Wednesday, May 25, 2016

El Papa Francisco nos invita a orar para descubrir la voluntad de Dios en nuestras vidas




El Papa saluda a los fieles durante la Audiencia General. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
El Papa saluda a los fieles durante la Audiencia General. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa


 Un miércoles más, el Papa Francisco celebró la Audiencia General en la Plaza de San Pedro, en la que habló de la importancia de la oración y pidió no cansarse nunca de rezar, aunque parezca que a veces no se es correspondido.
“La oración transforma el deseo y lo modela según la voluntad de Dios, sea cual sea, porque quien ora aspira antes que nada a la unión con Él, Amor misericordioso”.
La catequesis del Papa estuvo dedicada esta vez a la parábola del juez inicuo y la viuda inoportuna que oraba sin cesar. “No debemos desistir de rezar aunque no sea correspondida. Es la oración la que conserva la fe y ¡sin ella la fe vacila!”, pidió Francisco.
El Pontífice explicó que este relato pone de manifiesto “la necesidad de orar siempre, sin cansarse”. “No se trata de rezar alguna vez, cuando lo siento. No. Jesús, dice que se necesita ‘rezar siempre, sin cansarse’. Y pone el ejemplo de la viuda y del juez”.
El Papa describió al juez como “un personaje con poder, llamado a emitir un juicio sobre la base de la Ley de Moisés”, pero “este juez no temía a Dios”.
“Era un juez inicuo, sin escrúpulos, que no tenía en cuenta la Ley y hacía lo que quería, según sus intereses”.
La viuda “junto a los huérfanos y los extranjeros era parte de las categorías más débiles de la sociedad”. Por eso, “una pobre viuda allí sola, está indefensa y podía ser ignorada y dejada sin justicia, así como el huérfano, el extranjero, el migrante”.
“Frente a la indiferencia del juez, la viuda utiliza su única arma: continuar insistiendo importunándolo y presentándole su petición de justicia”, recordó el Papa.
“Es así, con esta perseverancia, como consigue su propósito. El juez, en efecto, en un cierto punto la escucha, no porque fuese movido por la misericordia, sino porque la conciencia se lo impone; simplemente admite: “como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme”.
Francisco subrayó entonces cómo Dios “que es un Padre bueno y justo, hará justicia a sus elegidos que gritan día y noche hacia Él”.
“Todos tenemos momentos de cansancio y de desánimo, sobre todo cuando nuestra oración parece ineficaz. Pero Jesús nos asegura: a diferencia del juez deshonesto, Dios escucha pronto a sus hijos, también si eso no significa que lo haga en los tiempos y en los modos que nosotros querríamos”.
“¡La oración no es una varita mágica!”, exclamó el Papa en la Plaza. “Ella ayuda a conservar la fe en Dios y en confiarnos a Él también cuando no comprendemos su voluntad.”.
El Pontífice añadió que “Dios de verdad ha salvado a Jesús de la muerte dándole la completa victoria en ella, pero la vía recorrida para obtenerla pasó a través de la misma muerte”.
El Santo Padre recordó también la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos cuando “oró al Padre para que lo librase del cáliz amargo de la pasión”.
“Pidamos al Señor -concluyó el Papa- una fe que se hace oración incesante, perseverante, como la de la viuda de la parábola, una fe que se nutre del deseo de su venida. Y en la oración experimentamos la compasión de Dios, que como un Padre viene al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso”.

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