El Papa: Con el mal humor, la frialdad y el egoísmo la Iglesia no crece; solo con amor.
VATICANO, 06 Nov. 13 El Papa Francisco reflexionó esta mañana en la catequesis de la audiencia general sobre la comunión de las cosas espirituales, centrándose en los sacramentos, los carismas y la caridad; y explicó que solo con el amor la Iglesia crece, el amor que viene del Espíritu Santo y que debe vencer el mal humor, la frialdad y el egoísmo en las personas.
Ante unas 50 mil personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre dijo que "a menudo somos demasiado áridos, indiferentes, distantes y en lugar de transmitir fraternidad, trasmitimos mal humor, trasmitimos frialdad, trasmitimos egoísmo".
"Y con el mal humor, con la frialdad, con el egoísmo ¿se puede hacer crecer a las iglesias? ¿Se puede hacer crecer a toda la Iglesia? No, con el mal humor, con la frialdad, con el egoísmo la iglesia no crece: crece sólo con el amor, con el amor que viene del Espíritu Santo. ¡El Señor nos invita a abrirnos a la comunión con Él, en los Sacramentos, en los carismas y en la caridad, para vivir de una manera digna nuestra vocación cristiana!"
El Papa Francisco explicó luego que los Sacramentos de la Iglesia "no son apariencias, no son ritos; los Sacramentos son la fuerza de Cristo, está Jesucristo. Cuando celebramos la Misa, en la Eucaristía está Jesús vivo, Él, vivo, que nos reúne, nos hace comunidad, nos hace adorar al Padre. Cada uno de nosotros, de hecho, mediante el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se incorpora a Cristo y se une a toda la comunidad de los creyentes".
"Cada encuentro con Cristo, que nos da la salvación en los Sacramentos, nos invita a "ir" y a comunicar a los otros la salvación que podemos ver, tocar, conocer, recibir, y que es creíble de verdad, ya que es amor. De esta manera, los Sacramentos nos llevan a ser misioneros. Y el compromiso apostólico de llevar el Evangelio a todas partes, incluso en las más hostiles, constituye el fruto más auténtico de una asidua vida sacramental, porque es participación a la iniciativa salvífica de Dios, que quiere dar la salvación a todos".
Tras recordar que es importante bautizar pronto a los niños, el Papa pasó a explicar la comunión de carismas: "’Carismas’ es una palabra un poco difícil. Los ‘carismas’ son los regalos que nos hace el Espíritu Santo (…) son gracias especiales, dadas a algunos para hacer el bien a otros. Son actitudes, de la inspiración y de los impulsos interiores, que surgen de la conciencia y de la experiencia de determinadas personas, que están llamadas a ponerlos al servicio de la comunidad. En particular, estos dones espirituales benefician a la santidad de la Iglesia y su misión".
Sobre la caridad, que es el amor, el Santo Padre dijo que sin éste, "incluso los dones más extraordinarios son en vano, Pero, este hombre cura a la gente: eh, tiene esta cualidad, esta virtud, sana a la gente. ¿Pero tiene amor en su corazón? ¿Tiene caridad? Si la tiene, adelante; pero si no la tiene, no sirve a la Iglesia".
"Sin amor, todos los dones no sirven a la Iglesia, porque donde hay amor hay un vacío, un vacío que es llenado por el egoísmo. Y les pregunto, ¿si todos somos egoístas, sólo egoístas, podemos vivir en comunidad, en paz? ¿Se puede vivir en paz si todo el mundo es egoísta? ¿Se puede o no se puede? [La gente responde: ¡No!] ¡No se puede! Por eso, es necesario el amor que nos une: la caridad".
El Papa Francisco destacó luego que "el más pequeño de nuestros actos de amor tiene efectos buenos para todo el mundo! Por lo tanto, vivir la unidad de la Iglesia, la comunión de la caridad significa no buscar el propio interés, sino compartir los sufrimientos y las alegrías de los hermanos, dispuestos a llevar las cargas de los más débiles y los pobres. Esta solidaridad fraterna no es una figura retórica, una forma de decir, sino que es una parte integrante de la comunión entre los cristianos".
"Si la vivimos, nosotros somos en el mundo signo, nosotros somos "sacramento" del amor de Dios. ¡Lo somos unos para otros y lo somos para todos! No se trata de aquella caridad mezquina que podemos ofrecernos recíprocamente, es algo más profundo: es una comunión que nos permite entrar en el gozo y el dolor de los demás para hacerlos nuestros, sinceramente".
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