Monday, November 03, 2014

SANTO DE HOY: SAN MARTÍN DE PORRES

SANTO DE HOY: SAN MARTÍN DE PORRES
Leyendo diversas hagiografías sobre San Martín de Porres, no dejo de preguntarme porque motivo se le otorga tanta importancia destacar que él es hijo de un noble caballero y de una mujer negra, ¿por qué partir de esta situación?, ¿qué méritos le agrega a su santidad esta condición? Me da tristeza leer u oír del santo negro o el santo mulato, no se oye lo mismo al expresarse de otro santo del santo rubio o le santo blanco o del santo o santa de ojos azules.
¿Alguno de nosotros ha visto a Cristo Jesús?, ¿tendría alguna diferencia para nosotros que él tuviera otro aspecto del que nos han hecho imaginar los pintores y dibujantes?, ¿y si fuera de características físicas tipo oriental chino o japonés, maorí, o zulú, inca o apache, o nórdico o caucásico, qué más da?. Si vemos los dibujos de los niños de diversos lugares del mundo, cada uno se lo imagina parecido a su raza y es una gracia que así sea.
Pero volviendo a san Martín de Porres, comienzo diciendo, que es un santo muy querido en su tierra natal y en el mundo, que su actitud de vida es la que debemos imitar, que nació en 1579 en Lima, capital del Perú, fundada originalmente con el nombre de Ciudad de los Reyes, cuando este País era el Virreinato del Perú, que fue una división administrativa de la Corona de España en América, y al momento de su mayor extensión abarcó casi toda Sudamérica y parte de Centroamérica. (1542-1821). Cuando nació Martín, se hablaba Español, Quechua, Aymará y otras lenguas nativas, era Rey de España Felipe II y Virrey en Perú, Francisco de Toledo.
El Perú como muchos otros países de Ibero-América, sabe lo común que es el hecho de tener grandes hijos que nacieron de uniones de miembros de persona que llegaron del viejo mundo en busca de la opulencia y sufridos nativos de estas tierras. Es así como se dio las circunstancias que Martín nació de la unión de súbdito de origen español, Juan de Porres y una mujer de natural de Panamá, Ana Velásquez, hija de Dios con la piel más morena. Así es como el santo fue socialmente un mulato, término utilizado para designar al individuo nacido de la unión interracial entre una persona blanca y una persona negra. Se relaciona con la palabra mula, que es el producto del cruce entre un caballo/yegua y un burro/a. Este término a su vez tiene su origen en el árabe, en el que se usaba la palabra muwallad para designar personas nacidas de un progenitor árabe y uno no-árabe. La raíz es la palabra wallad, que significa parir o engendrar.
Esta forma de llegar a ser parte de la vida limeña de la época, debe haber sido importante para la educación y vida en general de Martín, él no vivió en un ambiente familiar, se dice que su padre le reconoció, pero que tardó en hacerlo, pero que le dejo siendo niño y viviendo con su madre. Dura debe haber sido su vida, hijo clasificado como ilegitimo, por no ser de nacido dentro de un matrimonio tradicional. Esto nos enseña algo muy importante, Dios no discrimina entre hijos legítimos e ilegítimos y la santidad de un hombre no depende de eso.
Martín fue bautizado en la Iglesia de San Sebastián, en la misma pila bautismal en que siete años más tarde lo sería Santa Rosa de Lima. Lo curioso de su bautismo, es que fue también el mismo Párroco quien lo introdujo en la Iglesia Católica y mayor coincidencia ocurre con la Confirmación de Martín, ya que, al igual que Rosa de Santa María, un santo le imprimió los dones del Espíritu Santo: el Arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo, actual patrono del Episcopado Latinoamericano. Un hombre santo, tiene esa cualidad de fijarse en otros proyectos de santo y le contagia de su santidad.
Martín, desde niño debe haber conocido lo que es la generosidad, el pobre sabe de necesidades y es más sensible a compartir, es así como dentro de sus actitudes de vida como hijo de Dios, se le conoció como muy generoso con los pobres, a los que daba parte del dinero cuando iba de compras o lo que ahorraba para ayudarles a mitigar su hambre. Martin compartía lo poco que tenía entre los no tenían nada.
Del evangelio de Lucas, 6; 20: “Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: ¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! Jesús al proclamar esta bienaventuranza, nos está proponiendo una forma de vida distinta como condición para salvarnos, nos invita a un camino solidario con los pobres, nos estimula a una vida más austera, nos anima a no vivir atados a los bienes materiales, de esta forma nos podemos dedicar más a Dios.
Se sabe ciertamente que Martín visitaba muy frecuentemente el templo con su madre, pero en aquel tiempo ir al templo era muy distinto a hoy que entendemos con claridad todo los ritos de la Liturgia porque son en nuestra lengua materna, entonces decidir vivir de acuerdo a las enseñanzas de Cristo no era fácil. En efecto, en el templo no había ni por lo menos posibilidad de sentarse en cualquier banca, los fieles eran según su calidad social segregados y los sermones eran reprimendas. Pero Martín se las arreglo bien para acercarse a Cristo Jesus.
Martín, no fue a estudiar teología ni la a estudiar un profesión como es la aspiración de muchos, él a la edad de 12 años aprendió el oficio de barbero, el de cirujano y medicina general. Su ocupación en la barbería era la de extraer dientes y muelas, recetar hierbas, aliviar dolores, rasgar con el bisturí los tumores bucales, era una especie de "médico", ya que sabía de ungüentos y de los bálsamos, cómo se alivia el escozor de un dolor, cómo se aplacan las calenturas, cómo se combaten los delirios, cómo se detiene un flujo de sangre, como también afeitar o cortar el cabello en algunas ocasiones y cuando sentía que le sobraba tiempo, se ofrecía también como voluntario en los hospitales.
Martín por el día, trabajaba y por la noche, se dedicaba a la oración, casi al igual que Santa Rosa de Lima. La oración hizo descender el Espíritu sobre su corazón. “El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón” (Lc 6, 43-49). Para ser buenos cristianos, lo más importante es acercarse a Jesús, relacionarse muy bien con El, oír con atención sus palabras, y hacer de ella nuestra vida, y así luego comportarnos como Cristo Jesús con todos nuestros semejantes.
Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las ha dado a conocer a los sencillos” Lc 10, 21-24 Cristo Jesus, nos pide sencillez, humildad en el corazón, estar vacíos y despojados de nosotros mismos. Él ha querido abrir este secreto a los humildes, a los sencillos, no a los hombres instruidos, que en muchas ocasiones se creen capaces de llegar a conocer las cosas de Dios por sus propios medios y esfuerzos, estos son los soberbios, estos son los que se cierran al Evangelio, por eso el Señor se goza de que los pequeños y sencillos se abran a la verdad de Dios.
Se dice que Martín era inteligente, y fue tal su amor por los hermanos que no tardó en aprender para poderlos servir mejor. Desde niño sentía predilección por los enfermos y los pobres en quienes reconocía sin duda el rostro sufriente de su Señor. “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré” (Mt 11:25-30)
Pronto la virtud de Martín dejó de ser un secreto. Su servicio como enfermero se extendía desde sus hermanos dominicos hasta las personas más abandonadas que podía encontrar en la calle. A los quince años la gracia recibida y el ardor por vivir más cerca de Dios en servicio completo a sus hermanos humanos lo impulsó a pedir ser admitido en el convento de los dominicos que había en Lima.
Su humildad fue probada en el dolor de la injuria, incluso de parte de algunos religiosos dominicos. Incomprensión y envidias: camino de contradicciones que fue asemejando a Martín a su Reconciliador. En 1594, entró en la Orden de Santo Domingo de Guzmán bajo la categoría de "donado" al ser hijo ilegítimo, en el convento de Nuestra Señora del Rosario de Lima. En 1603 le fue concedida la profesión religiosa y pronunció los votos de pobreza, obediencia y castidad. Hombre de gran caridad, unía a su incesante oración las penitencias más duras. Era mucho el amor, eran poco el sueño y la comida, lo sostenía la oración, la infinita misericordia de Dios. Es muy probable que haya conocido a Santa Rosa de Lima. El Señor tiene sus caminos, y los tuvo de dolor y alegría para nuestro santo conocedor de la humildad.
Convirtió el convento en un hospital. Recogía enfermos y heridos por las calles y los llevaba al convento. Algunos religiosos protestaron, pues infringía la clausura y la paz.
"La caridad está por encima de la clausura", contestaba Martín siempre que sus colegas le requintaban. También fundó el Asilo de Santa Cruz para cuidar ahí de niñas y niños.
La virtud del santo, su intensa vida espiritual, sostenían su entrega, pero sin duda alguna, aquello que más recuerda el pueblo de Lima son sus numerosos milagros. A veces se trataba de curaciones instantáneas, en otras bastaba tan sólo su presencia para que el enfermo desahuciado iniciara un sorprendente y firme proceso de recuperación. Muchos lo vieron entrar y salir de recintos estando las puertas cerradas. Otros lo vieron en dos lugares distintos a un mismo tiempo. Todos, grandes señores y hombres sencillos, no tardaban en recurrir al socorro del santo mulato: "yo te curo, Dios te sana" decía Martín con grande conciencia del inmenso amor del Señor que ha gustado siempre de tocar el corazón de los hombres con manos humanas.
Enfermero y hortelano herbolario, Fray Martín cultivaba las plantas medicinales que aliviaban a sus enfermos. Su amor humilde y generoso lo abarcaba todo: su amabilidad con los animales era fruto de su inmenso amor por el Creador de todas las cosas. El pueblo de Lima venera hoy su dulce y sencilla imagen, con su escoba en la mano dando de comer, de un mismo plato, a perro, ratón y gato.
Sin moverse de Lima, fue visto sin embargo en China y en Japón animando a los misioneros que estaban desanimados. Conociéndose tal fenómeno milagroso como bilocación
Para algunos católicos, San Martín de Porres es el santo predilecto para combatir y lograr la remoción de ratones cuando se presentan como un problema en las viviendas (plaga). La ayuda pedida a San Martín es debida a que en numerosas ocasiones lograba dar de comer en el mismo plato a ratones, gatos y perros, quienes en armonía se alimentaban, causando la sorpresa de los demás frailes.
A la edad de sesenta años, Fray Martín de Porres, cae enfermo sabiendo que ya era hora de encontrarse con el Señor. La noticia se expandió rápido por toda la Ciudad de los Reyes con lo que todo el pueblo estuvo conmovido y todos en la calle lloraban. Tal era la veneración hacia este buen hijo de Dios, conocido como el mulato, que el mismísimo Virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, Conde de Chinchón, fue a besarle la mano cuando se encontraba en su lecho de muerte. Sufrió ataques del demonio, pero sintió el consuelo y compañía de la Virgen quien según él, estaba a su lado mientras agonizaba.
El 3 de noviembre de 1639 fallece en la Ciudad de los Reyes, capital del Virreinato del Perú. Su muerte causó aún más conmoción en la ciudad. Gregorio XVI lo declaró Beato el 1837.
El santo de la escoba fue canonizado por el Papa Juan XXIII el 6 de Mayo de 1962 con las siguientes palabras del Santo Padre:
"Martín excusaba las faltas de otro. Perdonó las más amargas injurias, convencido de que el merecía mayores castigos por sus pecados. Procuró de todo corazón animar a los acomplejados por las propias culpas, confortó a los enfermos, proveía de ropas, alimentos y medicinas a los pobres, ayudo a campesinos, a negros y mulatos tenidos entonces como esclavos. La gente le llama ‘Martín, el bueno’."
Sus restos descansan en la Capilla de Santa Rosa de Lima, en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Lima.

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