Cuando solo miramos lo malo de la vida, nuestro existir se torna un tanto melancólico, vemos y esperamos las cosas en su aspecto más desfavorable, todo se nos torna color gris ya que nada nos satisface y nos estancamos dentro de una vida carente de variedad ¿qué mejor que disfrutar cada día de lo bueno que nos da la vida, agrandar todo lo bueno y mimetizar todo lo malo? teniéndolo en cuenta cuando lo vamos a convertir en bueno.
Para qué volverse loco y agobiarse por cosas externas que no tienen nada que ver con la sensibilidad espiritual de cada ser humano; cada persona ve el mundo no como es, sino como es ella, gracias al todopoderoso no todos somos iguales, cada cabeza es un mundo y el mundo entra de una forma diferente a cada cabeza.
Para mí, deprimente sería no poder respirar el oxígeno que se nos regala, despertar y que en el cielo no se manifieste ese amarillo cielo, ese azul tornasol y esos rayos de blanca luz que bajan cada día hacia mí para recordarme que tengo tantas cosas que agradecer y tan pocas de qué quejarme, esa luz, que como no es elaborada con petróleo, se manifiesta día a día para mostrarme la puerta resplandeciente de esperanza por la cual saldré para hacer que mis sueños dejen de ser sueños y se conviertan en realidad.
No dejarlo todo en esperanza y luchar porque la esperanza es algo eterna y tenemos que utilizarla en algo diferente día a día, para que deje de ser esperanza y se convierta en algo palpable, algo de lo que sí podamos estar orgullosos, algo que podamos disfrutar a plenitud cada segundo de nuestra existencia, el tiempo esta ahí para recordarnos que no somos eternos y que nada dura para siempre, y qué mejor que en esta estadía de la que cada uno disfruta en esta tierra podamos dejar hechos grabados en la piedra de la de la memoria del corazón de cada ser humano que sepa de nosotros, donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.
Desgracia sería no tener identidad, no tener playas de olas que gritan a voces que les pertenecemos y ellas nos pertenecen a nosotros, que nos recuerdan que hay cosas más fuertes e importantes que el ser humano, que este es solo una pequeña parte de este cosmos, desgracia sería no poder ver mis sueños ni escuchar mis sentidos, sentir que nada funciona y que todo esta errado.
Una condena sería vivir con temor a que mis edificaciones pudieran ser destruidas de una día a otro, seria salir a mi mundo para vivir mi cotidianeidad y no tener a alguien con quien cruzar palabra alguna, condena sería nacer con mi destino ya planeado para sufrir la misma suerte y pasar las mismas vicisitudes que mis ancestros.
Fatalidad sería andar y andar y caminar mirando siempre al mismo lugar, no poder dejar mi huella marcada atrás o que más bien, mi huella no merezca quedar marcada.
Fatalidad sería no poder caminar descalzo sin complejo, no tener canto que bailar ni música que cantar, no crecer de forma espiritual, no poder revolcarnos crudamente con el mundo que no lleva en sus manos, vivir solamente para luego morir, una gran fatalidad sería pasarme toda la vida subestimando a los míos, sin darme cuenta de que quien se auto subestima con todo esto soy yo misma, para qué preocuparnos por los problemas si ni siquiera pensaremos en empezar a preocuparnos en las soluciones, si nuestros antecesores han mostrado un afán insuficiente por distinguirse de sus antecesores, por qué no empezar desde ahora, hoy puede ser un gran día con muchas posibilidades de quedar marcado en la historia de nuestra existencia.
La vida es mucho más divertida cuando dejamos de culpar a los otros por todo lo que nos sucede, por qué no hacer que todo en nosotros obre por un propósito, el tiempo poco a poco se encarga de marcar nuestras vidas, ahora nos toca a nosotros, encarguémonos de marcar el tiempo.
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