ROBERTO MENA, ST
En la audiencia
general
del miércoles
pasado, celebrada
en la Plaza
de San Pedro, el Papa Benedicto XVI
habló de la misión del sacerdote de
santificar a los seres humanos.
Tras hacer hincapié en que “santificar
a una persona significa ponerla
en contacto con Dios”, el Santo
Padre afirmó que “parte esencial de
la gracia del sacerdocio es el don y
la misión de crear este contacto, que
se realiza en el anuncio de la palabra
de Dios y (...) de un modo particularmente
denso, en los sacramentos”.
“En las últimas décadas -dijo-, ha
habido una tendencia a hacer prevalecer
en la identidad y en la misión del
sacerdote, la dimensión del anuncio,
separándola de la de la santificación,
a menudo se ha dicho que es necesario
superar una pastoral meramente
sacramental”.
Benedicto XVI subrayó que “el
ministro ordenado representa a Cristo,
el Enviado del Padre, es su presencia,
continúa su misión a través de la “palabra”
y el “sacramento”, que son los
dos pilares fundamentales del servicio
sacerdotal”. En este contexto señaló
que “es necesario reflexionar si en
algunos casos, el haber minusvalorado
el ejercicio fiel del “munus sanctificandi”,
no haya quizá representando
una debilitación de la misma fe en la
eficacia salvífica de los sacramentos
y, en definitiva, en el obrar de Cristo
y de su Espíritu, a través de la Iglesia,
en el mundo”.
“Es importante, por tanto —continuó—
promover una adecuada
catequesis para ayudar a los fieles
a comprender el valor de los sacramentos,
pero también es necesario,
siguiendo el ejemplo del Santo Cura
de Ars, estar disponibles y atentos y
ser generosos para donar a los hermanos
los tesoros de la gracia que
Dios ha puesto en nuestras manos,
y de los que no somos los “dueños,”
sino custodios y administradores.
Especialmente en nuestro tiempo, en
el que, por una parte, parece que la fe
debe se debilita y, por otra, hay una
profunda necesidad y una búsqueda
general de espiritualidad, es necesario
que cada sacerdote recuerde que en
su misión, el anuncio misionero y el
culto nunca se separan y promueva
un sano ministerio sacramental para
formar al Pueblo de Dios y ayudarlo
a vivir plenamente la liturgia, el culto
de la Iglesia, los sacramentos como
dones gratuitos de Dios, actos libres y
eficaces de su acción de salvación”.
El Papa señaló que “cada sacerdote
sabe que es un instrumento necesario
para la acción salvífica de Dios, pero
sigue siendo un instrumento. Esto
debe hacer más humildes y generosos
a los presbíteros en la administración
de los sacramentos, en la observancia
de las normas canónicas, y también
en la profunda convicción de que su
misión es asegurar que todas las personas,
unidas a Cristo, puedan ofrecerse
a Dios como hostia viva, santa,
agradable a El”.
Dirigiéndose a todos los sacerdotes,
el Santo Padre les alentó a “vivir con
alegría y con amor la liturgia y el
culto” y renovó la reciente invitación
“a volver al confesionario, como
lugar en que celebrar el sacramento
de la Reconciliación, pero también
como lugar en que “habitar” más
a menudo, para que el fiel pueda
encontrar misericordia, consejo y consuelo,
sentirse amado y comprendido
por Dios y experimentar la presencia
de la Misericordia divina, junto a la
presencia real en la Eucaristía”.
“Quisiera invitar también a los
sacerdotes—añadió—a celebrar y
vivir con intensidad la Eucaristía”.
Los presbíteros “están llamados a ser
ministros de este gran misterio, en el
sacramento y en la vida”.
Asimismo, añadió, “es indispensable
que el sacerdote tienda a la perfección
moral, que debe habitar todo corazón
verdaderamente sacerdotal”: también
hay un ejemplo de fe y de testimonio
de santidad que el Pueblo de Dios se
espera justamente de sus pastores”.
Benedicto XVI terminó pidiendo a
los fieles que fueran “conscientes del
gran don que los sacerdotes son para
la Iglesia y el mundo; a través de su
ministerio, el Señor sigue salvando
a los hombres, se hace presente y
santifica. Dad gracias a Dios, y sobre
todo rezad y sostened a vuestros
sacerdotes, especialmente en las dificultades,
para que sean cada vez más
pastores según el corazón de Dios”.
Abstract in English: In his last
general audience, the pope focused
his remarks on the priest’s mission
to sanctify humankind. “Sanctifying
a person means putting that person
in contact with God”, said the Pope,
noting how “an essential part of a
priest’s grace is his gift, his task to
establish such contact. This comes
about through the announcement of
the Word of God, ... and particularly
intensely in the Sacraments”.
FATHER ROBERTO MENA, a member of
the Missionary Servants of the Holy
Trinity, is a native of Guatemala
and pastor of Saint Joseph Parish,
Bainbridge.
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