Tuesday, September 24, 2013

Los sacerdotes debemos ser amigos de las personas

La amistad verdadera, exige
dar la vida, entregar todo por
los amigos. Esta verdad, que
Jesús encarnó en su propia
persona muriendo en la cruz
no solo por sus amigos sino
también por sus enemigos; es
también la verdad que los Sacerdotes están llamados a
vivir. El amor de amistad en un sacerdote debe estar
abierto a todos sin excepción. La negación que, por
elección libre y por vocación, hace de la posibilidad de
particularizar su amor a una persona concreta en el
matrimonio, es una negación que comporta un carácter
positivo en el que su amor se hace más fecundo y llega a todos aquellos que Dios ama.
Cuando una persona se acerca a un Sacerdote espera encontrar en él la mano de un
amigo y no la de un juez implacable. Parafraseando a J. Luis Borges en su poema a la
amistad, podemos decir que el Sacerdote no puede darte soluciones a todos los problemas de
la vida, ni tampoco tiene respuestas para todas tus dudas o todos tus temores, pero puede
escucharte y compartir contigo. El no puede evitar que tropieces, pero te ofrecerá la mano y
te iluminará el camino para que no caigas. te de Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son
de él, pero él ha de disfrutar sinceramente cuando te vea feliz, porque hacen parte de una
misma familia en la comunión con Jesús. El Sacerdote también, aunque quisiera hacerlo, no
puedo trazarte límites dentro de los cuales debes actuar, pero si te ofrece el espacio necesario
para crecer en santidad. En últimas, el sacerdote debe quererte cómo eres y ser tu amigo.
La tarea del sacerdote como amigo es luchar por salvar a todas y cada una de las ovejas
a él encargadas, pues, su máxima obligación es alimentarlas, conocerlas, guiarlas, e incluso
donar su vida, con tal que ninguna de ellas se pierda, y esto lo logra cuando se acerca a ellas
con un corazón de padre y amigo. (Cf. Jn 10,1-18). Por esto el Sacerdote ha
de ser amigo de todos.

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