LUZ DEL MUNDO: EL PAPA LA IGLESIA Y LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
Esta semana se presentó en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el libro "Luz del Mundo. El Papa, la
Iglesia y los signos de los tiempos. Una conversación de Benedicto XVI con
Peter Seewald". (Librería Editora Vaticana).
Intervinieron en la rueda de prensa el arzobispo Rino Fisichella,
presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la nueva
evangelización y Luigi Accattoli, periodista.
Estaba también presente el autor de la entrevista, Peter Seewald y don
Giuseppe Costa, S.D.B., director de la Librería Editora Vaticana.
El arzobispo Fisichella explicó que Seewald pregunta al Papa sobre "los
grandes temas que marcan la teología del momento, los diferentes
acontecimientos políticos que siempre han acompañado las relaciones entre
los diferentes países y, por último, los interrogantes que a menudo ocupan
gran parte del debate público. Estamos ante un Papa que no se niega a
responder a ninguna pregunta, que se expresa con un lenguaje sencillo, pero
no por eso menos profundo, y que acepta con benevolencia las provocaciones
de tantas preguntas".
"Pero -continuó-, reducir la entrevista a una frase sacada de contexto y
de todo el pensamiento de Benedicto XVI sería una ofensa a la inteligencia
del Papa y una manipulación gratuita de sus palabras. Lo que emerge del
marco general de estas páginas es la visión de una Iglesia llamada a ser la
Luz del mundo, signo de unidad de todo el género humano".
El presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la nueva
evangelización señaló que "no se trata de un libro escrito por Benedicto
XVI, y, sin embargo se condensa su pensamiento, sus preocupaciones y
sufrimientos de estos años, su programa pastoral y las expectativas para el
futuro. La impresión que se tiene es la de un Papa optimista sobre la vida
de la Iglesia, a pesar de las dificultades que la acompañan desde siempre".
El volumen que se presenta hoy, dijo, "es una entrevista que, en cierto
sentido supone un reto para hacer un serio examen de conciencia dentro y
fuera de la Iglesia con el fin de lograr una verdadera conversión del
corazón y de la mente. Las condiciones de vida de la sociedad, la ecología,
la sexualidad, la economía y las finanzas, la misma Iglesia... son
cuestiones que requieren un esfuerzo especial para verificar la dirección
cultural del mundo de hoy y las perspectivas que se abren para el futuro.
Benedicto XVI no se deja intimidar por las cifras de las encuestas, porque
la verdad tiene otros criterios: "la estadística no es la medida de la
moral".
"Benedicto XVI vuelve a menudo en estas páginas a la relación entre
modernidad y cristianismo. Una relación que no puede ni debe vivirse
paralelamente, sino conjugando correctamente fe y razón, derechos
individuales y responsabilidad social. En una palabra, "poner a Dios en el
primer lugar". (...) Esta es la conversión que el Papa pide a los
cristianos y a todos los que deseen escuchar su voz. (...) Esta es la tarea
que el Papa se propone en su pontificado, y, honestamente, no se puede
negar, que es difícil".
El arzobispo Fisichella concluyó poniendo de relieve que "los rasgos
característicos de esta conversación de Benedicto XVI para compartir con el
público en general su pensamiento, su manera de ser y su forma de concebir
la misma misión que se le ha confiado son sobre todo la sencillez y la
verdad. Es una tarea difícil en el período de la comunicación, que a menudo
tiende a destacar sólo algunas partes y deja de lado el conjunto. Un libro
para leer y meditar, para entender una vez más cómo la Iglesia puede ser en
el mundo anuncio de una buena noticia que trae alegría y serenidad".
Luigi Accatoli sugiere a sus colegas periodistas que lean este libro "como
una visita guiada al laboratorio papal de Benedicto XVI y al mundo vital de
Joseph Ratzinger". "Vislumbraremos sobre todo a este hombre llamado a ser
Papa, en la actitud con la que ha publicado los dos volúmenes sobre Jesús de
Nazaret, que propone no como documentos de magisterio, sino como atestados
de su búsqueda del rostro del Señor".
Desde el principio, el volumen nos advierte, prosigue, que "el Papa puede
tener opiniones personales equivocadas y que sin duda dispone de la
"facultad de la decisión final" en materia de fe, pero "esto no significa
que continuamente produzca infalibilidad". "Quizá en esta reflexión -subraya
el periodista- hay que buscar la primera raíz del libro-entrevista que
afronta también cuestiones difíciles".
En varias ocasiones Benedicto XVI se interroga sobre sus 83 años e incluso
se plantea "la oportunidad de la dimisión si se encontrase incapacitado para
cumplir su misión". En la misma página niega haber pensado en dimitir por el
escándalo de pedofilia: "No se puede huir en el momento en el peligro".
"Sabemos que todos los Papas contemporáneos -desde Pío XII en adelante- se
han planteado el problema de la dimisión, pero antes de esta entrevista
ninguno lo había hecho en público."
En el libro-entrevista el Papa "analiza a fondo el conflicto de la fe
cristiana con nuestro tiempo", pero por lo menos en dos pasajes reconoce "la
moralidad de la modernidad" y la existencia de una "modernidad justa y
buena". A esas afirmaciones positivas hay que unir los pasajes en los que
reconoce las prevaricaciones religiosas del pasado: desde las "atrocidades"
cometidas "en nombre de la verdad", a las "guerras de religión" y al
"rigorismo" frente a la corporeidad con el que "se llegó a asustar al
hombre". En el conflicto con el mundo moderno en consecuencia, hay que
preguntarse a cada paso "en qué tiene razón el secularismo" y dónde hay en
cambio que "oponer resistencia".
El Papa "no tiene miedo de usar expresiones como "la pecaminosidad de la
Iglesia" y el término "suciedad" para indicar el pecado que está en la
Iglesia; (...) se utiliza al menos tres veces en el libro a propósito de la
pedofilia del clero y del "shock enorme" que causó". En este ámbito, el
pontífice reconoce "reiteradamente el papel positivo de los medios de
comunicación, que ya había expresado en varias ocasiones pero nunca de forma
tan explícita": "Desde el momento en que se trata de descubrir la verdad,
debemos estar agradecidos", y sobre este tema "nos regala uno de los
aforismas más eficaces del volumen: "Solo porque el mal estaba dentro de
la Iglesia los demás han podido utilizarlo contra ella".
Asimismo el Santo Padre "asegura que no habría levantado la excomunión al
obispo Williamson sin llevar a cabo una investigación posterior si hubiera
sabido de su posición de negación del Holocausto".
Benedicto XVI busca "con cautela y valor una manera pragmática a través
de la cual los misioneros y otros operadores eclesiales puedan ayudar a
superar la pandemia del SIDA sin aprobar, pero sin excluir -en casos
particulares- el uso del profiláctico" y reafirma el carácter "profético"
de la "Humanae Vitae" de Pablo VI, pero no oculta la existencia de una
dificultad real en "encontrar caminos que se puedan recorrer humanamente"
(...) reconociendo que "muchas cosas en este campo deben ser repensadas y
expresadas de una manera nueva".
El Papa es "muy optimista sobre el hecho de que el cristianismo se
enfrenta a una nueva dinámica" que tal vez lo llevará a asumir "un aspecto
cultural diverso"; pero se siente también "desilusionado" porque "la
tendencia general de nuestro tiempo es de hostilidad a la Iglesia".
Por último, Benedicto XVI sueña con encontrar la "simplicidad" y
"radicalismo" del Evangelio y del cristianismo. Se trata de "comprender el
drama de nuestro tiempo, de permanecer firmes en la Palabra de Dios como la
palabra decisiva y al mismo tiempo de dar al Cristianismo esa sencillez y
esa profundidad sin las que no puede actuar".
Padre Roberto Mena ST
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