Saturday, November 26, 2011

adviento tiempo especial

La Iglesia ha entrado en el tiempo litúrgico de Adviento. Los cristianos proclaman que el Mesías ha venido realmente y que el reino de Dios está a nuestro alcance. El Adviento no cambia a Dios. El Adviento profundiza en nuestro deseo y en nuestra espera de que Dios realice lo que los profetas anunciaron. Rezamos para que Dios ceda a nuestra necesidad de ver y sentir la promesa de salvación aquí y ahora.

Durante este tiempo de deseo y de espera del Señor, se nos in vita a rezar y a profundizar en la Palabra de Dios, pero estamos llamados ante todo a convertirnos en reflejo de la luz de Cristo, que en realidad es el mismo Cristo. De todas formas, todos sabemos lo difícil que es reflejar la luz de Cristo, especialmente cuando hemos perdido nuestras ilusiones, cuando nos hemos acostumbrado a una vida sin luz y ya no esperamos más que la mediocridad y el vacío. Adviento nos recuerda que tenemos que estar listos para encontrar al Señor en todo momento de nuestra vida. Como un despertador despierta a su propietario, Adviento despierta a los cristianos que corren el riesgo de dormirse en la vida diaria.

¿Qué esperamos de la vida o a quién esperamos? ¿Por qué regalos o virtudes rezamos en este año? ¿Deseamos reconciliarnos en nuestras relaciones rotas? En medio de nuestras oscuridades, de nuestras tristezas y secretos, ¿qué sentido deseamos encontrar? ¿Cómo queremos vivir las promesas de nuestro Bautismo? ¿Qué cualidades de Jesús buscaremos para nuestras propias vidas en este Adviento? Con frecuencia, las cosas, las cualidades, los regalos o las personas que buscamos y deseamos dicen mucho sobre quiénes somos realmente. ¡Dime qué esperas y te diré quién eres!

Adviento es un período para abrir los ojos, volver a centrarse, prestar atención, tomar conciencia de la presencia de Dios en el mundo y en nuestras vidas.

Nuestro Bautismo nos hace participar en la misión real y mesiánica de Jesús. Cada persona que participa en esta misión participa también en las responsabilidades regias, en particular, en el cuidado de los afligidos y de los heridos. Adviento ofrece la maravillosa oportunidad de realizar las promesas y el compromiso de nuestro Bautismo.

Benedicto XVI ha escrito que "el objetiv o del año litúrgico consiste en recordar sin cesar la memoria de su gran historia, despertar la memoria del corazón para poder discernir la estrella de la esperanza. Esta es la hermosa tarea del Adviento: despertar en nosotros los recuerdos de la bondad, abriendo de este modo las puertas de la esperanza".

En este tiempo de Adviento, permítanme presentarles algunas sugerencias. Acaben con una riña. Hagan la paz. Busquen a un amigo olvidado. Despejen la sospecha y sustitúyanla por la confianza. Escriban una carta de amor.

Compartan un tesoro. Respondan con dulzura, aunque les gustara una respuesta brutal. Alienten a un joven a tener confianza en él mismo. Mantengan una promesa. Encuentren tiempo, tómense tiempo. No guarden rencor. Perdonen al enemigo. Celebren el sacramento de la reconciliación. Escuchen más a los otros. Pidan perdón si se han equivocado. ¡Sean gentiles aunque no se haya n equivocado! Traten de comprender. No sean envidiosos. Piensen antes en el otro.

Rían un poco. Ríanse un poco más. Gánense la confianza. Opónganse a la maldad. Sean agradecidos. Vayan a la iglesia. Quédense en la iglesia más tiempo de lo acostumbrado. Alegren el corazón de un niño. Contemplen la belleza y la maravilla de la tierra. Expresen su amor. Vuélvanlo a expresar. Exprésenlo más fuerte. Exprésenlo serenamente.

¡Alégrense porque el Señor está cerca!

Adviento 2011 Tiempo para preparar el corazón.

Wednesday, November 23, 2011

Si no fuera pecado, ¿lo haría?

Si no fuera pecado, ¿lo haría?
Vale la pena quitarse de la cabeza esa insinuación que no viene de Dios, sino del propio egoísmo



Una “buena tentación” es aquella que repite una y otra vez: “si me sigues, si cedes sólo por esta vez, si dejas el rigorismo, si te permites este pecadillo, ganarás mucho y perderás muy poco”. Ganar mucho dinero con una trampilla, o lograr un rato de diversión pecaminosa después de una semana de tensiones en el trabajo o en la familia, o conseguir un buen contrato a base de calumniar a un amigo, o...

A veces evitamos ese pecad o sólo porque la conciencia nos pone ante nuestros ojos esa frase decisiva: “No lo hagas, es pecado”.

Sí, ya sé que es pecado, respondemos. Pero, si no fuera pecado, ¿lo haría?

Formular esta pregunta es señal, seguramente, de que no comprendemos la maldad que hay detrás de esa tentación. La vemos tan apetecible, tan fácil, tan a la mano, tan “buena”, que... Pero es pecado, nos dijeron en la catequesis, leímos en un libro, nos recordó un amigo sacerdote...

Hemos de comprender que algo es pecado no sólo porque un día Dios dijo: “Esto está mal: no lo hagas”. En realidad, si algo está mal (y Dios, porque nos ama, nos lo recuerda) es porque con esa acción ofendemos a Dios, dañamos al prójimo y nos degradamos a nosotros mismos. O, como decía santo Tomás de Aquino (siglo XIII), “ofende mos a Dios sólo cuando actuamos contra nuestro propio bien” (“Summa Contra Gentiles”, III, cap. 122).

El pecado no es, por lo tanto, como algunas normas de tráfico. Cuando busco un lugar para dejar el coche y veo la señal “prohibido aparcar”, es posible que me enfade, que no esté de acuerdo con el alcalde o con la policía. Dejar el coche ahí, en ese lugar concreto, quizá no molesta a nadie. Sé que está prohibido, pero si no estuviese prohibido, allí aparcaría... Incluso con la total certeza de que no causaría daño a nadie.

En otras ocasiones, en cambio, la misma señal de tráfico vale no sólo porque la pusieron allí, sino porque descubro que es justo, es bueno, no aparcar en ese lugar. Incluso habrá momentos en los que llegaré a una calle donde me gustaría aparcar, donde no hay señal alguna (¡está permitido aparcar allí!), pero no aparcaría porque me doy cuenta de lo mucho que perjudicaría a otras personas si lo hiciera.

El pecado es parecido al segundo ejemplo. No depende de la imaginación de Dios o de algún capricho del catequista o del sacerdote. Si la Iglesia nos enseña que el robo es pecado, o el adulterio, o la calumnia, o el masturbarse, o el aborto, es porque en cada uno de esos actos perdemos algo de nuestra vocación al bien, al amor, a la justicia.

No es correcto, por lo tanto, pensar: “si esto no fuera pecado, lo haría”. Porque si algo es malo, lo es siempre. Porque, además, mi condición de hombre y de cristiano me recuerdan que no vivo para seguir mis caprichos y buscar maneras para que las normas no me impidan realizar lo que me gustaría hacer ahora, sino que vivo para amar y hacer el bien, a todos y en todo. Por eso no quiero saltarme aquellos mandamientos que me apartan del mal para invitarme a hacer el bien.

Nos será más fácil superar la tentación del “si esto no fuera pecado...” cuando profundicemos y conozcamos mejor el porqué de los mandamientos, el sentido de cada norma ética, el bien que ganamos cuando queremos ser honestos. Los mandamientos no son imposiciones arbitrarias, sino señales que nos indican dónde está el bien y el mal, qué nos ayuda a vivir en amistad con Dios y con nuestros hermanos, y qué actos hieren esa amistad.

Por ejemplo, si no robo, aunque tenga que esperar más años para comprarme un coche nuevo, viviré con la conciencia más tranquila y en mayor paz con quienes viven a mi lado. Porque habré respetado el derecho de otro a un dinero que es suyo, que merece tener, que no puedo apropiarme sin dañarle y sin herir mi conciencia.

Lo mism o vale para los demás casos: el mal de cada acto pecaminoso es tan grave que destruye riquezas de la propia vida y de la vida de los demás, y por lo mismo es muy bueno no ceder nunca a la voz insidiosa de una tentación que me presenta como fácil y posible algo malo.

Pensemos, además, en positivo: cuando digo no a un pecado, entonces mi corazón está (al menos, debería estar) más dispuesto a hacer más cosas buenas, a vivir más a fondo mi condición de soltero o de casado, de padre o de hijo, de estudiante o de trabajador, de amigo o de ciudadano honrado.

Por eso, vale la pena quitarse de la cabeza esa insinuación que no viene de Dios, sino del propio egoísmo: “Si no fuera pecado...” Habría que sustituirla por esta otra: “Porque sé que es pecado, centraré mi mirada en el mucho bien que puedo llevar a cabo por otros caminos santos y buenos”.

De este modo, creceremos cada día en nuestra condición cristiana, viviremos como hijos que están a gusto en casa, con su Padre de los cielos, con tantos hermanos que también quieren ser justos y difundir amor para con todos. Aunque ahora tengamos que luchar enérgicamente contra una tentación fácil, aunque tal vez pensemos que estamos “perdiendo” una ocasión única.

Es muchísimo lo que gano si conservo mi espíritu abierto para amar, para estar muy cerca de ese Dios que tanto ha sufrido por hacer más bueno mi corazón cristiano...

Postscriptum: Me llegó una nota-comentario que pensé podía ser buena para complementar las ideas anteriores. Aquí la transcribo con pequeños retoques, y doy las gracias a la persona que me la envió.

“No es que las cosas son malas porque están prohibidas, s ino que están prohibidas, porque son malas.

En los hospitales hay letreros que dicen: prohibido el paso, zona radiactiva... ¿es malo porque está prohibido, o está prohibido porque es malo, porque es nociva la radiación para nuestro organismo?

Dios nos ama, Él sabe lo que nos hace bien, según nuestra naturaleza, y lo que nos hace daño. El mal, nos hace mal; el bien, nos hace bien. La templanza es buena porque nos hace bien; la intemperancia es mala, porque nos hace mal.

Es verdad que el pecado es, ante todo y sobre todo una ofensa a Dios; pero el pecado le ofende a Dios, no porque le haga mella, porque suponga menoscabo, deterioro, pérdida, merma o perjuicio a Dios, sino porque Él nos ama y le entristece el mal que nos hacemos cuando somos malos; y esto hasta tal punto, que si el mal no nos haría mal, Dios no nos lo prohibiría, como no nos prohíbe la contemplación de un bello amanecer, o la audición de una hermosa música (claro, en su momento; porque si me pongo a contemplar un amanecer cuando debo tomar el avión para ir a concluir un negocio estupendo para mi economía familiar, o me pongo a oír una bella melodía cuando mi mujer duerme...).

Esto es aplicable a la drogadicción, el alcoholismo, la infidelidad conyugal, la lujuria, la falta de honradez, la falta de veracidad (el mentiroso, en el fondo, es un malabarista al que el espectáculo le va bien hasta que se le caen todas las pelotas en la cabeza... hace el ridículo, se degrada a sí mismo...)”.

Friday, November 18, 2011

Cristo rey del universo

Cristo es el Rey del universo y de cada uno de nosotros.

Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo. Su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del amor y la paz.

Un poco de historia

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925.
El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Posteriormente se movió la fecha de la celebración dándole un nuevo sentido. Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el alfa y el omega, el principio y el fin. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres.

Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatólogico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.

Si quieres conocer lo que Jesús nos anticipó de ese gran día, puedes leer el Evangelio de Mateo 25,31-46.

En la fiesta de Cristo Rey celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos, y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros hogares, empresas y ambiente.

Jesús nos habla de las características de su Reino a través de varias parábolas en el capítulo 13 de Mateo:

“es semejante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas”;

“es semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que fermenta toda”; “es semejante a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo”;

“es semejante a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra”.

En ellas, Jesús nos hace ver claramente que vale la pena buscarlo y encontrarlo, que vivir el Reino de Dios vale más que todos los tesoros de la tierra y que su crecimiento será discreto, sin que nadie sepa cómo ni cuándo, pero eficaz.

La Iglesia tiene el encargo de predicar y extender el reinado de Jesucristo entre los hombres. Su predicación y extensión debe ser el centro de nuestro afán vida como miembros de la Iglesia. Se trata de lograr que Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en las sociedades y en los pueblos. Con esto conseguiremos alcanzar un mundo nuevo en el que reine el amor, la paz y la justicia y la salvación eterna de todos los hombres.

Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar debemos conocer a Cristo. La lectura y reflexión del Evangelio, la oración personal y los sacramentos son medios para conocerlo y de los que se reciben gracias que van abriendo nuestros corazones a su amor. Se trata de conocer a Cristo de una manera experiencial y no sólo teológica.

Acerquémonos a la Eucaristía, Dios mismo, para recibir de su abundancia. Oremos con profundidad escuchando a Cristo que nos habla.

Al conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea, por que Él es toda bondad. Y cuando uno está enamorado se le nota.

El tercer paso es imitar a Jesucristo. El amor nos llevará casi sin darnos cuen ta a pensar como Cristo, querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de verdadera caridad y autenticidad cristiana. Cuando imitamos a Cristo conociéndolo y amándolo, entonces podemos experimentar que el Reino de Cristo ha comenzado para nosotros.

Por último, vendrá el compromiso apostólico que consiste en llevar nuestro amor a la acción de extender el Reino de Cristo a todas las almas mediante obras concretas de apostolado. No nos podremos detener. Nuestro amor comenzará a desbordarse.

Dedicar nuestra vida a la extensión del Reino de Cristo en la tierra es lo mejor que podemos hacer, pues Cristo nos premiará con una alegría y una paz profundas e imperturbables en todas las circunstancias de la vida.

A lo largo de la historia hay innumerables testimonios de cristianos q ue han dado la vida por Cristo como el Rey de sus vidas. Un ejemplo son los mártires de la guerra cristera en México en los años 20´s, quienes por defender su fe, fueron perseguidos y todos ellos murieron gritando “¡Viva Cristo Rey!”.

La fiesta de Cristo Rey, al finalizar el año litúrgico es una oportunidad de imitar a estos mártires promulgando públicamente que Cristo es el Rey de nuestras vidas, el Rey de reyes, el Principio y el Fin de todo el Universo.

QUE VIVA MI CRISTO

Que viva mi Cristo, que viva mi Rey
que impere doquiera triunfante su ley,
que impere doquiera triunfante su ley.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey!

Mexicanos un Padre tenemos
que nos dio de la patria la unión
a ese Padre gozosos cantemos,
empuñando con fe su pendón.

Él formó con voz hacedora
cuanto existe debajo del sol;
de la inercia y la nada incolora
formó luz en candente arrebol.

Nuestra Patria, la Patria querida,
que arrulló nuestra cuna al nacer
a Él le debe cuanto es en la vida
sobretodo el que sepa creer.

Del Anáhuac inculto y sangriento,
en arranque sublime de amor,
formó un pueblo, al calor de su aliento
que lo aclama con fe y con valor.

Su realeza proclame doquiera
este pueblo que en el Tepeyac,
tiene enhiesta su blanca bandera,
a sus padres la rica heredad.

Es vano que cruel enemigo
Nuestro Cristo pretenda humillar.
De este Rey llevarán el castigo
Los que intenten su nombre ultrajar.

Wednesday, November 16, 2011

el exorcismo en el cine

En nombre de Cristo, te lo ordeno, ¡sal





Desde que la novela fue llevada al cine, los exorcismos y las posesiones han pasado a convertirse en un subgénero clásico dentro del terror cinematográfico. Una amplia secuela, generalmente exitosa, siguió a la película de Friedkin de 1973 durante los años setenta y ochenta. En las últimas décadas, los cambios educativos y la progresiva falta de fe en Occidente auguraban una disminución en la producción de este tipo de cintas, pero el éxito de títulos como El exorcismo de Emily Rose, Exorcismo en Connecticut o El Rito parecen indicar lo contrario. ¿Cómo es que sigue atrayendo esta temática, considerada por algunos como de otra época? ¿Se trata de ciencia ficción o hay algo más?



El libro de Blatty no era el relato fiel de lo acaecido a aquél joven de 14 años de Mount Rainier del que hablaba el Post, pero se le aproximaba bastante. Blatty tuvo noticia del exorcismo mientras estudiaba en Georgetown -quizá por eso los protagonistas del libro son jesuitas-, y pensó que aquel era un modo de ayudar a la fe de quienes dudaban: “si una investigación demostrase que la posesión es real ¡qué ayuda sería para la fe titubeante de tantos millones de personas!”. Lo que el autor, en realidad, perseguía era crear una novela de suspense y misterio en la que envolver cuestiones de fe, y aún hoy sigue insistiendo en que su propósito no era “asustar a la gente”.


Cien puntos de sutura


Los sucesos habían comenzado a raíz de la muerte de tía Harried, con quien el joven Robbie solía practicar la güija. Tras intentar reiterados contactos espiritistas con ella, unos extraños ruidos comenzaron a oírse en la buhardilla. Sus padres llenaron la casa de trampas para roedores, en la suposición de que quien arañaba los techos de la habitación del chico no podía ser sino algún animal. Como aquello no pareció funcionar, y cada noche Robbie estaba más aterrado, su madre y su abuela decidieron que dormirían con él. De madrugada comenzó a oírse el crujir obsesivo de unos pasos en torno a cama, hasta que las dos mujeres se atrevieron a preguntar: “Si eres Harried, da cuatro golpes”.


Y cuatro golpes resonaron en la habitación. Inmediatamente, algo comenzó a rasgar la cama y a levantar las sábanas, ante el espanto de las mujeres y el chico. En los días siguientes los fenómenos fueron en aumento, hasta que un día, delante de testigos, los abrigos salieron disparados desde un armario, una mesa dio un espectacular vuelco y una Biblia cayó a los pies del muchacho lanzada desde una estantería situada a varios metros de distancia. En el colegio, la mesa de Robbie se estrelló inopinadamente contra las paredes de la clase.


El recurso a los psiquiatras no fue de ninguna ayuda. Los médicos dictaminaron la perfecta normalidad del chico, por lo que los padres acudieron a un pastor luterano. Los protestantes, sin embargo, apenas están pertrechados para estos casos, pues Lutero había suprimido los rituales de exorcismo católicos. Así que el pastor desvió al chico hacia la Iglesia Católica. Al mismo tiempo, la familia se mudaba a Saint Louis.


El primero que se encargó de él fue el padre Hughes, pero optó por dejarlo cuando en una de las sesiones Robbie le desgarró el brazo desde el hombro hasta la mano con un muelle de la cama, mientras rezaba el padrenuestro. Necesitó más de cien puntos de sutura. Desde ese momento, unos nueve sacerdotes se encargaron del exorcismo del muchacho. Los principales, en los que se inspiró la novela, fueron Walter Halloran, William Bowden y Raymond Bishop, que nos dejaron un diario con todo lo que ocurrió. Las sesiones se fueron haciendo más y más duras. Sobre la piel de Robbie podían leerse palabras como “Infierno“ y unos descarnados arañazos recorrían su abdomen de un lado a otro. Los sacerdotes, asustados, observaron cómo una cruz se formaba en el antebrazo izquierdo del chico que, tras una hora durante la que se hizo visible, desapareció.


Espíritus malignos


Cada noche, entre el 16 de marzo y el 18 de abril, los curas salían abatidos de las sesiones. Dejaban a Robbie aparentemente calmado, pero a la noche siguiente todo volvía a comenzar de nuevo. El padre Bowden le bautizó en el catolicismo para darle la comunión, pero eso no hizo efecto a corto plazo. El muchacho rechazaba la hostia y la escupía. Soltaba sus ataduras, se retorcía hasta extremos increíbles y trataba de golpear con el puño a los presentes; blasfemaba y maldecía. Según Bishop, mordía la mano cuando se le intentaba dar la comunión y rompía a ladrar mientras reía convulsamente. Todo ello alternado con parrafadas en latín en las que insultaba a la Virgen y a los santos con su retorcida y escalofriante voz .


La noche del 18 de abril, tras una lucha casi a la desesperada en la que Robbie hizo un alarde de posturas imposible, una luz cegadora súbitamente inundó la estancia. El joven, extrañamente calmado, se incorporó en la cama y, sencillamente dijo: “San Miguel ha venido”. En una iglesia cercana, un grupo de sacerdotes que oraban por el chico, vieron, a la misma hora, una poderosa luz que cruzaba la bóveda del templo. El exorcismo había terminado.


El exorcismo es un sacramental, esto es, un signo sagrado que infunde gracia por medio de la acción eclesial. La medalla milagrosa, el rosario, el agua bendita, las peregrinaciones o la veneración de reliquias son también sacramentales. Pero la característica del exorcismo es la petición pública de protección contra el demonio, de acuerdo a la autoridad conferida por Cristo a su Iglesia. El propio Jesús practicó exorcismos con una cierta frecuencia, según nos cuentan los evangelios, y legó a los apóstoles dicha facultad.


En los primeros siglos no existían manuales de exorcismo, sino que se suponía era bastante el carisma delegado por Cristo para la expulsión de espíritus malignos. Había textos desde el siglo VI (Statua Ecclesiae Latinae) que contenían fórmulas específicas de exorcismo, pero el primer tratado escrito expresamente con el objeto de dirigir la expulsión del demonio del cuerpo de un poseído, data de 1614: es el Rituale Romanum de Paulo V, el manual que se ha venido utilizando desde hace cuatrocientos años.


En enero de 1999, y a instancias de la Conferencia Episcopal Alemana (que había solicitado no solo la elaboración de otro texto que sustituyera al ritual del siglo XVII, sino la eliminación del exorcismo en su totalidad) se presentó el conocido como Exorcismo para el Nuevo Milenio, cuya verdadera denominación es De exorcismis et supplicationibus quibusdam. Aunque Juan Pablo II autorizó el manual, las fuertes presiones de los principales exorcistas -que consideraban inútil el nuevo texto- lograron que se permitiera el empleo del viejo ritual; hoy, todos los exorcistas utilizan el Rituale Romanum de 1614.
Idiomas mesopotámicos


Existe una forma muy común de exorcismo, como es el bautismo, que puede celebrar cualquier sacerdote. También los laicos pueden orar por una liberación, y a veces la propia Iglesia utiliza esta facultad para ayudar en un exorcismo. Pero el exorcismo solemne solo está al alcance de los sacerdotes que hayan sido autorizados por el obispo correspondiente.


El sacerdote debe discriminar entre aquellos que acuden a él verdaderamente infestados o poseídos por el demonio y quienes se encuentran aquejados de una enfermedad mental. Algunos síntomas de posesión son inequívocos. En primer lugar, se produce una aversión a todo lo sagrado, lo religioso, a Cristo y, muchas veces de forma particular, a la Virgen María. Con frecuencia el poseído muestra una fuerza mayor de lo normal, en ocasiones, descomunal. Además, es capaz de averiguar cosas que para un ser humano se encuentran ocultas sin que exista ninguna posibilidad de que las haya conocido por otros medios. Y, no pocas veces, manifiesta una imposible capacidad para hablar idiomas que desconoce, frecuentemente lenguas muertas o extremadamente raras.


Los exorcistas con experiencia someten a los poseídos a distintas pruebas, para comprobar la veracidad de la posesión. Así, por ejemplo, se les ofrece beber agua supuestamente bendita, lo que despertará en ellos una furia inducida por autosugestión, en cuyo caso puede descartarse la causa demoníaca. Y al contrario; se les hace beber agua bendita sin que lo sepan, a la espera de su reacción.


O se les rocía con agua bendita con la máxima discreción mientras el poseído no tiene posibilidad alguna de apercibirse; por ejemplo, cuando están de espaldas y visten abrigos gruesos. Los verdaderamente poseídos manifestarán sentir que se queman. A veces, el diablo rectifica al sacerdote si este comete un error teológico, en ocasiones muy sutil. Y existe algún caso en el que el poseído ha puntualizado alguna sentencia originaria en latín, griego, arameo o hebreo. Incluso se han producido casos en los que la lengua utilizada ha sido aún más extraña, como acadio u otros idiomas mesopotámicos.


Pero por más despliegue de habilidades de que sea capaz, no debemos olvidar que el demonio, cuya naturaleza es angelical, tiene un poder limitado de dañar al ser humano. Ese límite se encuentra exactamente donde Dios le ha marcado

reconocer el pecado

Reconocer el pecado nos permite invocar, aceptar, celebrar la misericordia



En algunos lugares es fácil encontrar a católicos que han perdido la idea del pecado. De ahí se deriva la desafección hacia el sacramento de la confesión y, en no pocos lugares, la costumbre de comulgar sin ninguna inquietud acerca de si uno posee o no posee las disposiciones suficientes para participar en la Mesa del Señor. Otros llevan la pérdida del sentido del pecado mucho más lejos: dejan de comulgar, se alejan poco a poco de una Iglesia que “no les sirve”, apagan en su interior todo anhelo d e transcendencia al dejarse invadir por las preocupaciones del mundo.

Los sacerdotes estamos llamados a ofrecer caminos que permitan descubrir el sentido del pecado, la gravedad que se esconde en toda ofensa al Dios que es Creador y Padre, la ruptura que se produce en nuestras relaciones con los hermanos. Sólo desde el reconocimiento de la realidad del pecado es posible abrirse al horizonte de la misericordia, al maravilloso proyecto de la Redención.

Podemos partir de una reflexión que vale para la mayor parte de las sociedades contemporáneas: no es fácil reconocer que hemos “pecado”, que hemos ofendido a Dios, al prójimo, a nosotros mismos.

No es fácil especialmente en el mundo moderno, dominado por la ciencia, el racionalismo, las corrientes psicológicas, las “espiritualidades” tipo New Age. Un mundo en el que queda muy poco espacio para Dios, y casi nada para el pecado.
Muchos reducen la idea del pecado a complejos psicológicos o a fallos en la conducta que van contra las normas sociales. Desde niños nos educan a hacer ciertas cosas y a evitar otras. Cuando no actuamos según las indicaciones recibidas, vamos contra una regla, hacemos algo “malo”. Pero eso, técnicamente, no es pecado, sino infracción.

Otros justifican los fallos personales de mil maneras. Unos dicen que no tenemos culpa, porque estamos condicionados por mecanismos psíquicos más o menos inconscientes. Otros dicen que los fallos son simplemente fruto de la ignorancia: no teníamos una idea clara de lo que estábamos haciendo. Otros piensan que el así llamado “pecado” sería sólo algo que provoca en los demás un sentimiento negativo, pero que en sí no habría ningún acto intrínsecamente malo.

A través de la catequesis de adultos , de las diversas actividades pastorales de la parroquia, de la predicación dominical, se hace urgente un esfuerzo por superar este tipo de interpretaciones equivocadas e insuficientes.

Para descubrir lo que es el pecado necesitamos reconocer que nuestra vida está íntimamente relacionada con Dios, que existimos como seres humanos desde un proyecto de amor maravilloso. Es entonces cuando nos damos cuenta de que Dios llama a cada uno de sus hijos a una vida feliz y plena en el servicio a los hermanos, y que nos pide, para ello, que vivamos los mandamientos.

Porque existe Dios, porque tiene un plan sobre nosotros, entonces sí que podemos comprender qué es el pecado, qué enorme tragedia se produce cada vez que optamos por seguir nuestros caprichos: nos apartamos del camino del amor.

Al mismo tiempo, si al mirar a Dios reconocemos que existe el pecado, también podemos descubrir que existe el perdón, la misericordi a, especialmente a la luz del misterio de Cristo.

Lo dice de un modo sintético y profundo el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, en el n. 392: “El pecado es «una palabra, un acto o un deseo contrarios a la Ley eterna» (San Agustín). Es una ofensa a Dios, a quien desobedecemos en vez de responder a su amor. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Cristo, en su Pasión, revela plenamente la gravedad del pecado y lo vence con su misericordia”.

Es cierto que nos cuesta reconocer que hemos pecado. Pero hacerlo es propio de corazones honestos y valientes: llamamos a las cosas por su nombre, y reconocemos que nuestra vida está profundamente relacionada con Dios y con su Amor hacia nosotros.

Reconocer, por tanto, el pecado nos permite invocar, aceptar, celebrar la misericordia (según una hermosa fórmula usada por el Papa Pablo VI en su "Meditación ante la muerte"). De lo contrario, nos quedaríamos a medias, como tantas personas que ven sus pecados con angustia, algunos incluso con desesperación, sin poder superar graves estados de zozobra interior.

Es triste haber cometido tantas faltas, haberle fallado a Dios, haber herido al prójimo. Es doloroso reconocer que hemos incumplido buenos propósitos, que hemos cedido a la sensualidad o a la soberbia, que hemos preferido el egoísmo a la justicia, que hemos buscado mil veces la propia satisfacción y no la sana alegría de quienes viven a nuestro lado. Pero la mirada puesta en Cristo, el descubrimiento de la Redención, debería sacarnos de nosotros mismos, debería llevarnos a la confianza: la misericordia es mucho más fuerte que el pecado, el perdón es la palabra decisiva d e la historia humana, de mi vida concreta y llena de heridas.

De este manera, podremos afrontar con ojos nuevos la realidad del pecado, de nuestro pecado y del pecado ajeno, con la seguridad de que hay un Padre que busca al hijo fugitivo: así lo explica Jesús en las parábolas de la misericordia (Lc 15), y, en el fondo, en todo su mensaje de Maestro bueno. Descubriremos entonces que si ha sido muy grande el pecado, es mucho más poderosa la misericordia (cf. Rm 5). Estaremos seguros de que el amor lleva a Dios a buscar mil caminos para rescatar al hombre que llora desde lo profundo de su corazón cada una de sus faltas.

Juan Pablo II hizo presentes estas verdades en su encíclica "Dives in misericordia" (publicada en el año 1980). Entre sus muchas reflexiones, el Papa indicaba que “la Iglesia profesa y proclama la conversión. La conversión a Dios consiste siempre en descubrir su misericordia, es decir, ese amor que es paciente y benigno a medida del Creador y Padre; el amor, al que «Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo» es fiel hasta las últimas consecuencias en la historia de la alianza con el hombre: hasta la cruz, hasta la muerte y la resurrección de su Hijo. La conversión a Dios es siempre fruto del «reencuentro» de este Padre, rico en misericordia” (Dives in misericordia n. 13).

También el Papa Benedicto XVI, en su encíclica Deus caritas est, evidenció la grandeza y profundidad del perdón divino: “El amor apasionado de Dios por su pueblo, por el hombre, es a la vez un amor que perdona. Un amor tan grande que pone a Dios con tra sí mismo, su amor contra su justicia. El cristiano ve perfilarse ya en esto, veladamente, el misterio de la Cruz: Dios ama tanto al hombre que, haciéndose hombre él mismo, lo acompaña incluso en la muerte y, de este modo, reconcilia la justicia y el amor” (Deus caritas est n. 10).

El misterio de la Cruz, de la misericordia, está presente en el sacramento de la Penitencia. Pero, de modo especial, en la Eucaristía. Allí no sólo recordamos, sino que participamos nuevamente en la entrega del Hijo al Padre, en la donación del Amor más grande, que por salvar al esclavo no dudó en entregar al Hijo, como recordamos en el solemne pregón que se canta en la Vigilia Pascual.

Con los ojos puestos en el Crucificado, que también es el Resucitado, podemos descubrir la maldad del pecado y la fuerza de la misericordia. Desde el abrazo profundo de Dios Padre nace en los corazones la fu erza que acerca al sacramento de la confesión, el arrepentimiento profundo que aparta del mal camino, la gratitud que lleva a amar mucho, porque mucho se nos ha perdonado (cf. Lc 7,37-50). Son verdades que los mismos sacerdotes necesitamos vivir en lo más profundo de nuestra alma, son verdades que necesitamos transmitir como una experiencia maravillosa a la que todos están invitados.

Pelicula sobre los cristeros

The last christeros («Los últimos cristeros»): la persecución religiosa en México llevada al cine ya está on line






Mientras se sigue esperando la platicada película «Cristiada», un joven director está llevando a festivales de cine internacionales otra producción análoga titulada The last christeros («Los últimos cristeros»).



Se trata de un largometraje sobre la persecución religiosa en México (1926-1929) y que la historia «oficial» mexicana (recogida en los libros de texto de ese país) simplemente omite.



El joven talento que asumió el reto de poner en la pantalla grande esta parte de la historia de México es Matías Meyer (Perpiñán, 1970), hijo del historiador franco-mexicano Jean Meyer, ampliamente conocido por sus libros de investigación luego convertidos en series documentales para la televisión y que abordan precisamente ese periodo de la historia mexicana (punto de referencia bibliográfica internacional en ese ámbito específico).



En una entrevista concedida al diario español El País decía Matías Meyer: «Mi película busca arrojar un poco de luz sobre ese periodo, pero no es una película histórica. Busca reivindicar este movimiento, sobre todo contra la idea errónea de que los cristeros fueron manipulados por la Iglesia para tomar las armas. Fue un levantamiento espontáneo, popular y campesino. No porque obedecieran sus creencias obedecían a la Iglesia».



A la pregunta del mismo periódico sobre un «reabrir» heridas ante el recuerdo de aquellos hechos responde Matías: «La película busca pregonar la tolerancia. Mis personajes de cristeros tampoco son unos santos, son buenos y malos a la vez. El mal se da por las circunstancias, nadie puede salir limpio de una guerra. Al Gobierno solo lo vemos de lejos, desde el punto de vista de los perseguidos. Creo que es bueno poder ver los dos lados de la moneda y ver que no todo es blanco o negro» (cf. «México revisa su historia oficial», El País, 14.10.2011).



The last christeros se basa en la novela «Rescoldo, los últimos cristeros», del escritor Antonio Estrada. La película cuenta con una fan page en Facebook (enlace). La sinopsis es la siguiente:



«A fines de los años treinta, un pequeño grupo de hombres y su Coronel cristero rechazan la amnistía y continúan su lucha contra la persecución religiosa y por la libertad de culto. Los últimos cristeros cuenta la valiente historia de estos soldados de Cristo, los últimos levantados contra el ejército mexicano, que llevan su lucha sin comida ni municiones, en medio de un paisaje árido y... agreste».

Tuesday, November 08, 2011

purgatorio, sufragios, indulgencias

Las palabras evocan la realidad, remiten a ella, nos la ponen delante, nos obligan a afrontarla. Hay palabras que, poco a poco, van siendo condenadas a un silencio que cubre con su sombra callada parcelas de las cosas que, no por no nombrarlas, dejan de existir. También en el vocabulario de la fe, las palabras suben y bajan, se cotizan más o menos, se pronuncian o se amordazan, según las preferencias de los hablantes.

Yo quisiera rescatar, en este mes de Novie mbre, tres palabras de consuelo y de esperanza que pertenecen a la casa de las palabras del cristianismo. Son palabras de consuelo y esperanza, de solidaridad y de perdón.

La primera de ellas es "purgatorio". Cuando yo la pronuncio, viene a mi imaginación el retablillo de ánimas de mi Parroquia. Estaba casi siempre colocado en un muro lateral, a la derecha del presbiterio. En un bajorrelieve de madera policromada, aparecen representados muchos personajes anónimos sumergidos en un mar de llamas. Algunos de estos personajes llevan en sus cabezas insignias que los identifican como papas u obispos, como clérigos o religiosos. Otros no portan ningún distintivo especial. Hay hombres y mujeres, ancianos y jóvenes. En medio de las llamas, su gesto no denota desesperación, sino piadoso recogimiento, con las palmas de las manos unidas sobre el pecho, como si balbuciesen una plegaria interior. Yo recuerdo que, delante de ese reta blillo, siempre lucían cirios y velitas encendidas. Esas pequeñas lamparitas simbolizaban perfectamente el acompañamiento de los vivos, que alumbraban con las luces de su amor lo que parecía ser el sufrimiento sereno de los personajes del retablo.

En esa sencilla representación de las ánimas se encerraba una consoladora verdad de nuestra fe. El purgatorio no es un infierno temporal: sus llamas no atormentan, los demonios no azuzan con sus tridentes el sufrimiento de los condenados. Las llamas del purgatorio son llamas de amor, que purifican y acrisolan a quienes las padecen. Ese mar de llamas - ese océano del amor - es la morada transitoria de muchos amigos que Dios. Su esperanza brota de la certeza de su salvación. Su sufrimiento, del ansia de contemplar para siempre el rostro de Dios. Por eso son almas benditas, que duermen, a la espera de un alegre despertar, el sueño de la paz. ¿Podemos hacer algo por e llas? ¿Podemos ayudarles a hacer más llevadera su espera, más acompañada su pena, más ligero su descanso? La fe nos dice que sí. Y bien lo comprendían los fieles de mi Parroquia cuando, ante el retablillo, encendían sus candelas.

Emerge así, del pozo de mis recuerdos, la segunda palabra: "sufragios". Una palabra también en desuso, aparentemente caducada. Pero en el desván de las palabras, si uno rebusca un poco, siempre termina encontrándolas, incluso las más escondidas, o las cubiertas por el espeso velo del olvido. El sufragio es la ayuda, el favor o el socorro; es decir, las obras buenas que se aplican por las almas del purgatorio. Los sufragios son siempre actos solidarios, de una solidaridad tan amplia que es capaz de cruzar el umbral de la muerte. ¿Cómo dejar de ofrecer estos sufragios? ¿Cómo no querer contribuir, si uno puede, a aliviar la situaci&oa cute;n de otros? Lo que mis parroquianos habían comprendido perfectamente es la profunda verdad de la comunión de los santos, el imposible aislamiento, el inadmisible ostracismo de los que aman a Dios. Y sin grandes estudios de Teología, pero dotados del saber de la fe, los fieles ofrecían oraciones, y limosnas, y obras de penitencia. Y sobre todo ofrecían el santo sacrificio de la Misa, la ofrenda de aquel que se hizo nuestro Sufragio, ayudándonos a ayudar, posibilitando nuestro auxilio.

La tercera palabra es una palabra de perdón: "indulgencias". Con sus oraciones y obras de penitencia, los fieles que peregrinan por este mundo - caminantes definitivamente no instalados, emigrantes que esperan el retorno - pueden acogerse a un indulto de gracia en favor de los difuntos dispensado en virtud de los méritos de Cristo y de los santos. La justicia de Dios y la solicitud de la Iglesia van siempre más allá de nu estros pobres códigos legales. En el Tribunal del Juez clemente no tiene la primacía el castigo, sino la recuperación del pecador y la restauración de los daños, la recomposición de las relaciones rotas causadas por su delito. Es como si Dios, conmovido por la perfecta obediencia del corazón de Cristo, derrochase perdón, con esa facilidad infinita para perdonar que emana de su también infinita misericordia.

Las tres palabras, “purgatorio”, “sufragios”, “indulgencias”, me llenan de paz al recordarlas; infunden en mi ánimo la serena alegría, la sobria ebriedad de creer. Por eso quiero rescatarlas, para que muchos labios las pronuncien, como las pronunciaban, sin acaso proferir las sílabas que las componen, los fieles de mi Parroquia delante del retablo de ánimas.

CINCO TIPOS DE CATOLICOS DE EEUU

Los 5 tipos de católicos de EE.UU: fieles, titubeantes, comodones, alejados y no-católicos






¿Cómo son los católicos de EEUU? Para aclararnos, primero habría que definir a quién llamamos católico. En su libro "Mero Cristianismo" C. S. Lewis se quejaba de que con la palabra "cristiano" pasaba como con la palabra "caballero": al convertirse en un elogio, dejó de ser útil como palabra descriptiva; todo el mundo es, en principio, bueno, cristiano, un caballero... que es como decir que nadie lo es. Por eso, pide usar las palabras de forma útil: cristiano es que el acepta las enseñanzas de los apóstoles (aunque no las entienda o no las cumpla bien).


El reciente estudio ("Catholics in America", octubre 2011, por Knowledge Networks) publicado por el National Catholic Reporter (el periódico del catolicismo "progre" de EEUU) considera católico a quien se autodefina como tal. Se basa en preguntas a 1.442 personas localizadas en EEUU que admiten ser llamadas "católicas".


Los resultados son complejos, pero podemos simplificarlos si los clasificamos en cinco grupos, cada uno representativo de un 20 por ciento del catolicismo norteamericano (es decir, 14 millones de personas por grupo). Los describiremos de "menos católicos" a "más católicos" y les pondremos un nombre de nuestra cosecha.


1- Los católicos no católicos (20%)


Admiten ser católicos en el sentido de que no son musulmanes, judíos ni protestantes. Tienen una abuela polaca, italiana o irlandesa y les han dicho que les bautizaron católicos. Puede que crean en un Ser Superior, o Algo Trascendente, o quizá no. Pero no creen que Jesús resucitara de entre los muertos, suponiendo que Jesús existiera. No van a misa, no rezan, sus hijos no harán la Primera Comunión. Si en su lecho de muerte una vecina avisa a un sacerdote para que les atienda en sus últimos momentos, probablemente le reciban, cosa que no harían con un rabino o un pastor episcopaliano. Encontrar una mujer hispana en este grupo es casi imposible.


2- Los católicos alejados (20%)


Tres de cada cuatro católicos alejados dirán que "ser católico es parte importante de mi identidad" pero nunca van a misa. Creen en la resurrección de Jesús y las mujeres creen además en la Virgen María, pero no saben decir por qué. Se pasaron por la Iglesia el día de su boda (al menos, el de su primera boda...), se pasan por ella también en funerales, bautizan a sus (escasos) hijos y la mayoría los lleva a catequesis para la Primera (y última) comunión. Aceptan el aborto, el divorcio y la anticoncepción. Si se les pregunta por el clero femenino o el matrimonio gay, les parece bien. Pero nunca se pasarían por una Iglesia Episcopaliana, que practica todo eso: ¡si apenas se pasan por la católica, que es "la suya"!


3- Los católicos comodones (20%)


Muchos de ellos son católicos "progres", aunque la mayoría son, simplemente, comodones: llevan a sus hijos, a menudo, a escuelas católicas (progres) y participan en algunos eventos. Algunos de ellos están personalmente en contra del aborto, y aprecian la lucha de la Iglesia contra la pobreza, pero todos afirmarán que "se puede ser un buen católico sin hacer donativos a los pobres, y apoyando el aborto". Todos los católicos comodones afirman que una de las cosas que más les gusta del catolicismo es que se puede ser leal a la Iglesia sin aceptar todo lo que ella enseña (creencia que no figura en ningún sitio de la Doctrina católica). Aceptan la anticoncepción y el divorcio. Casarse por la Iglesia, bautizar a los hijos, la Primera Comunión, el Miércoles de Ceniza, la Misa del Gallo y la Noche de Pascua son hitos importantes para ellos, las únicas misas a las que asisten. La mitad puede tener cierta simpatía por el Papa, aunque no haga caso a sus enseñanzas. Valoran algo que la Iglesia defienda al no nacido, pero admiten el aborto en muchos casos, y enseguida dicen que "debe decidir la mujer". Muchos de ellos, sobre todo las mujeres, rezan en casa por sus seres queridos.


4- Los católicos dubitativos (20%)


Van a misa al menos una vez al mes y mantienen un contacto estable con su parroquia o colegio católico. Se autoconsideran católicos activos, y muchos participan en tareas solidarias en parroquias y asociaciones. Tienen claro un tema: el aborto no es admisible en ningún caso y es una vergüenza para la civilización. La mitad de ellos dice que reza el Rosario o va a adoración eucarística, y todos dicen que la oración diaria es importante. Muchos tienen devociones específicas (la Divina Misericordia, las fiestas guadalupanas, etc...). La mitad de ellos dice que acepta la autoridad vaticana; la otra mitad duda. Todos aceptan los temas teológicos (dogmas marianos, cielo, infierno, etc...), pero en lo moral muchos dudan respecto a la anticoncepción. Sobre el divorcio o el matrimonio homosexual, aceptan lo que enseñe la Iglesia, pero sin saber argumentarlo. La mayoría de los hispanos podría ubicarse aquí.



5- Los católicos fieles (20%)


Son casi 14 millones, tienen las ideas muy claras y representan una parte importante del catolicismo activo mundial, por su capacidad misionera, política y transformadora. Dicen que el clero masculino célibe es importante para su propia identidad católica, aceptan plenamente la enseñanza católica contra el aborto y la anticoncepción, rezan, participan en reuniones de oración, en la vida parroquial y van a misa al menos cada semana. Muchos pertenecen a nuevos movimientos eclesiales o se nutren de obras y pastores relacionados con ellos. Son militantes en los temas pro-vida y pro-familia, y generosos (en tiempo y/o en dinero) con la parroquia y con los pobres. Eso no quiere decir que sean santos ya: la Biblia dice que el justo peca 7 veces al día, lo que nos daría un mínimo de 98 millones de pecados diarios para este colectivo... pero suelen pasar por el confesionario.


Algunos datos del estudio


¿Qué aspectos del catolicismo son muy importantes para usted? (% de respuestas marcadas)


La Resurrección de Jesús 73%

Ayudar a los pobres 67%

María 64%

Los sacramentos 63%

La oración 46%

La lucha contra el aborto 40%

Devociones (adoración, rosario...) 36%

Oposición al matrimonio del mismo sexo 35%

La autoridad vaticana 30%

La oposición a la pena de muerte 29%

El clero célibe varón 21%


Paradojas del "pensamiento líquido"


- El 88% considera que es "significativo para mí" que la Iglesia ayude a los pobres, pero luego un 60% afirma, sin rubor, que "se puede ser un buen católico sin donar tiempo o dinero a los pobres".


- El 63% dice que los sacramentos son importantes en su visión del catolicismo, pero luego un 78% declara que "se puede ser un buen católico sin ir a misa cada domingo" y un 72% que "se puede ser un buen católico sin que la Iglesia apruebe tu matrimonio".


- En una sociedad tan participativa en lo local como la norteamericana, un 74% afirma que "se puede ser un buen católico sin donar tiempo o dinero a la parroquia" (en 2005 sólo un 58% de encuestados admitía esto).


- Cuando se pregunta por "¿Qué cosas le resultan a usted significativas del catolicismo?", un 85% valora su "universalidad", un 80% que es "una tradición ininterrumpida desde los apóstoles" y un 71% encuentra significativo el papado.


- El 77% de los católicos norteamericanos dice que la Iglesia católica es importante en su vida, y un 37% dice que la Iglesia es "una de las partes más importantes" de su vida.


- Uno de cada dos encuestados considera "muy significativo" que "los católicos pueden elegir con qué están en desacuerdo y sin embargo seguir fieles a la Iglesia".

NUESTRO IDIOMA ES EL SEGUNDO EN EL MUNDO

El español, ¿lengua de cultura?: es la segunda más hablada del mundo, pero la sexta en Wikipedia






Tras diez años de vida, Wikipedia se ha convertido en la enciclopedia digital más importante de internet. Una fuente de información nutrida directamente por los propios usuarios -los denominados editores-, colaboradores que nutren las entradas de esta enciclopedia global con sus artículos.



Gracias a sus dimensiones y a la información que maneja, Wikipedia también se ha convertido en un indicador de cuestiones que afectan al comportamiento de los internautas, a su inquietud intelectual y, por extensión, a su nacionalidad.



Por ello, es sintomático observar que a pesar de que el español es la segunda lengua más hablada del mundo, no pasa de ser la sexta en número de artículos en Wikipedia.



El chino es la lengua más hablada del mundo por número de hablantes nativos (1.151 millones), el español es la segunda por hablantes nativos (400 millones), el inglés copa la tercera plaza (375 millones) aunque es la lengua más usada y conocida en el mundo e internacionalmente es la lengua vehicular común. Y no sólo eso: además, por extensión en kilómetros cuadrados, el español es la lengua más hablada tras el inglés y junto con el árabe. Sin embargo, esa potencial fuente de conocimiento que se le presupondría (no en vano es una de las lenguas que más y mejor cultura ha fabricado en la tradición occidental) no se traduce en mayor número de artículos publicados en la más famosa enciclopedia digital.



El español, ¿lengua de cultura?



El número de artículos, en Wikipedia el idioma que más suma es el inglés con 3.755.785. La segunda posición, aunque se trata de la onceava lengua más hablada por habitantes (105 millones), la ocupa el alemán con 1.292.784 artículos publicados. Le sigue el francés con 1.156.507 artículos, aunque en el mundo es la décima lengua más hablada con 128 millones de hablantes nativos. Antes que el español, en cuarta posición, también está sorprendentemente el italiano con 846.227 artículos, aunque es la decimonovena lengua más hablada con 62 millones de hablantes nativos. Antes de llegar al español también sorprende encontrar el polaco con 833.359 artículos, una lengua que ‘tan sólo’ es hablada por 50 millones de hablantes nativos. Finalmente se encuentra el español con 831.871 artículos, seguido muy de cerca por el ruso con 772.393 artículos y 277 millones de hablantes nativos (séptima lengua más hablada).



A pesar de ser la segunda lengua del mundo por número de habitantes nativos, en internet el español es la sexta desde una perspectiva cultural, si hacemos caso a los índices que arroja Wikipedia. Es del todo sorprendente que una lengua que ha sido y todavía es un idioma de cultura por definición la sobrepasen los alemanes, los franceses, los italianos y los polacos.



Evidentemente, este indicador revela en cierta manera la inquietud cultural y la capacidad intelectual de los hablantes de una lengua, y el español no sale especialmente bien parado

eL cONGRESO DE EEUU CREE EN dIOS

El Congreso de los Estados Unidos sigue confiando en Dios






El 1 de noviembre de 2011 el Congreso de los Estados Unidos votó por abrumadora mayoría –396 votos a favor y 9 en contra– la propuesta de Randy Forbes de reafirmar el lema nacional: «In God we Trust» y apoyar y fomentar de la exhibición pública de la divisa nacional en todos los edificios públicos, escuelas públicas, y otras instituciones gubernamentales.



Según el congresista: «en tiempos de desafíos o tragedias, el pueblo de Estados Unidos siempre se ha girado hacia Dios como su fuente de sustento, protección, sabiduría, fortaleza y norte» Curioso que cuanto menos se habla de Dios en las iglesias, más se habla en otros foros, un consejo que deberían recoger por igual creyentes y ateos.



Los «progresistas» de siempre han intentado ridiculizar la iniciativa, eso sí, guardándose muy mucho de votar en contra. Decían que no había motivos, pero los activistas ateos radicales tienen el país sembrado de disputas judiciales, para precisamente retirar de la presencia pública cualquier referencia a Dios. De algunas ya he hablado en otra ocasión como el intento de retirar la Cruz a los caídos del desierto de Mojave o la Conmemorativa en la Zona Cero. De la última que tengo noticia es de la eliminación de cruces con nombres de soldados situadas en los laterales de carreteras de los estados de Utah, Kansas, Colorado, Oklahoma, Nuevo México y Wyoming.



En el fondo está bien el debate, al menos quiere decir que la Cruz no es indiferente.



Forbes añade más motivos para la necesidad de esta resolución:



La nueva metedura de pata de Obama al decidir que el lema de USA era «E pluribus unum». Metedura de pata nada casual.
Mala interpretación de la «separación iglesia y estado». Esta frase no aparece en la constitución de los EEUU, es de una carta de Thomas Jefferson del 1 de enero de 1802 a la Asociación Bautista de Danbury. La «primera enmienda» dice que no se debe promover o prohibir. Nada más.
Hostilidad. El lema es oficial desde 1956 y desde 1996 ha sido denunciado ante los tribunales siete veces, al margen de actuaciones como las que he descrito.
Inexactitudes y omisiones. En un remedo de la «Alianza de Civilizaciones» o de la «Memoria histórica», la administración Obama decidió eliminar todos los carteles y grabados del Capitolio en los que aparecía la frase sustituyéndola por el bulo de «E pluribus unum».


Tambén Forbes señala otros esfuerzos para eliminar a Dios de la esfera pública como:



Hacer una réplica del monumento a Washington y sustituirlo por otro en el que desapareciese la inscripción «Laus Deo»
Prohibir en los funerales militares, aunque lo pidan los familiares, banderas o referencias a Dios o la religión.
Intentar eliminar «In God We Trust» de las nuevas monedas

sobre los 7 millones... es cierto?

Bebé 7 mil millones: ¿es «trato o truco?





NUEVA YORK, 4 de noviembre de 2011. Los niños recién nacidos pasaron al primer plano el lunes, en una campaña mundial liderada por funcionarios de las Naciones Unidas en el día de Halloween para proclamar el nacimiento de la persona del planeta número 7 mil millones. En todo el mundo, los funcionarios declararon simbólicamente a los bebés nacidos en su país como la persona número 7 mil millones. Los periodistas tomaron fotografías de niños que eran saludados con felicitaciones y regalos. Establecido el escenario, líderes de gobierno y de la ONU emitieron, a continuación, declaraciones que advertían sobre la sobrecarga del mundo con consumidores.



El Secretario General, Ban Ki-Moon, celebró el natalicio durante una conferencia de prensa en la sede neoyorquina de la ONU. «Alimento en abundancia, no obstante mil millones de personas pasan hambre. Estilos de vida lujosos para pocos, mas pobreza para demasiados otros», indicó.



Las Naciones Unidas eligieron Halloween para el memorable acontecimiento a pesar de que los demógrafos afirman que es imposible conocer la llegada de la persona número 7 mil millones. Y resulta incierto si tuvieron la intención de destacarlo en el día más «espeluznante» del año. La Oficina del Censo de los Estados Unidos calcula que la población mundial no llegará a 7 mil millones hasta marzo de 2012. Otros estudiosos estiman que será en noviembre de 2012, e incluso en 2013 o 2014, ya que los índices de crecimiento demográfico están descendiendo en casi todos los países.



La cuidadosa planificación de los líderes de alto nivel, no obstante, no pudo controlar el momento oportuno de los nacimientos. Danica May Camacho, de Filipinas, fue el primer bebé simbólico número 7 mil millones, a pesar de que llegó dos minutos antes del día fijado. Se dijo que su temprana aparición fue lo suficientemente próxima como para obtener el título, permitiendo que Filipinas acaparara la mayor parte de la atención de los medios. Es probable que los funcionarios de la ONU en materia de población hayan elegido Filipinas, ya que ese país resiste desde hace tiempo la agenda de derechos reproductivos y control poblacional de la ONU.



El dr. Eric Tayag, del Departamento de Salud de Filipinas, desalentó los festejos. Dijo a la Agence France-Presse: «Realmente deberíamos centrarnos en la cuestión de si habrá alimento, agua limpia, techo, educación y una vida decente para cada niño. Si la respuesta es "no", sería mejor que las personas consideraran moderar esta explosión demográfica».



En India, que lucha contra un creciente porcentaje de hombres respecto de las mujeres debido a que las niñas son abortadas selectivamente, la pequeña Nargis fue reconocida como la persona 7 mil millones. El nacimiento no es «motivo de alegría, sino de preocupación», afirmó el Ministro de Salud de la India, Ghulam Nabi Azad. Dijo al periódico The Times of India: «No deberíamos estar celebrando. Para nosotros, un motivo de alegría será cuando la población se estabilice».



La campaña mediática de los «7 mil millones» de la ONU pone de relieve los temas de la población y del consumo mientras se prepara para una conferencia mundial sobre el desarrollo sustentable. El año próximo señala el vigésimo aniversario de la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible. Los líderes de gobierno se reunirán en junio para Río+20, conferencia cuyo objetivo es «asegurar el compromiso político renovado con el desarrollo sostenible».



David Lam, presidente de la Population Association of America, dijo al LA Times: «A pesar de los tremendos desafíos que enfrenta el mundo, entre ellos el calentamiento global, el incremento en el precio de los alimentos y mil millones de personas que viven en la pobreza, el niño 7 mil millones casi seguramente tendrá una vida mejor que el 3 mil millones o que el 6 mil millones».



En 1999, Adnan Mevic tenía dos días de vida cuando el entonces Secretario General, Kofi Annan, lo sostuvo en un hospital de Sarajevo y lo nombró la persona número 6 mil millones del planeta. Esta semana, su madre, Fatima, dijo a ABC News: «Nunca más supimos de la ONU. Jamás recibimos nada de ellos, ni siquiera una tarjeta de cumpleaños».

el Papa Benedicto tiene influencia

Benedicto XVI en la lista de los más «poderosos» del mundo 2011, según la famosa revista Forbes






Quien conoce un poco de prensa le resulta familiar el nombre de la revista Forbes, ampliamente conocida por ser una publicación especializada y con excelente acogida en el público al que principalmente está destinada: líderes de negocios y empresarios alrededor del mundo. La información que ofrece va enfocada a ese auditorio y de ahí su lema «Information for the World's Business Leaders».



Una de sus secciones habituales son los rankeos que periódicamente hace sobre variadas áreas. La de inicios de noviembre de 2011 la ha dedicado, como es costumbre una vez al año, a las personalidades «más poderosas» del mundo.



En la lista 2011 de las 70 personalidades aparece el Papa Benedicto XVI en la séptima posición; después del presidente de los Estados Unidos, que ocupa el primer lugar; de Vladimir Putin, primer ministro ruso (2º lugar); Hu Jintao, presidente chino (3er. Lugar); Angela Merker, canciller alemana (4º lugar y la mujer mejor posicionada de toda la lista); Bill Gates (fundador de Microsoft, en el 5º lugar) y el rey saudita Abdulah bin Abdulaziz al Saud (en la 6ª posición).



Detrás del Papa hay nombres como Mark Zuckerber, David Cameron, Carlos Slim, Silvio Berlusconi o la presidenta de Brasil. Un variopinto elenco de personalidades elegidas en base a criterios de la misma revista.



Sobre el Papa Benedicto XVI refiere Forbes: «Es el líder espiritual de una sexta parte de la población mundial -1.2 mil millones de almas-; ofrece la última palabra en materia de aborto, matrimonio gay, mujeres sacerdotes y, más recientemente, se ocupa de Wall Street. En octubre el Vaticano II invitó a una autoridad supranacional para supervisar la economía global: "Para que funcione correctamente la economía se necesita la ética y no de cualquier tipo, sino una centrada en las personas"» (se puede consultar el perfil del Papa en Forbes aquí http://www.forbes.com/profile/pope-benedict-xvi/).



A continuación pone como aspectos negativos el tema de la tratativa de los abusos y las acusaciones que algunas personas han interpuesto durante 2011 en la Corte Penal Internacional contra el mismo Sumo Pontífice.



Resulta interesante que uno de los criterios de elección sea la influencia moral que, en este caso concreto, tiene una persona sobre muchas otras (los temas están enunciados de hecho por Forbes misma). El «poder» del Papa no es económico, militar o tecnológico, sino moral. Y que sea una publicación de cariz económico-financiero-social la que lo recoja y reconozca es todavía más elocuente. De suyo destaca el énfasis puesto en el tema de la ética económica centrada en las personas y, aunque no lo cita explícitamente, es en Caritas in veritate, la encíclica «económico-social» de Benedicto XVI, donde él tocó personalmente los temas aludidos.



Desde luego que Forbes no ha hecho una apología del Papa pero es buena señal que se reconozca la labor de Benedicto XVI como voz de los que no la tienen en un periodo de crisis económica donde no pocos hombres y mujeres han quedado sin empleo.



La lista completa titulada «Most Powerful People» 2011 puede verse completa en http://www.forbes.com/powerful-people/list/.

don bosco y la confesion

San Juan Bosco: Las confesiones y los lazos del demonio

«El día 4 de abril don Bosco contó el siguiente sueño a todos los jóvenes reunidos en el salón de estudio después de las oraciones de la noche:

«Me encontraba cerca de la puerta de mi habitación, y al salir miré a mi alrededor y me vi en la iglesia, en medio de una muchedumbre tal de jóvenes, que el templo parecía completamente abarrotado. Estaban allí los alumnos del Oratorio de Turín, los de Lanzo, los de Mirabello y otros muchos a los cuales no conocía. No rezaban, sino que parecía que se estaban preparando para confesar. Una cantidad inmensa de ellos asediaba mi confesionario, esperándome, debajo del púlpito.

Yo, después de haber observado un poco, me puse a considerar cómo conseguiría confesar a tantos muchachos. Pero después temí estar dormido, soñando, y, para cerciorarme de que no lo estaba, comencé a palmotear y sentía el ruido; y, para asegurarme aún más, alargué el brazo y toqué la pared, que está detrás de mi pequeño confesionario. Seguro ya de que estaba despierto, me dije:

-Ya que estoy aquí, confesemos.

Y comencé a confesar.

Pero pronto, al ver a tantos jóvenes, me levanté para ver si había otros confesores que me ayudasen; y, no encontrando ninguno, me dirigí a la sacristía en busca de algún sacerdote que quisiese escuchar confesiones. Y he aquí que vi por una parte y por otra a algunos jóvenes que llevaban al cuello una cuerda que les apretaba la garganta.

-¿Por qué tenéis esa cuerda al cuello? Quitáosla, les dije.

Pero no me respondían y se quedaban mirándome con fijeza.

-Vamos, repetí a alguno; quítate esa cuerda.

El joven, al cual yo había dado esta orden, se avino a ello, pero me dijo:

-No me la puedo quitar; hay uno detrás que la sujeta. Venga a ver.

Volví entonces la mirada con mayor atención hacia aquella multitud de muchachos y me pareció ver sobresalir por detrás de las espaldas de muchos de ellos dos larguísimos cuernos. Me acerqué un poco más para ver mejor, y, dando la vuelta por detrás del que tenía más cerca, vi un horrible animal, de hocico monstruoso, forma de gatazo y largos cuernos, que apretaba aquel lazo. La bestia aquella bajaba el hocico, lo escondía entre las patas delanteras, y se encogía como para que no le viesen. Yo me dirigí a aquel joven víctima del monstruo y a algunos otros preguntándoles sus nombres, pero no me quisieron responder; al preguntarle a aquel feo animal se encogió aún más. Entonces dije a un joven:

-Mira, ve a la sacristía y dile al P. Merlone que te dé el acetre del agua bendita.

El muchacho volvió pronto con lo que yo le había pedido, pero entre tanto yo había descubierto que cada uno de los jóvenes tenía a sus espaldas un servidor tan poco agraciado como el primero y que, éste, también se agazapaba.

Yo temía estar aún dormido. Tomé entonces el hisopo y pregunté a uno de aquellos gatazos:

-Dime: ¿quién eres?

El animal, que no dejaba de mirarme, alargó el hocico, sacó la lengua y después se puso a rechinar los dientes como en actitud de arrojarse sobre mí.

-Dime inmediatamente qué es lo que haces aquí ¡bestia horrible! Ya puedes enfurecerte todo lo que quieras, que no te temo. ¿Ves? Con esta agua te voy a dar un buen baño.

El monstruo siempre agazapado me miraba; después comenzó a hacer contorsiones con el cuerpo de tal forma, que las patas de atrás le llegaban a tocar los hombros por delante. Y de nuevo quería arrojarse sobre mí. Al mirarlo detenidamente vi que tenía en la mano varios lazos.

-¡Vamos! Dime: ¿qué haces aquí?

Y al decir esto, levanté el hisopo. Hizo él unas contorsiones y quería huir.

-No te escaparás, continué diciendo; te ordeno que te quedes aquí.

Lanzó una serie de gruñidos y me dijo:

-¡Mira!

Y me enseñó los lazos.

-Dime qué son esos tres lazos, añadí; ¿qué significan?

-¿No lo sabes? Desde aquí, me dijo, con estos tres lazos obligo a los jóvenes a que se confiesen mal: de esta manera llevo conmigo a la perdición a la décima parte del género humano.

-¿Cómo? ¿De qué manera?

-¡Oh! No te lo diré porque tú se lo descubrirás.

-¡Vamos! Quiero saber qué significan estos tres lazos. ¡Habla! De lo contrario te echaré encima el agua bendita.

-Por favor, envíame al infierno pero no me eches esa agua.

-En nombre de Jesucristo, pues.

El monstruo, contorsionándose espantosamente, respondió:

-El primer modo con que aprieto este lazo es haciendo callar a los jóvenes los pecados en la confesión.

-¿Y el segundo?

-El segundo, incitándoles a que se confiesen sin dolor.

-»Y el tercero:

-El tercero no te lo quiero decir.

-¿Cómo? ¿Que no me lo quieres decir? Entonces te rociaré con agua bendita.

-No; no hablaré; y comenzó a gritar desaforadamente: ¿Es que no te basta? ¡Ya he dicho demasiado!

Y tornó a enfurecerse.

-Quiero que me lo digas para comunicárselo a los Directores.

Y repitiendo la amenaza levanté el brazo. Entonces comenzó a despedir llamas por sus ojos, después unas gotas de sangre y dijo:

-El tercero es no hacer propósito firme y no seguir los consejos del confesor.

-¡Bestia horrible!, le grité por segunda vez.

Y mientras quería preguntarle otras cosas e intimarle a que me descubriese la manera de remediar un mal tan grande y hacer vanas sus artimañas, todos los otros horribles gatazos, que hasta entonces habían procurado pasar desapercibidos, comenzaron a producir un sordo murmullo, después prorrumpieron en lamentos y gritos contra el que había hablado provocando una sublevación general.

Yo, al contemplar aquella revuelta, y convencido de que no sacaría ya ventaja alguna de aquellos animales, levanté el hisopo y arrojando el agua bendita sobre el gatazo que había hablado, le dije:

-¡Ahora, vete!

Y desapareció.

Después eché agua bendita por todas partes. Entonces, haciendo un grandísimo estrépito, todos aquellos monstruos se dieron a una precipitada fuga, unos por una parte, otros por otra. Y al producirse aquel ruido me desperté y me encontré en mi lecho.

¡Oh, queridos jóvenes, cuántos de los que yo jamás habría sospechado, tenían el lazo al cuello y el gatazo a las espaldas! Ya sabéis qué simbolizan esos tres lazos. El primero, que sujeta a los jóvenes por el cuello, simboliza el callar pecados en la confesión. El lazo les obliga a cerrar la boca para que no se confiesen del todo: o bien para que digan de ciertos pecados que cometieron cuatro veces que solamente incurrieron en ellos tres. El que tal hace, falta contra la sinceridad de la misma manera que el que calla pecados. El segundo lazo es la falta de dolor; y el tercero la falta de propósito. Por tanto, si queremos romper estos lazos y arrebatarlos de las manos del demonio, confesemos todos nuestros pecados y procuremos sentir un verdadero dolor de ellos y hagamos un firme propósito de obedecer al confesor.

Aquel monstruo, poco antes de montar en cólera, me dijo también:

-Observa el fruto que los jóvenes sacan de las confesiones. El fruto principal de ellas debe ser la enmienda; si quieres conocer si yo tengo a los jóvenes sujetos con los lazos, observa si se encomiendan o no.

Debo añadir que quise también que el demonio me dijera por qué se ponía detrás, a las espaldas de los jóvenes, y me respondió:

-Para que no me vean y poderlos arrastrar más fácilmente a mi reino.

Pude comprobar que eran muchísimos los que tenían a las espaldas aquellos monstruos, más de los que yo hubiera sospechado.

Dad a este sueño el alcance que queráis; lo cierto es que he querido observar y comprobar si era cierto cuanto he soñado y he sacado como consecuencia que se nos ofrece una verdadera realidad. Aprovechemos, pues, la ocasión que se nos ofrece de ganar la indulgencia plenaria, haciendo una buena confesión y una santa comunión. Hagamos lo posible por vernos libres de estos lazos del demonio.

El Padre Santo concede indulgencia plenaria a todos los que, el día del quincuagésimo aniversario de su primera misa, el próximo domingo, día 11 de abril, confesados y comulgados, rueguen según la intención de la Santa Iglesia. El sábado tendrá una audiencia privada del Padre Santo el caballero Oreglia, el cual le ofrecerá el Álbum con la firma de todos los alumnos del Oratorio y de las demás casas.

Mientras tanto mirad si, tiempo atrás, habéis cumplido las condiciones necesarias para hacer una buena confesión: yo os encomendaré a todos el domingo en la santa misa.»

Memorias Biográficas de Don Bosco. Volumen 9. Capítulo 47.

Friday, November 04, 2011

La importancia de la oracion

Por qué hacer oración?
En la medida en que el hombre progresa en su vida de oración, esos instantes divinos se irán tornando más y más frecuentes



Nada más indispensable que la oración. Más que el aire y el alimento, pues es el alimento del alma. El que no ora está peor que el que no come: la muerte del alma será solo cuestión de tiempo. Es comúnmente a través de la oración que el ser humano recibe la gracia, las fuerzas para llevar virtuosamente la lucha de todos los días.

Entretanto, la experiencia común y fácilmente visible muestra que al hombre de nuestros días no le es fácil recoger sus sentidos y espíritu para entablar ese necesario diálogo con Dios. Las "ocupaciones", las "obligaciones", (mejor, las "agitaciones") etc., lo cierto es que aún teniendo tiempo disponible, lo que al hombre de hoy le es difícil es sosegar su espíritu para con calma y serenidad comenzar a pensar en las realidades divinas, y buscar entablar una conversación con su Hacedor.

Entonces, un primer ejercicio a realizar es buscar esos espacios a lo largo del día para sosegar el espíritu. Establecer un horario. Muy probablemente en esos instantes inquietarán a la mente las "mil cosas por hacer", pero, justamente, debemos tener claro la principal de esas "mil cosas" será buscar la disposición de ánimo para hablar con Dios. Y con el tiempo, el esfuerzo y el favor de Dios, se irá habituando el espíritu a esos espacios.

A grandes rasgos, la oración personal puede ser vocal, meditativa y contemplativa. Estos tres grandes tipos no son compartimientos enteramente separados, sino que pueden mezclarse dependiendo de cada temperamento y del nivel alcanzado por cada uno en su vida espiritual.

Por ejemplo, al momento de rezar el Rosario a la Virgen -sublime oración vocal-, es forzoso, para no imitar a los papagayos, ir meditando en las verdades de la fe que nos propone cada uno de los misterios. Por ej. la solemnidad juvenil y sacral del Niño Dios, enseñando con autoridad casta y firme a los avisados ancianos doctores de la Ley, y anteponiendo el cumplimiento de su deber divino de predicador incluso a los afectos purísimos de su Madre. O el dolor profundo, inenarrable, pero también serenísimo del Cordero sin mancha clavado en la Cruz, que tenía a la vez ojos de misericordia total hacia sus propios verdugos, y ojos contemplativos dirigidos hacia su Padre Eterno que ya abría sus brazos para recibir su alma divina. Etc.

Es decir, una oración meramente vocal, como la recitación del Rosario, ya debe estar impregnada de meditación. Entretanto, quien no encuentre con facilidad temas de meditación, aquel que fácilmente se distraiga, no debe intimidarse o desanimarse, que ningún proyecto comienza hecho, sino que todo hay que irlo construyendo...

Sin embargo, como vemos, la oración mucho se beneficia de la lectura espiritual, que nos da elementos para comunicarnos con el Creador. Es decir, el cristiano debe alimentar su oración con lectura de la biblia, o de una buena historia sagrada, o de vidas de santos, un buen catecismo, o libros de piedad preferiblemente escritos por santos, etc. ¿Que no tenemos el hábito de la lectura? Podemos también pedirlo a Dios en la oración. También se p ueden recoger elementos de religión escuchando un buen programa radial o televisivo, aunque la lectura siempre prima, porque exige más el esfuerzo de la voluntad, y con ello se favorece la memorización, el recuerdo.


La meditación es el momento de la purificación de nuestro amor

Esas lecturas espirituales son por lo demás la ´materia prima´ del segundo tipo de oración que es la meditación. La meditación es un recorrer alguna o algunas verdades de la fe con el entendimiento, pero excitando en la voluntad afectos amorosos hacia Dios. No es por tanto una simple lectura espiritual, sino que es algo a la manera de una lectura espiritual mental reflexionada, con espacios para re-pensar lo que se está considerando, pero sobre todo con momentos en que nuestro amor agradece al Creador por los múltiples dones y beneficios que nos ha dado y que constantemente nos dispensa.

¿Cómo no agradecer el infinito hecho de la Encarnación del Hijo del Hombre, que nos salvó, que sublimó la naturaleza humana hasta un culmen impensable por cualquier mente creada, que nos dio el ejemplo perfecto para imitar a todo momento, bajo cualquier aspecto? Cuanto amor debería suscitar en nuestras almas, la consideración meditativa de todo un Dios-hombre, nacido de una Inmaculada Virgen Madre. Y así con los múltiples temas de la religión cristiana.

La meditación, pues, debe ser sobre todo el momento del amor, de la purificación y direccionamiento de nuestros afectos rumbo al Creador. Esa es la clave de todo, pues es el amor el que nos eleva hasta el Infinito. Y Dios, que sí conoce la ley reciprocidad en el amor, no permanece impávido ante nuestros afectos, sino que nos responde el millón por uno.


La vida contemplativa

El amor a D ios atrae uno de sus principales dones, que es la capacidad de contemplación, el tercer tipo de oración, en el que nos adentramos ya en la experiencia llamada mística.

La contemplación -oración de los adelantados en los caminos de la santidad- "es una deliciosa admiración de la verdad resplandeciente", según afirma una obra que otrora se atribuyó a San Agustín. Es "una santa embriaguez que aparta al alma de la caducidad de las cosas temporales y que tiene por principio la intuición de la luz eterna de la Sabiduría", expresa el Santo de Hipona. Es "una mirada libre y penetrante del espíritu suspendida de admiración ante los espectáculos de la Divina Sabiduría", nos dice Ricardo de San Víctor. La contemplación es "una sencilla intuición de la verdad que termina en un movimiento afectivo", expresa Santo Tomás de Aquino. "La contemplación no es más que una amorosa, simple y permanente atención del espíritu a las cosas divinas" manifiesta San Francisco de Sales. "La contemplación es una vista de Dios o de las cosas divinas simple, libre, penetrante, cierta, que procede del amor y tiende al amor", expresa el P. Lallemant.

El estado contemplativo en su perfección es la mayor unión posible con Dios en esta tierra, y por ello es propio de las almas que se hallan en un alto grado de la vida espiritual. Entretanto, siendo el punto final del camino de una vida espiritual, no es extraño que Dios vaya dando algo de ello en medio del camino, nos muestre de cuando en vez las delicias que esperan a quien persevera en la oración.

Son momentos en que sentimos una inexpresable alegría en el fondo del espíritu, momentos en que percibimos a la par de una dulzura exquisita una fortaleza interna especial. Instantes en que nos sentimos acariciados por una mano de una tersura indefinible, que nos sosiega, nos alivia, nos anima serenamente. En la medida en que el hombre progresa en su vida de oración, esos instantes divinos se irán tornando más y más frecuentes.

Entretanto, todo comienza con un reconocimiento de la debilidad del hombre, con la humildad, con el saber que "solo Dios basta" y no mis fuerzas, y por tanto con la conciencia de la necesidad necesarísima de la oración.

Wednesday, November 02, 2011

purgatorio y dia de los difuntos

El día de los Difuntos es un día especial que la Iglesia nos ha dado para recordarnos acerca de cuán importante es ofrecer oraciones por los que han muerto en los brazos de Jesús pero que todavía no han alcanzado la gloria total del cielo. La transición de la vida terrenal a la unión completa con Dios en el cielo generalmente no es instantánea.

Llamamos a esta transición el "purgatorio".

Ya que existe mucha confusión y malos entendidos acerca de la Doctrina del Purgatorio, aquí proporcionamos una explicación breve.

¿Qué enseña la Iglesia acerca de la vida después de la muerte?

Todos somos pecadores. Aún después de que hayamos sido liberados del Pecado Original por medio del bautismo, nosotros no podemos llegar a ser perfectamente santos por nuestros propios esfuerzos.

Porque somos pecadores, nosotros nos moriremos separados de Dios Santo, excepto:
Jesús murió en nuestro lugar, tomando nuestros pecados a la cruz. Después resucito de entre los muertos y desea que nos unamos a él en la vida resucitada por toda la eternidad.
Los que aceptan esto y buscan el perdón de sus pecados vivirán eternamente unidos a Jesús en el cielo.
Los que comprenden esto y sin embargo lo rechazan morirán enteramente con pecado, incapaces de entrar al cielo, escogiendo el infierno para evitar pasar la eternidad con Dios.
Los que siguen a Cristo pero fallan en buscar el perdón para TODOS sus pecados todavía irán al cielo, pero para entrar en la plenitud de unidad con Dios deben ser purificados - purgados (así el nombre "Purgatorio") - de todo lo que es impío.
Jesús habló del Purgatorio cada vez que pensó que los pecadores que pertenecían al reino de Dios tendrían que "ser puestos en prisión" hasta que ellos "pagaran hasta el último centavo" de su deuda.Desde los primeros años de la cristiandad, ha sido conocido que nosotros no podemos llevar nuestros pecados al cielo. Los pecados de los que no nos hemos arrepentido deben ser purgados de nosotros.

El "purgatorio" viene del latín, que significa "fuego que limpia". Algunas personas confunden esto con los fuegos del infierno. Piensa mejor en "el fuego del Espíritu Santo".

Cuando nos morimos, entramos en completo contacto con el Espíritu Santo (la "Visión Beatífica"), y de repente nos damos cuenta de que somos realmente tan diferentes a Dios por las secuelas del pecado arrepentido. En ese momento, completamente conscientes de lo que fue impío, pagano, o pecaminoso en nosotros, profundamente nos aflige ver el daño causado por nuestros pecados. Este dolor duraría para siempre si Dios no proporcionaría, en su gran misericordia, una curación.

El purgatorio es un regalo de la misericordia de Dios, no un castigo.Nos lo da a nosotros porque lo deseamos. El llameante, dolor purificante del purgatorio es nuestro profundo arrepentimiento de cuán imperfectamente hemos amado, abastecido por nuestro anhelo de vivir eternamente en total amor sagrado.

Al Papa Juan Pablo II le gustaba señalar que el purgatorio es un lugar de alegría. ¡No nos olvidemos eso! Tus seres queridos que han muerto, y que creyeron en Jesús, se alegran de la Visión Beatífica hasta el punto que están listos para ser unidos a ella. Se alegran porque están libres del mal y están totalmente con Dios, incluso si ellos también todavía sufren por la angustia de saber cuánto daño han hecho contra Dios por sus pecados terrenales.

Como dice en la primera lectura de hoy (Sabiduría 3,1-9), "Las almas de los justos están en las manos de Dios, y no los afectará ningún tormento". Es decir, por contraste a los tormentos del infierno, el dolor del purgatorio es realmente una bendición, no un tormento.

devocion a la Virgen Maria segun los santos

Para ayudarnos a evitar el infierno y el purgatorio, Ntra. Sra. del Carmen nos ofrece su Escapulario, como ya hemos visto. Y considerando lo que son ambos castigos, sería locura no aprovechases semejante ofrecimiento, efecto del más ardiente y preocupado amor maternal hacia ti, y extraordinaria gracia alcanzada por su intercesión dolorosa en el Calvario.



Será oportuno recordar aquí, reforzando las razones del Escapulario, la doctrina tradicional de la Iglesia, desde los SS. Padres, según la cual: todo el que tiene devoción a la Virgen se salva. Algunos testigos de esta tradición:



—S. Germán, Patriarca de Constantinopla (P G. 98,379) “Tú liberas a tus devotos de toda necesidad y tentación”.



—S. Juan Damasceno (P 0. 95,680): “Acepta la plegaria de uno de tus siervos, es pecador, pero te mira como la prenda segura de su salvación”.



—En los Menci, doce gruesos códices griegos con textos de santos y teólogos que diariamente se cantaban en las funciones sagradas, se lee: “Vuestro Hijo adopta manifiestamente a los que os alaban como Hija del Padre Celestial”. “De Vos ha nacido el Dios revestido de carne, el cual levanta a vuestros devotos y siervos hasta la luz de su Divinidad”. “A todos los que celebran vuestras alabanzas les concedéis la salvación”. “Os saludamos como introductora de vuestros devotos, que les evitará la confusión de ser rechazados”. Etc.



—S. Pedro Damiano (PL. 145,563): “No podrá perecer ante el eterno Juez quien se haya asegurado la ayuda de su Madre”.



—S. Anselmo (PL. 158,956j: “Es imposible que se pierda quien se dirige con confianza a María”.



—S. Bernardo (PL. 183,442): “Recurre a María. Te doy garantía segura. El Hijo oirá a la Madre como el Padre oye al Hijo... María encuentra siempre la gracia que necesitamos, la gracia por la cual nos hemos de salvar”.



—S. Lorenzo Justiniano, Patriarca de Venecia(+ 1455): Jesús dice a María: “Ninguno de tus siervos quedará definitivamente excluido de mi presencia” (De triumph. Christi agone c. 18).



A partir del s. XVI la formulación se hace más clara en los autores espirituales: Pelbarto de Temesvar: “Servir a María es señal certísima y segurísima de salvación”, lo que explica y prueba; hace suya esta tesis Pedro Antonio Spinelli (Pietas... María colenda. 1. 19). Ángel Paciuchelli OP.: “No puede perecer quien la venera e invoca con devoción y perseverancia” (Excit. in Salve R. 6). Lo explican: S. Alfonso María de Ligorio (Las glorias de María). S. Luis María Grignión de Montfort (La verdadera devoción 1, 1,2), los PP. Juan Crasset (+ 1602), Pablo Ségneri (+1694), en el s. XX Terrien S.J. etc, etc. S. Felipe Neri decía: “Si queréis la perseverancia sed devotos de María”; S. Juan Berchmans: “Amando a María estoy seguro de mi salvación y de mi vocación”; S. José Caffaso: “Si queréis estar seguros de vuestra salvación eterna, si aspiráis a una gran corona, amad y honrad a María”.



Mons. Millot. testifica: (Connaítre, aimer, servir la trs Sainte Vierge. París, 1923 pg. 195): “La salvación de los siervos de María ha llegado a ser una de esas verdades prácticas que se demuestran por la persuasión misma de los fieles y de la predicación cotidiana. Dios no permite el error universal del pueblo cristiano; —esta verdad pertenece al dogma—. Desde hace siglos se inculca al pueblo la convicción que un hijo de María no puede perecer, y la Jerarquía impulsa esta doctrina. Así ha nacido una confianza universal que no puede quedar defraudada”.



La Liturgia aplica a la Virgen las palabras de la Sagrada Escritura: “Quien me encuentra, encuentra la vida y alcanza la salvación de Dios” (Prov. 8,34). Y: “Los que me honran obtendrán la vida eterna” (Eclc. 24, 30).



Los Papas han dicho: “Es opinión constante entre los fieles, comprobada por una larga experiencia, que todos los que toman a la Virgen como patrona no perecerán eternamente”. Benedicto XV (22-3-1918;AAS.10,(1918)182).



“El culto a la Virgen Madre de Dios según sentencia de los Santos, es señal de predestinación, particularmente en la edad juvenil” (Pío XII, encíclica Mediator Dei).



El devoto de María se salvará, pero ¿qué es ser devoto de Maria?. Si decimos que lo son quienes viven en gracia y con fervor, claro que esos se salvarán. Yendo al extremo contrario también es claro que no lo son quienes se limiten, por ejemplo, a poner un cuadro de la Virgen en su casa y luego despreocupados vivan en pecado habitual. Siempre es seguro que el acudir a nuestra Madre nos atraerá cantidad de gracias, y aunque sería imposible y necio pretender determinar el mínimo de devoción a Ella que se requiere para salvarse, vemos en muchos casos que por una pequeña devoción se han conseguido gracias extraordinarias para ello, lo que prueba su gran valor, y que no han de menospreciarse y abandonarse prácticas tan sencillas como llevar el Escapulario, o rezar tres avemarías diariamente. Sería, sin embargo, además de temerario ofensivo para Sta. María, limitar, a propio intento; su devoción de manera que fuese sólo algo insignificante en el conjunto de una vida de pecado. ¿No merece la pena que planifiques con generosidad tu devoción a la Stma. Virgen? A generosidad no le vas a ganar; más de lo que le des te devolverá, y multiplicado.

letanias de la humildad

LETANÍAS DE LA HUMILDAD
(Cardenal Merry del Val)

-Jesús manso y humilde de Cora...zón, ... Òyeme...

-Del deseo de ser lisonjeado, ...Líbrame Jesús...
-Del deseo de ser alabado,
-Del deseo de ser honrado,
-Del deseo de ser aplaudido,
-Del deseo de ser preferido a otros,
-Del deseo de ser consultado,
-Del deseo de ser aceptado,
-Del temor de ser humillado,
-Del temor de ser despreciado,
-Del temor de ser reprendido,
-Del temor de ser calumniado,
-Del temor de ser olvidado,
-Del temor de ser puesto en ridículo,
-Del temor de ser injuriado,
-Del temor de ser juzgado con malicia,

-Que otros sean más estimados que yo, ... Jesús dame la gracia de desearlo...
-Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse,
-Que otros sean alabados y de mí no se haga caso,
-Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil,
-Que otros sean preferidos a mí en todo,
-Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda,

ORACIÓN
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.