El Papa Francisco tuvo este lunes su encuentro anual con la
Curia Vaticana para intercambiar las felicitaciones de Navidad y en su discurso
advirtió que si bien “es hermoso pensar en la Curia Romana como en un pequeño
modelo de la Iglesia”, esta también está expuesta a enfermedades que debilitan el
servicio a Cristo.
En la Sala Clementina, Francisco dijo a los miembros de los
dicasterios, tribunales, consejos, oficinas y comisiones, que es hermoso pensar
en la Curia Romana como en un pequeño modelo de la Iglesia, “es decir como un
cuerpo que intenta día tras día ser más vivo, más sano y armonioso y más unido
entre sí y con Cristo”.
“La Curia está siempre llamada a mejorar y crecer en comunión,
santidad y sabiduría para realizar plenamente su misión. Y sin embargo, como
cada cuerpo, también está expuesta a las enfermedades... Me gustaría mencionar
algunas de las más frecuentes en nuestras vidas de curia. Son enfermedades y
tentaciones que debilitan nuestro servicio al Señor”, dijo el Papa, que invitó
al examen de conciencia para prepararse a la Navidad y luego enumeró las quince
enfermedades:
1 – ''La enfermedad de sentirse ‘inmortal’,
‘inmune’ o incluso ‘indispensable’, dejando de lado los controles necesarios y
normales. Una Curia que no es autocrítica, que no se actualiza, que no intenta
mejorarse es un cuerpo enfermo... Es la enfermedad del rico insensato que
pensaba vivir eternamente y también de aquellos que se convierten en amos y se
sienten superiores a todos y no al servicio de todos''.
2 – “La enfermedad de ‘martalismo’ (en referencia a Marta), de la excesiva
operosidad: es decir, de aquellos que están inmersos en el trabajo, dejando de
lado, inevitablemente, ‘la mejor parte’: Sentarse a los pies de Jesús. Por eso,
Jesús invitó a sus discípulos a ‘descansar’ porque descuidar el necesario reposo
conduce al estrés y la agitación. El tiempo del reposo para aquellos que han
completado su misión, es necesario, es debido y debe tomarse en serio: pasar un
‘tiempo de calidad’ con la familia y respetar las
vacaciones como un tiempo para recargarse espiritual y físicamente; hay que
aprender lo que enseña el Eclesiastés que ‘hay un tiempo para todo’”.
3 – ''La enfermedad del endurecimiento mental y
espiritual:.. Es la de los que, a lo largo del camino, pierden la
serenidad interior, la vivacidad y la audacia y se esconden bajo los papeles
convirtiéndose en ‘máquinas de trabajo’ y no en ‘hombres de Dios’... Es
peligroso perder la sensibilidad humana necesaria para hacernos llorar con los
que lloran y se regocijan con los que gozan. Es la enfermedad de los que pierden
‘los sentimientos de Jesús’”.
4 – ''La enfermedad de la planificación excesiva y el
funcionalismo: Es cuando el apóstol planifica todo minuciosamente y
cree que haciendo así, las cosas efectivamente progresan, convirtiéndose en un
contador o contable...Se cae en esta enfermedad porque siempre es más fácil y
cómodo quedarse en la propia posición estática e inmutable. De hecho, la Iglesia
se muestra fiel al Espíritu Santo en la medida en que no pretende regularlo ni
domesticarlo... Él es la frescura, la fantasía, la innovación".
5 – ''La enfermedad de la mala coordinación:
Sucede cuando los miembros pierden la comunión entre sí y el cuerpo pierde la
funcionalidad armoniosa y la templanza convirtiéndose en una orquesta que hace
ruido porque sus miembros no cooperan y no viven el espíritu de comunión y
equipo''.
6 – ''La enfermedad de Alzheimer espiritual:
Es decir, la de olvidar la ‘historia de la salvación’ la historia personal con
el Señor, el ‘primer amor’. Es una disminución progresiva de las facultades
espirituales... Lo vemos en los que han perdido el recuerdo de su encuentro con
el Señor...en los que construyen muros alrededor de sí mismos y se convierten,
cada vez más, en esclavos de las costumbres y de los ídolos que han esculpido
con sus propias manos''.
7 – ''La enfermedad de la rivalidad y la
vanagloria: Pasa cuando la apariencia, los colores de las ropas y las
insignias de honor se convierten en el principal objetivo de la vida... Es la
enfermedad que nos lleva a ser hombres y mujeres falsos y a vivir una ‘mística’
falsa y un falso ‘quietismo’”.
8 – ''La enfermedad de la esquizofrenia
existencial: Es la enfermedad de los que viven una doble vida, fruto de
la hipocresía típica de los mediocres y del progresivo vacío espiritual que ni
grados ni títulos académicos pueden llenar. Se crean así su propio mundo
paralelo, donde dejan a un lado todo lo que enseñan con severidad a los demás y
empiezan a vivir una vida oculta y, a menudo, disoluta''.
9 – ''La enfermedad de las habladurías, de la
murmuración, del cotilleo: Es una enfermedad grave que comienza con facilidad,
tal vez sólo para charlar, pero que se apodera de la persona convirtiéndola en
‘sembradora de cizaña’ (como Satanás), y en muchos casos en ‘asesino a sangre
fría’ de la fama de sus colegas y hermanos. Es la enfermedad de las personas
cobardes que por no tener valor de hablar a la cara, hablan a las
espaldas''.
10 – ''La enfermedad de divinizar a los jefes:
Es la enfermedad de los que cortejan a los superiores, con la esperanza de
conseguir su benevolencia. Son víctimas del arribismo y del oportunismo, honran
a las personas y no a Dios. Son personas que viven el servicio pensando sólo en
lo que tienen que conseguir y no en lo que tienen que dar. Personas mezquinas,
infelices e inspiradas sólo por su egoísmo fatal''.
11 – ''La enfermedad de la indiferencia hacia los
demás: Es cuando todo el mundo piensa sólo en sí mismo y pierde la
sinceridad y la calidez de las relaciones humanas. Cuando los más expertos no
ponen sus conocimientos al servicio de los colegas con menos experiencia.
Cuando, por celos se siente alegría al ver que otros caen en lugar de
levantarlos y animarlos”.
12 – ''La enfermedad de la cara de funeral: Es
decir, la de las personas rudas y sombrías, que consideren que para ser serios
hace falta pintarse la cara de melancolía, de severidad y tratar a los demás -
especialmente a aquellos considerados inferiores - con rigidez, dureza y
arrogancia. En realidad, la severidad teatral y el pesimismo estéril son a
menudo los síntomas del miedo y la inseguridad en sí mismo”.
13 – ''La enfermedad de la acumulación: Cuando
el apóstol busca llenar un vacío existencial en su corazón acumulando bienes
materiales, no por necesidad, sino simplemente para sentirse seguro... La
acumulación solamente pesa y ralentiza el camino inexorablemente”.
14 – ''La enfermedad de los círculos cerrados:
Donde la pertenencia al grupo se vuelve más fuerte que la del Cuerpo y, en
algunas situaciones que la de a Cristo mismo. También esta enfermedad comienza
siempre con buenas intenciones, pero con el paso del tiempo esclaviza a los
miembros convirtiéndose en ‘un cáncer’ que amenaza la armonía del cuerpo y puede
causar tanto daño - escándalos - especialmente a nuestros hermanos más
pequeños”.
15 – ''La enfermedad de la ganancia mundana,
del lucimiento: Cuando el apóstol transforma su servicio en poder, y su poder en
mercancía para conseguir beneficios mundanos o más poderes. Es la enfermedad de
la gente que busca insaciablemente multiplicar su poder y para ello son capaces
de calumniar, difamar y desacreditar a los demás, incluso en periódicos y
revistas. Naturalmente para lucirse y demostrarse más capaces que los
otros”.
“Hermanos – señaló Francisco -, tales enfermedades y
tentaciones son naturalmente un peligro para cada cristiano y cada curia,
comunidad, congregación, parroquia, movimiento eclesial y pueden golpear a nivel
individual y comunitario”.
Ante ello, aseguró que “solo el Espíritu Santo – el ánima del
Cuerpo Místico de Cristo, como lo afirma el Credo Niceno Constantinopolitano:
‘Creo…en el Espíritu Santo, Señor y vivificador-, sana toda enfermedad. Es el
Espíritu Santo que sostiene cada sincero esfuerzo de purificación y toda buena
voluntad de conversión. Él nos hace entender que cada miembro participa en la
santificación del cuerpo y a su debilitamiento”.
“La curación – indicó Francisco- es también fruto de la
conciencia de la enfermedad y de la decisión personal y comunitaria de curarse
soportando pacientemente y con perseverancia la cura”.
“Por lo tanto, en este tiempo de Navidad y todo el tiempo de
nuestro servicio y de nuestra existencia - a vivir ‘según la verdad en el amor,
intentando crecer en todo hacia aquel que es la cabeza, Cristo, de quien todo el
cuerpo, bien concertado, mediante la colaboración de todas las coyunturas, según
la energía propia de cada miembro, recibe fuerza para crecer de manera de
edificarse a sí mismo en la caridad’''.
''Una vez leí que los sacerdotes son como los aviones, son
noticia sólo cuando se caen, pero hay tantos que vuelan. Muchos los critican y
pocos rezan por ellos. Es una frase muy simpática, pero también muy cierta, ya
que describe la importancia y la delicadeza de nuestro servicio sacerdotal y
cuánto daño puede causar un sacerdote que ‘cae’ a todo el cuerpo de la
Iglesia''.
“Por lo tanto, para no caer en estos días que nos preparamos a
la Confesión, pidamos a la Virgen María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia,
que sane las heridas del pecado que cada uno de nosotros lleva en su corazón y
sostenga a la Iglesia y a la Curia a fin de que seamos sanos y resanados, santos
y santificados, para la gloria de su Hijo y la salvación nuestra y del mundo
entero. Pidámosle que nos haga amar a la Iglesia como la ama Cristo, su Hijo y
Señor nuestro, y de tener el coraje de reconocernos pecadores y necesitados de
su Misericordia y de no tener temor de nuestra mano entre sus manos maternas”,
concluyó