un profundo conocimiento de que como personas de fe, no tenemos otra alternativa que defender el derecho al libre ejercicio de la religión que se nos ha dado como ciudadanos de Alabama [...] La ley convierte en ilegal el ejercicio de nuestra religión cristiana la cual, como ciudadanos de Alabama, tenemos el derecho a practicar. La ley prohíbe casi todo lo que podría resultar en ayuda a un inmigrante indocumentado, o a alentar a que un inmigrante indocumentado resida en Alabama. Esta nueva ley de Alabama hace ilegal que un sacerdote católico bautice, escuche la confesión, administre la unción de los enfermos, o predique la palabra de Dios a un inmigrante indocumentado. Tampoco se nos permite animarlos a que asistan a Misa o a que los transportemos a Misa. Es ilegal dejar que asistan a reuniones de grupos de adultos que estudian las escrituras, o a clases de doctrina cristiana o de catecismo los domin gos. Es ilegal que un clérigo lo aconseje en momentos de dificultad o en preparación para el matrimonio. Es ilegal que vengan inmigrantes indocumentados a las reuniones de Alcohólicos Anónimos o que asistan a otras reuniones de grupos de rehabilitación en nuestras iglesias (Reverendísimo Thomas J. Rodi, Arzobispo de Mobile, 1 de agosto de 2011). Modificación en la estructura y el gobierno de la Iglesia. En el 2009, el Comité Judicial de la Legislatura de Connecticut propuso un proyecto de ley que hubiera forzado a las parroquias católicas a ser restructuradas de acuerdo a un modelo congregacional -evocando una controversia del siglo diecinueve sobre administración parroquial laical,- e insinuando las pretensiones del gobierno federal a en los años venideros definir para la Iglesia lo que son un “ministro religioso” y un “empleador religioso”. Estudiantes cristian os en el campus universitario. Por primera vez en sus más de cien años de historia, la Facultad de Derecho de la Universidad de Hastings en California, le ha negado categoría de organización estudiantil a un solo grupo: la Christian Legal Society, porque esta organización requería que sus directores fueran cristianos, y que se abstuvieran de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Servicios católicos de cuidado tutelar y de adopción. Las ciudades de Boston y San Francisco, el Distrito de Columbia y el estado de Illinois han hecho que las Caridades Católicas (Catholic Charities en Inglés) no puedan ofrecer servicios de adopción y de cuidado tutelar revocándoles sus licencias, cancelando contratos gubernamentales, o ambas cosas -porque las Caridades Católicas se han negado a situar a niños en hogares con parejas del mismo sexo, o con parejas de ambos sexos pero que cohabi tan juntos sin haberse casado. Discriminación contra las pequeñas congregaciones de iglesias. La ciudad de Nueva York promulgó una ley que prohibió a la Bronx Household of Faith y a otras sesenta iglesias, rentar escuelas públicas los fines de semana para llevar a cabo allí servicios religiosos. Sin embargo, los grupos que no son religiosos pueden rentar los mismos colegios para una diversidad de usos. Aunque esto no afectaría frecuentemente a las parroquias católicas, quienes por regla general son propietarias de sus edificios, si resultaría devastador para muchas congregaciones pequeñas. Esto un simple caso de discriminación contra los creyentes. Discriminación contra los servicios humanitarios católicos. A pesar de que el Departamento de Servicios de Inmigración y de Refugiados de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos ha desempe&nti lde;ado de manera excelente su labor en la administración de contratos de servicios para las víctimas del tráfico humano, el gobierno federal ha cambiado los requisitos en su contrato y ahora obliga a que ofrezcamos o remitamos a estas personas a servicios de anticoncepción y de abortos, que son servicios que violan las enseñanzas católicas. Las instituciones religiosas no deben ser descalificadas de un contrato gubernamental por sus creencias religiosas, y no tienen porqué perder su identidad religiosa o su libertad cuando firman esos contratos. Sin embargo, una corte federal en Massachusetts ha cambiado el significado de lo que es libertad religiosa, y desde entonces declara que esa descalificación es requerida por la Primera Enmienda a la Constitución Americana ya que el gobierno, de cierta forma, viola la libertad religiosa cuando permite que las organizaciones católicas entablen contratos consistentes con sus creencias sobre anticonceptivos y abortos. Libertad religiosa es más que libertad de culto La libertad religiosa no consiste solamente en asistir a Misa el domingo, o rezar el rosario en el hogar. Se trata de poder contribuir al bien común de todos los norteamericanos. ¿Pero, podemos hacer el bien que nuestras creencias nos indican debemos hacer sin tener que claudicar en esas mismas creencias? Si no se entiende lo que es la libertad religiosa, los norteamericanos estarán en desventaja al faltarles contribuciones esenciales como son la educación, el cuidado de la salud, el dar de comer a los hambrientos, las libertades civiles y los servicios sociales, contribuciones que los norteamericanos creyentes realizan cada día, tanto aquí en nuestro país como en el extranjero. Lo que está en juego es si Norteamérica continuará teniendo una sociedad civil libre, creativa y fuert e, o si será el estado el que determine quién puede contribuir al bien común, y como lo podrá hacer. Los creyentes constituyen parte de la sociedad civil de los Estados Unidos, que incluye a vecinos que se ayudan mutuamente, a asociaciones comunitarias, fraternidades, ligas de deportes y grupos juveniles. Estos norteamericanos contribuyen a nuestra vida en comunidad y no necesitan permiso del gobierno para hacerlo. Las restricciones a las libertades religiosas son un ataque a la sociedad civil y al ingenio de los norteamericanos para crear asociaciones voluntarias. La Unión de Congregaciones Ortodoxas Judías de América emitió una declaración sobre el mandato de la Administración con relación a los anticonceptivos y la esterilización que refleja exactamente el peligro al que nos enfrentamos: Muy preocupante es la lógica empleada por la Administración al tomar su decisi&oacut e;n que aparenta ser la de si una entidad religiosa no trabaja de forma individual, sino que está comprometida con la sociedad, entonces pierde sus libertades y su carácter de ser “religiosa” y libre. Muchas religiones creen firmemente que deben estar abiertas y comprometidas con la sociedad y con sus conciudadanos de otros credos. El mandato de la Administración hace que esta forma abierta de funcionar sea una violación. Esto es profundamente decepcionante (Union of Orthodox Jewish Congregations. Declaración del 24 de enero de 2012). Este no es un asunto católico. Este no es un asunto judío. Este no es un asunto ortodoxo, mormón o musulmán. Este es un asunto de los norteamericanos. La Más Preciada de las Libertades de Norteamérica En 1634 un grupo de colonos católicos y protestantes llegaron de Inglaterra a la isla de St. Clement, en el sur de Maryland, a b ordo de los buques Ark y Dove. Habían venido invitados por el católico Lord Baltimore a quien el rey protestante, Charles I de Inglaterra, le había entregado Maryland con el fin de que allí se estableciera una sociedad donde personas de diferentes credos pudieran convivir en paz. Esta idea pronto fue legislada en Maryland en 1649, y conocida como el Decreto sobre la Religión (también llamado Decreto de Tolerancia), y que fue la primera ley que se decretó en nuestra nación para proteger los derechos de libertad de conciencia del individuo. La antigua historia de Maryland nos enseña que, al igual que cualquier otra libertad, la libertad religiosa requiere vigilancia y protección continua, de lo contrario puede desaparecer. Pero el experimento de tolerancia religiosa de Maryland terminó unas pocas décadas más tarde. La colonia de pobladores fue colocada bajo la autoridad del rey, y la Igles ia de Inglaterra se convirtió en la religión oficial. Se implantaron leyes discriminatorias, incluyendo la pérdida de derechos políticos contra los que se negaran a cumplirlas. Se cerraron las capillas católicas, y los católicos fueron restringidos a practicar su fe solamente en sus hogares. Bajo estas condiciones vivió la comunidad católica hasta la Revolución Americana. A finales del siglo dieciocho, los fundadores de nuestra nación adoptaron la libertad religiosa como una condición esencial de una sociedad libre y democrática. James Madison, muchas veces llamado el Padre de la Constitución, describió la conciencia como “la más sagrada de todas las propiedades” (James Madison, “Property”, 29 de marzo de 1793, en The Founding Fathers, Philip B. Kurland y Ralph Lerner Editores. Chicago: The University of Chicago Press, 1987, obtenido el 27 de marzo de 2012[Traducido del inglés]), y escribió: “La Religión de todo hombre debe ser dejada a la creencia y conciencia de cada hombre, y es el derecho de cualquier hombre hacer uso de la religión como éstas le dicten” (James Madison, “Memorial and Remonstrance Against Religious Assessment”, 20 de junio de 1785, en The Founding Fathers, obtenido el 27 de marzo de 2012 [Traducido del inglés]). George Washington escribió que “el establecimiento de la Libertad Civil y Religiosa fue el Motivo que me indujo al campo de batalla” (Michael Novak y Jana Novak, Washington´s God, 2006 [Traducido del inglés]). Thomas Jefferson aseguró a las Hermanas Ursulinas, -quienes desde 1727 habían estado sirviendo en Luisiana a una población que en su mayor parte no era católica, con un hospital, un orfelinato y varios colegios,- que los principios de la Constitución eran una “garantía segura” de que su ministerio se “gobernaría por si mismo de acuerdo a sus propias reglas optativas, sin la interferencia de la autoridad civil” (Anson Phelps Stokes, Church and State in the United States, Harper & Brothers Pub., 1950, pág. 678 [Traducido del inglés]). Por lo tanto, fue apropiado que cuando se ratificó la Declaración de Derechos, la libertad religiosa se distinguiera en ser la Primera Enmienda. La libertad religiosa es, indiscutiblemente, la primera de las libertades. La Primera Enmienda garantiza que: “el Congreso, por este medio, no decretará ninguna ley relacionada con el establecimiento de la religión, o prohibirá su libre ejercicio”. Reciente mente, en una sentencia de la Corte Suprema que afirmaba la importancia de la Primera Enmienda, el Presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos explicó que la libertad religiosa no es solo la primera enmienda o la primera libertad de los norteamericanos, sino que es la primera en la historia de las libertades democráticas, teniendo sus orígenes en las primeras cláusulas de la Carta Magna del 1215. Para dar un ejemplo, el Magistrado John Roberts, Presidente del Tribunal Supremo, ilustró nuestra historia de libertades religiosas con un tema católico, decidido por James Madison (conocido como el arquitecto de nuestra Primera Enmienda y quien presentó la Declaración de Derechos ante el Congreso): [En 1806] John Carroll, el primer Obispo católico de los Estados Unidos, solicitó una opinión ejecutiva para determinar quien debería ser nombrado para dirigir los asuntos de la Iglesia Cat&oacut e;lica en el recién adquirido territorio de Luisiana. Después de consultar con el Presidente Jefferson, el entonces Secretario de Estado, James Madison, respondió que la selección de los “funcionarios” de la Iglesia era un asunto “completamente eclesial” y dejado al juicio de la Iglesia. La “escrupulosa política de la Constitución en salvaguardar toda interferencia política en asuntos religiosos”, explicó Madison, “impedía al gobierno dar una opinión en la ´selección de personas eclesiásticas´" (Hosanna-Tabor Evangelical Lutheran Church and School vs. EEOC, 565 U.S. __, 132 S. Ct. 694, 703 (2012)). Esta es nuestra herencia Americana, nuestra más preciada libertad. Es la primera de las libertades, porque si no tenemos libertad de conciencia para practicar la religión, todas las demás libertades se vuelven frágiles . Si los ciudadanos no son libres desde sus conciencias, ¿cómo podrán ser libres en relación con los demás, o con el Estado? Si nuestras obligaciones y deberes para con Dios son impedidos, o peor aún, contradichos por el gobierno, entonces no podremos seguir afirmando que ésta es la tierra de la libertad y el faro de esperanza para el mundo. Nuestras Enseñanzas Cristianas Durante el movimiento de derechos civiles de las décadas de los años 1950 y 1960, los estadounidenses hicieron que brillara la luz del Evangelio sobre la oscura historia de la esclavitud, la segregación y la intolerancia racial. El movimiento de derechos civiles fue esencialmente un movimiento religioso, una llamada a despertar las conciencias, y no fue solamente un reclamo a la Constitución para que Norteamérica respetara su herencia de libertad. En 1963, en su famosa “Carta desde la cárce l de Birmingham”, el Rev. Martin Luther King, Jr. expresó de forma audaz, “El objetivo de Norteamérica es la libertad”. Como pastor cristiano que era, argumentó que para lograr que los Estados Unidos gozaran al máximo de esa libertad, se necesitaba la contribución específica que los cristianos estaban obligados a hacer. Sus argumentos legales y constitucionales sobre la justicia están enraizados en la antigua tradición cristiana: Estoy de acuerdo con San Agustín cuando dijo: “Una ley injusta no es una ley”. Entonces, ¿cómo se diferencia una de la otra? ¿Cómo podemos determinar si una ley es justa o injusta? Una ley justa es un código hecho por el hombre que encuadra con la ley 10 Hosanna-Tabor Evangelical Lutheran Church and School vs. EEOC, 565 U.S. __, 132 S. Ct. 694, 703 (2012). moral o la ley de Dios. Utilizando una expresión de Sa nto Tomás de Aquino, ´una ley injusta es una ley humana que no está cimentada en la ley eterna ni en la ley natural´ (Martin Luther King, Jr., “Letter from Birmingham Jail”, 16 de abril de 1963, [Traducido del inglés). Da mucho que pensar el hecho de que nuestro gobierno promulgue una ley injusta. Una ley injusta no se puede obedecer. Confrontados con una ley injusta, no se debe buscar acomodarla, especialmente cuando para acomodarla se utilizan como recursos palabras ambiguas y prácticas engañosas. Si hoy nos enfrentamos con un panorama de leyes injustas, los católicos de Estados Unidos en solidaridad con nuestros conciudadanos, deberíamos tener el valor de no obedecerlas. Ningún norteamericano desea esto y ningún católico lo quiere, pero si estas leyes llegasen a recaer sobre nosotros, entonces debemos rechazarlas c omo deber ciudadano y obligación de la fe. Es esencial comprender la distinción entre lo que es un objetor de conciencia y lo que es una ley injusta. El objetor de conciencia permite la mitigación a los que objetan a una ley justa, siendo el reclutamiento militar el mejor ejemplo. Una ley injusta “no es una ley”, y no se puede obedecer. Por lo tanto, no se busca su mitigación sino su revocación. La iglesia cristiana no pide que se le trate de forma especial, simplemente pide los derechos de libertad religiosa para todos los ciudadanos. El Reverendo King también explicó que la iglesia no es ni el amo ni el esclavo del estado, sino que es su conciencia, su guía y su crítico. Como católicos también sabemos que nuestra historia tiene sus sombras en cuanto a libertad religiosa, como cuando no extendimos a otros el respeto debido en cuanto a la primera de nuestras libertades. P ero la enseñanza de la Iglesia es absolutamente clara sobre la libertad religiosa: La persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia... en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos... Este derecho de la persona humana a la libertad religiosa ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad, de tal manera que llegue a convertirse en un derecho civil (Concilio Vaticano II, Declaración sobre la Libertad Religiosa (Dignitatis Humanae), núm. 2). Como católicos estamos obligados a defender el derecho a la libertad religiosa, tanto para nosotros como para los demás. En este empeño estamos felizmente acompañados por nuestros hermanos cristianos y fieles de otras creencias. Una reciente carta dirigida al Presidente Obama y firmada por unos sesenta líderes religiosos, incluyendo cristianos de muchas denominaciones así como judíos, argumentaba que “está claro que no sólo los católicos están objetando fuertemente a este requisito de comprar planes de salud que deben ofrecer cobertura de anticonceptivos que incluyan algunas drogas que son abortivas” (Carta de Leith Anderson et al., al Presidente Obama, 21 de diciembre de 2011). Más completa aun es una declaración de la organizació ;n Evangelicals and Catholics Together (Evangélicos y Católicos Unidos) que es rica en teología, y políticamente prudente. Esta resaltó de forma enérgica, que como testigos unidos y animados por el Evangelio de Jesucristo (Evangelicals and Catholics Together, “In Defense of Religious Freedom”, First Things, marzo, 2012), hay necesidad de una mayor vigilancia en defensa de la libertad religiosa. Esta declaración presenta claramente que como cristianos de diferentes tradiciones, objetamos a un “foro público despojado de discurso religioso”, despojado de argumentos religiosos y despojado de creyentes. No estamos buscando un “ruedo o foro público” que confiera privilegios y beneficios especiales a ciudadanos religiosos. Lo que buscamos es un foro público civil en el cual los ciudadanos puedan hacer su contribución al bien común. Es lo que nosotros podríamos llamar el foro público de América. El Señor Jesús vino a liberarnos del pecado. Las libertades políticas son una parte de esa liberación, y la libertad religiosa es la primera de esas libertades. Junto a nuestros conciudadanos cristianos, unidos con nuestros hermanos judíos, y en alianza con los norteamericanos de otras tradiciones religiosas, afirmamos que nuestra fe nos conmina a que defendamos la libertad religiosa otorgada por Dios, y que está protegida por nuestra Constitución. Mártires alrededor del Mundo En esta declaración, y como obispos de los Estados Unidos, nos preocupamos por la situación que encontramos aquí en nuestro país, pero también estamos conscientes y tristes de que en muchas partes del mundo la libertad religiosa es un peligro mucho mayor. Nuestra obligación aquí en casa es defender firmemente la libertad religi osa, pero no podemos pasar por alto la lucha mucho más grave a la que los creyentes, la mayoría de ellos cristianos, se enfrentan hoy por todo el mundo. La época del martirio no ha pasado. Los asesinatos, las bombas en las iglesias y las antorchas tiradas contra orfanatos son solamente algunos de los ataques más violentos que los cristianos han sufrido por creer en Jesucristo. En las leyes de algunos países vemos los rechazos más sistemáticos a los derechos humanos más básicos, así como las persecuciones dirigidas contra los adeptos de otros credos. Si la libertad religiosa es socavada aquí en nuestro país, entonces será menos probable que los Estados Unidos defienda las libertades religiosas en el extranjero. Y una amenaza común, tanto a nivel doméstico como internacional, reduciría la libertad de religión a solamente libertad de culto. Por lo tanto nuestra tarea en este y otros aspectos es fortalecer la libertad religiosa aquí en nuestro país de manera que podamos defenderla más vigorosamente en el extranjero. Con este fin, la política externa de los Estados Unidos así como la amplia red internacional de agencias católicas deben promover la libertad religiosa como una prioridad urgente y continuada. “Todas las Energías que la Comunidad Católica Pueda Manifestar” Lo que pedimos no es más que nuestro derecho, otorgado por Dios, para que la libertad religiosa sea respetada. Lo único que pedimos es que la Constitución y las leyes de los Estados Unidos, que reconocen este derecho, sean respetadas. Insistiendo en que sean respetadas nuestras libertades como norteamericanos, sabemos como obispos que lo que ha dicho el Santo Padre es correcto, y que esta lucha le pertenece a un “un laicado católico compr ometido, articulado y bien formado, dotado de un fuerte sentido crítico con respecto a la cultura dominante”. Aunque el mundo de la política pertenece propiamente a los laicos católicos comprometidos y valientes, como obispos buscamos llevar la luz del Evangelio a nuestra vida pública. Los exhortamos a que sean participativos y articulados en insistir que como católicos y como norteamericanos, no tenemos que escoger entre uno o el otro. Hay una necesidad urgente de que los fieles laicos, tanto cristianos como judíos y de otras religiones, reiteren enfáticamente a los representantes electos la importancia de una protección continuada de las libertades religiosas en una sociedad libre. Le dirigimos unas palabras en especial a aquellos que guardan cargos públicos. Es su noble deber gobernar por el bien común. Pero tratar las obras que realizan los creyentes como si fueran una amenaza a la vida en común, no es dar servicio al bien común. Estas obras que los creyentes realizan son esenciales para el buen funcionamiento de la sociedad. También es su deber como funcionarios públicos, proteger y defender esas libertades fundamentales garantizadas por la Carta de Derechos Humanos. Esta no deber ser una cuestión partidista. La Constitución no es para demócratas o para republicanos o independientes, sino que es para todos nosotros, y nuestros representantes electos deben hacer un gran esfuerzo, no partidista, que asegure que esto permanezca así. Sabemos que una responsabilidad especial recae sobre aquellos católicos que están a cargo de nuestro admirable conglomerado de hospitales, clínicas, universidades, institutos, agencias de adopción, proyectos de desarrollo en el extranjero y agencias de servicios sociales que ofrecen asistencia a los pobres, a los hambrientos, a los inmigrant es, y a aquellas que enfrentan crisis en sus embarazos. Ustedes realizan la labor que el Evangelio nos manda hacer. Quizás sean ustedes quienes sean forzados a escoger entre las buenas obras de la fe y su fidelidad a ésa misma fe. Los animamos a que se mantengan firmes, a no ceder, y a insistir en lo que les pertenece por derecho como católicos y como norteamericanos. Nuestro país se merece lo mejor que le podamos dar, y esto incluye resistir a las violaciones de nuestra Primera Enmienda. A nuestros sacerdotes, particularmente a aquellos que son responsables de parroquias o que son capellanes en universidades y escuelas, les pedimos que ofrezcan una catequesis sobre libertades religiosas a los fieles bajo su cuidado. Como obispos, nosotros les podemos ofrecer una guía para ayudarlos, pero el valor y el celo para realizar este trabajo no pueden venir de afuera, sino que deben estar arraigados en la preocupación por su rebaño y al imentado por las gracias que recibieron en el momento de su ordenación. Una catequesis sobre libertades religiosas no es un trabajo solamente para los sacerdotes. La Iglesia católica en los Estados Unidos está bendecida con un número inmenso de escritores, productores, artistas, publicistas, cineastas y blogueros que utilizan todos los medios de comunicación, tanto antiguos como modernos, para exponer y enseñar la fe. Ellos también tienen un papel crítico en esta batalla por la libertad religiosa. Les pedimos que usen sus habilidades y talentos en defensa de la Primera Enmienda Constitucional. Finalmente, nos dirigimos a nuestros hermanos obispos. Nos exhortamos mutuamente con caridad fraterna para que seamos audaces, claros e insistentes en advertir a otros sobre las amenazas a los derechos de nuestro pueblo. Usando las palabras del Reverendo King, vamos a tratar de ser “la consciencia del estado”. Much os hablaron fuertemente a consecuencia de la decisión del mandato sobre anticonceptivos y esterilización. Un ejemplo son las palabras de uno de nuestros hermanos mayores, el Cardenal Roger Mahony, con treinta y cinco años como Obispo, y que recientemente se jubiló después de veinticinco años como Arzobispo de Los Angeles. Él nos ofrece un modelo: “No puedo imaginar un ataque más directo y frontal a nuestra libertad de consciencia como esta resolución de hoy. Esta decisión debe ser combatida por la comunidad católica con todas las energías que pueda manifestar” (Cardenal Roger Mahony, “Federal Government Mandate for Contraceptive/Sterilization Coverage”, Cardinal Roger Mahony Blogs L.A. (blog), 20 de enero de 2012). Una Quincena por la Libertad En particular, recomendamos a nuestros hermanos obispos que enfoquemos “todas las energías que la comunidad católica pueda manifestar”, y de forma especial este próximo verano. Como pastores del rebaño, nuestra privilegiada tarea es la de dirigir a nuestros fieles cristianos en oración. Tanto nuestro año civil como el litúrgico nos señalan en varias ocasiones la herencia de libertad. Este año proponemos una especial “quincena por la libertad” en la cual los obispos en sus diócesis puedan preparar eventos especiales para dar relieve a la importancia de defender nuestra primera libertad. Nuestras instituciones católicas también pueden ser alentadas a hacer lo mismo, especialmente en cooperación con otros cristianos, con judíos, y con gentes de otros credos, y por supuesto, con todos los que deseen defender nuestra preciada libertad. Les sugerimos que por catorce días, comenzando el 21 de junio -vigilia de las Fiestas de San Juan Fisher y Santo Tomás Moro- hasta el 4 de julio, día de la Independencia, sean dedicados a esta “quincena por la libertad” como un gran himno de oración por nuestro país. Nuestro calendario litúrgico conmemora una serie de mártires importantes quienes se mantuvieron fieles frente a la persecución del poder político: San Juan Fisher y Santo Tomás Moro, San Juan Bautista, los Santos Pedro y Pablo, y los primeros mártires de la Iglesia de Roma. Este período especial de oración, estudio, catequesis y acción pública que culmina con el día de la Independencia, podría hacer énfasis en nuestra herencia cristiana y americana por la libertad. Las diócesis y parroquias de todo el país podrían escoger una fecha durante ese tiempo para desarrollar eventos especiales que podrían convertirse en una campaña nacional de enseñanza y testimonio por la libertad religiosa. Además de esta celebración en el verano, también los instamos a que la Solemnidad de Cristo Rey, una fiesta que nació por la resistencia a las incursiones del totalitarismo contra la libertad religiosa, sea un día específicamente dedicado por obispos y sacerdotes, tanto aquí en el país como en el extranjero, a predicar sobre la libertad religiosa. Urgimos a todos nuestros amigos católicos a intensificar las oraciones y el ayuno para que haya un renacer de la libertad en nuestro amado país. Los invitamos a que se unan a nosotros en una plegaria urgente por la libertad religiosa: Dios Todopoderoso, Padre de todas las naciones, Para la libertad nos has hecho libres en Jesucristo (Gal. 5:1). Te alabamos y bendecimos por el regalo de la libertad religiosa, la institución de los derechos humanos, la justicia y el bien común. Concede a nuestros dirigentes la sabiduría para proteger y promover nuestras libertades; que por Tu gracia tengamos el valor de defenderlas, tanto para nosotros como para todos los que viven en esta bendita tierra. Te lo pedimos por la intersección de María Inmaculada, nuestra Patrona, Y en el nombre de su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, en la unidad del Espíritu Santo, con quien vives y reinas, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Reconocimientos Las citas del Papa Benedicto XVI, Discurso a los Obispos de los Estados Unidos durante su visita Ad Limina © 2012, Libreria Editrice Vaticana (LEV); Concilio Vaticano II, Declaración sobre la Libertad Religiosa (Dignitatis Humanae) © 1965, LEV. Se reservan todos los derechos. Copyright © 2 012, United States Conference of Catholic Bishops, Washington, DC. Se reservan todos los derechos. Ninguna porción de este trabajo puede reproducirse o ser transmitida en forma o medio alguno, ya sea electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabaciones, o por cualquier sistema de recuperación y almacenaje de información, sin el permiso por escrito del propietario de los derechos. El documento La primera y más preciada de nuestras libertades: Declaración sobre la libertad religiosa, fue elaborado por el Comité Ad Hoc de Libertad Religiosa de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), y aprobada por el Comité Administrativo de la USCCB durante su reunión de marzo del 2012 como una declaración de dicho Comité y que ha sido autorizada por el que suscribe. Mons. Ronny E. Jenkins, JCD Secretario General, USCCB Comité Ad Hoc de Libertad Religiosa Presidente Reverendísimo William E. Lori, Designado Arzobispo de Baltimore Obispos Miembros Cardenal Donald Wuerl, Arzobispo de Washington Reverendísimo Charles J. Chaput, OFM Cap, Arzobispo de Filadelfia, Reverendísimo Wilton D. Gregory, Arzobispo de Atlanta Reverendísimo John C. Nienstedt, Arzobispo de St. Paul-Minneapolis Reverendísimo Thomas J. Rodi, Arzobispo de Mobile Reverendísimo J. Peter Sartain, Arzobispo de Seattle Reverendísimo John O. Barres, Obispo de Allentown Reverendísimo Daniel E. Flores, Obispo de Brownsville Reverendísimo Thomas J. Olmsted, Obispo de Phoenix Reverendísimo Thomas J. Paprocki, Obispo de Springfield, IL Obispos Asesores Reverendísimo José H. Gómez, Arzobispo de Los Angeles Reverendísimo Stephen E. Blaire, Obispo de Stockton Reverendísimo Joseph P. McFadden, Obispo de Harrisburg Reverendísimo Richard E. Pates, Obispo de Des Moines Reverendísimo Kevin C. Rhoades, Obispo de Fort Wayne-South Bend

Friday, May 11, 2012

mensaje del Papa al Congreso Mundial de Turismo

Mensaje del Papa con motivo del VII Congreso Mundial de Pastoral del Turismo
El Congreso fue en Cancún, México del 23 al 27 de abril


Mensaje del Papa con motivo del VII Congreso Mundial de Pastoral del Turismo
Con motivo del VII congreso mundial de Pastoral del Turismo, que comienza hoy en la ciudad mexicana de Cancún, el Santo Padre ha escrito un mensaje dirigido al cardenal Antonio María Veglió, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes; y al obispo-prelado de Cancún-Chetumal, Mons. Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L.C.

“El turismo (…) al igual que toda realidad humana, debe ser iluminado y transformado por la Palabra de Dios -escribe Benedicto XVI-. (…) El turismo, junto con las vacaciones y el tiempo libre, aparece como un espacio privilegiado para la restauración física y espiritual, posibilita el encuentro de quienes pertenecen a culturas diversas, y es ocasión de acercamiento a la naturaleza, favoreciendo por todo ello la escucha y la contemplación, la tolerancia y la paz, el diálogo y la armonía en medio de la diversidad”.

“El viaje es manifestación de nuestro ser ´homo viator´, al mismo tiempo que refleja ese otro itinerario, más profundo y significativo, que estamos llamados a recorrer: el que nos conduce al encuentro con Dios. La posibilidad que nos brindan los viajes de admirar la belleza de los pueblos, de las culturas y de la naturaleza, nos puede conducir a Dios, favoreciendo la experiencia de fe, «pues por la grandeza y hermosura de las criaturas se llega por analogía a contemplar a su creador» (Sb 13,5)”.

“Por otra parte el turismo, como toda realidad humana, no está exento de peligros ni elementos negativos. Se trata de males que hay que afrontar urgentemente, ya que conculcan los derechos y la dignidad de millones de hombres y mujeres, especialmente de los pobres, los menores y los discapacitados. El turismo sexual es una de las formas más abyectas de estas desviaciones que devastan, desde el punto de vista moral, psicológico y sanitario, la vida de las personas, de tantas familias y, a veces, de comunidades enteras. La trata de seres humanos por motivos sexuales o para trasplantes de órganos, así como la explotación de menores, su abandono en manos de personas sin escrúpulos, el abuso, la tortura, se producen tristemente en muchos contextos turísticos. Todo esto ha de inducir a aquellos que se dedican pastoralmente o por motivos de trabajo al mundo del turismo, y a toda la comunidad internacional, a aumentar la vigilancia, a prevenir y contrastar estas aberraciones”. (...)

“Deseo destacar tres ámbitos en los que la pastoral del turismo debe centrar su atención. En primer lugar, iluminar este fenómeno con la doctrina social de la Iglesia, promoviendo una cultura del turismo ético y responsable, de modo que llegue a ser respetuoso con la dignidad de las personas y de los pueblos, accesible a todos, justo, sostenible y ecológico. El disfrute del tiempo libre y las vacaciones periódicas son una oportunidad, así como un derecho. La Iglesia desea seguir ofreciendo su sincera colaboración, desde el ámbito que le es propio, para hacer que este derecho sea una realidad para todos los seres humanos, especialmente para los colectivos más desfavorecidos”.

“En segundo lugar, la acción pastoral nunca debe olvidar la (...) «vía de la belleza». Muchas de las manifestaciones del patrimonio histórico-cultural religioso «son auténticos caminos hacia Dios, la Belleza suprema». (…) Es importante cuidar la acogida y organizar las visitas turísticas siempre desde el respeto al lugar sagrado y a la función litúrgica para la que nacieron muchas de estas obras y que sigue siendo su destino primordial”.

“Y, en tercer lugar, la pastoral del turismo ha de acompañar a los cristianos en el disfrute de sus vacaciones y tiempo libre, de modo que sean de provecho para su crecimiento humano y espiritual. Éste es ciertamente «un tiempo oportuno para que el cuerpo se relaje y también (...) para crecer en la relación personal con Cristo»”. (...)

“La nueva evangelización -concluye el Papa-, a la que todos estamos convocados, nos exige tener presente y aprovechar las numerosas ocasiones que el fenómeno del turismo nos ofrece para presentar a Cristo como respuesta suprema a los interrogantes del hombre de hoy”.

Wednesday, May 09, 2012

la santidad de la Iglesia Catolica

Creo en la santidad de la Iglesia La santidad de la Iglesia consiste en el poder por el que Dios obra la santidad en ella dentro de la pecaminosidad humana Autor: Joseph Ratzinger | Fuente: Introducción al cristianismo La santa Iglesia católica No voy a hacer una exposición completa sobre la Iglesia. Teniendo ante los ojos los problemas teológicos actuales, voy a intentar poner de manifiesto el escándalo que para nosotros supone la fórmula "la santa Iglesia católica", y dar la respuesta a la que apunta el texto del Símbolo. Sigue siendo válido lo que hemos afirmado antes sobre el lugar espiritual y el conjunto íntimo de esas palabras; por una parte, aluden a la fe en la obra poderosa del Espíritu Santo en la historia y, por la otra, quedan explicadas en la doctrina de la remisión de los pecados y de la comunión de los santos; en ella el bautismo, la penitencia y la eucaristía son como los pilares de la Iglesia, como su contenido propio y su verdadera forma existencial. Quizá desaparezca gran parte de las molestias que nos produce nuestra profesión de fe en la Iglesia, cuando reflexionemos en este doble contexto. Hablemos también de lo que hoy día nos acosa. No intentemos disimularlo; hoy sentimos la tentación de decir que la Iglesia ni es santa ni es católica. El mismo concilio Vaticano II ha querido hablar no sólo de la Iglesia santa, sino de la pecadora. Estamos tan convencidos del pecado de la Iglesia que si hiciésemos alguna objeción al concilio diríamos que ha tocado el tema muy tímidamente. Es cierto que ahí puede estar influyendo la teología del pecado de Lutero y también un requisito nacido de previas decisiones dogmáticas; pero lo que hace esta "dogmática" está de acuerdo con lo que nos dice nuestra propia experiencia: La historia de la Iglesia está llena de compromisos humanos. Podemos comprender la horrible visión de Dante que veía subir al coche de la Iglesia las prostitutas de Babilonia, y nos parecen comprensibles las terribles palabras de Guillermo de Auvernia (siglo III), quien afirmaba que deberíamos temblar al ver la perversión de la Iglesia: La Iglesia ya no es una novia, sino un monstruo tremendamente salvaje y deforme... La catolicidad de la Iglesia nos parece tan problemática como la santidad. Los partidos y contiendas han dividido la túnica del Señor, han dividido la Iglesia en muchas Iglesias que pretenden ser, más o menos intensamente, la única Iglesia verdadera. Por eso hoy la Iglesia se ha convertido para muchos en el principal obstáculo para la fe. En ella sólo puede verse la lucha por el poder humano, el mezquino teatro de quienes con sus afirmaciones quieren absolutizar el cristianismo oficial y paralizar el verdadero espíritu del cristianismo. No hay teoría alguna que pueda refutar concluyentemente estos argumentos. Pero también es cierto, por otra parte, que estas ideas no carecen solamente de la razón sino de un amargor del corazón que quedó defraudado en su alta expectación y que ahora en amor enfermo y herido sufre la destrucción de su esperanza. ¿Qué diremos a todo esto? En último término sólo podemos profesar nuestra fe y dar el porqué que nos permite, a pesar de todo, amar en la fe a la Iglesia; sólo podemos decir por qué vemos el rostro de la Iglesia santa a través de su faz deformada. Pero expliquemos ante todo el contenido. Como ya dijimos, la palabra "santo" no alude primariamente a la santidad en medio de la perversidad humana. El Símbolo no llama a la Iglesia "santa" porque todos y cada uno de sus miembros sean santos, es decir, personas inmaculadas. Este es un sueño que ha renacido en todos los siglos, pero que no tiene lugar alguno en el Símbolo; expresa el anhelo perpetuo del hombre por que se le dé un cielo nuevo y una tierra nueva, inaccesibles en este mundo. En realidad, las más duras críticas a la Iglesia de nuestro tiempo nacen veladamente de este sueño; muchos se ven defraudados, golpean fuertemente la puerta de la casa y tildan a la Iglesia de mentirosa. Pero volvamos a nuestro tema. La santidad de la Iglesia consiste en el poder por el que Dios obra la santidad en ella, dentro de la pecaminosidad humana. Este es el signo caracterí stico de la "nueva alianza": En Cristo Dios se ha unido a los hombres, se ha dejado atar por ellos. La nueva alianza ya no se funda en el mutuo cumplimiento del pacto, sino que es un don de Dios, una gracia, que permanece a pesar de la infidelidad humana. Es expresión del amor de Dios que no se deja vencer por la incapacidad del hombre, sino que siempre es bueno para él, lo asume continuamente como pecador, lo transforma, lo santifica y lo ama. Por razón del don que nunca puede retirarse, la Iglesia siempre es la santificada por él; santificación en la que está presente entre los hombres la santidad del Señor. Lo que en ella está presente y lo que elige en amor cada vez más paradójico las manos sucias de los hombres como vasija de su presencia, es verdaderamente la santidad del Señor. Es santidad que en cuanto santidad de Cristo brilla en medio de los pecados de la Iglesia. Por eso la figura parad&oacu te;jica de la Iglesia en la que las manos indignas nos presentan a menudo lo divino, en la que lo divino siempre está presente sólo en forma de sin-embargo, es para los creyentes un signo del sin-embargo del más grande amor de Dios. La emocionante yuxta-posición de la fidelidad de Dios y la infidelidad del hombre expresada en la estructura de la Iglesia, es también la dramática figura de la gracia por la que se hace actualmente visible en el curso de la historia la realidad de la gracia como perdón de lo que en sí es indigno. Podría decirse que la Iglesia, en su paradójica estructura de santidad y pecado, es la figura de la gracia en este mundo. Sigamos adelante. El sueño humano del mundo sanado e incontaminado por el mal, presenta la Iglesia como algo que no se mezcla con el pecado. Existe ahí en cierto sentido, un pensar blanco-negro, que despiadadamente separa y tira lo negativo (que puede concebirse de muy diversas maneras). En la crítica actual de la sociedad y en sus acciones se revela claramente esta característica inexorable e inherente al ideal humano. Por eso los contemporáneos de Cristo se escandalizaban sobremanera al ver que a la santidad de Cristo siempre le faltase esta nota judicial: no era fuego que destruía los indignos, ni celo que arrancase la hierba que ellos veían crecer. Por el contrario, su santidad se mostraba en el contacto con lo pecadores que se acercaban a él, hasta el punto de que él mismo se convirtió en "pecado", en maldición de la ley en la cruz, en plena comunidad con el destino común de los perdidos (cf. 2 Cor 5,21; Gal 3,13). Él atrajo los pecadores a sí, los hizo partícipes de sus bienes, y reveló así lo que era la "santidad". Nada de separación, sino purificación, nada de condenación, sino amor r edentor. ¿No es acaso la Iglesia la continuación de este ingreso de Dios en la miseria humana? ¿no es la continuación de la participación en la misma mesa de Jesús con los pecadores? ¿no es la continuación de su contacto con la necesidad de los pecadores, de modo que hasta parece sucumbir? ¿no se revela en la pecadora santidad de la Iglesia frente a las expectaciones humanas de lo puro, la verdadera santidad aristocrática de lo puro e inaccesible, sino que se mezcla con la porquería del mundo para eliminarla? ¿Puede ser la Iglesia algo distinto de un sobrellevarse mutuamente que nace de que todos son sostenidos por Cristo? Confieso que para mí la santidad pecadora de la Iglesia tiene en sí algo consolador. ¿No nos desalentaríamos ante una santidad inmaculada, judicial y abrasadora? ¿Y quién se atrevería a afirmar que él no tiene necesidad d e otros que lo sobrelleven, es más, que lo sostengan? Quien vive porque otros lo sobrellevan, ¿cómo podrá negarse a sobrellevar a otros? El único don que puede ofrecer, el único consuelo que le queda ¿no es sobrellevar a otros como él mismo es sobrellevado? La santidad de la Iglesia comienza con el sobrellevar y termina con el sostenerse. Pero donde ya no se da el sobrellevar, cae el sostenerse, y una existencia inconsistente cae necesariamente en el vacío. El cristiano reconoce la imposibilidad de la autarquía y la debilidad de lo propio. Cuando la crítica en contra de la Iglesia es biliosamente amarga y comienza a convertirse en jerigonza, late ahí un orgullo operante. Por desgracia a eso se junta a menudo un gran vacío espiritual en el que ya no se considera lo propio de la Iglesia, sino una institución con miras políticas; se considera su organización como lamentable y brutal, como si lo propio de la Iglesia estribase en su organización y no en el consuelo de la palabra y de los sacramentos que conserva en días buenos y aciagos. Los verdaderos creyentes no dan mucha importancia a la lucha por la reorganización de las formas cristianas. Viven de lo que la Iglesia siempre fue. Y si uno quiere conocer lo que es la Iglesia, que entre en ella. La Iglesia no existe principalmente donde está organizada, donde se reforma o se gobierna, sino en los que creen sencillamente y reciben en ella el don de la fe que para ellos es vida. Sólo sabe quién es la Iglesia de antes y de ahora quien ha experimentado cómo la Iglesia eleva al hombre por encima del cambio de servicio y de formas, y cómo es para él patria, y esperanza, patria que es esperanza, camino que conduce a la vida eterna. Esto no quiere decir que hemos de quedarnos en el pasado y que hemos de soportarlo tal y como es. El sobrellevar puede ser también un acontecimiento altamente activo, una lucha para que la Iglesia siempre sea quien lleve y soporte. La Iglesia sólo vive en nosotros, vive de la lucha entre el pecado y la santidad, de la misma manera que esa lucha vive del don de Dios sin el que no podría existir; pero esa lucha será útil y constructora cuando esté vivificada por el espíritu que sobrelleva, por el amor real. Así llegamos al criterio que siempre debe medir esa lucha crítica por una santidad mayor, y que no contradice la resignación, sino que la exige. La medida es la construcción. La amargura que destruye se juzga a sí misma. Una puerta cerrada puede convertirse en signo que azota a quienes están dentro; pero es una ilusión creer que aislados podemos construir más y mejor que en equipo, como también es una ilusión colocar la Iglesia de "los santos" en lugar de la "Iglesia santa", que es santa porque el Señor le da graciosamente el don de la santidad. Nota: Pasaje tomado del último capítulo del libro "Introducción al cristianismo", del Cardenal Ratzinger, hoy S.S. Benedicto XVI (1968)

Guardias Suizos en el Internet

Los guardias suizos del Papa estrenan web, fan page en Facebook y canal en YouTube






«Queremos mejorar así la comunicación con los jóvenes que de otro modo no tienen una ocasión para saber verdaderamente qué es la Guardia Suiza». Son palabras del coronel Daniel Arnig, quien el sábado 5 de mayo, en la víspera del juramento de 26 nuevos soldados para el ejército más pequeño del mundo, hizo público el lanzamiento oficial tanto de un website como de una fan page e nFacebook de la Guardia Suiza Pontificia.



La web (http://www.guardisvizzera.va/ y http://www.swissguard.va/) está disponible en cuatro idiomas (inglés, francés, alemán e italiano). Ofrece datos de interés sobre la Guardia Suiza (organización, misión, la vida como soldado, el juramento y uniformes), su historia, cómo convertirse en guardias suizos, materiales para medios de comunicación e incluso una tienda on line.



La fan page en Facebook (https://www.facebook.com/gsp1506) fue creada el viernes 4 de mayo de 2012 y en ella se irán colocando informaciones y materiales relacionados con la vida y misión de la Guardia Suiza (se pueden ver ya algunos álbumes con fotografías que permiten conocer el lado más humano durante momentos de esparcimiento de los guardias). Ya desde 2011 existe una canal en YouTube que, seguramente, se irá enriqueciendo también (http://www.youtube.com/1506GSP).



La Guardia Suiza es uno de los cuerpos armados más antiguos del mundo. Su fundación se remonta a 1506. Para ser candidato a formar parte del así llamado «ejército del Papa» hay que ser suizo de nacimiento y profesar la fe católica

Sunday, May 06, 2012

Benedicto dice que todos los retos son posibles

Benedicto XVI: Junto a Jesús, todos los retos son posibles Esta mañana, en sus palabras previas al rezo del Regina Caeli, el Papa Benedicto XVI recordó que unidos a Jesús, todos los retos son posibles, porque quien le sigue y cultiva su fe, cosecha grandes frutos espirituales en la viña del Señor. Ante los miles de fieles reunidos a pesar de la lluvia en la Plaza de San Pedro, Benedicto XVI explicó que “es indispensable permanecer siempre unidos a Jesús, y depender de Él, porque separados de Él, nada podemos hacer”. En este sentido, el Santo Padre recordó una carta escrita a Juan el Profeta, quien vivió en el desierto de Gaza durante el siglo V. "Un fiel le planteó la pregunta: ‘¿Cómo es posible mantener unidas la libertad del hombre y el no poder hacer nada sin Dios?’, a lo que el monje respondió: ‘Si el hombre inclina su corazón hacia el bien y pide a Dios la ayuda, recibe la fuerza necesaria para cumplir la propia obra. Por eso la libertad del hombre y la potencia de Dios emanan unidas”. “Esto es posible porque el bien viene del Señor, pero se cumple a través de sus fieles", señaló el Papa. "Queridos amigos, cada uno de nosotros es como un sarmiento, que vive sólo si cada día, hace crecer su unión con el Señor, en la oración, en la participación de los Sacramentos, y en la caridad”. Al explicar el Evangelio de hoy, Benedicto XVI recordó una de las enseñanzas de Jesús a sus discípulos, “yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador”. “A menudo en la Biblia, Israel es comparado con una viña fértil cuando le es fiel a Dios, pero, si se aleja de Él, se vuelve estéril, e incapaz de producir aquel ‘vino que alegra el corazón del hombre’”, indicó. Benedicto XVI subrayó que “quien ama a Jesús, verdadera vid, produce frutos de fe para una abundante cosecha espiritual. Supliquemos a la Madre de Dios para que permanezcamos sólidamente injertados en Jesús y para que cada una de nuestras acciones tenga en Él su inicio y en Él su cumplimiento”. “Señor Jesús, sin ti no podemos hacer nada. Tú de hecho eres el verdadero jardinero, creador, cultivador y custodio de tu jardín, que plantas con tu palabras, riegas con tu espíritu, haces crecer con tu potencia”, dijo el Santo Padre, recordando las palabras del Beato cisterciense Guerrico de Igny. El Papa señaló que “la verdadera viña de Dios, la vid verdadera, es Jesús, quien con su sacrificio de amor nos da la salvación, y nos abre el camino para formar parte de su viña. Y tal y como Cristo permanece en el amor de Dios Padre, los discípulos, con sabiduría, podados por las palabras del Maestro se unen profundamente a Él, convirtiéndose en sarmientos fructíferos, que producen abundante cosecha”. Benedicto XVI recordó que San Francisco de Sales escribió que “el sarmiento unido al tronco produce fruto no por propia virtud, sino por la virtud de su cepa: por tanto, a través de la caridad fuimos unidos a nuestro Redentor”. A través del Bautismo, indicó el Papa, “la Iglesia nos injerta como sarmientos en el misterio pascual de Jesús, en su misma Persona”, y como “ramajes recibimos la preciosa linfa para participar en la vida divina”. “Con la ayuda de los Pastores de la Iglesia, también nosotros como discípulos, crecemos en la viña del Señor vinculados por su amor. Si el fruto que debemos llevar es el amor, precisamente su condición es este ‘permanecer’ que está relacionado profundamente con aquella fe que no abandona al Señor”. En su saludo a los peregrinos de lengua española, el Santo Padre resaltó la hermosa imagen de la viña y los sarmientos del Evangelio, “con la cual se nos manifiesta cómo la unión con Cristo es la fuente de vida y nos lleva a dar mucho fruto”.

el Papa Benedicto habla de san martin de Porres

Al finalizar el rezo del Regina Caeli junto a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI rindió un afectuoso homenaje a San Martín de Porres, el santo peruano caracterizado por su servicio a los demás y del que hoy celebramos el 50 aniversario de su canonización.

San Martín de Porres fue elevado a los altares por el Papa Juan XXIII el 6 de mayo del año 1962, y es cariñosamente conocido como el “santo de la escoba”, y también como el primer santo negro de América.

Al saludar desde la ventana del Palacio Apostólico a los peregrinos de lengua española, Benedicto XVI señaló hoy que “recordamos el cincuenta aniversario de la canonización de san Martín de Porres, al que pedimos que interceda por los trabajos de la nueva evangelización, que haga florecer la santidad en la Iglesia”.

Asimismo, el Santo Padre animó a los fieles a invocar a la Santísima Virgen María “para que nos acompañe en este camino”.

San Martín de Porres

Martín de Porres nació en la ciudad de Lima, Perú, en 1579, de la unión de Juan de Porres, caballero español de la Orden de Calatrava, y Ana Velásquez, negra libre panameña.

Martín conoció al Fraile Juan de Lorenzana, quien lo invitó a entrar en el Convento de Nuestra Señora del Rosario, a pesar de que las leyes de aquel entonces le impedían ser religioso por el color y por la raza. Martín de Porres ingresó como Donado.

Martín se entregó a Dios y vivió en servicio, humildad, obediencia y amor sin medida. Tuvo un sueño, que Dios le llama a: “Pasar desapercibido y ser el último”. Este se convirtió en su anhelo más profundo, de modo que confió a Jesús la limpieza de la casa. De esta manera, la escoba junto a la cruz, serán sus compañeros de vida.

Luego de pasar dos años en el convento, el Consejo Conventual decidió que Fray Martín se convirtiera en hermano cooperador, y en 1603 se consagró a Dios por su profesión religiosa.

El P. Fernando Aragonés testificó que “se ejercitaba en la caridad día y noche, curando enfermos, dando limosna a españoles, indios y negros, a todos quería, amaba y curaba con singular amor”.

Antes de morir, Martín pidió a los religiosos que lo asistían entonar el Credo para de este modo entregar el alma a Dios bajo este rezo. Era el 3 de noviembre de 1639, y su muerte causó profunda conmoción en la ciudad. Había sido el hermano y enfermero de todos, singularmente de los más pobres.

En el año en 1837, el Papa Gregorio XVI lo declaró Beato, y fue canonizado por el Papa Juan XXIII en 1962. Durante la homilía de canonización, Juan XXIII lo enalteció por “su profunda humildad que le hacía considerar a todos superiores a él, su celo apostólico, y sus continuos desvelos por atender a enfermos y necesitados, lo que le valió, por parte de todo el pueblo, el hermoso apelativo de ‘Martín de la caridad’”.

san Martin de Porres

La Iglesia presenta un gran modelo en san Martín de Porres, el famoso religioso dominico que ingresó en el convento del Rosario en Lima en 1594 como un ‘donado’ o criado. Esto debido a que se le impedía abrazar los votos religiosos por su condición de hijo ilegítimo, más que por el hecho de su raza negra como algunos argumentan.

Sin embargo fue su vida virtuosa, su atracción por imitar a Cristo y un conocimiento difuso de Dios --constatado día tras día por los frailes de su comunidad--, lo que le permitió ser admitido como religioso de la orden de Santo Domingo en 1603. Así, entre emoción y sorpresa para la época, Martín se pondría un hábito que aún hoy, miles de devotos lo visten en noviembre con la esperanza de imitar siquiera en algo a “Martín de la Caridad”, como lo llamó el papa Juan XXIII hace 50 años, cuando lo proclamaba santo en la Basílica de San Pedro.

¿Cómo se enamoró Martín así de Cristo, al punto de dejar atrás la posibilidad de surgir que le ofrecía su padre español? ¿Qué lo movió a entrar en un ‘sistema’ donde solo le esperaba marginación y humillaciones por su origen? ¿Hasta qué punto era su fascinación por la orden dominica, que ofreció venderse como esclavo cuando el convento estaba en quiebra?

Estas y otras preguntas surgen sobre este limeño, confirmado según dicen por el mismo santo Toribio de Mogrovejo: ¿En qué plaza pública escucharía Martín la palabra de Dios? ¿Quién se interesaría en hablarle de Jesús? ¿Cuántos mendigos enfermos habría tenido que ver abandonados por la calle, para entender su vocación?

Pero Martín no se santificó solamente atendiendo a los menesterosos --para los que fundó un albergue con la ayuda de benefactores, quienes buscaban su consejo espiritual--, sino que también lo hizo en el servicio a sus hermanos de comunidad, a su nueva familia... Se sabe que limpiaba el convento, visitaba y aliviaba con hierbas medicinales a los frailes, les cortaba el cabello, cocinaba y hasta atendía a los animales enfermos, velando para que no les faltase alimento. Es famosa la historia de que hacía comer de un mismo plato a “perro, pericote y gato” para que dejaran de pelear, lo que ha llevado a ser visto como un ‘Francisco de Asís peruano’, también atento al equilibrio de la creación.

Hoy, que se pierden horas ante los medios de comunicación y en las redes sociales, sin más interés que la curiosidad, el exhibicionismo o el voyeurismo, se nos presenta “San Martincito” como un cristiano que consumía sus horas entregado a los demás, abrazado de un fuego interior por servir, y que lo llevaría finalmente a los altares.

Hoy, que la Iglesia quiere hacer una segunda cosecha a través de la nueva evangelización, bien podría encontrar en los santos como Martín de Porres, modelos de estilo ya sea como evangelizado o como evangelizador.

En un rápido recorrido se podría identificar que como evangelizado, le presentaron a Cristo de una forma tan sencilla y directa --probablemente en espacios públicos--, que lo enamoraron del Mensaje-Persona. Luego le indicarían las obras de misericordia y las bienaventuranzas, como el mejor modo de convertir en fruto aquella semilla sembrada, abonada y regada en él.

Y como evangelizador, está claro que se puso en manos del ‘jardinero’ del evangelio para que lo pode, le quite lo que aún le quedara como indeseable a los ojos de Dios --lo inútil--, y lo someta a la humildad más radical. De este modo, vería brotar un nuevo ser, atento a las necesidades de los demás, utilizando su tiempo “en ocuparse de las cosas de su Padre”, y predicando como catequista o doctrinero de la época.

Hoy que el mundo entero celebra los 50 años de la canonización de “Fray Escoba”, apelativo que en sí mismo resume todo lo dicho, su figura se alza como un gran árbol que puede nutrir a muchos de savia evangelizadora; o también para protegerse a la sombra de tanta sobrexposición, que a veces enceguece los nobles objetivos que se tienen al principio.

Thursday, May 03, 2012

mensaje del Papa sobre investigacion medica

Toda investigación y cura médica debe guiarse por el amor!' Visita del papa a la Universidad Católica del Sagrado Cora "Sin amor, incluso la ciencia pierde su nobleza". esta breve frase resume la entera reflexión sobre el sentido de la medicina y de la investigación científica que Benedicto XVI ha hecho, esta mañana, en la sede romana de la Universidad Católica del Sagrado Corazón. En visita para celebrar el 50 aniversario de la institución de la Facultad de Medicina y Cirugía, que lleva el nombre del fundador Agostino Gemelli, el papa aprovechó la ocasión para saludar personalmente a la comunidad académica, al personal sanitario, los pacientes y los estudiantes y para subrayar la "reciprocidad profunda" entre ciencia y fe. El encuentro, en la plaza delante del Auditorio de la Facultad, ha visto la participación de numerosas autoridades políticas y eclesiásticas, que intervinieron para acoger al papa. Entre ellas, el cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán, presidente del Instituto Giuseppe Toniolo de Estudios Superiores, que junto al vicerrector Franco Anelli, ha dirigido al papa especiales palabras de homenaje. Dirigiendo enseguida la atención a cómo las ciencias experimentales, en nuestro tiempo, han "transformado la visión del mundo y la misma autoconprensión del hombre", Benedicto XVI se detuvo en los "múltiples descubrimientos y tecnologías innovativas" que, sucediéndose "a ritmo apremiante", están a menudo "no exentas de aspectos inquietantes". "Rico de medios, pero no igual de fines --observó el santo padre- el hombre de nuestro tiempo vive condicionado por el reduccionismo y relativismo, que conducen a perder el significado de las cosas". Tal hombre, "casi cegado por la eficacia técnica", relega de hecho "la dimensión transcendente a la irrelevancia", creando así terreno fértil para "un pensamiento débil y un empobrecimiento ético que nubla las referencias normativas de valor". Las consecuencias son "impredecibles", afirmó el papa, porque disminuyendo "aquél Logos que preside la obra de la creación y guía la inteligencia de la historia" --además de única fuente para la investigación científica- se llega a una "mentalidad tecnopráctica" que genera "un arriesgado desequilibrio entre lo que es posible técnicamente y lo que es moralmente bueno". Es importante, entonces, que "la cultura redescubra el vigor del significado de la trascendencia" y que "abra con decisión el horizonte del quaerere Deum”, la búsqueda de Dios. En el fondo, añadió el papa, "el mismo impulso a la investigación científica brota de la nostalgia de Dios que habita el corazón humano". El hombre de ciencia, precisó, "tiende a alcanzar aquella verdad que puede dar sentido a la vida", desde el momento en que "por cuanto sea apasionada y tenaz su búsqueda, no es capaz de clarificar completamente la cuestión de las realidades eternas". Corresponde a Dios, por tanto, "tomar la iniciativa de salir al encuentro y dirigirse al hombre con inmenso amor". Esto le asegura "una vía de iluminación y de segura orientación"; si no, dijo el papa, "su quaerere Deum se perdería en un lío de caminos". Se pone de manifiesto, por tanto, "la reciprocidad fecunda entre ciencia y fe", casi "una complementaria exigencia de la inteligencia de lo real". Justo recorriendo el sendero de la fe "el hombre es capaz de vislumbrar en las mismas realidades de sufrimiento y de muerte, que atraviesan su existencia, una posibilidad auténtica de bien y de vida". A la luz de esto, la Cruz de Cristo se convierte en "Árbol de la vida", donde el ser humano "reconoce la revelación del amor apasionado de Dios por el". El cuidado de quienes sufren es, en consecuencia, "encuentro cotidiano con el rostro de Cristo, y la dedicación de la inteligencia y del corazón se hace signo de la misericordia de Dios y de su victoria sobre la muerte". Vivida en su integridad, concluyó el pontífice, "la investigación es iluminada por ciencia y fe", dos "alas" de las que "toma impulso y lance, sin nunca perder la justa humildad, el sentido del propio límite". De tal modo, la búsqueda de Dios "se hace fecunda por la inteligencia, fermento de cultura, promotora del verdadero humanismo". En este marco, "se inscribe la tarea insustituíble de la Universidad Católica --subrayó el santo padre- lugar en el que la relación de tratamiento no es oficio sino misión; donde la caridad del Buen Samaritano es la primera cátedra y el rostro del hombre que sufre el Rostro mismo de Cristo". Recordando, la "particular relación entre la Universidad Católica y la Sede de Pedro", el papa subrayó que "en una facultad católica de Medicina, el humanismo trascendente no es eslógan retórico, sino regla vivida de la dedicación cotidiana". A tal fin, recordó, la importancia de la institución del nuevo "Centro de Ateneo pata la vida", como realización del sueño del fundador padre Gemelli de crear "una Facultad de Medicina y Cirugía auténticamente católica, que lleve al centro de la atención a la persona humana en su fragilidad y en su grandeza". Un último especial pensamiento fue para todos los pacientes presentes en el hospital, en cuyo rostro "se refleja el de Cristo que sufre" y a los cuales el pontífice aseguró su oración y su afecto, tranquilizándoles por el hecho de que en el Gemelli "serán siempre seguidos con amor".

sobre el padre Anselm Grun

Que ya no nos confunda más Anselm Grün Es un personaje polémico también, que ha llegado a nuestro país [Colombia] precedido por señales ambiguas. En efecto, quedó claro, ya entonces, que sus libros son leídos y traducidos ampliamente pero que su doctrina no da total confianza. 03/05/12 7:46 PM | Imprimir | Enviar F. Nelson Medina Dominico Otros artículos del autor: Teología Post-Internet (27/03/12) Una oportunidad miserablemente perdida (19/10/11) [Nota previa de Fr. Nelson Medina: Soy consciente de que algunos de los puntos aquí expuestos son materia de discusión. Precisamente para que haya un diálogo amplio y equitativo, expongo con claridad y de manera abierta mi posición, que en todo quiere ser fiel a nuestra Iglesia Católica.] Isabel Gómez, representante de la Editorial San Pablo en Colombia, afirmó sobre el monje alemán Anselm Grün: “Es el escritor más famoso de espiritualidad que tenemos actualmente…” A juzgar por la presencia de las obras de este benedictino, es así. He visto con mis propios ojos librerías católicas que tienen estantes llenos de títulos suyos. Se trata de un autor prolijo, de enorme acogida y por lo tanto, de notable influencia. Es un personaje polémico también, que ha llegado a nuestro país [Colombia] precedido por señales ambiguas. En efecto, quedó claro, ya entonces, que sus libros son leídos y traducidos ampliamente pero que su doctrina no da total confianza. Después de examinar los hechos, y de orar yo mismo, vi que era mi deber recomendar a la gente que no asistiera a las actividades que se habían preparado en torno a su visita. Comprendo perfectamente que es una medida hasta cierto punto extrema, y también un planteamiento que pudo resultar seriamente antipático o agresivo para algunos. Pero, ¿qué alternativa había, si hasta la Conferencia Episcopal de Colombia parecía dar su “placet” a la predicación de este monje? Dificultades ya visibles antes de la llegada de Grün a Colombia Si una persona con la influencia de Grün dice: “Debemos evitar ver la homosexualidad como un pecado,” ¿qué consecuencias tiene eso, cuando es clara la agenda del lobby gay en tantos de nuestros países? En el momento en que Colombia debate la adopción de niños por parte de parejas homosexuales, ¿se puede traer a un autor que claramente niega lo que enseña la Iglesia? Esto dice el catecismo de la Iglesia, en el número 2357: La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso. ¿Es ese el catecismo de Grün? En el mismo link señalado, Grün dice: “Me veo en general en concordancia con la tradición católica.” ¿Es eso todo lo que se puede pedir de un predicador que es escuchado en decenas de países, traducido a muchas lenguas, y que es referencia de espiritualidad para miles y miles de personas? Para que alguien reciba el aval de la Conferencia Episcopal de Colombia, y para que se presente en el Canal Cristovisión (que se llama “el canal de la Iglesia”) basta con estar “en general en concordancia con la tradición católica”? Cuando yo veo que hay papás que luchan por ayudar a sus hijos e hijas a clarificar su identidad como personas y como seres sexuados, ¿el servicio que les prestamos es traer a este hombre para quien es suficiente concordar “en general” con la Iglesia? Hay otro punto, que ya entonces me parecía muy preocupante. Grün viene de la meditación zen y del mundo del psicoanálisis de Carl G. Jung. Es verdad que autores no cristianos pueden usarse, como Santo Tomás utilizó tantas categorías y estructuras de pensamiento de Aristóteles, pero por más intensa que fue mi búsqueda, no pude encontrar una sola referencia en que Grün se deslindara de las conocidas posturas “arquetípicas” o panteístas tan propias de Jung. Para que se sepa de qué hablamos aquí, tómese este pensamiento de Jung, a quien Grün reconoce como alguien que le ha animado y guiado en su espiritualidad: “Si era el Logos y el Cristo eternamente viviente, nosotros no lo sabemos. De todas formas no tiene importancia, ya que la imagen del hombre-Dios está viva en cada uno de nosotros…” No importa Cristo, su carne, su historia, su sacrificio: importa que hay una idea (una gnosis, de hecho) que nos inspira, nos sosiega, nos mueve a obrar. Veremos que eso exactamente es lo que propone Grün. Basta la idea. Si la idea tiene efecto para tu terapia, con eso es suficiente. Hasta aquí he expuesto por qué veía, y sigo viendo, en Grün un caso de lobo con piel de oveja, y por qué pedí que no se asistiera a nada suyo. En asuntos tan serios como la sexualidad humana o la historicidad de la carne de Cristo no se espera que tengamos un acuerdo “general” con la Iglesia. Se espera de ti, Anselm, que seas claro en proclamar la verdad del que murió en la cruz para perdón de nuestros pecados. Necesitamos vigilar más lo que emiten los canales católicos En el mismo canal Cristovisión se dio amplio espacio a toda la agenda de Grün en Colombia. Es algo que lamento y lamentaré en público, porque el daño se hizo en público. El mismo canal ha publicado videos que nos ayudan a precisar qué tipo de daño puede venir de una persona tan culta, tan amable, con un lenguaje tan respetuoso y un tono de bondad tan cercano y cálido. No digo que sea una persona hipócrita; eso sólo Dios lo sabe. Digo que su apariencia cautiva pero su enseñanza desvía, o por lo menos no apunta con decisión en la dirección de la fe de la Iglesia. En amplia entrevista con el P. Ramón Zambrano, fundador y director de Cristovisión, y a quien ciertamente considero mi amigo personal, podemos ver en más detalle por qué preocupa Grün. ¿Por qué ese lenguaje tan ajeno a nuestra fe? Voy a lo concreto: En 45 minutos de entrevista, con preguntas serias y profundas hechas por el P. Zambrano, ¿oyó alguno de ustedes que el monje mencionara, siquiera una vez, alguno de los siguientes términos: pecado, redención, arrepentimiento, conversión, Cruz de Cristo, Sangre de Cristo, gracia, perdón (de Dios), sacramentos, magisterio, cielo, infierno? Pregunto: ¿cuántos párrafos puedo leer de San Pablo, de Santa Teresa, de San Agustín o de Santa Catalina de Siena sin que aparezcan uno o muchos de esos términos, que son el alfabeto en que se escribe el mensaje del Evangelio? Si alguien de veras representa la espiritualidad cristiana, y no necesita de ninguno de esos términos para presentar su mensaje, ¿no es ello demasiado extraño? ¿Qué diría usted de un matemático que hablara 45 minutos sin mencionar una sola ecuación, un solo teorema, una sola conjetura, un solo axioma? Esto lo comento porque no es un criterio superficial. Lectores todos: si un predicador no menciona pronto el amor de Cristo hasta el extremo de la sangre, y no menciona con gozo que esa efusión es la fuente de nuestra salvación, ¡cuidado! Probablemente estamos ante alguien que no necesita más que la “idea” de Cristo. Con honestidad de su parte, Grün comenta que la tradición de la Iglesia no le resultaba suficiente; aunque asegura que posteriormente logró vincular la psicología, la filosofía y los Padres de la Iglesia. Una confusión inexplicable Algo muy extraño sucede en el minuto 6 de ese video, donde la traductora,Carolina Salamanca, dice literalmente, y como traducción de lo expresado por Grün: Para la teología siempre ha sido importante estar en contacto con la filosofía, con la psicología, con las otras ciencias. Y eso lo hizo también, por ejemplo, Santo Tomás de Aquino, quien no citó nunca a ningún autor cristiano sino que citó a Aristóteles, que no era cristiano. Yo no logro entender cómo esa frase fue emitida al aire, y cómo no fue corregida ni por el P. Ramón, ni por Carolina, que además de traductora es filósofa, ni por el mismo P. Grün, que recibió todas las preguntas en español–prueba de que sí entiende nuestra lengua. Alguien con buen conocimiento del alemán podrá explicar qué sucedió ahí porque yo me niego a creer que este monje haya dicho que Tomás de Aquino “no citó nunca a ningún autor cristiano” Aún así, me duele que semejante frase no haya sido contestada o corregida de inmediato. Algunos puntos positivos Es de alabar, por el contrario, la claridad con que Grün dice que “es importante el diálogo con las otras religiones, pero no podemos mezclarlas.” Dice seguidamente que está escribiendo un libro con una maestra budista. Como él mismo aclara que el budismo lleva al vacío, mientras que el cristianismo lleva al amor, un amor que es más que sentimiento, uno no entiende qué utilidad tiene crear la impresión de que un monje budista y uno cristiano están en lo mismo, puesto que escriben una misma obra. Hablando de lo positivo, incluyo que Grün expresa con sencillez la tentación que todo consejero puede tener de creerse capaz de cambiar al ser humano. El papel del consejero o del terapeuta puede ser acoger, escuchar, sugerir, pero no cargar con los problemas del otro, ni menos suplantar a Dios. Debe en cambio orar, y ofrecer en su oración lo que conoce de los problemas de quienes se acercan. Otra idea importante: la psicología ayuda a ver lo que hay que sanar pero es Jesús quien viene a transformar. Uno quisiera que todo fuera así de sano y claro, pero no es así. Lo cierto es que, aun en un programa relativamente corto, hay varios puntos doctrinales seriamente errados. Enseñanza gravemente insuficiente sobre la sexualidad Al referirse a la sexualidad, Grün enfatiza dos peligros: adicción y represión. Son límites extremos para evitar, como creo que estaremos de acuerdo todos, pero además de ellos, y mucho antes de llegar a ellos, hay mucho más que la Iglesia ha dicho. Lamentablemente Grün no da un criterio claro sobre qué puede ser bueno o malo; la puerta al subjetivismo queda abierta de par en par. Habla él de “humanizar” la sexualidad. De acuerdo, pero ¿basta eso como criterio? Por ejemplo: ¿está “deshumanizada” la sexualidad en el hombre que deja su matrimonio, que le parece muy conflictivo, para “rehacer” su vida con una nueva esposa? Ese hombre, ¿qué entiende o saca de las palabras del benedictino? Casándose de nuevo, por la Iglesia o sin la Iglesia, él no está ni muy adicto, ni muy reprimido, ni muy deshumanizado. Otro caso: los jóvenes que fornican sin vínculo de matrimonio, pero que tienen, por decir algo, dos o tres relaciones a la semana, ¿se sentirán adictos? ¿Se sentirán reprimidos? ¿No quedan entonces autorizados para seguir en lo que están? Quien se masturba pero “no demasiado,” según su propio criterio, ¿qué entiende de la perspectiva del conocido monje? Y pregunto yo: ¿no son las cámaras de la televisión una oportunidad magnífica para dar esperanza y consuelo, pero a la vez, para mostrar una dirección y para elevar el estándar moral de nuestra cultura? Personalmente me sentí muy decepcionado no por lo que Grün dijo sobre este tema, sino por lo muchísimo que dejó de decir, complaciendo tácitamente al espíritu de este mundo. Confusión Jungiana en cuanto al demonio y al pecado Lo que Grün dice sobre el diablo, o sobre los demonios, no es la enseñanza de la Iglesia. El benedictino afirma que la teología dogmática [¿según los dogmas de quién?] enseña esto: “el diablo y los demonios son poderes personales pero no son personas; impiden mi desarrollo personal; pertenecen como a mi lado oscuro; pero el diablo no es persona como Dios es persona o como un ser humano es persona; pero el diablo es una imagen de la dimensión profunda del mal.” Ahí tienen ustedes a Jung: el arquetipo de la maldad no existe más que como arquetipo, o eso piensa Grün. ¿Cuál es la “teología dogmática” esa, que está por encima de lo que se lee claramente en tantos pronunciamientos del Magisterio de la Iglesia? Leemos, por ejemplo, en el Catecismo, números 2850 a 2852: La última petición a nuestro Padre está también contenida en la oración de Jesús: “No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno” (Jn 17, 15). Esta petición concierne a cada uno individualmente, pero siempre quien ora es el “nosotros”, en comunión con toda la Iglesia y para la salvación de toda la familia humana. [...] En esta petición, el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El “diablo” (diá-bolos) es aquél que “se atraviesa” en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo. “Homicida [...] desde el principio [...] mentiroso y padre de la mentira” (Jn 8, 44), “Satanás, el seductor del mundo entero” (Ap 12, 9), es aquél por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo y, por cuya definitiva derrota toda la creación entera será “liberada del pecado y de la muerte” (Plegaria Eucarística IV, 123: Misal Romano). ¿Por qué entonces dice Anselm Grün que el diablo no es una persona sino “una imagen de la dimensión profunda del mal”? Una grave consecuencia de identificar el tema bíblico de los demonios con las partes oscuras de la personalidad humana es algo que aparece al final de la entrevista con el P. Zambrano. Según Grün, uno debe aprender a tener “paz” con esa parte oscura de uno mismo. Es decir: el mal no es para vencerlo sino para aprender a negociar y convivir con él. Según él, el pecado es algo que siempre va a estar, y lo que yo debo lograr es que los enemigos se vuelvan amigos, algo así como que están pero sin poder. Se ve que de la negación del demonio se pasa a la negación de la realidad del pecado, visto ingenuamente como una “parte oscura” con la que yo aprendo a vivir en paz. De hecho, Grün omite del todo la palabra “pecado.” Por eso mismo, el ser humano no necesita propiamente ser redimido, sino sólo ser iluminado, para que acepte su parte oscura. ¿Qué puede ser la fe en semejante esquema tan distorsionado? En la Biblia y en el Catecismo la fe es siempre “respuesta.” En el n. 154 se la describe como “depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él reveladas.” Por contraste, en el planteamiento de Grün, la fe queda reducida a una “fuerza interior,” de modo que el gran consejo para superar las crisis es este: “Confía en tu fuerza interior.” No veo yo distancia alguna con el gnosticismo típico de la Nueva Era. ¿Y por qué la Iglesia no se ha pronunciado sobre estos errores de Anselm Grün? Esa es una gran pregunta. El P. Martín Sepúlveda, Paulino, dijo en un magazín de Cristovisión que no hay ninguna condena oficial sobre Grün. Tiene razón el P. Sepúlveda. Espero yo, sin embargo, que lo que se ha dicho aquí, y lo que puede leerse en otros lugares, mueva a las autoridades no a condenar a Grün sino los errores de su enseñanza. El primero que será beneficiado, y que un día podrá agradecerlo será el mismo monje. Fray Nelson Medina, OP

Tuesday, May 01, 2012

Por muchos» o «por todos»? Mensaje de Benedicto XVI sobre la fórmula para consagrar el vino durante la misa | Fuente: vaticaninsider.lastampa.it Esta vez, Benedicto XVI prefirió hablar en alemán, para que el mensaje llegara fuerte y claro a todo el mundo, incluidos los italianos. La carta firmada el 14 de abril para los obispos alemanes afronta articuladamente la cuestión sobre las fórmulas post-conciliares para consagrar el vino durante las celebraciones eucarísticas. Una aclaración decidida para subrayar las indicaciones que había dado al respecto la Sede Apostólica cuando comenzó el Pontificado ratzingeriano, y que hasta ahora habían encontrado una débil respuesta por parte de algunos episcopados (como el italiano) que normalmente se adecúan a las sugerencias pastorales y litírgicas del Vaticano. El nudo de la cuestión es la fórmula que se usa durante la oración eucarística para consagrar el vino, para que se convierta en la sangre de Cristo. El Rito Romano en latín, retomando la narración de la institución de la eucaristía que aparece en el original griego de los Evangelios sinópticos, usa desde los primeros siglos las palabras que se atribuyen a Cristo, cuando dijo que su sangre sería derramada «por muchos» («pro multis», corresponde al griego «pollòn»). En las versiones modernas del Misal latino que se redactaron después del Concilio, el «pro multis» se ha traducido con la expresión « por todos». En 2006, la Congragación para el Culto Divino, con una carta firmada por el entonces cardenal prefecto Francis Arinze, trató de volver a evocar ese equívoco léxico, indicando a todas las Conferencias episcopales nacionales que usaran en las nuevas ediciones de los Misales en vías de revisión una traducción de la fórmula para consagrar que correspondiera con las palabras latinas «pro multis». Desde entonces, la adaptación que pidió la Santa Sede ha procedido muy lentamente y solo en algunas regiones, mientras se han ido aprobando las nuevas versiones del Misal Romano en las diferentes lenguas modernas. La más veloz fue la Iglesia de Hungría, en donde la corrección de la fórmula para consagrar el cáliz entró en vigor en 2009. Después habrían sido las Iglesias latinoamericanas (Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia) tras la aprobación de la versión española del Misal Romano que prepararon. En Argentina, el paso de «por todos» a «por muchos» se llevó a cabo el primer domingo de la Cuaresma de 2010, mientras que en Chile se llevó a cabo el primer domingo del Adviento de 2009. En las Iglesias anglófonas, la aprobación vaticana de la versión en inglés del Misal Romano, después de un largo y trabajoso recorrido, se dio hace un año, y el nuevo Misal con «for many» entró en vigor durante el Adviento de 2011. El caso italiano es peculiar. La cuestión del «pro multis» se puso a votación durante la asamblea plenaria de la conferencia episcopal que se desarrolló en Asís en noviembre de 2010. Y, según los datos filtrados y citados por el vaticanista italiano Sandro Magister, de los 187 votantes, 171 votaron a favor de «per tutti». Un rechazo al cambio indicado que ya se había manifestado en las Conferencias episcopales regionales. Recientemente, también se han manifestado varias sensibilidades en el Colegio cardenalicio. Uno de los históricos promotores del cambio en los Misales nacionales del «pro multis» latino es el cardenal cingalés Malcolm Ranijth Patabendige Don. El actual obispo de Colombo apoyaba con decisión la vuelta al «por muchos» durante los años en los que fue secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Según el purpurado, la vuelta a la fórmula «por muchos» en lugar de «por todos» repersenta también una observación oportuna sobre «la seriedad de la vocación cristiana», en una situación en la que, según su opinión, «está muy pr esente un optimismo exagerado sobre la salvación que permite llegar al Paraíso a todos, sin exigir el don de la fe o el esfuerzo de la conversión». En cambio, el cardenal jesuita Albert Vanhoye, en una entrevista de 2010 con el periódico italiano “30Giorni”, expresó una postura más articulada. Según el insigne biblista, la traducción del «pro multis» latino con «por todos» que han adoptado muchas Iglesias tras el Concilio se basa en razones exegéticas de relieve, empezando por el hecho de que Jesús hablaba arameo, y no griego o latín. «En italiano», indicó durante la entrevista el rector emérito del Pontificio Instituto Bíblico, «molti se contrapone a tutti. Si se dice que muchos alumnos superaron el examen, quiere decir que no todos lo superaron. En cambio, en hebreo no hay esta connotación dialéctica. La palabra “rabim” indica solo que hay un gran número. Sin especificar si este gran número corresponde o no corresponde a todos». Según Vanhoye «está claro que la intención de Jesús en la última cena no se dirigió a un cierto grupo determinado, aunque numeroso, de individuos. Su intención fue universal. Jesús quiere la salvación de todos». En realidad, la indicación de volver a traducciones más literales del «pro multis» que se usa en la edición en latín del Misal Romano (que concuerda, en este particular, con la mayor parte de las anáforas que se usan en las Iglesias de Oriente) no se puede despachar con la literalidad o con estatismo litúrgico. Y no pretende reducir el alcance universal de las promesas de Jesús. Ya en la carta de 2006 del cardenal Arinze se rechazaban categóricamente las insinuaciones de los que en los últimos años han dudado sobre la validez de las misas que se celebran usando la fórmula «por todos». Según lo que escribió el cardenal nigeriano, la expresión «por muchos» se debe preferir porque, «mientras permanece abierta para incluir a cada persona humana individualmente, también refleja el hecho de que esta salvación no se cumple de forma mecánica, sin la propia voluntad o participación». Este es justamente el núcleo teológico y pastoral que llevó a Benedicto XVI a hacer una declaración directa (dirigida a los obispos alemanes, pero no solo a ellos) para superar el rechazo del paso de «por todos» a «por muchos». En su carta, el Papa hizo una lista de las posibles objeciones a este cambio: «Pero, nuevamente: ¿por qué “por muchos? ¿El Señor no muri&oacut e;, entonces, por todos? El hecho de que Jesucristo, en cuanto Hijo de Dios encarnado, es el Hombre para todos los hombres, el nuevo Adán, pertenece a las certezas básicas de nuestra fe. Me gustaría recordar solamente tres pasajes de la Escritura: Dios entregó a Su Hijo “por todos nosotros”, escribe Pablo en la Carta a los Romanos (Rom. 8, 32). “Uno solo murió por todos”, dice San Pablo en la segunda Carta a los Corintios, sobre la muerte de Jesús (1Cor 5, 14). Jesús “se entregó a sí mismo para rescatar a todos”, dice la primera carta a Timoteo (1Tim 2, 6). Pero entonces podemos preguntarnos nuevamente: si todo esto está claro, ¿por qué, entonces, la plegaria eucarística dice “por muchos”?». Ratzinger, desde siempre, ha prestado interés por sugerir la gratuidad de la salvación que ofrece Jesús. Desde que era un joven teólogo, ha desconfiado de las fórmulas teológicas que interpretan la historia de la salvación con una clave determinista, como un mecanismo al que todos están sujetos, queriéndolo o no. Incluso como Prefecto del ex Santo Oficio manifestó su constante rechazo ante cualquier telogía según la cual la gracia se concede “a priori” a todos los hombres. Un aporismo que desfiguraría la dinámica gratuita e histórica de la redención de Cristo, que cancelaría el gusto por la aventura cristiana y que implicaría un imperialismo religioso y ético para con los no cristianos. Por ello, desde mucho antes de ser elegido Papa, subrayaba la urgencia de retomar en la fórmula para consagrar la intención auténtica de Cristo. Como explicó en un esnayo de 2001, con una u otra fórmula («por todos» o «por muchos»), « ;de cualquier manera debemos escuchar la totalidad del mensaje: que el Señor ama en verdad a todos y que murió por todos. Y la otra cosa: que él no empuja ni rompe nuestra libertad como por arte de magia, sino que nos deja decir Sí en su gran misericordia». La traducción "por muchos", más fiel al texto bíblico que "por todos". P. Federico Lombardi