Tuesday, September 30, 2008

Historias de conversos y creyentes.

Te conocimos Señor! Más historias de conversos y creyentes
Jorge Enrique Mújica



Manuel García Morente, ese gran converso español de mediados del siglo pasado, lo definió como “el hecho extraordinario”. Agnóstico militante, su paso a la fe, y posteriormente al sacerdocio católico, conllevó la humillación y el desprecio de muchos de sus conocidos. Pero la realidad de lo vivido, de esa presencia real y cercana del Dios que le había salido al paso, fue mayor que cualquier otra seguridad. Esa bondad que le había impulsado a la conversión también le dio la fuerza para mantenerse firme cuando todo lo demás le hacía tambalear y a veces amenazaba derribarlo.

En ese sentido, el siglo XXI no es muy diverso a 1940. El que se declara creyente o da el paso a la fe sigue siendo objeto de burlas y menosprecio. Pero la seguridad que da la amistad con Cristo es el mayor aliciente para saberse seguros, acompañados y fortalecidos.

El rockero mundialmente conocido, Lenny Kravitz, podría parecer la antípoda del hombre de fe. Pero en medio de conciertos, cámaras, flashes y entrevistas, sabe en Quién tiene puestas sus esperanzas: “Lo llevo grabado en mi espalda, mi corazón pertenece a Jesucristo”, declaró en abril de 2008 al ser entrevistado en Madrid durante la presentación de It is time for a love revolution, su último material discográfico. Ya en enero de este año había sorprendido a medio mundo al afirmar en la revista Maxim que había dejado de practicar el sexo porque estaba dispuesto a vivir el celibato hasta que encontrara esposa.

Otro famoso que se reconoce creyente, aunque éste corredor de autos, es el campeón de Fórmula 1 polaco, Robert Kubica. El pasado mes de junio de 2008, Kubica ganó el GP de Canadá, justo en la misma pista donde hace un año estuvo a punto de perder la vida tras la colisión del coche de carreras en el que conducía a más de 280 kilómetros por hora. Robert, de 23 años, lleva en su auto una foto dedicada de Juan Pablo II y a él atribuye el que no haya perdido la vida en 2007.

Lewis Hamilton, también corredor de Fórmula 1, con la escudería McLaren, confesó que desde cuando era muy pequeño, iba cada semana a la iglesia, “Pero cuando empecé a competir no podía, porque tenía carreras. No sólo mi familia inmediata, también mis tías, mis primos, somos muy religiosos. Y siento mi fe como algo muy cercano, especialmente estos últimos dos años. Por eso habló de ella tan libremente” (Cf. El País Semanal, 24 de agosto de 2008). Y añade: “Siempre he sido religioso y soy católico”. Y se nota. No por nada valora el papel de su familia, como buen creyente: “Mi familia tiene un papel crucial en mi vida y siempre lo ha tenido. No podría estar ni un día sin ellos. Son mi equipo de apoyo, me ayudan, me cuidan y me liberan de parte del estrés que produce ser piloto de Fórmula 1”.

La vida de Ingrid Betancour no es menos conocida que la de muchos otros famosos aunque, ciertamente, el motivo de su fama sí es distinto. La ex política franco-colombiana, premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2008, estuvo secuestrada seis años por la guerrilla de Colombia. Tras un pequeño lapso de tibieza y abandono de su fe católica, causado por la incomprensión de lo que le estaba sucediendo, logró crecer en la visión sobrenatural de los acontecimientos al grado de abrazar con mayor fuerza e ímpetu su credo inicial. A un semanario católico francés declaró: “El 1 de junio escuchaba yo Radio Católica Mundial, y me enteré de que en junio se celebra el mes del Sagrado Corazón. Pues bien. La última vez que vi a mi padre, estábamos sentados en su habitación, bajo una imagen del Sagrado Corazón. Papá me tomó de la mano, observó la imagen y dijo: “Sagrado Corazón, cuida de mi corazón, cuida de mi hija”. Así que cuando hablaron del Sagrado Corazón presté atención (…) Sabía que los que se consagraban al Sagrado Corazón recibían bendiciones. Me acuerdo de una en particular, en que Jesús prometía tocar los corazones duros que nos hacen sufrir. Entonces oré: Jesús mío, nunca te he pedido nada porque eres tan grande que me da vergüenza pedirte. Pero aquí te voy a pedir una cosa muy concreta. No sé exactamente lo que significa consagrarse al Sagrado Corazón, pero si me dices, a lo largo de tu mes, el mes de junio, en qué fecha seré liberada, seré toda tuya”. Ingrid no tuvo que esperar demasiado tiempo. El 27 de junio le anunciaron que sería liberada. “He vivido el milagro, Jesús cumplió su palabra”, señaló Betancour.

Un deportista, medallista de oro olímpico en Beijing 2008, que dejó patidifusos a muchos colegas fue el boxeador dominicano Félix Manuel Díaz Guzmán quien declaró a NoticiaCristiana.com que “Cuando uno pone a Dios delante de todo, Dios hace lo demás”.

Joe Esteras, el guionista y creador del thriller erótico, ha dado un giro de 180 grados a su vida. Conocido por películas como Show Girls, Instinto Básico o Jagged Edge (de explícito contenido sexual y violencia al por mayor) y antiguo editor de la revista Rolling Stone, ha relatado su conversión al catolicismo en el libro Crossbearer: A memoir of faith (Portador de cruz: un recuerdo de fe). De origen húngaro, Esteras creció en un campo para refugiados después de la Segunda Guerra Mundial hasta que llegó a Estados Unidos. Se desempeñó como reportero de casos policiales y de violencia, lo que marcó su línea como guionista. En 2001 le diagnosticaron cáncer en la garganta por lo que fue sometido a intervención quirúrgica y se vio en la necesidad de dejar el alcohol y el tabaco. Acostumbrado a un estilo de vida “ligero”, Joe, de 56 años, describe que un día infernalmente caluroso caminaba por una avenida cuando percibió que su vida había tocado el fondo. “Me estaba volviendo loco. Estaba muy nervioso. Temblaba. No tenía paciencia para nada. Cada terminación nerviosa demandaba un trago y un cigarrillo…”. Se tiró al suelo, lloró y, sin saber cómo, comenzó a rezar: “Por favor, Dios mío, ayúdame”. ¡La última vez que había rezado era cuando era un niño! “No podía creer lo que había dicho. No supe por qué lo había dicho. Nunca antes lo había dicho”, subraya. Fue el inicio de una paz que le sobrecogió. Dio el paso de la duda a la seguridad que da la fe, y así comenzó su camino de regreso a la Iglesia católica. “La Eucaristía y la presencia del cuerpo y sangre de Cristo está en mi mente y es una experiencia sobrecogedora. La comunión es poderosa y es casi un sentimiento celestial”, confiesa Esteras. Aunque sigue recibiendo ofertas para redactar guiones sobre los que alguna vez escribió, Joe afirma que “Mi vida cambió desde que Dios entró a mi corazón. No me interesa la oscuridad. Tengo cuatro hijos hermosos, una esposa a la que adoro, adoro estar vivo y gozo cada momento de mi vida. Mi visión se ha iluminado y no quiero regresar a ese lugar oscuro”.

Luis Fernando Pérez Bustamante es el actual director-coordinador de Religiónenlibertad.com, uno de los portales sobre religión más visitados en España y Latinoamérica, y en sintonía plena con el Magisterio de la Iglesia católica, para más datos. Pero el itinerario de este buen amigo mío no fue siempre el del hombre de fe católica que muchos conocemos hoy. Durante la adolescencia perdió la fe y deambuló luego pon la new age y el cristianismo evangélico. Tertuliano de cariz anticatólica en foros de internet, fue profundizando y llegó a la iglesia ortodoxa para luego dar el paso definitivo a la plenitud de la Verdad en el catolicismo. Hoy por hoy, es uno de esos “reversos” que han reconocido y ahondado en la fe de los apóstoles, y por eso la defiende y promueve a través de los modernos medios de comunicación.

“Nací en una familia que no cree en Dios. Mis padres estaban bautizados y se casaron en la Iglesia católica, pero, en realidad, no tenían fe. Decidieron no bautizarme, y nunca me hablaron de Dios”. Son palabras de Abraham Cruz, un joven español de 29 años quien gracias al testimonio de vida de varios de sus compañeros y jefes scouts, conoció, ahondo y abrazó la fe a los 12 años. “Pero no fue solo el juego lo que me fascinó. Resulta que al inicio de cada reunión se recitaba una especie de poesía a un “señor” que yo no sabía quién era. Se trataba de la oración de san Francisco de Asís y se dirigía a Jesucristo”. “Me bauticé con 12 años y desde ese momento, jugando y viviendo la aventura scout, fui descubriendo más y más de Dios”. Pero no todo ha quedado ahí. Abraham ha pasado de una familia sin fe, al sacerdocio: “Estoy haciendo nueva mi antigua promesa scout de servir de servir a Dios y a la Iglesia, esta vez con todo mi ser, con toda mi alma, con todo mi entendimiento… y para siempre”.

La historia del enfermero valenciano, Antonio Escobedo García, también es conmovedora. Luego de sufrir una grave lesión lumbar, aceptó acompañar a su esposa al santuario mariano de Lourdes, pero “no porque pensara que me iba a curar, sino simplemente por salir y ver los robles y tejos que hay en la zona, ya que me gusta mucho los árboles y la naturaleza”, declaró a la agencia AVAN. Ese fue el punto de partida de su conversión. En el libro “¡Qué alegría!”, donde narra cómo le ayudó María a volver a la fe, señala que “la peregrinación no curó físicamente mi lesión en la zona lumbar, pero sí me reportó una paz como nunca antes había sentido, lo que hace que día a día pueda afrontar mis dolores con alegría y serenidad”. A sus 51 años, Antonio promueve ahora el rezo del Rosario y acude diariamente a misa.
Otro español que ha dejado al mundo político boquiabiertos por sus declaraciones, es el nuevo presidente del Consejo General del Poder Judicial. Miembro desde hace muchos años de la Adoración Nocturna, Carlos Dívar declaró a la revista Alba que ser adorador le ha enseñado que “lo verdaderamente importante en la vida es Jesús en el Santísimo Sacramento del altar”. Y también ha dejado claro: “No puedo dejar de creer porque tenga un cargo público, mi vida es una unidad. Antes de abandonar a Dios, abandonaría mi trabajo, sin hacer ningún ruido. Dios está tanto en mi vida pública como en la privada y yo no puedo renunciar a Él ni en una ni en otra. Jesús dijo: “Quien se avergüence de mí yo me avergonzaré de él delante de mi Padre”.
Las vidas de estos hombres y mujeres invitan a poner de manifiesto la fe en la vida pública, a estar orgullosos de ella. Son testigos valientes de esa bondad divina que les ha impulsado a la conversión (Cf. Rm 2,4) y que les da la fuerza para perseverar en ella. Cada uno, en un momento puntual de su existencia, ha sido sujeto de ese “hecho extraordinario” que no es sino el encuentro con Dios que les ha salido al paso y por eso se saben libres, en paz, seguros y con fuerzas. Ya lo decía el profeta Isaías “Por la conversión y calma seréis liberados, en el sosiego y seguridad estará vuestra fuerza” (Cf. Is 30, 15).■

Monday, September 29, 2008

El Papa habla sobre parejas en crisis matrimonial

Discurso de Benedicto XVI sobre la ayuda a parejas en crisis
Con motivo del encuentro internacional del movimiento "Retrouvaille"
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 26 de septiembre de 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI este viernes al recibir a los participantes en el encuentro internacional del movimiento Retrouvaille.
* * *
Venerados hermanos y hermanas en el episcopado y en el sacerdocio,
queridos hermanos y hermanas:
Os doy la bienvenida con alegría, con motivo del encuentro mundial del movimiento Retrouvaille. Os saludo a todos vosotros, esposos y presbíteros, junto a los responsables internacionales de esta asociación que desde hace más de treinta años trabaja con gran entrega al servicio de las parejas en dificultad. Saludo en particular al cardenal Ennio Antonelli, presidente de Consejo Pontificio para la Familia, y le doy las gracias por sus corteses palabras, así como por haberme ilustrado las finalidades de este movimiento.
Me ha impresionado, queridos amigos, vuestra experiencia que os pone en contacto con familias marcadas por la crisis del matrimonio. Reflexionando en vuestra actividad, una vez más he podido ver el "dedo" de Dios, es decir, la acción del Espíritu Santo, que suscita en la Iglesia respuestas adecuadas a las necesidades y a las emergencias de todas las épocas. Ciertamente en nuestros días la separación y los divorcios se han convertido en una emergencia muy sentida. Por tanto, fue providencial la intuición de los cónyuges Guy y Jeannine Beland, en 1977, de ayudar a las parejas en grave crisis a afrontarla por medio de un programa específico, cuyo fin es reconstruir sus relaciones, no como una alternativa a las terapias psicológicas, sino como un camino distinto y complementario. De hecho, vosotros no sois profesionales; sois esposos que a menudo han vivido en primera persona las mismas dificultades, las han superado con la gracia de Dios y el apoyo de Retrouvaille y han experimentado el deseo y la alegría de poner, a su vez, la propia experiencia al servicio de los demás. Entre vosotros hay varios sacerdotes que acompañan a los esposos en su camino, partiendo para ellos la Palabra y el Pan de la vida. "Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis" (Mateo 10,8): constantemente hacéis referencia a estas palabras de Jesús dirigidas a sus discípulos .
Como demuestra vuestra experiencia, la crisis conyugal --estamos hablando de crisis serias y graves-- constituye una realidad con dos caras. Por una parte se presenta, especialmente en su fase aguda y más dolorosa, como un fracaso, como la prueba de que el sueño ha terminado o se ha transformado en una pesadilla y, por desgracia, "no hay nada que hacer". Esta es la cara negativa. Pero hay otra cara, que nosotros desconocemos con frecuencia, pero que Dios ve. Toda crisis, de hecho, nos lo enseña la naturaleza, constituye el paso a una nueva fase de la vida. Si bien en el caso de las criaturas inferiores esto sucede de manera automática, en el ser humano implica la libertad, la voluntad y, por tanto, una "esperanza más grande" que la desesperación. En los momentos más oscuros, los cónyuges han perdido la esperanza; entonces se da la necesidad de otras personas que la custodien, de un "nosotros", de una compañía de auténticos amigos que, con el máximo respeto, pero también con sincera voluntad de bien, estén dispuestos a compartir algo de su propia esperanza con quien la ha perdido. Pero no de manera sentimental o superficial, sino organizada y realista. De este modo, en el momento de la ruptura, ofrecéis a la pareja una referencia positiva en la que confiar frente a la desesperación. De hecho, cuando la relación degenera, los cónyuges caen en la soledad, tanto individual como de pareja. Pierden el horizonte de la comunión con Dios, con los demás y con la Iglesia. Entonces, vuestros encuentros ofrecen el "agarradero" para no perderse totalmente, y para volver a subir poco a poco la cuesta. Os veo como a custodios de una esperanza más grande para los esposos que la han perdido.
La crisis, por tanto, concebida como momento de crecimiento. Desde esta perspectiva se puede leer la narración de las bodas de Caná (Juan 2, 1- 11). La Virgen María se da cuenta de que los esposos "ya no tienen vino" y se lo dice a Jesús. Esta falta de vino hace pensar en el momento en el que, en la vida de pareja, termina el amor, se agota la alegría y se derrumba el entusiasmo del matrimonio. Después de que Jesús transformó el agua en vino, felicitaron al esposo pues, según decían, había guardado hasta ese momento "el vino bueno". Esto significa que el vino de Jesús era mejor que el anterior. Sabemos que este "vino bueno" es símbolo de la salvación, de la nueva alianza nupcial, que Jesús ha venido a realizar con la humanidad. Y precisamente de ésta es sacramento todo matrimonio cristiano, incluso el más frágil y vacilante, y puede encontrar, por tanto, en la humildad la valentía para pedir ayuda al Señor. Cuando una pareja en dificultad o --como demuestra vuestra experiencia-- incluso ya separada, se encomienda a María y se dirige a Aquél que ha hecho de los dos "una sola carne", puede estar segura de que la crisis se convertirá, con la ayuda del Señor, en un momento de crecimiento, y que el amor quedará purificado, madurado, reforzado. Esto sólo lo puede hacer Dios, que quiere servirse de sus discípulos como de válidos colaboradores para acercarse a las parejas, escucharlas, ayudarlas a redescubrir el tesoro escondido del matrimonio, el fuego que ha quedado sepultado bajo las cenizas. Reaviva y hace que vuelva a arder la llama; ciertamente no como en el enamoramiento, sino de una manera diferente, más intensa y profunda: ahora bien, es siempre la misma llama.
Queridos amigos que habéis querido poneros al servicio de los demás en un campo tan delicado: os aseguro mi oración para que vuestro compromiso no se convierta en mera actividad, sino que sea siempre, en el fondo, testimonio del amor de Dios. Vuestro servicio va "contra la corriente". Hoy, de hecho, cuando una pareja entra en crisis, se encuentra con muchas personas dispuestas a aconsejar la separación. Incluso a los esposos casados en el nombre del Señor se les propone con facilidad el divorcio, olvidando que el hombre no puede separar lo que Dios ha unido (Cf. Mateo 19,6; Marcos 10,9). Para desempeñar vuestra misión también vosotros tenéis necesidad de alimentar continuamente vuestra vida espiritual, poner amor en lo que hacéis para que, al entrar en contacto con realidades difíciles, vuestra esperanza no se agote y no quede reducida a una fórmula. Que en esta delicada obra apostólica os ayude a la Sagrada Familia de Nazaret, a quien confío vuestro servicio, y especialmente los casos más difíciles. Que esté a vuestro lado María, Reina de la familia, mientras os imparto de corazón la bendición apostólica a vosotros y a todos los que adhieren al movimiento Retrouvaille.

Friday, September 26, 2008

29 de Septiembre fiesta de los Arcangeles.

Septiembre 29
“Miguel, Gabriel, Rafael, los espíritus señerosy arcángeles mensajeros de Dios, que estáis junto a él...”
”A vuestro lado se siente alas de fiel protección,incienso de la oración y el corazón obediente...”
Hoy celebramos la fiesta de tres arcángeles que se mencionan por su nombre en la Sagrada Escritura: Miguel, Rafael y Gabriel. La palabra arcángel viene del griego que significa "ángeles jefes", estos son espíritus puros que poseen inteligencia y dones sobrenaturales de la gracia. Los arcángeles podemos considerarlos como los grandes protectores de la humanidad y como mensajeros de Dios, tienen la misión de anunciar cosas de gran trascendencia.
Con la reforma litúrgica de 1969, se unificaron las festividades de los tres arcángeles el 29 de setiembre, día de la dedicación de una basílica en honor de San Miguel elevada en el siglo V en la vía Salaria. El culto únicamente de los tres arcángeles, Miguel, Rafael y Gabriel, fue aprobado el año 745 por el concilio de Letrán, presidido por el papa Zacarías, para defenderlo del culto de ángeles apócrifos.La cristiandad, desde la Iglesia primitiva, venera a San Miguel como quien derrotó a Satanás y sus seguidores y los echó del cielo. Es reconocido como guardián de los ejércitos cristianos contra los enemigos de la Iglesia y como protector de los cristianos contra los poderes diabólicos. Es conocido como el ángel de la plegaria y de la adoración y, finalmente, presentador de las almas de los difuntos a la luz del Paraíso, “la luz santa prometida a Abraham y a su descendencia”.San Miguel Arcángel es nuestro protector y para cumplir la misión de protector es necesaria, además del poder, otra cualidad: la bondad. Su bondad, es tan grande como su poder. Bajo sus órdenes, todos los ángeles trabajan por la protección de los hombres. Por otro lado, es nuestro modelo de recogimiento y de unión con Dios. Es modelo de inocencia y de pureza, no tiene sino pensamientos y deseos santos, modelo de humildad, confiesa que Dios lo es todo y que toda persona debe quitar de sí el orgullo, la ambición y la vanidad. Es también modelo de celo. Sólo aspira a hacer amar a Dios y a Jesucristo, su hijo. San Miguel es modelo de dulzura. El procede en todas sus acciones con perfecta calma y nos muestra claramente que la modestia, la dulzura y la paciencia son las mejores armas contra nuestros enemigos.San Rafael Arcángel, cuyo nombre significa "Dios salva", no sólo es el ángel de la guarda del joven Tobías, sino que él mismo se presenta como uno de los siete "Ángeles especiales que llevan las oraciones de los justos al trono de Dios y se mueven en la presencia de la gloria del Santísimo" (Tob. 12,15). Es el buen acompañante del hijo de Tobías, a quien conduce, sabio, cariñoso y firme, por entre las asechanzas del mal, hasta un feliz matrimonio y la curación del propio Tobías de su ceguera. Desde la antigüedad la Iglesia ha invocado a San Rafael como patrono de los caminantes, y como intercesor en el camino de la vida.San Gabriel Arcángel, su nombre significa "Fortaleza de Dios". De Gabriel se puede decir que nunca ha habido ni habrá jamás otro Embajador investido de más hermosa misión. Fue él quien tuvo el encargo de anunciar el cumplimiento del más feliz acontecimiento en la historia del mundo, cuando llegó a anunciar a la Virgen María que iba a ser Madre del Salvador. Para la historia de la salvación son de especial importancia las apariciones del Embajador divino al sacerdote Zacarías, con el anuncio del nacimiento de Juan el Bautista y la Anunciación a María Santísima, que encontramos en el Evangelio de San Lucas. El ángel se acerca a María para pronunciar las palabras sagradas, que diariamente repetimos al principio del "Ave María". Hoy pidamos a nuestro Señor que estos poderosos ministros de Dios, nos ayuden a responder siempre con amor generoso a su voluntad. Que en la batalla, en el camino incierto y en la oscuridad del debate interior, siempre estén presentes.
Jesús te ama.

papel ecumenico de Maria.

El cardenal Kasper presenta a la Iglesia anglicana el papel ecuménico de María
LOURDES, jueves 25 de septiembre de 2008 (ZENIT.org).- La devoción a la Virgen María tiene un papel fundamental en el diálogo ecuménico, en el camino hacia la unidad plena y visible entre los cristianos, afirmó el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos.
El purpurado presidió este miércoles una celebración en la Gruta de las Apariciones de Lourdes, en una peregrinación conjunta entre anglicanos y católicos, que había partido desde el santuario de Nuestra Señora de Walsingham (Inglaterra). La homilía la pronunció el arzobispo de Canterbury, reverendo Rowan Williams, que es publicada este 26 de septiembre en "L'Osservatore Romano".
De hecho, admitió el cardenal Kasper, "Lourdes es conocida por sus milagros. ¿Quién habría podido imaginar, sólo hace 20 ó 30 años, que católicos y anglicanos habrían peregrinado y rezado juntos?"
"Para quienes conocen los debates y las polémicas del pasado sobre María entre los católicos y los cristianos de las Iglesias no católicas, para cuantos conocen las reservas del mundo no católico hacia los lugares marianos de peregrinación, para todas esas personas, el acontecimiento de hoy, sin precedentes, es un milagro", subrayó.
Según el cardenal Kasper, María es una pieza fundamental del movimiento ecuménico, aunque este tema "no es ni común ni obvio entre los ecumenistas".
La devoción a María es, recordó el purpurado, una cuestión plenamente compartida con los ortodoxos, "pero también existía devoción mariana en el tiempo de la Reforma".
"Lutero veneró con fervor a María durante toda su vida, a la que profesaba , con los Credos antiguos y los concilios de la Iglesia del primer milenio, como Virgen y Madre de Dios. Era crítico sólo respecto a algunas prácticas, que consideraba abusos y exageraciones", añadió. "Lo mismo sucedió con los reformistas ingleses".
El rechazo a la doctrina sobre la Virgen María se produjo, más bien, durante la Ilustración, "en un espíritu conocido como 'minimalismo mariológico'", explicó el cardenal Kasper.
Sin embargo, gracias a "una lectura y una meditación renovada de la Sagrada Escritura, observamos un cambio lento pero decisivo", aclaró, y citó al respecto varias declaraciones conjuntas entre católicos y luteranos, que van en esta dirección.
"María no está ausente, sino que está presente en el diálogo ecuménico. Las Iglesias han llevado a cabo progresos en el acercamiento sobre la doctrina de Nuestra Señora. Nuestra Señora ya no nos divide, sino que nos reconcilia y nos une en Cristo su Hijo", añadió.
Especialmente se refirió a las dificultades que atraviesa actualmente el diálogo con la Comunión Anglicana, y afirmó que esta peregrinación "puede ser considerada como un signo positivo y alentador de esperanza, incluso un pequeño milagro".
"Hay motivo para esperar que Nuestra Señora nos ayude a superar las dificultades actuales de nuestras relaciones, para que con la ayuda de Dios podamos continuar nuestra peregrinación ecuménica común", añadió.
El purpurado se refirió a María como modelo de la Iglesia, "elegida por Dios desde la eternidad", y se refirió a la cuestión de la salvación por la gracia divina y no por los méritos o esfuerzos propios, un punto que "ya no divide" a los cristianos, añadió.
Por otro lado, habló de la fidelidad de María a los pies de la cruz. "María es un ejemplo de discípulo. Dio pide nuestro sí en respuesta a su sí, que colaboremos con su obra salvadora", añadió.
Si los cristianos siguen divididos, afirmó el cardenal Kasper, es "porque nuestro amor y nuestra fe se han debilitado. Cada vez que el pensamiento del mundo y sus parámetros manchan a la Iglesia, la unidad de la Iglesia se encuentra en peligro".
"María no nos guía hacia lo que agrada a todos, sino a los pies de la cruz. Por tanto, tomémosla como ejemplo, y de esa forma daremos pasos adelante en nuestra peregrinación ecuménica", añadió.
Por último, se refirió a la cuestión de la veneración a la Virgen y a los santos, cuestión que "provoca aún dificultades" entre los protestantes y anglicanos. "Pero como cualquier madre intercedería por sus hijos, y como toda madre, tras su muerte intercedería en el cielo y desde el cielo, también María acompaña a la Iglesia en su peregrinación", también "en el camino hacia la unidad".

Monday, September 15, 2008

Cuatro actores que manifiestan su fe.

Cuatro actores en busca de sentido
09/09/2008
¿Qué significa para un actor creyente trabajar en el mundo del espectáculo de nuestros días?
¿Qué significa para un actor creyente trabajar en el mundo del espectáculo de nuestros días? Algunos actores y actrices comentan las experiencias que los han marcado:"El cine, al ser un medio de comunicación que alcanza un gran número de corazones tiene el gran don y privilegio de comunicar con tantas personas...y de hacer reflexionar y pensar en temas de la vida personal.El cine como medio artístico es una gran forma de arte que tiene el privilegio de poder informar y en un cierto sentido abrir los corazones y los ojos de las personas"."Hacer un cine diferente que borre la imagen negativa de los latinos que Hollywood se ha empeñado en perpetuar desde los años 40 hasta el día de hoy.Nace la idea de formar una productora de cine, llamada Metanoiafilms, con la misión de producir películas que tengan el potencial no solamente de entretener a la audiencia sino de hacer una diferencia en nuestra sociedad elevando, sanando y respetando la dignidad del ser humano, películas que toquen el corazón de la audiencia y que eleven el intelecto de la audiencia hacia lo bueno, lo bello y lo verdadero, lo excelente". El cine les ha sido ocasión de crecimiento personal:"Nosotros estamos simplemente en manos de una idea que está por encima de nosotros mismos.Somos pequeñas hormigas que estamos al servicio de algo, espacialmente lo estuvimos en la película la Pasión del Cristo y los estamos todos los días". "No tener miedo de ser uno mismo, de encontrar un modo personal de actuar, y no de acuerdo a los modelos fijos sino hacer un viaje al interior. Y cuando se es auténtico en la búsqueda de sí mismo, no se puede no buscar también a Dios".

ultimos mensajes del Papa en Francia.

Concluye el viaje del Papa en Francia
15/09/2008
El servicio de caridad que vosotros rendís es un servicio mariano, hadicho el Papa en la misa por los enfermos, en Lourdes, dirigiéndose a los voluntarios que hacen posible el desplazamiento de los que sufren.
El servicio de caridad que vosotros rendís es un servicio mariano, hadicho el Papa en la misa por los enfermos, en Lourdes, dirigiéndose a los voluntarios que hacen posible el desplazamiento de los que sufren. Ha invitado a pensar en María: el manantial que Bernardette descubrió en Lourdes es una señal de una realidad espiritual que quiere conducir a Cristo, la única fuente de salvación.Tras la misa, el Papa se ha despedido de Francia. En el aeropuerto de Tarbes, antes de partir hacia el Vaticano, ha subrayado que era deber suyo viajar a Lourdes y recorrer el camino de este jubileo de los 150 años de las apariciones, para unirse a los peregrinos. Lourdes es una luz en la oscuridad de nuestro andar a tientas hacia Dios, ha dicho.

impresiones despues de la visita papal a Francia

Primeras impresiones del obispo de Lourdes después de la visita papal
15/09/2008
Benedicto XVI ha ido a Lourdes, el segundo lugar católico más visitado después de Roma, aclamado por miles de fieles y peregrinos. Misas, una vigilia y una procesión han sido los tiempos fuertes de esta visita en la que jóvenes y enfermos han tenido un gran lugar. El obispo de Tarbes-Lourdes, monseñor Jacques Perrier, nos lo explica.
Benedicto XVI ha ido a Lourdes, el segundo lugar católico más visitado después de Roma, aclamado por miles de fieles y peregrinos. Misas, una vigilia y una procesión han sido los tiempos fuertes de esta visita en la que jóvenes y enfermos han tenido un gran lugar. El obispo de Tarbes-Lourdes, monseñor Jacques Perrier, nos lo explica.
Es un gran recuerdo para todos los franceses pero también para todos los peregrinos del mundo. Monseñor Perrier refuerza la dimensión internacional de Lourdes:
Los jóvenes están al centro de la misión de los santuarios mariano. Han sido muchos durante esta visita, y monseñor Perrier constata el interés por el Papa entre la juventud.
“Creo que habrá al menos dos grandes recuerdos. El primero es el camino del Jubileo, y el segundo el extremo recogimiento en la Eucaristía. Este hombre difunde entorno a él interioridad, paz, profundidad, y esto ha ganado a la asamblea. Será un gran recuerdo”.
“No me ha sorprendido porque ya lo había encontrado dos o tres veces en grupos de trabajo y sabía bien que no se parece para nada a la caricatura que hacen de él”.
“No sé si el papel de la Virgen de Lourdes es más importante en Francia que en otros países. A veces se dice que el santuario más grande de Italia es Lourdes, más que Loreto. La difusión de Lourdes es europea y también mundial”.
“La dimensión de los jóvenes ha sido mencionada en la homilía del Papa, con un párrafo consagrado específicamente a ellos. No será posible que no hable de la presencia de los jóvenes cuando haga balance de su viaje. Siempre están, en los viajes pontificios, y hará balance el próximo miércoles en la audiencia. Será interesante ver qué es lo que la impresionado, es un modo de relanzar las cosas”.

Sunday, September 14, 2008

mensaje del Papa

Desde París, el Papa pide a los creyentes huir de los ídolos de esta época
PARIS, 13 Sep. 08 / 09:31 am (ACI).- El Papa Benedicto XVI presidió una multitudinaria Eucaristía en la denominada “Explanada de los Inválidos” de París, durante la cual recordó que Dios no pide al hombre que sacrifique su razón y urgió a los católicos a “huir de los ídolos” que los encadenan al “reino de la apariencia”.
Más de 200 mil personas llenaron la Explanada de los Inválidos, conjunto monumental formado por el Hospital de los Inválidos, el Museo del Ejército y la Iglesia de San Luis de los Inválidos con el anejo Dôme (Cúpula), donde se encuentran las cenizas de Napoleón Bonaparte.
En su homilía, el Papa citó la primera carta de San Pablo dirigida a los Corintios que “nos hace descubrir hasta qué punto sigue siendo actual el consejo dado por el Apóstol. ‘No tengáis que ver con la idolatría’, escribió a una comunidad muy afectada por el paganismo e indecisa entre la adhesión a la novedad del Evangelio y la observancia de las viejas prácticas heredadas de sus antepasados"
"Fuera del pueblo de Israel, que había recibido la revelación del Dios único, el mundo antiguo era esclavo del culto a los ídolos. Los errores del paganismo, muy visibles en Corinto, debían ser denunciados porque eran una potente alienación y desviaban al hombre de su verdadero destino. Impedían reconocer que Cristo es el único Salvador, el único que indica al hombre el camino hacia Dios", recordó.
Según el Pontífice, "este llamamiento a huir de los ídolos sigue siendo válido también hoy. La palabra ‘ídolo’ viene del griego y significa ‘imagen’, pero también ‘vana apariencia’. El ídolo es un señuelo, pues desvía a quien le sirve de la realidad para encadenarlo al reino de la apariencia".
"¿No es ésta una tentación propia de nuestra época, la única sobre la que podemos actuar de forma eficaz? Es la tentación de idolatrar un pasado que ya no existe, olvidando sus carencias, o un futuro que aún no existe, creyendo que el ser humano hará llegar con sus propias fuerzas el reino de la felicidad eterna sobre la tierra". De igual modo,"el dinero, el afán de tener, de poder e incluso de saber, ¿acaso no desvían al hombre de su verdadero fin?”, agregó.
Pero "la condena radical de la idolatría -afirmó el Papa citando a San Juan Crisóstomo, cuya memoria litúrgica se celebra hoy- no es en modo alguno una condena de la persona del idólatra. Nunca hemos de confundir en nuestros juicios el pecado, que es inaceptable, y el pecador, del que no podemos juzgar su estado de conciencia y que, en todo caso, siempre tiene la posibilidad de convertirse y ser perdonado".
El Papa explicó que "Dios nunca pide al hombre que sacrifique su razón. La razón nunca está en contradicción real con la fe. El único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ha creado la razón y nos da la fe, proponiendo a nuestra libertad que la reciba como un don precioso. Lo que desencamina al hombre de esta perspectiva es el culto a los ídolos, y la razón misma puede fabricar ídolos".
"Pidamos a Dios, pues, que nos ve y nos escucha, que nos ayude a purificarnos de todos nuestros ídolos para acceder a la verdad de nuestro ser, para acceder a la verdad de su ser infinito", indicó.
Según el Santo Padre, "San Pablo nos invita a usar no solamente nuestra razón, sino sobre todo nuestra fe para descubrirlo. Ahora bien, ¿qué nos dice la fe? El pan que partimos es comunión con el Cuerpo de Cristo; el cáliz de acción de gracias que bendecimos es comunión con la Sangre de Cristo"
En este sentido, recordó que "desde hace veinte siglos el Señor resucitado se ha entregado a su pueblo” a través del “Santísimo Sacramento de la presencia real del Señor en su Iglesia y en toda la humanidad".
"La Misa nos invita a discernir lo que en nosotros obedece al Espíritu de Dios y lo que en nosotros aún permanece a la escucha del espíritu del mal", precisó y considero que "alzar la copa de la salvación e invocar el nombre del Señor” es “precisamente la mejor manera de ‘no tener que ver con la idolatría’”.
“Cada vez que se celebra una Misa, cada vez que Cristo se hace sacramentalmente presente en su Iglesia, se realiza la obra de nuestra salvación. Sólo Él nos enseña a huir de los ídolos, espejismos del pensamiento", indicó.
En este punto hizo un llamado a "los jóvenes que se plantean la cuestión de la vocación religiosa o sacerdotal: ¡No tengáis miedo! ¡No tengáis miedo de dar la vida a Cristo! Nada sustituirá jamás el ministerio de los sacerdotes en el corazón de la Iglesia".
"La esperanza seguirá siempre la más fuerte. La Iglesia, construida sobre la roca de Cristo, tiene las promesas de vida eterna, no porque sus miembros sean más santos que los demás, sino porque Cristo hizo esta promesa a Pedro: ‘Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder del infierno no la derrotará’", exclamó.
"Con la inquebrantable esperanza de la presencia eterna de Dios en cada una de nuestras almas, con la alegría de saber que Cristo está con nosotros hasta el final de los tiempos, con la fuerza que el Espíritu Santo ofrece a todos aquellos y aquellas que se dejan alcanzar por Él os encomiendo a la acción poderosa del Dios de amor que ha muerto por nosotros en la Cruz y ha resucitado victoriosamente la mañana de Pascua. A todos repito las palabras de San Pablo: Huid del culto de los ídolos, no dejéis de hacer el bien", concluyó.
Después de la Santa Misa, Benedicto XVI se dirigió a la nunciatura apostólica, donde almorzó con los obispos de la región.
Puede leer la homilía completa en http://www.aciprensa.com/benedictoxvi/viajes/lourdes08/documento.php?doc_id=208

Homilia del Papa hoy 14 Sept. en Lourdes.

Homilía del Papa en la misa con motivo de los 150 años de las apariciones de Lourdes
"El mensaje de María es un mensaje de esperanza" LOURDES, domingo, 14 septiembre 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció Benedicto XVI en la mañana de este domingo durante la misa con motivo del 150 aniversario de las apariciones de Lourdes, presidida por el Papa en la Pradera de los Santuarios. * * * Señores Cardenales, querido monseñor Perrier, queridos hermanos en el episcopado y el sacerdocio, queridos peregrinos, hermanos y hermanas "Id y decid a los sacerdotes que vengan en procesión y que se construya aquí una capilla". Éste es el mensaje que Bernadette recibió de la "Hermosa Señora" en las apariciones del 2 de marzo de 1858. Desde hace ciento cincuenta años, los peregrinos nunca han dejado de venir a la gruta de Massabielle para escuchar el mensaje de conversión y esperanza. Y también nosotros, estamos aquí esta mañana a los pies de María, la Virgen Inmaculada, para acudir a su escuela con la pequeña Bernadette. Agradezco muy especialmente a Monseñor Jacques Perrier, Obispo de Tarbes y Lourdes, por la calurosa acogida que me ha brindado y por las amables palabras que me ha dirigido. Saludo a los Cardenales, a los Obispos, a los sacerdotes, a los diáconos, a los religiosos y a las religiosas, así como a todos vosotros, queridos peregrinos de Lourdes, especialmente a los enfermos. Habéis venido aquí en gran número para realizar esta peregrinación jubilar conmigo y encomendar a Nuestra Señora vuestras familias, vuestros parientes y amigos y todas vuestras intenciones. Mi gratitud se dirige también a las Autoridades civiles y militares, presentes en esta celebración eucarística. "¡Qué dicha tener la Cruz! Quien posee la Cruz posee un tesoro" (S. Andrés de Creta, Sermón 10, sobre la Exaltación de la Santa Cruz: PG 97,1020). En este día en el que la liturgia de la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el Evangelio que acabamos de escuchar, nos recuerda el significado de este gran misterio: Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para salvar a los hombres (cf. Jn 3,16). El Hijo de Dios se hizo vulnerable, tomando la condición de siervo, obediente hasta la muerte y una muerte de cruz (cf. Fil 2,8). Por su Cruz hemos sido salvados. El instrumento de suplicio que mostró, el Viernes Santo, el juicio de Dios sobre el mundo, se ha transformado en fuente de vida, de perdón, de misericordia, signo de reconciliación y de paz. "Para ser curados del pecado, miremos a Cristo crucificado", decía san Agustín (Tratado sobre el Evangelio de san Juan, XII, 11). Al levantar los ojos hacia el Crucificado, adoramos a Aquel que vino para quitar el pecado del mundo y darnos la vida eterna. La Iglesia nos invita a levantar con orgullo la Cruz gloriosa para que el mundo vea hasta dónde ha llegado el amor del Crucificado por los hombres, por nosotros los hombres. Nos invita a dar gracias a Dios porque de un árbol portador de muerte, ha surgido de nuevo la vida. Sobre este árbol, Jesús nos revela su majestad soberana, nos revela que Él es el exaltado en la gloria. Sí, "venid a adorarlo". En medio de nosotros se encuentra Quien nos ha amado hasta dar su vida por nosotros, Quien invita a todo ser humano a acercarse a Él con confianza. Es el gran misterio que María nos confía también esta mañana invitándonos a volvernos hacia su Hijo. En efecto, es significativo que, en la primera aparición a Bernadette, María comience su encuentro con la señal de la Cruz. Más que un simple signo, Bernadette recibe de María una iniciación a los misterios de la fe. La señal de la Cruz es de alguna forma el compendio de nuestra fe, porque nos dice cuánto nos ha amado Dios; nos dice que, en el mundo, hay un amor más fuerte que la muerte, más fuerte que nuestras debilidades y pecados. El poder del amor es más fuerte que el mal que nos amenaza. Este misterio de la universalidad del amor de Dios por los hombres, es el que María reveló aquí, en Lourdes. Ella invita a todos los hombres de buena voluntad, a todos los que sufren en su corazón o en su cuerpo, a levantar los ojos hacia la Cruz de Jesús para encontrar en ella la fuente de la vida, la fuente de la salvación. La Iglesia ha recibido la misión de mostrar a todos el rostro amoroso de Dios, manifestado en Jesucristo. ¿Sabremos comprender que en el Crucificado del Gólgota está nuestra dignidad de hijos de Dios que, empañada por el pecado, nos fue devuelta? Volvamos nuestras miradas hacia Cristo. Él nos hará libres para amar como Él nos ama y para construir un mundo reconciliado. Porque, con esta Cruz, Jesús cargó el peso de todos los sufrimientos e injusticias de nuestra humanidad. Él ha cargado las humillaciones y discriminaciones, las torturas sufridas en numerosas regiones del mundo por muchos hermanos y hermanas nuestros por amor a Cristo. Les encomendamos a María, Madre de Jesús y Madre nuestra, presente al pie de la Cruz. Para acoger en nuestras vidas la Cruz gloriosa, la celebración del jubileo de las apariciones de Nuestra Señora en Lourdes nos ha permitido entrar en una senda de fe y conversión. Hoy, María sale a nuestro encuentro para indicarnos los caminos de la renovación de la vida de nuestras comunidades y de cada uno de nosotros. Al acoger a su Hijo, que Ella nos muestra, nos sumergimos en una fuente viva en la que la fe puede encontrar un renovado vigor, en la que la Iglesia puede fortalecerse para proclamar cada vez con más audacia el misterio de Cristo. Jesús, nacido de María, es el Hijo de Dios, el único Salvador de todos los hombres, vivo y operante en su Iglesia y en el mundo. La Iglesia ha sido enviada a todo el mundo para proclamar este único mensaje e invitar a los hombres a acogerlo mediante una conversión auténtica del corazón. Esta misión, que fue confiada por Jesús a sus discípulos, recibe aquí, con ocasión de este jubileo, un nuevo impulso. Que siguiendo a los grandes evangelizadores de vuestro País, el espíritu misionero que animó tantos hombres y mujeres de Francia a lo largo de los siglos, sea todavía vuestro orgullo y compromiso. Siguiendo el recorrido jubilar tras las huellas de Bernadette, se nos recuerda lo esencial del mensaje de Lourdes. Bernadette era la primogénita de una familia muy pobre, sin sabiduría ni poder, de salud frágil. María la eligió para transmitir su mensaje de conversión, de oración y penitencia, en total sintonía con la palabra de Jesús: "Porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla" (Mt 11,25). En su camino espiritual, también los cristianos están llamados a desarrollar la gracia de su Bautismo, a alimentarse de la Eucaristía, a sacar de la oración la fuerza para el testimonio y la solidaridad con todos sus hermanos en la humanidad (cf. Homenaje a la Inmaculada Concepción, Plaza de España, 8 diciembre 2007). Es, pues, una auténtica catequesis la que también a nosotros se nos propone, bajo la mirada de María. Dejémonos también nosotros instruir y guiar en el camino que conduce al Reino de su Hijo. Continuando su catequesis, la "Hermosa Señora" revela su nombre a Bernadette: "Yo soy la Inmaculada Concepción". María le desvela de este modo la gracia extraordinaria que Ella recibió de Dios, la de ser concebida sin pecado, porque "ha mirado la humillación de su esclava" (cf. Lc 1,48). María es la mujer de nuestra tierra que se entregó por completo a Dios y que recibió de Él el privilegio de dar la vida humana a su eterno Hijo. "Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38). Ella es la hermosura transfigurada, la imagen de la nueva humanidad. De esta forma, al presentarse en una dependencia total de Dios, María expresa en realidad una actitud de plena libertad, cimentada en el completo reconocimiento de su genuina dignidad. Este privilegio nos concierne también a nosotros, porque nos desvela nuestra propia dignidad de hombres y mujeres, marcados ciertamente por el pecado, pero salvados en la esperanza, una esperanza que nos permite afrontar nuestra vida cotidiana. Es el camino que María abre también al hombre. Ponerse completamente en manos de Dios, es encontrar el camino de la verdadera libertad. Porque, volviéndose hacia Dios, el hombre llega a ser él mismo. Encuentra su vocación original de persona creada a su imagen y semejanza. Queridos hermanos y hermanas, la vocación primera del santuario de Lourdes es ser un lugar de encuentro con Dios en la oración, y un lugar de servicio fraterno, especialmente por la acogida a los enfermos, a los pobres y a todos los que sufren. En este lugar, María sale a nuestro encuentro como la Madre, siempre disponible a las necesidades de sus hijos. Mediante la luz que brota de su rostro, se trasparenta la misericordia de Dios. Dejemos que su mirada nos acaricie y nos diga que Dios nos ama y nunca nos abandona. María nos recuerda aquí que la oración, intensa y humilde, confiada y perseverante debe tener un puesto central en nuestra vida cristiana. La oración es indispensable para acoger la fuerza de Cristo. "Quien reza no desperdicia su tiempo, aunque todo haga pensar en una situación de emergencia y parezca impulsar sólo a la acción" (Deus caritas est, n. 36). Dejarse absorber por las actividades entraña el riesgo de quitar de la plegaria su especificad cristiana y su verdadera eficacia. En el Rosario, tan querido para Bernadette y los peregrinos en Lourdes, se concentra la profundidad del mensaje evangélico. Nos introduce en la contemplación del rostro de Cristo. De esta oración de los humildes podemos sacar copiosas gracias. La presencia de los jóvenes en Lourdes es también una realidad importante. Queridos amigos aquí presentes esta mañana alrededor de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud, cuando María recibió la visita del ángel, era una jovencita en Nazaret, que llevaba la vida sencilla y animosa de las mujeres de su pueblo. Y si la mirada de Dios se posó especialmente en Ella, fiándose, María quiere deciros también que nadie es indiferente para Dios. Él os mira con amor a cada uno de vosotros y os llama a una vida dichosa y llena de sentido. No dejéis que las dificultades os descorazonen. María se turbó cuando el ángel le anunció que sería la Madre del Salvador. Ella conocía cuánta era su debilidad ante la omnipotencia de Dios. Sin embargo, dijo "sí" sin vacilar. Y gracias a su sí, la salvación entró en el mundo, cambiando así la historia de la humanidad. Queridos jóvenes, por vuestra parte, no tengáis miedo de decir sí a las llamadas del Señor, cuando Él os invite a seguirlo. Responded generosamente al Señor. Sólo Él puede colmar los anhelos más profundos de vuestro corazón. Sois muchos los que venís a Lourdes para servir esmerada y generosamente a los enfermos o a otros peregrinos, imitando así a Cristo servidor. El servicio a los hermanos y a las hermanas ensancha el corazón y lo hace disponible. En el silencio de la oración, que María sea vuestra confidente, Ella que supo hablar a Bernadette con respeto y confianza. Que María ayude a los llamados al matrimonio a descubrir la belleza de un amor auténtico y profundo, vivido como don recíproco y fiel. A aquellos, entre vosotros, que Él llama a seguirlo en la vocación sacerdotal o religiosa, quisiera decirles la felicidad que existe en entregar la propia vida al servicio de Dios y de los hombres. Que las familias y las comunidades cristianas sean lugares donde puedan nacer y crecer sólidas vocaciones al servicio de la Iglesia y del mundo. El mensaje de María es un mensaje de esperanza para todos los hombres y para todas las mujeres de nuestro tiempo, sean del país que sean. Me gusta invocar a María como "Estrella de la esperanza" (Spe salvi, n. 50). En el camino de nuestras vidas, a menudo oscuro, Ella es una luz de esperanza, que nos ilumina y nos orienta en nuestro caminar. Por su sí, por el don generoso de sí misma, Ella abrió a Dios las puertas de nuestro mundo y nuestra historia. Nos invita a vivir como Ella en una esperanza inquebrantable, rechazando escuchar a los que pretenden que nos encerremos en el fatalismo. Nos acompaña con su presencia maternal en medio de las vicisitudes personales, familiares y nacionales. Dichosos los hombres y las mujeres que ponen su confianza en Aquel que, en el momento de ofrecer su vida por nuestra salvación, nos dio a su Madre para que fuera nuestra Madre. Queridos hermanos y hermanas, en Francia, la Madre del Señor es venerada en innumerables santuarios, que manifiestan así la fe transmitida de generación en generación. Celebrada en su Asunción, Ella es la amada patrona de vuestro país. Que Ella sea siempre venerada con fervor en cada una de vuestras familias, de vuestras comunidades religiosas y parroquiales. Que María vele sobre todos los habitantes de vuestro hermoso País y sobre todos los numerosos peregrinos que han venido de otros países a celebrar este jubileo. Que Ella sea para todos la Madre que acompaña a sus hijos tanto en sus gozos como en sus pruebas. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a creer, a esperar y a amar contigo. Muéstranos el camino hacia el Reino de tu Hijo Jesús. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino (cf. Spe salvi, n. 50). Amén. [Traducción del original en francés distribuida por la Santa Sede. Zenit ha añadido el cambio que el Papa hizo en la lectura del texto.© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Homilía del Papa en la misa con motivo de los 150 años de las apariciones de Lourdes
"El mensaje de María es un mensaje de esperanza" LOURDES, domingo, 14 septiembre 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció Benedicto XVI en la mañana de este domingo durante la misa con motivo del 150 aniversario de las apariciones de Lourdes, presidida por el Papa en la Pradera de los Santuarios. * * * Señores Cardenales, querido monseñor Perrier, queridos hermanos en el episcopado y el sacerdocio, queridos peregrinos, hermanos y hermanas "Id y decid a los sacerdotes que vengan en procesión y que se construya aquí una capilla". Éste es el mensaje que Bernadette recibió de la "Hermosa Señora" en las apariciones del 2 de marzo de 1858. Desde hace ciento cincuenta años, los peregrinos nunca han dejado de venir a la gruta de Massabielle para escuchar el mensaje de conversión y esperanza. Y también nosotros, estamos aquí esta mañana a los pies de María, la Virgen Inmaculada, para acudir a su escuela con la pequeña Bernadette. Agradezco muy especialmente a Monseñor Jacques Perrier, Obispo de Tarbes y Lourdes, por la calurosa acogida que me ha brindado y por las amables palabras que me ha dirigido. Saludo a los Cardenales, a los Obispos, a los sacerdotes, a los diáconos, a los religiosos y a las religiosas, así como a todos vosotros, queridos peregrinos de Lourdes, especialmente a los enfermos. Habéis venido aquí en gran número para realizar esta peregrinación jubilar conmigo y encomendar a Nuestra Señora vuestras familias, vuestros parientes y amigos y todas vuestras intenciones. Mi gratitud se dirige también a las Autoridades civiles y militares, presentes en esta celebración eucarística. "¡Qué dicha tener la Cruz! Quien posee la Cruz posee un tesoro" (S. Andrés de Creta, Sermón 10, sobre la Exaltación de la Santa Cruz: PG 97,1020). En este día en el que la liturgia de la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el Evangelio que acabamos de escuchar, nos recuerda el significado de este gran misterio: Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para salvar a los hombres (cf. Jn 3,16). El Hijo de Dios se hizo vulnerable, tomando la condición de siervo, obediente hasta la muerte y una muerte de cruz (cf. Fil 2,8). Por su Cruz hemos sido salvados. El instrumento de suplicio que mostró, el Viernes Santo, el juicio de Dios sobre el mundo, se ha transformado en fuente de vida, de perdón, de misericordia, signo de reconciliación y de paz. "Para ser curados del pecado, miremos a Cristo crucificado", decía san Agustín (Tratado sobre el Evangelio de san Juan, XII, 11). Al levantar los ojos hacia el Crucificado, adoramos a Aquel que vino para quitar el pecado del mundo y darnos la vida eterna. La Iglesia nos invita a levantar con orgullo la Cruz gloriosa para que el mundo vea hasta dónde ha llegado el amor del Crucificado por los hombres, por nosotros los hombres. Nos invita a dar gracias a Dios porque de un árbol portador de muerte, ha surgido de nuevo la vida. Sobre este árbol, Jesús nos revela su majestad soberana, nos revela que Él es el exaltado en la gloria. Sí, "venid a adorarlo". En medio de nosotros se encuentra Quien nos ha amado hasta dar su vida por nosotros, Quien invita a todo ser humano a acercarse a Él con confianza. Es el gran misterio que María nos confía también esta mañana invitándonos a volvernos hacia su Hijo. En efecto, es significativo que, en la primera aparición a Bernadette, María comience su encuentro con la señal de la Cruz. Más que un simple signo, Bernadette recibe de María una iniciación a los misterios de la fe. La señal de la Cruz es de alguna forma el compendio de nuestra fe, porque nos dice cuánto nos ha amado Dios; nos dice que, en el mundo, hay un amor más fuerte que la muerte, más fuerte que nuestras debilidades y pecados. El poder del amor es más fuerte que el mal que nos amenaza. Este misterio de la universalidad del amor de Dios por los hombres, es el que María reveló aquí, en Lourdes. Ella invita a todos los hombres de buena voluntad, a todos los que sufren en su corazón o en su cuerpo, a levantar los ojos hacia la Cruz de Jesús para encontrar en ella la fuente de la vida, la fuente de la salvación. La Iglesia ha recibido la misión de mostrar a todos el rostro amoroso de Dios, manifestado en Jesucristo. ¿Sabremos comprender que en el Crucificado del Gólgota está nuestra dignidad de hijos de Dios que, empañada por el pecado, nos fue devuelta? Volvamos nuestras miradas hacia Cristo. Él nos hará libres para amar como Él nos ama y para construir un mundo reconciliado. Porque, con esta Cruz, Jesús cargó el peso de todos los sufrimientos e injusticias de nuestra humanidad. Él ha cargado las humillaciones y discriminaciones, las torturas sufridas en numerosas regiones del mundo por muchos hermanos y hermanas nuestros por amor a Cristo. Les encomendamos a María, Madre de Jesús y Madre nuestra, presente al pie de la Cruz. Para acoger en nuestras vidas la Cruz gloriosa, la celebración del jubileo de las apariciones de Nuestra Señora en Lourdes nos ha permitido entrar en una senda de fe y conversión. Hoy, María sale a nuestro encuentro para indicarnos los caminos de la renovación de la vida de nuestras comunidades y de cada uno de nosotros. Al acoger a su Hijo, que Ella nos muestra, nos sumergimos en una fuente viva en la que la fe puede encontrar un renovado vigor, en la que la Iglesia puede fortalecerse para proclamar cada vez con más audacia el misterio de Cristo. Jesús, nacido de María, es el Hijo de Dios, el único Salvador de todos los hombres, vivo y operante en su Iglesia y en el mundo. La Iglesia ha sido enviada a todo el mundo para proclamar este único mensaje e invitar a los hombres a acogerlo mediante una conversión auténtica del corazón. Esta misión, que fue confiada por Jesús a sus discípulos, recibe aquí, con ocasión de este jubileo, un nuevo impulso. Que siguiendo a los grandes evangelizadores de vuestro País, el espíritu misionero que animó tantos hombres y mujeres de Francia a lo largo de los siglos, sea todavía vuestro orgullo y compromiso. Siguiendo el recorrido jubilar tras las huellas de Bernadette, se nos recuerda lo esencial del mensaje de Lourdes. Bernadette era la primogénita de una familia muy pobre, sin sabiduría ni poder, de salud frágil. María la eligió para transmitir su mensaje de conversión, de oración y penitencia, en total sintonía con la palabra de Jesús: "Porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla" (Mt 11,25). En su camino espiritual, también los cristianos están llamados a desarrollar la gracia de su Bautismo, a alimentarse de la Eucaristía, a sacar de la oración la fuerza para el testimonio y la solidaridad con todos sus hermanos en la humanidad (cf. Homenaje a la Inmaculada Concepción, Plaza de España, 8 diciembre 2007). Es, pues, una auténtica catequesis la que también a nosotros se nos propone, bajo la mirada de María. Dejémonos también nosotros instruir y guiar en el camino que conduce al Reino de su Hijo. Continuando su catequesis, la "Hermosa Señora" revela su nombre a Bernadette: "Yo soy la Inmaculada Concepción". María le desvela de este modo la gracia extraordinaria que Ella recibió de Dios, la de ser concebida sin pecado, porque "ha mirado la humillación de su esclava" (cf. Lc 1,48). María es la mujer de nuestra tierra que se entregó por completo a Dios y que recibió de Él el privilegio de dar la vida humana a su eterno Hijo. "Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38). Ella es la hermosura transfigurada, la imagen de la nueva humanidad. De esta forma, al presentarse en una dependencia total de Dios, María expresa en realidad una actitud de plena libertad, cimentada en el completo reconocimiento de su genuina dignidad. Este privilegio nos concierne también a nosotros, porque nos desvela nuestra propia dignidad de hombres y mujeres, marcados ciertamente por el pecado, pero salvados en la esperanza, una esperanza que nos permite afrontar nuestra vida cotidiana. Es el camino que María abre también al hombre. Ponerse completamente en manos de Dios, es encontrar el camino de la verdadera libertad. Porque, volviéndose hacia Dios, el hombre llega a ser él mismo. Encuentra su vocación original de persona creada a su imagen y semejanza. Queridos hermanos y hermanas, la vocación primera del santuario de Lourdes es ser un lugar de encuentro con Dios en la oración, y un lugar de servicio fraterno, especialmente por la acogida a los enfermos, a los pobres y a todos los que sufren. En este lugar, María sale a nuestro encuentro como la Madre, siempre disponible a las necesidades de sus hijos. Mediante la luz que brota de su rostro, se trasparenta la misericordia de Dios. Dejemos que su mirada nos acaricie y nos diga que Dios nos ama y nunca nos abandona. María nos recuerda aquí que la oración, intensa y humilde, confiada y perseverante debe tener un puesto central en nuestra vida cristiana. La oración es indispensable para acoger la fuerza de Cristo. "Quien reza no desperdicia su tiempo, aunque todo haga pensar en una situación de emergencia y parezca impulsar sólo a la acción" (Deus caritas est, n. 36). Dejarse absorber por las actividades entraña el riesgo de quitar de la plegaria su especificad cristiana y su verdadera eficacia. En el Rosario, tan querido para Bernadette y los peregrinos en Lourdes, se concentra la profundidad del mensaje evangélico. Nos introduce en la contemplación del rostro de Cristo. De esta oración de los humildes podemos sacar copiosas gracias. La presencia de los jóvenes en Lourdes es también una realidad importante. Queridos amigos aquí presentes esta mañana alrededor de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud, cuando María recibió la visita del ángel, era una jovencita en Nazaret, que llevaba la vida sencilla y animosa de las mujeres de su pueblo. Y si la mirada de Dios se posó especialmente en Ella, fiándose, María quiere deciros también que nadie es indiferente para Dios. Él os mira con amor a cada uno de vosotros y os llama a una vida dichosa y llena de sentido. No dejéis que las dificultades os descorazonen. María se turbó cuando el ángel le anunció que sería la Madre del Salvador. Ella conocía cuánta era su debilidad ante la omnipotencia de Dios. Sin embargo, dijo "sí" sin vacilar. Y gracias a su sí, la salvación entró en el mundo, cambiando así la historia de la humanidad. Queridos jóvenes, por vuestra parte, no tengáis miedo de decir sí a las llamadas del Señor, cuando Él os invite a seguirlo. Responded generosamente al Señor. Sólo Él puede colmar los anhelos más profundos de vuestro corazón. Sois muchos los que venís a Lourdes para servir esmerada y generosamente a los enfermos o a otros peregrinos, imitando así a Cristo servidor. El servicio a los hermanos y a las hermanas ensancha el corazón y lo hace disponible. En el silencio de la oración, que María sea vuestra confidente, Ella que supo hablar a Bernadette con respeto y confianza. Que María ayude a los llamados al matrimonio a descubrir la belleza de un amor auténtico y profundo, vivido como don recíproco y fiel. A aquellos, entre vosotros, que Él llama a seguirlo en la vocación sacerdotal o religiosa, quisiera decirles la felicidad que existe en entregar la propia vida al servicio de Dios y de los hombres. Que las familias y las comunidades cristianas sean lugares donde puedan nacer y crecer sólidas vocaciones al servicio de la Iglesia y del mundo. El mensaje de María es un mensaje de esperanza para todos los hombres y para todas las mujeres de nuestro tiempo, sean del país que sean. Me gusta invocar a María como "Estrella de la esperanza" (Spe salvi, n. 50). En el camino de nuestras vidas, a menudo oscuro, Ella es una luz de esperanza, que nos ilumina y nos orienta en nuestro caminar. Por su sí, por el don generoso de sí misma, Ella abrió a Dios las puertas de nuestro mundo y nuestra historia. Nos invita a vivir como Ella en una esperanza inquebrantable, rechazando escuchar a los que pretenden que nos encerremos en el fatalismo. Nos acompaña con su presencia maternal en medio de las vicisitudes personales, familiares y nacionales. Dichosos los hombres y las mujeres que ponen su confianza en Aquel que, en el momento de ofrecer su vida por nuestra salvación, nos dio a su Madre para que fuera nuestra Madre. Queridos hermanos y hermanas, en Francia, la Madre del Señor es venerada en innumerables santuarios, que manifiestan así la fe transmitida de generación en generación. Celebrada en su Asunción, Ella es la amada patrona de vuestro país. Que Ella sea siempre venerada con fervor en cada una de vuestras familias, de vuestras comunidades religiosas y parroquiales. Que María vele sobre todos los habitantes de vuestro hermoso País y sobre todos los numerosos peregrinos que han venido de otros países a celebrar este jubileo. Que Ella sea para todos la Madre que acompaña a sus hijos tanto en sus gozos como en sus pruebas. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a creer, a esperar y a amar contigo. Muéstranos el camino hacia el Reino de tu Hijo Jesús. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino (cf. Spe salvi, n. 50). Amén. [Traducción del original en francés distribuida por la Santa Sede. Zenit ha añadido el cambio que el Papa hizo en la lectura del texto.© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]

mensaje del Papa en la procesion de las antorchas.

Discurso de Benedicto al concluir la procesión de las antorchas en Lourdes
Querido Monseñor Perrier, obispo de Tarbes y Lourdes,queridos hermanos en el episcopado y el sacerdocio,queridos peregrinos, queridos hermanos y hermanasHace ciento cincuenta años, el 11 de febrero de 1858, en el lugar llamado la gruta de Massabielle, apartada del pueblo, una simple muchacha de Lourdes, Bernadette Soubirous, vio una luz y, en la luz, una mujer joven "hermosa, la más hermosa". La mujer le habló con dulzura y bondad, respeto y confianza: "Me hablaba de usted (narra Bernadette)... ¿Querrá usted venir aquí durante quince días? (le pregunta la Señora)... Me miró como una persona que habla a otra persona". En la conversación, en el diálogo impregnado de delicadeza, la Señora le encarga transmitir algunos mensajes muy simples sobre la oración, la penitencia y la conversión. No es de extrañar que María fuera hermosa, porque, en las apariciones del 25 de marzo de 1858, ella misma revela su nombre de este modo: "Yo soy la Inmaculada Concepción". Contemplemos también nosotros a esta Mujer vestida de sol de la que nos habla la Escritura (cf. Ap 12,1). La Santísima Virgen María, la Mujer gloriosa del Apocalipsis, lleva sobre su cabeza una corona de doce estrellas que representan las doce tribus de Israel, todo el pueblo de Dios, toda la comunión de los santos, y a sus pies la Luna, imagen de la muerte y la mortalidad. María ha dejado atrás la muerte, está completamente revestida de vida, la vida de su Hijo, Cristo resucitado. Así es signo de la victoria del amor, de la bondad y de Dios, dando a nuestro mundo la esperanza que necesita. Volvamos esta noche la mirada hacia María, tan gloriosa y tan humana, dejándola que nos lleve a Dios que es el vencedor.Muchos fueron testigos: el encuentro con el rostro luminoso de Bernadette conmovía los corazones y las miradas. Tanto durante las apariciones mismas como cuando las contaba, su rostro era radiante. Bernadette estaba transida ya por la luz de Massabielle. La vida cotidiana de la familia Soubirous estaba hecha de dolor y miseria, de enfermedad e incomprensión, de rechazo y pobreza. Aunque no faltara amor y calor en el trato familiar, era difícil vivir en aquella especie de mazmorra. Sin embargo, las sombras terrenas no impedían que la luz del cielo brillara. "La luz brilla en la tiniebla" (Jn 1, 5). Lourdes es uno de los lugares que Dios ha elegido para reflejar un destello especial de su belleza, por ello la importancia aquí del símbolo de la luz. Desde la cuarta aparición, Bernadette, al llegar a la gruta, encendía cada mañana una vela bendecida y la tenía en la mano izquierda mientras se aparecía la Virgen. Muy pronto, la gente comenzó a dar a Bernadette una vela para que la pusiera en tierra al fondo de la gruta. Por eso muy pronto, algunos comenzaron a poner velas en este lugar de luz y de paz. La misma Madre de Dios hizo saber que le agradaba este homenaje de miles de antorchas que, desde entonces, mantienen iluminada sin cesar, para su gloria, la roca de la aparición. Desde entonces, ante la gruta, día y noche, verano e invierno, un enramado ardiente brilla rodeado de las oraciones de los peregrinos y enfermos, que expresan sus preocupaciones y necesidades, pero sobre todo su fe y su esperanza. Al venir en peregrinación aquí, a Lourdes, queremos entrar, siguiendo a Bernadette, en esta extraordinaria cercanía entre el cielo y la tierra que nunca ha faltado y que se consolida sin cesar. Hay que destacar que, durante las apariciones, Bernadette reza el Rosario bajo la mirada de María, que se une a ella en el momento de la doxología. Este hecho confirma en realidad el carácter profundamente teocéntrico de la oración del Rosario. Cuando rezamos el Rosario, María nos ofrece su corazón y su mirada para contemplar la vida de su Hijo, Jesucristo. Mi venerado Predecesor Juan Pablo II vino aquí, a Lourdes, en dos ocasiones. Sabemos cuánto se apoyaba su oración en la intercesión de la Virgen María, tanto en su vida como en su ministerio. Como muchos de sus Predecesores en la sede de Pedro, también él promovió vivamente la oración del Rosario; lo hizo, entre otras, de una forma muy singular, enriqueciendo el Santo Rosario con la meditación de los Misterios Luminosos. Están representados en los nuevos mosaicos de la fachada de la Basílica inaugurados el año pasado. Como con todos los acontecimientos de la vida de Cristo que Ella "conservaba meditándolos en su corazón" (cf. Lc 2,19), María nos hace comprender todas las etapas del ministerio público como parte integrante de la revelación de la gloria de Dios. Lourdes, tierra de luz, sigue siendo una escuela para aprender a rezar el Rosario, que inicia al discípulo de Jesús, bajo la mirada de su Madre, en un diálogo cordial y verdadero con su Maestro. Por boca de Bernadette, oímos a la Virgen María que nos pide venir aquí en procesión para orar con fervor y sencillez. La procesión de las antorchas hace presente ante nuestros ojos de carne el misterio de la oración: en la comunión de la Iglesia, que une a los elegidos del cielo y a los peregrinos de la tierra, la luz brota del diálogo entre el hombre y su Señor, y se abre un camino luminoso en la historia humana, incluidos sus momentos más oscuros. Esta procesión es un momento de gran alegría eclesial, pero también de gravedad: las intenciones que presentamos subrayan nuestra profunda comunión con todos los que sufren. Pensamos en las víctimas inocentes que padecen la violencia, la guerra, el terrorismo, la penuria, o que sufren las consecuencias de la injusticia, de las plagas, de las calamidades, del odio y de la opresión, de la violación de su dignidad humana y de sus derechos fundamentales, de su libertad de actuar y de pensar. Pensamos también en quienes tienen arduos problemas familiares o en quienes sufren por el desempleo, la enfermedad, la discapacidad, la soledad o por su situación de inmigrantes. No quiero olvidar a los que sufren a causa del nombre de Cristo y que mueren por Él. María nos enseña a orar, a hacer de nuestra plegaria un acto de amor a Dios y de caridad fraterna. Al orar con María, nuestro corazón acoge a los que sufren. ¿Cómo es posible que nuestra vida no se transforme de inmediato? ¿Cómo nuestro ser y nuestra vida entera pueden dejar de convertirse en lugar de hospitalidad para nuestro prójimo? Lourdes es un lugar de luz, porque es un lugar de comunión, esperanza y conversión. Al caer la noche, hoy Jesús nos dice: "Tened encendidas vuestras lámparas" (cf. Lc 12,35); la lámpara de la fe, de la oración, de la esperanza y del amor. El gesto de caminar de noche llevando la luz, habla con fuerza a nuestra intimidad más honda, toca nuestro corazón y es más elocuente que cualquier palabra dicha u oída. El gesto resume por sí solo nuestra condición de cristianos en camino: necesitamos la luz y, a la vez, estamos llamados a ser luz. El pecado nos hace ciegos, nos impide proponernos como guía para nuestros hermanos, y nos lleva a desconfiar de ellos para dejarnos guiar. Necesitamos ser iluminados y repetimos la súplica del ciego Bartimeo: "Maestro, que pueda ver" (Mc 10, 51). Haz que vea el pecado que me encadena, pero sobre todo, Señor, que vea tu gloria. Sabemos que nuestra oración ya ha sido escuchada y damos gracias porque, como dice San Pablo en su Carta a los Efesios, "Cristo será tu luz" (Ef 5,14), y San Pedro y añade: "[Dios] os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa" (1 P 2,9). A nosotros, que no somos la luz, Cristo puede decirnos a partir de ahora: "Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5,14), encomendándonos la tarea de hacer brillar la luz de la caridad. Como escribe el Apóstol san Juan: "El que ama a su hermano, permanece en la luz, y no hay nada que lo haga caer" (1 Jn 2,10). Vivir el amor cristiano es al mismo tiempo hacer entrar en el mundo la luz de Dios e indicar su verdadero origen. Así lo dice San León Magno: "En efecto, todo el que vive pía y castamente en la Iglesia, que aspira a las cosas de lo alto y no a las de la tierra (cf. Col 3,2), es en cierto modo como la luz celeste; en cuanto observa él mismo el fulgor de una vida santa, muestra a muchos, como una estrella, el camino hacia Dios" (Sermón III, 5). En este santuario de Lourdes al que vuelven sus ojos los cristianos de todo el mundo desde que la Virgen María hizo brillar la esperanza y el amor al dar el primer puesto a los enfermos, los pobres y los pequeños, se nos invita a descubrir la sencillez de nuestra vocación: Basta con amar. Mañana, la celebración de la Exaltación de la Santa Cruz nos hará entrar precisamente en el corazón de este misterio. En esta vigilia, nuestra mirada se dirige hacia el signo de la Nueva Alianza en la que converge toda la vida de Jesús. La Cruz constituye el supremo y perfecto acto de amor de Jesús, que da la vida por sus amigos. "Así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna" (Jn 3, 14-15).Anunciada ya en los Cantos del Siervo de Dios, la muerte de Jesús es una muerte que se convierte en luz para los pueblos; una muerte que, en relación con la liturgia de expiación, trae la reconciliación, la muerte que marca el fin de la muerte. Desde entonces, la Cruz es signo de esperanza, el estandarte de la victoria de Jesús "Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna" (Jn 3,16). Toda nuestra vida recibe luz, fuerza y esperanza por la Cruz. Por ella se revela toda la hondura de amor que encierra el designio original del Creador; por ella, todo es sanado y llevado a su plenitud. Por eso la vida en la fe en Cristo muerto y resucitado se convierte en luz. Las apariciones estuvieron rodeadas por la luz y Dios ha querido encender en la mirada de Bernadette una llama que ha convertido innumerables corazones. ¿Cuántos vienen aquí para ver, esperando quizás secretamente recibir alguna gracia; después, en el camino de regreso, habiendo hecho una experiencia espiritual de vida auténticamente eclesial, vuelven su mirada a Dios, a los otros y a sí mismos. Les llena una pequeña llama con el nombre de esperanza, compasión, ternura. El encuentro discreto con Bernadette y la Virgen María puede cambiar una vida, pues están presentes en este lugar de Massabielle para llevarnos a Cristo que es nuestra vida, nuestra fuerza y nuestra luz. Que la Virgen María y Santa Bernadette os ayuden a vivir como hijos de la luz para ser testigos cada día en vuestra vida de que Cristo es nuestra luz, nuestra esperanza y nuestra vida. Amén.
LOURDES, sábado, 13 septiembre 2008 discurso que Benedicto XVI pronunció en la noche de este sábado, al concluir la procesión de las antorchas.
[Traducción del original en francés distribuida por la Santa Sede.
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
ZS080913
Oremos por nuestro Santo Padre
Oh Dios, que para suceder al apóstol san Pedro, elegiste a tu siervo Benedicto XVI como pastor de tu grey, escucha la plegaria de tu pueblo y haz que nuestro Papa, vicario de Cristo en la tierra,confirme en la fe a todos los hermanos, y que toda la Iglesia se mantenga en comunión con él por el vínculo de la unidad, del amor y de la paz para que todos encuentren en ti, Pastor de los hombres, la verdad y la vida eterna.

Saturday, September 13, 2008

el Papa invita a sacerdotes a meditar la Biblia

En su homilía en la catedral de Notre Dame el Papa invita a los sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y diáconos a dedicar tiempo a la lectura y meditación de la Escritura
Viernes, 12 ago (RV).- Tras su encuentro con el mundo de la cultura, Benedicto XVI se ha dirigido a la catedral de Notre Dame donde ha celebrado la homilía con los sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y diáconos. El Santo Padre ha recordado la visita a este templo de sus predecesores, los Papas Pío VII y Juan Pablo II, expresando su felicidad por poder seguir sus huellas.Después de hacer un recorrido por la historia de la catedral, el Papa ha invitado a que todos seamos constructores de la casa que es la Iglesia: “Todos nos esforzamos, todos trabajamos, todos construimos ahora, pero es sólo Dios quien, en nosotros, edifica”. Y para ser verdaderos apóstoles, Benedicto XVI ha señalado que Dios nos ha donado su palabra, invitando a las 2.000 personas reunidas en Notre Dame a dedicar tiempo a la lectura y meditación de la Escritura. El Santo Padre ha finalizado su homilía rogando por la unidad de la Iglesia y recordando que en Notre Dame “tenemos el más hermoso ejemplo de fidelidad a la Palabra divina”.A continuación les ofrecemos el texto íntegro de la homilía: Queridos Hermanos Cardenales y Obispos,Señores Canónigos del Cabildo Catedral,Señores Capellanes de Notre-Dame,Queridos Sacerdotes y Diáconos,Queridos amigos miembros de las Iglesias y comunidades eclesiales no católicas,Queridos hermanos y hermanas Bendito sea Dios que nos permite encontrarnos en un lugar tan entrañable para los parisinos, pero también para todos los franceses. Bendito sea Dios, que nos da la gracia de ofrecerle nuestra oración vespertina para alabarlo como se merece con las palabras que la liturgia de la Iglesia ha heredado de la liturgia sinagogal celebrada por Cristo y sus primeros discípulos. Sí, bendito sea Dios por venir en nuestro auxilio –in adiutorium nostrum- y ayudarnos a realizar la ofrenda del sacrificio de nuestros labios.Estamos en la Iglesia Madre de la Diócesis de París, la catedral de Notre-Dame, que se yergue en el corazón de la cité como un signo vivo de la presencia de Dios en medio de los hombres. Mi Predecesor Alejandro III puso la primera piedra, los Papas Pío VII y Juan Pablo II la honraron con su visita, y estoy feliz de seguir sus huellas, después de haber estado aquí hace un cuarto de siglo para dictar una conferencia sobre catequesis. Es difícil no dar gracias a Aquel que ha creado tanto la materia como el espíritu, por la belleza del edificio que nos acoge. Los cristianos de Lutecia ya habían construido una catedral dedicada a san Esteban, protomártir, pero, al quedar demasiado pequeña, paulatinamente fue reemplazada, entre los siglos XII al XIV, por la que admiramos actualmente. La fe de la Edad Media edificó catedrales, y vuestros antepasados vinieron aquí para alabar a Dios, encomendarle sus esperanzas y profesarle su amor. Grandes acontecimientos religiosos y civiles se desarrollaron en este santuario, en el que los arquitectos, los pintores, los escultores y los músicos aportaron lo mejor de sí mismos. Baste recordar, entre otros, los nombres del arquitecto Jean de Chelles, del pintor Charles Le Brun, del escultor Nicolas Coustou y de los organistas Louis Vierne y Pierre Cochereau. El arte, camino hacia Dios, y la oración coral, alabanza de la Iglesia al Creador, ayudaron a Paul Claudel, que asistía a las Vísperas del día de Navidad de 1886, a encontrar el camino hacia una experiencia personal de Dios. Es significativo que Dios haya iluminado su alma precisamente durante el canto del Magnificat, en el que la Iglesia escucha el canto de la Virgen María, Patrona de estas tierras, que recuerda al mundo que el Todopoderoso ha enaltecido a los humildes (cf. Lc 1,52). Teatro de conversiones menos conocidas, pero no menos reales, cátedra donde predicadores del Evangelio, como los Padres Lacordaire, Monsabré y Samson, supieron transmitir la llama de su pasión a los auditorios más variados, la catedral de Notre-Dame permanece con razón como uno de los monumentos más célebres del patrimonio de vuestro país. Las reliquias del Lignum Crucis y de la corona de espinas, que acabo de venerar, como es costumbre desde San Luis, han encontrado hoy un cofre digno de ellas, que constituye la ofrenda del espíritu humano al Amor creador.Bajo las bóvedas de esta histórica catedral, testigo de la constante comunicación que Dios ha querido entablar entre los hombres y Él, la Palabra acaba de resonar bajo estas bóvedas para ser la materia de nuestro sacrificio vespertino, evidenciado por la ofrenda del incienso que hace visible la alabanza a Dios. Providencialmente, las palabras del salmista describen la emoción de nuestra alma con una precisión que no nos habríamos atrevido a imaginar: “¡Qué alegría cuando me dijeron: ‘Vamos a la casa del Señor’!” (Sal 121,1). Laetatus sum in his quae dicta sunt mihi: el gozo del salmista, contenido en estas palabras del salmo, se expande en nuestros corazones y suscita en ellos un eco profundo. Alegría en ir a la casa del Señor, porque, los Padres nos lo han enseñado, esta casa no es más que el símbolo concreto de la Jerusalén de arriba, la que desciende hacia nosotros (cf. Ap 21,2) para ofrecernos la más bella de las moradas. “Si moramos en ella –escribe san Hilario de Poitiers-, somos conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, porque es la casa de Dios” (Tratado sobre los salmos, 121,2). Y San Agustín reafirma: “Este salmo aspira a la Jerusalén celeste. Es uno de los cánticos graduales, que no se compusieron para bajar, sino para subir. En nuestro exilio, suspiramos, en la patria gozaremos; pero a veces, durante nuestro exilio, nos encontramos con compañeros que han visto la ciudad santa y que nos invitan a correr hacia ella” (Comentario sobre los salmos, 121, 2). Queridos amigos, durante estas vísperas, nos unimos con el pensamiento y la oración a las innumerables voces de los que han cantado este salmo, aquí mismo, antes que nosotros, desde hace siglos y siglos. Nos unimos a los peregrinos que subían a Jerusalén y las gradas de su templo, nos unimos a los millares de hombres y mujeres que comprendieron que su peregrinación en la tierra encuentra su meta en el cielo, en la Jerusalén eterna, y que confiaron en Cristo como guía. ¡Qué gozo, pues, saber que estamos rodeados por tan gran muchedumbre de testigos!Nuestra peregrinación hacia la ciudad santa no sería posible, si no se hiciera como Iglesia, semilla y prefiguración de la Jerusalén de arriba. “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles” (Sal 126,1). Quién es este Señor sino Nuestro Señor Jesucristo. Fue Él quien fundó la Iglesia, quien la ha edificado sobre la roca, sobre la fe del Apóstol Pedro. Como dice también san Agustín: “Es el Señor Jesucristo quien construye su propia casa. Muchos son los que trabajan en la construcción, pero, si Él no construye, en vano se cansan los albañiles” (Comentarios sobre los salmos, 126,2). Ahora bien, queridos amigos, Agustín se plantea la cuestión de saber quiénes son los albañiles, y él mismo responde: “Todos los que predican la palabra de Dios en la Iglesia, los dispensadores de los misterios de Dios. Todos nos esforzamos, todos trabajamos, todos construimos ahora”; pero es sólo Dios quien, en nosotros, “edifica, quien exhorta, quien amonesta, quien abre el entendimiento, quien os conduce a las verdades de la fe” (Ibid.). ¡Qué maravilla reviste nuestra actividad al servicio de la divina Palabra! Somos instrumentos del Espíritu; Dios tiene la humildad de pasar a través de nosotros para sembrar su Palabra. Llegamos a ser su voz después de haber vuelto el oído a su boca. Ponemos su Palabra en nuestros labios para ofrecerla al mundo. La ofrenda de nuestra plegaria le es agradable y le sirve para comunicarse con todos los que nos encontramos. En verdad, como dice Pablo a los Efesios: “Él nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales” (1,3), ya que nos ha escogido para ser sus testigos hasta los confines de la tierra y nos ha elegido antes de nuestra concepción, por un don misterioso de su gracia.Su Palabra, el Verbo, que desde siempre esta junto a Él (cf. Jn 1,1), nació de una mujer, nacido bajo la Ley, “para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción (Ga 4,4-5). El Hijo de Dios se encarnó en el seno de una Mujer, de una Virgen. Vuestra catedral es un himno vivo de piedra y de luz para alabanza de este acto único de la historia humana: la Palabra eterna de Dios entrando en la historia de los hombres en la plenitud de los tiempos para rescatarlos por la ofrenda de sí mismo en el sacrificio de la Cruz. Las liturgias de la tierra, ordenadas todas ellas a la celebración de un Acto único de la historia, no alcanzarán jamás a expresar totalmente su infinita densidad. En efecto, la belleza de los ritos nunca será lo suficientemente esmerada, lo suficientemente cuidada, elaborada, porque nada es demasiado bello para Dios, que es la Hermosura infinita. Nuestras liturgias de la tierra no podrán ser más que un pálido reflejo de la liturgia, que se celebra en la Jerusalén de arriba, meta de nuestra peregrinación en la tierra. Que nuestras celebraciones, sin embargo, se le parezcan lo más posible y la hagan presentir.Desde ahora, la Palabra de Dios nos ha sido dada para ser el alma de nuestro apostolado, el alma de nuestra vida de sacerdotes. Cada mañana, la Palabra nos despierta. Cada mañana, el Señor mismo nos “espabila el oído” (Is 50,5) para los salmos del Oficio de Lecturas y Laudes. A lo largo de la jornada, la Palabra de Dios se convierte en la materia de la oración de toda la Iglesia, que desea así dar testimonio de su fidelidad a Cristo. Según la célebre fórmula de san Jerónimo, que será retomada por la XII Asamblea del Sínodo de los Obispos, en el próximo mes de octubre: “Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo” (Prólogo del comentario a Isaías). Queridos hermanos sacerdotes, no tengáis miedo de dedicar mucho tiempo a la lectura, a la meditación de la Escritura y al rezo del Oficio divino. Casi sin saberlo, la Palabra leída y meditada en la Iglesia actúa sobre vosotros y os transforma. Como manifestación de la Sabiduría de Dios, si se transforma en la “compañera” de vuestra vida, será vuestra “compañera en la prosperidad”, vuestro “alivio en las preocupaciones y tristezas” (Sab 8,9).“La Palabra de Dios es viva y eficaz; más tajante que espada de doble filo”, como escribe el autor de la Carta a los Hebreos (4,12). A vosotros, queridos seminaristas, que os preparáis para recibir el Sacramento del Orden, para participar en el triple oficio de enseñar, regir y santificar, esta Palabra se os entrega como un bien precioso. Gracias a ella, meditándola cotidianamente, entráis en la vida misma de Cristo que estáis llamados a proclamar a vuestro alrededor. Con su Palabra, el Señor Jesús instituyó el Sacramento de su Cuerpo y su Sangre; con su Palabra, curó a los enfermos, expulsó a los demonios, perdonó los pecados; por su Palabra, reveló a los hombres los misterios escondidos del Reino. Estáis destinados a ser depositarios de esta Palabra eficaz, que hace lo que dice. Conservad siempre el gusto por la Palabra de Dios. Aprended, por su medio, a amar a todos los que encontréis en vuestro camino. Nadie sobra en la Iglesia, nadie. Todo el mundo puede y debe encontrar su lugar.Y vosotros, queridos Diáconos, colaboradores eficaces de los Obispos y Sacerdotes, continuad amando la Palabra de Dios: proclamáis el Evangelio en la celebración eucarística; lo comentáis en la catequesis a vuestros hermanos y hermanas; ponedlo en el centro de vuestra vida, de vuestro servicio al prójimo, de toda vuestra diaconía. Sin buscar sustituir a los presbíteros, sino ayudándolos con amistad y eficacia, sed testigos vivos del poder infinito de la divina Palabra.Por un título especial, los religiosos, las religiosas y todas las personas consagradas viven de la Sabiduría de Dios, expresada en su Palabra. La profesión de los consejos evangélicos os ha configurado, queridos consagrados, con Aquel que, por nosotros, se hizo pobre, obediente y casto. Vuestra única riqueza -la única, verdaderamente, que traspasará los siglos y el dintel de la muerte- es la Palabra del Señor. Él ha dicho: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt 24,35). Vuestra obediencia es, etimológicamente, una escucha, ya que el vocablo “obedecer” viene del latín obaudire, que significa tender el oído hacia algo o alguien. Obedeciendo, volvéis vuestra alma hacia Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida (cf. Jn 14,6) y que os dice, como san Benito enseñaba a sus monjes: “Escucha, hijo mío, las instrucciones del maestro y prepara el oído de tu corazón” (Regla de San Benito, Prólogo). En fin, dejaos purificar cada día por Aquel que nos dice: “A todo sarmiento que da fruto, [mi Padre] lo poda, para que dé más fruto” (Jn 15,2). La pureza de la divina Palabra es el modelo de vuestra propia castidad; garantía de fecundidad espiritual.Con una confianza inquebrantable en el poder de Dios que nos ha salvado “en esperanza” (cf. Rom 8,24) y que quiere hacer de nosotros un solo rebaño bajo el cayado de un solo pastor, Cristo Jesús, ruego por la unidad de la Iglesia. Saludo de nuevo con respeto y afecto a los representantes de las Iglesias cristianas y de las comunidades eclesiales, que han venido a rezar fraternalmente Vísperas con nosotros en esta catedral. El poder de la Palabra de Dios es tal que podemos todos tener confianza en él, como siempre lo hizo san Pablo, nuestro intercesor privilegiado en este año. Despidiéndose en Mileto de los presbíteros de la ciudad de Éfeso, no dudó en dejarlos en “manos de Dios y de su palabra, que es gracia” (Hch 20,32), poniéndolos en guardia contra toda forma de división. Pido ardientemente al Señor que crezca en nosotros el sentido de esta unidad de la Palabra de Dios, signo, prenda y garantía de la unidad de la Iglesia: no un amor en la Iglesia sin amor a la Palabra, no una Iglesia sin unidad en torno a Cristo redentor, no frutos de redención sin amor a Dios y al prójimo, según los dos mandamientos que resumen toda la Escritura santa.Queridos hermanos y hermanas, en Notre-Dame, tenemos el más hermoso ejemplo de fidelidad a la Palabra divina. Esta fidelidad llegó hasta tal punto que se realizó en la Encarnación: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38), dijo María con una confianza absoluta. Nuestra oración vespertina va a proclamar el Magnificat de Aquella a la que felicitan todas las generaciones, porque creyó en la realización de las palabras que le fueron dichas de parte del Señor (cf. Lc 1,45); Ella esperó contra toda esperanza en la resurrección de su Hijo; amó a la humanidad hasta el punto que se le entregó como su Madre (cf. Jn 19,27). De este modo, “se pone de relieve que la Palabra de Dios es verdaderamente su propia casa, de la cual sale y entra con toda naturalidad. Habla y piensa con la Palabra de Dios; la Palabra de Dios se convierte en palabra suya, y su palabra nace de la Palabra de Dios” (Deus caritas est, n. 41). Podemos decirle con serenidad: “Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino hacia su reino” (Spe salvi, n. 50). Amén.

Friday, September 12, 2008

Recuperar al Gran Desconocido dice el Papa

Benedicto XVI pide recuperar la búsqueda de Dios, "ese gran desconocido"
PARÍS, 12 Sep. 08 / 12:51 pm (ACI) .- El Papa Benedicto XVI señaló que "para muchos Dios se ha convertido en el gran desconocido" y advirtió que cuando el hombre pretender usurpar la funciones de Dios, "la formación del mundo puede fácilmente transformase en su destrucción".
Ante unos 700 representantes del mundo de la cultura francesa, incluyendo varios musulmanes, reunidos en el Colegio de los Bernardinos, el Papa se refirió al origen de la teología occidental, las raíces de la cultura europea y reiteró que a través de la razón se puede llegar a Dios.
El Santo Padre destacó la importancia de la cultura monástica occidental, cuyo objetivo era buscar a Dios. Precisó que esta búsqueda de Dios exige una cultura de la palabra y que la Sagrada Escritura, "teniendo en cuenta que se trata de una colección de textos literarios cuya redacción duró más de un milenio", precisa de la interpretación.
"Sería fatal si la cultura europea de hoy llegase a entender la libertad solo como la falta total de vínculos y con esto favoreciese inevitablemente el fanatismo y la arbitrariedad. La falta de vínculos y arbitrariedad no son la libertad, sino su destrucción", indicó el Pontífice.
Asimismo, se refirió al testimonio del Apóstol San Pablo, en este año dedicado a celebrar el 2000º aniversario de su nacimiento, y pidió a los hombres "dejarse encontrar por Dios", considerando que "nuestras ciudades ya no están llenas de altares e imágenes de múltiples divinidades. Para muchos, Dios se ha convertido realmente en el gran desconocido".
Según el Papa, una cultura "meramente positivista que circunscriba al campo subjetivo como no científica la pregunta sobre Dios, sería la capitulación de la razón, la renuncia a sus posibilidades más elevadas y consiguientemente una ruina del humanismo, cuyas consecuencias no podrían ser más graves".
En este sentido, precisó que la base de la cultura europea es la búsqueda de Dios y la disponibilidad para escucharle, que siguen "siendo aún hoy el fundamento de toda verdadera cultura".
"Un Dios solo pensado e inventado no es un Dios. Si Él no se revela nosotros no llegamos hasta Él. La novedad del anuncio cristiano es la posibilidad de decir a todos los pueblos que Él se ha revelado, Él se ha mostrado. Pero esto no es un hecho ciego, sino un hecho que en sí mismo es Logos (razón). Por supuesto que hay que contar siempre con la humildad de la razón para poder acogerlo", indicó.

rueda de prensa del Papa.

Rueda de prensa se Benedicto XVI en el avión rumbo a París
Cuatro preguntas y cuatro respuestas a los periodistas PARÍS, viernes, 12 septiembre 2008 (ZENIT.org).- Publicamos las cuatro preguntas que presentaron los periodistas y las respuestas de Benedicto XVI durante la rueda de prensa que concedió en el avión que le conducía a París. El encuentro duró unos diez minutos. --"Francia, ¿eres fiel a las promesas de tu bautismo?", había preguntado en 1980 Juan Pablo II en su primer viaje. Hoy, ¿cuál será su mensaje a los franceses? ¿Piensa que a causa de la laicidad Francia está perdiendo su identidad cristiana?--Benedicto XVI: Me parece evidente hoy que la laicidad no está en contradicción con la fe. Diría incluso que es un fruto de la fe, pues la fe cristiana era, desde el inicio, una religión universal, por tanto, no se identificaba con un Estado y estaba presente en todos los Estados. Para los cristianos siempre estaba claro que la religión y la fe no eran políticas, sino que formaban parte de otra esfera de la vida humana... La política, el Estado, no eran una religión sino una realidad profana con una misión específica y las dos debían estar abiertas mutuamente. En este sentido, yo diría hoy que para los franceses y no sólo para los franceses, sino también para nosotros, cristianos de hoy en este mundo secularizado, es importante vivir con alegría la libertad de nuestra fe, vivir la belleza de la fe, y mostrar al mundo de hoy que es bello ser creyente, que es bello conocer a Dios, Dios con un rostro humano en Jesucristo, mostrar la posibilidad de ser creyente hoy, e incluso que es necesario para la sociedad de hoy que haya hombres que conocen a Dios y que, por tanto, puedan vivir según los grandes valores que nos ha dado y contribuir a la presencia de valores que son fundamentales para la construcción y supervivencia de nuestros Estados y sociedades. --Usted ama Francia. ¿qué es lo que le une más particularmente a Francia, a sus autores? --Benedicto XVI: No me atrevería a decir que conozco bien Francia. La conozco algo, pero amo a Francia, la gran cultura francesa, sobre todo, claro está, las grandes catedrales, y también el gran arte francés, la gran teología que comienza con san Ireneo de Lyón hasta el siglo XIII --y yo estudié la universidad de París en el siglo XIII--: san Buenaventura, santo Tomás de Aquino. Esta teología ha sido decisiva para el desarrollo de la teología en Occidente. Y naturalmente la teología del siglo del Concilio Vaticano II. He tenido el gran honor y la alegría de ser amigo del padre de Lubac, una de las figuras más grandes del siglo pasado, pero también he tenido buenos contactos de trabajo con el padre Congar, Jean Daniélou y otros. He tenido relaciones personales muy buenas con Etienne Gilson, Henri-Irénée Maroux. Por tanto, he tenido realmente un contacto muy profundo, muy personal y enriquecedor con la gran cultura teológica y filosófica de Francia. Ha sido realmente decisivo para el desarrollo de mi pensamiento. Pero también el descubrimiento del gregoriano original con Solesmes, la gran cultura monástica y naturalmente la gran poesía. Siendo un hombre barroco, me gusta mucho Paul Claudel, con su alegría de vivir, así como Bernanos y los grandes poetas de Francia del siglo pasado. Es, por tanto, una cultura que ha determinado realmente, de manera profunda, mi desarrollo personal, teológico, filosófico y humano. --¿Qué les dice usted a aquéllos que, en Francia, tienen miedo de que el motu proprio Summorum Pontificum constituya un regreso con respecto a las grandes intuiciones del Concilio Vaticano II? --Benedicto XVI : Es un miedo infundado, pues este "motu proprio" es sencillamente un acto de tolerancia, con un objetivo pastoral, para personas que han sido formadas en esta liturgia, que la aman, la conocen, y quieren vivir con esta liturgia. Es un pequeño grupo, pues supone una formación en latín, una formación en una cierta cultura. Pero me parece una exigencia normal de la fe y de la pastoral para un obispo de nuestra Iglesia tener amor y tolerancia por estas personas y permitirles vivir con esta liturgia. No hay oposición alguna entre la liturgia renovada por el Concilio Vaticano II y esta liturgia. Cada día, los padres conciliares celebraron la misa según el rito antiguo y, al mismo tiempo, han concebido un desarrollo natural para la liturgia en todo este siglo, pues la liturgia es una realidad viva, que se desarrolla y que conserva en su desarrollo su identidad. Por tanto, hay ciertamente acentos diferentes, pero una identidad fundamental que excluye una contradicción, una oposición entre la liturgia renovada y la liturgia precedente. Creo que existe una posibilidad de enriquecimiento de las dos partes. Por un lado, los amigos de la liturgia antigua pueden y deben conocer a los nuevos santos, los nuevos prefacios de la liturgia, etc. Por otra parte, la liturgia nueva subraya más la participación común, pero no es sólo la asamblea de una comunidad particular, sino que es siempre un acto de la Iglesia universal, en comunión con todos los creyentes de todos los tiempos, un acto de adoración. En este sentido, me parece que se da un enriquecimiento recíproco, y está claro que la liturgia renovada es la liturgia ordinaria de nuestro tiempo. --Usted va en peregrinación a Lourdes. ¿Que representa para usted? ¿Ya ha estado antes?--Benedicto XVI : Estuve en Lourdes con motivo del congreso eucarístico, en 1981, tras el atentado contra el Santo Padre [Juan Pablo II, ndt.]. Y el cardenal Gantin era el delegado del Santo Padre. Para mí es un recuerdo muy bello. El día de la fiesta de santa Bernadette es también el día de mi nacimiento. Por este motivo, me siento muy cercano a esta pequeña santa, esta pequeña joven, pura, humilde, que habló con la Virgen. Encontrar esta realidad, esta presencia de la Virgen en nuestra época, ver las huellas de esta pequeña joven que era amiga de la Virgen y, por otra parte, encontrar a la Virgen, su madre, es por otra parte un acontecimiento muy importante para mí. Naturalmente no vamos para encontrar milagros. Yo voy a encontrar el amor de la Madre, que es la verdadera curación para todos los dolores y para ser solidario con todos los que sufren, en el amor de la Madre. Éste me parece un signo muy importante para nuestra época. [Traducción del original francés por Jesús Colina © Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
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