Ver dramas humanos, como el del pueblo rohingya, que andan arriba de esos barcones en aguas tailandesas y cuando se acercan a tierra les dan un poco de comida, agua y los echan otra vez al mar. Ver esto, conmueve al Santo Padre. También lo hace ver chicos enfermos. “Cuando veo lo que acá llaman ‘enfermedades raras’, que son producidas por descuido del ambiente, se me revuelve todo”.  Y cuando ve a esas criaturas le dice al Señor: “Por qué ellos y no yo”. Francisco también se conmueve cuando va a la cárcel. Siente dolor por ellos y le agradece a Dios no estar allí.
Todo esto le lleva al llanto interior. Pero, reconoce que le ha pasado dos veces que ha estado al límite de llorar con lágrimas, “pero me pude frenar a tiempo”. Estaba demasiado conmovido, incluso hubo algunas lágrimas que se escaparon, pero me hice el tonto y después de un rato me pasé la mano por la cara, explica Francisco. Una de las situaciones, recuerda, fue escuchando hablar de la persecución de los cristianos en Irak.
Así lo cuenta en una entrevista publicada este domingo en La Voz del Pueblo, diario de la localidad argentina Tres Arroyos. En una conversación de 45 minutos con el periodistas Juan Berretta, el Santo Padre conversa sobre temas tan variados como su pontificado, las cosas que le hacen llorar, las utopías, lo que añora o el fútbol.
El Santo Padre recordó que 'nunca hay que darle un cachetazo en la cara a un chico porque la cara es sagrada, pero dos o tres palmadas en el traste no vienen mal'. Y que cuando dijo esto en una audiencia "algunos países me criticaron. Son países que tienen leyes de protección al menor muy estrictas". Y añadió que "curiosamente esos países, que incluso castigan al padre o a la madre que le pega al menor, tienen leyes que les permiten matar a los chicos antes de que nazcan. Esas son las contradicciones que vivimos ahora".
Sobre su nombramiento como sucesor de Pedro, el Papa asegura que nunca lo soñó, y recuerda que con respecto a la posibilidad de serlo, “yo estaba en la lista de los papables en el otro cónclave… Pero esta vez, la segunda, por la edad, 76 años, y porque además había gente más valiosa ciertamente”. Tanto era el asunto --señala--  que ni una foto mía salió en los diarios, nadie pensaba en mí. Y asegura que “yo tampoco pensaba en mí, ni se me ocurría”.
Pero insiste que cuando fue elegido sintió paz y pensó “si Dios lo quiere” y después “me llevaron a la Sacristía, me cambiaron la sotana, y a la cancha. Y ahí dije lo que me vino”.
El periodista le pregunta por el magnetismo que genera en la gente y el Papa responde que “primero no entendía por qué ocurría eso. Y me cuentan algunos cardenales que la gente dice ‘le entendemos’”. A propósito explica que él trata “de ser plástico en las audiencias”, “de ser concreto” .
Francisco disfruta de la audiencia general “en un sentido humano y espiritual”. La gente me hace bien, me tira buena onda, asegura. De este modo recuerda que su elección de vivir en Santa Marta es por la necesidad que él tiene de estar con gente, “eso a mí me hace muy bien”. Yo me hice cura para estar con la gente. Doy gracias a Dios que eso no se me haya ido, explica el Santo Padre.
Por otro lado, el Pontífice reconoce que hay algo que echa de menos: “Salir a la calle. Eso sí lo añoro, la tranquilidad de caminar por las calles. O ir a una pizzería a comer una buena pizza”.  Y así, asegura que no sale del Vaticano. “Voy a las parroquias… Pero no puedo salir. Imaginate que yo salgo ahí (por la calle) y se arma”, explica el Papa. Al respecto cuenta una anécdota de un día que salió “en el auto sólo con el chofer y me olvidé de cerrar la ventanilla, estaba abierta y no me di cuenta. Y se armó un lío… Yo iba en el asiento del acompañante, teníamos que ir ahí nomás, pero la gente no dejaba avanzar el auto”.
También habla de su descanso. El Santo Padre explica que duerme seis horas, a las 9 va a la cama y lee hasta las 10, y además duerme 40 minutos de siesta, “los días que no duermo la siesta lo siento”, asegura. Ahora está leyendo sobre san Silvano del Monte Athos, “un gran maestro espiritual”.
Las presiones existen, indica el Papa. “Estoy llevando un ritmo de trabajo muy fuerte, es el síndrome del fin del año escolar, que acá termina a fin de junio. Y entonces se juntan mil cosas, y problemas hay... Y después están los problemas que te arman, con que dije o no dije…”. Y explica una anécdota sobre cómo los medios de comunicación en ocasiones descontextualizan lo que dice. En la parroquia de Ostia, saludando a los ancianos y a los enfermos el Papa indicó “miren qué divertido, acá donde jugaban los chicos están los ancianos y los enfermos. Yo los comprendo a ustedes porque también soy anciano y también tengo mis achaques, soy un poco enfermo”. Al día siguiente el titular en muchos periódicos era “el Papa confesó que estaba enfermo”.
A propósito, Francisco explica que no está encima de lo que publican. Así, explica que a diario lee La Repubblica y que no le lleva más de 10 minutos ojearlo. Televisión no ve desde el año 1990 por una promesa que le hizo a la Virgen del Carmen. Pero para conocer los resultados del fútbol, un guardia suizo le deja los resultados todas las semanas. No utiliza internet y “dar entrevistas jamás, ahora se me ha dado, es el estado de gracia. Antes enfrentarme a un periodista me daba pánico”, confiesa Francisco.
En la entrevista el Papa dice que ve Argentina como un país de muchas posibilidades y de tantas oportunidades perdidas. “Somos un país que ha perdido tantas oportunidades a lo largo de la historia. Algo pasa, con toda la riqueza que tenemos”, razona el Papa.  Al respecto asegura que no sigue la política de su país. Dejó de recibir políticos porque se dio cuenta de que algunos usaban su foto.
Aborda en la entrevista también el tema de la pobreza. El periodista pregunta si no es utópico pensar que se puede erradicar a lo que el Papa responde así: “Hay tres cosas que tenemos que tener todos en la vida: memoria, capacidad de ver el presente y utopía para el futuro. La memoria no hay que perderla. Cuando los pueblos pierden su memoria está el gran drama de descuidar a los ancianos. Capacidad de hermenéutica frente al presente, interpretarlo y saber por dónde hay que ir con esa memoria, con esas raíces que traigo, cómo la juego en el presente, y ahí está la vida de los jóvenes y adultos. Y el futuro, ahí está la de los jóvenes sobre todo y la de los niños. Con memoria, con capacidad de gestión en el presente, de discernimiento y la utopía hacia el futuro, que ahí se involucran los jóvenes”.
Sobre los peores males que aquejan al mundo hoy, Francisco cree que son “pobreza, corrupción, trata de personas”. A propósito observa que en cuanto a los gastos  en el mundo después de la alimentación, el vestido y la medicina; el cuarto son los cosméticos y el quinto las mascotas. “Es grave eso”, asegura el Papa.  Y observa que “el cuidado de las mascotas es como el amor un poco programado, es decir, yo puedo programar la respuesta amorosa de un perro o de una gatita, y ya no necesito tener la experiencia de un amor de reciprocidad humana. Estoy exagerando, que no se tome textual, pero es para preocuparse”.