Wednesday, April 23, 2008

Resumen de la Visita Papal a EEUU

Benedicto XVI “ha dejado tras de sí la impresión de ser un líder compasivo, que ha hecho con éxito el tránsito de profesor a Papa”, escribe un despacho de AP.

La agencia recoge la opinión del Russell Shaw, escritor y ex portavoz de la Conferencia Episcopal norteamericana. “En lo inmediato, el viaje ha sido un enorme éxito, que probablemente ha superado las expectativas de todos, incluidas las del propio Papa”. Y recuerda que ya se vio el mismo fenómeno con ocasión de los viajes de Juan Pablo II a EE.UU. (grandes multitudes, entusiasmo, carisma del Papa). “Lo que todo el mundo se pregunta –agrega– es si el viaje va a provocar un cambio significativo en los importantes problemas que afronta el catolicismo americano”, como son la escasez de vocaciones, el descenso en la asistencia a Misa, el abandono de muchos fieles, la lucha para atender las necesidades de una creciente población hispana.

Muchos medios destacan que el viaje ha servido para dar una imagen más auténtica del Papa, al que muchas veces se le había presentado como un rígido y severo profesor. “En lo que se refiere a su estilo personal –escribe el cronista de USA Today en el Yankee Stadium–, el afable Benedicto se ganó a los católicos –y a los no católicos– de todo tipo. En vez del estricto profesor, como se le había presentado a menudo antes de ser Papa, los americanos han visto a un cordial sacerdote que daba su bendición en cada parada, con sus brazos abiertos y sus brillantes ojos castaños”.

“Durante años he estado hablando a la gente de la profundidad, la cordialidad, el sentido del humor y la humildad de Benedicto XVI. Ahora puedo decir: ¡Mirad!”, comenta, exultante, Scott Hahn, profesor de teología en la Universidad Franciscana de Steubenville (Ohio).

“Un recorrido casi sin falta”, dice R. Scott Appleby, profesor de historia del catolicismo en Notre Dame University. “Dado el contexto –lo que se esperaba de él, el precedente del viaje del Juan Pablo II–, Benedicto superó todas las expectativas”.

“Los discursos y homilías de Benedicto XVI –comenta Cathy Grossman en USA Today– compartían varias características: elogio de la fe de los americanos, energía, caridad y cooperación interreligiosa, así como rotundos ataques al secularismo y a la actitud de la gente que quiere eludir las verdades eternas para basar su espiritualidad en ‘sentimientos’”.

Ha habido una satisfacción generalizada respecto al modo en que el Papa abordó la crisis de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, y en particular su encuentro con cinco de las víctimas. “La autenticidad de la entrevista, con el Papa escuchándoles, estrechando sus manos uno a uno, y rezando con ellos, fue impresionante”, como luego confirmarían estas personas, asegura Richard John Neuhaus en First Things. Neuhaus ve aquí un contraste con la actitud defensiva con que fue abordada la crisis por los obispos: “Una y otra vez, parecía que los obispos tenían presentes las consecuencias legales y financieras cuando hablaban del escándalo, y daba la impresión de que estaban buscando su rehabilitación ante el público hablando incesantemente de lo que estaban haciendo ahora ‘para proteger a los niños’. Y, en verdad, han hecho mucho en los últimos tiempos, hasta el punto de que probablemente hoy sea la Iglesia católica la institución más segura del país para los niños”.

“Sin embargo, añade, lo que ha faltado durante estos años de declaraciones públicas ha sido una clara manifestación de lo que pertenece al corazón de la Iglesia: pecado, arrepentimiento y la gracia del perdón. Esta fue la nota esencial que dio Benedicto”.

Neuhaus destaca también especialmente el discurso del Papa en la ONU. “La tradicional disposición amistosa de la Santa Sede hacia las organizaciones internacionales, y hacia la ONU en particular, fue unida a una lúcida y poderosa argumentación”, para destacar que “la pretensión de la ONU de ser la protectora de los derechos humanos carecerá de credibilidad a menos que haya un firme reconocimiento de la dignidad de la persona humana creada a imagen de Dios. Fe, razón y ley natural fueron subrayadas para sostener que la Declaración Universal de Derechos Humanos, firmada hace sesenta años, no sería creíble si no se basara en verdades trascendentes sobre la persona humana y su destino histórico”.
En la Santisima Trinidad: Padre Roberto Mena, S.T.

Thursday, April 17, 2008

discurso del Papa al presidente de EEUU

Discurso de Benedicto XVI a George Bush en la Casa Blanca

«La religión y la moralidad son soportes indispensables para la prosperidad política»


WASHINGTON, miércoles, 16 abril 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI al presidente George W. Bush, en la mañana de este miércoles, durante la ceremonia de bienvenida en la Casa Blanca de Washington.

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Señor Presidente:

Gracias por las amables palabras de bienvenida en nombre del pueblo de los Estados Unidos de América. Aprecio profundamente su invitación a visitar este gran País. Mi llegada coincide con un momento importante de la vida de la comunidad católica en América, como es la celebración del segundo centenar io de la elevación de la primera diócesis del País, Baltimore, a Archidiócesis metropolitana, y la fundación de las sedes de Nueva York, Boston, Filadelfia y Louisville. También me siento dichoso de ser huésped de todos los estadounidenses. Vengo como amigo y anunciador del Evangelio, como uno que tiene gran respeto por esta vasta sociedad pluralista. Los católicos estadounidenses han ofrecido y siguen ofreciendo una excelente contribución a la vida de su País. Al comenzar mi visita, confío en que mi presencia pueda ser fuente de renovación y esperanza para la Iglesia en los Estados Unidos y refuerce la voluntad de los católicos de contribuir más responsablemente aún a la vida de la Nación, de la que están orgullosos de ser ciudadanos.

Ya desde los albores de la República, la búsqueda de libertad de Estados Unidos ha sido guiada por la convicción de que los principios que gobiernan la vida política y social están íntimamente relacionados con un orden moral, basado en la señoría de Dios Creador. Los redactores de los documentos constitutivos de esta Nación se basaron en esta convicción al proclamar la "verdad evidente por sí misma" de que todos los hombres han sido creados iguales y dotados de derechos inalienables, fundados en la ley natural y en el Dios de esta naturaleza. El curso de la historia norteamericana demuestra las dificultades, las luchas y la gran determinación intelectual y moral que han sido necesarias para formar una sociedad que incorporara fielmente estos nobles principios. A lo largo de ese proceso, que ha plasmado el alma de la Nación, las creencias religiosas fueron una constante inspiración y una fuerza orientadora, como, por ejemplo, en la lucha contra la esclavitud y en el movimiento en favo r de los derechos civiles. También en nuestro tiempo, especialmente en los momentos de crisis, los estadounidenses siguen encontrando energía en sí mismos adhiriéndose a este patrimonio de ideales y aspiraciones compartidos.

En los próximos días, espero encontrarme no solamente con la comunidad católica de Estados Unidos, sino también con otras comunidades cristianas y representaciones de las numerosas tradiciones religiosas presentes en este País. Históricamente, no sólo los católicos, sino todos los creyentes han encontrado aquí la libertad de adorar a Dios según los dictámenes de su conciencia, siendo aceptados al mismo tiempo como parte de una confederación en la que cada individuo y cada grupo puede hacer oír su propia voz. Ahora que la Nación tiene que afrontar cuestiones políticas y éticas cada vez más complejas, conf&ia cute;o que los estadounidenses encuentran en sus creencias religiosas una fuente preciosa de discernimiento y una inspiración para buscar un diálogo razonable, responsable y respetuoso en el esfuerzo de edificar una sociedad más humana y más libre.

La libertad no es sólo un don, sino también una llamada a la responsabilidad personal. Los estadounidenses lo saben por experiencia: casi todas las ciudades de este País tienen monumentos en honor a cuantos han sacrificado su vida en defensa de la libertad, tanto en su propia tierra como en otros lugares. La defensa de la libertad es una llamada a cultivar la virtud, la autodisciplina, el sacrificio por el bien común y un sentido de responsabilidad ante los menos afortunados. Además, exige el valor de empeñarse en la vida civil, llevando las propias creencias religiosas y los valores más profundos a un debate público razonable. En una palabra, la libertad es siempre nueva. Se trata de un desafío que se plantea a cada generación, y ha de ser ganado constantemente en favor de la causa del bien (cf. Spe salvi, 24). Pocos han entendido esto tan claramente como el Papa Juan Pablo II, de venerada memoria. Al reflexionar sobre la victoria espiritual de la libertad sobre el totalitarismo en su Polonia nativa y en Europa oriental, nos recordó que la historia demuestra en muchas ocasiones que «en un mundo sin verdad la libertad pierde su fundamento», y que una democracia sin valores puede perder su propia alma (cf. Centesimus annus, 46). En estas palabras proféticas resuena de algún modo la convicción del Presidente Washington, expresada en su discurso de despedida, de que la religión y la moralidad son «soportes indispensables» para la prosperidad política.

Por su parte, la Iglesia desea contribuir a la construcción de un mundo cada vez más digno de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 26-27). Está convencida de que la fe proyecta una luz nueva sobre todas las cosas, y que el Evangelio revela la noble vocación y el destino sublime de todo hombre y mujer (cf. Gaudium et spes, 10). La fe, además, nos ofrece la fuerza para responder a nuestra alta vocación y la esperanza que nos lleva a trabajar por una sociedad cada vez más justa y fraterna. Como vuestros Padres fundadores bien sabían, la democracia sólo puede florecer cuando los líderes políticos, y los que ellos representan, son guiados por la verdad y aplican la sabiduría, que nace de firmes principios morales, a las decisiones que conciernen la vida y el futuro de la Nación.

Los Estados Unidos de América han desempeñado desde hace más de un siglo un papel importante en la comunidad internacional. El viernes próximo, si Dios quiere, tendré el honor de dirigir la palabra a la Organización de las Naciones Unidas, donde espero alentar los esfuerzos que se están haciendo para dar a esa institución una voz todavía más eficaz en favor de las expectativas legítimas de todos los pueblos del mundo. A este respecto, en el 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, la exigencia de una solidaridad global es más urgente que nunca, si se quiere que todos puedan vivir de acuerdo con su dignidad, como hermanos y hermanas que habitan en una misma casa, alrededor de la mesa que la bondad de Dios ha preparado por todos sus hijos. Los Estados Unidos se han mostrado siempre generosos en salir al encuentro de las necesidades humanas inmediatas, promoviendo el desarrollo y ofreciendo alivio a las víctimas de las catástrofes naturales. Tengo la confianza de que e sta preocupación por la gran familia humana seguirá manifestándose con el apoyo a los esfuerzos pacientes de la diplomacia internacional orientados a solucionar los conflictos y a promover el progreso. Así, las generaciones futuras podrán vivir en un mundo en el que florezca la verdad, la libertad y la justicia, un mundo donde la dignidad y los derechos dados por Dios a cada hombre, mujer y niño, sean tenidos en consideración, protegidos y promovidos eficazmente.

Señor Presidente, queridos amigos: al comenzar mi visita en los Estados Unidos, deseo expresar un vez más mi gratitud por su invitación, mi alegría por encontrarme entre vosotros y mi oración ferviente para que Dios Omnipotente fortalezca a esta Nación y a su pueblo en el camino de la justicia, la prosperidad y la paz. ¡Que Dios bendiga a los Estados Unidos!

[Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]



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Oremos por nuestro Santo Padre

Oh Dios, que para suceder al apóstol san Pedro, elegiste a tu siervo Benedicto XVI como pastor de tu grey, escucha la plegaria de tu pueblo y haz que nuestro Papa, vicario de Cristo en la tierra,confirme en la fe a todos los hermanos, y que toda la Iglesia se mantenga en comunión con él por el vínculo de la unidad, del amor y de la paz para que todos encuentren en ti, Pastor de los hombres, la verdad y la vida eterna

Wednesday, April 09, 2008

retrato de la Iglesia de USA que encuentra el Papa

El Papa viaja a un país de mayoría protestante (51,3%) en el que cerca de un cuarto de su población se declara católica (23,9%). Visita una nación que experimenta desde hace años un crecimiento importante de los cambios de afiliación religiosa de los fieles de las diversas creencias. Sin embargo, la Iglesia católica “mantiene sus números” y permanece en torno al 25% desde hace treinta años, debido a la llegada de inmigrantes católicos procedentes principalmente de América Latina: cerca del 46% de los inmigrantes norteamericanos se declaran católicos.
El informe destaca también que “la Iglesia católica sigue atrayendo un buen número de conversos” y sostiene que el 2,6% de los norteamericanos adultos ha pasado al catolicismo después de haber practicado otra religión o de no haber practicado ninguna.
La influencia latina
Teniendo en cuenta que, según las estadísticas, la presencia latina en Estados Unidos pasará del 14% en 2005 (42 millones) al 29% en 2050, es claro que la evolución del catolicismo norteamericano estará muy ligada a la inmigración. Más aún si se tiene en cuenta que los inmigrantes engrosan principalmente los sectores más jóvenes de la Iglesia norteamericana: hoy en día son latinos cerca de la mitad de los católicos estadounidenses menores de 40 años.
Estos cambios están desplazando los centros geográficos de la Iglesia norteamericana. Históricamente tenía su núcleo en el noreste y todavía hoy se sitúa allí un tercio de los católicos de los Estados Unidos, pero cada vez el sur adquiere mayor fuerza. En las ciudades que visitará el Papa, la mayoría de los católicos siguen saliendo de entre los nacidos en Estados Unidos: en Washington D.C. el 63% de los católicos son nativos (un 23% latinos) y en la ciudad de Nueva York el 61% son nativos (el 34% latinos).
Los diferentes niveles de educación es otro importante reflejo de la composición de los católicos norteamericanos. Mientras que entre los católicos nativos más de nueve de cada diez han terminado los estudios de secundaria (94%), la proporción baja a seis de cada diez católicos latinos (42%). Y desde el punto de vista económico las diferencias también son notables: mientras más de la mitad de los católicos hispanos tiene rentas por debajo de los 30.000 dólares por año, solo el 20% de los católicos nativos de Estados Unidos se encuentra en ese nivel de ingresos.
Semejante paisaje demográfico puede ser completado con las estadísticas de práctica religiosa. El porcentaje de católicos que van a la iglesia regularmente es del 41%, sin que haya en esto diferencias significativas entre los dos grupos que se vienen analizando. Sí que hay una diferencia algo mayor cuando se pregunta sobre la importancia que se concede a la religión: el 68% de los latinos la considera muy relevante en sus vidas, mientras que el porcentaje baja al preguntar a los nativos (54%).
El informe añade también que las mujeres conceden más importancia a la religión (67%) que los hombres (47%). En cuanto a la práctica de la oración, el 56% de los católicos afirma que reza diariamente: se reza más en el sur y las mujeres practican más la oración diaria.
Uno de los efectos de esta nueva composición de la Iglesia norteamericana es el auge de las tendencias carismáticas. Los hispanos se muestran más favorables a las manifestaciones externas en las celebraciones litúrgicas (cantos, aplausos, tomarse las manos en algunas oraciones, etc.) y ponen un especial énfasis en las intervenciones divinas en la vida corriente, en las revelaciones directas, y en la importancia de los exorcismos.
Doctrina oficial y opiniones
En cuanto a los grandes temas de la política social y familiar, el estudio del Pew Research Center, analiza las opiniones de los católicos norteamericanos ante cuestiones controvertidas como el aborto, las parejas homosexuales, la pena de muerte, etc.
Pese a la clara oposición de la Iglesia al aborto, llama la atención que una exigua mayoría de los católicos (51%) piensa que el aborto debería ser legal, mientras que el 44% se opone al aborto en todos los casos. Aporta interesantes pistas el dato de que entre los católicos nativos que frecuentan la iglesia, el 60% se opone al aborto en todos los casos (la cifra para los hispanos es del 53%).
La discrepancia entere la doctrina de la Iglesia y la opinión de muchos fieles se manifiesta también en la pena de muerte. La Iglesia milita activamente contra ella; pero en una encuesta realizada en agosto de 2007, seis de cada diez católicos expresaron su apoyo a la pena de muerte, mientras que solo un 35% se oponían a ella. El porcentaje en este caso no varía mucho entre practicantes y no practicantes, pero se reduce a un 47% el porcentaje de hispanos que apoyan la pena capital.
El rechazo del llamado matrimonio gay es más unánime entre los blancos católicos que asisten a la iglesia al menos una vez por semana (59%) que entre los que asisten con menor frecuencia (42%). Y entre los hispanos, se oponen a él una ligera mayoría (52%), si bien un buen número manifiesta no tener una clara opinión al respecto (16%).
En los demás asuntos del debate político, las posturas de los católicos no se diferencian casi nada de la del resto de la población. Tan solo es destacable una actitud más positiva que la media hacia la inmigración, pues es mayoritario el número de quienes opinan que los inmigrantes fortalecen la sociedad americana. Existe asimismo una cierta unanimidad (70%) en pedir al gobierno que garantice un seguro de salud para todos los ciudadanos

Wednesday, April 02, 2008

periodistas en Mexico profanan confesion.

Controversias
Periodistas del diario Milenio profanan sacramento de la confesión en México
MÉXICO D.F., 02 Abr. 08 / 01:28 am (ACI).- Dos periodistas de Milenio Diario de Monterrey profanaron el sacramento de la confesión en un supuesto "ejercicio periodístico". Fingieron ser penitentes y engañaron a los sacerdotes de siete templos para revelar las penitencias impuestas por los pecados de robo y adulterio.
Los reporteros Adriana Esthela Flores y Alejandro Silva se presentaron en los confesionarios como católicos y transcribieron luego los diálogos que sostuvieron con los sacerdotes como parte del sacramento.
Aunque el diario ha insistido en presentar el caso como una "investigación periodística sobre la diferencia en la aplicación de penitencia a pecadores que se confiesan en los distintos templos religiosos de la ciudad", el vocero de la Arquidiócesis de Monterrey, Juan José Martínez Segovia, rechazó enérgicamente lo ocurrido.
El sacerdote recordó en declaraciones a Milenio Diario de Monterrey que los reporteros no han hecho algo novedosos, sino que han copiado a periodistas de Italia y Chile –entre otros países- donde también se profanó el sacramento.
El Padre Martinez aseguró que "se sanciona con excomunión a cualquiera que capte mediante instrumentos técnicos o divulgue a través de medios de comunicación social lo que se dice por el confesor y el penitente".
"No es forma la que se utilizó para llegar a conocer lo que en la conciencia del cristiano es sagrado, para nosotros el sacramento de la reconciliación es sagrado", explicó al diario.
Asimismo, manifestó que "no es positivo el que se haya hecho de esa forma, para conocer la postura de la Iglesia se debe de buscar un medio apropiado, acercarse y preguntando qué pide la Iglesia y qué es lo que hace, pero no es la forma violentando el sigilo sacramental y falsificando tanto para las personas que lo hicieron como publicarlo".
"Hubiese sido más fácil que los reporteros se acercaran al sacerdote (para preguntar) lo que pasa en estos casos, a que se fingiera una confesión, porque también se está lastimando la integridad de los fieles, los fieles respetan el sacramento y lo que se hizo en esta investigación fue no respetar el sacramento", señaló.