Poner al centro a Cristo y a la Iglesia
“El lema de nosotros,
El Pontífice continuó subrayando que el camino para vivir esta centralidad doble es “dejarse conquistar por Cristo. Yo busco a Jesús y lo sirvo porque Él me ha buscado en primer lugar... En español - precisó- hay una palabra que es muy descriptiva: “Él nos primerea”. Es siempre el primero... Ser conquistado por Dios para ofrecer a este Rey toda nuestra persona y nuestra fatiga... imitarlo en el soportar incluso injurias, desprecio, pobreza”. “Dejarse conquistar por Cristo significa estar siempre tendidos hacia quién tengo enfrente, hacia la meta de Cristo”.
El Papa evocó además las palabras de Jesús en el Evangelio: "quien quiera salvar la propia vida la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la salvará... quién se avergüence de mi..." y las comparó con la "vergüenza" de los Jesuitas. "La invitación que hace Jesús es la de no avergonzarse nunca de Él, sino de seguirle siempre con total dedicación, fiándose y confiando en Él".
"Mirando a Jesús, como San Ignacio nos enseña en la Primera Semana, -dijo el Obispo de Roma- sobre todo mirando a Cristo crucificado, sentimos esa sensación tan humana y tan noble que es la vergüenza de no estar a la altura... Y esto nos lleva siempre, a cada uno por separado y como compañía, a la humildad, a vivir esta gran virtud. Humildad que nos hace conscientes todos los días de que no somos nosotros los que tenemos que construir el Reino de Dios, sino que es siempre la gracia del Señor la que obra en nosotros; la humildad que nos lleva a ponernos a nosotros mismos no a nuestro servicio personal o al servicio de nuestras ideas, sino al servicio de Cristo y de la Iglesia, como vasijas de barro, frágiles, inadecuadas, insuficientes, pero con un inmenso tesoro que llevamos y comunicamos".
El Santo Padre señaló luego cómo siempre en el ocaso de su existencia, "cuando un jesuita termina su vida" le vienen a la mente dos imágenes; la de san Francisco Javier, mirando a China, y la del padre Arrupe, en su última conversación en el campo de refugiados. "Dos imágenes -aseguró- que a todos nos hará bien observar y recordar. Pedir la gracia que nuestro ocaso sea como el de ellos".
Finalizando su homilía en la Iglesia romana del Gesù, el Papa Francisco animó a los congregados a pedir a la Virgen que "nos haga sentir vergüenza por ser inadecuados para el tesoro que nos ha sido confiado, para vivir la humildad ante Dios. Que acompañe nuestro camino la intercesión paternal de San Ignacio y de todos los santos jesuitas, que siguen enseñándonos cómo hacer todo, con humildad, ad maiorem Dei gloriam"
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